Historias de Rio de Janeiro.
Una pareja viaja a Rio con la intención de retomar la pasión que les había abandonado.
hacia años que nuestro matrimonio naufragaba. Sinceramente lo habíamos intentado todo durante todo este tiempo pero nada funcionaba. Luis, que así se llama mi marido quería hacer un ultimo intento, por los niños que dijo,
Había comprado unos billetes de avión a Rio de Janeiro y allí tendríamos una nueva luna de miel recordando la tenida hacia 15 años y a la espera que la llama se volviese a encender. Me costo mucho hacerme a la idea, pero después de mucho pensarlo decidí que pondría todo de mi parte por que aquellas vacaciones no fueran un infierno y que no se dijese que al menos no lo había intentado. Luis se había venido arriba y había comprado billetes de primera. El viaje fue realmente increíble.
La verdad es que el servicio era superior y las atenciones que Luis era algo a lo que no estaba acostumbrada. Después de cenar regada con un maravilloso vino, coronamos la misma con una copa quedándonos dormidos entre besitos y arrumacos. En el aeropuerto nos esperaba un chofer contratado por Luis, no estaba dejando de sorprenderme.
El hotel era maravilloso y la suite alquilada era un escandalo. Amplia, luminosa y con una increíble ventanal sobre Copa cabana. Desde su planta 36 se podía apreciar el horizonte así como el skyline de la ciudad. Después de una siesta en la que Luis me hizo el amor dulcemente nos dormimos un rato. Seguramente Luis nunca se de cuenta de mi gusto por el sexo rudo, pero el chico lo estaba intentando. Despertamos con tiempo para ducharnos e ir a cenar a un rodicio donde seguramente abusamos de las caipirinhas y la carne.
Por falta de sueño y de ganas de volver al hotel, acabamos la noche en una discoteca donde de nuevo abusamos de las caipirinhas y nos calentamos el uno al otro lambada va y lambada viene. Entramos en la habitación entre risas como dos adolescentes. Luis me sorprendió cuando mientras me besaba en el cuello de un tirón me bajo los leggings y las bragas y apoyándome contra el escritorio de la entrada empezó a comerme el coño desde atrás.
No se si fueron las lambadas, las caipirinhas o esa lengua que pasaba desde mi ano a mi clítoris una y otra vez la que me estaban poniendo muy muy cachonda. Creo que hacia mas de 5 años que Luis no bajaba al pilón y desde luego el chico estaba intentar recuperar el tiempo perdido. Me hizo correr sin piedad. Cuando me di la vuelta vi a otro Luis; tenia la cara desencajada, la mirada asesina y la barba llena de flujo proveniente de mi coño. Sin miramiento me sentó sobre la mesa, abrió mis piernas y me introdujo aquella polla que no recordaba yo tan dura. Me veía a cuatro paras con mis tetas balanceándose y no me reconocía. Me follo hasta la extenuación. No se la hora que era, pero desde luego el jet lag desapareció a base de orgasmos. Creo que me lo habían cambiado en el avión y me habían obsequiado con una maquina de amar como hacía años que no era. Dormimos abrazados hasta el medio día cuando un terrible dolor de cabeza nos despertó. LA resaca era impresionante. Las caipirihnas y nuestra falta de costumbre habían hecho mella en nuestras cabezas y luchábamos por simplemente poder abrir los ojos.
Pasamos el día como pudimos y con la ciudad ya iluminada por la luna decidimos ducharnos y bajar a comer algo.
Paseamos por la playa hasta encontrar un japonés abierto. El sitio era ideal, coqueto, bonito y muy bien de precio. Durante la cena a base de sushi y sake Luis estuvo de lo más encantador y provocativo. Me susurraba al oído lo mucho que me iba a follar al llegar al hotel y a mi se me mojaban las bragas y empinaban los pezones solo de oírlo.
Salimos del restaurante con una copa de más y ganas de irnos a follar como locos. Necesitaba una polla que me abriese en canal.
- Darme todo el dinero – nos decía una chica morena apuntándonos con un arma.
- Luis dale todo lo que tengas – le dije yo. Luis sacó la cartera y se la dio.
