Historias de Laura. Las agujas de Sylvia Kristel.
Los siguientes relatos no son propios, me han sido confiados en larguísimas jornadas de chatear. Yo sólo he transformado el molesto formato del chat (ya saben, los mil holas-cómo-estás y las anécdotas intrascendentes del día a día, los emoticons, los errores de dedo, las interjecciones inservibles, mis preguntas que hurgaban pidiendo más detalles) en una prosa fluida, quizá con ciertos adornos de atmósfera que espero que Laura sepa apreciar. Ojalá, querida Laura, no traicione demasiado el espíritu original de tus relatos y pueda transmitir la emoción que me han dado (demasiada noche, demasiado café tibio y demasiados cigarros de por medio).
Historias de Laura. Las agujas de Sylvia Kristel.
Los siguientes relatos no son propios, me han sido confiados en larguísimas jornadas de chatear. Yo sólo he transformado el molesto formato del chat (ya saben, los mil holas-cómo-estás y las anécdotas intrascendentes del día a día, los emoticons, los errores de dedo, las interjecciones inservibles, mis preguntas que hurgaban pidiendo más detalles) en una prosa fluida, quizá con ciertos adornos de atmósfera que espero que Laura sepa apreciar. Ojalá, querida Laura, no traicione demasiado el espíritu original de tus relatos y pueda transmitir la emoción que me han dado (demasiada noche, demasiado café tibio y demasiados cigarros de por medio).
Las agujas de Sylvia Kristel
¿Sumisión? No que va. Y también sí. Es decir, cómo explicarlo. Cuando tú lo explicas suena muy bien. Trascenderse a otra cosa, a otra forma de vida, pero no de cambiar radicalmente tu vida, sino de ir agregándole a tu vida algo que la enriquece y que sí, a final de cuentas te convierte en otra. No necesariamente terminar en alguno de esos moldes de ser esclava o ser perra, la primera vez que lo lees te impresiona mucho y sí que te excita, pero al cabo del tiempo se te hace una payasada. A mí me atraían cosas como estar atada, o que algo superior a mí me obligara a hacer ciertas cosas, pero no acababa de convencerme eso de que una sola persona dirigiera por completo todas las cosas de mi vida, sobre todo porque un amo no siempre es infalible y si una se va a entregar en magnitudes tan importantes, lo menos que estás pidiendo en el otro es esa perfección que nunca vas a encontrar. Y luego, eso otro de construir, ir creciendo en la sumisión, pues también me parece medio tonto, como si se tratara de una profesionalización que lo va haciendo demasiado rígido, ya no es explorarte, ya no es excitarte con las cosas que imaginas, sino ir entrando en un como tratado de buenos modales y obligaciones que va dejando de ser placentero.¿Te has dado cuenta que las salas de amos y sumisas de internet parecen una especie de salones de gente de ultraderecha con muchos corsés y que con tantas leyes dejan de tener sensualidad? Lees lo que dicen los amos, lo que dicen las sumisas, y es como si oyeras las pláticas de tus abuelos o de tu tía solterona. "La sumisión es un camino de aprendizaje", "Tengo diez años de experiencia y he profundizado en todo esto" Y pues yo seca. Aburrida. Así no puedo imaginar nada cachondo. Sólo me imagino vestida de sirvienta, sirviéndoles café a todos esos tipos tan atildados, y pues me aburre, no me llama la atención.
Pero sí me gustan algunas cosas, algo así como la extrañeza del momento, como que entras en una relación así y te vuelves un personaje, alguien distinto de quien eres normalmente. Ya sabes que no soy la gran cosa; es decir, no me quejo, pero tampoco soy la octava maravilla. Si me vieras recién despierta no darías un quinto. Pero claro, si me pongo bonita, si me maquillo, si me pongo una ropa linda, o un vestido bonito, o unos tacones, pues ahí sí cambia. Pero de eso me di cuenta hasta mucho después, porque la verdad en mi adolescencia no hice casi nada de eso. Estaban las niñas verdaderamente bonitas, y yo tenía mis pretendientes, pero no era nada espectacular. Es decir, no era algo sensual. Pero también te vas dando cuenta que hay chicas que tienen todo para ser sensuales, pero no son sensuales. Y en cambio, hay algunas otras que siendo menos bonitas, tienen un algo que te llama la atención. Claro, ayuda el cuerpo, o la forma como te vistes, pero yo creo que para mi ha sido más importante la inquietud. O sea, que miras una película erótica y quedas embobada. Pensando. Pensando. Pensando. Mis hermanos tenían en su recámara zonas prohibidas para mí. Cajones cerrados con llave, o paquetes envueltos de forma tan complicada, que debías ser bien cuidadosa para abrirlos y ver. Y no era nada taaan impactante como lo que encuentras ahora en el internet, eran las playboy, películas pornográficas, esas cosas para hombres que supuestamente no debías ver. Y te digo que ahí sigo siendo diferente, porque o sea, claro que vi películas porno, pero la verdad me aburrieron, al principio sí te gustan, pero ya que viste una viste todas, y pues yo vi como tres o cuatro y ya fue como ver todo lo demás.
