Historias de una MILF 1

Relato crudo que incluye sexo anal y no consentido.

Quiero contarles un poco de mi antes de ir a mi relato. Me llamo Elizabeth, o Eli como la mayoría suele decirme.

Me describo porque se que es una parte que los lectores de esta página disfrutan bastante. Soy una mujer madura de 40 años y madre de 5 hijos. A pesar de lo que pueda parecer esa primera descripción, no soy la típica señora dejada y poco atractiva. Todo lo contrario.

Soy lo que comúnmente ahora llaman una MILF. Tengo el cabello negro y largo, aunque a veces en mis momentos de locura me lo eh llegado a cortar demasiado. De hecho quienes me conocen me comentan que con el cabello corto me veo inocente y tierna, mientras que con el cabello largo me veo como vampiresa sexy. No se si sea cierto esto pero me gusta jugar de vez en cuando con esa dualidad.

Soy morena, de ojos cafes, nariz ancha pero exquisita y labios gruesos y carnosos que me gusta lucir en labial rojo o negro dependiendo de la situacion. A pesar de la edad y de ser madre, mi cuerpo se mantiene en un peso estable. Tengo tetas medianas, no muy grandes pero sí lo suficiente para divertir a mi pareja. Soy bajita de estatura, con cintura marcada y piernas gordas y caderas sexys. Y tengo un culo que si bien es ancho, no desentona con el resto de mi cuerpo. No niego que ya apareció la celulitis propia de mi edad, pero a pesar de no cuidar tanto mi alimentación como debería y sobre todo no pisar un gym como muchas mujeres lo hacen a diario, la naturaleza me a bendecido con un físico que muchas chicas de la mitad de mi edad quisieran tener.

Y a pesar de que en mi vida diaria no visto sexy y provocativa, mi sonrisa, mi carita maquillada y mi culo grande hacen voltear a más de uno. Me divierte cuando alguien me esta viendo descaradamente y volteo de repente para hacerlo sentir descubierto. O a veces con una sola mirada o una sonrisa es suficiente para que alguien te compre un trago. Ese tipo de detalles pequeños que quizás para una chica joven no sean gran cosa, pero para las que ya llegamos a los 40 nos llena bastante el saber que aún tenemos ese algo que a los hombres les gusta.

Pero a veces el tomar malas decisiones nos lleva a situaciones que nos obligan a hacer cosas que van más allá de nuestra voluntad y que nos atrapan en un bucle del cual es difícil salir. Hoy les compartiré una de esas situaciones. Advierto que es una experiencia que no todos encontrarán agradable.

Eran poco más de las 10 de la noche, la hora que salgo del trabajo. No es muy tarde quizás, pero sí lo suficiente para ya no encontrar transporte público para ir a casa. Y ni pensar en irme caminando. Si bien no era tan lejos la distancia de mi empleo a mi casa, a esa hora ya había mucho vago y vicioso en la calle y no me apetecía arriesgarme. No siempre salgo a esta hora, a veces más temprano. Pero hoy hubo más trabajo de lo normal.

Salí y ya estaba ahí el taxi número 017 esperandome como cada viernes que salía a dichas horas. Caminé lentamente abriéndo paso entre las no pocas gentes que como yo, ya iban a sus hogares. Llegué al auto y tomé el asiento del pasajero al lado del conductor, el cual sin decir palabra encendió el vehículo y enfiló en dirección a mi casa.

No bien salimos del estacionamiento cuando el conductor estiró su mano hacia mí, tomando una de mis tetas. La sobaba y apretaba sin ninguna sutileza. Maniobrando el volante del auto con una mano, con la otra no dejó de manosearme hasta abrirse camino por mi escote. El tipo que conducía era horrible. Gordo, prieto y feo. Sin educación. Pero lo más feo era su interior y la maldad que guardaba en su corazón.

Sacate las tetas -me dijo a lo cual obedecí sin siquiera responder. Jalé mi blusa hacia abajo con todo y brasier. Mis tetas saltaron al sentirse libres.

A pesar de la edad y todos los putos hijos que has parido, todavía tienes las tetas duritas culera -dijo mientras apretaba mis pechos como si se trataran de globos y quisiera reventarlos.

Mjjmm! No tan duro, por favor -le dije dejando escapar un pequeño gemido de dolor.

Si te duele o no, sabes que me importa verga. Mejor dicho si me importa que te duela. Entre más te duela, mejor. Abre la boca y saca la lengua. Quiero que te vayas así hasta que lleguemos a tu casa, y cuidado si hablas o dices una palabra -dijo el muy estupido.

