Historias de mi amiga scort 2

-Esto no puede ser, aquí o se está al cien por cien, o no se está.- le susurré al oído mientras le tendía del todo en la cama y me frotaba contra él. Aquello reaccionó de maravilla, así que descendí lentamente por su cuerpo abriendo camino hacia aquel objeto de deseo que

En la oscuridad de la habitación, su respiración agitada me guiaba, me atraía hacia él, mientras con las manos buscaba y encontraba su torso desnudo, sus pequeños pezones, su ombligo. Los acariciaba suave pero insistentemente, consiguiendo arrancarle pequeños jadeos cuando sustituí mis manos por la humedad de mi lengua.

El resto de la habitación había desaparecido, y en el morbo de la oscuridad los ojos sobraban, sustituidos por los demás sentidos. Él me buscó entre el enredo de sábanas, y también suave pero firme, se colocó entre mis piernas, rozando levemente su interior con la punta de los dedos, que juguetones y atrevidos subían y bajaban por mis muslos y mi estómago esquivando hábilmente mi entrepierna.

Su cara, tan cerca de mi cuerpo que notaba su respiración en mi piel, olfateaba cada rincón de mi, desde mi cuello hasta el ombligo, sin tocarme apenas, y me ericé entera, incapaz momentáneamente de corresponder al placer.

Justo entonces decidió que ya había sufrido bastante, y lentamente se deslizó hacia abajo, asegurándose de que rozaba mi vulva con todo su cuerpo. Yo cerré los ojos y me dejé ir.

En ese momento una conocida melodía invadió la habitación, y tardé varios segundos en comprender que era el teléfono. La escena se paralizó, su lengua congelada justo donde estaba, y mi corazón perdió un latido del susto. "Ya parará" le dije, y le insté a que continuara con su labor. Intuí una sonrisa pícara en su oscuro rostro. El teléfono calló, y él retomó desde donde estaba.

Instantes más tarde, volvió a sonar la cancioncilla de mi móvil, y solté un quejido ahogado. Me levanté bruscamente y cogí el teléfono de la mesa. Vaya por Dios, qué oportuna… Decidí silenciar el aparato, "la llamaré más tarde. Ahora es mi momento."

Así que me acerqué insinuante a la cama, donde él me esperaba con el tema algo decaído. Lo miré críticamente, y puse cara de preocupación.

-Esto no puede ser, aquí o se está al cien por cien, o no se está.- le susurré al oído mientras le tendía del todo en la cama y me frotaba contra él. Aquello reaccionó de maravilla, así que descendí lentamente por su cuerpo abriendo camino hacia aquel objeto de deseo que

No pude continuar porque la mesa vibraba. Oí su queja de desaprobación y a desgana descolgué el teléfono.

-¿SÍ?- contesté secamente mientras me sentaba en la cama, desnuda.

-¡Nena! Te estoy llamando y no contestas, ¿todo bien?-dijo mi amiga al otro lado del teléfono. Mientras tanto, él me agarró por detrás de improviso y me estiró en la cama, continuando con lo que estábamos haciendo antes de la llamada.

-Eh… Sí, claro, todo bien, ¿y tú?- contesté vagamente mientras sentía cómo las manos de él me abrían las piernas y su lengua empezaba a recorrer mi pubis.

-Acabo de llegar del viaje, tenemos que hablar de un montón de cosas, ¿Puedes quedar esta tarde?- continuó hablando. Yo la escuchaba sólo a medias mientras me mordía los labios para que no se escapara ningún gemido.

  • - mi boca se abría, pero se me atascó la voz al sentir la estimulación del clítoris.

-¡Jes! – Un breve "eh…" fue todo lo que pude responder. -¿Pero qué estás haciendo, cochina? ¡No me digas que te pillo echando un polvo!- exclamó sorprendida, para echarse a reír cuando seguí contestando de manera vaga. –Anda, da dos golpecitos si te va bien quedar más tarde.- dijo pacientemente, con un tono de voz entre divertido e interesado por la situación.

-Eh… vale, sí, más tarde- confirmé sin mucha convicción.-Oye, te llamo luego- dije algo más contundente cuando sentí que una lengua se introducía en mi interior.

-¡Espera mujer, no me dejes así! Dime con quién estás al menos- continuó con voz melosa, para tocarme las narices. En ese momento se me cayó el teléfono de la mano y un suspiro que se me hizo eterno escapó de mis pulmones, mientras toda yo me contraía. Me había corrido y era muy posible que me hubiera escuchado, pero justo en ese momento ni si quiera pensaba en ella.

