Historias De Oficina T2-14-

Primer enfrentamiento real entre Michael y William, cada uno intenta prever el movimiento del otro. Por su parte Víctor y Mariza comienzan a entenderse sellando finalmente viejas heridas.

-          ¿quieres un café? – dije.

-          Se hará tarde, quizá otro día.

-          Bien – dije.

Permanecimos sentados, cada uno en su lugar y aunque no decíamos nada el ambiente era agradable, pacifico. Miramos las estrellas en no se cuento tiempo, aunque hay que admitir que con la gran cantidad de contaminación lumínica existente se podían ver menos de las que me hubiera gustado.

-          No todo fue culpa tuya – dije

-          ¿Que?

-          Éramos jóvenes y estúpidos – dije – y nos portamos así.

Asintió, aunque sin decir ni una palabra, solo me observaba.

-          Quizá Ana llego muy temprano a nuestras vidas o solo no estábamos listos para una responsabilidad así.

-          ¿Qué propones?

-          Nada, solo tal vez más tiempo con Ana.

-          ¿quieres custodia? – pregunto.

Negué con la cabeza – eso solo traería más problemas entre nosotros – respondí. Además, era un desconocido para Ana, si la obligaba a llamarme “papá” solo conseguiría hacer que se cierre más conmigo.

-          Tampoco quiero seguir peleando, estoy exhausta de mis problemas.

-          No los tengamos entonces.

Me puse de pie tendiendo mi mano para ayudarla a incorporarse – ¿le digo a Lucio que te lleve? – propuse, ella sonríe acomodando su clásico mechón tras su oreja derecha – creo que no rechazare la taza de café. Sonreí al momento que se levantó y fuimos nuevamente al ventanal que daba acceso al living. Lucio estaba mirando su viejo celular, parecía estar anotando unas cosas en una hoja de papel. Al vernos entrar sonrió bajando nuevamente la mirada, continuando con su trabajo.

-          iré a poner esa cafetera– dije

-          Gracias – dijo volteando para verme.

Llegue a la cocina quedándome en silencio ¿tenía cafetera? Sonreí con la idea tan tonta que había tenido, no sabía preparar café. Saque mi celular buscando un video de cómo prepararlo, afortunadamente se ve que hay miles de idiotas como yo que no tienen idea de cosas tan simples.

Lleve tres tazas en una bandeja repartiéndolas, Mariza sonrió al tomar la suya y dando un pequeño sorbo hizo una cara de desagrado.

-          Esta rico – dijo – ¿tienes azúcar?

-          Claro, me acostumbre a tomarlo solo, pero iré a buscarla.

Mentí de forma descarada, la había olvidado. En el video no decía “agregar azúcar”, volví tras un minuto con la azucarera. Agrego tres cucharadas a su café mientras sonreía, me preguntaba ¿podía llegar a saber que estaba mintiendo?

Por mi parte, obviamente para darle sentido a mis palabras, tuve que tomarlo amargo – Valia más la pena reconocer el error – pensé devolviendo la sonrisa.

-          Buen café – dijo – ¿de dónde es?

-          Del estante del negocio de la esquina.

Rio

-          Eres un tarado – dijo aún sonriente.

Lucio se acercó con la hoja que tenía hacía unos momentos doblada entregándosela a Mariza.

-          A pesar de saber que seguramente Víctor encontrara buenos candidatos, prepare estos nombres – dijo – son los que recuerdo, buenos hombres.

-          ¿Para La Fundación?

Tomo la hoja, parecía pensativa. Ni siquiera la había abierto cuando volvió a ponerla sobre la mesa empujándola hacia mi lado.

-          ¿No la quieres? – pregunte.

-          Bueno, creo que primero debes acompañarme a verlos – dijo – ¿Quién soy yo ante estos tipos?

-          La presidenta de ese proyecto.

Negó con la cabeza, mirándome otra vez.

-          Acompáñame – dijo

Asentí, Lucio volvía a dejarnos solos. Nuevamente se había adelantado salvando mi pellejo, cosa que hizo que agradeciera en mi mente. Ya se lo diría en persona, se veía tensa y eso podría afectar nuestra nueva relación. Hacer que se fuera enojada por algo, por poner un ejemplo.

-          Me gusta tu idea de una lista de gente para disculparse – comencé diciendo – debería ponerla en funcionamiento.

-          ¿Tienes mucha gente para hacerlo?

-          Cientos – dije – ¿no tiene el botón enviar a todos?

Sonrió negando – debes hacerlo en persona.

-          ¿Debería entonces disculparme con Michael?

-          ¿Le hiciste algo?

-          No lo sé, parecen ser pocas las cosas que le importan.

-          Ana le importa – dijo dando un sorbo.

¿Ana le importa? Era difícil saber si era un golpe para él o para mí. Preferí quedarme con la primera opción y sonreír para evitar que cayera este ambiente.

-          ¿Qué te importa a ti? – dijo

La miré a sus profundos ojos y sonreí, pensé durante unos segundos dando un último sorbo de café.

-          Muchas cosas – dije – pero realmente estoy en el país por ti – se generó un silencio – realmente por Ana y también por ti.

-          ¿Soy como un premio consuelo entonces?

-          Nunca creí que lo fueras.

Esta vez lo dos quedamos callados, la tensión si había subido esta vez. El ambiente se sentía incómodo.

-          Hay más gente de la que me tendría que disculpar – dije cambiando el tema.

-          ¿quienes?

-          Bueno tanto en mi ascenso como en mi caída, deje negocios y compañías en ruinas.

-          ¿Qué hay de los negocios que hiciste en el medio de esas dos constantes?

Sabía que no perdería la oportunidad de estamparme eso a la cara, pensé durante unos segundos y al no encontrar ninguna buena excusa simplemente fui sincero.

-          Quiero aclarar que no soy mi padre – dije – jamás mande a matar, torturar o extorsionar a alguien – dije – el único momento en mi vida en que empuñe un arma fue cuando estabas cautiva.

No dijo nada.

-          Acepto que no puedo escapar de la fama del apellido Vask y acepto también que tenerlo me abrió muchas puertas, además de salvarme de gente muy peligrosa.

Pensé durante un segundo en viniendo a mí montones de ejemplos.

-          En muchas ocasiones me pare frente a hombres de mucho poder; dictadores, mafiosos, Generales o directamente presidentes levantando la voz como si estuviera a cargo y nunca sucedió nada.

-          Pero eso tiene un mérito propio – dijo – ¿no lo crees?

-          Bueno – dije – creer que tienes poder hace que los demás crean que en verdad lo tienes, lo que a su vez te da más poder – explique – es como una cadena que se retroalimenta continuamente.

Nuestras miradas se cruzaron una última vez, sonrió y se puso de pie.

-          La pase muy bien hoy – dijo.

-          Vuelve cuando quieras.

