Historias De Oficina T2-4-

Decisiones tan difíciles como inentendibles son presentadas, pero parecen ser las mas adecuadas para el futuro ¿Sabrá Michael lo que está haciendo?

Capitulo Cuatro

Mire por la ventana totalmente atemorizado, apague la luz y espere nuevamente el llamado de Víctor. Ignoro el número de llamadas perdidas que había hecho. Por miedo me había ido a el hotel más asqueroso, fétido y abandonado en todo Las Vegas, lejos del glamur y las luces coloridas del público, no se les ocurriría buscarme en un lugar como este – tienes un día más – me había dicho De Luca ¿Qué mierda se supone que haría? Víctor se hallaba lejos y sin ganas de ayudarme al parecer.

Golpearon la puerta con fuerza, tome mi arma. Volvieron a golpear con más intensidad – ¿quién es? De repente… silencio – ¿quién es? – repetí la pregunta, solo silencio. Me acerque más a la puerta – ¿quién es? – pregunte por tercera vez.

Abrí la puerta, pero no había nadie ahí. Di unos pasos afuera del departamento observando hacia la penumbra, pero no nuevamente no había nada. El solitario pasillo frente a mi apenas estaba iluminado por una pequeña lampara rojiza, jamás entenderé porque en lugares como estos siempre ponen esta basura de iluminación. Camine inseguro unos pasos, prepare mi arma y apunte delante de mí. Lentamente fui acercándome de a poco a la vieja escalera de madera apolillada y casi destartalada. No parecía haber nada abajo, escuche un ruido detrás de mí. Di media vuelta, pero solo recibí un fuerte golpe en el rostro y una patada que me hizo caer por la escalera, rodé una y otra vez asentando con fuerza contra uno de los barandales que se quebró con el choque de mi cuerpo. Como pude me arrastré escaleras abajo lo más rápido posible.  Intentaba pararme en el proceso, pero al llegar a la puerta solo me encontré con alguien más, me dio un duro golpe en la cabeza que me derribo. Escuchaba risas, me daban patadas y puñetazos sin recibir ninguno de mis inútiles golpes.

-          ¿Qué hacemos ahora?

-          Llevémoslo con el jefe – respondió el otro.

Me tomaron de mis axilas arrastrándome casi inconsciente, nos cruzamos algunas personas hasta el auto, pero nadie hizo nada, los hombres de De Luca eran respetados. Abrieron el baúl de un lujoso auto, me ataron las manos y me tiraron dentro como un simple saco de arena, ignoro el tiempo que estuve ahí, pero al abrirse nuevamente ese baúl. Me encontré con De Luca. Habíamos llegado nuevamente a sus dominios, había cruzado toda la ciudad para llevarme nuevamente a la parte trasera de ese bullicioso negocio.

-          Alex querido – comenzó diciendo con un tono tranquilo y amenazante – pensé que no vendrías.

-          Imposible rechazar la invitación Sr. De Luca.

-          Eso pensé ¿te escondías? Pequeño Alex ¿no sabes la cantidad de oídos que tengo en las calles? No puedes esconderte en Las Vegas de mí.

Me sacaron del auto tirándome al suelo comenzando a darme patadas por todas partes apenas podía cubrirme con mis piernas, pero no era una buena solución varias de sus golpes fueron dirigidas a mi cabeza.

-          Que visión más patética das Vask ¿qué paso con toda esa arrogancia que siempre demostraste?

-          Por favor – susurre sin fuerzas tirado en el suelo.

Ordeno que me levantasen y me pusieran a su altura, pero el hecho era que no podía tenerme en pie. Debian sostenerme.

-          Por favor…por favor – repitió – Yo te pido por favor ¿Dónde está mi dinero Alex?

-          Necesito más tiempo – dije sin fuerzas, me soltaron caí al suelo sin siquiera poner las manos – necesito más tiempo. Por favor.

-          Esto es inútil – se puso en cuclillas a mi lado – Alex…muchacho, sabes que no quiero hacer esto, pero la calle habla. Los rumores circulan, si te dejo vivir…todo el mundo pensara que pueden tomar por estúpido a De Luca ¿entiendes mi posición? No puedo dejar que algo así ocurra – lo escuche decir – suelten a los perros – ordeno.

En un estado tan miserable apenas tenía fuerzas para moverme, resignado solo atine a cubrirme con mis piernas, aunque sabiendo ya que era inútil. Los gruñidos de los feroces animales comenzaron a escucharse cada vez más cerca hasta que sentí a uno de ellos olfateando sobre mi cabeza, me hice un bollo sintiendo muchísimo miedo y aunque jamás tuve ninguna idea católica o algo parecido me puse en paz con Él. Creí que iba a devorarme vivo, pero ese fue el momento que tal vez la vida o Dios mismo eligió para salvarme.

Un disparo se escuchó, el poderoso animal frente a mí se desplomo, lo mismo con los otros. Comienza una balacera, me decido a moverme. Como pude me puse de pie refugiándome atrás de una enorme columna de concreto, saliendo de varios lugares los extraños sujetos acribillaron a la gente de De Luca. Cuando me encontraron rogué por mi vida, pero ni siquiera me apuntaron.

-          ¿Alexander Vask? – asentí inseguro – usted viene con nosotros.

Al salir de mi escondite tanto perros como prestamistas yacían muertos en el suelo, De luca era apuntado mientras el astuto negociante enseñaba fajos de dinero diciendo que podría pagar diez veces lo que el patrón de este grupo armado les hubiera pagado.

-          El dinero no nos interesa, es una cuestión de honor – respondió el jefe volándole la cabeza sin mayores miramientos.

