Historias De Oficina T2-15-
Reencuentro, despedida y peligro, Michael choca con una nueva imposición ¿Cuánto poder realmente tienen los Vask?
Eva estaba muy enojada conmigo, había ido a intentar arreglar las cosas y me había despachado de muy mala manera.
Preparé la ducha, me deshice de mi ropa rápidamente y encendiendo las burbujas entre a la enorme bañera ¿en qué momento había mencionado a Víctor? Que estupidez además ¿Por qué lo mencionaría? De pronto escuche como Eva encendía el equipo de audio, realmente nunca me gusto la música que escuchaba, pero dadas las circunstancias no estaba en condiciones de reclamar nada.
El conjunto de las burbujas junto con el agua tan caliente distendió mis tensos músculos tan rápido que no me quede perdiendo el tiempo. Decidí salir pronto vistiéndome en mi habitación.
Eva continuaba sin hablarme sin duda lo más practico seria ir a la cocina y discutir las cosas de forma adulta. El departamento estaba sospechosamente tranquilo, normalmente cada vez que ponía su música se la podía escuchar cantando o al menos la veías bailar por todo el departamento, ahora en cambio nada. Solo se escuchaba la animada música de fondo sin ningún tipo de interrupción. Era extraño por lo que me puse en alerta, miré bajo mi cama encontrando una caja de seguridad que me había regalado Michael, la abrí sacando mi arma y recordé mi entrenamiento. Caminaba con lentitud mientras analizaba todo el departamento, la tranquilidad aun reinaba. Por mi mente había pasado la idea de llamar a la policía, pero no sería necesario. Ante el primer disparo todo el edificio se encargaría de llamarlos, por lo que estaba ahorrando tiempo.
- Eva – dije en un tono elevado.
Nadie respondió, levante mi arma apuntando a la nada mientras mi concentración estaba atenta hasta del más mínimo sonido.
- Eva
Nuevamente solo el sonido de la música podía escucharse, estaba llegando al living cuando note a alguien moverse y sin más me apunto, dispare primero acertando un tiro en su pierna derecha. Logre esconderme tras el sofá en el momento justo cuando dos disparos fueron efectuados, ambos proyectiles atravesaron mi cobertura a pocos centímetros de mí. Me quede quieta, intentando relajar mi corazón que estaba brincando prácticamente.
- Mente fría Srta. Márquez – repetía en mi cabeza.
La frase sonaba una y otra vez, como si de una especie de mantra se tratara.
- ¿Dónde está Eva?
El sujeto no respondió, cuerpo a tierra mientras me moví sin abandonar totalmente mi cobertura. El sujeto estaba atrás de otro sofá, sujetándose la pierna. Me abalance sobre él de un salto haciendo una llave alrededor de su cuello, el sujeto me tomo del cabello y con un fuerte impulso caí hacia adelante quedando bajo el. Sentí un fuerte golpe en el rostro, me removí como pude intentando tomar mi arma lo que provocó un forcejeo entre nosotros, rasguño mi cara y luego dio un cabezazo lo que a su vez mediante el forcejeo desencadeno dos disparos. Uno de ellos impacto del lado izquierdo del tórax apenas un roce, hizo el arma a un lado e intento asfixiarme. Rasguñe sus brazos con todas mis fuerzas varias veces llenándome las uñas de sangre, era evidente que no podía hacer nada contra su fuerza. Antes que fuera tarde, tome impulso y con toda mi fuerza arquee mi espalda dando un potente rodillazo contra la reciente herida en el pecho de mi oponente. Aulló de dolor aun manteniendo la presión sobre mi cuello, un segundo golpe impacto con la misma fuerza. Me soltó, mordí con fuerza su mano hasta que una potente cachetada me descoloco, aproveche el nuevo espacio formado dando un golpe certero a sus testículos. El sujeto finalmente me soltó, rápidamente me puse de pie adoptando una postura defensiva, esperando que fuera el quien arremetiera primero. El sujeto se abalanzo, lo esquive dando una certera patada alta con la fuerza suficiente para romper su nariz. Retrocedió tomando su rostro mientras la sangre comenzaba a brotar de él, me apresure a tomar mi arma apuntándolo a la cabeza.
- Quieto – grite – las manos a la cabeza, de rodillas.
El sujeto sonrió, mientras lentamente llevaba las manos a la cabeza. Borre su ridícula mueca con una patada en el lugar donde impacto mi disparo, el sujeto cayo con un alarido.
- ¿Dónde está Eva?
No respondió, volví a partear su herida.
- ¿Dónde está Eva?
- En cocina, esta amordazada dentro de la despensa.
Fruncí el ceño esta vez pateé con más fuerza aún, el sujeto se desplomo dando un grito de dolor. Retrocedí lentamente sin bajar mi arma buscando algo con que atarlo, sin nada mejor a mano tomé el cable del teléfono fijo del departamento. Me acerque nuevamente al sujeto por la espalada, ordenando que se acostara boca abajo con ambas manos arriba sosteniendo una de sus muñecas.
- Me entrenaron en el uso de artes marciales de tipo militar, si intentas algo voy a romperte tantas vertebras que tendrán que alimentarte con una sonda.
El sujeto no respondió, solo lo escuche tragar con dificultad. Amarre sus manos y pies, para poder salir corriendo a la cocina. Como el sujeto había dicho Eva estaba atada dentro de la despensa, llorando y comenzó a gritar cuando la toque para desatarla, logre tranquilizarla después de unos cuantos minutos. Temblaba como una hoja y su respiración parecía que se estaba descontrolando.
- Eva escúchame – seguía alterada – ¡Eva!
Se tranquilizo por un momento mirándome con los ojos rojos y llenos de lágrimas.
- Cierra los ojos y toma mi mano, te guiare hasta el final del living, luego abrirás los ojos, te encerraras en tu habitación hasta que vaya por ti.
Asintió aun con los ojos inundados de lágrimas, tomo mi mano aun temblorosa. Por un momento me recordó a la mujer que fui en algún momento, antes de Víctor, Michael, asesinos, esclavistas y demás. La fui guiando con lentitud mientras la escuchaba sollozar, afortunadamente me hizo caso en todo. Seguramente pudo escuchar los gemidos de dolor del tipo inmovilizado en el suelo, pero no abrió los ojos.