Asintió regalándome una sonrisa – ¿Lucio te importaría llevarme? – dijo entonces.

-          Claro, Srta. Márquez, estoy a su disposición.

Asintió, me dio un beso en la mejilla y antes de que lo notara ya se había ido. Había salido perfecto, con suerte Mariza traería más a Ana. Finalmente, las cosas comenzaban a encarrilarse.

Ahora que no tenía a nadie que limpiara por mí me esforzaba por aprender a hacerlo. Junte todo y lo lave lo mejor que pude, no sabía si también tenía que lavar la cafetera o el filtro. Luego de meditarlo lo hice, fue ahí que descubrí que el filtro era de papel. Escupí un insulto y tire todo a la basura, volví al cuarto tomando los papeles y continúe con mi trabajo. Intente código tras código, tantos que tome una hoja e iba tachando todos lo que no resultaban.

¿Qué mierda usa de contraseña un tipo como Michael? Contaba las letras de todos “los nombres” de los IAF dividiéndolo luego por cinco poniendo el resultado y con ello se acababa mi última idea para ¡abrir la maldita caja!

Para cuando Lucio volvió estaba junto a la cama entre una montaña de papeles e ideas desechadas.

-          No puedo resolverlo – dije

Se acerco sentándose con lentitud a mi lado, apoyo su mano en mi hombro dándome una suave caricia.

-          Tal vez, ya es momento de dejar de darle importancia.

-          Estaba tan cerca – dije – ¿Por qué tiene que ser así? – dije lamentándome

¿Por qué tenía estar por debajo de ese tipo?

Junté todas las hojas con las anotaciones haciéndolas un bollo con furia tirándolas a un lado, me recosté en el suelo bajo la mirada tranquila de Lucio.

-          Tomemos aire – dijo él

No me resistí, salimos al jardín sentándonos sobre las enormes baldosas que cubrían la parte aledaña a la entrada.

-          ¿Qué importa esa caja? – dijo entonces – la esconderemos y pediremos un rescate por ella.

Se escapo una fugaz risa de mí, que idea tan fantástica.

-          Gracias Lucio.

-          ¿Por qué? – dijo.

-          Conseguiste una excusa a la historia que le dije a Mariza, siempre estas solucionando lo que hago.

-          Bueno, es la experiencia de los años Víctor.

-          Te comprare un nuevo celular como agradecimiento – dije.

Rio sin ningún tipo de vergüenza y negó con la cabeza.

-          Tengo el dinero para comprar un teléfono, lo que no tengo es otros ojos para poder leerlos.

-          Entiendo que pueda ser más complicado para ti – dije – pero ¿un celular de tapita? Ni siquiera sabía que los seguían fabricando.

-          No lo hacen, Tengo un amigo que importo una caja para mí. Son de segunda mano, pero para mí están perfectos.

Negué con la cabeza, riendo.

-          ¿Puedo verlo?

Lo saco del bolsillo que tenía cerca de su pecho y me lo entrego tirándolo por el aire. Era como un golpe de nostalgia, realmente estaba en perfecto estado ni siquiera se notaba que era de segunda mano. Levante la tapa colorada encontrándome con una foto donde se lo veía a él sonriente junto a su señora y su hijo.  Sonreí llenando mi mente de recuerdos, habían pasado tantos años sin verlos.

-          Había olvidado que los números tenían letras – dije riendo.

-          Para los mensajes de texto

Fue entonces que una idea cayo en mi mente; Ana le importa, retumbo en mi mente. Me pare mientras salía corriendo a la habitación con el teléfono en la mano. ¡Que estúpido, los números tienen letras! Revolví en la habitación en el lugar donde estaba escondida y miré el teclado del celular. eran cinco cifras. “ANITA”, esa era la clave por lo que siguiendo esa lógica era simplemente una tarea de conversión; dos – A, seis – N, cuatro – I, ocho – T, dos – A. era 26 482. Lucio llego justo en el momento en el que estaba terminando, introduje el código y la caja de mierda finalmente abrió. Crucé una mirada con él y tragando con fuerza abrí lentamente la caja. Solo había fotos y videos de Michael, con Ana y Mariza, se veían felices, mi hija se veía feliz diciéndole papá a alguien más. Ese fue un golpe que me destruyo ¿para que seguir intentándolo? Sin embargo, continúe escarbando en esos secretos mirando todo hasta llegar a un sobre; Laboratorio de análisis clínico y genético Cuenca del Plata, podía leerse claramente.

-          ¿y ese sobre? – pregunto Lucio

-          Parece ser un estudio, un estudio genético.

-          Ahí se envían los Análisis forenses del país, seguramente Michael uso su influencia para hacer un estudio usando un alias, mira el nombre.

“UREGENTE, Sr. Julio Galván”

-          Debe haber hecho una prueba de paternidad junto con Ana – dije.

Lucio no contesto nada, permaneció a mi lado tal vez intuyendo el miedo que tenía.

-          Necesito un poco de privacidad – le dije.

Asintió poniéndose de pie con una sonrisa – Esperare afuera – dijo.

Nuevamente dirigí mi mirada al sobre, esa había sido una idea que había cruzado por mi mente al momento de darle mi apellido a Ana. En su momento no lo hice, porque de haberlo planteado a Mariza me encontraba ante dos posibilidades. De ser positivo, me odiaría a mí mismo por haber desconfiado de ella y negar mi propia sangre. De ser negativo, destruiría mucho más mi vida, todas mis dudas tendrían finalmente una confirmación y demostraría cuan ciego había sido con Mariza.

Ignoro cuanto tiempo había pasado, miraba el sobre una y otra vez, aunque sin llegar a abrirlo. Sentía como mis manos temblaban y como mi corazón se resquebrajaba – Ana, ya le dice papá a otro – me dije a mi mismo ¿Qué importaba que dijera ese sobre? De todas maneras, ya había perdido a mi hija, la idea seguía destruyéndome en completo silencio ¿Mariza sabría del estudio? Podía ser ¿había accedido porque él era el padre? No lo creía ¡no podía ser tan hipócrita! Podría realizar mi propio análisis, para tener completa certeza ¿de que serviría? Si el resultado era el mismo, me sentiría igual ¿y si era negativo? Puede ser también ¿y si no es el padre? Ana le decía así porque era más pequeña y aun no entendía ¿me diría papá algún día a mí? de ser negativo significaría que Mariza siempre me dijo la verdad y que el estúpido había sido yo ¿y porque no me diría del estudio? A lo mejor no lo sabía ¿sería algo solamente de Michael?  No creo que mantuviera el secreto de algo así, sabía que era una persona de mierda que guarda secretos ¿pero esto? Quizá para el no significara nada ¿era un estudio de Ana? Capaz que era algo referido a un caso ¿Qué hacía en una caja con código rodeado de fotos de mi hija entonces? Necesitaba saber ¿Qué pasaría…? La pregunta genero una respuesta automática en mi mente ¿Qué pasaría si de verdad no soy el padre? Sin importar Ana, Mariza o Michael que pasaría conmigo ¿caería nuevamente? podría ser, nada tendría sentido ¿caería más que antes?

