Historias de la pandemia XII

Todos hemos conocido mejor a los vecinos, y yo particularmente a una vecina

CAPITULO XI

¡LA NUEVA REALIDAD!

Sin duda las experiencias con los japoneses, le habían hecho ver a Nuria, que había otras formas, sin duda menos decentes, pero muy productivas de ganarse la vida. En apenas veinte días había ganado más que en cuatro meses de trabajo, y solo había trabajado 17 horas. Salía a más de 350 euros por hora, y eso no había muchos que lo ganaran.

“Samuel”, me dijo la mañana siguiente, “he sopesado mucho lo que hablamos aquel día de tener una fuente de ingresos alternativa. He pensado en mi marido, en mis hijas, y por supuesto también en ti. Y he decidido que mientras no me quite más tiempo del hablado aquel día, estaría dispuesta a hacerlo”.

“¿Hablamos de prostituirte más en serio?”, la pregunté un poco sorprendido de su repentina decisión.

“Si, he pensado que puedo hacerlo, no todos van a querer una noche o tres horas, y no os robaré mucho tiempo a ninguno, y, además, según los japoneses, se me da muy bien”, dijo ella toda orgullosa del sinfín de adulaciones que había recibido por parte de los técnicos japoneses.

"Vale pues estaremos al loro y en cuanto que surja algo te recomendamos", la dije.

"No es eso lo que quiero. Quiero asegurarme los 3000 € mensuales “, me contestó ella con mucho desparpajo.

“Y tienes alguna idea de cómo hacerlo?”, la pregunté.

“No, para eso confío en ti. El otro día lo tenías muy claro con los anuncios y no sé cuántas cosas más.”, me dijo demostrándome que lo había meditado.

“A ver Nuria, una cosa es hablar por no callar, como los condenados, y otra cosa es llevar eso hablado a la práctica”, la dije.

“Samuel, tienes que ayudarme, yo no sabría por dónde empezar”, me dijo ella casi implorando.

Pues lo mismo me pasaba a mí.

“No sé Nuria. Yo no me muevo en esos ambientes, y seguro que tienen sus particularidades, como todos.  Pero bueno déjame darle un par de vueltas, a ver que averiguo y que podemos hacer”, la dije para conformarla.

“Vale cari, te lo agradezco”, me dijo ella con esa sonrisa que hacía imposible decirla que no a nada.

Bueno pues ahora tenía que hacer un curso rápido de proxeneta.

Lo que tenía muy claro, es que Nuria no podía ser una puta callejera, entre otras cosas porque a mí no me daba la gana, así es que centre mis esfuerzos en investigar sobre los requisitos de las escorts.

Y algo encontré. Hice un pequeño resumen para poder estudiarlo detenidamente. Estos fueron los puntos que destaque.

  1. Belleza física: además de la belleza física aparente en las mujeres, podemos encontrar todo tipo de fisionomías, desde altas, blancas y morenas, podrás encontrar también mujeres voluptuosas, delgadas o perfectas. Todo ello para lograr satisfacer la demanda de todos nuestros clientes.
  2. Sensibilidad: son chicas sensibles y abiertas a las necesidades de todos nuestros clientes, contar con la experiencia suficiente para satisfacer los diferentes tipos de necesidades que tengan los clientes desde compañía hasta necesidades sexuales.
  3. Discreción: otro de los aspectos o características importantes que poseen las escorts, se centra en que son chicas altamente discretas. Todos sabemos que los clientes que buscan estos servicios, en su mayoría poseen una vida y compromisos familiares que deben mantenerse al margen de las escorts.
  4. Educadas: todas las escorts de lujo, son personas educadas , llevan a cabo una profesión o se encuentran desarrollando una, por lo que son personas que pueden ofrecer una charla de nivel, en especial de temas importantes como para relajar un poco el ambiente.
  5. Disciplina: la disciplina es fundamental para este tipo de trabajo, en especial cuando se trata de saber manejar tiempos entre la vida personal de una escort y su tiempo dedicado a hacerlo. Ser disciplinado implica tener una rutina para el cuidado de su cuerpo, tanto físico como mental, igual que la puntualidad que ofrece cada uno de los clientes con los cuales tiene una cita.
  6. Buenos modales: las escorts de lujo son chicas que poseen muy buenos modales , es decir que saben comportarse en cualquier tipo de espacio y de ocasión. Desde acompañar al cliente en un viaje, hasta una cena o simplemente tener sexo con él.

