Historias de Raquel (I)

Raquel y su amiga Silvia se lo pasan bien en el baño de señoras de la discoteca.

Historias de Raquel

Silvia

Raquel pensó que no debería volver sola a casa. La noche había llenado la ciudad de oscuridad sólo alumbrada por los pocas farolas que funcionaban, salvadas de las pedradas con las que se distraían algunos muchachos probando su puntería. Pero Nacho estaba tan pesado. Demasiado bebido para acompañarla. Seguro que intentaría convencerla de subir a su casa para una última copa y después querría acostarse con ella. Y, ¡estaba tan cansada y sucia!

Le dijo que iba al lavabo.

-No te preocupes si tardo, voy a refrescarme un poco.

Estaba tan abarrotado el pub que Raquel tuvo que abrirse paso restregándose el cuerpo con todos aquellos desconocidos; unos contentos de sentir tan cerca una mujer joven, de curvas bien definidas y rostro agradable; otras, molestas y envidiosas.

Había pensado irse a casa directamente, pero tenias muchas ganas de orinar, los tres cubatas que había bebido le aprisionaban la vejiga y decidió pasar primero por el baño, ya que le molestaba mucho ir por la calle meándose encima, apretando los muslos para cerrar la uretra que ya le goteaba mojándole el vello de sus labios y las bragas.

Los aseos, a pesar de ser bastante espaciosos, estaban completos e incluso había cola en el de las chicas. Raquel reconoció a Silvia en la cola y esta le saludó con una sonrisa; se le acercó y le besó en las mejillas.

-Hola chica, ¿qué?, ¿a mear?- le dijo.

-Hola Silvia, ¿qué tal estás?- respondió

-Pues ya sabes, colada por ti, como siempre. Sigo esperando que me llames algún día.

-Ya te dije que no soy lesbiana, no me van esos rollos, lo siento.

-Bueno, podrías por lo menos contestarme a mis cartas. Supongo que las habrás recibido en tu correo electrónico. Podemos ser amigas ¿no?

-Lo siento, he estado muy ocupada últimamente. La verdad es que tengo un montón de mensajes para responder- Se excusó Raquel. Aquella chica nunca le había caído demasiado bien. Además era muy insistente con sus insinuaciones lésbicas y Raquel aunque había tenido varias experiencias de este tipo y ninguna desagradable prefería cuando estaba salida desahogarse con algún chico o incluso sola. Siempre se quedaba más satisfecha. Cuando estaba con otra mujer se arrepentía después.

Continuaron hablando de cosas banales, hasta que le tocó el turno de entrar a su amiga, quien, cogiéndola de la mano, le invitó a entrar con ella al servicio.

A esas horas, había un fuerte olor a pis en la habitación, pero la taza estaba limpia.

Nada más entrar y cerrar la puerta, Silvia se acercó a Raquel y le dio un beso que le rozó los labios. Esta apartó la cara con desagrado y le increpó.

-¡Joder tía! Te he dicho que no. Creo que será mejor que espere fuera.

-Perdona cariño, no te vayas. Es que estoy un poco bebida y, ¡me gustas tanto! Prometo dejarte tranquila, ¡pero no te vayas!; por lo menos déjame verte la rajita mientras orinas.

Raquel sabía que su amiga no se iba a estar quieta, pero estaba a punto de explotar, además la idea de ser observada le gustaba. Metió sus manos debajo de su falda que se le subió hasta las caderas y se bajó las bragas, quedándose ahí, de pie mientras Silvia la miraba. Enseguida murmuró:

-Bueno, ya lo has visto bastante- y se sentó en el water mientras que su pis ya salía a chorros por su coño.

-¡Qué chochito más bonito tienes!- exclamó Silvia -¡Mira el mío!, lo llevo afeitadito, a la última moda- y diciendo esto se bajó los pantalones hasta los muslos, dejando al descubierto su sexo, pues no lleva bragas. -¿Que te parece?- le interrogó abriéndose con dos dedos los labios mayores y enseñándole su agujero interior.

