Historias De Oficina-18-
Mientras se afinan detalles para que la nueva administración tome el mando de las Industrias Vask en Europa las cosas se salen de control, es preciso capturar de una vez por todas a Sara.
Capítulo 18 (Nuevo CEO)
Desperté encontrándome sola, el confortable colchón de la cama matrimonial me tentaba para no abandonarlo. Me abrace a las suaves almohadas cargadas con el perfume de Víctor, inhale profundamente llenando totalmente mis pulmones con él.
Pensaba en la primera vez que ingrese en la compañía mientras bajaba las escaleras principales de la mansión Vask, que ridícula primera impresión había tenido y aun así los mismos pensamientos románticos y melosos que pasaban por mi mente siempre habían pasado por la suya también.
- Buenos días Mariza, te ves hermosa esta mañana – Saludo respetuosamente con una amplia sonrisa.
- ¿Te refieres a que otras veces no? – inmediatamente se sonrojo bajando la mirada – estoy jugando Natalia muy buenos días – respondí inmediatamente con una sonrisa, su actitud volvió a relajarse borrando el enrojecido tono de su piel – ¿Hay café?
- Por supuesto Mariza, inmediatamente te lo preparo ¿con dos cucharaditas de azúcar?
- De ninguna manera Natalia, se perfectamente donde se encuentra la cocina, sigue con tus tareas no te preocupes por mí.
Simplemente no entendía como Natalia se negará a entender que no la necesitaba para algo tan simple como servirme un café. La cafetera se encontraba caliente todavía, una buena taza sería suficiente para recargar mis energías y seguir adelante con mi único propósito para ese día: tratar de arreglar las cosas con Eva, pero al darme vuelta y verlo ahí causo tal sorpresa que la taza termino cayendo al suelo.
- ¿Soy tan feo acaso? – replico sonriente, llevaba una fuente en sus manos – vine para ver como seguías… estuve toda la noche para tratar de recordar cómo eran los panqueques que la Sra. Sáenz hacía para mí. Fueron muchas las veces que le rogué para que me enseñara hasta que un día accedió.
Mi vista solo se concentró en la mirada hipnótica que siempre tenía y en el recuerdo de la última vez que discutimos.
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- ¿Qué le pasa a todo el mundo? – Michael no me miraba solo escribía algo en su computadora mientras daba instrucciones por handíes
- El Sector-Dos ya no es seguro para vos. Te vas, vuelves a mansión Vask…
- Yo no tengo la culpa de lo que paso, trate de manejar la situación de la mejor forma posible
- Esa mujer tuvo tiempo suficiente para rastrearte, encontrarte y seguirte, pero ¿de qué manera? ¡No hay chances que supiera que estabas acá! La única alternativa que se me ocurre es que hallas sido tan estúpida para llamar a la compañía con el celular que yo te di para dar todos los detalles de donde se iban a reunir – mire inmediatamente hacia otro lado sin saber que debía decir – ¡ahh no puedo creerlo realmente! lo único que te dije antes de que te fueras es que no lo uses para comunicarte ni con la compañía ni con tu amiga ¡y fue lo primero que hiciste! Te vas.
- Fue sin querer, de verdad… no me di cuenta realmente. Fui entrenada, puedo ayudarte a defender este lugar.
- No digas pavadas por favor. Necesito que te vayas.
- No, me voy quedar – dije tratando de tomar un arma sobre la mesa, pero Michael adivino mis intenciones y me detuvo dándome un fuerte golpe en la mano.
- No discutas – dijo tomando el arma – necesito que escolten a mariza a uno de los autos de forma inmediata – ordeno enojado a través del handies.
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Lo mire con mucha bronca cosa que no pasó desapercibida para él, con un fuerte golpe tire la bandeja al suelo desparramando los panqueques que se mezclaron con el café ya derramado.
- Supongo que seguís enojada – dijo mirando al suelo con una mirada tranquila, aunque se podía apreciar cierta tristeza en ella – pero ¿sabes qué? hubo un momento de mi vida en el que le hubiera rezado a todos los dioses y santos que me dijeran si eso fuese necesario para conseguir algo como lo que acabas de tirar al suelo.
Su respuesta había conseguido ablandarme, haciéndome sentir una clase de niña estúpida, conocía la niñez que tuvo, no podía ser tan desconsiderada ante un detalle tan tierno como ese.
- Michael… lo siento, no sé qué me paso.
- Descuida, supongo que me lo merezco por haberte lastimado
Su tan tenue mirada distaba mucho de aquellos ojos rebeldes y desafiantes que conocí por primera vez. Parecía que los sentimientos guardados dentro de su corazón afloraban poco a poco mientras más tiempo pasaba a mi lado. Me ayudo a limpiar el enchastre en que se había convertido la cocina.
- Lo Lamento muchísimo, de verdad – comencé decidiendo apenas terminamos, todo su trabajo había terminado en el suelo.
- Ya te dije que no te preocupes.
- Creo que tu corazón te jugo una mala pasada conmigo – respondí recuperando la sonrisa.
- ¿Mi corazón? … ¿piensas…? ¿piensas que me pasa algo con vos?
- ¿Te gusto Michael?
- ¿Qué? Por supuesto que no – soltó estallando en carcajadas – lamento derrumbar su teoría mi querida Srta. Márquez. No puedo negar que siento algo por vos, pero definitivamente no es amor, tal vez curiosidad. Tenemos algunas cosas en común.
