Historias de niños: mi primer deseo
Una niña a la que quería mucho me revela los secretos del placer para después... dejarme.
Cuando yo tenía 9 años y era un niñito ñoño e inocente me cambiaron de escuela para estudiar quinto primaria. En la otra escuela tenía muchos amigos y aquí no conocía a nadie, además de que era el más pequeño de la clase; poco a poco fui conociendo gente y entre las niñas había una que me gustaba muchísimo, se llamaba Lina y tenía 13 años, tenía una amiga que se llamaba Johana y también era preciosa. Yo a veces me le acercaba pero nunca logré su cariño ni su amistad. Como a mitad de año se regó por el salón el chisme de que ella andaba de novia con José, uno de mis amigos. Fue algo muy triste para mí; nunca los vi besándose o algo así, pero con sólo verlos hablar me entristecía. A principios de septiembre, que es cuando en mi país celebramos la fiesta del amor y la amistad jugamos al amigo secreto.
Cada uno había escrito su nombre en un papel y todos teníamos que sacar uno de una bolsa, el que le saliera era su amigo secreto y había que regalarle algo. No recuerdo quien me salió a mi ni que le regalé; recuerdo que me llegaron varias pistas: chocolatinas envueltas en una nota donde habían dibujado un corazón y decía: a que no adivinas quien soy. El día de la entrega de regalos yo no había adivinado quien me había sacado a mí. Colocamos los regalos en una mesa y después cada uno debía buscar el que le correspondía y adivinar quien se lo había dado. Yo tomé el mío, la tarjeta decía: "para Iván, de tu amiga secreta, que te quiere"; y dentro había un papelito que decía: "soy la niña que más quieres del salón, si puedes adivinar quien soy nos vemos en el recreo en los baños de niñas".
Cuando la profesora me preguntó si sabía quien me había dado mi regalo yo miré a Lina y vi que ella me miraba, mi corazón latía muy fuerte, casi se me salía del pecho, pude haber dicho que no había logrado adivinar pero dije con una voz apenas perceptible: "¿Lina?". Ni los que estaban cerca me escucharon, pero Lina que estaba lejos o me leyó los labios o sabía que iba a decir su nombre por que me sonrió. Yo repetí: "Lina" la profesora le preguntó a Lina si era ella y ella asintió con la cabeza. Yo quedé helado, ella se divertía con mi reacción. Cuando terminó el juego y volvíamos al salón ella me alcanzó y me dijo: "que no se te olvide lo que te escribí" y siguió caminando sen decir nada más. En la clase yo no supe lo que dijo la profesora por estar pensando en mi encuentro con Lina en el descanso, nunca había estado tan nervioso.
Cuando sonó la campana yo corrí a los baños de niñas y me paré cerca. Vi a Lina atisbando desde lejos, y cuando no había nadie corrió hacia donde yo estaba, me dijo ven y se entró al baño. Yo la seguí y nos encerramos en ese pequeño espacio. Ella me dijo: "¿sabes por que te llamé?" Yo: "no" Ella: "¿me quieres?". Yo estaba muy nervioso pero le dije que si, entonces me preguntó. "¿me amas?" Yo le dije que sí, ella: "no, dímelo, dime que me amas, anda, yo se que estás enamorado de mi"; entonces yo le dije: "si, Lina, te amo, te amo mucho". Ella, al oírlo, tomó mi cabeza y me dio el primer beso de mi vida, sin abrir la boca, un beso inocente. Ella comenzó a tocarme y yo, aunque estaba muerto de miedo también la toqué, primero la abracé por la cintura y luego le toqué el culo.
Mi pene estaba muy duro, ella me volvió a besar, esta vez con más pasión; me lamía los labios y me los mordía con los suyos. Yo no atinaba a abrir la boca, entonces ella me dijo muy pasito al oído: "abre la boca" y volvió a besarme. Yo abrí la boca y ella fue guiándome, me dijo: "haz lo que yo" y eso hice; ella me enseñó a besar y también a tocarla, me ponía las manos en sus teticas, en su cintura, su culo y todas las partes que le gustaba que le tocara y me decía como hacerlo: "más suave eso sigue así tócame aquí si así me gusta mmmm". Ella, claro, no se quedaba quieta, me acariciaba muy rico y luego metió su mano en mis pantalones y empezó a tocarme el pene, se sentía delicioso, yo era virgen e inocente y no sabía que era eso tan rico que estaba sintiendo, de pronto sentí que me venía sin saber que era venirse y unas escasas gotitas blancas salieron de mi pene, ella me dijo: "esa es tu lechita, cuando crezcas te va a salir mucha más" y sonriendo: "¿tu has visto el chichi de una niña antes?" yo: " el de mi primita" y ella aún más sonriente: "¿y cuántos años tiene tu primita?" yo: "tres" ella, pícara, me dijo mientras se desabrochaba lentamente la falda: "¿quieres ver mi chichi?" yo: "bueno". Ella entonces se bajó la falda y el calzoncito y sentándose en el inodoro abrió las piernas para que yo pudiera verla en todo su esplendor, se tocaba con los dedos y me decía: "¿te gusta?... ¿te gusta?" yo: "si, es más bonito que el de mi prima".
