Historias de la pandemia VIII

Todos hemos conocido mejor a los vecinos, y yo particularmente a una vecina

CAPITULO VII

FLIPANTE

Se acercó a nosotros esbozando una sonrisa.

“Hola, está el tráfico fatal”, nos dijo como queriendo disculparse por no haber estado a la hora habitual.

“Hola, qué, ¿has dormido bien?”, la pregunté con toda la sorna del mundo.

“Poco, pero bien, si”, me respondió ella lógicamente sin dar más explicaciones.

“Pues entre antes de anoche que dormiste poco por la hora que terminamos, y anoche que has dormido poco, hoy yo que Samuel, no me fiaría mucho de que le llevaras la agenda”, dijo el gerente, queriendo hacer una gracia.

“Nada, si lleva dos días de relax, solo aprendiendo japonés con los proveedores”, le contesté.

“Y que aprendiste muchas palabras nuevas ayer? El japo estaba interesadísimo en enseñártelas”, le pregunté a ella.

“Pues la verdad es que sí”, dijo ella.

“Dinos alguna a ver que tal suenan”, le dijo el gerente.

“Pues… Ohayōgozaimasu que significa buenos días, Oyasumi buenas noches, Kireina que significa Guapa, y alguna más que no recuerdo”, contestó ella.

La miré poniéndole cara de decirla ya me las dirás a mí.

Desayunamos y nos fuimos a la empresa. Ardía en deseos de conocer detalles de la nochecita.

Cuando llegamos a la empresa, Nuria hizo intención de irse a su mesa, pero desde la puerta del despacho la dije,

"Nuria, a mi despacho, vamos a ponernos al día."

Dejó su bolso en la mesa, sacando antes un sobre, y vino a mi despacho.

Nada más cerrar la puerta, nos fundimos en un profundo beso.

A ella se la veía exultante, muy satisfecha de su experiencia.

En cuanto nos soltamos los morros, la pregunté por el sobre.

"Ah, esto. Una propinilla de los japoneses, guárdalo con el otro dinero pelease", me dijo.

"Te han dado más?", La pregunté.

"Mil eurillos", me dijo ella con una sonrisa de oreja a oreja.

"Joder, pues si que les has tenido que complacer para darte mil euros más', la dije.

"Oye, es que yo cuando me pongo, me pongo", contestó el ella.

"Bueno, venga cuéntame", la dije mientras metía el dinero en la caja fuerte.

"Pues de verdad, muy bien Samuel. A ver no es que los japoneses fueran nada “fuera de lo normal”, en ningún sentido, pero tenían su puntito de morbo. Bueno en algunos casos su puntazo", empezó a contar Nuria.

Tienen la polla acordé a su tamaño, pequeñita, pero practican, como decían ellos unas técnicas sexuales que no me quedó claro si estaban basadas en el Kamasutra o el Kamasutra se basó en ellas.

Cuando llegamos a la habitación del hotel, apenas era las siete de la tarde, ellos se pusieron como la noche anterior los kimonos, y a mí me sacaron un albornoz, blanco por medio muslo pidiéndome que me lo pusiera. Entendí que no era para ponérmelo encima de la ropa, así es que me metí en el baño, me desnudé enterita, y me lo puse.

Mi primera sorpresa, fue cuando Atsushi, me dijo que los dos habían participado en mi “contratación”, por lo que tanto el cómo Hideo tendrían “Watashi to no sekkusu”, o sea sexo conmigo.

Atsushi, era el sobón, y Hideo el otro. Me dijeron que Atsushi significaba Hombre cordial, educado y respetuoso y que Hideo, significaba hombre esplendido de gran corazón.

Empezaron a hacer una especie de sesión de Yoga. Con unos ejercicios según me explicaron de relajación. Los tres sentaditos en el suelo, con las piernas cruzadas, como nos ponemos tu y yo en la cama a veces, haciendo como un pequeño círculo, con un quemador de incienso en el centro que lógicamente quemaba incienso, según ellos relajante. Harmonía se llamaba.