Ya sin más testigos fui con mi invitado, las sirenas de la policía se escuchaban a lo lejos. Debía apresurarme.
- ¿Quién te envió?
sonrió mirando a otro lado, no tenía su tiempo. Tome su nariz con una de mis manos mientras repetía la pregunta, el sujeto; grito, pataleo y suplico, pero nada de eso era de importancia en esos momentos para mí.
- ¿Quién te envió?
- Me mataran si hablo
- ¿Qué piensas que pasara si no hablas? – respondí en la forma en la que Michael lo hubiera dicho – atacaste la casa de la mujer de Víctor Vask
Con eso intente limpiar mi conciencia, me sentía terrible con amenazarlo con algo que a pesar de las circunstancias no me creía capaz.
- La policía está por llegar, el tiempo para tener un enemigo menos se termina – dije soltando su destrozada nariz – ¿quién te envió?
- No sé su nombre, usa una boina, parece europeo, no sé nada más.
- ¿él fue quien te mando a asesinarme?
- El objetivo no eras tú, sino tu hija.
Me quede dura en el momento que lo escuche, sin saber que se supone que debía hacer.
Finamente, la puerta fue golpeada con fuerza. La Policía Federal ingreso al departamento – muy tarde – pensé. Realmente Michael tenía razón “entre idiotas o incompetentes, la respuesta suele ser ambas”
Tras dar declaración me di cuenta de que si habían atacado el departamento seguramente habían atacado la casa de Víctor. No tuve tiempo de irme, la policía tampoco me lo hubiera permitido. Tras media hora, llego a la escena Agostina. Me abrazo con fuerza, por un momento flaquee. Quise tirarme sobre ella y llorar, pero sabía que tendría que mantenerme firme.
- Tenemos a Ana en custodia, vine para llevarte a ti junto con Eva. Estarán a salvo.
- No puedo desaparecer sin más.
- Estamos priorizando tu vida.
- Te lo agradezco, pero tengo que ir a ver a Víctor.
- Le pedí que no te dijeran nada.
- ¿está a salvo?
- Se encuentra en un hospital, mi gente se dirige para allá en estos momentos – explico con calma – su mayordomo o chofer volvió y llamo a la policía, los dos guardias fuera de la casa estaban muertos.
Asesinos, golpes y demás mierdas, nuevamente tendríamos que enfrentarnos a todo eso. Aunque esta vez algo cambiaba, yo ya no era la dama en peligro, sino Ana
Víctor
Volví a guardar todo en la caja, puse la contraseña guardándola en su escondite.
- ¿No veras el resultado Víctor?
- Por ahora no, estoy empezando de nuevo con Mariza por ahora no quiero que nada lo condicione.
- En algún momento deberás saberlo.
No respondí, solo asentí.
La noche si bien fue tranquila, no por eso no estuvo llena de sueños. Tan vívidos, tan reales que sentí como si hubiera viajado al pasado. Me vi a mí mismo tras mi boda con Mariza, nuestro tiempo juntos, estaba sucediendo de nuevo. Me levante de la cama yendo al baño a lavarme la cara con abundante agua fría, ahora éramos personas diferentes. Yo, era una persona diferente.
Mi mañana empezó desayunando algo rápido mientras me ponía a llamar a todos posibles candidatos, conociendo a Mariza todos serian descartados. En mi mente tenia a la persona perfecta para el puesto, me comunique directamente con su oficina siendo atendido por su secretaria.
- Global Logistics Network, presidencia. Mi nombre es Laila ¿en que lo puedo ayudar?
- Comuníqueme con Derek Hunt por favor.
- Umm eso será imposible, el señor Hunt está presidiendo una importante junta – respondió – ¿Tiene usted una cita?
- Dígale a Hunt que Habla Víctor Vask, que deje de hacerme perder el tiempo y que tome la llamada.
- Un momento por favor.
La secretaria puso la clásica y molestia musiquita de espera, tenía la esperanza que esto haya funcionado o sería un colaborador menos para Mariza.
- Hola, hola – se escuchó del otro lado – Vask, por favor disculpa a mi secretaria. No hay necesidad de malos modos, tengo tiempo.
- ¿Qué harás a la hora del almuerzo?
- Tengo que encontrarme con una importante firma japonesa, lamentablemente es impostergable.
- Bien, fantástico. Me encanta, la vas a suspender – dije – Mi chofer te pasará una dirección, estarás ahí a la una de la tarde. Él te dirá cuando te toca entrar.
- Al menos creo que me merezco saber de qué se trata.
- Confidencial, no puedo decirlo por teléfono. Te lo dirán antes de entrar.
- Bien y gracias por elegirme, aunque un no sé qué será.
No respondí, corte tirando el teléfono sobre la mesa. Más tarde llego Lucio, hablamos de que hacer luego con Mariza. Sin lugar a duda eso la destruiría, no necesitaba ver eso, no una vez más.
Le ordene que buscara algo especial que hacía con mamá y que pagara lo que fuese necesario, el lugar debía estar cerrado.
Cerca del medio día nos encontramos con Mariza y empezaron a pasar los elegidos. Hasta que llegó el turno de Derek, como lo supuse fue el elegido por Mariza. No podía elegir por ella, pero si podía darle la mejor opción en el país y posiblemente de toda la región en una elegante bandeja de plata. Más tarde, pasamos un rato por Phitos, la pista de patinaje que había ordenado a Lucio reservar. El ambiente era perfecto, me sentía tan bien, me sentía feliz. En un momento me caí de forma estruendosa, mi única forma de hacer frente a la vergüenza fue reírme a carcajadas, aunque realmente me había dolido mucho más de lo que me había quejado. En el momento en el que me ayudo, sentí un fuerte impulso por besarla. Tome aire y elimine cualquier posibilidad de eso.
Terminé la noche solo en casa, escribiendo mensaje con ella hasta que en un momento tuvo que irse, me dispuse a preparar algo en casa mientras conversaba con Lucio sobre cómo será que continuaríamos con la fundación.