- El reloj también – insistía la chica. Era un regalo de su padre y Luis se resistía a darle la joya también.
- No, el reloj no – decía mi marido.
- Dámelo o te mato.
- No – la chica se lanzó sobre la muñeca de Luis cuando este empezó a golpearla la cara. Un bang sonó en toda la calle y Luis cayó herido de muerte sobre la acera. La chica soltó la correa y emprendió una carrera dejándome a mi sola abrazando a mi malherido marido.
La policía llegó minutos después del disparo, la ambulancia tardó algo más. Durante horas las fuerzas del orden rastrearon las calles adyacentes, intercambiando incluso disparos con ella, pero desgraciadamente desapareció.
- ¿qué tal el día mi amor?
- El día bien, la noche fatal.
- ¿Y eso?
- Iba a retirarme cuando vi salir a dos turistas de un japonés, al principio dudé pero siendo presas fáciles decidí a dar un ultimo golpe antes de venir a casa. La cosa se complicó y tuve que zanjar los problemas con el hierro.
- ¿Y por eso no esta hecha la cena?
- No me jodas que he tenido que huir de la policía durante más de dos horas. Incluso me he tenido que enfrentar a ellos a tiros.
- Tranquila mi amor ya estas en casa.
Rosario, la atracadora y novia de uno de los pequeños traficantes que habitan en las favelas de Sao Paulo cenaron unos filetes de carne, bebieron un vino barato y finalmente Joao, el hombre de la casa sacó su polla del pantalón del chándal para que Anna le brindase el postre de cada noche.
A Anna le molestaba no ser cortejada antes del coito, pero desde luego sabía que lo que vendría después compensaría con creces la falta de tacto de su hombre.
Se arrodilló antes él y acercando su lengua empezó a pasar esta por el oscuro capullo del narcotraficante. Este se echaba para atrás victima de la pasión y el gusto. Anna iba pasando con su lengua por todo el tallo y de ahí a engullir como una posesa aquel pene que en poco tiempo estaría encerrado en sus entrañas.
Chupó durante sus buenos 15 minutos hasta que Joao retiró su polla de la boca de la chica y dándole la vuelta, le levantó la falda, echó a un lado el tanga y de un golpe de cadera la penetró sin miramientos. Para ella este era el momento más destacable del día. Atrás quedaban los transeúntes atemorizados ante el negro de su arma y el miedo a lo que pudiese encontrarse en las calles. Gozaba de cada milímetro de polla que aquel hombre el introducía mientras con sus grandes manos le amasaba los pechos de una manera fuerte casi haciéndole años.
Joao no era el más guapo de la fabela, pero sin duda alguna sabía como tenerla satisfecha en la cama.
Anna gritaba de placer a cada envestida de su hombre. Se había corrido un par de veces cuando la puerta de la fabela fue derribada. Dos policías vestidos de operaciones especiales apuntaban su rifles de asalto hacía la pareja, sin desencajar su polla Joao hizo ademan de coger una pistola que se encontraba sobre la mesa, dos disparos en su pecho lo evitaron. La casa se llenó de policías mientras Anna aun con el culo al aire y supurando flujo de su coño fue brutalmente esposada y sacada de la chavola bañada en sangre de quien hasta hace un momento era su pareja y ahora un muerto.
- Ósea que esta es la atracadora de la playa
- Si, jefe. Anna do Testamento. 23 años.
- ¿A nadie se le ocurrió ponerle un pantalón?
- No, la cosa se complico un poco. Su novio, un narco de poca monta quiso coger una pistola
- ¿Lo matasteis?, bien hecho. Es la manera más segura de acabar con esta escoria.
- ¿La interrogamos?
- Váyanse a cenar y ya me encargo yo y el subteniente Ramires.
Los agentes que custodiaban a Rosario se fueron dejando a la joven esposada a la mesa de interrogatorios y sola en la habitación.
Los dos experimentados agente apuraron sus café y pasaron a la habitación.
- hay que ver estas hijas de puta, en vez de dedicarse a la prostitución que es para lo que han nacido se dedican a matar turistas – dijo el inspector jefe mientras cogía a la chica por los pelos, la recostaba a golpes sobre la mesa y mientras desgarraba su ropa sacaba su polla y de un golpe se la introducía en el ano de la aterrorizada chica.