Pero entre esas películas estaban algunas de las de Emmanuelle, de Silvia Kristel. Ya sé que ahorita ves esas películas y se te hacen de lo más inocentes, comparadas con las cosas tan atrevidas que se pueden ver, supongo que porque la censura impedía que fueran tan evidentes, pero yo creo que por eso tenían más sensualidad. En una de esas películas, Emmanuelle se va al Oriente, y bueno, va, coge y coge, lo típico. Pero en algún momento, ya ni me acuerdo por qué, le toca ir a un salón de acupuntura, donde le van a poner unas agujas que la van a poner muy cachonda. Y eso sí me emocionó. Emmanuelle entra, primero es como un laberinto, como que no sabe qué le va a ocurrir. Una se piensa en esa situación y sabes que de inmediato te echarías a correr y no querrías saber más, pero ella sigue, y ahí vas tú con ella, siguiéndola. Las dos como que vamos hipnotizadas hacia algo inevitable, que deberíamos odiar pero al mismo tiempo nos causa mucha curiosidad. Y luego la meten a un cuarto, la desnudan, y le empiezan a poner agujas de acupuntura. Y pues imagino que a mucha gente le daría mucho miedo, pero a mi me dejó idiotizada, con la quijada en el piso. Porque le iban metiendo una a una las agujas, y ella como que se estremecía, como que iba sintiendo algo especial. Uf, te lo cuento y se me pone chinita la piel. Era como si en ese momento, todo su cuerpo fuera placer, como si estuviera en un trance en el que solamente estuviera concentrada en sentir y sentir. Y la forma en que entrecerraba los ojos, y que entreabría la boca, y que estaba como a punto de soltar un gemido pero como que al mismo tiempo se lo aguantaba. Uf, es algo muy femenino, no sé si entenderás. Es cosa de sentir, a lo mejor no sientes mucho, pero lo sientes muy fuerte. Y después, el médico chino le movía un poco una u otra aguja, y eso parecía provocarla más. Me acuerdo que cuando lo vi tenía seca la boca y el corazón latiendo muy fuerte. Ja, creo que tenía la boca igualita que Sylvia Kristel. Porque además pensaba en la actriz, en que una mañana le dan llamado para hacer esa escena, y como ella ya leyó el guión, ya sabe lo que le van a hacer. Y que independientemente de que le dieran miedo las agujas, se lanza a hacerlo porque así está marcado.
Como si algo más fuerte que ella la guiara a hacer eso, y como ella está comprometida a hacerlo, no le queda más que aceptar, y ahí es cuando está bajo el control de otras personas, de los productores, de los otros actores, de cosas que ella ya no puede controlar, sólo se deja hacer. Entonces imagino a todos alrededor, viendo cómo va transcurriendo la escena, y me quedo pensando si ella no sentiría algo especial. Digo, sería inevitable no sentir algo, ¿no? Por mucho que seas actriz y estés representando un papel y haya mucha gente moviendo luces y todo, debe haber un momento en que pienses, "estoy desnuda, mucha gente me está viendo y me están metiendo unas agujas en los pechos y en el abdomen y en las piernas." Después me imaginaba cómo debía despertarse Sylvia el día que sabía que iba a filmar eso. ¿Se tomaba un café pensando: "en tres horas será la escena de las agujas"? ¿Bromearía con ello? ¿Se pondría a leer el periódico con tranquilidad? Y también pensaba en el momento de después, cuando dicen corte y termina todo. ¿Ella se quedó muy tranquila, esperando que le quiten las agujas, y después se sienta y platica con alguien del set? ¿O va a preguntar qué escena le toca al día siguente? Si yo fuera ella, después de filmar la escena les pediría a todos que se salieran del cuarto, al menos a todos menos al chino, o al ayudante más guapo, y entonces le pediría que me cogiera durísimo. Y el otro, como profesional que es también, tendría que hacerme ese favor, algo así como "servicios especiales para la actriz". O si no, después de la escena tendría que irme a mi cuarto de hotel a recordar y recordar lo que he vivido. O sea, sí, a masturbarme como loca, hasta quedar dormida, hasta que llegue el otro día de volver a desnudarme y volver a actuar.
Entonces, todas esas cosas, que no son necesariamente coger, pero que es todo lo que hay alrededor de coger, es lo que me llamaba la atención. Incluso me llama más que las actuales actrices porno. En algún documental sobre películas porno me tocó ver que terminan y les acercan un kleenex para limpiarse el semen y ellas se abren de piernas como si fueran a orinar y se limpian, y me pareció tan vulgar que me dejó más apartada de esas películas. Por mi salud mental quiero imaginar que Sylvia Kristel hizo algo más cachondo después de filmar esa escena, preferiría no enterarme para que no se me echara a perder la fantasía.
¿Clavarme agujas? Jajaja, no lo sé, no creo, quién sabe. Quizá tendría que ser con ese chino y en esa locación (y siendo Sylvia Kristel, ja). Pero lo importante no son las agujas, sino la obediencia. Sentirse obligada a hacer eso. Saber que algo más poderoso que ella, e incluso que toda la producción, la hacen llegar a ese momento. Y algo así es la sensualidad. Es dejarte llevar, que algo más poderoso que todos tus prejuicios, que todas tus circunstancias, te jalen a hacer las cosas, al placer. Y eso poderoso que te vence, eso poderoso que te hipnotiza y te hace seguir, que te anula como la persona que eres comúnmente y te convierte en algo que siente, y siente mucho, esa sumisión sí es la que me gusta a mí. Si después de contarme algo como esto me preguntas si así soy sumisa, en ese momento te digo que sí, que sumisa así, sí.