- ¿En el remoto caso que Hunt la ponga en funcionamiento de nuevo, eso de que te sirve?
- Le sirve a Mariza principalmente y a mí en el caso que funcione como espero me dará más tiempo con Ana.
- ¿Y con Mariza?
- Eso es aparte.
- No creo que lo consideres aparte – dijo sentándose a mi lado – creo que ustedes dos están hechos uno para el otro. Como una especie de Ying/Yang
- ¿Qué dices Lucio?
- Ustedes dos son complementarios, por eso están volviendo a acercarse.
- Creo que estas desvariando viejo amigo.
- Yo creo que tú te lo niegas, si te pones a pensar en frio – dijo – toda tu agenda desde que volviste al país fue sobre Mariza, no dudo de tus intensiones con Ana y que necesites a ambas para eso, pero verlos ayer hablando acá en este mismo lugar me confirmo que entre ustedes las cosas no han terminado.
- Nos lastimamos, las cosas terminaron así.
- Tu eres un idiota, ella es una niña que se volvió engreída y egocéntrica. Son una mala combinación, pero perfecta a su modo.
Sonreí, negando con la cabeza. No le di el gusto de responder nada, posiblemente si tuviera razón en algo de todo lo que decía.
Las horas fueron pasando entre charla y charla hasta que llegó el momento en el que me quede solo, igualmente ya no se sentía como antes. Me estaba acostumbrando a mi soledad, puse alguna cosa tonta en la televisión como para que haga algo de ruido de fondo y comencé a preparar mi cena. Me había decidido por una tira de carne al horno, condimentos frescos encima, salsa a la naranja, pure de papas y una ensalada verde. De un momento para otro los malditos perros de los vecinos empezaron ladrando sin parar, por lo que cansado tome el comunicador que tenía con mis empleados.
- Seguridad
- Si señor Vask ¿Ocurre algo?
- Los perros de los vecinos están molestando, revisen porque tanto alboroto.
- Si, señor.
Esperaba que pudiesen llegar a resolverlo, tal vez solo era un gato merodeando los alrededores.
Me dispuse a preparar la mesa, igualmente fue una tarea increíblemente fácil – los beneficios de no importarle a nadie – pensé. Sonreí con melancolía yendo a la cocina.
Seguridad – dije tomando el comunicador.
Silencio.
- ¿Me escuchan?
Nuevamente, nada. ¿Qué estarán haciendo?
Sentí el aroma del platillo que había preparado. Uno en uno fui llevando las cosas a la mesa, sentándome en mi lugar. Corte la tierna pieza de carne untándolo en la salsa y deguste como si fuera una especie de jurado. Le faltaba miel, no había quedado como debía – tampoco hay nadie ahora para opinar – pensé divertido, lo otro que había notado es que faltaba a su vez sal. Medite durante pocos segundos sobre si ir o no, finalmente me levante de la mesa yendo a la cocina.
Me quede frio al momento encontrándome con alguien, dude sobre que debía hacer. En el momento que se movió salí corriendo hacia el comedor, me coloque al otro lado de la mesa consciente de que nada podía hacer contra el tipo ese ¿estaría armado? Intente negociar desesperado con lo que fuese que se me venía a la cabeza, pero el sujeto avanzaba como un autómata ignorando mis palabras. Con una fuerte patada movió mesa quedando por poco atrapado, rápidamente corrí a la cocina. El sujeto alcanzo a rozarme con una hábil patada en mi pierna casi a la altura de mi cadera que me la adormeció. Caí al suelo, casi arrastrándome llegue a la cocina tomando el comunicador.
Grite pidiendo auxilio, silencio absoluto.
El tipo este me había tomado del cuello con una especie soga o hilo arrastrándome hacia atrás, luche con mis manos intentando liberarme con desesperación. Retrocedió arrastrándome mientras luchaba intentando hacer algo, el aire comenzaba a serme insuficiente mientras entre patadas y forcejeos intentaba mantenerme a la altura necesaria para respirar. El sujeto me arrastraba volviéndose cada vez más difícil, no podía hacer nada ante su fuerza. De repente un sonido seco, metálico seguido de una voz familiar llego a mis oídos. Lucio había vuelto, tomando la tapa de una de las ollas dio un fuerte golpe en la cabeza del macizo sujeto haciéndole una herida en su cabeza por donde comenzaba a sangrar. Logre liberarme retrocediendo un par de pasos, tome uno de los cuchillos de la meza haciéndole frente. El sujeto encaro confiado hacia mí, tire una puñalada que fue esquivada. A mi lado Lucio intentaba golpear nuevamente, pero el sujeto con un movimiento de su enorme brazo logro detenerlo dándole luego una fuerte patada que lo empujo varios metros hacia atrás. Lucio cayo golpeando con fuerza su cabeza contra una pared, quedando inmóvil.
Parecía como si todo hubiera trascurrido a cámara lenta, aprete el cuchillo en mi mano atacando literalmente sin pensar. El sujeto me dio un fuerte puñetazo en el rostro que casi me derribo, quede increíblemente confundido. Otro fuerte golpe termino por dejarme tirado el suelo, casi al momento sentí como volvía a poner esa cosa en mi cuello. El aire comenzaba a faltarme nuevamente mientras mi vista se nublaba, Lucio aun continuaba en el suelo. Intente gritar, pero nada salía de mi boca, solo una voz fantasmagórica ajena de toda vida. Me había rendido cuando la salvación llegaría, ignoro quien llamo a la policía. Entraron abatiendo al sujeto cargándome junto con Lucio, en una patrulla fuimos escoltados a un pequeño hospital donde uno de los doctores me inyecto algo y todo se apagó.
Desperté de repente, a mi lado Mariza dormía con la cabeza colgando hacia delante, con ambos brazos cruzados en el pecho. Tome una de sus manos causando que despertara, se quedó un momento inmóvil y me abrazo con fuerza, sentí el dolor en mi cuello.
- Estas a salvo – dijo
- ¿Qué paso?
- Te atacaron en tu casa, te trajeron acá y te dieron un par de puntadas, perdiste mucha sangre.
- ¿Dónde está Lucio?
A mi mente había venido flashes de la pelea, lo recordaba en el suelo.