- ¿Cómo qué?
- Ambos somos huérfanos.
Mis pensamientos empezaron a revolotear alterados ante la respuesta de Michael ¿Cuánto sabia realmente?
- ¿Sabes sobre eso? – asintió – ¿Sabes del viaje que hice con mis amigas? – volvió a asentir.
- Lo sé todo – un nudo se formó en mi garganta mientras sentía como mi cara enrojecía – tranquilízate, todo estaba bien, estas a salvo conmigo.
Permanecí mirando el brillo de sus ojos, su sonrisa seguía como siempre presente, nunca había dudado de sus contactos, pero…. ¿sabía absolutamente todo? Me sentía tan expuesta, tan pequeña, pero de alguna manera segura, como siempre.
- ¿podemos hablar con tranquilidad acá?
- Claro que si
- ¿no hay cámaras ni micrófonos cierto?
- No, no te preocupes - realmente no tenía idea si todo estaba tan lleno de cámaras y micrófonos como las industrias Vask o no, pero tal vez si Víctor escuchaba, aunque sea una parte de la vida de Michael podría entender porque era como era.
- Igualemos las condiciones ¿te parece? Poco tiempo después de terminar mis estudios la Sra. Sáenz falleció, realmente no me interesaba absolutamente nada del dinero que podría llegar a obtener, simplemente tome la ropa que creí que fuera a necesitar y me fui.
- ¿Así como así? No lo entiendo ¿Por qué irte?
- Porque nuevamente estaba solo, mis hermanastros seguramente se alegraron cuando tome esa decisión, pero el problema seguía siendo el mismo ¿Dónde ir? Alquile una pequeña habitación de un hotel rasposo mientras tomaba una decisión que cambiaría mi vida, entrar en el ejército. En poco tiempo me había convertido en un muy buen soldado, pero tuve una discusión con un oficial y hubo un cruce de golpes, me encerraron por eso, pero al salir tenían preparada una oportunidad única para mí.
- ¿una oportunidad? Si fuera yo hubiera desconfiado ¿Por qué recompensar a un soldado rebelde?
- Era un programa especial en el que solo entraban los mejores, pese a que tuve un día lleno de cruces con mis superiores y terminé peleándome con uno, no podían negar que era un elemento de elite, fui a estudiar a Europa, más específicamente a Londres. Luego de dos años termine mi entrenamiento…luego siguieron misiones y…. otras…capacitaciones, pero no tiene importancia.
- ¿de qué se trataban las misiones?
- Lucha contra el terrorismo. No quiero hablar de eso, traen malos recuerdos – me había hecho sentir mejor que me contara parte de su pasado, sentía que no era tan injusto si ambos manejábamos información del otro.
- Tengo que ir a la empresa ¿Quieres venir conmigo?
- No creo que a tu novio le agrade mucho la idea.
- No pasa nada, estarás bajo mi extrema vigilancia de ese modo no habrá riesgo que sabotees nada – contraataque sonriente.
- Otro día, ahora si me disculpa Srta. Márquez tengo algunas cosas para hacer, buena suerte.
Con un suave beso en mi frente se retiró, parecía más ansioso en salir de mi vista que otros días, seria cosa de esperar que tenía pensado Michael.
Tuve que preparar otro café ya que con la charla de Michael lo había pasado totalmente por alto, mi estómago rogaba por favor que le diera algo para consumir. Ya con energías recargadas busqué a Lucio por la casa o al menos así me parecía que se llamaba el chofer personal de Víctor, aunque al darme cuenta de que no podía encontrarlo simplemente decidí llamar a un taxi hasta la compañía pero que sorpresa me lleve cuando me dijeron que no podía salir de la casa sino era con personal autorizado.
- Buenos días caballeros – comencé diciendo mientras me acercaba a la seguridad de la puerta norte de la propiedad – hace media hora llame para pedir un taxi y me dijeron que llegaría pronto ¿no vieron nada?
- Buenos días Srta. Márquez – uno de ellos se me acerco, debía tratarse de la persona al mando – Si, en efecto llego un taxi buscándola, pero pagamos su viaje y le dijimos que se vaya.
- ¿Que? ¡Acabo de pedirlo, estaba esperando para nada!
- Lo lamento muchísimo, pero no puede salir de la propiedad sin estar acompañada por algún miembro de seguridad.
- ¿Que? Esto es una estupidez, llamare inmediatamente a Víctor.
- Lo lamento mucho señorita, puede llamar al Sr. Vask si así lo desea, pero son sus órdenes. Protegerla en todo momento.
Nuevamente me encontraba prisionera, pero nuevamente no tenía más opciones.
- Está bien – me resigne simplemente – ¿pueden llevarme usted?
- Lo lamento, pero esa no es mi función. Deme dos minutos y conseguiré a alguien.
Espere en la entrada contemplando la libertad que allí se hallaba, no veía la hora de volver a tener una vida normal, lejos de balas, gánster y fanáticos por la violencia. Pasaron unos cuantos minutos hasta que un hombre vestido con un elegante traje negro apareció frente a mí, ocultaba sus ojos pardos tras unas gafas de sol que de alguna manera pegaban con la seria expresión que dejaba apreciar, un sentimiento de nostalgia se apodero de mi al ver subir a Luke a uno de los autos designados para la seguridad de la propiedad. Avanzo un par de metros poniéndose a la par mío, los poderosos portones se abrieron una vez que había subido ya al vehículo ocupando el asiento trasero, el motor rugió y emprendí finalmente el camino hacia las industrias.