-          Señor – comenzó diciendo el otro sujeto – se nos acaba el tiempo de zona liberada, es hora de irnos. Señor

-          Bien.

El líder se acercó a mi dándome un fuerte golpe en la cabeza con su arma, caí rendido mientras la oscuridad se apoderaba de mí.

Poco a poco por fin comencé a despertar, me encontraba en una habitación desconocida. Trate en vano de moverme, mis manos estaban esposadas tras mi espalda atándome a una silla. Frente a mí un sujeto sentado sobre una mesa, el único mueble en toda la habitación. Leía tranquilamente unos papeles.

-          ¿Quién eres?

-          Que bien que haya despertado Sr. Vask empezaba a sospechar que toda esa hombría de la cual se jacta era una simple actuación. Es demasiado tiempo inconsciente para un simple golpe en la cabeza – hizo una pausa, me sonrió y luego prosiguió -  ohh claro, también lo drogamos en el avión. Eso podría explicarlo.

-          ¿Quién mierda eres?

-          Tiene una educación terrible para ser un hijo de la alta alcurnia ¿se lo han dicho alguna vez?

-          ¿Quién mierda te crees que eres? Maldito fenómeno raro – dije moviendo de un lado a otro tratando de zafarme – ¿quieres por favor sacarme estas esposas?

-          Claro, necesito que estén sueltas igualmente – respondió sin siquiera inmutarse por mi comentario.

Se acerco sacando unas pequeñas llaves del bolsillo y abrió mis esposas. Masajee mis adoloridas manos y trate de levantarme. Fue ahí que descubrí que una segunda cadena me mantenía inmovilizado por mi cintura. Lo mire sin entender.

-          Dijiste que te saque las esposas, nunca dijiste cuál.

-          ¿Qué mierda es esto? No tienes ningún derecho a tenerme encerrado aquí.

-          Poseo todos los derechos que quiera Sr. Vask despreocúpese – aclaró sonriente.

Sentí miedo, no dije nada. Me observo sin decir nada y dio media vuelta tomando una notebook sobre la mesa.

-          Según sabemos usted acaba de ganar un codiciado premio jugando al póker ¿no es así? Según veo luego de algunos gastos triviales todavía le quedan sesenta y ocho millones con algunas cifras más. Supongo que no tuvo tiempo para gastar.

-          ¿Usted me ha estado espiando?

-          Que pregunta más ridícula – dijo colocando la notebook nuevamente sobre la mesa – obviamente lo estamos espiando ¿Cómo imaginas que sabemos todo esto?

-          Esto es totalmente ilegal.

-          Tranquilo, todo estará bien. Además, estamos enterados que ese no es todo el dinero que posee, sino que en una cuenta secundaria dispone de algunos millones más. De modo que estamos hablando de más o menos ciento cuarenta y siete millones en total ¿no? – dijo poniendo la notebook frente a mi – necesito que transfieras todo el dinero sobrante a esta cuenta.

-          ¿Qué? – grite – estas completamente demente si piensas que voy a hacer esto.

-          La cuenta incluye la inteligencia, el trasporte, el sueldo de los agentes y su seguridad – dijo manteniendo su postura – oh claro y una pequeña propina – agrego sonriente.

-          Yo no pedí que nadie me libere ustedes lo hicieron por mí.

-          ¿es porque no tenemos perros? – pregunto – podemos conseguirlos, todos los que usted quiera.

Pensé durante unos segundos, calculé mis opciones resignándome casi al instante. No tenía ninguna opción para pelear contra sea quien fuera este sujeto, forcejee con fuerza tratando de levantarme soltando un grito con todas las fuerzas que me quedaban.

-          ¿Convencido? – dijo sin siquiera haberse movido de su lugar.

-          Si hago eso… ¿me dejaran vivir?

-          Obviamente – respondió sonriendo mostrando amabilidad de nuevo –  queremos que este lo más cómodo posible – coloco la notebook frente a mi nuevamente – ¿transferimos?

Como él deseaba, moví todo mi dinero, aunque obviamente sentí una ira descontrolada con cada tecla que presionaba. Lo observe nuevamente – Algún problema Sr. Vask – pregunto con ánimo.

-          Listo ¿pueden liberarme ahora?

-          No – dijo tras verificar ambas transacciones.

-          Pero…les pasé todo lo que tenía – dije sin aliento.

-          Por eso mismo ¿Dónde ira sin dinero?

Pensé sin decir nada, aunque… este tipo seguramente conocería a Víctor ¿quería que se lo entregue también?

-          Podría solucionarlo – conteste.

-          Lo dudo, se encuentra solo Sr. Vask. Su hermano jamás contesto sus llamadas así que dudo que quisiera ayudarlo ahora – lo mire con odio mientras intentaba pararme nuevamente – tranquilo. Según nuestro sistema, usted intento llamarlo ciento setenta y siete veces ¿contesto alguna además de la primera donde fue ignorado?

-          Esto es totalmente enfermizo quiero hablar con un abogado.

-          Por supuesto. Pero si tal vez no lo sabe tengo derecho a tenerlo retenido sin motivo y sin informar nada durante veinticuatro horas asique todavía me quedan…veamos – miro su celular, hizo un cálculo y concluyo – unas siete horas más.

-          Entonces finalmente ¿me dice que es un policía?

-          Varios peldaños más arriba – respondió.

-          Pues no diré una sola palabra más hasta que no me traigan a un abogado, lo demandare por esto que está haciendo y además tengo como prueba la transferencia que me obligo a hacer.

-          ¿y como demostrara que fue obligado?

Pensé durante unos segundos, busqué una solución por mi mente – de esos temas legales se encargará mi abogado – contraataque.

-          Bien – dijo sonriente – ¿no será mejor opción trabajar con nosotros?