- Aún está en cirugía – dijo – no te preocupes.
- ¿cirugía?
- Si, hubo ciertas complicaciones. Los doctores lo van a solucionar.
- ¿Qué complicaciones?
- Es muy largo y complejo, no lo sé explicar – dijo – cuando los doctores salgan podrás hacerles todas las preguntas que quieras.
Intente levantarme, pero me detuvo con una mano en el pecho.
- Descansa por favor – dijo.
- ¿Ana, con quien esta Ana?
- Esta en un lugar seguro junto a Eva, le dije solo que estabas en el hospital. Quise ocultárselo, pero con los medios transmitiendo cada dos minutos tu ataque hubiera sido imposible.
- Quiero verla.
- Ahora necesitas solo descansar – respondió – cuando te recuperes, la podrás ver. Lo prometo.
- Gracias – dije solamente.
- Iré a buscar al doctor a avisarle que despertaste y que tu suero casi se termina.
Me encontraba en una habitación privada, mire por la ventana. Los rayos del sol llegaban a todos los rincones del lugar, no tenía ganas de esperar a que el medico tuviera ganas de venir.
Tomé valor arrancando la intravenosa de mi cuerpo y salí de la habitación llegando a un largo pasillo color crema. Siempre había pensado que esos colores solo me trasmitían aburrimiento e incomodidad. Tras unos pocos pasos me cruce con una enfermera que reconociéndome me intercepto.
- Debe volver a su habitación, el doctor lo vera pronto.
- Quiero saber de Lucio, vino conmigo – dije – ¿puede decirme por favor?
- Regrese a su habitación y yo le avisare al doctor que vaya.
- Lucio Arias, estaba en el quirófano, me dijeron que tuvo una complicación.
- Le llevare la cena ahora, así puede descansar
- ¿está escuchándome?
Intente gritar, pero mis fuerzas fallaron en el momento. La discusión se alargó lo suficiente para que llegara el doctor junto con Mariza, quien se apresuró en sostenerme.
- Sr. Vask – comenzó diciendo el doctor – es completamente entendible que este preocupado en el estado de salud del Sr. Arias, pero su proceder no solamente no corresponde, sino que además entorpece el trabajo de todo el hospital. Le pido que regrese lo antes posible a su habitación y espere las noticias de manera pertinente.
Con pocas ganas me deje guiar nuevamente hasta mi cama, donde me volvieron a colocar la intravenosa. A mi lado Mariza permanencia sonriente y animada hablando de temas que en estos momentos sencillamente no me interesaban.
- ¿Qué te paso en el labio? – dije notando algo.
Realmente no era solo su labio, su rostro también estaba golpeado solo que estaba prolijamente cubierto de maquillaje. La situación de no saber que había pasado con Lucio no me había permitido notarlo antes, ahora era tan evidente que me regañe a mí mismo.
- Ahora no viene al caso.
- Claro que sí, dime.
- Nos atacaron a Eva y a mí.
Se tomo unos segundos mirando al suelo, me conto como alguien había entrado en el departamento, como ambas estaban ahora en una nueva ubicación y me hizo prometer que tomaría con calma toda la situación.
La idea de pasar toda una noche sedado ya de por si era bastante mala, sino que empeoro cuando trajeron mi desayuno una taza de té tibio con unas tostadas viejas y resecas con una carencia completa de sabor ¿Dónde mierda quedaba todos nuestros impuestos? Porque en la comida seguramente no.
Cerca de las once de la mañana me dejaron levantarme, para ir a la sala de espera a que la operación de Lucio finalizara. Mariza me acompaño estando todo el tiempo a mi lado, frente a la puerta había dos hileras de sillas de una cuerina blanca e incómoda. En una de las hileras se encontraba Rosario, la mujer de Lucio y Benjamín, su hijo.
Me acerque saludando con sumo respeto a ambos, agradecieron sin apenas verme. Las puertas se abrieron, un doctor se acercó a nosotros – familiares y amigos de Arias – dijo con calma. Todos nos pusimos de pie acercándonos a recibir las noticias.
- Hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance, pero debido a su avanzada edad y a lo complejo de la situación el paciente no pudo resistirlo.
Fue ese el momento en el que Rosario casi cae al suelo, siendo sostenida en el momento por su hijo.
- Lo siento muchísimo – dijo entonces el doctor.
- ¿Qué le ocurrió a mi padre?
- El paciente entro en la noche de ayer con una fuerte contusión cerebral, señas de lesiones cutáneas que al examinarlas más de cerca notamos que evidenciaban a un enorme hematoma. Aunque hasta ese momento el paciente no se encontraba en peligro inmediato, por lo que se lo mantuvo en observación.
Rosario dejo escapar un breve sollozo, el doctor guardo silencio respetuosamente dándole el tiempo que necesitara antes de continuar explicando.
- En la madrugada el cuadro que parecía haber permanecido estable evoluciono hacia una hemorragia, el área fue limpiada, desobstruida y la presión disminuyo sin embargo un ataque cardiaco desencadeno una nueva hemorragia que al intentar ser tratada nuevamente y debido a la avanzada edad del Sr. Arias derivo en una serie de infartos que no fuimos capaces de controlar.
Los cuatro quedamos en absoluto silencio mientras éramos dejado solos, en esa solitaria sala. Rosario junto a su hijo volvieron a los asientos mientras un llanto desgarrador colmaba todo el lugar, lagrimas amargas caían por sus mejillas.
- ¡Es tu culpa! – grito entonces Rosario – ¡Solo hay muerte alrededor de los Vask!
- Mamá tranquila.
- No, asesinos hijos de puta – dijo señalándome.
La escena no terminaba de creérmela, solo escuchaba el llanto completamente ausente del mundo ¿Qué se supone que había pasado? trate de acercarme, pero Mariza me condujo a mi habitación. Me senté en la cama aun sin reaccionar sintiendo uno de sus abrazos, esta vez no sentí dolor ¿Dónde estaba Lucio? No tengo ni idea cuanto tiempo paso, solo sé que era de noche me dieron el alta.