- Siempre nos vemos en momentos de estricta cuarentena, eso por lo menos es raro ¿No lo crees así?
- Si usted así lo cree.
- ¿Vuelvo a estar bajo tu cuidado?
- Más estricto que antes Srta. Márquez. Dejarla por su cuenta fue un error.
Me detuve a pensar en todos los recursos comenzaron a venir a mi mente, el viaje en avión desde el aeropuerto de Berlín, la aparición de Michael, el tiempo secuestrada, todo el miedo y angustia por el que había pasado. Llegamos a las industrias Vask, la seguridad nos dio la bienvenida y tan solo en unos pocos segundos después estábamos adentro.
Las chicas de la recepción me saludaron tan afectuosas como siempre, de hecho, todo el mundo lo hizo. Luke siempre a mi lado me acompaño hasta el ascensor principal, este comenzó a subir llevándome hasta el último piso. Las puertas se abrieron ante mi mostrándome un ambiente de trabajo y orden, camine a paso rápido tal como lo hubiera hecho cierta amiga a la cual extrañaba. Me detuve frente al escritorio de Eva observándola con una sonrisa, aunque ella solamente se dedicaba a teclear algo que desconocía.
- Bienvenida a las industrias Vask mi nombre es Eva, el señor Víctor tiene una agenda muy ocupada el día de hoy, pero si lo desea podría ver en qué momento llegaría a atenderla.
- Muchísimas gracias, pero en realidad vine a hablar con usted.
- Tengo demasiado trabajo como para distraerme, tengo que terminar de enviar estos correos electrónicos, revisar mis estudios y comenzar con un estricto curso a distancia.
- Está bien, esperare el tiempo que sea necesario para hablar con usted nena linda – hizo un mal intento por ocultar una amplia sonrisa sin apartar la vista de su pantalla y continuo con su trabajo.
Simplemente decidí esperarla, tomé asiento y comencé a jugar con mi celular. Cada tanto Eva levantaba la vista, como si comprobara que todavía estaba ahí luego volvía la mirada a su pantalla y continuaba con su trabajo. Hasta que de forma inesperada y luego de un tiempo que se me hizo eterno, simplemente se levantó de su silla dio la vuelta a su escritorio tirándose a mis brazos. Su abrazo era fuerte y desesperado, su respiración muy alterada, la note asustada. La oficina entera podía observarnos, pero realmente no me importaba lo que cualquiera de ellos pudiera decir. Acaricie su caballo como pude, dejando que deje ir lo que sea que estaba lastimándola. Por mi mente paso también mi cruce con Lucas y me sentí una basura de nuevo, hubiera dado cualquier cosa con tal de que ese hecho nunca hubiese existido.
- Estoy asustada – logro decir al fin sin despegarse de mi cuerpo, aunque la fuerza con la que me sostenía había disminuido
- ¿Qué paso?
- Me ascendieron. Víctor deja la compañía y me recomendó a mi como su reemplazo.
- Eva…Eso es fantástico ¿estas mal por eso? Muchos otros matarían por tener una oportunidad como esta.
- Porque no la tuvieron nunca, yo estoy aterrada – se incorporó sentándose a mi lado dejando ver como sus bellos ojos estaban enrojecidos y llenos de lágrimas – ¿Cuántas personas viste desde el momento que entraste en el edificio? Yo no veo personas, veo familias, si fallo en mi trabajo lo primero que hará la nueva dirección será empezar a despedir empleados para poder afrontar las perdidas. No puedo dejar que eso pase, voy a rechazar la oferta.
- No puedes hacer eso, si Víctor te nombro como su sucesora es porque realmente quiere que continúes con su labor, es tu oportunidad de cambiar las cosas. Puedes hacer que toda esta locura de seguridad extrema termine y devolverles a todos los empleados la tranquilidad. No te rindas amiga, podes hacerlo.
Me observo visiblemente más contenida mientras sus delicados dedos intentaban juntar todas las lágrimas que acumulaban sus ojos una vez logrado levanto el rostro mostrando una bella sonrisa. Como lo hacía antes de la evitable pelea que tuvimos.
- Le avisare a Víctor que estas esperando - comento volviendo a su lugar.
- No te molestes amiga, puedo encargarme sola.
Me despedí de ella abrazándola con toda la fuerza que tenía, la esperanza de que las cosas se arreglasen me ilusionaba.
Abrí la puerta entrando sin ningún problema cerrando con llave tras de mi para que nadie nos molestase. Al verlo sentí lo mismo que sentí el primer día, ese momento en que nuestras miradas se cruzaron, el primer momento que nuestros labios comenzaron a desearse, un profundo sentimiento invadió mi corazón llenándolo de fuertes deseos y ternura. Me acerque totalmente convencida de lo que iba a hacer, el hecho que hubiera ordenado mi total custodia me hacía pensar ¿que había atrás de esa orden, solo miedo? “¿tienes dudas mi amor?”. Michael solo era un amigo, un impredecible y extraño amigo, pero simplemente eso. “Juguemos Víctor” debía mostrarle que solamente estábamos nosotros, que para mí solo estaba la conexión que habían logrado nuestras almas. Hacerlo ahí sería un mensaje, no importaba donde ni cuando, yo le pertenecía tanto a él como el a mí.
