Historias de la Pandemia IX

Todos hemos conocido mejor a los vecinos, y yo particularmente a una vecina

CAPITULO VIII

¡QUE NEGRO ESTÁ EL ASUNTO!

En ese momento firmamos el contrato y dimos la señal. La agencia que lo alquilaba, nos entregó las llaves, y nos dejó ya en el estudio. Cada uno nos quedamos con un juego de llaves, así no teníamos problemas si uno llegaba antes que el otro, o alguno olvidaba las llaves.

Lógicamente, estrenamos el estudio. No quise tampoco follarla mucho y duro porque supuse que tendría los agujeros resentidos de la noche anterior, pero evidentemente el polvo se lo llevo que para eso me había tenido a mil todo el día, aunque por el ardor que demostraba parecía llevar meses sin follar.

Cuando terminamos estuvimos pensando en cosas que teníamos que tener sobre todo bebida en la nevera, y algún tente en pie.

“Yo me encargo, mañana lo compro y lo traigo”, me dijo.

“Vale, recuerda que mañana tenemos PCR”, la dije.

“Ah, si, joder, lo había olvidado. Bueno mejor, así vemos si los japonesitos estaban limpios”, contestó.

Nos recompusimos un poco y nos fuimos para casa.

Al día siguiente, efectivamente, a primera hora estaban en la empresa para hacernos el análisis. Nos lo hicimos, no fue agradable, pero ya estaba hecho.

Llegó también un mail de los dos japoneses, agradeciéndonos todas las atenciones recibidas durante su visita y felicitándome personalmente por tener una secretaria tan eficaz como Nuria. Sera hijo puta?

También nos decía que en 15 días vendrían dos técnicos de la fábrica, para dar formación a nuestros mecánicos sobre el nuevo modelo. Menos mal que el Atsushi no venía, o al menos no decía que lo fuera a hacer.

Por la tarde, fuimos de nuevo al estudio. Nuria había comprado cosas para beber y comer, y además, había comprado un quemador de incienso y también una caja de pastillas de incienso harmonía. Todo eso junto con el afrodisiaco que la habían dejado los japoneses, lo metió en el baño en un armarito. También había comparado toallas de baño y lavabo y sábanas. De un plumazo, había dotado al estudio de lo imprescindible. Allí íbamos a pasar pocas horas, y con lo que había teníamos más que de sobra.

Aunque yo la hice una salvedad.

“Tenemos que comprar alguna cosa más”, la dije.

“Sí?, ¿cuál?”, preguntó ella.

“Pues me hacen falta unas esposas, una mordaza, una fusta para azotar ese culete, algunas cosas así”, la dije dándola de paso un azote en el culo.

“O yo a ti, ¿no listo?”, me dijo ella tocándome los huevos.

“También puede ser pero, de cualquier forma, hay que comprarlas”, la dije

“Pues de eso ya te encargas tú que a mí no se me dan bien los sex-shops”, dijo ella.

Follamos sin grandes alardes, aunque casi siempre le echábamos más de dos horas, pero no practicamos nada de lo que había hecho con los japoneses, pese a que se lo propuse, pero ella me dijo.

“No, cari para eso tenemos que tener tiempo y recrear el ambiente como lo hicieron ellos. Además, tenemos que tener alguien queme folle el culete”.

“Que me estas proponiendo, ¿un trio?”, la pregunté sorprendido, “porque si es así te traigo a un negro pollón que te deje el culo como un bebedero de patos”.

“Oye pues no estaría nada mal, siempre he tenido la fantasía de follar con un negro, y no, no me digas que te das betún que no es lo mismo”, me dijo ella.

Joder esta no iba de coña, pero iba a demostrarla que yo tampoco. Quería negro, pues tendría negro, o negros, ya vería.

“Me lo apunto”, la dije.

Cuando volví a pensar en el tema, me fue dando morbo la idea, aunque no tenía ni idea de dónde sacar negros pollones de más o menos con fianza. NO iba a ir por la calle preguntándoles a los que viera cuando les medía la polla, y si querían follarse a una tía.