-          ¿Trabajar con ustedes? Usted esta demente.

-          No tanto, pero aun así piense que cualquier abogado tendría una situación completamente complicada con usted.

-          ¿por qué? No hice nada, mi único error fue pedirle dinero a un usurero que usted mando a asesinar, soy testigo de todo eso.

-          ¿Testigo? Los dos hombres que supuestamente lo rescataron dicen estar realmente bajo sus órdenes, dicen que usted asesino a De Luca para afianzar su poder en el bajo mundo. Tengo sus declaraciones aquí mismo ¿Quiere leerlas?

-          Esto es enfermizo ¿Qué es esto? – pregunte llenándome de ira nuevamente.

-          Déjeme decirle que Las Familias italianas son muy vengativas. No quisiera estar en su lugar.

No dije nada, mi mente buscaba cualquier solución posible, esto tenía que ser una especie de broma de pésimo gusto. Ese lunático seguía leyendo sus papeles ignorándome por completo. En algo tenía razón, mi única opción era Víctor y no estaba dispuesto a ayudarme en absoluto. Esa mierda me hubiera dejado morir ¿Qué hubiera hecho yo?

-          ¿Lo meditó bastante Sr. Vask? – pregunto mirándome nuevamente.

-          No acepto, mi inocencia se demostrará tarde o temprano y usted se arrepentirá de todo esto.

-          Imagino entonces que será demostrada tarde, con todo ese asunto de trata y lavado de dinero…

-          ¿Que? Yo no tengo nada que ver con eso.

-          Pero está implicado. Caso Seis dos siete nueve dos tres barra tres cuarenta y tres, lavado de dinero y activos. Sospechoso de ser miembro de la Familia Taretinni… uff eso es grave.

-          Ni siquiera sé quiénes son

-          Caso dos nueve seis tres tres seis barra siete ochenta y dos. Trata de personas, sospechoso de formar parte de una red con el fin de esclavizar sexualmente tanto mujeres como niñas para ser enviadas a distintos puntos de estados Unidos o Europa.

Me quede con mis ojos fijos en mi objetivo, me intente abalanzar sobre el olvidando que seguía atado. Lance un grito de furia que retumbo en la habitación causando eco.

Sonrió con calma, ordeno sus papeles y se puso de pie. Metió una de sus manos en su bolsillo y saco la llave jugando con ella entre los dedos.

-          ¿Tenemos un trato Alexander?

-          Soy inocente. Yo lo sé, tú lo sabes. Todo el mundo lo sabe.

-          No se trata de lo que sabes, sino de lo que puedes demostrar. Según esos papeles puedo demostrar todo – explico con tranquilidad – ¿Quieres que desaparezcan?  Cerremos un trato – dijo tendiendo su mano frente a mí.

-          Mejor me hubieras dejado morir hijo de puta – dije estrechando su mano.

-          ¿Dónde estaría la diversión?

Me soltó, creí que tendría miedo de mi o de cómo podría llegar a reaccionar, pero en lugar de eso lo primero que hizo fue darme la espalda ¿tan superior a mí se creía o solo estaba probándome? Realmente por uno u otro motivo preferí no hacer estupideces, tal vez enfrentarlo no sea la mejor opción.

Antes de salir me devolvieron todas mis cosas, claro exceptuando mi dinero. Mire mi celular habíamos vuelto a América del sur parece que me reencontraría con mi hermano después de todo. Y…con Eva.

Según me explicaba Michael; como él dijo llamarse; las cosas eran un poquito complicadas, por el momento nadie de la prensa debía saber que me encontraba en el país o podrían obstaculizar la investigación que llevaríamos a cabo. Una vez que todo sea resuelto volvería a quedar en libertad y se borrarían todos esos falsos cargos que colgaban sobre mi cabeza.

-          Bien llegamos – dijo deteniendo el vehículo.

-          ¿Dónde estamos?

-          Esto es la Fundación Márquez. Estarás bien acá.

-          ¿Márquez? – dije haciendo memoria – ¿todo esto pertenece a Mariza?

-          Efectivamente.

-          Aún sigo sin entender como el imbécil de mi hermano dejo que se fuera semejante trofeo.

-          Andando – ordeno.

Abrimos las puertas del lujoso auto color azabache y nos dirigimos hacia una puerta de entrada secundaria. Nos tomamos con un guardia de seguridad que al ver a Michael no hizo ninguna pregunta, tan solo se hizo a un lado. Entramos en el inmenso edificio encontrándonos con un depósito, al salir un enorme pasillo se abrió ante nosotros. Recorrimos la propiedad hasta llegar hasta un gran telón.

-          ¿Y esto? – pregunte – ¿Acaso es porque aún está en obras?

-          Efectivamente. Te podrás quedar acá hasta que lo inauguren, según tengo entendido faltan unos días para hacerlo.

Al otro lado de eso, lo primero que podían verse era una gigantesca fotografía que mostraba algunas chicas; imaginaba que de la fundación o parte del equipo; entre todas ellas podía verse completamente sonriente a Mariza – Gracias por estar – rezaba la enorme imagen.

-          ¿Arte moderno? – dije señalando el enorme mural.

-          Eso o una mezcla de amabilidad en su forma más empalagosa.

Más allá de eso se abrían dos habitaciones que funcionaba como una especie de dúplex. Para llamar menos la atención mi guía me ofreció que usara el cuarto superior del segundo cuarto, de esa manera no se escucharían ruidos.

Estaba completamente amuebladas; baños privados, cocina, comedor, living y un pequeño vestidor en la habitación.

Me senté en la cama con el frente a mí, solo me miraba sin decir nada.

-          ¿y ahora qué?