En esto podíamos resumirlo, y la verdad es que Nuria, a mi modo de ver, cumplía con creces con los 6 puntos.

Pero había algo que me preocupaba. Si ella sería capaz de compaginar tantas cosas, su trabajo, su familia, a mi…

Desde luego su intención de asegurar los 3000 euros mensuales, era relativamente sencillas. Los precios de las escorts estaban en torno a 200 o 300 euros la hora, como servicio básico, de ahí para arriba, o sea que con pocos servicios lo sacaría ampliamente.

A lo que tampoco estaba dispuesto, era a ponerla en ninguna agencia de escorts, primero porque ellos suponía que la agencia se quedaba con un porcentaje de sus ganancias, y segundo porque las agencias, ponían las condiciones que en el caso de Nuria, no será fácil de aceptar.

Recordé un colega que trabajo durante algunos años en la empresa, y que luego cambio a otra empresa de otro sector. Él siempre me decía que le encantaban las escorts, porque no solo hacían todo lo que les pedias, sino que además lo hacían con muy buena disposición y educación. También me decía que eran un grupo de amigos, que preferían ir una vez al mes de putas con una escort, que 10 con putas callejeras, vulgares. Todos eran hombres casados, y además acomodados económicamente.

Pensé como preguntarle algo sobre el tema, sin tener que contarle más de la cuenta. Bueno realmente no sabía si podría localizarle, ya que habían pasado años, y no sabía si tendría el número de móvil que yo tenía pero por probar….

Le llamé.

“Ramiro? Soy Samuel”, le dije.

“Coño Samuel, que alegría oírte. He estado por llamarte no sé cuántas veces a ver que era de tu vida, pero unas veces por otras se me fue pasando. Que es de tu vida, ¿todo bien?”, me contestó muy eufórico.

“Sí todo bien, gracias, espero que tú también”, le respondí cortésmente.

“Si, todo bien. El trabajo marcha pese al covid, la familia también, en fin que no puedo quejarme”, me respondió.

“Me alegra oír eso. Oye, a ver si quedamos y nos tomamos unas cervezas, así charlamos más tranquilamente”, le dije.

“Uhy, eso me ha sonado muy serio. Casi, casi casi, a reunión de trabajo casi, jajaja”, se reía recordando viejos tiempos.

“No hombre, pero quiero preguntarte algo que es mejor tratarlo cara a cara”, le dije.

“Joder que misterioso estas. Pues por mí cuando quieras y donde quieras”, me respondió.

“Te vendría bien esta tarde a las cinco? ¿En el bar donde íbamos antes?”, le dije.

“Sigue estando la camarera del culo respingón?”, me respondió.

“Sigue, pero con más años, claro”, le dije.

“Ya claro como todos”, me contestó, “Vale pues a las cinco estaré allí, espero reconocerte, con mascarilla y todo, jajaja”.

“Si, si tranquilo nos reconoceremos seguro”, le dije.

“Venga pues nos vemos luego, ciao”, me dijo terminando la conversación.

“Adiós”

Pues el primer paso estaba dado. Ahora tenía que urdir como contarle algo, pero sin contarle nada. Bueno, yo me entiendo.

Poco antes de las cinco, me despedí de Nuria.

“Me voy un poco antes que tengo una reunión con un amigo, sobre…. El tema que nos ocupa, ya sabes”, la dije.

“Sí?”, ya me contaras mañana.

A las cinco estaba en el bar. Ramiro ya estaba allí.

“Tío, que bien te ves”, me dijo nada más verme dándome un abrazo.

La distancia de seguridad, pensé. Bueno a la mierda la distancia de seguridad.

“Tú también estas genial, te ha tratado bien la vida”, le dije.

“Ya te digo, ¿y que me dices de mi Menchu? Yo creo que aún tiene el culo más respingón que antes. Nada más verme me ha reconocido a la primera me ha dado dos besos y un abrazo y yo de tanto beso y abrazo, me he puesto morcillón”, me dijo muy entusiasmado.

“Jaja, veo que no has cambiado. Siempre has tenido éxito con las mujeres”, le dije.

“No tanto como yo quisiera, pero bueno digamos que me defiendo”, me contestó.

“Menchu, tráenos dos jarras, para el colega y para mí”, le dijo a la camarera.