-          Víctor – dijo alguien

Alce la vista encontrándome con Lucio, que me miraba de forma preocupada. Se sentó a mi lado cruzando un brazo tras mi espalda y me reconforto. Tomo el sobre con sus manos, aún permanecía cerrado. Recién ahí fue cuando ambos notamos que el sobre estaba manchado de lágrimas, ni siquiera había notado que lo estaba haciendo hasta ese momento.

-          ¿no lo has abierto aún?

-          No puedo – dije

-          ¿Por qué es un delito federal abrir cartas dirigidas a otra persona? – dijo de forma animada – no te preocupes tenemos buenos abogados y a fin de cuentas es un nombre falso.

No respondí, realmente no sabía que decir.

-          No creo que la Srta. Mariza sea capaz de ocultarte algo así – dijo

-          ¿y si fue capaz?

No me respondió al momento, se tomó su momento mirándome con cierta ternura.

-          ¿de que tienes miedo? – dijo

No conteste inmediatamente, me quede pensando mi respuesta. Mire el sobre y limpie mis lagrimas con las mangas de mi camisa, los lamparones quedaron como evidencia salada del dolor que todo eso me daba.

-          ¿Qué tal si leerlo me hace recaer? – dije finalmente – tengo tanto miedo de recaer Lucio.

Normalmente no lloraba en presencia de nadie, mucho menos de otro hombre. En esta ocasión en cambio simplemente me apoye contra el descargándome, no dijo nada simplemente puso una mano en mi hombro.

-          Extraño a mamá – susurre.

-          Era una maravillosa mujer – dijo él – si estuviera acá, diría que dejes de pensar así – dijo mostrando una sonrisa – podrás hacerle frente a lo que sea que te pongan delante.

Se puso de pie tendiendo su mano – eres un Vask, eres Víctor Vask y no hay nada imposible para ti – sonreí aceptando su ayuda y me levanté. Mire el sobre que aún estaba en el suelo, había llegado la hora. Para bien o para mal, debía enfrentarlo

Michael

Las horas pasaban mientras permanecía atrincherado, el tiempo se terminaba.

Tenía tanta hambre, las pocas horas de sueño me habían servido mucho, pero necesitaba, aunque fuera un trago de agua. El Sujeto había dado orden de disparo si intentaba salir por lo que no era una opción.

Finalmente llego el momento que estaba pensando, el sujeto golpeo nuevamente la puerta.

-          Michael – dijo – abre soy yo.

-          ¿Tienes el acuerdo?

-          Seré honesto contigo, al gobierno Nacional no le importa lo que tengas que decir de Sierra Leona – dijo – le interesa el atentado de hoy.

-          ¿y entonces?

-          No te darán inmunidad, podrás tener cierta libertad si tu amenaza es cierta, pero hay condiciones – dijo – una tobillera y un chip en el cuello.

-          Deciles que no hay trato, verán como el caos se apodera de su gobierno y los demás países los acusan de inoperantes.

-          No les importa, ha habido tiempos peores – dijo – acá la gente se olvida.

Que mierda, no tenía nada más con que negociar.

-          Trajiste algo de agua.

-          Tengo una botella, si salís podrás comer también.

¿Qué más daba? Corrí el librero que tenía cubriendo la puerta y los agentes pudieron pasar. Sin ofrecer resistencia deje que me esposaran de nuevo y me llevaran nuevamente a la habitación donde todo había comenzado, la sala del interrogatorio. Frente a mi ahora tenía todas mis pertenencias, incluido mi teléfono celular.

-          sonó siete veces, todas desde un numero privado – dijo el Sujeto – no volvieron a llamar.

Sin duda, William consideraría que estuviera capturado o incomunicado de alguna manera.

Me sacaron las esposas y frente a mi pusieron un sándwich con pan lactal y medio vaso de agua. Una comida que como mucho me duro dos minutos y que a fin de cuentas solo me hizo tener más apetito.

-          ¿Qué sabes sobre el atentado?

-          Richard Frederick Jonhson y Sergei Tchernenko, llegan al país hoy – el Sujeto abrió sus ojos sorprendido.

-          Así es, llegan hoy y es todo en extremo clasificado – dijo – ya se han tomado las medidas pertinentes.

-          Eliminé a decenas de sujetos cuyos gobiernos tomaron las medidas pertinentes – respondí – si no me sacan de acá, esos hombres serán eliminados.

El Sujeto se quedó pensando durante unos segundos, miro a la nada moviendo su mandíbula de una forma rara. Dirigió nuevamente su vista hacia mí, al momento que imagino había resuelto algo.

-          Tengo cierto rango de libertad contigo, me ayudaras – dijo – pero serás monitoreado y te pondrás tanto la tobillera como el chip en tu cuello.

Asentí sin decir nada, por el momento no tenía nada para objetar.

Me llevaron hasta una enfermería, me acostaron en una camilla y podía oír como comenzaban a preparar cosas a mi alrededor. Colocaron el chip en una especie de pistola y colocándola en mi cuello dispararon. El pequeño dispositivo se abrió paso en mi piel causando un poco de dolor, no les di el gusto de inmutarme. Luego los vi tecleando cosas en una computadora a mi lado mientras otro sacaba una tobillera que me coloco en pocos segundos, el agente seguía tecleando cosas dándole el visto bueno al Sujeto.

-          Listo – dijo entonces.

La tobillera era bastante simple, parecía tener algo uniendo las dos bandas imagino algo que no pudiera cortarse, mire al Sujeto que parecía no prestarme atención. Ya ingeniaría la forma de retirarla, lo mismo que el chip. Solo necesitaba un cuchillo y un poco de alcohol para esterilizarlo.

-          Me siento halagado – dije – me honran con lo mejor de la industria nacional.

El Sujeto río, me dirigió una sonrisa algo torcida y finalmente se acercó.

-          En realidad – comenzó diciendo – es un obsequio del país que tanto te gusta defender. Esta es una nueva tecnología que están colocando a modo de prueba en los centros de máxima seguridad de Inglaterra, el chip encriptado emite un pequeño pulso captado por la tobillera.

-          ¿un pulso para qué?

-          Si el pulso no es detectado, si la coordenada del chip cambia o si intentas violar la seguridad de la tobillera recibirás una descarga de diez amperes. Suficiente para detener la actividad cardiaca, morirás sin la atención médica.

Me quede duro, sin poder créemelo. Si era cierto, estaba en una situación mucho peor de que había podido llegar a imaginar.

-          Ahora hablemos, camarada – dijo riendo a mi lado.

No respondí nada.