Como siempre, obedecí sin replicar. Abrí mi boca y saqué mi lengua y así me fui los poco más de 10 minutos que durabamos para llegar a casa. Para cuando finalmente llegamos a mi hogar ya venía yo con la quijada cansada y un pequeño chorro de babas que colgaba de mi boca hasta caer enmedio de mis tetas, las cuales el hijo de perra del taxista no dejaba de manosear, poniendo especial atención a mis duros y doloridos pezones cafes.

No bien estacionaba el auto enfrente de mi casa cuando vi que alguien se asomaba por la ventana, para luego bajar la cortina y ver como apagaban el foco que daba luz al patio frontal de mi casa. Eso y el escaso alumbrado público de mi calle se combinaban para dejarnos completamente a oscuras.

Asi me gusta, que tus hijos sepan que queremos privacidad. Sigan asi de obedientes y quizás hasta los adopto jajaja -me dijo para luego carcajearse de forma estúpida.

Acaba rápido hoy que vengo cansada y ya quiero estar en mi cama descansando -le dije ignorando su anterior comentario.

Te di permiso de hablar o cerrar la boca, puta? Abre el hocico otra vez y mantenlo así que me gusta ver como te escurren las babas como si fueras una perra rabiosa -me ordenó el taxista.

Si me vas a coger, cogeme. Si quieres que te la mame, te la mamo. Pero ya decídete, que no estoy de humor y vengo muy cansada para aguantar tus pendejadas, hijo de puta -le respondí dejando escapar todo mi odio hacia él en mis palabras. Era la única forma de poder desquitar mi coraje.

Vaya, vaya. Viene brava la piruja hoy. Pensaba irme hoy con solo una mamadita, pero como vienes muy respondona eso cambia las cosas. Sal del auto, anda -dijo el malnacido abriendo la puerta para luego bajar del auto. Hice lo mismo por el lado del pasajero.

No hubo necesidad de instrucciones ni órdenes. Sabía bien lo que tenía que hacer. Me moví hacia el lado del auto donde él se encontraba y sabiendome arropada por la oscuridad, bajé mi pantalón de mezclilla con todo y calzon, para luego empinarme recargando la parte superior de mi cuerpo en el cofre del auto. También como siempre dirigí un rápido vistazo a la ventana de la casa contigua, para ver la pequeña lucecita del celular. Mi vecino de a lado grabando lo que estaba a punto de suceder, como siempre lo hacía cada viernes.

Espero te hayas limpiado bien el culo porque pienso metertela hasta el fondo y me la vas a limpiar con el hocico cuando terminemos. Abrete el culo, pendeja -me dijo el hijo de puta. Pensé en responderle pero eso solo alargaría las cosas y lo que más quería era terminar rápido con esto y entrar a mi casa.

Abrí mis piernas lo mas que mi pantalón a media pierna me lo permitía, para luego hacer lo mismo con mis nalgas abriéndolas con mis manos. Recibí un par de escupitajos en mi culo para luego sentir como el taxista embarraba la saliva por todo mi ano. Sentí la cabeza de su dura verga posicionarse en mi hoyo trasero para luego empezar a hacer presión. Cerré mis ojos y apreté mis dientes, al mismo tiempo que trataba de abrir más mis glúteos para tener el menor daño posible. Obvio no era la primera vez que me daban por el culo, pero el taxista siempre lo hacía con la intención de lastimarme lo más posible.

Pfjjj, cabrona! Debo reconocer que a pesar de lo puta que has sido y lo cogida que estas, sigues teniendo el culo apretadito. La panocha la tienes como túnel de tren, pero el culito...ahh, si que lo tienes cerradito! -dijo eso último al mismo tiempo que presionaba más fuerte y lograba meter la cabeza de su dura verga en mi apretado culo.

Ufff! Despacio-o...despacio -le dije sabiendo que mis palabras lo alentaban más a lastimarme en vez de detenerse.

Despacio tu puta madre! -dijo el hijo de perra al tiempo que me dejaba ir toda su verga de chingazo hasta el fondo de mi culo, arrancándome un grito que trate de sofocar con mi mano.

Aaaauuuungh!!! Despacio, cabrón. Me rompes-s...toda-a -alcancé a decir sintiendo como su duro fierro entraba hasta el fondo de mi recto.

Huuuy chiquita! Que rico lo aprietas, mami. ¿Sientes como te empujo la mierda? ¿Lo sientes? -me cuestiono el muy perro mientras me daba varias pompeadas tratando de introducirse más en mi con cada empujón.

Mmhh...para...para -dije sollozando más para mi que para él. Por experiencia sabía que no se iba a detener hasta vaciar su semen en mi culo.

Grita cabrona, grita. Que toda la calle se entere que te estoy rompiendo el culo, perra -me increpó el desgraciado. Por un momento pensé en hacerlo. En gritar y que todo mundo se diera cuenta de mi violacion consentida a la que era sometida cada semana. Pero eso traería consecuencias y decidí aguantar en silencio sus acometidas.