Nos sentamos en una mesa al final del bar, la busque a posta para estar lejos de oídos curiosos.

“Bueno y en la empresa que tal, ¿todo igual?. Bueno no se ahora mismo quien me comentó que tienes secretaria nueva que Arancha estaba de baja por maternidad”, me dijo.

“Si, algo así. Por lo demás como siempre”, le contesté sin muchas ganas de ponerme a darle detalles del curro.

“Bueno y que querías comentarme?”, me preguntó.

Se ve que a él también le picaba la curiosidad sobre lo que tenía que decirle que no podía hacerlo por teléfono.

"Bueno, verás, quería preguntarte si tú aún sigues requiriendo los servicios de escorts", le dije.

"Vamos, que si voy de putas, pues si, sigo igual, ya sabes, genio y figura hasta la sepultura. Pero no me digas que tú también vas", me dijo divertido.

"No, no, que va", le respondí rápido.

"Entonces?, No me dirás qué te quieres meter tu escort”, me dijo en coña.

"No digas gilipolleces, pero tengo una conocida que si se está planteando algo así, y me ha preguntado si yo sé cómo va el tema", le dije.

"Si, claro, es muy normal. A mi todas mis conocidas me preguntan sobre sus inquietudes sexuales, pero bueno, que quieres saber por si puedo ayudarte?

"Básicamente, que buscas en una escort", le respondí.

"Principalmente la seguridad, tanto física como sanitaria. Son chicas mucho más cuidadas en todos los sentidos", me dijo.

"Ya, ¿y las buscas en alguna agencia?", Le pregunté.

Al principio, si. Luego cuando ya contactas con la chica si te gusta, quedas en privado. Es más barato", me respondió.

"Y al margen de la seguridad que más cosas valoráis tanto tú como tus amigos en la chica", le pregunté.

"Que no sea sosa, remilgada que haga de este todo y que nos folle bien. Al final, el pegarte una buena corrida, es lo que justifica la pasta que te cuestan", me dijo.

"Y tú estarías dispuesto a recomendar a tus colegas a mi conocida?, Le pregunté.

"Yo te quiero mucho Samuel, y me fío mucho de ti, pero comprenderás que para recomendar a una escort, hay que probarla antes", me dijo con cara de empezar a relamerse.

"Ya, lo suponía. Y además supongo que querrías probarla gratis", le dije.

"Hombre, que menos para incentivar mi labor de recomendación", me dijo ahora relamiéndose del todo.

“Bueno creo que eso se podrá arreglar, pero tienes que decirme que potencial de clientes, puedes aportar para que la chica vea el tema interesante, y cuanto soléis pagar”, le dije intentando sonsacarle.

“Hombre el grupito que solemos ir juntos, o por lo menos una vez al mes, somos cuatro, y pagamos entre 150 – 200 euros hora, dependiendo de los servicios. Pero te garantizo una cosa, si la chica es buena, corre de boca en boca como la pólvora. Porqué cada uno conocemos siempre a alguien que si bien no es asiduo, si va de vez en cuando”, me dijo.

“Podríamos decir que podemos garantizarla 20 servicios mensuales?, le pregunté.

“Hombre, 20 en el peor de los casos. Piensa que dependiendo de los servicios, puede hacer varios al día”, me dijo.

“Ok, ok, ¿y como contactáis con ellas?, supongo que por teléfono”, seguí preguntando

“Sí, claro tu llamas, y ellas dependiendo del servicio y de la disponibilidad que tengan, te dan hora” .

“Comprendo, ¿y cómo pagáis? En metálico, con tarjeta”, le pregunté.

“Ambos casos son posibles, pero por regla general para evitar líos es mejor en metálico. No deja huellas. Eso lo aclara según haga la cita, y solucionado”, me contestó.

“Entiendo. Y como os gusta que os reciban las chicas, vestidas me refiero”, le pregunté.

“Bien vestidas. No hace falta un traje de fiesta, pero si que vayan elegantes. Que destilen distinción. Nada de recibir en lencería ni cosas similares. Eso es chabacano. Te pueden ofrecer algo de beber y comportarse más como una amante, que como una puta”, me dijo Ramiro.

“Y ya por último, alguna vez las sacáis fuera del piso donde reciben?”, le pregunté.

