Historias de juventud

Las historias normales de gentes normales que viven normalmente y que aman con intensidad.

En todos los relatos suele ocurrir que tíos altos, fortísimos, guapísimos, estupendísimos, etc. seducen a mujeres (jóvenes o maduras) de... bueno, para abreviar, estilo modelos de ropa de Victoria's Secret.

Pero, ¿en cuántas ocasiones es así en la vida real? ¿Será que confundimos lo que vemos con lo que idealizamos?

En este relato se narran las historias de los primeros acercamientos y contactos de cuatro personas muy concretas de una pandilla de amigos, el típico grupo de amigos de barrio en la que mis contemporáneos de mediana edad podrán verse reflejados. Cuatro personas normales y corrientes, con sus defectos, sus vicios, sus cualidades y virtudes normales en un segmento de gente que podemos catalogar como general.

A los dos primeros que voy a introducir en la historia somos mi amigo Juanma y yo, que me llamo David. Somos el estereotipo de lo normal para unos españoles de la generación de los 70's. Morenos de ojos marrones, sobre el metro setenta y cinco de estatura (cm arriba o abajo), piel normal en invierno y morena en verano, un poco tirillas en aquellos años (aunque ahora sobren unos kilitos cerveceros),... Vamos, lo que se dice 'del montón'. De lo único que íbamos sobrados en aquella época era de desparpajo, picaresca y un poco sin vergüenzas (pero nunca faltando al respeto). No es que fuéramos ni el alma de la fiesta ni los líderes del grupo pero éramos de a los que se escuchaba.

Como se puede ver, ¡de la parte alta del montón!

Contaré el verano del año en el que empezamos a fraguar la vida que llevaríamos en el futuro. A un par de años de "matar" la década de los 80's y sin tener aún la edad para ir a las discotecas (por aquella época las disco 'light' aún no existían) ni tampoco aparentar ser mayores, nuestras tardes se repartían entre las máquinas recreativas, los futbolines y, cuando los encontrábamos, los billares. Alguno de los "mayores" de la pandilla conseguía, de vez en cuando, unas cuantas litronas (botellas de litro de cerveza) que bebíamos entre todos. Obviamente, en aquellas épocas no éramos tan escrupulosos como es ahora la gente. Se compartían las bebidas, los pitillos, las golosinas, pipas, quicos, ... sin titubeos. ¡¡Y pobre de aquel que se escondiera algo y no lo compartiera!!

En una de esas tantas tardes aparecieron dos hermanas nuevas en el grupo. Venían acompañando a Cris, una de las chicas. Nos explicó que eran nuevas en su bloque, que se acababan de mudar con su madre al barrio ya que, para desgracia de ellas, su padre había fallecido en un accidente de trabajo, y habían dejado su anterior casa por una más barata y más pequeña para ellas tres. Cris nos puso en antecedentes a Juanma y a mí mientras el resto de los chicos se 'presentaban' a las nuevas.

Quizá fue esa actitud de no atosigarlas desde el principio la que hizo que se sintieran más cómodas con Cris, Daniela (Dani para los amigos), Juanma y conmigo. Lorena y Marga solían quedarse junto al subgrupito que formábamos los cuatro. Eran chicas normalitas para aquella época en la que terminábamos de desarrollar algo más tarde que los chicos de ahora. Aunque Lorena era un año mayor que Marga las dos parecían mellizas. Mismo color castaño claro de pelo, ojos marrón claro con tiznes grisáceos, unos cuatro dedos más bajas que yo y con algún kilito de más que hacía que marcaran un poco más de culete de lo normal pero sin ser gordo. Ese piquito de peso hacía también que marcaran (sobre todo en el caso de Lore) un poco más de pechos de lo normal. En cualquier caso no era tampoco nada que las alejara de la 'normalidad' que predomina hasta ahora.

Con los calores del verano (más marcado en el interior) las visitas a la piscina eran todo lo frecuentes que podíamos. La mayoría de nuestras madres nos compraban bonos de 10 baños y 10 viajes del autobús que dejaba en la puerta de la piscina más cercana. Por lo menos 3 ó 4 días a la semana aparecía la pandilla casi al completo en la piscina (no todo el mundo podía ir pero aún así las ausencias eran muy pocas).