Mariza condujo hasta mi casa en un viaje carente de toda conversación, emoción o sentimiento. Me abrió la puerta, pero no reaccione. Cuando quise darme cuenta estaba tirado en la cama, me había sacado el pantalón y estaba tapándome con la fina sabana. Intente ponerme de pie, pero me puso una mano en el pecho deteniéndome.
- Trata de descansar – dijo
Apago la luz, dejándome solo en la cama. Mire por la ventana encontrándome con la oscura noche iluminada por la tenue luz de la luna y los miles de farolas led de las calles de esos suburbios tan apacibles.
Mi mente quedo completamente perdida mirando hacia la negrura infinita del firmamento, la escena ahora se repetía una y otra vez en mi mente, como si fuera algún tipo de castigo celestial. Una clara tortura pensada para castigar todos mis pecados en un solo movimiento – Perdóname Lucio – salió de mis labios mientras una lagrima finalmente caía – es mi culpa, es mi culpa – dije a una habitación vacía. Finalmente pude ponerme de pie, en una oscuridad casi total salí de la habitación caminando con seguridad hasta la cocina. Saque una copa del armario y rebuscando bajo la mesada tome una botella de vino tinto que había comprado especialmente para Lucio. Le debía una comida de esas por lo que había pensado en pollo con salsa de guajillo y vino tinto, ahora ya no servía para nada. Descorche y llene la copa casi hasta el borde, quedando con mi vista clavada en ella. Al cerrar los ojos con pesadez me encontraba con el cuerpo de Lucio en el suelo, al abrirlos solo quedaba el dolor. Levante la vista casi por instinto encontrándome con Mariza, me observaba desde la puerta de la cocina ¿se había quedado? La luz de luna baneaba finamente su rostro dándole un aspecto casi espiritual ¿era una alucinación? Sus ojos estaban parecían estar clavados en la copa de vino frente a mí, luego subió encontrándose de lleno mis ojos. Sonrió y con pasos lentos casi imperceptibles se acercó.
- ¿Eres una alucinación?
- No – dijo – no lo soy.
- ¿has venido a ayudarme?
Sonrió con timidez acercándose aún más, extendió el brazo hasta que su palma acaricio con suavidad mi mejilla.
- Deja eso Víctor – susurro.
- ¿Vas a arrebatarla de mi mano?
- No
Su mano se alejó de mi mientras algo en sus ojos cambiaba, desvíe la mirada. Esta vez me centraba en la copa.
- Eres tú quien decide como quiere seguir – dijo – no hagas esto por favor.
- Ya no tengo nada – susurre.
Parecía que la voz se había roto al momento de salir de mi boca, se había mezclado junto con dolor e impotencia. Tomo una de mis manos, esta vez sentí el calor de su cuerpo. Sentí sus caricias
- Me tienes a mi – dijo – tienes a Ana.
Levante la vista, volvió a sonreír
- Desperdiciaras todos los momentos lindos que estas pasando con nosotras – dijo – no necesitas esto.
- Tiene razón – dije, parecía que no entendía de que estaba hablando – a mi alrededor, solo hay muerte.
Sentí sus carias en mis manos, nuevamente mi mente se culpó. Un llanto incontrolable arraso conmigo, pero solo recorrían mi rostro. Mis gritos y alaridos solo los escuchaba mi mente.
- Podremos enfrentarlo – dijo – lo haremos juntos.
Clave mi mirada nuevamente en la copa frente a mí.
- No lo necesitas – dijo – solo es un engaño, esa paz no es real – aclaro
- No sé qué hay que hacer ahora.
- Como primera medida nos desharemos de esto.
- ¿Cómo sé que todo esto no es una alucinación?
Había alucinado tantas veces con cosas como estas, con alguien viniendo a ayudarme, a rescatarme de mi mismo.
Se acerco los pocos centímetros que nos distanciaban quedando tan pegados que podía escuchar su respiración, era tranquila. Muy hipnotizante ¿estaba ahí conmigo? La distancia finalmente desapareció cuando beso mis labios, sus brazos me rodearon envolviéndome entre caricias mientras poco a poco traía recuerdos de nuestros primeros momentos.
- Tíralo – dijo en un susurro.
Me quede pendiente de sus ojos, estaba ahí conmigo. Aún me rodeaba con sus brazos, finalmente me quebré. Fui yo quien la abrace mientras desahogaba entre lágrimas tan amargas como dolorosas, en un mismo día había perdido a mi mejor amigo y mi última conexión con mi pasado. Los últimos vestigios de mi niñez se habían ido con el hombre que, desde su papel como simple chofer había sido consejero y amigo de toda mi familia, una familia que ya no existía.
Mariza me llevo nuevamente a mi cuarto, me recosté en mi cama en una habitación ahora bañada por la luz de la luna que parecía estar más presente que antes.
- ¿te quedaras aquí?
- Me asegurare que no escapes.
Nuestras miradas se cruzaron y sonreímos mutuamente, realmente en este momento la necesitaba en mi vida. Necesitaba sentirla a mi lado y casi sin pensarlo sencillamente la bese. En aquella penumbra nuestras almas igualmente podían reconocerse la una a la otra, ella correspondió el beso. Después de tantas cosas que pasaron entre nosotros volvía a sentir como nuestras lenguas danzaban de forma armoniosa y pausada, imaginaba que ambos nos sentíamos completamente arrollados por esta sensación que abarcaba mi corazón ya cansado de perdidas.
Me despojo de mi camisa de unos pocos movimientos arrancando botones y tirándola al suelo, fogosa e impaciente se desvistió con suma facilidad. Solo me vi besando su cuerpo desnudo descendiendo por su cuello, escuchaba sus suplicas mientras llegaba a sus senos. Los llene de caricias, de besos y mordidas mientras sentía como ella comenzaba a hacer lo propio con mi miembro, jugaba con él entre sus manos de una forma cada vez más eufórica. Había pasado tanto tiempo entre nosotros que había, pero seguíamos reconociendo nuestros cuerpos cubriéndolos de caricias. Ahora ella quien bajaba, me masturbaba con habilidad. Lo llevaba a su boca llenándolo con saliva, lo escupía y volvía engullirlo degustándolo una vez tras otra ¿ella también me había extrañado? la aparte haciendo que suba nuevamente y nuestras lenguas se dieron rienda suelta a sus caricias mientras una de mis manos descendía hasta su vagina que se humedeció entre los mimos que mis dedos le daban.