Me acerqué de la forma más sugerente que pude mientras mis ojos trataban de analizar que ocurría en su mente, existió un intento de conversación, pero fue extinto cuando mis labios chocaron contra los suyos, sus manos se apresuraron en tomar mi cintura, pero fueron detenidas por las mías teníamos todo el tiempo del mundo. Noté como se impacientaba, sonreí contra sus labios mientras en un nuevo intento logró deslizar sus manos bajo mi blusa, con delicadeza y habilidad sus recorrieron mi cuerpo expuesto atrayéndome más contra sus labios. Mi cuerpo se arqueo totalmente ofreciéndose a las suaves mordidas que mi cuello estaba ahora recibiendo.
Sentada sobre sus piernas podía sentir como algo creía debajo de mi cola mientras la silla se inclinaba hacia atrás quedado casi totalmente sobre él, sus dedos desprendieron con cuidado mi blusa haciendo que esta acaricie mi cuerpo en su camino al suelo. Sus manos ahora con una mayor visibilidad se encargaron de recorrer cada parte tomándose su tiempo e impacientándome segundo a segundo. Totalmente de sorpresa Víctor se incorpora, dándome apenas tiempo de sostenerme de su cuello, con un violento golpe de su mano tira todo lo que se encontraba sobre su escritorio para depositarme ahora a mí.
Sus labios acariciaron los míos mordiéndolos con suavidad y tirando de ellos mientras descendía por mi cuello. A medida que su lengua bajaba podía sentir como mi respiración aumentaba haciendo que mi pecho suba y baje cada vez con mayor velocidad, sus manos se apoderaron de mis senos apretándolos con fuerza para luego ser atacados por su lengua, me acerque más a él ofreciéndome aún más mientras que de mi boca sale un profundo gemido totalmente cargado de excitación y placer. De forma cada vez más brusca sus dedos rasguñan mi piel, descienden hasta mi cintura y desprenden mi pantalón arrancándomelo de una sola vez junto con mi ropa interior, este cae al suelo de forma estrepitosa causando mi sorpresa. Víctor se apresura a desvestirse tirándose luego sobre mí, mostrándome cada vez un estado de mayor violencia y sin medir palabra alguna o realizar algún juego previo entra en mi de forma apresurada, tosca. Mi cuerpo lo recibe haciéndome soltar un fuerte quejido de dolor. Sus movimientos son bruscos, dolorosos, me lastiman, me remuevo bajo el. Uno de sus manos toma mi cuello y lo aprieta con fuerza sin que sus movimientos se detengan. Me asusta que pueda pasar por su mente, pero no por mi sino por él. No estaba asustado ¡estaba aterrado!
Michael, Sara, la venta de la empresa de su familia… yo. ¿Cuál de todas? ¿Todas acaso? Mis ojos observaron atentamente los suyos dejándome observar el miedo tras la dura coraza que había construido.
- Me estas lastimando – dije finalmente.
Su cuerpo se detuvo en seco sobre mí, la coraza cayo como si fuera un simple castillo de naipes y su mirada mostro arrepentimiento, vulnerable ante mí. Acaricie con delicadeza su rostro con las puntas de mis dedos mientras sentía como empezaba relajarse.
- Amor… – llame su atención – Tuya solo tuya.
Su sonrisa reapareció y su cuerpo empezó a moverse lentamente mientras acariciaba cada centímetro de mi piel que tuviera al alcance, deje escapar un pequeño suspiro y luego otro y otro. Haciendo que se relaje cada vez más, con suavidad y amor terminamos llenando de suspiros esas cuatro paredes que nuevamente eran testigos de nuestra intensa conexión.
Una nueva mañana comenzaba, miraba con creciente preocupación lo que ocurría en el continente europeo, cientos de personas habían sido arrestadas acusadas de absolutamente nada solo suposiciones, sus fronteras se habían cerrado y nadie sabía cuándo podría volver a la normalidad. Víctor se mostraba calmado decía que todo eso era simplemente un movimiento político para demostrar que todo funcionaba como debía funcionar, por mi parte lo veía como algo espantoso. ¿atentar contra el pueblo para salvar al pueblo? No terminaba de entenderlo.
Preparé café bien cargado y serví dos tazas para poder desayunar con Víctor. aunque quizá lo único que me daría la fuerza para seguir siendo su cable a tierra era simplemente estar a su lado. Me abrace a él con todas mis fuerzas y aún más cuando la seguridad anuncio la llegada de mi psicópata amigo. Aunque no pude formar parte de su conversación sabía que solo era cuestión de tiempo para que me enterase que estaba sucediendo ya sea por mi extraño amigo o por mi dulce amor.
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Todo se estaba saliendo de control en Europa al parecer INTERPOL no podría mantener su promesa de ayuda por mucho más tiempo, era necesario atrapar a Hannah. Fue el momento que mi celular eligió para vibrar desesperadamente sobre el escritorio: desconocido. Decidí ignorarlo, pero al parecer la persona del otro lado no estaban conformes y continuaron llamando.
- Vask – anuncie desanimado
- Víctor… habla Rachel Hudson ¿Estas ocupado?
- Hola, que sorpresa. No ¿Qué necesita?
- Llamaba para decirte que estuve pensando en todo lo que dijiste y decidí que confiare en tu palabra. No alterare la estructura general de la empresa, le daré a Industrias Vask la oportunidad de demostrar porque llego hasta donde llego.
- Muchas gracias, me alegra mucho saberlo.
- Hay un tema del que quiero hablarte antes de volver a EEUU, pero no creo que sea lo más apropiado discutirlo por teléfono, nos vemos en las industrias Vask en media hora ¿te parece bien?