Claro está, en la piscina sí se hacían 2 grupos, uno por cada género. Los chicos solíamos ser más gamberros y juerguistas y estábamos más tiempo en el agua que en las toallas, a las que íbamos (sobre todo) para arrimarnos a las chicas e incordiarlas un poquito. Las chicas eran distintas. Un chapuzón al agua y al poco rato a tostarse en las toallas. Nunca entenderé ese afán de las chicas por el moreno, pero bueno.

Cierto "anómalo" día estábamos Lorena y yo en las toallas solos. Yo estaba un poco revuelto y no me apetecía mucho estar en el agua. Lore se había quedado conmigo para que no estuviera solo. Las demás chicas habían ido "al baño" (ya sabéis qué significa eso los chicos) en bloque por lo que ahí estábamos los dos. Charlábamos de cosas triviales cuando Lore me sorprendió con una pregunta que no pintaba nada en ese contexto ni en esa situación:

  • David, con tu forma de ser, ¿cómo es que no te has enrollado con ninguna del grupo?

Reconozco que me quedé perplejo. No me cuadraba nada esa pregunta y quizá por eso contesté sin pensar y con franqueza.

  • No sé. Supongo que no se ha dado la situación con ninguna. Además tampoco me apetece perder a ninguna amiga porque luego algo se tuerza. Aunque hay chicas con las que tengo menos confianza y podría ser más fácil no me apetecen luego malos rollos. Prefiero tener una buena amiga que una posible ex cabreada.

Lore se me quedó mirando meditando mi respuesta. Yo también me puse a pensar pero hice algo gusta a las chicas... Me quedé mirando a Lore a los ojos pero con cara de póker. Mi rostro no expresaba ansiedad por su contestación ni intriga por conocer sus pensamientos. Sólo la miraba, pensando y esperando. Tras un par de minutos de silencio me respondió que yo no era un tío típico. Una ceja se alzó en mi rostro expresando extrañeza por lo que Lore se dispuso a explicármelo.

  • No me entiendas mal. Es que cualquier chico de la pandilla eso que me has dicho le importaría tres narices. Si puede meter mano a una de nosotras  lo hacen sin tapujos. Cris y otras chicas que sí han tenido rollos con alguno me han contado que, cuando se enrollaron con ellas, los otros chicos se comportaron con ellas como si fueran desconocidas en el grupo y, tras acabar el rollete, no se preocuparon de lo que pasó después. Pero tú, para evitar eso prefieres que te tachen de cortadillo y no sigues la corriente. Por eso te digo que no eres el típico chico y por eso me gus...

Lore se calló de repente al ser consciente de lo que iba a decir, o mejor dicho, lo que yo entendí que quería decir. Bajó la mirada inmediatamente mientras un encantador rubor aparecía en su rostro. Yo puse cara de no darme por enterado pero esa reacción me había gustado mucho. Lo cierto era que Lorena me atraía mucho casi desde el primer día de conocerla y esa reacción me hizo pensar que a ella la podía estar pasando lo mismo. Decidí aparcar el tema (de momento) hasta que le diera una pensada en serio. Por eso seguí hablando.

  • Bueno. Entonces somos dos los "atípicos" -dije esbozando una sonrisa que se notó en el tono de mis palabras. -Juanma tampoco ha tenido rolletes salvo con Cris (y fue porque los dos se pasaron con la cerveza) pero lo aclararon a tiempo y siguen siendo muy amigos.

  • Lo sé. Ya me lo contó Cris. Y Dani también se siente muy cómoda con vosotros por lo mismo. Ese espacio que nos dais nos hace sentir seguras y apreciadas. Con los otros tenemos que estar pendientes de a ver qué hacen. Con vosotros nos podemos mostrar como realmente somos nosotras y eso nos encanta a todas. Estoy segura que, de haber alguien con posibilidades de ligar dentro del grupo, esos seríais Juanma y tú.

Me la quedé mirando sin saber qué decir. Esta conversación me había pillado con la guardia baja y, en ese momento, no podía pensar en el alcance real de toda ella. Lore me miraba, como esperando una reacción por mi parte. Y con la respuesta que tuve me lucí aún más. Subí muchos enteros por culpa del pasmo que sufría.