-           Por el momento necesito que te quedes acá, no hagas ruido.

-          Bien, no tengo muchas más opciones asique supongo que puedo hacer eso.

-          Buen punto – respondió.

-          Que hermosas mujeres que mostraba ese mural, puedes volverte loco con verlas. Sobre todo, Mariza.

-          ¿Te gustaba la mujer de tu hermano?

-          Yo intenté seducirla antes que él, pero no tuve suerte. Aunque reconozco que siempre me gusto demasiado. Con esa boca podría llegar a chuparme hasta la tristeza.

-          Debo irme, regresare a la noche para traerte algo de comer.

-          Bien – respondí simplemente.

-          No puedes salir de este dúplex, el guardia de afuera esta avisado. Debes quedarte acá no salgas.

-          Bien, bien… puedo entenderlo. No salir, capto.

Asintió retirándose, dadas las condiciones en las que me encontraba, la palabra decidir quedaba un poco grande. Por el momento hacer lo que me decía y seguir las reglas era el mejor plan posible. Apenas ese loco de atar se fue empecé a recorrer, las distintas habitaciones. No era precisamente como estar en un hotel a los que estaba acostumbrado, pero al menos tenía un techo sobre mi cabeza, estaba muy bien amueblado. Sin duda alguna contaban con un muy buen decorador de interiores.

La noche llego y con ella también llego Michael, aunque no sabía todavía si eso era bueno o malo. Aun no me decía para que me necesitaba, tenía un comportamiento totalmente mafioso e intimidante ¿Cómo confiar en alguien así? Por otra parte, para mí no había otra opción, por el momento no había nada más.

Miré las provisiones que había traído con un poco de desagrado cosa que increíblemente no pasó inadvertido para él.

-          Dijiste que traerías algo para comer.

-          Eso hice – replico.

-          Sándwich de mortadela y queso, una botella de agua, un rollo de papel higiénico…escucha esto no va a funcionar si la pones tan complicada.

-          ¿A qué te refieres?

-          A que necesito realmente provisiones un poco más…bueno ¡más! – tire el ridículo paquete con el sándwich y enfrente sin temor – ¿Sabes acaso el nivel de vida que llevo? No le daría esto ni siquiera a mis perros.

-          Realmente no lo sé y tampoco me importa – dijo tranquilamente – comida y agua ¿necesitas algo más?

-          Algo para higiene seria perfecto, tengo ese increíble baño y solo puedo mirarlo.

-          En la otra bolsa tienes eso.

Observe la bolsa y busque tan solo un momento ya que no había mucho que buscar, una toalla de baño que envolvía una pastilla de jabón tocador.

-          ¿Enserio? una toalla y un jabón – tome aire relajándome – gracias.

-          De nada – respondió sin entender la ironía – Déjame que te explique una cosa, no estas de vacaciones. Estamos acá para que puedas desempeñar un papel.

-          Esa es otra cosa, aun no me has dicho exactamente cuál es mi papel.

-          Todo a su debido tiempo.

-          Como sea…en fin ¿Qué posibilidad hay de que puedas traerme compañía?

-          ¿compañía?

-          Servicio de damas de compañía.

-          ¿tienes alguna idea de que es la Fundación Márquez?

-          No estoy muy empapado del tema…tal vez – dije tomándome mi tiempo para pensar una respuesta digna.

-          ¿No sabes verdad?

-          Realmente… ni idea, no espera me acorde. Era algo sobre ayudar a las mujeres que eran putas.

-          ¿Cómo se vería si te traigo damas de compañía?

-          Normal, todas ellas ya trabajaron de eso.

-          La respuesta es no – dijo frunciendo el ceño.

-          Puedes al menos decirme cual es la clave del Wi-Fi. Mi Iphone no tiene señal en este país.

-          Claro, es LibertadyArenales ambos nombres llevan mayúscula. No es lo más inteligente poner la dirección como clave, pero supongo que está bien.

-          Gracias, al menos podre entretener mis instintos voraces a solas.

-          Lo que tu digas. Tengo que irme.

El tiempo paso, mire la pantalla nuevamente. En este tiempo me había inclinado mucho mas por el porno un poco más… peculiar. En gran medida Sado, tríos, Milf de todo ellos un poquito. Observaba como una hermosa rubia era penetrada de forma agresiva una y otra vez con un enorme juguete sexual, ella gemía como podía a través de su mordaza su saliva resbalaba por su mandíbula y comenzaba a llegar a sus pechos, no podía cerrar sus piernas estaba atada a una estructura, tampoco podía ver a quien producía su placer en este caso era una bella mujer negra que con una sonrisa en sus labios se encargaba de cumplir con su tarea, la rubia trataba inútilmente de controlar cada uno de los espasmos que su cuerpo comenzaba a liberar. Una a una las defensas comenzaron a caer, su mente cedió y su cerebro e impulsos nerviosos desencadenaron una ola de reacciones casi involuntarias de placer que recorrieron todo su cuerpo en apenas un suspiro. Era el segundo orgasmo que le arrancaba, mostraba agotamiento y por mi parte también, casi había manchado la pantalla, pero ese magnífico rollo de papel higiénico me había servido finalmente. Esa mujer negra desabotono su blusa y sus enormes senos quedaron al descubierto, se acercó a la mujer atada, libero su boca y le dio una fuerte cachetada, la rubia solo se mostraba más impaciente. Los pechos de la Ama fueron puestos en su boca. Lamio rápidamente, mientras recibía complacida cada uno de los insultos que la alagaban. Continúe con mi glorioso…trabajo, viendo como ahora la rubia era sodomizada con un gran pene de silicona que se adhería a la pelvis de esa mujer negra, la penetración aumentaba tanto en profundidad como en violencia hasta que sus gemidos se convertían en gritos de placer. Por mi parte también concluí mi trabajo tirando el trozo de papel higiénico en el inodoro, necesitaba darme un baño aclarar las ideas y de paso limpiarme bien, llene la enorme bañera tomando la ridícula pastilla de jabón – bien compañero, solo estamos tu y yo – comente solo escuchado por la soledad de ese dúplex.