Aun esposado fui llevado de la enfermería a otra habitación, esta parecía ser el centro neurálgico del sitio. Mostraba las cámaras repartidas por toda la ciudad y estaban planeando por donde pasaría el “convoy” con los dos generales. Su idea era hacerlos pasar como civiles como si se tratasen de un grupo de hinchas que solamente iban a ver un partido, mire cada cosa que tenían dispuesta haciendo una cara de desaprobación

-          ¿Algo que decir? – dijo el Sujeto.

Aparentemente me había estado observando todo el tiempo.

-          A estos tipos no les interesa capturarlos.

No respondió, la gente alrededor comenzó a mirarme ¿Qué hacia un prisionero hablando sobre una estrategia que debía ser clasificada?  El Sujeto sonrió acercándose mientras me acercaba al mapa.

-          Ahí – dije señalando aun con las manos esposadas – es el punto perfecto, rápido acceso a la autopista, posiblemente lenta respuesta de la policía, punto concurrido de tráfico. Fácil escape debido a la alta cantidad de civiles.

-          Me gusta – dijo el Sujeto – ¿eso haría William?

-          Posiblemente.

-          ¿no lo sabes? – dijo alguien.

-          ¿Quieres alguien que te lea el futuro? Busca una gitana, yo solamente doy una idea.

-          ¡Nadie sabe nada de esta operación! – grito alguien – hasta en inteligencia, somos pocos los que tenemos esta información.

-          Es verdad – comenzó a decir otro – si alguien compartiera algo de información ese serias vos.

-          Su inteligencia es un chiste y sus gobiernos son una mierda, créanme que quien está buscando matar a estos tipos, sabe más de lo que ustedes pueden llegar a deducir.

Nadie respondió nada, el Sujeto observo las pantallas sin decir nada, volvió mirarme y luego al mapa.

-          ¿Qué propones? – dijo el Sujeto.

-          Un cambio de ruta, usaremos rutas alternativas – dije – no nos meteremos en la autopista y propongo llevar más elementos, quizá con algunos autos más.

-          Si esto falla serás el único responsable ¿entiendes lo que significa? – dijo – ante un error, solo queda un derecho civil que puedan quitarte.

Asentí, obviamente lo sabía. Estos sujetos me liquidarían sin las cosas salían mal.

El Sujeto dio la orden de trasladarnos, debíamos movernos a la posición seleccionada por la Policía Federal donde nos encontraríamos con el capitán a cargo. Mire mis manos aun esposadas durante el viaje, a mi lado el Sujeto revisaba apuntes de alguna estupidez ¿Qué se supone que aporto esposado? Inútiles ¿no se dan cuenta?

-          Eres un idiota – dije entonces – tienes tu mejor elemento esposado en lugar de tenerlo coordinando escuadrones.

Parecería que ignoraba mi comentario, mantenía su mirada puesta aún en los papeles.

-          Dime una cosa Michael – dijo el Sujeto – la fecha que me diste corresponde a la inestabilidad de un golpe de estado días atrás ¿Inglaterra lo propicio?

No respondí, solo miré por la ventana. Digamos que es algo bastante complicado sencillamente porque la geopolítica no es algo simple, distintos jugadores mueven sus piezas y Si; gobiernos y estados, presidentes y primeros ministros todos caen, junto con decenas o centenas de miles de civiles. Lo importante es mirar el panorama completo, siempre hay algo más.

-          Es complicado – respondí finalmente.

-          Hay otro hecho, dos infantes – dijo – ¿para eso fue enviado tu escuadrón?

Mire directo a sus ojos, no parecía que fuera a desviar su mirada.

-          ¿de qué sirvo esposado? – dije en cambio.

-          Dame algo, si tienes algo que intercambiar puede mejorar tu situación

-          ¿puedes darte cuenta si miento? – pregunte con seguridad.

-          Inténtalo – respondió – ¿Tu escuadrón mato a esos niños?

-          ¿de qué me sirve contarte algo? – dije exhibiendo mis esposas – sigo siendo un prisionero.

-          No resolveremos nada– dijo sonriente – dime tu nombre real y te sacare las esposas.

-          Frederick Miller, nacido en EE.UU – dije

-          Así será.

Desvió su mirada, estábamos por llegar. Sin arma, esposado y custodiado como estaba seria más un estorbo que una ayuda.

El aeropuerto estaba “despejado” había cientos de agentes encubiertos como turistas o civiles, los generales aún no habían llegado cuando nos detuvimos en el estacionamiento.

-          Si me liberas podría ayudar empuñando un arma, sabes que soy un buen elemento.

-          ¿Qué garantía tengo de ti?

-          Tengo una tobillera capaz de detener mi corazón y me estas por decir que no tienes a tu disposición una opción nuclear.

-          ¿de qué hablas?

-          Sin lugar a duda tiene un botón o una opción de ejecutarme si no pudieran volver a capturarme.

No dijo nada, hizo una mueca y luego asintió, metió una de las manos entre sus ropas y me libero. Tomo las esposas junto con sus respectivas llaves las tiro bajo los negros asientos del vehículo, sonreímos al mismo tiempo y nos dimos la mano.

Pasaron dos horas hasta que vimos descender un avión comercial, para ese momento muchos agentes ya se nos habían unido. Se había armado el tan famoso “convoy” formado por tres autos adelante, uno detrás y el colectivo en el centro dentro del mismo me encontraba detrás de los dos generales y caminando por el pasillo el Sujeto divisaba siempre los alrededores. Si las cosas salían como estaban previstas debíamos llegar a la casa de gobierno en poco tiempo, una vez allí seria el mismo ejercito quien les brindaría seguridad. No pasaría.

En un momento, cercano al tramo que yo mismo había seleccionado un camión de basura nos rebasó, el Sujeto confiado ni siquiera les prestó atención. Llego hasta el primer auto y abriéndose la compuerta donde se arroja la basura un grupo de hombres con armas de guerra abrió fuego. El chofer del primer auto fue impactado por un disparo en la cabeza, ocasionando la colisión en cadena. En un movimiento desesperado el chofer se hizo a un lado impactando en el costado izquierdo con los restos del segundo auto con tal fuerza que el vehículo se dio un par de vueltas sobre la calzada quedando tirado sobre uno de los laterales, me había golpeado fuertemente la cabeza contra el asiento delante de mí. Como pude me incorporé revisando que ambos objetivos siguieran vivos, increíblemente si lo estaban. A mi alrededor, muchos yacían inconscientes o muertos mientras que otros comenzaban a incorporarse. Tome el arma de uno de los cuerpos disparando dos veces contra el vidrio frente al colectivo, de repente el techo de este comienza a ser acribillado. Me tire al suelo y como pude ayude a los dos generales, en el momento en el que tiraron granadas dentro fue que se armó el caos todos corrían pisando unos sobre otros. Corrimos lo más rápido posible, siendo mi única prioridad que esos dos tipos estuvieran aún con vida. El Sujeto, se unió a mi en el momento en el que salimos del colectivo y corriendo nos alejamos cubriéndonos contra uno de los vehículos que nos escoltaban al momento de que el colectivo voló en mil pedazos. Podía escucharse los disparos a lo lejos estaban acribillando a los supervivientes en los pequeños enfrentamientos que se iban generando, aparentemente llegaron refuerzos de su lado. Sabían, ellos lo sabían, si conocían el nuevo plan, teníamos un infiltrado.