  • Vaya. Me siento muy halagado por todo lo que me has dicho. Te confieso que me encanta saber que os hacemos sentir tan bien, en especial por ti. Me gusta que las personas a las que quiero están tan a gusto conmigo.

Ooops. Lo solté sin darme cuenta. En un instante mis ojos fueron incapaces de aguantar su mirada y me puse más rojo que la grana. Quise quitar hierro a la situación soltando alguna bromilla o algo, pero de mis labios no salieron más que farfullos incoherentes.

  • ¿De verdad? ¿Es cierto eso que me quieres? -preguntó Lorena.

  • Prrffiudsddjf -locuacidad  extrema la mía.

  • ¿Te gusto? -me volvió a preguntar con ansiedad en la mirada.

Rojo como un tomate, totalmente distinto a como soy normalmente, sólo fui capaz de afirmar con la cabeza. Me sentía tonto al comportarme de esa forma e hice ademán de ponerme de pie para irme, a lo que Lorena respondió sujetándome la cara tiernamente y, acercándose lentamente a mí, besar mis labios con una lentitud y dulzura desesperantes. Ese fue el momento en que me rehíce en parte y la respondí al beso de la misma forma, mientras un brazo sujetaba mi cuerpo y el otro la rodeaba por la cintura en un abrazo cariñoso. Tras minutos de suaves besos y caricias calificadas Disney por su inocencia, mi mente saltó la alarma y me separé de ella lentamente, sin que pareciera un rechazo.

  • Lore, ¿de verdad estás segura de esto? No quiero que jodamos la amistad por...

Su respuesta no fue otra que tapar mis labios con un nuevo beso más apasionado. Notaba como la puntita de su lengua llamaba a mis labios que entreabrí para permitir su entrada e iniciar un suave baile, intercambiando por primera vez nuestras salivas. Ignoro qué pasó entre eso y el carraspeo de Juanma, que nos miraba divertido, mientras Marga miraba a su hermana de forma socarrona y... En ese momento no pude descifrar qué más había (el tiempo me lo aclaró y lo hará contigo más adelante, mi querido lector).

Lorena y yo estábamos tumbados uno junto al otro sobre un costado, con el brazo libre acariciando al otro, las piernas enredadas y las bocas unidas. Nos pusimos cada uno en su toalla con la cara roja por la vergüenza de haber sido pillados mientras Juanma y Marga estallaban en risas por nuestra cortada actitud. Esta fue la primera vez que besé a mi futura chica y me costó el continuo cachondeo de mi amigo, casi hermano, y de la Marga. Por fortuna, cuando estábamos acompañados por el resto de la pandilla fueron más discretos, aunque alguna pullita siempre soltaban alguno de los dos. Es que si no lo hacían, reventaban (sobre todo Juanma que le encanta hacerme pasar corte, el cabronazo...)

...

Al día siguiente no estuve con la panda por motivos que no vienen al caso ni fueron por mi gusto. El caso es que no pude hablar tranquilamente con Lore durante unos días puesto que se echó encima el fin de semana y mis padres decidieron que pasáramos el mismo en el pueblo a ver a mis abuelos. Durante este tiempo "de soledad" relativa me dediqué a pensar en Lorena y en mí. No sabía si era buena idea que siguiéramos adelante con lo que empezó en la piscina. Sé por varias experiencias lo tontitos que se ponen algunos del grupo con los componentes que se enrollan con otros, y no digamos si el rollo es dentro de la propia pandilla. Temía que algún gilipollas hiciese daño a Lorena y termináramos mal. Creí mi obligación hacerla ver a Lore el error de empezar a salir por las repercusiones para ella, su hermana, Juanma y yo mismo. Ideé un razonamiento que creía válido para exponérselo cuando tuviera ocasión, que llegó el martes de la semana siguiente.

Lorena me miró fijamente durante toda mi exposición sin reflejar un sólo signo emotivo. No sé (ni hoy en día) si era porque no entendía nada y estaba asombrada o es que era una cara de "Tú sigue hablando que cuando termines voy yo"... Cuando por fin acabé, simplemente ladeó sutilmente la cabeza y me hizo la siguiente pregunta:

  • ¿De verdad te crees todo lo que has dicho o es que me tomas por algo que no soy? -empleó un tono neutro, sin enfado, tristeza o doble intención.

  • Es que no quiero que nada te pueda hacer daño... A ti, a tu hermana o a otros.

