Historias de la Pandemia XIII - FINAL

Todos hemos conocido mejor a los vecinos, y yo particularmente a una vecina

CAPITULO XII

¡FINAL!

Había aleccionado a Nuria, para que cuando recibiera la primera llamada en el móvil nuevo, que necesariamente tendría que ser de Ramiro, intentara responder ya como una auténtica escort. Sin dudar, haciéndole ver las maravillas de sus servicios, y hablándole de la forma de pago en metálico, aunque en su caso, sería gratis la primera vez.

A media mañana recibí una llamada de Ramiro.

“Samuel, hola, buenos días”, me dijo

“Hola Ramiro, ¿que tal?”, le contesté.

“Bien, bien, ya he estado hablando con tu chica. ¿Estas tu seguro que esta no ha ejercido antes?”, me preguntó.

“Si claro, segurísimo, ¿por?, le pregunté intrigado.

“Chico porque me ha hablado con una naturalidad, asombrosa. Casi me ha hecho sentir que el novato en estas lides era yo”, me dijo.

“Bueno, mejor, ¿no? ¿Y habéis quedado?”, le pregunté.

“Si, si, esta tarde. Si habla así, tiene que follar de escándalo”, me dijo el muy ilusionado.

“Ja, ja, ja, bueno pues ya me contaras”, le dije.

En la comida, se lo comenté a Nuria, ya que tuve que salir y no volví hasta la hora de la comida.

“Sí, parece un buen tío. Hemos quedado para esta tarde. Estoy muy nerviosa”, me dijo.

“Ponte el colgante que te regalaron los japoneses. Si te pregunta que es, te tiras el rollo y le dices que has sido formada como Geisha por técnicos japoneses. Eso siempre viste mucho”, la dije.

“Ja, ja, ja, que tonto eres. Con los nervios que tengo, seguro que la cago”, dijo ella visiblemente nerviosa. No por tener la cita con Ramiro sino porque esa cita tenía que marcar su devenir futuro.

“No tienes nada más que hacerles el balanceo tibetano, ese, y caerán rendidos a tus pies. La pinza birmana no la hagas hasta que de verdad no la domines del todo”, la dije.

“Ya controlo mucho los músculos. Bueno tú ya lo sabes”, me dijo como diciéndome ¿estas tonto o que?

“Si, pero es mejor que primero te acostumbres con varios tíos a ver cuándo se van a correr antes de hacer la pinza”, la dije como siempre aportando mi dosis de sabiduría.

Me pasé toda la tarde esperando tener noticias de Nuria o de Ramiro. Fue este último el que bien entrada la tarde me llamó.

“Tío, no he podido llamarte hasta ahora, porque tenía a la parienta pegada como una lapa. Ahora me he bajado a pasear al perro, y aprovecho. Vaya puta máquina de tía. Eso es un filón.

Una tía elegante, amena, limpia, y que folla como los dioses. Bueno no sé cómo follaran los dioses. Pero cuando ha cogido mi polla con las paredes de su coño, y ha empezado a masajearla, he flipado en colores. Además, cuando ha visto que estaba a punto de correrme. Ha parado, y me ha dicho que íbamos a hacer el bamboleo o no sé que, y aquello ha sido la ostia. Mira que he estado con tías, normales, putas y escorts, pero te juro que nunca he sentido lo que he sentido con esta”, me dijo eufórico.

“Vaya, me alegro. ¿Entonces ha pasado la prueba?, le pregunté.

“Que si la ha pasado?”, me dijo, “Antes de llamarte a ti he llamado a tres colegas, que sabía que estaban a punto de ir con una escort, y les he dicho que no malgasten el dinero. Que llamen a esta y que la prueben. Que yo he flipado. Y estos seguro que la prueban”.

SEIS AÑOS DESPUES

Han pasado ya seis años desde el comienzo de la pandemia. Podríamos decir que después de no sé cuántos tratamientos y vacunas fallidas, al final dieron con la buena. Pero se ha llevado por delante la vida de mucha gente, y aun hoy en algunos lugares del mundo, surgen pequeños brotes, que, gracias al tratamiento, son abortados en sus inicios.

¿Y que ha sido en estos años de nuestra protagonista?

Puedo afirmar que Nuria dejo de existir.

No, que nadie me mal interprete, no falleció ni nada por el estilo. Pero de aquella Nuria, esposa y madre de familia, puedo asegurar que no queda nada.

El éxito en su nueva profesión fue abrumador. Aun permaneció dos años en la empresa, y atendió a algunos clientes amantes de las aventuras nocturnas. Pero pronto todo aquello se le quedó pequeño, incluso el estudio, que lo cambió por un chalé en una urbanización a las afueras.

Dejó la empresa, y poco a poco, me dejó a mí.

Sus continuas citas no le daban para todo. Aunque ella siempre conservó su nombre de pila, se la conoce como la Geisha hispana. Se que han venido de varios lugares del mundo solo pro follar con ella. Que han llegado a pagar auténticas fortunas por disfrutar una hora de su coño. Por él han pasado, futbolistas de máximo nivel, políticos, y un largo etc. del mundo del famoseo.

Que yo conozca ha llegado hasta a hacer viajes de una semana, acompañando a un magnate de las comunicaciones, por lo que cobró la friolera de 100000 euros.

Hace tiempo que no se de ella, pese a vivir enfrente mí. Hace mucho más que no tengo sexo con ella, y la verdad es que lo añoro, pero añoro el sexo de al Nuria primitiva. La del supermercado, la que todo para ella era un mundo.

No sé, quizás algún día intente contactar con ella nuevamente, pero mientras solo me queda desearle lo mejor.

Gracias Nuria.