Pero claro internet me dio la solución. Entre en Pasión, en contactos y busque negros pollones. Madre mía la cantidad que había. Vi uno que anunciaba 1 día

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Prometedor, sin duda, y pese a que Nuria quería recrear lo de los japoneses, ya habría tiempo para eso.

Ahora quería que cumpliera su fantasía, y que disfrutara una buena polla negra.

Llamé al anuncio. El tío se mostró reticente al ver que era un hombre, pero según le fui contando lo que quería fue cambiando. Me preguntó cómo era la chica, y que si hacia todo tipo de sexo, y me dijo el mismo que tenía algún colega, que podía también ir. Me hizo una oferta de tres negros todos de sus mismas características para darle polla y leche por todos sus agujeros, por 300 euros la hora. Me preguntó que con o sin protección, y le dije que si estaban sanos sin que no hacía falta la protección para nada. Le pregunté acerca de dos horas, y me dijo que por 500 lo hacían. Y acepté. Quede para dos días después en el estudio.

Lógicamente a Nuria no la dije nada quería que fuera una sorpresa

El día de la cita, la dije que por la tarde, tenía una cosa que hacer y que la esperaba en el estudio. Yo había quedado con los negros a las 5 y a esa hora salía Nuria, o sea que me daba tiempo de sobra de organizarlo, aunque tampoco había tanto que organizar.

Me encontré con los tres chicos en el portal. Subimos al estudio les di el dinero, y les dije que se desnudaran y se metieran los tres en el cuarto sin hacer ruido cuando oyeran que la chica venia. Cuando lo hicieron y aún con las pollas relajadas, pude ver su tamaño, lo iba a flipar la Nuria.

Nuria llegó puntual. Yo me metí en el lavabo y la dije

“Cari, espérame en la habitación ahora voy”.

“Vale, voy”, dijo ella dirigiéndose a la habitación.

“Ostia, ¿esto que es?”, la oí gritar.

A continuación, oí risas de los chicos, y a ella,

“Pero bueno, Samuel, ven aquí”.

Fui a la habitación.

“Dime cielo”, la dije.

“Me quieres explicar que significa esto?”, me dijo.

“Tu fantasía, ¿recuerdas?”, La dije.

“Joder, estás loco”, me dijo, mientras empezaba a recibir las manos de los tres chicos tocándola por todos lados.

En un santiamén estaba desnuda del todo, entre los tres morlacos aquellos. Las pollas de los tres ya habían reaccionado, y Nuria no sabía a donde mirar ni a cuál echar mano.

Empezaron a morrearla y a sobarla por todos lados tetas, coño, culo…. Nuria se dejaba hacer, y cogía al azar pollas y las pajeaba.

Pronto la pusieron de rodillas en el suelo, y estaba con los tres pollones delante, queriendo entrar en su boca. Una a una todas fueron pasando por su boca. Se afanaban con que entraran enteras en la boca, pero bastante hacía con que le entrara el capullo en alguna de ellas, aunque en otra la más pequeña de los tres si consiguió prácticamente metérsela entera, con grandes arcadas por parte de Nuria.

Nuria de vez en cuando me miraba diciéndome con la mirada… Te voy a matar.

La siguiente hora y media, salvo dos pequeños parones para hidratarse y coger aire los cuatro, Nuria tuvo siempre tres pollas metidas en su cuerpo, salvo en un momento dado que fueron cuatro, ya que la metieron dos en el coño una en el culo y me dijeron a mí que se la metiera en la boca para estar toda rellena. Después de superar el corte inicial de comparar mi polla con aquellos pollones, lo hice. Y por cierto me lleve un mordisco medio en serio, medio en broma, mirándome con una cara de decirme, no te la arranco de un bocado, porque quiero seguir disfrutándola.

Era La ventaja de tener esos pollones, casi sin forzar posturas estando ella a cuatro patas follándola uno, llegó otro y se la metió también en el coño y el otro en el culo.