Guíe a el equipo entre los restos de la colisión disparando a los hostiles que iban tomando cada vez más terreno, tras nosotros una gigantesca cortina de fuego se levantó cortando la ruta de escape. El Sujeto chequeo su arma – me queda poca munición, Michael – dijo. Si, la situación era realmente mala, necesitábamos apoderarnos de las armas de sus caídos. Comprobé mi arma, ahora solo quedaba la opción de avanzar.

-          Necesitare fuego de cobertura – le dije al Sujeto.

-          ¿qué harás?

-          Los voy a distraer, William tal vez ordene atacarme a mí.

-          ¿Solo?

-          Nuestros refuerzos están muy lejos aún, tienes que sacar el paquete de la zona.

Accedió asintiendo, ordenando a los pocos hombres que quedaban para que se prepararan para escoltar a los generales. A mi señal, todos abrimos fuego creando una brecha de unos pocos segundos que aproveche para avanzar posición flanqueando a parte del enemigo. Como imagine William me presto más atención a mí, tomando una nueva arma abrí fuego esta vez en solitario. Alcance a eliminar varios de sus hombres, no sabía cuantos minutos podría llegar a resistir, aunque el enemigo no me permitiría mucho tampoco. Estábamos en pleno territorio capitalino, no tardaría mucho mas en llegar la policía federal o alguien.

El Sujeto se había ido, la distracción si bien resultaba no podía resistir frente a tal presión. Divise a algunas decenas de metros una casa abandonada, si lograba allí podría atrincherarme y resistir algo más. Me levante de mi cobertura tirando una rápida ráfaga de disparos, avance unos cuantos metros entre coberturas distintas hasta que su presión aumento. Sus disparos silbaban alrededor, tuve que volver a retroceder cuando mi munición se agotó. Podía escuchar cómo me rodeaban, recordé mi tobillera. Si tenía algo suficientemente fuerte para darme un paro, también se supone que tendría algo para rastrearme, quizá aun sería un objetivo de William. Solté mi arma levantando las manos, me dieron una patada en el estómago tirándome al suelo atándome las manos y colocándome una capucha en mi cabeza. Sonreí, ahora solo debía esperar.

Mariza

La mañana comenzaba increíblemente mejor, Anita recibió el alta y el doctor nos aclaró que ya estaba fuera de peligro. Si bien había que seguir con controles por una semana más, todo indicaba que había sido un evento aislado.

Víctor nos invitó a ir a su casa, por lo que tome la oportunidad de decirle lo que tenía pensado acerca de La Fundación. Dijo que iba a ponerse en contacto con sus posibles candidatos, por lo que me distraje durante todo el día jugando con Ana. Llegada la noche aún seguíamos ahí, estábamos teniendo un momento de privacidad donde aproveche para disculparme con él. Era tarde ya cuando Lucio me llevo al departamento de Eva.

Esa noche, apenas pude dormir, la idea de deshacer de el mayor proyecto de mi vida me tenía inquieta. Desperté pasadas las seis de la mañana, tratando todo el tiempo de volver a conciliar el sueño. Cerca de las nueve finalmente decidí levantarme, Eva preparaba el desayuno, mientras que Ana veía alguno de sus dibujitos en mi celular.

Mi amiga me observo sonriente mientras dejaba la bandeja frente a Ana.

-          Princesa – dijo – te prepare; yogur light con cereales, jugo de naranja recién exprimido, unas tostadas de pan salvado con algo de mermelada baja en calorías y algunas frutas frescas cortadas.

-          Wow – dijo Anita – Gracias Eva.

-          ¿Quieres comerlo en tu habitación con los dibujitos? – preguntó sonriente.

La pequeña accedió mientras salía corriendo, seguida por mi amiga con la bandeja cargada. La vi volver pasados quince minutos y abrazándome de atrás, dio un tierno beso en mi cachete.

-          ¿me vas a decir que te pasa?

Se sentó a mi lado, aunque dejando bastante distancia entre nosotras ¿estaría enojada? Quizá el hecho de haber llegado tarde le disgusto.

-          Se te va a hacer tarde para llegar a la empresa – respondí.

-          Ya llamé para decir que no iba a ir – dijo – me quedare contigo y Ana para mimarlas.

-          Voy a abandonar La Fundación – dije – hable ayer con Víctor para que me ayude a encontrar un nuevo presidente.

Realmente, esperaba mucho más de ella. Como gritos o reproches, al menos algún que otro insulto, pero en lugar de eso. Solo bajo la vista sonriendo – bien – dijo.

-          ¿Eso es todo? – conteste – ¿No vas a decir nada más?

-          ¿Qué se supone que esperas que diga?

-          No lo sé – respondí – quizás un regaño.

-          No, me encanta pasar tiempo juntas, te amo a ti y amo a Anita – dijo – si crees que es lo mejor, te apoyare en lo que decidas.

Su respuesta me lleno de confianza, sonreí en el momento exacto cuando nuestras miradas se cruzaron. Se acerco dándome un abrazo y un beso en la frente.

-          Llegaste tarde ayer – dijo – ¿te dijo cuando irían a ver alguno de los candidatos?

-          Menciono que tal vez hoy, aunque tenemos que esperar.

El desayuno que comimos no se diferenciaba mucho del de Ana, compensaba un poco el no haber podido la noche anterior. Era como una inyección de energía en mi cuerpo, que me preparaba para un nuevo día.

Víctor llamo cerca del mediodía, realmente esperaba encontrarme con él temprano para ir a ver algunos de los candidatos. Me paso a buscar y me dijo que debía pensar menos las cosas, debía relajarme. Lucio nos llevó a un restaurante bastante exclusivo, me llamo la atención el hecho de que ninguno de nosotros había hecho una reservación. Entramos y automáticamente fuimos atendidos por uno de los empleados, hubo comentarios cruzados entre los empleados hasta que apareció el gerente del lugar.

-          Sr. Vask – dijo saludándolo primero – es un honor que nos eligiera este día.

-          Mesa para tres – respondió sonriente.

Dio un apretón de manos firme y ordeno inmediatamente que nos prepararan una mesa, llegando hasta el punto de que colocaran otra si es que no hubiera disponible, cosa que sucedió.

-          Srta. Márquez – dijo esta vez tomando mi mano dando un pequeño beso sobre ella – que placer tenerla nuevamente como mi invitada especial, se ve magnifica.

-          Si soy su invitada quiere decir que no debo abonar nada – respondí sonriente.