- ¿Estamos seguros de lo que estamos haciendo? – dije.
- Tendremos tiempo para resolverlo de no ser así – dijo besándome.
Un gemido escapo de su boca por fin, mis dedos estaban empapados mientras se entregaba poco a poco. Nos besamos ahora con pasión mientras caía sobre mi cama, miraba y pellizcaba sus senos mientras iba introduciéndome en ella. Su cadera parecía que iba moviéndose sola, atenta a cada movimiento de los míos, estábamos conectados definitivamente ¿y aun así Michael estaba tan seguro como para hacer un examen de ADN? Maldito ¿creía realmente que era el padre de MI HIJA? Sucio hijo de puta ¡ya le demostraría lo equivocado que estaba!
- ¡Víctor!
Estaba aun dentro de ella, mis manos sujetaban las suyas, pero estas estaban poniéndose rojas de la presión que estaba aplicándole, su respiración era agitada y se mostraba preocupada por mí.
La solté quedando cabizbajo si saber exactamente cuánto tiempo me había perdido entre mis pensamientos ¿la había lastimado acaso?
- Lo siento – dije entonces.
- No te preocupes, te cuidare esta noche.
Fue ella misma quien me beso en esta oportunidad, me rodeo con uno de sus brazos mientras con la otra volvía a incitarme para que entrara nuevamente en ella.
- Despacito, con mimos – dijo besándome – con muchos mimos, estoy aquí contigo.
Los besos iban nuevamente subiendo en intensidad, perdiéndome esta vez, pero en caricias y gemidos que cada vez llenaban más mis oídos. La veía sonreírme de la forma en la que tantas veces había hecho – muchos mimos – repetí. Ella simplemente asintió entre besos que se sentían tan cálidos como antes, como los recordaba. Sonrió al momento de darse vuelta moviendo su colita de forma inocente, si quería entusiasmarme estaba haciendo un trabajo espectacular. Me hundí poco a poco en ella escuchando lo complacida que estaba, luego salí lentamente clavándome de una vez. Grito mirándome nuevamente y sonrió, repetí de nuevo el proceso, saliendo nuevamente con lentitud para hundirme con fuerza. Sonreí complacido con mi orgullo varonil completamente inflado, dando una sonora nalgada contra su piel.
- ¿Acabas de azotarme?
- ¿Dejo de gustarte? – pregunte
Sonrió negando con la cabeza mordiendo la almohada e inclinándose aún más, mientras usaba sus manos para separar sus nalgas.
Una vez tras otra la castigaba con fuerza, mientras que cada envestida era más enérgica que la anterior. Ella solo se encargaba de disfrutar, haciéndomelo saber con unos gemidos exquisitos y tan mojada como apenas podía recordarlo. Su cuerpo seguía los violentos mis violentos impulsos llegando al clímax, intento apartarme, pero hice a un lado su brazo arremetiendo con más impulso contra su maltratada vagina acabando con fuerza dentro de ella.
- Perdóname por todo – dije recuperando el aliento.
- No te preocupes, tengo control natal – respondió – no abra hermanitos para Ana
Sonreímos dejando escapar una fugaz risa entre nosotros, nos dimos un beso y ahí quedamos tendidos ambos exhaustos.
El tiempo paso sin que apenas pueda percibirlo, Mariza continuaba durmiendo sobre mi hombro ¿Qué nos había pasado? Nos habíamos comportado como dos animales, no me arrepentía igualmente. Estábamos acostados sobre el enorme lamparon de humedad que había manchado las sabanas, seguramente también mi semen había escurrido sobre aquella tela ¿estábamos condenados a repetir el pasado? No, tendríamos las herramientas para resolverlo ¿Qué pasaría con Michael? Tendría que entenderlo ¿para Mariza había sido importante? gran pregunta ¿había sido importante para mí? Más importante aún ¿cambiaria algo entre nosotros? Podría ser.
- Puedo escucharte refunfuñar a través de tu pecho – dijo sin levantarse.
- Solo pensaba en voz baja.
- ¿Qué es lo que te desconcentra?
- Lo que tengamos que enfrentar
- Ahora vienen por nuestra hija – dijo
Escuche como su voz se quebró a ultimo momento, lo se bien. También senti un escalofrio cuando lo menciono
- No sé cómo hay que enfrentarlo, ni siquiera sé quién nos atacó.
- Michael sabe – dijo simplemente.
Me quede mirando el techo, si Michael había sido capturado por los servicios de inteligencia debería usar una carta que estaba intentando guardar para una situación crítica.
La mañana siguiente comenzó muy tranquila Mariza seguía ahí, preparo un desayuno y me dijo que tanto Ana como Eva se encontraban en un lugar seguro que les había otorgado Agostina, pero antes de ir a verlas objete que tenía que ir a ver a un representante de la clínica de rehabilitación.
- Te acompaño – dijo
- No, es algo que debo hacer solo – decline – además no es algo que me enorgullezca, te llamo cuando termine.
Acepto mostrando una cálida sonrisa y me abrazo, aunque mi mente comenzó a trabajar. Una nueva relación no podría empezar entre mentiras, debía contarle al menos una parte.
- Realmente no me tengo que reunir con nadie de la clínica.
- ¿Dónde vas entonces? – dijo.
- Debo ir a presidencia y solucionar otro tema
- ¿de la Nación? – dijo casi como si no entendiera.
- Si, te lo contare más tarde, pero necesito que por ahora confíes en mí.
Asintió, si quería encontrar algo de felicidad en esta ocasión me aseguraría de no arruinarlo con ellas. Una vez el problema estuviera resuelto, le mostraría el sobre junto con toda la caja si es que le interesara.