Luego de mucha paciencia, había logrado despegar la cinta adhesiva que sostenía el papel periódico que cubrían las ventanas. Observe la hermosa imagen de la ciudad, luego de tanto tiempo había vuelto a casa, la cafetera comenzó a sonar, estaba ya listo. Me senté junto al enorme balcón con mi taza, la temperatura era ideal podría estar sin siquiera vestirme sintiéndome cómodo igual. La calefacción estaba perfecta, a mi lado uno de los tantos ductos de aire se encargaba de eso. Mariza había tomado nuestro dinero y había repartido todo por medio de la fundación.

Un ruido se escuchó ¿quién era? No podría ser Michael. Tal vez gente de la mafia italiana me había encontrado y sobornaron al guardia. Me acomode bien la toalla en la cintura y busque un cuchillo en la cocina, hice que en unas pequeñas vueltas cortara el aire, perfecto.

Apagué todas las luces del dúplex y me escondí tras un juego de living, la puerta se abrió ¿sólo una persona entro? Buscaba los interruptores ¿habían mandado a solo una persona para intentar matarme? Que decepcionante, de repente note algo. Un perfume suave pero poderoso había invadido la habitación ¿Se trataba de una sicaria? Sonreí mientras me acercaba despacio a ella, todo iba bien hasta que prendió la luz dándose la vuelta. La toalla se cayo y lo siguiente fue el grito de Eva que retumbo en todo el dúplex.

Mariza

Desperté relajada y muy feliz. Me estire tranquilamente en la cama hasta darme cuenta de que mi examigo ya no se encontraba conmigo. Sobre la pequeña mesa de luz había una nota – me tuve que ir. Michael – siempre tan elocuente – ¿Dónde está mi celular? – le pregunté a mi cerebro, tras buscarlo unos momentos lo encontré envuelto entre las sabanas, volví a estirarme mientras lo desbloqueaba, era casi medio día. Era tarde… más que tarde ¡Tardísimo! Busque por toda la habitación mi ropa mientras me maldecía una y mil veces por ser como soy.

Lo primero que hice fue buscar a Ana, quería ver como se encontraba solo que al llegar a la habitación me di cuenta de que no estaba. Una de las empleadas estaba terminando de barrer mientras otra terminaba de hacer la cama.

-          Buenos días – pronuncie un tanto avergonzada por la hora.

-          Oh Srta. Márquez. Buenos días ¿busca a la pequeña Ana?

-          Si ¿está jugando por la casa?

-          No, está en el colegio. El Sr. Michael la llevo más temprano de lo usual.

-          Ohh Si… claro. Lo había olvidado, gracias – respondí intrigada.

-          Por nada Señora – escuche que respondía antes de irme.

¿Michael llevo a Ana a la escuela más temprano de lo usual? Jamás entendería como ese tipo vivía durmiendo tan pocas horas.

Tratando de calmarme me dirigí a mi baño personal llenando la enorme bañera con abundante agua caliente y poniéndole diversas sales. Las infaltables burbujas aparecieron ayudando a que mi cuerpo se relaje mientras mi mente todavía seguía pensando una y otra vez en lo que había sucedido la noche anterior ¿Qué pasaba con Michael? Se me hacía tan raro que haya mostrado sus sentimientos de una manera tan directa ¿Era real o era parte de algo? Me lo negué muchas veces, pero si fuera así ¿parte de qué? Si planeara algo para mi ¿Cuál era el sentido?

-          Basta Mariza – me amoneste – debo estar tranquila. Que noche la de anoche – dije sonriente,

Pasaron por lo menos cuarenta minutos hasta que me vestí, almorcé algo rápido y me fui para la fundación. Eran pocos los empleados que permanecían en sus puestos a esa hora cerca de la una de la tarde. El edificio era enorme, estaba dividido en varios sectores. En primer lugar, se encontraba un gran recibidor con enormes columnas que permitían que la habitación posea unos hermosos palcos, junto a este se hallaban las salas de recreación y juego, un área usada como sala común para diversas actividades y relax. Luego de eso se dividía en dos, por un lado, se hallaban todos los depósitos de sabanas, ropa, comida, artículos de limpieza y medicamentos, por el otro se hallaban todas las habitaciones de las chicas, todas poseían espacio para dos camas además de un baño para compartir. Mas allá de eso se abría un enorme comedor, con grandes mesas y una amplia cocina para satisfacer todas las demandas. Existía un proyecto que estaba listo, pero no inaugurado, diseñamos unas habitaciones para los psiquiatras y psicólogos con los que trabajábamos. Algunos de ellos vivían lejos y en numerosas ocasiones eso causaba que muchos quedaran exhaustos o más recientemente, decidieran abandonarnos. Eso ultimo era lo peor puesto que las chicas muchas veces tardaban mucho en confiar sus secretos a un extraño y el hecho que fueran remplazados por psicólogos nuevos lo único que hacía era tirar todo el trabajo y el avance hecho a la basura.

La tarde paso sin que apenas pueda darme cuenta, nos encontrábamos en el gran comedor haciendo una sesión de psicología en grupo, me gustaba asistir a ellas en ocasiones. Estas terapias eran lo mejor para volver a crear confianza en sí mismas ya que entre todas enfrentar un miedo en común.