Cuando me recuperé un poco, recogí el teléfono y lo llevé a mi oído. Ella estaba en silencio, pero no había colgado.

-¿Hola?- dije, algo avergonzada.

-Niña, qué manera de correrte. ¿Ahora qué hago yo? Si fueras buena amiga…- no la dejé terminar:

-Oye, ¿te importa si te llamo en un rato, cotilla? ¡Que así no hay quien eche un polvo decente!.- colgué, cortando en seco sus carcajadas, mientras lanzaba de nuevo el teléfono y me ponía manos a la obra.

Un par de horas más tarde llegué al bar donde había quedado con ella, que me esperaba en una mesa bebiendo un Martini. Estaba morena, se había cambiado el corte de pelo y llevaba puesto un vestido claro tan escotado que no hacía falta imaginar nada.

-¿Qué tal, nena? Vaya cutis se te ha puesto, ¿eh? Como el culito de un bebé- dijo riéndose mientras yo me sonrojaba.

-Mujer, si ves que no contesto, no insistas. Ya te devolveré la llamada, que me has cortado el rollo que no veas.- ella soltó una carcajada.

-Ya será menos, que no te has cortado un pelo. Si de verdad te hubiera molestado, habrías parado- y volvió a reír con ganas.- ¡Además, aquí la que se puede quejar soy yo, que me he quedado más caliente que un horno panadero!-pedí otro Martini con un gesto al camarero. Ella me miraba fijamente, con una leve sonrisa.- No, si al final va a resultar que no eres tan monjita como pareces.- y se echó a reír, ésta vez a coro conmigo.

-Anda, cuéntame qué tal por Italia.- dije dando por zanjado el tema.

-¡Venga ya! No te vas de aquí sin contarme con quién estabas.- se enfurruñó. Yo me encogí de hombros sonriendo.

-Un chico que conocí. Es muy majo, alto, guapo y no hace falta que te diga cómo es en la cama.- reí, aunque por dentro aún me sentía algo avergonzada- Ahora venga, cuéntame tú, que tengo mucha curiosidad.- Insistí en el cambio de tema. Me miró algo recelosa, no le acababa de hacer gracia que apareciera algún chico que le quitara a su mejor amiga, pero en seguida sonrió y empezó a hablar.

-Muy bien, te cuento. Ha sido un viaje genial, el cliente se ha portado como un caballero. Y por todo lo alto, me llevó a un cinco estrellas de Venecia, precioso, junto a un canal. Ya verás las fotos. Resulta que es directivo de una empresa de publicidad, y tiene muchísimos contactos, por lo que allí iba de reunión a comida de negocios, y luego, cena de trabajo. Y he conocido de hombres… ¡Nena, me lo he pasado bomba! Y gratis, para que veas.- dijo, sonriendo con todos los dientes.

-¡No! ¿Tú?- exclamé, riendo.

-Sí, yo. Bueno, la verdad es que todo tiene un por qué. A ver, ellos no sabían que él era mi cliente y me había contratado, yo iba allí en calidad de secretaria. Y casi es lo único que hacía con él, porque la verdad, qué aburrimiento de hombre… Y en la cama ni te cuento, dos minutos y ya lo tenía durmiendo como un niño. – Sonreí comprensiva.- Unas cuantas de aquellas reuniones fueron con agentes literarios de allí, querían hacer no se qué, no me enteraba muy bien porque estaba demasiado ocupada tonteando con uno de aquellos agentes, que nena, impresionante. Estaba como para mojarlo en chocolate y no dejar ni las migas. ¡Un cuerpazo! ¡Una sonrisa! ¡Un moreno! Mira, me entra calor sólo de pensarlo.- dijo abanicándose con la mano.

-Sí, lo he pillado, que estaba buenísimo. ¿Y te lo acabaste tirando?- pregunté para abreviar, anticipándome. Ella rió alegremente al comprobar cuánto la conozco ya.

-¡Pues claro! Al segundo día de vernos, nos escapamos los dos del restaurante del hotel y subimos a mi habitación. Vaya con los italianos, es cierta esa fama que tienen. Vaya gustazo que me di oye. ¡Así a lo burro, contra la puerta, ni me desnudó ni nada, a levantar un poco el vestido y venga para adentro! De verdad, qué polvazo, qué cosas me decía el tío en italiano al oído. ¡Y qué manos! Mira que tengo los pechos grandes, pero en sus manos cabían enteros.- estaba tan emocionada en su relato que tuve que decirle que bajara la voz porque los de la mesa de al lado nos miraban, muy interesados también en la historia. – Bueno, sigo. Cuando se fueron y me quedé a solas con el cliente, le dio por hablarme de sus cosas, que si el editor este era un capullo, que si el proyecto se iba a la mierda, que si pitos y que si flautas. A mi no es que me interesen demasiado esos negocios, pero no sé, me acordé de ti y de todo lo que tienes escrito, y le pregunté si él podría ayudarte.- Yo abrí los ojos de par en par, expectante. –Me dijo que sí, pero que claro, no puede ser cualquier cosa. Tiene que ser medio bueno y muy comercial. O eso, o pones dinero de tu bolsillo para publicar una pequeña tirada. Y se me ocurrió la idea. ¿Por qué no escribes sobre mi?- preguntó alegremente. Me tomó por sorpresa.