- Dela duro jefe, estas zorras solo entiende así – el policía sin ninguna tipo de cuidado y desgarrando el culo de la chica empezó un fuerte movimiento de cadera. La fornicó hasta quedar exhausto mientras magreaba sus tetas y azotaba su culo. Ni se molestó en interrogarla, simplemente le puso un boli en la mano y le hizo firmar una confesión. La chica sabía que de no firmar sería violada por la comisaria entera durante días. Bueno en realidad sabía que sería violada muchas veces antes de ver a un juez, pero firmar facilitaría las cosas.
El oficial salió de su trabajo y después de comprar un pollo asado volvió a casa. Le apetecía descansar después de un largo día rodeada de cacos, encular a la atracadora le había relajado, pero un buen polvo o una buena mamada de su mujer le podría venir de perlas.
Le dio un azote en el culo a su mujer que en ese momento lavaba unas lechugas. Besó a los niños y encendió la tele. Los críos estaban más revoltosos que nunca y la verdad es que no había quien les aguantase, esperó con paciencia a que llegase su hora de irse a la cama.
La pareja ceno sola.
- ¿qué tal tu día cariño?
- Pues ya sabes de aquí para allá todo el día. ¿y tu?
- Pues ya sabes, rodeada de atracadores y violadores. Lo habitual.
Acabaron la cena y la pareja vio un poco la tele. A eso de las once ambos se fueron a la cama. El inspector, espero leyendo las noticias deportivas del diario a que su mujer saliese del baño y se metiese con él en la cama. María salió con rulos y un camisón que le llagaba a los tobillos que le transparentaba su velludo sexo y sus negros pezones. Nada más entrar en la cama Joao acercó su mano a las caderas de su mujer y empezó a acariciarla.
- déjame Antonio que me duele la cabeza
Joao la intentaba besar en el cuello mientras su mano subía el largo camisón.
- que no cariño que hoy no. Me gustaría mucho pero el día ha sido tremendo.
Antonio seguía subiendo el vestido y ya llegaba hasta la prieta carne de su esposa.
- para mi amor, hoy no me apetece, si quieres te la chupo, pero follar no.
- Como quieras, necesito relajarme – contestó Antonio en una de sus típicas respuestas egoístas.
María bajó su camisón, apartó las sabanas y bajando hasta la cintura de su marido apartó el elástico del pantalón del pijama y dejó salir aquella polla que tantas alegrías le había dado siendo más joven y que hacía tiempo que no disfrutaba.
Empezó a pasar su lengua por la excitada polla del policía, le sabía raro pero dedujo que era por temas de no pasar demasiado por la ducha. Nunca había sido un hombre muy aseado. Le jodía que su marido le guiase la velocidad con la mano y eso fue justo lo que empezó a hacer. Antonio posó sus manos y fue haciendo y subir su cabeza marcando el ritmo de la mamada. María cerró los ojos y empezó a darle con fuerza al manubrio mientras se empecinaba en mamar rápido y fuerte.
- Aggg María como me gusta, como me recuerda a la primera noche que quedamos y antes de dejarte en casa me la chupaste a fondo. Como me gustaba ponerte a cuatro patas en el asiento de atrás y metértela duro como a ti te gusta – María no decía nada, solo chupaba – Ay cariño eres la mujer más deseable del mundo y no me veo haciéndole el amor a nadie más.
Supo que iba a volver a correrse cuando su marido apretó con fuerza su cabeza y sus piernas se tensaron. Antonio le lleno la boca de lefa con un largo gemido. Para cuando María subió a la almohada, su marido ya roncaba.
Esperó por la mañana con paciencia hasta que su marido e hijos salieron de casa rumbo al colegio y comisaria.
- cielo, en una hora estoy – dijo usando su teléfono.
- te espero paciente – fue la única respuesta.
María se miró al espejo. Se sorprendió al tener un poco de lefa en la comisura de los labios, se lo quitó con la uña. Se desnudó se metió en la ducha y después de 10 minutos bajo el agua salió. Se puso una falda corta y una camiseta escotada.