- Por supuesto, nos vemos allá.
Un problema se había restado a mi carga de cosas que resolver, podía estar seguro que la compañía estaría bien con la conducción que le daría Hudson y la ayuda de La Junta.
- Señor Vask Señor – dijeron por el handie que reposaba sobre el escritorio.
- ¿Qué pasa? Habla de una vez – respondí irritado.
- Tenemos en la puerta principal al señor… Michael… Michael Sellers ¿le permitimos el ingreso? Trae consigo una bandeja con panqueques.
- ¿Una bandeja con… No me interesa saber por qué. Desármenlo.
- Si Señor.
En algún momento tendría que terminar con la amistad tan peligrosa que ellos dos tenían, pero no era el momento, debía esperar poder demostrar como era su verdadero rostro, ordene a mis hombres que vigilaran constantemente a Mariza y le pedí a Lucio que me lleve hasta las industrias Vask, hacer esperar a Hudson no era una opción.
Parecía que los empleados se habían despertado con buen humor, todos estaban contentos y animados, mi jefe de seguridad había logrado introducir a mi invitada sin que nadie la hubiera visto, eso habría levantado sospechas sobre que algo estaba sucediendo. Al llegar a mi oficina salude Eva, la única que al parecer estaba enterada de mi reunión, aunque desconocía el porqué.
- Señor, que bueno que llego, hay una mujer esperando en su despacho, no vi cuando entro, creo la gente de seguridad la hizo entrar antes que nosotros pudiéramos subir siquiera. Un hombre de seguridad vino a informármelo ¿tan secreto es? Disculpe mi curiosidad.
- No te preocupes pronto te iré contando, muchas gracias Eva – su atenta mirada permanecía sobre mi sin apartar sus enormes y curiosos ojos de los míos – ¿pasa algo más?
- No… es decir. Note que Mariza no lo acompaña hoy… ¿Cómo esta ella?
- Inestable, desde que se pelearon no termina de recuperar la sonrisa que siempre la caracterizaba ¿fue acaso tan malo lo que paso entre Uds.?
No respondió solo aparto la mirada volviendo la vista a la pantalla de su computadora. Entrar en mi oficina y observar a Rachel Hudson sentada en el sillón de mi padre fue un duro golpe me quede paralizado por unos segundos, pero recupere la compostura tomando asiendo en uno de los sillones frente a mi querido escritorio.
- ¿Cómodo? – pregunto sonriente, causando mi mal humor cosa que noto inmediatamente – que mala cara, eres idéntico a tu padre.
- ¿para esto me hiciste venir?
- Claro que no – se levantó con mal humor de la silla tomando una actitud más agresiva – tu idea de La Junta no me termina de convencer – comenzando diciendo.
- Eso no es lo que acordamos.
- Lo se lo sé, pero no me interesa la idea de una junta súper poderosa que este deliberando cuatro días sobre algo que a un verdadero CEO le tomaría cinco minutos.
- Bueno una vez que todo se concrete podrá elegir a la persona que Ud. quiera
- No, quiero que industrias Vask comience esta nueva etapa con todo en su lugar y con la fuerza suficiente para enfrentarse a lo que se tenga que enfrentar ¿Tienes a alguien en mente?
Mi cabeza dio unas cuantas vueltas rápidas antes de encontrar la única solución disponible.
- ¿conocías a Lorena? – comencé diciendo.
- ¿Lorena? ¿tu secretaria? Si, por supuesto. La conocí en tiempos de tu padre, las malas lenguas decían que fue ella quien hizo de las industrias lo que son. En una oportunidad, se me cruzo la brillante idea de tentarla con una gran suma de dinero y el puesto de CEO de mi compañía.
- ¿y qué paso?
- Bueno… no salió como yo pensaba. Me mando un mail, en donde me rebajo muy por debajo del suelo y básicamente me decía que era la última persona sobre la faz de la tierra con la que trabajaría. Todavía tengo ese mail, lo guardo para que me recuerde algo muy importante. El mayor recurso que una compañía tiene no es el dinero o los contactos, lo más importante es la lealtad de sus empleados – permanecimos unos cuantos segundos en silencio con una boba sonrisa antes de continuar – ¿A dónde querías llegar muchacho?
- Tengo…es solo una idea, pero creo tener a la persona idónea para el puesto ¿lograste ver a mi actual secretaria cuando entraste a la oficina?
- No, cuando subí no había nadie en el piso, será mérito de la extrema seguridad que tienes que sigues sin decirme a que se debe.
- Nada de eso tiene importancia ahora, la joven se llama Eva y fue entrenada por mi querida Lorena.
- Wow… bueno podría tenerla en cuenta ¿realmente piensas que estará a la altura de semejante puesto?
- Eso creo, te propongo esto, te pedí que no despidas a nadie por lo menos durante todo un año sin embargo si crees que es demasiado para ella podrás hacerlo a los pocos días si asi lo quieres.
- Está bien – dijo tomando asiento nuevamente en mi sillón, presiono el intercomunicador y con voz fuerte y decidida ordeno – niña ¿puedes venir un segundo?
Esperamos unos pocos segundos hasta que una muy confundida Eva ingreso a mi despacho, nos observó a ambos, pero se detuvo en mí, como si estuviera pidiéndome algún tipo de explicación.
- Sí, señor – dijo al fin mirándome.