-¿En plan "Yo, puta"?- pregunté echándome a reír. – Sabes que sobre este tema está casi todo escrito, ¿no?- dije escépticamente, al ver que no reía conmigo.

  • Seguro que tienes imaginación para hacer algo original, confío en ti- replicó sin perder la sonrisa. – Y tengo un regalo para ti- dijo mientras sacaba un paquetito del bolso de Valentino que ese día llevaba. Lo abrí mientras le decía aquello de "anda tonta, que no hacía falta que me trajeras nada", y saqué un pequeño aparato negro. Lo inspeccioné bien, y no, no era precisamente un souvenir: era una grabadora.

-Ah, pero que va en serio. Quieres que escriba tu vida de verdad.- comenté, ahora todo ojos.

-Sí. Y ahora mismo vamos a mi casa, que ya tengo ganas de empezar. Luego tú te lo montas como quieras, en plan ficción, eso sí, pero como quieras.- Me sentí embargada por una gran presión de repente. ¡Vaya con la que me esperaba! Y ella se lo tomaba como si fuera lo más sencillo del mundo, escribir. Aunque la verdad, si conseguíamos que lo publicaran, sería la mujer más feliz de la Tierra. Volví a la realidad cuando ella ya estaba en pie, a punto para salir.

-Vamos, que tenemos mucho que hablar. ¡Y deja de mirarme como si fuera Papá Noel!- rió mientras salía del local, seguida por mi.

Un rato después estábamos en su casa, sentadas en el sofá cara a cara, con la grabadora en medio.

-Bueno, supongo que querrás que te cuente mis comienzos, ¿no?- empezó ella, encendiendo el aparato. Así era ella, directa al grano.

-Pues sí, sería importante.- contesté mientras me encendía un cigarrillo.

-Bueno, pues empezó de la manera más tonta del mundo. Tenía apenas diecinueve años, y salí de fiesta con unas amigas, un viernes noche. Y lo típico, conocí a un tío que no estaba nada mal, pero tenía como quince años más que yo, así que no pasó nada, porque aunque no te lo creas, yo en aquella época era un poco… Cómo decirlo. Era un poco como tú. –rió al ver mi cara de "ja ja, qué gracia".- Pero sí que le di mi teléfono. No se por qué lo hice, supongo que por la misma razón que se hacen la mayoría de cosas, por curiosidad, y sobre todo porque era tan inocente que de todo me fiaba. O más sencillo aún: iba tan borracha que se lo hubiera dado a cualquiera, no te voy a mentir.

Al día siguiente yo ya me había olvidado de él, pero como a las cinco de la tarde me suena el teléfono. No conocía el número, pero aún así contesté. Era él, que me proponía ir a tomar algo. Yo no tenía nada mejor que hacer, así que le dije que de acuerdo, iríamos a dar una vuelta. Me recogió una hora más tarde en su moto y me llevó a un bar que él conocía, cerca de su casa.

Charlamos, me invitó a un par de copas, y todo iba genial, era un tío majísimo, y la verdad es que me empezó a gustar. Un par de horas más tarde me propuso salir de allí, y cuando estábamos en la calle, me cogió en brazos y me besó, diciéndome al oído cuánto me deseaba. Eso me excitó muchísimo, ya sabes lo que me gusta que me digan esas cosas, así que cuando me dijo que fuéramos a un lugar más privado, accedí de buena gana.

Acabamos en un hotel. ¡Pasé una vergüenza! Veía a la recepcionista y tenía la sensación de que me miraba como si fuera una puta. Pero sorprendentemente, aquel pensamiento no hizo sino excitarme más. Para cuando llegamos a la habitación yo tenía las bragas ya empapadas, ¡Y sólo pensando en lo que me esperaba! - sonrió y se encendió también un cigarrillo.- Al entrar empezó a besarme fuerte, notaba su barba rascarme con fuerza la cara, mientras me acariciaba la espalda y me cogía del trasero. Yo en aquel momento no tenía demasiada experiencia, así que él era quien llevaba las riendas, porque a mi la verdad es que todo me daba vueltas.