Había momentos en que tenía sesenta centímetros de polla negra dentro de su cuerpo.

Ella estaba en un éxtasis continuo. Me atrevería a decir en un orgasmo constante, de hecho, la sabana tenía un gran cerco mojado fruto de sus corridas.

Era increíble ver la imagen de ella entre medio de los dos cuerpos negros que la follaban.

Cuando iban a terminar les pedí que cada uno se corriera en un agujero, y así lo hicieron. El que contacte fue el que se corrió en su coño, diciéndole que iba a preñarla de hijo negro, para que cuando fuera mayor pudiera follarla como él.

Nuria estaba literalmente agotada de todo el trajín con los negros, los constantes cambios de postura, el continuo jadeo, excitación, y orgasmos.

Cuando los tres se corrieron y ella les limpiara la polla a los tres con la boca, se metieron en el lavabo a lavarse.

"Eres la ostia", me dijo," no se te puede decir nada. Si se me ocurre decirte que quiero mamársela a un caballo, me traes aquí una cuadra", me dijo.

"Mujer, eso no, que no caben en el ascensor, pero si te llevaría a la finca de un amigo que tiene varios sementales", la dije riendo.

No me dijo nada. Sólo movió la cabeza a un lado y a otro como queriendo decir, no tienes cura.

Cuando salieron los chicos, al que había contactado me dijo,

“Muy buena hembra. Aguanta todo, traga todo, nos vamos muy contentos. Si quieres otra vez contactarnos te dejo mi tarjeta, y tendrás descuento”.

“Gracias”, le contesté dándonos un íntimo golpe de codos, que casi me dislocan el mío.

Volví con Nuria.

“Me han felicitado, dices que eres muy buen hembra, ya lo sabes”, la dije.

“Y ellos muy buenos machos. Vaya pollas. Pues mira cuando me han metido dos en el coño. Yo pensé que me lo reventaban”, me dijo Nuria.

“Me han dejado su tarjeta por si queremos volver a llamarles, y que harán descuento”, la dije mostrándola la tarjeta.

“Uhmmm, déjame esa tarjeta a mí. Seguro que podré hacer mejor uso de ella que tú”, me dijo ella relamiéndose.

“Ves”, continuó, “hoy es uno de esos típicos días que debería llamar a casa y decir que tengo mucho trabajo y no ir y quedarme ya aquí toda la noche. Estoy literalmente muerta, aunque eso sí en la gloria”.

“En la gloria ibas a estar como el negraco te hubiera preñado de verdad como te decía mientras se corría en tu coño. Tu marido te mandaba a la gloria, y más allá, jaja”, la dije.

“Que cabrón”, dijo ella. “¿Pues sabes que de pequeña tenía un muñeco negrito y me encantaba?

“Claro y si tienes un hijo negro pues dices, será por un antepasado africano que había en la familia, jajaja”, la dije.

“¿Te imaginas la cara del tocólogo, de las enfermeras, auxiliares, cuando vieran salir un niño negro y el padre blanco?, me dijo ella partiéndose de la risa.

“No olvides tomar tus pastillas estos días, y no habrá que imaginarse nada”, la dije.

“Creo que no te lo he dicho. Ha escrito tu amante bandido, digo japonudo, agradeciendo el trato y las atenciones recibidas en su visita, y me felicita por tener una secretaria tan eficaz como tú, eso sí sin especificar en que terreno”, la dije, antes de llevarme una ostia por el comentario.

“Jaja, y me dice que en quince días vendrán dos técnicos de la fábrica para formar a nuestros mecánicos. No ha dicho nada de que te tengan de formar también a ti, jajaja”, la seguí diciendo, jugándomela.

“Uhmm, parece que te pica más de lo que dices lo de los japoneses”, me dijo ella con cara pícara.

La di un azote en el culo, y la dije,

“Venga, vístete y vámonos que vas a llegar a casa a la hora de volver a trabajar”

CONTINUARA