- Eva – salió pesadamente de mi boca – quiero que seas la primera de la compañía en enterarse de esto. En breve las Industrias Vask pasaran a formar parte del grupo económico dirigido por la Sra. Hudson y seré reemplazado en mi puesto.
Lentamente los ojos se abrieron a medida que su mandíbula caía a los suelos, su cara reflejaba lo impactada que estaba, mientras sus ojos iban primero hacia Hudson y luego volvían a mi como si esperara que en cualquier momento le dijéramos entre risas ahogadas que todo era una broma.
- Señor…yo… – permaneció callada durante unos segundos, se relajó y comenzó nuevamente – señor…no sé qué decir, es solo que… ¿no se suponía que para esto era La Junta? Son los mejores de cada área, pueden encargarse de todo… la idea de que vendiera la compañía paso por mi mente en algún momento, pero creí que con la creación de La Junta… bueno ya sabe, no habría necesidad.
- ¿Eva te llamas? – dijo levantándose nuevamente la Sra. Hudson, acercándose a ella – Debes tranquilizarte, esto es confidencial ¿Entiendes eso? – Eva solamente tuvo la capacidad de asentir, claramente intimida ante la mirada asesina que la observaba – Un gusto conocerte, me han hablado bien de ti por lo que tengo entendido fuiste entrenada por Lorena.
- Bueno… estuve bajo sus órdenes desde que ingresé a esta empresa.
- ¿Hablas algún otro idioma?
- Lorena me obligo a estudiar inglés y chino mandarín, aunque este último no era mi fuerte.
- ¿Hablas con fluidez y acento apropiado? – expreso visiblemente sorprendida - ¿Por qué te obligo a aprender a hablar chino mandarín?
- Ingles si, en chino casi no tengo asentó debería practicarlo más para conseguirlo, ella decía que hablar chino en nuestra área de trabajo era… el futuro.
- Ya veo…
La conversación se interrumpió cuando la puerta de mi despacho se abrió sin que nadie se anunciara dándole paso a mi jefe de seguridad quien haciéndome respetuosamente una seña con la mano me pedía que saliera, el hecho que John hiciese una cosa como esa significaba que algo importante había pasado, por lo que luego de disculparme ante mis acompañantes, lo acompañe fuera de la oficina, al hacerlo pude notar que llevaba consigo una carpeta con algunos papeles.
- ¿Me puedes decir ahora que pasa John?
- Se trata de Michael… no hay nada.
- ¿Es una joda? ¡Nada! ¿Cómo que nada? ¡Algo tiene que haber! ¿Para qué mierda te estoy pagando entonces?
- Señor… Michael Sellers, el Michael Sellers que nosotros conocemos… no existe – se apresuró a buscar dentro de su carpeta antes de proseguir, entregándome unas cuantas hojas mientras me explicaba el fruto de su investigación – revise las bases de datos de la CIA, FBI, INTERPOL, M16, FSB, MOSAD, Europol…nada.
- Esto tiene que ser un chiste de muy mal gusto.
- Encontré algunos Michael seller en esas bases de datos, el primero un estafador de poca monta encerrado en una cárcel alemana, murió en mil novecientos setenta. El segundo es un violador que fue asesinado por el padre de una de sus víctimas, murió en España en la década de los cincuenta. El tercero es un traficante de drogas que murió en una balacera en Londres en el dos mil cuatro. Señor si me permite dar mi opinión solo tenemos dos alternativas, la primera no me gusta y la segunda me gusta menos que la primera.
- ¿en qué estás pensando John?
- Señor, la primera opción sería que ni siquiera conocemos el verdadero nombre de este sujeto, lo cual me parece que es la opción más lógica. La segunda opción y la más peligrosa es que este tipo tiene contactos tan poderosos que logran sacarlo de las listas gubernamentales y borrarlo del sistema de todas las autoridades, aunque si me permite decírselo, todavía tenemos un as en la manga y deberíamos usarlo.
- ¿un as en la manga? No entiendo que quieres decir.
- Señor, use a Mariza. Ella tiene una conexión real con Michael, es nuestra única opción. Tiene que saber algo.
Por más que cada fibra de mi ser me exigía golpear a mi jefe de seguridad tenía razón ¿Quién más que ella conocía a Michael? Necesitábamos enfocarnos en él y en su conexión con Sara. Resignado regresé a mi reunión pendiente, las encontré hablando animadamente como si fueran amigas de toda una vida. Sentadas una junto a la otra observaban por los inmensos ventanales de la oficina presidencial como si pudiesen vislumbrar el futuro que se acercaba con el cambio de mando, me acerque disculpándome por la interrupción y me dedique a explicarle a Eva que esta era una oportunidad única algo que cambiaría su carrera para siempre, siendo totalmente sincero las grandes oportunidades solo se presentan una vez en la vida.
Mi mente seguía revoloteando una y otra vez parecía como si fuera una enorme fiesta en donde todos los sentimientos, pensamientos, miedos e inseguridades estaban en la lista para entrar, mi oficina nuevamente se encontraba vacía, la hora había pasado mientras permanecía en silencio. La puerta de mi despacho se abrió, Mariza entro con paso firme y decidido cerrando la puerta con seguro tras ella. Con paso lento se acercó hasta mi escritorio.
- Muy buenos días – no me contesto, solo apoyo sus manos en mi escritorio inclinándose sobre el – ¿Estas enojada? – continuaba sin hablarme pero ahora había aparecido una sonrisa en su rostro.