El portero del edificio llamó un taxi, María le dio la dirección y en 10 minutos María entraba en la casa a la que a acudía al menos 4 veces a la semana desde hacía seis meses. El taxista no había dejado de fijarse por el retrovisor en el gran canalillo que la mujer mostraba.
María tenía llave, abrió en silencio la puerta y avanzó por el pasillo, una sombra desde detrás la empujó contra la pared y empezó a besarle el cuello. María respondía con suspiros el contacto de la sombra. Una mano desde detrás entró entre su falda y pubis y alcanzó su monté de venus. Un dedo entro en su mojado coño y empezó a meterlo y sacarlo mientras con la palma rozaba gustosamente su pubis.
María fue conducida entre besos hasta la única habitación de la casa, fue desnudada por el camino dejando sus prendas tiradas por toda la casa. La sombra le abrió las piernas y sin precalentamiento, le metió un duro vibrador en el coño. María se convulsionó. Empezó a mover el vibrador dentro, María se retorcía de placer. La sombra se subió en la cama y poso su coño en la boca de la mujer del policía.
A María le encantaba comerle el coño a Helena.
La conoció de casualidad hacia ocho meses en una conferencia de la parroquia. Congeniaron, se tomaron unas caipirinhas y después de múltiples confesiones ambas habían acabado en la cama comiéndose una a la otra. Para ambas esa fue la primera vez con una mujer y a ambas les había encantado.
María lamia el coño de Helena sin parar, esta movía el vibrador en el coño de su amiga con fuerza. Helena disfrutaba de aquello. Su pezones indicaban lo mucho que le gustaba el roce de la piel de su amante, jamás un hombre le había hecho sentir aquello.
Ambas amigas cambiaron de postura, se pusieron en posición 69 cada una con un vibrador en la mano. Era sin duda su postura favorita. Ambas metían a cada rato sus manos para tocarse sus pechos, pero sobre todo mamaban y metían y sacaban los juguetes de sus coños.
Se comieron y masturbaron mutuamente durante más de una hora, a ratos ambas dejaban de lamer para gemir el orgasmo que recibían, pero pasado el mismo volvían a devorar la parte rosada de su pareja.
- agggg como me gusta – decía una con la cara llena de babas y flujo
- No pare mi amor.
Acabaron las dos casi a la vez, más que por un orgasmos coincidente por el cansancio que produce tanto ajetreo.
- ha sido fantástico
- que pena que me tenga que ir una semana, sino tendrías mi coño en tu boca todos los días.
- no se como voy a aguatar.
- Por lo menos tienes a tu marido
- Ni me hables de él, es un cabrón, el hijo de puta lleva años sin hacerme ni caso y solo me busca cuando quiere dar de beber a su pajarito.
- Bueno, vístete que me tienes que acompañar al aeropuerto.
- ¿A que hora sales?
- A las 3 de la tarde.
- Paris, que suerte…
Un furtivo beso en el coche despidió aquella a ventura por una semana.
Helena se acomodó en su asiento en business poco antes de que el vuelo despegaba. Se sentían fantásticamente bien, satisfecha a nivel sexual, recién ducha y totalmente descansada.
Helena era una ejecutiva de google Brasil, no era lesbiana, pero en estos momentos tenía una amante mujer, a veces echaba de menos una buena polla rompiéndole el coño, pero María por ahora le compensaba. Viajaba a Paris vía Londres desde Rio para una semana de trabajo en la capital francesa.
El vuelo a Londres resulto largo pero agradable, es lo que tiene la clase business. Después de una hora dando vueltas por Heathrow le tocó embarcar en el avión a Paris.
La clase business era menos espaciosa que la transoceánica. Le tocó al lado de un hombre muy atractivo. Él fue el primero que rompió el hielo.
- ¿trabajo o placer? – preguntó el desconocido.
- ¿A Paris? Trabajo. ¿y usted?
- Trabajo también, por su acento es usted portuguesa, no, espere, es usted Brasileña.
- Si, por el suyo es usted español – ambos se sonrieron.
- Exactamente, de Madrid.
Hablaron durante todo el viaje y se dieron dos besos al despedirse. Cual fue su sorpresa cuando se reencontraron en la recepción del hotel.