El sujeto lejos de corregir sus palabras simplemente sonrió diciendo que no había ningún problema, nos guiaron hasta la mesa preparada trayendo champagne de cortesía. Sacaron la botella de entre los hielos contenidos por el brillante balde de acero inoxidable, colocándola frente a nosotros. La cara de Victo había cambiado, se había puesto pálido mientras que parecía incapaz de decir algo ¿esperaba que dijese yo algo? Tal vez se sentía aun impotente ante este tipo de situaciones.

-          Disculpé, buscábamos un almuerzo natural, sin nada de estimulantes externos – dije – ¿puede traernos mejor agua sin gas?

El camarero primero confirmo con Víctor, quien asintió luego de cruzar miradas conmigo. El sujeto se retiró llevándose todo y ofreciendo unas disculpas que no eran necesarias, no había cometido error alguno. Luego de eso parecía que el ambiente se relajaba, devolviéndonos ese ambiente distendido para la charla.

Uno a uno, fueron llegando los distintos pretendientes. Realmente no me gustaba ninguno a pesar de que su trayectoria era buena, no se acercaban a lo que estaba buscando.

-          Ni se te ocurra que este machista de mierda ponga un pie en mi fundación – dije refiriéndome al último que había pasado.

-          Es una opción solamente – dijo – no recordaba que fuera tan radical, discúlpame.

Bueno realmente no estaba haciendo mal las cosas, estaba siendo dura nuevamente. Me relaje tomando su mano, me disculpe y el habiente volvía a estar estable entre nosotros.

-          La gente del restaurante nos va a echar por no consumir – dije

-          Tranquila, son amigos nunca se les ocurriría.

Sonreí contenta, me gustaba este Víctor seguro. Era como el de antes.

-          ¿Quién dices que es este sujeto? – dije.

-          Fue mano derecha de la mayor firma de electrónicos en el país, escalo posiciones hasta convertirse en el CEO más joven de América Latina.

-          ¿Qué hay de los emprendedores?

-          Estamos hablando de multinacionales, no de alguien haciendo calzado en un garaje – respondió con un tono sobrador – la revista Today’s Mánager, lo puso en cuarto lugar en su top ten de hombres más influyentes del medio.

-          Increíble.

-          Si, se abre paso en los mercados europeos y me comentaron que quiere abrirse camino en Asia, si lo consigue podría considerarse alguien digno con quien hacer negocios.

Sonreí para él, estaba más entusiasmado que yo por conocerlo.

Bueno sin duda alguna era un curriculum impresionante, pero no me terminaba de convencer ¿Sabia algo del bajo mundo? No me inspiraba confianza ¿Cómo trataría a las chicas, como números? Si así era, no me agradaba.

Exactamente a la hora señalada el sujeto llego, llevaba; traje de un color ocre claro, junto con una camisa blanca sin corbata. Lentes oscuros y un celular en su mano derecha, además de una amplia sonrisa. Se acerco primero a Víctor ofreciendo un firme apretón de manos.

-          Vask, deje esperando a un montón de gente espero sea suficiente prueba de mi interés en este proyecto – dijo sacándose los lentes.

Luego me ofreció su mano a mí, saludándome con delicadeza.

-          Srta. Márquez, es un gusto saludarla – dijo adulándome – me llamo Derek Hunt

Sonreí con protocolaria calidez mientras continuaba estudiando el perfil de este sujeto, se sentó frente a nosotros aun con su teléfono en la mano.

-          Es un gusto – dije – ¿es inglés?

-          No, nací en el país. Mi abuelo huyo de Europa luego de la segunda guerra mundial y al llegar conoció a mi abuela, se casaron poco tiempo después.

-          Dicen que los matrimonios que se dan en tan poco tiempo no resultan – dije.

Víctor me miro disimuladamente, efectivamente era algo dicho pensado en él

-          Para nada, se casaron muy enamorados – respondió – tuvieron catorce hijos

-          ¿Catorce? – dije – no sé qué hacer con mi pequeña Anita, que haría con catorce de ellas.

-          Vi algunas fotos, su hija es hermosa déjeme decirle.

Ambos sonreímos.

-          ¿Saben que son tendencia en las redes sociales ahora mismo? – continúo diciendo – se difundieron imágenes de ustedes dos en este lugar.

-          Siempre lo somos, empezamos.

La respuesta de Víctor le sacaba toda importancia al asunto, ni siquiera dando pie al que el tipo comentara algo más. Guardo el celular, quedando frente a nosotros dos.

-          ¿Alguna vez dirigió una fundación? – pregunte

-          No, realmente no.

-          ¿Por qué considera estar a la altura entonces? – dijo Víctor.

El tipo se tomó un momento.

-          Con todo respeto, no sé si lo esté. Tengo idea sobre la fundación Márquez, pero nunca me había interesado en profundidad.

¿Qué tipo de persona diría algo así? Decidí ver hasta donde llegaría antes de tomar una decisión.

-          ¿Qué hizo que se “interese en profundidad ahora”? – dije haciendo comillas en el aire.

El tipo me vio de forma divertida y mostrando una sonrisa respondió.

-          Creo que, si me dieran la oportunidad, podría llegar a demostrar mi valía – dijo – tengo muchas empresas que estarían encantadas de financiarme y aportar el dinero para continuar por la misma línea de pensamiento creada por la Srta. Márquez

-          Bueno la fundación ahora está en declive – dije – no podremos mantenerlas a todas.

-          Como idea – dijo – ¿Por qué no apadrinar a las chicas? Podemos tener a una chica o varias apadrinadas por una compañía. El nombre que la fundación tiene es enorme y sería fácil para mí, lograr que colaboren.

-          Me parece fantástico – dijo Víctor – ¿Qué piensas?

Esta vez me estaba mirando a mí, sin duda de los que vino era el mejor ¿Valia la pena para dirigir el proyecto más importante que había tenido?

-          Creo que es algo que deberíamos conversar en privado – dije mirando a Víctor.

El sujeto sonrió asintiendo, parecía que tenía algo entre dientes, no lo dijo y tampoco se lo pregunte. Con una elegante invitación, sugerí que almorzáramos algo. Ya eran pasadas las dos de la tarde cuando finalmente terminamos, la gente del restaurante trajo la cuenta nuestro invitado insistió en pagar él. Definitivamente quería el puesto, aunque se encargó de ocultarlo con falsa modestia. Salimos todos juntos mientras el tipo este se despedía de ambos, si este era el sujeto que se encargaría de la fundación ¿Qué haría yo? Al levantar la vista note que quedábamos nuevamente solos, es decir “solos” tan solos como se puede estar en una ciudad tan inmensa.

-          ¿Qué opinas? – pregunto

-          Me gusta – dije con un tono melancólico

-          ¿Qué pasa? – dijo – es el indicado.