Dio la vuelta a mi escritorio, tomándose su tiempo mientras su poderosa e irresistible mirada se encargaba hechizarme, su mano izquierda era la encargada acariciar aquel mueble que nos dividía mientras acompañaba la lentitud con la que se movían sus caderas.
- Puede ser que este enojada - dijo sentándose sobre mis rodillas mientras sus manos se aferraban a mi colocándose a pocos centímetros de mi rostro.
- Y eso es mi culpa claro está, lo que no entiendo es ¿Por qué?
- Me desperté sola, tenía ganas de jugar y no me gusta hacerlo sola – susurro juguetonamente en mi oído.
- Tiene Ud. toda la razón Srta. Márquez – dije tomándola por la cintura – tendré que disculparme de la mejor forma que pueda.
- Puedes hacerlo ahora, de camino revise su agenda Sr. Vask … tiene tiempo suficiente.
- Por vos todos los compromisos del mundo pueden irse a la mierda – su rostro tuvo tiempo suficiente para enseñarme su resplandeciente sonrisa antes de que me abalance sobre sus labios.
Mi mente me criticaba e insultaba una y mil veces, mariza no era una mujer para desahogarme ni castigarla en lugar de enfrentar mis problemas, los enfrentaríamos juntos.
Permanecía todavía sobre mi recuperando el aliento, sentir su respiración acompañando la mía debía ser una de las mejores sensaciones que había experimentado en mi vida.
- Mariza…. ¿te puedo preguntar algo?
- Si la pregunta es si todavía estoy enojada la respuesta es no - respondió con riendo con una bella melodía.
- ¿Te casarías conmigo? – pregunte con todo el valor que tenía en ese momento, su risa ceso en el momento, sin duda mala señal. Se incorporó mirándome directamente a los ojos.
- Víctor…realmente no creo que sea lo más indicado.
- ¿Ese es un no?
- ¡No, no es un no! Es un tenemos que esperar. Está todo muy complicado, no creo que sea el momento… además – dijo recuperando la sonrisa – es la peor propuesta de matrimonio que eh visto.
- Está bien, puedo con eso – dije sintiendo como el alma me volvía al cuerpo - paso uno esperar un poco a que todo se normalice, paso dos el doble de romanticismo en la propuesta ¿es correcto?
- El triple
- Tomo nota.
Entre besos y cosquillas terminaba la discusión, pero al mismo tiempo comenzaba otra, una que había consumido casi la totalidad de mis pensamientos desde que había hablado con John, aunque tal vez lo mejor sería que ella no notara a donde quería llegar.
Me acomodaba mi ropa lo más prolijo que podía mientras Mariza a unos cuantos pasos de mi intentaba lo mismo, aunque con mejores resultados.
- Estaba pensando, en el caso que me des el sí ¿A quién invitaríamos? ¿Dónde nos casaríamos? ¿Cómo lo haríamos?
- No tengo ni idea Víctor y me parece muy apresurado pensarlo en este momento.
- Solo estamos jugando, no pasa nada. Estamos usando la imaginación para intentar ver como seria ese día ¿a quién invitarías?
- Uff no lo sé posiblemente amigos de la facultadad, amigos de la secundaria, aunque hace años que no los veo y gente de la compañía obviamente a Eva.
- ¿Y a Michael? – pregunte totalmente serio
- ¿a eso querías llegar? Eso es increíblemente infantil ¿te das cuenta de eso?
- Eso no responde a mi pregunta.
- Es increíble cómo eres a veces. si pensaría en invitarlo, aunque no creo que el aceptase. Michael siempre se esfuerza por protegerme, pero somos amigos nada más. Tienes que confiar más en mí.
- Confió en vos, pero no confió en él. Toma asiento por favor – le pedí ansioso de contarle algunos descubrimientos por decirlo de alguna manera – mi jefe de seguridad se llama John, trabajo con mi padre y es una de las únicas personas en el mundo en quien confió, es un muy buen profesional y tiene muy buenos contactos.
- Me estas aburriendo ¿A dónde quieres llegar?
- Investigamos su pasado y es terrible. Toda su familia es complicada, según las investigaciones. Su padre estuvo preso por venta de estupefacientes cuando Michael tenia quince años y su madre era una adicta que falleció de una sobredosis. En cuanto a Michael, aprovecho los contactos de su padre, convirtiéndose en el líder de un cartel que funcionaba en Europa.
- ¿Que? Nada de eso es cierto.
- John es el mejor es su trabajo – me levante de mi sillón dándole la espalda para poder contemplar el paisaje que ofrecían los grandes ventanales de mi oficina – te aseguro que la información que me da es siempre precisa.
- Esta mal, lo juro…nada de eso es verdad
- ¿Cómo lo sabes realmente? – escucharla defenderlo ciegamente me altero de sobre manera, pero me contuve y tomando aire me concentre en desafiar sus bellos ojos manteniendo firme mi posición – Tengo datos, fechas, nombres y hasta su historial académico ¿Qué tienes para demostrar que lo que sabes es la realidad? El tipo es un psicópata, le miente a todo el mundo ¿Por qué va a decirte toda la verdad?
- Porque…. Es algo que competimos.
- ¿comparten? – Pregunte claramente enojado.
- Sí, compartimos. Michael tuvo un pasado realmente espantoso. Nada de lo que tus investigaciones arrojaron es verdad. En primer lugar, Michael es huérfano, es eso lo que compartimos. En segundo lugar, estuvo vagando por las calles siendo solo un niño de ocho
años y en tercer lugar no fue a ninguna escuela hasta que conoció a la Sra. Sáenz.