- hombre no sabía que chicas tan guapas se hospedaba en este hotel
- hombre, no sabía que señores tan simpáticos se hospedaban en este hotel.
- Me alegra mucho verte.
- A mi también.
- A lo mejor después podemos tomar algo juntos.
- Lo veo difícil, me ducho y salgo corriendo hacía la oficina, llegare tarde.
- Bueno, que pases entonces una buena estancia – volvió a darle dos besos y se despidió rumbo a su habitación
Helena trabajó todo el día en la sede central de google Francia, el día fue largo, lo cual unido al viaje e incluso al combate con María hacía que no viese el momento de meterse en la cama. Al acabar le esperaba una cena con unos colegas de trabajo y después unas copas corporativas.
Llegaba al hotel pasada la una de la mañana con ganas de quitarse los zapatos, al pasar por delante del bar vio a Juan, el cual también le vio a ella, le hizo un gesto con la copa y ella sencillamente pasó a saludar.
Llevaban tres rondas y un ciego importante cuando barman les avisó que cerraban. Es increíble como revitaliza el alcohol cuando estas cansado. Ambos se miraron a los ojos y sin decirse nada se cogieron de la mano y subieron a la habitación de Juan.
No habían ni dado dos pasos dentro del cuarto cuando se enfrascaron en un largo y húmedo beso. Su ropa iba cayendo a casa paso que daban sin poder separar sus bocas. Ambos perdieron la chaqueta en la entrada, la camisa enfrente del baño, los pantalones al borde de la cama y la ropa interior ya dentro de ella. Juan no se corto, dejó de besarla y apoyando sus manos en las rodillas de las ya abiertas piernas de Helena bajó su cabeza y la metió entre las ingles de la chica.
- dios, la segunda vez que me comen el coño hoy – pensó mientras notaba la lengua del español pasar desde su clítoris hasta su ano y volvía a realizar el camino recorrido.
Helena abrió más las piernas y masajeando el cuero cabelludo del español se dispuso a disfrutar. Juan comía coños como un experto, ni siquiera María a la que se le suponía ese instinto femenino lo hacía con mayor eficacia. Helena arqueó su espalda agarrando sus tetas cuando se corrió como una bestia llenando la cara de Juan de flujos vaginales.
- tómame
- tranquila
- no quiero esa polla dentro ya – le dijo mientras le meneaba la empalmada polla con delicadeza. Siempre la habían gustado las pollas grandes y estremecerlas con el contacto de sus yemas y sus largas uñas-
Juan no se demoró, soltó la mano de la brasileña y después de pasar su capullo por la encharcada raja de la carioca se la metió poco a poco mientras la miraba a los ojos. La chica gimió cuando sintió que su polla chocaba con la matriz en su interior. Agarró al chico por las nalgas
- uff cuanto tiempo sin sentir una polla dentro – gimió la chica.
- Pues por como entra no se nota
- Una tiene sus juguetes.
- Habria que verte.
- No te lo puedes imagina – dijo con voz muy sexy.
Y Juan empezó a bombear y a besar a la chica. Helena se tocaba los pechos mientras el madrileño la mataba a pollazos, los gemidos se oían en toda la habitación y en cualquier momento iban a llamar de recepción, cosa que no paso, pero ambas estaban seguros que el espectáculo nocturno que estaban dando iban a provocar una gran cantidad de pajas y polvos entre sus vecinos.
- me encanta tu polla, métemela hasta el fondo.
La noche acabó con la polla de Juan metida en la boca de la brasileña. Habían follado durante más de dos horas y los huevos del chico pedían un final apoteósico.
Chorros de lefa invadieron la cara de la carioca, quien recogió lo que pudo con la lengua y lo que no pudo con ella la alcanzó con el dedo para metérsela en la boca. Ambos quedaron abrazados desnudos en la cama.
Cuando Juan despertó estaba solo en la cama. Helena se había ido dejándole simplemente una tarjeta de trabajo y una pequeña nota de agradecimiento.
El hombre se despertó, hizo su escueta maleta y después de pagar, salió del hotel.