“Yo he de reconocerte que en una ocasión, si saque a la chica a cenar y luego a un hotel. Me daba morbo, pero claro es todo mucho más cara. Si es cierto que he recomendado a alguna cuando ha venido algún cliente, huérfano de amor, e incluso ha dormido con el pero claro ese se ha dejado 1000 pavos”, me contestó.

“Ya y ahora si que sí, la última pregunta, ¿Con o sin condón?”, le pregunté.

“Amigo no corren tiempos para ir a pelo. Es mejor para todos con goma”, me dijo.

“Ok, pues ahora si que no tengo que se me ocurra más preguntas. Te agradezco enormemente la información”, le dije.

“Nada hombre un placer. ¿Cuándo hacemos la prueba?”, me dijo ya pensando en probar a fondo al a escort.

“Tengo que hablar con ella. Mañana lo hago y te digo algo”, le dije.

“Perfecto”, dijo él.

Seguimos hablando un buen rato, recordando nuestros tiempo trabajando juntos en la empresa, contando mil anécdotas, y, en definitiva, pasando el rato dos amigos. Nos despedimos con un

“Mañana te llamo”, de mi parte.

De camino para casa, tenía una leve esperanza de que Nuria recapacitase sobre su decisión y afrontara sus gastos de otra manera, pero no lo veía muy fácil.

A la mañana siguiente, durante el desayuno, empecé a poner a Nuria al tanto de mi conversación con Ramiro. Su cara cuando le iba contando el número de clientes y lo que podría ganar al mes, lo decía todo. Tenía ganas de todo menos de arrepentirse de su decisión.

Cuando terminé de contarle todo, me dijo,

“Bueno y ¿cómo lo hacemos?, ¿cuál es el primer paso?”.

Se disiparon todas mis dudas.

“Bueno, te veo totalmente convencida, así es que el primer paso que yo haría seria comprar un móvil, así tendrás uno exclusivo para esto. Luego hay que comprar bebida, no mucha, pero si de calidad. Luego revisar tu vestuario. Yo creo que el vestido ese ajustado negro, con tacones negros, sería ideal, la ropa interior a juego, nada escandalosa, que denote clase, no chabacanería. Preservativos. Luego tendrás que incrementar los controles ginecológicos y en esta situación del covid. Cuidar el rasurado, en cuanto que puedas depilación láser, y yo me daría unas sesiones de UVA, para mantener un aspecto siempre saludable”, la dije.

“Vale pues comemos rápido y vamos comprando cosas”, me dijo ella que si por ella fuera empezaba esa misma tarde.

Y así lo hicimos. Fuimos al centro comercial, comimos unos pinchos con unas cervezas, y fuimos a una tienda de móviles. Comparamos uno baratillo. Luego a una tienda de ropa, y se compró un conjunto como habíamos hablados ropa interior, vestido y zapatos.

Luego entramos en una tienda de licores, y compramos

Whisky Macallan 12 años Double Cas

Ginebra Beefeater London

Ron Brugal Añejo

Cervezas de marca, refrescos diferentes y Cocktail de frutos secos Luxuya gorumet.

También compramos juegos de sabanas de recambio por si se daba la circunstancia de que alguna tarde tenía más de dos clientes.

En principio, eso era todo y nos había dado tiempo a comprarlo todo. Por la tarde lo llevaríamos al apartamento. La dije que mirara unos vídeos en internet sobre como servir bien cada cosa, la cantidad de alcohol, la cantidad de hielo, y la cantidad de refresco.

La dije que siempre que ejerciera llevara puesto su colgante de geisha y que fuera practicando las técnicas aprendidas con los primeros clientes.

Aunque aún tardarían unas horas en darle servicio al nuevo móvil, la dije que le daría el número a mi amigo Ramiro que sería quien se encargaría de su “Marketing”, y que la haría la prueba gratis.

Lo de gratis no la hizo mucha gracia, pero entendió que para recoger hay que sembrar.

La dije que ese teléfono, lo dejara en la empresa, para evitarse sustos en casa. La pareció bien.

Por la tarde, efectivamente fuimos al estudio, y después de echarnos un buen polvo, organizamos todo aquello un poco. Tanto las compras, como la disposición de algunos muebles, para dejarlo más acogedor. También hicimos en su Tablet una lista de música de ambiente, relajante, para amenizar los momentos que se creasen.

En un pis pas, habíamos preparado todo para que Nuria empezara a ejercer como la GRAN GEISHA OCCIDENTAL.

CONTINUARA