Atsushi, me dijo que cerrara los ojos, que pusiera las palmas de las manos hacia arriba apoyadas en los muslos, y que no pensara en nada.

La verdad es que al poco de estar en esa posición, el olor del incienso, empezó a meterse profundamente en todo mi cuerpo. Empecé a sentirme totalmente relajada, totalmente desinhibida, super cómoda.

En un momento, Atsushi me dijo,

“Nuria, nos pesa mucho la ropa”

Joder era verdad. Dentro del estado tan amplio de relajación que tenía, el peso del albornoz se hacía insoportable.

Me solté el cinturón, abrí el albornoz, y lo dejé caer por mi espalda. En ese momento, abrí los ojos. Los dos estaban igual que yo, desnudos, y dada la posición que teníamos mi cohete estaba totalmente al aire, siendo devorado por los ojos de los dos japonesitos.

“Nuria Omanko”, me dijo Atsushi, señalándomelo. Deduje que Omanko era coño en japonés.

“Oppai”, me dijo señalándome las tetas”

“Chinchin” me dijo señalándose a su polla. Me hizo gracia, era como brindar.

Entonces me dijo, ¡Namete hoshii!, ostia todo eso significaba, chúpamela.

Entendí que empezaba el lío, así es que a cuatro patas fui hasta él y empecé a mamársela. Rápido Hideo se acercó también queriendo que se la mamara también, y me encontré de pronto mamando alternativamente dos pollas, cosa que no había hecho en la vida, y que pensé que nunca haría.

De pronto Atsushi, mientras se la mamaba, gritó, Iku!!!!!! Al momento entendí el significado, ¡era Me corro!!, porque me soltó toda la leche en la boca. Se la abrí enseñándole toda su leche dentro. La cerré, me lo tragué y volví a enseñársela vacía. El me aplaudió con cara de incrédulo y entusiasmado. Me dijo que muy pocas mujeres tragan la leche de desconocidos, y menso en Japón. Esas cosillas fueron las que me hicieron ganar la propina”.

Yo la miraba con cara de gilipollas, incluso a momentos con la boca abierta, dejándola relatar todo lo acontecido.

“Con Hideo, repetí la operación. Tampoco tardó nada en correrse, y al igual que en el caso de Atsushi, la corrida fue abundante. Yo repetí el ritual de mostrar la boca llena de su semen, , tragarlo y mostrarla vacía.

Cuando ambos se corrieron, empezaron a sobetearme, pero no era un sobeteo sin sentido parecía una especie de masaje, intentado abarcar entre los dos todas las zonas erógenas. Ahí aprendí otra expresión.

Nureteru!, que significa, estas muy mojada. Y si que lo estaba. Aquella situación, me tenía loquita perdida

Me metieron algo en la vagina, que luego supe que era jengibre. Noté al instante, un ardor tremendo en toda la vagina. En serio, solo deseaba que me follaran para calmar ese ardor, pero en ese momento, se levantaron y se sentaron nuevamente en el sofá, viéndome divertidos, como estaba con las dos manos en mi coño intentando calmar ese ardor. Ni que decir tiene que no tardé nada en correrme y en poner perdida la alfombra.

Aquello también fue celebrado con gran alborozo por los dos japoneses. La sensación de estar masturbándote a saco delante de dos tíos, que solo miran divertidos, supongo que, sin la relajación del yoga y el incienso, hubiera sido super humillante.

Me dejaron allí tirada descansando de la corrida, y mientras Atsushi, llamó al servicio de habitaciones para que nos subieran algo para cenar.

Cuando llamaron al timbre, yo ya había estado en el baño, me había lavado porque aún me ardía el coño. Me había vuelto a poner el albornoz, cerradito con su cinturón, pero cuando oyeron el timbre, Atsushi, me soltó el cinturón, me dijo que me sentara en uno de los sillones, y me dejó el albornoz abierto del todo.