Me había comunicado con una agencia rentando una limusina, pasé a comprar un traje en una de las tiendas más exclusivas de la ciudad y finalmente me dirigí a mi principal destino; Casa de Gobierno. La limusina se detuvo frente a las negras e imponentes rejas siendo recibida por la custodia quien tras unos minutos me permitieron el acceso. Descendí del vehículo con paso firme y decidido mientras la guardia me seguía muy de cerca con un paso bastante monótono, me escoltaron hasta una habitación en la que debía esperar a que la secretaria me avisara que ya podía ingresar. Siendo completamente franco era algo que me disgustaba en gran medida, Por mi mente paso la frase que un día me dijo mi padre; este país lo dirigen los Vask, el resto solo viven en él. Sonreí y directamente me propuse entrar al despacho presidencial, mientras tras de mi la secretaria se volvía loca por intentar detenerme, la guardia se mantuvo inmóvil sin tratar de detenerme por lo que las enormes puertas fueron abiertas encontrándome con el presidente y al gobernador de la ciudad reunidos.
- Lo siento señor presidente no pude detenerlo, discúlpeme.
- Está bien Rita no se preocupe, yo había llamado al Sr. Vask – dijo mintiendo con una amplia sonrisa – ¿cómo estás amigo mío?
Abrió ambos brazos como si estuviera por darme un abrazo, pero a último momento pareció arrepentirse poniendo solo una mano en mi hombro. Casi de inmediato fuimos dejados solos por la mujer quien cerro la enorme puerta tras de sí.
- Sr. Vask, es un gusto volver a verlo.
Comenzó diciendo el de “la ciudad”
- Naturalmente no me molesta que nos hayas interrumpido – prosiguió – es más creo que deberíamos coordinar una nueva reunión e impulsar juntos este nuevo espacio.
- Anda a chuparle los huevos a alguien más – respondí señalando la puerta.
Ambos se quedaron mirando por unos segundos hasta que el tipo finalmente se retiró, el presidente lo acompaño aprovechando para susurrar algo que no pude escuchar.
- ¿Se acabo la caballerosidad Vask? – dijo.
- Mira Lascelles no estoy para ningún tipo de humor – dije tomando asiento en el sillón presidencial – no financie tu postulación de mierda porque soy una ONG, lo hice para tener un contacto en un punto estratico.
- Lo entiendo – respondió.
- Siéntate.
Tomo asiento frente a mí, en el lugar exacto en el que se hacía sentado el de la ciudad.
- ¿Qué mierda es todo eso del impuesto a las grandes fortunas?
- Fue algo que se fue dando, se me fue de las manos.
- ¿Se fue dando? – repetí – ¿vos querés que te pare el país? – no respondió – ¿No sabes eso? Que levanto un teléfono y los sindicatos más poderosos van a hacer exactamente lo que digo
- Me están presionando por todos lados, tengo poco apoyo social ¿Qué querías que hiciera?
- ¡Que gobiernes! – guardo silencio – quiero que hagas únicamente la razón por la que te puse en esta silla, cubrir mis intereses.
Esta vez guardo silencio, pero no dijo nada sea lo que sea que pasara por su mente.
- Cuando pueda revertiré la situación, mi partido puede hacerlo.
- Tenes hasta la renovación del senado para convencerme, sino deberé buscar una alternativa dentro del partido.
Esta vez bajo la mirada, me levanté de su lugar dando una pequeña vuelta hasta que me detuve mirando por la ventana.
- Hablare con el FMI y el Banco Mundial – volvía a mirarme – te daremos otro préstamo de 10 000 millones de dólares. Esta vez trata de cumplir mejor con nuestra agenda, las partes se están poniendo nerviosas y si eso sigue así no podré garantizar tu seguridad.
- Si – respondió.
- Apropósito, tengo algo que pedirte.
Lascelles me observo, ahora que le había dicho lo del préstamo se mostraba predispuesto a seguir las órdenes.
- Hace unos días los servicios capturaron a alguien que tengo intensiones de recuperar.
- ¿Quien?
- Michael Sellers.
Negó con la cabeza.
- No sé quién es – dijo encogiéndose de hombros – ¿está detenido?
- No, solo capturado.
Levanto su teléfono poniéndose en contacto con alguien tras unos segundos de dialogo me dijo que todo estaba listo, le di la mano y agradecí el gesto. Lascelles se mostraba sumamente respetuoso, evidentemente necesitaba el préstamo.
Dos horas más tarde me encontraba llegando a un lugar secreto, habíamos pactado que usaría una capucha por temas relacionados con la seguridad. No me opuse a eso a fin de cuentas me estaba metiendo en uno de los centros de los servicios y debía mostrarme respetuoso si quería liberar ese mismo día a Michael.
Al retirar lo que cubría mi cabeza me encontré en lo que parecía se un bunker, varios guardias me saludaron mientras yo iba escoltado solo por dos oficiales de muy alto rango. Hacia tanto calor dentro de esa mierda que apenas podía respirar, me guiaron por no se cuantas escaleras hasta que tome asiento dentro de una habitación completamente blanca. Solo tenía una mesa frente a mí junto a una silla que muy pronto seria ocupada. Parecía tan igual a las películas que recordé que era algo que Michael siempre criticaba, lo que me causo una pequeña sonrisa. Tras unos minutos apareció esposado delante de mí, con la misma actitud altanera y desafiante de siempre.
Nos observamos unos segundos el uno al otro hasta que ambos en una extraña casualidad asentimos al mismo tiempo.
- ¿Qué quieres Vask? – dijo tomando asiento frente a mí.
- Necesito que me aclares ciertas dudas, Lucio está muerto.
Su mirada en ningún momento cambio mientras levantaba los hombros con una mueca de “que me importa”
- ¿Por qué debería ser algo que me interese?
- Porque sé que está relacionado con vos y quiero que me ayudes.
- ¿por las gracias?
- Por tu libertad
- ¿crees que no podría escapar de aquí cuando quisiese? – respondió – si espero el tiempo suficiente estos idiotas cometerán algún error.
- Si lo haces comenzaran a buscarte con cientos de unidades, televisión y demás circo ¿Cómo planeas explicárselo a Ana?
- ¿Y tú tienes otro plan? – comento – ¿Qué harás?
- Lo estás viendo ahora mismo, como yo lo veo debes elegir si te pudres aquí como el desinteresado de mierda que eres o te preparas para cooperar conmigo.