  • ¿Por qué? ¿Prefieres pasarlo mal por no querer que algo me haga daño, no?

  • ¡Sí, eso es! Veo que lo has entendido.

  • Entonces debo entender que algo sí que me quieres para querer evitarme pasar ese "mal rato". Entonces, ahora quiero hacerte a ti una pregunta. Por favor, en nombre de nuestra amistad te voy a pedir que seas totalmente sincero aunque creas que lo que respondas no me va a gustar, ¿vale?

  • Pero es...

  • ¡David! ¡Quiero que me prometas que serás del todo sincero si es que te importo en algo!

  • Vale. De acuerdo. Te diré lo que quieras.

  • Bien. El otro día me dijiste que te gustaba yo. ¿Me engañaste sí o no?

  • Claro que no. No tengo por qué mentirte.

  • Bien. Entonces, diciéndome todo eso no tienes ninguna intención que no sea evitarme que algo me haga daño, ¿cierto?

  • Es lo que te he querido explicar durante todo el rato.

  • ¿Y crees que lo que me has dicho no me ha hecho daño?

  • ...

  • Contesta, David, por favor.

  • No me lo había planteado. ¿Lo he hecho?

  • Sí David. Te lo voy a decir a las claras y sin tapujos. Me gustas mucho. El primer día que te vi me pareció que eras un chico majo. Y desde entonces no has hecho más que confirmármelo. El remate es que quieres cortar nada conmigo para evitarme males posteriores pero no te has parado a pensar si eso lo había pensado yo o si quiero pararlo. ¿Me quieres hacer daño? Pues déjame ahora de lado y me lo harás...

La miraba asombrado. En su corto planteamiento había dicho muchas cosas. No me había parado a pensar sobre qué sentimientos tenía hacia mí. Había decido por los dos sin pedirla opción, tan sólo había hecho razonamientos para cortar (muy tontos, ahora lo veía). Había querido imponer la razón al corazón... al suyo y al mío. Había reconocido que ella a mí me gustaba y a pesar de eso la daba rezones para rechazarla. Pero ella había dejado claro que no quería dejarlo y que me quería.

Levanté la mirada para fijarla en sus ojos. Ahora sí me di cuenta que la había hecho daño de verdad. Dos pequeñas lágrimas corrían por sus mejillas desde sus enrojecidos ojos. Verla así me desmoralizó como nunca. La tomé de la cabeza y, sorbiendo sus lágrimas con mis labios no hacía otra cosa que pedirla perdón, que ahora me daba cuenta que por querer que otros no la hicieran daño se lo había hecho yo, que era un gilipollas por haber pensado ni siquiera eso, que de verdad me gustaba y que si ella estaba dispuesta y quería, rompería vientos y mareas por defenderla de quién fuera si se metían con nosotros.

Lorena se abrazó con fuerza a mí, sollozando e hipando más fuerte, llamándome tonto, que era un imbécil por hacérselo pasar mal,... Tapé su réplica con un beso tan fuerte que la obligué a callar al no poder salir aire por su boca. No fue un beso apasionado de lengua, sino más bien aprisionar sus labios con los míos mientras la respondía a su abrazo. Poco a poco la fui soltando del abrazo para cambiarlo por suaves caricias por la cara, cabeza, espalda, brazos,... Ella me imitó en las caricias, mientras los hipos iban remitiendo.

Al rato estaba ya calmada casi por completo. Abandoné entonces sus labios y la hice la pregunta que, seguramente, estaba esperando oír de mis labios.

  • Lorena, me gustas mucho. ¿Quieres salir conmigo?

  • ¡Claro que sí, tonto! -me respondió mientras su ojos volvían a anegarse de lágrimas. Otra vez me tocó limpiárselas de la carita.