Ella se metía los deditos ahí dentro y decía: "me gustaría tener ti pene aquí dentro de mí" yo, asombrado: "¿se puede hacer eso?" ella: "claro que se puede y me han contado que se siente riquísimo, pero no podemos hacerlo ahora, que soy virgen y no quiero perderla todavía". Yo, que no entendía eso de ser virgen le pedí que me explicara, ella iba a hacerlo pero sonó la campana para volver a clase. Ella entonces suspendió todo, se vistió y me dijo: "no creas que por esto soy tu novia" yo: "¿es que no me quieres?" ella: "si te quiero, te quiero mucho, pero no puedo ser tu novia, ah y no le vayas a contar a nadie esto". Entonces se asomó para afuera y cuando ya no había nadie me dijo: "salgamos"; ya afuera, me empujó contra un rincón, me besó en la boca y me dijo: "otro día jugamos más" y corrió al salón, yo la seguí y entramos al salón juntos. En la clase yo no le quitaba los ojos de encima, pero ella ni una miradita ni nada, la profesora me regañó por distraído.
Pasó un día, una semana, un mes y ella no me decía nada, ni me miraba siquiera, incluso huía de mí cuando trataba de hablarle.
Un día, en la iglesia, la encontré sola y no se pudo escapar de mí. Yo le dije: "¿Lina, cuando vamos a jugar otra vez?" ella: "no, no podemos, ya te dije que no quiero dejar de ser virgen" yo: "¿pero por que tu dices que eres la Virgen?" ella: "no digo eso, es que vírgenes son los que no han culiado". Antes de que yo le preguntara que era eso ella me reveló el gran secreto: "culiar es cuando un niño mete su pene en el chichi de una niña como te dije el otro día, ¿te acuerdas?" yo: "si pero ¿por que no quieres culiar conmigo?" ella: "ya te dije que no quiero dejar de ser virgen y porque tengo novio".
Y al decir esto se alejó de mí. Yo no intenté seguirla ni decirle nada por que me quedé clavado en donde estaba sin poder asimilar esa noticia. Por qué, por qué ella, sabiendo que yo la quería y queriéndome ella también no quiso ser mi novia y había preferido irse con otro? Yo me entristecía al pensar que ella se besara con alguien más, y que hicieran todo lo que hicimos ese día en el baño, y que tal vez con él si quisiera culiar. No pude resistirlo y ahí en medio de la iglesia me puse a llorar. No sé cuanto tiempo duré llorando, ni si alguien me vio, pero cuando me levanté para irme no había nadie y era tarde, así que salí muy triste y con los ojos llorosos para mi casa.
No quise volver a verla. Siempre que la veía volvía los ojos hacia otro lado y nunca volví a hablarle. No sabía quien era su novio, pero recordaba que una vez todos decían que andaba con José, suspendí mi amistad con él y cuando veía juntos a Lina, Johana y José, que eran muy amigos me iba sin mirarlos siquiera.
Se acabó el curso y los profesores nos organizaron un paseo a un bonito lugar cerca al pueblo. Yo estaba solo y aburrido caminando por los prados tratando de no pensar en Lina, pero cuanto más quería olvidarla más la amaba. De pronto escuché un gemido que venía de un árbol. Era un árbol grande con arbotantes, esas raíces grandes que salen de la tierra y forman como cubículos a su alrededor. Me acerqué y vi a Lina en uno de esos cubículos recostada contra el árbol, sin su vestido de baño que estaba tirado cerca, gimiendo y llorando mientras José le metía su pene en el chichi, el mismo chichi que ella me había mostrado y que yo tanto había deseado volver a ver y donde tanto había deseado meter mi pene. Yo temblaba no sé por que y sentí algo raro en mi corazón.
Se pronto Lina me vio y gritó: "¡Iván!" José la soltó cuando me vio y, asustado, intentó cubrirse. Yo salí corriendo, sentía las lágrimas salir de mis ojos y rodar por mi cara. Ella, desnuda como estaba corrió tras de mí, me decía que la esperara, que quería halar conmigo. Yo al fin me paré y la esperé sin dejar de llorar; cuando ella llegó a donde yo estaba trató de hablarme, me decía que lo sentía, que me quería pero que lo quería más a él y que no le fuera a contar a nadie. Yo sólo lloraba sin decirle nada, al fin le pregunté: "¿por que llorabas?, ¿te dolía?" ella me dijo: "no te preocupes por mí, que no me dolía, es que es mi primera vez". Yo no quise verla ni oírla más y salí corriendo otra vez, ella no se fue detrás de mí, pero me llamaba. Me alejé por entre los árboles cada vez más del grupo y me senté después en una piedra a asimilar lo que había visto. No almorcé ni nadé ni nada, y como no me encontraban, los profesores mandaron a algunos de los más grandes a buscarme. Cuando me encontraron yo me había quedado dormido.
No volvimos a hablar y la última vez que la vi fue en la clausura, pero ni siquiera la miré.
No volví a ver a Lina ni a José. Entré a hacer bachillerato en otro colegio y no supe que fue de ellos. Un día me encontré con Johana pero no le pregunté por su amiga ni ella me dijo nada.
Y hasta aquí llegó el cuento.