Llegue nuevamente a casa, una de mis empleadas me recibió diciéndome que Víctor se hallaba esperándome en la sala, la mire intrigada a lo que ella simplemente se encogió de hombros. Me acerqué confundida y efectivamente me lo encontré sentado ahí mismo, con un ridículo ramo de flores y jugando con Ana.

-          ¡Mami! – exclamo la pequeña, corrió y me abrazo con fuerza.

-          Hola, mi amor ¿Quieres ir a jugar arriba para que papi y mami hablen?

Asintió entusiasmada y se fue acompañada por la mucama.

-          ¿Qué haces acá? – pregunte con tono agresivo.

-          Necesitaba verte – dijo poniéndose de pie y acercándose – Feliz cumpleaños.

Se acerco aún más dando un beso en mi mejilla y me entrego el ramo de rosas. Pensándolo bien, el regalo gana un plus en patetismo ya que llego un día tarde,

-          Qué lindo – dije con ironía – ¿te vas ahora?

-          ¿Qué puedo hacer para que me perdones?

-          Te perdone hace mucho tiempo, comprendí que simplemente fuiste un idiota.

-          Si, así es. Fui un total y completo tonto. Por lastimarte, por perderte – trató de besarme – lo detuve con una mano en el pecho.

-          Dije que te perdone, nada más.

-          Mariza – dijo tomando mi mano – se arrodillo en el suelo mirándome a los ojos – Te pido que me des una segunda oportunidad.

-          ¿Segunda? – dije recuperando mi mano – sería como una vigésima oportunidad que desperdiciarías.

-          Por favor.

-          Por favor te pido yo, estoy cansada, recién llego y no tengo tiempo ni ganas de tolerarte. Vete, no me obligues a llamar a seguridad.

Se quedo mirándome unos segundos, asintió y se puso de pie resignado – buenas noches – dijo dando media vuelta para marcharse – buenas noches – respondí sin siquiera mirarlo. Fui a la cocina salude a los empleados y deje las flores sobre una de las mesadas.

-          Disculpé Srta. Márquez – comento una de las empleadas – ¿hice mal en dejarlo pasar?

-          No, hiciste bien. No quiero que piense que somos iguales, lo dejare ver a su hija, pero más allá de eso no me interesa.

-          Si Señorita.

-          ¿Michael volvió?

-          No Srta. Márquez el Señor no vino ni llamo para la cena.

-          Ohh…bien. Gracias.

-          ¿quiere algo de comer?

-          No gracias – respondí simplemente.

¿Dónde estaba Michael? Tenía tantas ganas de verlo, es decir. No estaba volviéndome loca por él, pero imaginaba que ahora pasaría más tiempo conmigo. Apenas paso un día, lo sabía, pero quería que estuviera conmigo. Subí y me acosté con mi hija, se acurruco contra mi pidiéndome que le lea un cuento. Siempre eran los mismos, pero ella los disfrutaba tanto a pesar de que ya se los sabía de memoria. Me quedé dormida, esa noche tuve sueños increíblemente raros, principalmente con Víctor y Michael.

El estrepitoso sonido de mi celular comenzó a sonar, ambas nos despertamos. La vestí, la bañe y cepille su cabello, haciendo una perfecta trenza, a lo que simplemente me abrazo con fuerza.

-          Te amo mami – dijo sonriente.

-          ¿Segura? – pregunte divertida – no me estarás mintiendo ¿no?

-          Soy como muky – dijo poniéndose seria – nunca miento – dijo intentando imitar su tono de voz.

Solté una carcajada, se había levantado con un humor excelente. Tomamos un pequeño desayuno y nos preparamos para ir a la escuela. Al salir nos encontramos con la seguridad quien nos abrió el enorme portón.

-          Muy buenos días Srta. Márquez – dijo uno de ellos.

-          ¿Michael volvió a salir temprano?

-          El Sr. Michael no volvió anoche – respondió.

La situación empezaba a preocuparme ¿Dónde estaba? Había pasado todo un día sin dar señales de vida – tranquila, justamente él es alguien por el que no hay que preocuparse – replico mi mente. Trate de tranquilizarme, obviamente estaría bien. Según mi agenda ese día me encontraría con Sofia, la ciudad elegida era Tacuarembó. Seria ahí donde la   nueva sede comenzaría, la ubicación fue elegida por dos razones. La primera fue que no se trataba de una gran urbe, cosa que el proyecto llevaría trabajo y mas oportunidades a la localidad. En segundo lugar, estaba el hecho que cerca de ahí era donde se encontraban muchas de las instalaciones de Sara, estando en esa ubicación muchas chicas podrían llegar de forma espontánea ya sea para buscar ayuda o para denunciar sobre algo que sepa y además de eso se encontraba cerca de la frontera con Brasil, hay que recordar que Sara vendía muchas chicas a sus cómplices de ese país.

Llegue a La Fundación encontrándome con mi amiga uruguaya luego de tanto tiempo

-          ¡Sofia! – dije apenas un segundo antes de abrazarla.

-          Mariza luego de tanto tiempo por fin podemos reencontrarnos, te extrañe tanto.

-          Ven pasa, déjame que te muestre mis preparativos.

-          Bien – concluyo.

Ella había estado muchos años dentro trabajando con nuestros psicólogos en un primer momento para ella misma y una vez recuperada ayudando en lo que pudiera a otras víctimas de las redes o el abuso.

Nos dirigimos a mi oficina, donde empezamos a debatir sobre como debíamos iniciar el nuevo proyecto, era cabeza dura. Algo que me gustaba

-          Cuéntame algo de ti Sofia ¿Has conocido a alguien?

-          De hecho, sí. Estamos conociéndonos, pero tal vez resulte.

-          Me alegro mucho por ti.