Empezamos a andar por el barrio, cogidos de la mano, hablando tranquilamente. Éramos ajenos a nuestro entorno. Me fue contando cómo era la vida cuando su padre vivía. Era un directivo de nivel bajo de una gran multinacional. No es que fueran ricas pero sí que notaron el cambio de nivel al pasar del sueldo de su padre a la pensión de viudedad. Aunque tenían dinero por la venta de su antigua casa, la indemnización del seguro de vida y tal, su madre decidió bajar "el listón" para asegurarse que podrían seguir sin futuras estrecheces. Para hacerlo más fácil decidió romper lazos con su antiguo nivel de vida. amistades, lujos para amoldarse lo mejor posible a las nuevas circunstancias. Lorena me contó que, tanto ella como su hermana lo llevaron bastante bien, que quizás la que peor lo llevaba era su madre. Ella trabajó de joven en la misma empresa que su marido pero, al casarse, decidieron que con lo de él podían vivir y prefirieron que ella se encargara del cuidado de sus hijas. Por eso, las amistades que tenía eran mujeres que tampoco trabajaban y que pasaban mucho tiempo juntas entre ellas, con sus chismes, sus historias, sus penas,... Mujeres acostumbradas a gastar los sueldos de sus maridos a espuertas, ir de compras y no preocuparse nada más que a revisar el trabajo de las chicas del servicio doméstico, algo que ella no se podría ya permitir. De ahí que "huyera" de su antigua vida para evitar las discriminaciones y los comentarios de lástima por su situación.

Habían vuelto al antiguo barrio y estilo de vida de su madre cuando era joven. Creció en una zona cercana a nuestro barrio pero esa zona había bajado mucho por ser viviendas muy viejas y haberse llenado de inmigrantes, pero algunos de los cuales se habían encargado de dar al barrio un mal nombre y hacerlo el territorio de sus fechorías. De ahí que acabara decantándose por el nuestro (afortunadamente para mí).

Lorena me contó historias de todo tipo, de gente de todo pelaje. Me sorprendió lo tremendamente mundanos, viles y rastreros podían ser los pijos. Tenía un concepto de ellos un poco idealizado, concepto que se quebró para siempre. Era tremendo saber la de putadas que se hacían entre ellos, las puñaladas entre supuestas amigas por conseguir simplemente quedar por encima de otra... Si recordáis la película "Entre pillos anda el juego", la apuesta que hacen los hermanos entre ellos para hundir a uno y subir a otro personaje no es tan ficción como se podría pensar. Lo cierto es que me alegré saber que los "pobretones" que no teníamos donde caernos muertos éramos muchísimo mejor personas que toda esa recua de gentuza. Luego, durante mi vida laboral, lo pude comprobar por mí mismo.

Sin darnos casi ni cuenta nos plantamos en las 10 de la noche. Era la hora del "toque de queda" de Lorena y Marga. Llegamos a su portal casi a la vez y vi cómo sonreía Marga al verme cogido de la mano de su hermana mayor. Las dos se empeñaron en que subiera para conocer a su madre. Intenté librarme de todas las maneras posibles. Que si yo también tenía que volver a casa, que era ya muy tarde para ir a una casa decente, que lo mismo a su madre la molestaba,...¡Agua de borrajas! Mis opiniones las importaron 2 leches. Me trincaron (porque decir que me cogieron sería decir algo muy flojo) cada una por un brazo y me arrastraron (con todas las letras) a su casa.

Cuando abrieron la puerta y saludaron apareció su madre por la puerta de la cocina, muy cercana a la entrada. Me la presentaron como Mercedes y sólo puedo decir que era un mujerón impresionante. Alta para ser mujer, rubia teñida (castaña clara natural), con los ojos de color verde, un cuerpo voluptuoso, generoso pero muy proporcionada. Estaba claro de dónde venía la genética de Lore y Marga. Semejante mujer me impresionó tanto que, al presentarme, mi voz tartamudeaba lo que provocó las risas discretas de Mercedes y las carcajadas de Lorena y Marga. Mi reacción fue de nuevo infantil. Tan rojo como un tomate. La mayor parte de la sangre de mi cuerpo tenía que estar ahí. Si me pinchan me hubiese muerto desangrado.

Poco a poco fui cogiendo mi confianza habitual y mi comportamiento se niveló. Mercedes se descubrió como una anfitriona cordial, agradable y un poco dicharachera. Esto ayudó a que mi ánimo se normalizara. Me invitaron a quedarme a cenar a lo que accedí tras el beneplácito telefónico de mi madre. Durante la agradable cena que estábamos disfrutando, Lorena me dio el susto padre al decirle a su madre que yo la había pedido salir juntos y que ella me había dicho que sí. Si no metí la cabeza en el plato fue porque mi columna vertebral no fue capaz de encorvarse más, mientras mi cara y orejas volvían a tornarse coloradas.