Observe cómo se entristecía mirando a la nada, como si el peso de algo que estuviera en su mente fuera doloroso para ella. Esquivo mi mirada y se sentó en uno de los sillones frente a mi escritorio.
- Está bien perdón, a lo mejor John se equivocó de persona. No quiero verte mal – me acerque a ella y arrodillándome a su lado la abrace – ¿Me haces un lugar?
Sus labios dibujaron una pequeña sonrisa mientras se hacía a un lado dejándome que me acomode a su lado – No es nuestro enemigo, lo prometo – fue lo único que quiso decirme, se acomodó sobre mi cuerpo antes de quedar felizmente dormida.
A una semana de las declaraciones del canciller alemán todo seguía complicándose, cientos de arrestos se había llevado a cabo por todo el país, cualquiera sospechoso de ocultarle información al estado era encarcelado, no solo civiles sino militares, miembros del gobierno y servicios de inteligencia. Todos estaban en la mira, las investigaciones lograron llegar hasta las bases controladas por Aigner y la cantidad de irregularidades encontradas puso en alerta al país. Las fronteras se cerraron y entro en vigencia un estado policial.
En el país, las industrias Vask estaban a punto de formar parte del grupo económico Hudson y me renuncia estaba todavía más cerca, un peso estaba a punto de salir de mis hombros.
Mi día empezó como de costumbre revisando mis correos electrónicos y mirando las noticias a nivel mundial. El hecho que me esté por retirarme no significaba que perdiera mi toque de buscar conflictos que resultaran en gordos contratos con uno de los bandos. Mariza se acercó trayendo consigo un humeante café recién preparado.
- ¿No se supone que para esto tenemos empleados en la casa? – comente divertido.
- No, la única que puede encargarse de que estés bien atendido soy yo, nadie más.
Comento simulando enojarse, sus brazos me abrazaron por atrás permaneciendo así por unos instantes que recargaron a un más mis energías y mis deseos de por fin estar en paz, hasta que algo tan cotidiano como esta rutina se encargó de destruirlo.
- Señor Vask el señor Michael Sellers se encuentra en la puerta norte pidiendo acceso ¿Ordenes? – se anunció a través del handie que se encontraba sobre la mesa.
- Que pase – respondí simplemente.
Mariza me abrazo con más fuerza apoyando su mentón sobre mi hombro, como si quisiera demostrar con eso que mis celos eran solo eso celos y que su corazón estaba conmigo. La puerta se abrió y ese despreciable sujeto entro, con una estúpida sonrisa observo la tierna escena mostrándose totalmente inmune.
- Buen día tortolitos, cuanto amor. Víctor ¿Podemos hablar en privado?
- Puedes hablar acá, no hace falta que deje enfriar mi café.
- Prefiero hablar en privado si no te importa.
- ¡Decime lo que viniste a decir o ándate ya de mi casa!
- ¡Víctor! – me amonesto Mariza – Los dejo hablar tranquilos, voy a ver qué hace Natalia – dijo dirigiéndose hacia la cocina – y… Michael tarde o temprano me voy a enterar que hablaron
- Que sea tarde entonces – respondió con una estúpida sonrisa.
Mi bella Mariza solo se alejó sonriendo, pero antes no olvido tirarme un beso.
- Adiós, te amo.
- Adiós, yo más – respondió guiñándome un ojo.
La mirada de ese despreciable tipo no se despegaba de mí, tomo asiento a mi lado sin decir absolutamente ninguna palabra solo sacando un Smartphone de su bolsillo y haciendo unos toques rápidos.
- ¿Escuchaste eso? dijo YO MAS.
- Si eso te hace feliz amigo mío, mira esto.
La pantalla frente a mi mostraba una imagen de lo que parecía ser una especie de aeropuerto desde un ángulo casi perfecto. En ella podía apreciarse claramente la imagen de Sara, mis ojos se abrieron casi al máximo ante la sorpresa. Michael realizo un pase rápido de su dedo sobre la pantalla y la imagen cambio, muy similar a la anterior solo que en esta también se hallaba Hannah ¿se habían reunido recientemente?
- Al parecer nuestra amiguita ingreso al país hace unos pocos días. Volvió de Alemania antes que los controles cerraran definitivamente la frontera
- Realmente me dejas sin palabras Michael, lo que no entiendo es porque salir de Europa.
- Lo sé. Como yo lo veo su poder se está terminando más rápido de lo que ella creía, sin el general para detener las investigaciones sus negocios oscuros están en riesgo. Ya no hay quien la defienda. Al parecer ni siquiera deberemos ir a buscar la guerra porque ya nos alcanzó y será mejor estar preparados.
Mi teléfono comenzó a sonar en medio de la inesperada reunión, me levante de la mesa para alejarme un poco y tener algo de privacidad ante la penetrante observación de mi visitante.
- ¿Qué pasa?
- Señor Vask tengo noticias. Use el apellido que me facilito y encontré algo que va a interesarle mucho. Tenemos el pasado de Michael.
Di una rápida observación a ese despreciable tipo que fingía no prestarme atención, estaba aparentemente ocupado con su celular, cuando noto mi mirada levanto el rostro y lanzo una sonrisa hipócrita, todavía con mi teléfono en la oreja le devolví el favor.
“Te tengo”