-          Sabes…quería preguntarte algo ¿existe la posibilidad de darle un trabajo a él también?

-          Claro La Fundación aportara trabajo a la localidad.

-          Yo me refería a un puesto parecido a mío, como si fuera un compañero.

-          No, eso no es posible – respondí tajante.

-          Pero somos un equipo, lo hacemos todo juntos.

-          Te lo pondré fácil, serás la directora de la nueva fundación, pero tendrás un equipo económico que se encargara de ese tipo de decisiones. Si quieres que tu novio pueda tener un mejor sueldo puedes darle la mitad de tu sueldo o todo, en ese aspecto eres completamente libre.

-          ¿Qué voy a poder decidir?

-          Tendrás capacidad para decidir en que se enfocara La Fundación, pero en el aspecto económico tendrás que acatar las órdenes de la junta o llamar a una votación extraordinaria.

-          ¿Todas esas son las cosas que querías que negociáramos?

-          No, aun no empezamos a negociar. Estas cosas no son algo que quería sugerirte, son cosas que más bien te informo como serán – dije sonriente.

Asintió y simplemente sonrió – eres una chica ruda – dijo terminando la conversación. Sonreí nuevamente evitando continuar con el debate. Al salir simplemente nos despedimos arreglando que en dos días nos encontraríamos en Tacuarembó para comenzar con el proyecto y luego cada una continuaría con su vida hasta que las obras finalicen.

La gente de la fundación, me informo que el sector de los psicólogos estaba completamente listo. Me sentía tan ilusionada, por fin luego de tanto tiempo la fundación contaría con una planta permanente de psicólogos que podrían seguir los casos de forma continua sin necesidad que tuvieran que viajar horas y terminar llegando a tal punto de extenuación que se veían obligados a presentar su renuncia.

Llamé a Eva y le propuse que juntas revisemos las instalaciones, como imaginaba ni se resistió. Momento después estábamos frente a las hermosas puertas principales, la seguridad nos dio la bienvenida, una vez adentro las chicas nos llenaron de abrazos y vitoreo. Era completamente entendible, su vida cambio gracias a La Fundación, nos sentamos a cenar con ellas mientras frente a mí un psicólogo hablaba de los cambios que vendrían.

-          Muchísimas gracias Srta. Márquez, aunque creo que todo esto es demasiado – Concluyo el jefe de psiquiatría.

-          No es demasiado, las chicas confían en usted doctor. Necesitamos que muchas terminen sus tratamientos y continúen con su vida.

-          ¿Cuántas se fueron este mes? – interrogo Eva

-          Dos, ambas pudieron conseguir un trabajo y volvieron con sus familias. Llamaron para darle las gracias, como no la encontraron dijeron que vendrían a saludarla en persona.

-          Fantástico - dije sonriente.

-          A este paso La Fundación podrá dejar de alojar a las chicas y concentrarse solamente en el seguimiento de sus casos.

-          Con la caída de Sara y sus aliados está lleno de chicas liberadas, siempre vienen nuevas, todo a su debido tiempo – respondí al comentario de Eva – Doctor gracias por su tiempo – concluí con la charla – Doctor, muchas gracias – dije dándole la mano ¡Adiós a todas! – grité mientras me iba.

Entre saludos y sonrisas continuamos nuestro camino hasta las habitaciones que debían inaugurarse en apenas dos días, pero antes de eso debía asegurarme que todo estuviera saliendo como debía.

-          ¿Ansiosa? – interrogo Eva

-          Totalmente loca de expectación.

-          Como si lo de loca fuera reciente – contraataco.

Sonreí mordiendo ambos labios y preferí mantenerme callada, estaba tan ansiosa que no me importaba lo que pudiera llegar a decirme. Llegamos a nuestro destino encontrándonos con el enorme telón y tras él la formidable imagen publicitaria.

-          Wao – dijo boquiabierta mirando la imagen – Fundación Márquez construyendo un nuevo mundo dentro de nuestro mundo – leyó risueña

-          ¿Te gusta?

-           ¿esa frase es alguna especie de código secreto o algo?

-          ¿Qué? No, se supone que es una especie de frase motivacional.

-          Parece una frase digna de una secta o algo parecido.

-          Ayy tú qué sabes – contraataque – ¿de verdad lo crees?

Soltó una carcajada mientras continuábamos con nuestra caminata, de repente tomo mi mano y me aprisiono contra la pared dándome un beso en los labios. Los mordió e introdujo su lengua encontrándose con la mía, creando una sensual danza.

-          ¿Qué haces? – pregunte alejándola.

-          Todavía te debo tu regalo de cumpleaños.

-          ¿Quieres entregármelo ahora?

Asintió y volvió a besarme, acaricio mi cuerpo mientras poco a poco mi cordura se iba perdiendo entre jadeos. Sus manos pasearon por debajo de mi blusa…

-          Espera – logre articular.

-          ¿Dónde crees que no nos escucharan?

-          En el último dúplex, vayamos arriba.

-          Uhhh… eres rápida cuando se trata de sexo.

Me reí callando esa boca tan sucia, podría decirse que tenía razón de cierta forma. Aunque también hay que pensar que me lo esperaba, sabía perfectamente que me debía ese “regalo”.

-          Bien…vamos – dije con entusiasmo.

-          Espera, espera… ¿estás segura de que está abierto?

-          Realmente no tengo ni idea – dije con cierta tristeza – ¡espera! Seguramente hay una llave para mí en la oficina, espérame acá.

-          Esa es mi chica lista – dijo dándome una nalgada

Sali apurada rumbo a mi despacho dejándola ahí – veré si tal vez tenemos suerte de que este abierto – propuso ella.