Con toda la naturalidad el mundo Mercedes nos dijo que se alegraba mucho puesto que parecía que iba recobrando (por Lorena) su vida normal y a relacionarse, comentando que se alegraba sobremanera por haber sido conmigo que parecía un buen chico. No se me ocurrió otra cosa que prometer de forma solemne que la cuidaría y protegería como a mi propia vida, lo que provocó el enésimo arranque de risas de las tres por el tono serio que imprimí a mi voz.

Al terminar de cenar, Lorena pidió permiso a su madre para poder irnos un rato a su habitación. Me sorprendió el desparpajo que usó y más sobre todo el visto bueno de su madre. Decidí que si ella confiaba en nosotros no iba a ser yo quien la diera motivos de desconfianza. Al entrar en la alcoba de Lorena cerramos la puerta. Ella se tumbó en su cama y yo me senté en el borde de la misma, cogiéndola de la mano, empezando a hablar.

Poco a poco nos fuimos acercando. Hablábamos bajito, casi susurrando, lo que propiciaba el acercamiento hasta que, no podía ser de otra forma, nuestros labios volvieron a unirse en un tierno beso, un beso inocente en los labios. Lorena cogió mi mano y la llevó hacia su pecho, acariciándoselo con la palma de mi mano, palma que no me atrevía a mover en lo más mínimo. Mi pasividad se debía a que era la primera vez que la tocaba las tetas y todavía no me había hecho a la idea (cuidado, que no eran las primeras que tocaba) y por la promesa a su madre de portarnos bien y protegerla. En mi estúpida mente se había instalada el sentimiento de traición a mi promesa. ¡Qué se le va a hacer! Muchas veces soy así de raro, de narices de raro...

Ante mi falta de cooperación, Lorena abrió los ojos para clavarlos en los míos. Debió adivinar lo que pasaba por mi cabeza porque intentó que me relajara tumbándome a mí en la cama y sentándose ella a horcajadas encima de mí. Lo que ella no calculó fue que, al sentarse, lo hizo directamente sobre mi erguido nabo.

¡Vamos a ver! ¡Que estaba cortado pero no capado! Con todos los estímulos que me había dado Lorena mi primo estaba en posición de firmes, listo para pasar revista. Y Lorena no tuvo mejor ocurrencia que clavar toda su entrepierna encima de él, algo que encima le puso más contento. Ella, al notar mi erección pugnando sobre su cuquita mordió su labio en un gesto que aún me puso todavía más como un toro. Empezó a restregarse sobre mí, haciéndose una paja sobre nuestra ropa que, al ser deportiva, dejaba que el roce fuera más natural y menos forzado.

Visto lo visto, ya que Lore decidió hacerse una pajilla usando mi erguido nabo, no iba  a ser yo quién estuviera quieto. Ahora si lancé mis dos manos hacia ella. Una tomaba su excitado pezón de uno de sus pechos y la otra la hacía caricias en la base del cuello, sus hombros, la parte trasera de sus brazos, espalda. Poco a poco, con la suavidad de las caricias, Lorena fue congestionándose hasta que tras unos pocos minutos se corrió, gimiendo quedamente en mis labios. Si yo no la acompañé en ese momento fue porque al estar tumbada sobre mí, mi rabo se había quedado en una posición un tanto dolorosa en según qué movimientos lo que me cortó el orgasmo.

Tras recuperarse del suyo, Lorena se echó a mi lado en la cama, besándome mientras me daba las gracias por el rato vivido. Correspondiendo a su beso y agradecimiento...

  • De nada, mi princesa. -guiñé un ojo, simulando una ligera reverencia que se tornó en un divertido gesto por estar tumbado a su lado.

  • Mmmm, mi amado caballero de brillante armadura a venido a salvarme. -replicó con gracia.- Pero vuestra arma aún sigue presta al combate. ¿Es que no ha tenido bastante vuesa merced?

  • Mi bella dama. Mi lanza a combatido en dura lid pero no ha sido vencida. De ahí que siga presta al combate.

Se lo dije sin dobles sentidos ni reproche en mi voz, por lo que me extrañó que se pusiera seria, mirándome inquisitivamente.