Por fortuna mi suplicio no duró mucho. Pasados unos 5 minutos mas o menos lo escuche bufar como animal herido y sentí como me llenaba el culo de leche. El pasar por esto cada semana me había hecho identificar ciertas cosas. El tipo no contaba con una verga larga, pero si gruesa. Lo suficiente para abrirme el culo de forma dolorosa. Igual también descargaba gran cantidad de leche en cada venida. Tres o a veces hasta cuatro disparos de mecos sentía en mi interior. Cada que entraba al baño después de esto era como cagar una diarrea de semen. Si la situación fuera otra, yo seguramente gozaría de sentirme tan llena de mecos. Pero prácticamente era una violacion. No gozaba de nada con esto.

Para la otra de pérdida muévete, pendeja. Es como cogerse a un puto maniquí -me dijo mi violador al tiempo que sacaba lentamente su verga de mi adolorido culo.

Ja! Si asi duras pinches 5 minutos. Ahora si me muevo te vienes en un minuto, pendejo -le dije tratando de desquitarme de la humillación que me hacia pasar.

Pues dirás lo que quieras, pero te acabo de dejar el culo abierto pendeja -me respondió.

Y si, pase mis dedos sobre mi ano abierto y casi pude sentir como me entraba aire. No pude sentir más que odio sobre el tipo que acababa de vaciarse en mi interior.

Limpiamela puta, ya sabes como -me ordenó y tomándome del cabello me obligo a ponerme de rodillas frente a él sin siquiera darme tiempo de subirme mi pantalón. De reojo alcancé a ver la lucecita que brillaba en la ventana de la casa contigua. Mi vecino seguía sin perder detalle. No alcancé a ver más cuando la panza del taxista cubrió por completo mi rostro al tiempo que me insertaba su semi flácido miembro por la boca.

El sabor de mi propio culo era horrible. En medio de arcadas y escupidas al suelo, termine de limpiar la verga. Quería acabar pronto y meterme a mi casa con mis hijos.

Mirala! Si bien sabes cómo dejarla limpiecita jaja! Bueno, me voy porque ya me aburriste. Te besaría pero te huele el hocico a mierda y culo jajaja! Quítate -me dijo humillandome más con sus palabras y empujándome a un lado para luego subir a su vehículo.

Ni siquiera le respondí. Todo lo que quería era que se largara, cosa que no tardó en hacer al poner en marcha su auto y perderse en la oscura calle. Voltee a mirar la oscura ventana de mi vecino y vi como se apagaba la pequeña luz que emitía su celular. Levanté mi mano y le “salude” con mi dedo medio al mismo tiempo que trataba de subir y acomodar mi pantalón y mi calzon.

Entre a mi casa y me fui directo al baño, ignorando a mis hijos. No quería saludarlos ni menos besarlos con la boca sucia. Bajando mi pantalón me senté en la taza y como lo había previsto empecé a cagar un río de esperma. Un segundo después mi hijo adolescente, el mayor de mis hijos, entró al baño a hacerme compañía. Por extraño que pareciera ya era normal entre nosotros compartir baño así estuviéramos desnudos o semi desnudos. Nada podía ser peor que lo que acababa de pasar afuera de mi casa y que mi hijo estaba consciente de ello.

¿Te lo hizo otra vez? -preguntó mi hijo y pude sentir el dolor en su voz.

Si mijo. Pero no te preocupes, ya pasara -le dije tratando de minimizar la situación.

¿Pero como, mamá? ¿Cómo? Si no tenemos dinero para pagarle. Para pagar lo que yo hice. Yo debería ser el que le pague, no tú -respondió mi hijo sin poder evitar llorar arrodillándose frente a mi.

No te preocupes, vamos a salir de esto. Ya vere como lo resuelvo, ok mijo? Y ahora salte de aquí que no es muy cómodo para mi estar cagando enfrente de ti jaja -le dije sonriendo y tratando de quitar la pesadez del ambiente. Mi hijo solo sonrío y trato de besarme pero lo detuve con mi mano. Después de todo mi boca seguía oliendo feo.

Vi como mi hijo abandonaba el cuarto de baño mientras yo seguía expulsando los últimos chorros de semen de mi culo. Tenía que resolver esta situación, pero de verdad. No solo prometerlo a mi hijo. Ya era hora de empezar a idear un plan en contra de nuestro abusador.

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Aquí termina mi primer relato, pero obviamente hay todavía mucho que contar. Pido disculpas si les pareció algo crudo pero lo advertí al inicio. No es el clásico relato donde abusan de ti y terminas gozando. Eso no existe. Espero que aun asi les haya gustado para regresar pronto a contarles más cosas.