Llegue a la oficina, revise mi escritorio hasta que como había pensado, en uno de los cajones había una llave para mí. Camine rápidamente hasta el otro lado del edificio, mis pensamientos divagaban una y otra vez hasta que…un grito rompió el silencio creando eco en el pequeño corredor – Eva – grite mientras corría en su dirección.

Fui directamente hasta el último dúplex subiendo al segundo piso encontrándome con Eva tapándose los ojos y un hombre desnudo a su lado… bueno no exactamente, tenía una toalla ¿Alex?

-          ¿Qué pasa acá? – grite.

-          Puedo explicarlo – se defendió Alex.

-          ¿podes taparte? Se te cae eso…

-          ¿Esto es idea tuya Eva? – la mire frunciendo el ceño.

-          ¿Qué? No nada que ver ¿Cómo mierda iba a saber que estaría acá? – dijo defendiéndose – ¿Podes taparte bien por favor?

-          Como si no la hubieras visto antes, la conoces mejor que yo – contrataco abriendo la toalla – ¿te acuerdas?

-          ¡Basta! – grite – ¿Qué haces desnudo?

-          Complacer damas que me necesiten.

-          Bien, yo necesito algo de vos ahora.

-          Ahh te gusto lo que viste. Como se nota que te encanta, chanchita – Respondió con un tono que mezclaba la insolencia con el mal gusto.

Me acerque sonriente, devolvió una sonrisa burlona y picara. Me hacía recordar a su hermano, con la misma actitud arrogante. Levanté la mano y con un rápido movimiento le di una fuerte bofetada que se encargó de dar vuelta su cara.

-          Maldita…solo estaba jugando – dijo sobando su rostro

-          Yo no estoy jugando – respondí frunciendo aún más el ceño – ¿Qué haces acá?

-          Tomaba un baño.

-          Eva llama a la policía

-          No, no, no hace falta nada de eso.

Fruncí el ceño clavando mi mirada en él, repetí la pregunta de forma más lenta.

-          Es…una larga historia.

-          Tengo todo el tiempo del mundo.

-          Yo no, asique si me disculpan tengo que irme.

-          Vos no te vas a ir a ningún lado – dije tomándolo del brazo – Eva llama a la policía.

-          ¿Vos sabes con quien estás hablando estúpida? – dijo soltándose – ¡Yo soy Alexander Vask! ¿Sabes la cantidad de gente que mataría por siquiera poder chupármela? Tengo cientos de amigos en los lugares más altos de este país de mierda.

-          ¡No me importa! ¿Qué mierda haces acá?

-          ¿Quién mierda te piensas que eres? Piensas que me asustas con esa actitud desafiante ¿Sabes a la gente que he conocido en todo este tiempo? Gente mucho más peligrosa que vos, mucha más gente.

-          Igual yo y no me importa que pongas esa actitud de super hombre.

-          Como se nota que te falta más atención – dijo tomando mi cabello acercándome hacia su entrepierna – ven chúpamela un ratito.

Me logre liberar de su agarre y en un rápido movimiento doy un fuerte rodillazo contra su entrepierna. De forma casi instantánea cayó al suelo quedando fuera de combate, se retorcía e insultaba una y otra vez. Su cara se puso pálida, pequeñas gotas de traspiración recorrían su frente.

Siempre que aparecían momentos así en mi vida apreciaba mucho el entrenamiento recibido – El objetivo es hacer el mayor dolor posible con el mínimo de fuerza – diría mi examigo.

-          ¿Y bien? – dije acercándome – ¿Dónde está el macho?

-          Hija de mil putas, voy a hacerte pagar por esto.

-          ¿Terminaste? – dije inclinándome – ¿quieres un segundo round o me vas a decir que haces acá?

Poco a poco se puso de pie, acomodo su toalla y se puso en guardia, asumí postura defensiva. Primer golpe, segundo golpe, tercer golpe…al suelo.

-           ¿Y…entonces?

Se levanto cerrando sus puños y ataco. Lo esquivé dándole dos fuertes golpes en su abdomen, rompí su postura golpeando su rodilla y finalmente golpeé su sien derecha. Cayo nuevamente al suelo.

-          Voy a preguntarlo por última vez ¿Qué mierda haces acá? – lo vi ponerse de pie nuevamente – ¿Víctor te mando?

-          No, Víctor ni siquiera debe saber que estoy en el país.

-          ¿Y entonces? – interrogue nuevamente

Su mirada confiada desapareció, se acomodó su toalla y me observo con una mirada extraña

-          No sé qué hago acá – dijo finalmente.

-          ¿Qué?

-          No sé qué hago acá, me trajeron. Ni siquiera sé si me dio su nombre real o no, pero me dijo que me esconda acá. Imaginaba que era muy conocido porque los guardias se hicieron a un lado cuando el me trajo.

-          Te trajeron – dije llevando la mano a mi frente.

-          Si, es un tipo serio muy intimidante de actitud confiada y muy extraño. Me dio un nombre, pero realmente ni siquiera sé si es su verdadero nombre. Creo que es policía, aunque tampoco termino de admitirlo del todo.

-          Hombre serio e intimidante… – repitió mi amiga – ¿Te refieres a Michael?

-          Ese…Michael. Entonces si es su nombre real.

-          Eva – dije amonestándola.

-          ¿Qué? – dijo con actitud quejumbrosa – Si es obvio que se trata de él.

-          Ya…no importa seré yo quien le pida explicaciones – dije retirándome del cuarto – vámonos Eva y en cuanto a ti – dije dando media vuelta mirando a Alex – seré mejor persona que lo que tu hermano fue conmigo, puedes quedarte unos días hasta que logre saber que mierda pretende Michael trayéndote acá.