Me cogió en volandas por las piernas, y sin dejar de besarme me llevó a la cama, donde se sentó conmigo encima a horcajadas. En un pis pas estaba sin camiseta y sin sujetador y él me chupaba los pezones como si fuera a salir algo de ellos. Me tumbó entonces para quitarme los pantalones y me dejó desnuda mientras él se quedaba igual.-

--¿Tú con pantalones?- pregunté yo, sorprendida de imaginarla con un atuendo sencillo, cuando lo menos sexy que suele llevar son unos shorts cortísimos.

-Sí hija, por entonces tenía menos glamour- y rió. –Fue un polvo memorable, me descubrió el placer por los hombres maduros. Me enseñó muchísimo en una sola tarde, hizo conmigo lo que quiso, estuvimos horas en aquella habitación, sudando, olvidados de todo. Fue mi primera mamada, recuerdo que al principio me ahogaba y empecé a toser con aquel pedazo de aparato en la boca, pero luego le cogí el gustillo al sabor, la textura. Aquel sube y baja suave entre mis labios, entre mis dedos… Era una sensación tan placentera tenerlo debajo de mi, indefenso y gimiendo… uff, sólo recordarlo me estoy poniendo. Y cuando se corrió en mi boca, recuerdo que lo único que pensé fue "pues no está tan malo".- y se rió pícaramente. – No se cuántas veces lo haríamos, pero exploramos cada rincón de aquella habitación, incluido el baño. Fue realmente divertido y sensual, una verdadera maratón. Aquel tío tenía una energía que ríete tú de los quinceañeros hormonados. Me agotó literalmente. Después del último polvo, de lado en la cama, abrazándome por detrás como un oso, me dormí nada más correrme. No podía más, toda la tarde ahí, dale que te pego, pues normal.- se calló, recordando con los ojos brillantes y no la interrumpí. – cuando desperté estaba sola, y encima de la mesita de noche había un sobre con el membrete del hotel. Miré dentro, y había unos cuántos billetes, no recuerdo la cantidad, pero era bastante.- concluyó.

-Vaya. ¿Y no te sentiste mal? Porque a mi me habría sentado como un tiro.- dije yo sin poderlo evitar.

-Al principio estaba confundida, sabía que tenía que sentarme mal, pero la verdad es que me encantó la sensación, me sentí no se, a gusto. Era como añadirle más morbo a la historia. A partir de entonces, me llamó a menudo, y siempre me hacía lo mismo. Hasta entonces yo pensaba que sentirse como una puta era malo, algo vergonzoso, pero qué va. A veces, sentirte sucia (sexualmente hablando) da mucho morbo, mucho. Y ya ves, lo que empezó como un juego, al final me gustó tanto que pensé en sacarle partido, y fue entonces que me lo planteé seriamente. Y el día que me decidí y puse un anuncio, me dio un subidón de adrenalina tan grande cuando empecé a recibir mails, que la verdad, se me quitaron las dudas. El sexo es para disfrutarlo, y si encima ganas dinero, ya ni te cuento. - yo estaba sorprendida. Nunca habíamos hablado sobre sus inicios, pero había dado por sentado que habría sido por lo que muchas mujeres, por necesidad. Sin embargo, aquella explicación tan sencilla y sobre todo sincera, hizo que la admirara, más que nada por la sinceridad en sí misma. Me di cuenta de que tenía muchas cosas en qué pensar y muchos prejuicios que cambiar.

Miré por la ventana de su comedor, estaba oscureciendo ya, y yo tenía una cita aquella noche que no pensaba eludir, y menos aún después de cómo me había puesto aquella conversación.

-Nena, será mejor que continuemos mañana, ahora ya es tarde y tengo suficiente por hoy, tengo que irme.- dije, apagando la grabadora y recogiendo mis cosas.

-Has quedado con tu chico, ¿eh? Mañana me contarás quién es, no te creas que lo olvido. ¡Ah! Y el sábado arréglate, que te voy a llevar conmigo a una reunión de negocios con un cliente.- dijo como quien cuenta lentejas.

-¿Qué? – pregunté yo, asombrada.

-Sí, quiero que me acompañes, que veas cómo es esto, para que tengas material, ya sabes- me guiño un ojo.- Será trabajo de investigación: Scort por una noche. Y tranquila, que no harás nada que tú no quieras, son inofensivos- exclamó, riendo ante mi cara de incredulidad. – Ya te dije que conmigo ibas a aprender mucho, ¡Esto es sólo el principio nena!