No respondió de inmediato, se quedó unos segundos mirándome hasta que sonrió.
- Bien, vámonos.
- Antes que nada, quiero saber a quién nos enfrentamos.
- Las paredes escuchan aquí, te lo contare cuando estemos fuera.
- Bien – dije asintiendo.
Unos minutos más tarde aparecieron para retirarle las esposas y algo que tenía en uno de sus tobillos, parecía ser una tobillera electrónica. Un tanto más grande de los modelos que conocía, Michael sonreía a las personas que ahora teníamos enfrente. Me pareció que susurro algo a una de ellas, pero no escuche exactamente qué le dijo.
Nos llevaron de nuevo a la ciudad donde sin decir ni una sola palabra, nos dejaron frente a la plaza que se encuentra en las inmediaciones de la casa de gobierno. Nos sacaron las capuchas y descendimos de esa camioneta estilo furgón en la que nos habían llevado. El sol ahora irritaba mis ojos debido al cambio tan repentino en la luz, nos miramos entre nosotros y simplemente nos dispusimos a caminar en busca de un taxi. Realmente Michael era un elemento increíble, de no estar involucrada Mariza o Ana, que imparable dupla hubiéramos sido.
Más tarde llegamos a mi casa, estábamos solos al parecer, ella se había ido. Por un lado, me pareció que fuera mejor, por un momento me quede pensando en Lucio durante unos segundos ¿Cómo actuaria él ahora? Sonreí a la nada – gracias – dije mirando a los cielos, sabía que debía plantear primero a Michael. Entramos y nos dirigimos al living mi invitado se mostraba indiferente a todo, me senté junto a él mostrándome bastante más amigable de lo que quisiera.
- Tengo tu caja de seguridad – dije entonces.
Su atención se centró exclusivamente en mí, mientras que parecía que estuviera a punto de atacarme.
- Revisa bajo mi cama, esta oculta en la cabecera del lado derecho.
No dijo nada simplemente se levantó y con paso apresurado se dirigió a la habitación, por mi parte solo saque mi celular, marcando un numero ya asignado como preferido.
- Hola soy yo necesitamos liberar otro préstamo para Argentina – dije
La persona del otro lado manifestó sus quejas ¿Cuándo tendría su dinero? Esa fue la primera pregunta que hizo.
- Son solo 10 000 millones de dólares más – puso otra excusa – sí, habla con quien quieras, pero libera ese maldito préstamo.
Volvían las quejas y quejas.
- Nuestro hombre en EEUU está acabado si, negociaremos con el otro – respondí – ¿a quién le importa quien está en la blanca si el resultado es el mismo?
Me insulto, cosa que ignore.
- ¿alguna vez me equivoqué? – no respondió – ¿alguna vez no abrí oportunidades de mercado? Necesito a Lascelles estable, consígueme el préstamo.
Finalmente accedió, récord. Lo había resuelto antes de lo previsto, me había imaginado teniendo que dar cifras y números aburridos ¿Michael aún no encontraba la caja? Me quede esperando en mi lugar, pasaron unos minutos hasta que finalmente volvió. No dijo nada, solo dejo la caja sobre la mesa de vidrio ahora delante de nosotros.
- Fácil de abrir – dije
- Pudiste con una combinación de cinco cifras, no puedo con tanta emoción.
Sonreí con inocencia en el momento que la abrió y se puso a revisar. Me puse de pie buscando en uno de los cajones de la cocina, justo en el momento que dejo la caja nuevamente sobre la mesa.
- Tardaste más de lo esperado.
- ¿Dónde está?
- ¿Qué cosa? – respondí
- Sabes bien que te hablo del sobre.
Lo coloque entre nosotros, parecía que ninguno de nosotros se animaba a tocarlo.
- ¿Por qué hiciste ese estudio?
- Tengo mis razones.
¿Razones suficientes para creerte el padre de mi hija? – mi mente respondió al instante, pero no se lo dije ¿sabría Mariza algo de ese examen?
- ¿Cómo conseguiste la caja?
- Soy un hombre de bastos recursos.
No comento nada, solo tomo el sobre con sus manos. Mordió sus labios entre ellos, por primera vez vi tristeza en sus ojos. Rompió uno de los bordes retirando la hoja y sin siquiera mirarla me la entrego, su mirada se centraba en mis ojos ¿sabía ya la respuesta?
- El estudio genético examina la relación entre Ana y yo – dijo.
- ¿No quieres verlo primero?
Tomo aire exhalando con lentitud, dejando ver una pequeña sonrisa negó mi ofrecimiento.
Lo tome entre mis manos sin saber que se supone que debía esperar, mire a mi lado. Me hubiese encantado haber abierto el sobre en compañía de Lucio, solo que fui un cobarde en ese momento – quizás, tu no necesitabas el sobre para saberlo viejo amigo – murmure solo en mi mente. Tomé aire y simplemente lo abrí.
*
(A) PADRE: Julio Galván
(B) SUP. HIJO(A): Inés Galván
OBJETIVO: Determinación del vínculo de Paternidad Biológica del donante A sobre el donante C
METODOLOGIA: Análisis de microsatélites (STR) utilizando la reacción en cadena de la polimerasa (PCR)
*
Luego se mostraba un estudio donde se compraban palabras y letras sobre otras, decidí saltearme esa hoja completa. Continúe leyendo jerga medica hasta la conclusión “tres o más aletos que no coinciden entre un hijo(a) y el supuesto padre son demostración de exclusión de paternidad. Por lo tanto, JULIO GALVAN NO ES EL PADRE BIOLOGICO de INES GALVAN”
Me quede mirando la hoja como si no entendiera que era lo que había terminado de leer, hasta que por fin una sonrisa enorme cruzo mi rostro. Me abrace a eso hoja, ante un resultado que siempre había querido creer. Michael a mi lado miro su caja sin decir nada, se lo notaba triste, demasiado triste. Decidí darle el tiempo que el necesitase, dio un gran suspiro haciendo la caja a un lado.
- Pasemos al segundo tema que nos concierne – dijo zanjando el asunto.
- ¿Cuál es?
- William Taylor, en el pasado consejero de su majestad y comandante supremo de las operaciones del IAF.