Se encontraba cansado después de la fiesta del día anterior, pero no era la primera vez que eso pasaba en uno de sus viajes de trabajo.
Mantuvo dos reuniones de trabajo y en taxi se dirigió al aeropuerto Charles de Gaulle. A punto de llegar al mismo recibió un whatsapp.
- ya en España, me voy a casa
- ¿vas a estar sola?
- Si, he pedido no ver a nadie hoy.
- ¿Quieres verme a mi?
- A ti lo necesito.
- Ok, a las 10 de la noche iré tu casa, deja la llave debajo del felpudo, entiendo que los niños están con tu madre.
- Gracias a dios.
El vuelo fue corto. Desde Madrid – Barajas el trayecto en taxi era corto. Se duchó, se cambió de ropa e hizo un poco de tiempo antes de ir de visita.
Abrió la puerta con cuidado, la casa estaba en penumbra, el sabía donde debía de dirigirse. Cuando abrió la puerta se la encontró desnuda a cuatro patas mirando hacía la puerta con cara cansada pero de deseo. Se miraron a los ojos y sin decir nada Juan se puso delante de ella y sacándose la polla del pantalón se la enchufó en la boca mientras dejaba caer sus calzoncillos y pantalones.
La mujer sin decir nada mamaba la polla sacándosela de la boca y pasando su lengua por sus peludos cojones. Juan levantaba la cabeza mientras con sus manos agarraba la cara de la chica para facilitar su labor. Rosario era una maravillosa mamadora de pollas, se lo demostró aquella primera noche en la que se conocieron y cada día que se la metía se lo recordaba.
- Rosario, hay que ver como la comes, creo que esto fue lo que me gustó de ti - la chica no decía nada.
Juan a ratos se agarraba su polla y le daba con ella a la cara y se la volvía a meter en la boca. Rosario se babeaba llenado el suelo y la polla del ejecutivo de babas.
Juan no permitió que la chica se moviese, simplemente acabó de desnudarse y subiéndose a la cama, pasó un dedo en toda la raja del coño y después de comprobar la humedad del mismo de un estacazo se la metió hasta le fondo. Rosario apoyó su cara en el colchón y se agarró sus tetas. Juan se agachó sobre la espalda de la chica y retirándole las manos de ella y le empezó a apretar los pezones.
Rosario volvió a coger sus pechos cuando Juan retiró sus manos, no tardó en meterle un dedo en el culo. Rosario dio un respingo y empezó a jadear con mayor fuerza.
- como me gusta que me uses, como te he echado de menos, todo ha sido horrible, dame con fuerza.
Fue ella quien quien metiendo la mano hacía atrás cogió la polla de Juan por el tallo y sacándola de su mojado coño se la enchufó en el culo.
- ahhhhh, que ganas se sentir tu polla en el lugar que más me gusta, que ganas.
- Que ganas de metértela, llevo pensando en esto desde que te fuirte.
- Dame, dame duro. Rómpeme el orto, destrózame sin pausa.
Juan se la siguió follando duro, Rosario se moría de gusto.
Juan le dio la vuelta y le subió sus piernas sobre sus hombros. Volvió a meterle un dedo en el culo, comprobó que seguía dilatado y de una estocada volvió a plantarle su capullo en lo más profundo de sus entrañas.
Sus huevos chocaban contra sus nalgas, de su coño y coño salía un torrente de liquido que le inundaba la polla y los cojones, ella gritaba de placer.
Juan se corrió en el culo de Rosario mientras agarraba con fuerza sus tetas y con ojos en blanco miraba al cielo. Rosario se convulsionaba con un fuerte orgasmo, pero ella quería, necesitaba más.
Tuvo que comerle el coño más de 10 minutos para que ella obtuviese un anhelado segundo orgasmo.
- joder Juan, lo necesitaba, no sabes lo bien que me ha venido que vinieses a verme.
- Y a follarte
- Eso y a follarte, de verdad que te lo agradezco.
- Llevo con ganas de hacerlo desde que te fuiste a ese ridículo viaje.
- Yo también, pero tenía que intentarlo. Luis me lo había pedido y tenía que darnos una oportunidad.
- Te dije que no fueses a Rio de Janeiro…