-Me parece muy bien pero ya te he dicho que no me van los coños, a mí me gustan las pollas y cuanto más grandes mejor.- contestó Raquel mientras le miraba la vulva a su amiga. Tenía el pubis abultado en relación con la delgadez de su cuerpo y unos labios vaginales bien dibujados desde donde asomaba un clítoris que parecía estar hinchado.

-¿Tienes pañuelos de papel?- preguntó Raquel –Aquí, como siempre, no hay nada para secarse y los míos los dejé en casa.

-Si tengo- respondió Silvia revolviendo en su pequeño bolso, con los pantalones todavía bajados –anda, déjame que te lo seque, no seas mala.

-De acuerdo, pero date prisa que hay gente esperando afuera y no tengo ganas de broncas.

Silvia se bajó los pantalones hasta los tobillos y se agachó. Mientras, Raquel abrió los muslos todo lo que pudo para dejar hacer a su amiga, quien metiendo la mano con el pañuelo comenzó a secarle el coño.

-¡Qué meadita estás chica! Tienes todos los pelitos mojados- dijo, sacando otro pañuelo que también aplicó al chocho de su amiga.

-Llevo media hora meándome encima... ¿pero qué haces?- Le incriminó Raquel, sintiendo los dedos de su amiga dentro de su raja que la recorrían en toda su extensión introduciéndolos cada vez más adentro y parando a veces en el clítoris para masajearlo a conciencia.

-Pues dándole gusto a tu cosita- y continuó introduciendo un dedo en la vagina y sacándolo a continuación para volver a introducir dos que movía cada vez con más velocidad.

El coño de Raquel se humedeció rápidamente y comenzó a sentir placer. Los fluidos interiores comenzaron a resbalar por la mano que le acariciaba. Los ojos se le cerraban, su cuerpo gozaba y su mente cedía a las caricias de Silvia.

-¡Ay, sigue así, más adentro!¡fóllame con tu mano!- suspiró -¡voy a correrme enseguida!

-Espera cariño, quiero que lo hagas en mi boca- dijo la amiga mientras que con la otra mano le empujaba a su culo fuera de la taza y le terminaba de quitar las bragas, quedando recostada, con las piernas abiertas y con su conejo en la boca de Silvia, quién como buena experta que era, se lo comía con los labios y la lengua, que tan pronto estaba en su clítoris como en el interior de sus labios menores, lamiéndola mientras hacia presión.

El culo de Raquel se retorcía de gusto y un intenso orgasmo le recorrió todo el cuerpo. Se incorporó un poco para alcanzar a su amiga, le desabrochó la camisa y con las dos manos le agarró las tetas, masajeándolas y pellizcándole los pezones que, enseguida, se le pusieron duros y muy excitados.

-¡Sigue, sigue, quiero más! ¿No te sabe a pis?

-Me sabe a gloria ¡puta mía!- exclamó apartando la boca un momento y tragando todos los líquidos mezclados de su amante.

Silvia siguió con sus quehaceres, ahora se dedicaba exclusivamente a la pipa de su amiga, la chupaba y la mordía. Estaba cada vez mas hinchada y colorada. Ahora tenia también una mano jugando con su vulva y con la otra se acariciaba ella por detrás. Como estaba en cuclillas llegaba con facilidad a su sexo y también a su ano que frotaba con los dedos mojados del coño de Raquel. Se introdujo el pulgar en el ojete y tres dedos mas en el coño, moviéndolos con un ritmo frenético.

Enseguida les llegó el orgasmo y las dos chicas se miraron mientras se corrían juntas. Después se quedaron inmóviles, recuperándose y reviviendo las sensaciones sentidas.

-Bueno Silvia, gracias por todo- dijo Raquel mientras se limpiaba y terminaba de arreglarse –ya nos veremos.

-Espero que sea pronto; ¡no me hagas sufrir amorcito!- contestó la otra chica que ya se había subido los pantalones. Y, acercándose, las dos muchachas se besaron en la boca, chupándose por un momento los labios y las lenguas.

Salieron del cuarto. Silvia buscó un espejo libre para pintarse. Raquel se fue, con la mirada baja, evitando cruzar la vista con la gente que esperaba su turno.

Continuará...