¿sabía que cruzaba por mi mente? era fácil de predecir o tal vez me estaba volviendo un libro abierto con mis sentimientos, sonreí dando por finalizado el tema.

-          ¿crees que fracase? – pregunte – hice lo mejor que pude

Me observo durante unos segundos hasta que sonrió ¿fue ese el momento en el que una frase perfecta se creó en su mente?

-          Tal vez tenías ideas muy filantrópicas, para este tipo de sociedad.

Definitivamente si, era una frase perfecta.

-          ¿Quieres hacer algo? – dijo entonces.

-          ¿Algo como qué?

Sonrió sin decir nada, Lucio paso a buscarnos, aunque tampoco me dijo donde iríamos. Víctor permanencia animado, hablaba mucho de todos los temas posibles. Todo menos de la fundación, apreciaba mucho eso. Era un detalle muy lindo, me gustaba saber que intentaba hacer algo lindo para mí.

Bastante alejado de la ciudad, se encontraba la pista de patinaje “Phitos” ubicada en un inmenso predio. El lugar no era algo desconocido para mí, tenia; una hermosa pista de patinaje, con una baranda que aislaba todo el perímetro de la pista, una tienda de golosinas sobre uno de los extremos alejados de la calle, una tienda con los clásicos “recuerdos” de siempre, con nombre de la ciudad o de otras ciudades importantes y en el frente un enorme cartel con el nombre que ahora tenía otro encima; “CERRADO”

Lucio se detuvo al final de ese inmenso estacionamiento, descendimos en completa soledad. Era algo completamente impensable, no estábamos tan lejos de la ciudad y tenía rápido acceso a la autopista. Nos acercamos al local que parecía estar cerrado, alguien salió a recibirnos.

-          Buenas tardes Srta. Márquez – dijo tomando mi mano – Sr. Vask, pasen por favor.

Lucio se acercó al hombre dándole un sobre ¿había reservado toda la pista? Si bien era un detalle muy lindo me hacía pensar ¿para qué cerrarlo?

-          ¿Qué talle Srta. Márquez?

-          Treinta y cinco

Víctor ya estaba en la pista, se movía bastante bien. Aunque el hecho de verlo “aletear” de vez en cuento me causaba mucha gracia, me acerque a él sujetándolo del brazo.

-          Es un muy lindo detalle.

-          A mi mamá le encantaba esto, ella sabía patinar bien – dijo tomando mi mano – nunca fui muy bueno, creí que con un poco de suerte podría llegar a gustarte.

-          ¿por eso la reservaste?

-          Si y no – respondió – la otra razón es que me da pena pasar vergüenza frente a la cantidad de gente que sabe venir.

sonreímos, me encantaba el momento. En un momento lo dejé solo, di un par de vueltas a la pista y a su alrededor alardeando de superar a “un Vask” como él siempre se definía. Lo veía como intentaba mantener el equilibrio por si solo entreteniéndome yo con sus “aleteos”, volví a acercarme a él tomándolo esta vez de la mano.

-          Tienes que coordinar tu cuerpo, uno, dos – dije marcando el uso de las piernas – con delicadeza, uno, dos.

Dimos un par de vueltas a la pista, tomábamos velocidad y simulamos un tonto baile en el que el me hacia dar una vuelta bajo su mano o jugábamos que bailábamos un vals.

-          Estaré cerca – le dije.

Lo solté dándole un pequeño empujón, pudo patinar por un amplio trecho. Lo escuche reír con alegría hasta que en un movimiento rápido perdió el equilibrio, sus pies se adelantaron a su cuerpo y cayo desplomado de espalda con un sonido seco contra la pista. Tuve que ahogar mi impulso de reírme, pero al ver que era el mismo quien se reía a carcajadas me uní a él ayudándolo a que se levantara del piso. Al reincorporarse quedamos prestamente enfrentados, la tensión subió mucho y ambos quedamos en silencio mientras cada uno contemplaba los ojos del otro.

-          Bueno – dijo el alejándose – ya debemos irnos, tienen que reabrir el lugar.

Su interrupción me descoloco, creí que iba a besarme. Ósea ¿para qué organizaría todo aquello sino tenía pensado hacerlo?

Lucio se encargo de llevarnos de vuelta, la sensación que había entre nosotros al momento de estar en el espacioso asiento de atrás era muy incómoda. Se mostraba distante y apenas me hablo, al llegar al departamento de Eva con un escueto “nos vemos” cerró la puerta.

La cosa quedo dándome vuelta por la cabeza, preferí no darle mayor importancia al asunto. Tome el ascensor llegando al “PH” luego de un día muy agradable, Eva me recibió con una con una copa de vino blanco. Al parecer Anita pasaría la noche con una amiga por lo que teníamos el dpto. para nosotras solas.

Nos sentamos en el mullido sofá al momento del brindis al son del fino sonido de las copas.

-          ¿Cómo la pasaste? – pregunto.

Su sonrisa parecía se notaba sincera como siempre, decidí contarle todo por lo que habíamos pasado. Los candidatos, los idiotas que habían sido algunos hasta la llegada del posible elegido. Sin embargo, me reserve la sesión de patinaje con Víctor, conociendo a Eva lo desaprobaría de forma tajante.

Tomo el resto de su copa de un solo trago y poniéndose de pie activo el equipo de sonido con un control que tiro al suelo. La relajante música se encargó de llenar el ambiente, creando un hermoso momento. Se coloco detrás mío y comenzó un masaje muy lento, acariciando mi cuello con delicadeza y cariño. Pasados unos minutos se detuvo, reclino mi cabeza y me dio un beso en la frente. Sonrió y se alejó dejándome sola, este día estaba resultando ser bastante largo. Mi mente pensó durante unos segundos en todo lo que había sucedido, desde el almuerzo hasta la pista de patinaje. Casi inconscientemente sonreí, saqué mi celular buscándolo entre mis contactos; Victor Vask, enviar mensaje.

-          Hola, la pase muy bien ;) recién llego a casa (19:39)

Me quede mirando la pantalla hasta que figuraba que lo había visto, no respondía ¿me había ignorado? Es decir, lo había leído era educado responder a un mensaje que ya has leído, volví a mirar la pantalla. Habían pasado tres minutos, seguía sin responder. La voz de Eva me saco de mis pensamientos, me levante en el momento justo que mi teléfono vibro.

-          También yo, aun me duele la espalda :[ que hacías (19:44)

Sonreí acordándome del golpe que se había dado, pensé durante un segundo y tomando asiento envíe una respuesta

-          Bebía una copa de vi…

Me detuve borrando todo el mensaje, no era lo más conveniente luego de su reacción en el restaurante.

-          Platicaba junto a Eva de cómo nos había ido, me gusto tu idea de la pista de patinaje (19:45)

-          Gracias, fue algo que se me ocurrió a último momento, no quería verte triste (19:46)

Sonreí unos segundos mirando fijamente la pantalla, la voz de Eva volvía a distraerme.