Estaba sentada en el sillón justo enfrente de la mesita, donde el camarero del servicio de habitaciones dejó las bandejas. Evidentemente, me recorrió con la mirada de arriba abajo.

Atsushi , le dio un billete, creo que de 50 euros, y le dijo algo al oído, supongo que algo así como... Tú no has visto nada.

SE rieron de la gracia cuando salió el camarero, por haberme tenido expuesta delante de él.

Cenamos, y después de cenar sacaron un lico típico, según me dijeron

SAKE Shochu, el mejor destilado japonés. Una bebida que además de digestiva, también es usada para estrechar lazos, ya sean amistosos o sentimentales y establecer vínculos de mayor confianza.

La verdad es que pegaba bastante, pero no te dejaba mal estómago. Bueno que tontería siendo un digestivo, no podía dejarte más estómago.

Después de una distendida sobre mesa, pasamos directamente a la cama. Ellos sacaron un pequeño frasco, echaron unas gotas en unos vasos con un poquito de agua y lo bebieron. Al momento sus pollas se pusieron como dos estacas, aparentando dos verdaderos samuráis.

Atsushi, me dijo ahora vas a conocer el Balanceo Tibetano. Otro licor, pensé yo.

Se sentó en la cama en la posición de Loto. Me dijo que me sentara encima de él pasando mis piernas por sus caderas. Así, su polla entró profundamente en mi vagina.

Nama gaii!, dijo, que quiere decir hagámoslo sin condón. Que gracioso. Cuando ya la tenía dentro.

Se trataba de compartir la respiración con las bocas juntas; es decir, cuando él exhalaba, yo inhalaba, y viceversa. Todo ello, sin sacar el pene de la vagina. Al inhalar aire, yo mecía mi pelvis hacia delante y contraía los músculos vaginales, y al exhalarlo, me mecía hacia atrás y relajaba los músculos vaginales.

El balanceo producía un efecto hipnótico y nos concentrábamos sólo en las respiraciones, en las sensaciones y en el placer. El orgasmo mutuo, fue de escándalo. Cuando ambos nos corrimos, Atsushi, no la sacó. Dijo,

“Ahora Anaru Sekkusu!” que quería decir sexo anal. Hideo, se colocó detrás mío, y antes de que me diera cuenta ya me la había metido en el culo. Me lo estuvo follando, la verdad es que con mucha delicadeza, como si a cada envite de su polla quisiera que, a través de mi recto y mi vagina, notara la polla de Atsushi.

Cuando se corrió, mantuvo su polla dentro de mi culo al igual que Atsushi la suya en mi coño. No habían disminuido las pollas ni un milímetro. Se ve que ese líquido que tomaron debía de ser una especie de viagra liquida, pero que funcionaba mucho más rápida y contundentemente.

Estuvimos así un buen rato relajándonos. Cuando les pareció, cambiaron de sitio. Hideo adopto la posición de loto, yo me senté sobre él, y se repitió el mismo proceso con el mismo resultado. Orgasmos de escándalo. Luego fue Atsushi el que me penetro analmente hasta que nuevamente se corrió. Permanecimos los tres abrazados, hasta que descansamos y nos relajamos, momento en el cual si sacaron sus pollas de sus respectivos alojamientos

Nos fuimos al baño los tres y nos duchamos. Nos secamos y volvimos a la cama. Me pusieron en los pies con el culo casi al aire. Hideo se puso sobre mi pecho y me metió la polla en la boca, mientras que Atsushi, se puso al borde de la cama me cogió las dos piernas en algo, y empezó a follarme lentamente. Me decía cosas en japonés, que no alcanzaba a entender, mientras que Hideo, se afanaba en meterme la polla entera en la boca.

Me había corrió ya tres veces, y además tres veces muy intensas, pero aquellos tíos estaban empeñados en que no dejara de hacerlo en toda la noche. Atsushi fue incrementando el ritmo de la follada hasta llegar a follarme como un loco, su polla entraba y salía de mi vagina como si no hubiera un mañana. Yo me atrevería a decir que cada vez la tenía más larga y dura o esa sensación me daba. Se corrió dentro de mi coño y Hideo dentro de mi boca.