-          Gracias, si quieres hablamos más tarde (19:47)

-          Claro, no hay problema. Beso (19:47)

-          Besos (19:48)

Dejé mi celular sobre el mullido sofá dirigiéndome a buscar a Eva, la encontré en el baño. Había preparado la enorme bañera con abundante agua caliente, mucha espuma, sales y pétalos de rosa.

-          ¿Qué es esto?

-          Esto, es la respuesta a un mal día – dijo acercándose – apenas te fuiste comencé a preparar todo.

Comenzó abriendo mi blusa con tranquilidad, la observe sonreír mientras lo hacía. Poco a poco fui quedando completamente desnuda, mientras tras cada prenda que sacaba iba depositando un beso en el lugar correspondiente. Me ayudo a entrar en la bañera llena de abundante agua, encendió el hidro-masaje creando una infinidad de burbujas mientras comenzaba un relajante masaje en mi cuello.

-          Te he extrañado con demasía – dijo.

Mire arriba encontrándome con sus ojos, sonrió dándome un beso en los labios.

-          Relate – susurro.

Me gustaba sentirme tan consentida, entre las burbujas y sus dedos mi cuerpo estaba completamente alejado de las tensiones del día, cerré mis ojos dejándome mimar. Por mi mente paso el día al lado de Víctor, cada momento me mostraba lo mucho que había madurado frente a la versión que había conocido hace cinco años; “fue algo que se me ocurrió a último momento, no quería verte triste” ¿en qué momento su antigua personalidad me diría algo así? Sonreí de oreja a oreja contenta, hasta que por mi mente también paso la caída de Víctor, cosa que hizo que comenzara a reírme.

-          ¿Que? – dijo Eva divertida.

-          Nada – dije evitando el tema – las burbujas me hacen cosquillas.

Sonrió apagándolas mientras tomaba una fina esponja entre sus dedos, aplico un jabón con una magnifica fragancia y comenzó a pasarla por mi brazo derecho. Lo levanto pasando por debajo hasta casi terminar la axila bajándolo con suavidad, luego repitió el mismo proceso con el izquierdo. Poco a poco iba enjabonando y enjuagando cada parte de mi cuerpo, me ayudo a salir de la enorme bañera mientras comenzaba a secarme. Siempre en sus ojos se podía ver una mirada muy intensa, tanto que adivinaba cada uno de sus pensamientos. Sonreí hacia ella con picardía, tomo mi mano tirando de ella como si fuera una niña impaciente hasta llegar a su habitación.

Me recosté en su enorme cama, recordaba la última vez. Esperaba que no se le ocurriera volver a someterme, para mi sorpresa solo apareció con una copa, un cinturón y una botella a su cintura ¿Qué se supone que haría?

-          relájese Srta. Márquez, si quisiera abusar de usted ambas sabemos que podría hacerlo.

No fue tanto la respuesta que dio, sino la sonrisa que apareció tras sus palabras. Era la segunda persona en el día que adivinaba de manera exacta mis pensamientos ¿me estaría volviendo predecible? Sin duda alguna, el sexo con Víctor era especial en el sentido de que era mucho más…romántico, por decirlo de alguna manera.

La pequeña botella atada a su cintura era un aceite corporal, agrego una cantidad abundante sobre mis piernas. El refrescante liquido resbalaba por mis curvas mientras era juntado delicadamente por sus dedos. Bajaba hasta mis tobillos y presionando suavemente subía nuevamente hasta mis nalgas. Las masajeaba hundiendo sus dedos y presionando los nudillos hasta llegar a la parte baja de la espalda, sentí nuevamente como caía nuevamente el escurridizo líquido que resbalaba por mi cadera cayendo sobre las finas sabanas. Sus dedos resbalaron hasta mi cuello acariciando toda mi espalda y volvieron a bajar.

-          Estas muy mimosa hoy – dije.

-          Eso pasa cuando alguien te importa tanto.

Nuestras miradas se cruzaron dibujando en ambas una amplia sonrisa, Eva continuo con su trabajo bajando nuevamente. Sus manos se deslizaron nuevamente bajando por mis nalgas deslizándose entre mis piernas en esta ocasión.

-          Eva

-          leí en una revista que en las mujeres la tensión se almacena en todos los músculos – respondió sonriente.

No respondí, solo cerré los ojos dejando que sus dedos recorran la superficie que deseen. Sus resbaladizos dedos entraron en mi en un primer intento arrancándome un suspiro, la vi sonreír al momento que salía y volvía a la carga en un vaivén exquisito y perverso que subía mas mi temperatura y agitaba mas mi respiración.

Continuo con sus mimos, pero ahora su sonrisa en esta ocasión se había borrado, acariciaba cada centímetro de mi piel alborotando mi mente ¿Qué había cambiado?

-          Boca arriba – dijo

Comenzó nuevamente, el viscoso liquido cayo con una fina línea subiendo por mis piernas hasta mi cintura. Sus manos acariciaban y mimaban cada parte de mi cuerpo con tanto amor como siempre.

La sentí subir nuevamente resbalando sobre mi hasta llegar a mi entrepierna introduciéndose nuevamente, acariciaba mi piel estimulándome más y más mientras comenzaba a centrarse en mi clítoris. Agrego más aceite, acariciándolo con suavidad relajando toda la zona.

-          ¿Para qué es la copa? – pude preguntar entre jadeos.

-          Lo vi en un video hoy – respondió.

Hundió finalmente sus dedos en mi comenzando un frenético movimiento mientras subía con sus besos lentamente hasta llegar a mis senos, mordiéndolos con fuerza. Mi cuerpo se tensaba, llenándose de un movimiento involuntario tras otro mientras, completamente aislada del mundo. Mi cuerpo se retorció una y mil veces entre sus caricias.

Agotada y sin fuerzas observe a Eva, su copa ahora contenía una pequeña medida de un misterioso liquido que no tarde en deducir que era.

-          Eso es lo que se conoce como squirt – dijo

Hizo una seña hacia mi como si de un brindes se tratará y se lo trago de una sola vez.

-          Eres una pervertida muy desquiciada.

-          Al menos pienso en ti cuando lo soy – respondió.

Se bajo de la cama y comenzó a juntar las cosas tiradas por el suelo.

-          ¿A qué te refieres? – me apresure a preguntar – Eva

-          En un momento mencionaste a Víctor.

¿Qué mierda?

-          Eva, lo siento muchísimo. Perdóname por favor, fue un día…extraño.

-          Lo que digas – dijo al momento que se ponía los zapatos – date una ducha, iré a preparar la cena.

Ahí me quede sola en la cama preguntándome porque mierda lo había mencionado, fuera lo que fuese necesitaba darme un baño para meditarlo bien. Esperaba que el baño y una tranquila y dulce noche pudieran ayudarme, pero no seria así. La noche seria trágica.