La última vez que miré el reloj, eran las cuatro de la madrugada. A esa hora me quede grogui. Me ha despertado la alarma del móvil, y ellos ya no estaban, y sobre la silla donde estaba mi ropa, me he encontrado el sobre con la pasta, una nota que decía volveremos pronto, u esta caja con panduola vana, según he leído en internet un potente afrodisiaco para mujeres, que yo creo que debió de ser con lo que me estuvieron sobando casi al empezar, porque luego ya estuve toda la noche perra perdía…. ¿Que te parece?”, terminó de contar.

”Flipante, y ya están pensado en volver. Estos son capaces de pasar por aquí de regreso a Japón”, la dije.

“Pero vamos que me he puesto brutísimo con tu relato. No te follo aquí mismo porque seguro que nos pillan, jaja y lo del balanceo ese hay que probarlo”, la dije con cara lelo.

“Claro, y lo del incienso. Incluso no me importaría volver a probar el jengibre. Oye, debería ir a comprarme algo de ropa. Si he estado de viaje lo lógico es que me haya cambiado”, me dijo preparando la coartada en su casa.

Me pasé toda la mañana pensando en la noche que había pasado Nuria. Joder, quien iba a decir hacer tan solo dos o tres meses, que aquella semi desaliñada ama de casa iba a convertirse en toda una Matahari.

A la hora de comer, fuimos a un centro comercial cercano, y allí compro una muda entera, tanga, falda y blusa. Evité entrar con ella en la tienda para no meternos en el probador, y no liar alguna. Se lo puso en el baño del centro comercial, y nos fuimos a comer.

“Cari”, me dijo, “he estado pensando, que yo no puedo justificar los 4000 euros en casa, quizás 500 o a lo sumo 1000 como una gratificación, pero no todo. Por eso, ¿que te parece si alquilamos un estudio, para tener nuestro nidito de amor?, así nos evitamos ir al mismo hotel de siempre, que ya te van a hacer cliente de honor”, me dijo, con toda naturalidad.

“Vidita, si quieres que alquilemos un estudio, yo lo alquilo, pero no con tu dinero. Ese dinero es tuyo. Te lo has ganado con tu sudor, tu flujo, tus corridas…”, la dije picaronamente.

“Pero que guarro eres.  Mira, si no fuera por ti, yo seguiría en casa aguantando y luchando con mi marido y las dos crías, que son una maravilla, a las crías me refiero, pero agotan. Desde que te conocí, he descubierto un mundo de sensaciones que no sabía siquiera que existía, y me encantaría poder tener ese nidito de amor, y contribuir a su pago con todos mis jugos, como tú dices”, me contestó con una cara que era imposible decirle que no a nada.

“Vale pues vamos mirando y cuando veamos uno que nos venga bien lo alquilamos”, la dije dándole un poco de largas, más que nada para que se le pasara el calentón.

“Bueno sé que no está muy bien hecho, pero he estado mirando esta mañana en tiempo de trabajo, y he visto uno muy cerquita por 600 euros al mes. Tiene una habitación y un salón cocina y baño.  Y amueblado”, Me dijo ella en plan secretaria ejecutiva super eficiente.

“Uhm, guarrilla mía, así me gusta, que me lo des todo hecho. Seguro que ya has llamado y has pedido una cita”, la dije.

“Si, tontín, ¿cómo no?. Esta tarde a las 5 tenemos que ir a verlo, hay que dar dos meses de fianza, así es que coge 1200 euros para darlos”, me dijo muy resolutiva.

“Si señora, sus deseos son órdenes para mí”, la dije guiñándola un ojo.

Terminamos de comer, volvimos a la empresa, y a las cinco, fuimos a ver el estudio.

Realmente era muy coqueto, y cumplía ampliamente nuestras necesidades.

CONTINUARA