  • ¿No te has corrido tú?

  • No. No he podido. Me hacía un poquito de daño por la postura y...

  • ¿Y por qué no me lo has dicho? Me gusta que mi chico esté tan a gusto conmigo como yo con él.

  • No pasa nada. A ti te ha gustado y con eso me vale. Además, tu madre o tu hermana pueden entrar en cualquier momento y ya hemos hecho bastante locura, ¿no te parece?

-¡Pues no! No me lo parece. Joder David, si algo te duele, molesta o lo que sea... espero que tengas la suficiente confianza para contármelo.

  • Vale. Pero de verdad, que no pasa nada. Luego, cuando llegue a casa me alivio y ya está. Me basta con que tú hayas disfrutado.

  • Claro. Pero como te he dicho, a mí me gusta que también disfrute mi pareja.

Diciendo esto me cogió del elástico de mis pantalones, bajándolos lo suficiente para que saliera mi hombría al aire. La miró incrédula y, mientras la cogía con ambas manos e iniciaba una lenta paja, me dijo:

  • Vaya polla, David. No me parecía tan grande antes. Tienes un hermoso cipote.

  • ...

No pude ni articular palabra por las sensaciones que me transmitía mi cuerpo desde el tallo del rabo hasta la nuca. Me pajeaba suavemente, deslizando sus manos por la punta ayudada por la lubricación que me proporcionaba el líquido pre seminal. En un momento dado, esta lubricación se hizo insuficiente y me pegó un pequeño tirón que provocó una leve queja por mi parte. Al darse cuenta de eso, hizo algo que sí que no me habían hecho antes y me pilló de improviso. Se metió la mitad de mi falo en la boca antes que pudiera darme cuenta. Al notar el calor y humedad en mi polla abrí los ojos encontrándome con los suyos que miraban directamente a los míos. Es la imagen más erótica que te puedes imaginar, ver cómo te mama la polla la chica a la que quieres mientras te devuelve la mirada. En solo un par de minutos de chupetones y meneos en la polla intenté quitarme ante la inminente avalancha de lefa que subía desde mis huevos imparable en dirección a la punta de mi miembro. Ella lo evitó y se quedó con sólo el prepucio en la boca, succionándolo, acariciándolo con la lengua mientras pajeaba con fuerza mi tallo. En cada uno de los borbotones de leche que solté notaba como si se me fuera la vida. Notaba cada contracción en mis entrañas que se reflejaba en un nuevo chorretón de leche que se estrellaba en el fondo de la boca de Lorena.

Cuando terminé de correrme vi como Lorena buscaba algo con la mirada. Al poco tiempo puso cara de "bueno, ¿qué se le va a hacer?", pudiendo apreciar como su garganta hacía el típico movimiento de tragar. Lore se bebió toda mi esencia ante mi incrédula mirada lo que hizo que no perdiera prácticamente dureza en mi miembro. Lorena

Me gustaría poder haber contado que estuve como un machote aguantando su mamada durante horas, que después la hice el amor durante más horas,... pero lo que pasó fue la típica y normal historia de cualquier chico normal al que le hacen su primera mamada. Dos minutitos y a correrse como un grifo. Y gracias que llegué a los dos minutos. Y después, ¡a colocarse corriendo la ropa ya que oímos como su madre nos instaba a terminar de hablar y yo a irme a mi casa y Lorena a la cama!

Y también estoy hecho yo un figura. No se le ocurre a nadie más que a mí salir de su habitación inmediatamente después de lo que os he contado antes. Menudo susto me llevé cuando me di cuenta que Mercedes miraba la tienda de campaña que marcaban mis pantalones deportivos al no haber perdido aún la dureza tras el espectáculo de ver a Lore tragarse mi semen. Me despedí atropelladamente y salí de allí como alma que lleva el diablo. Creo que Mercedes me llamó pero ni la oí de la velocidad que llevaba rumbo a la calle.

...

Al día siguiente me reuní con una Lorena muy risueña. Al parecer (y para a mi vergüenza) su madre la preguntó que qué habíamos estado haciendo para que saliera yo con un calentón del quince, que mi pene se apreciaba a distancia. Y Lorena, no corta ni perezosa la reconoció que nos habíamos estado dando el lote. Al ver mi mandíbula inferior desencajada en mi cara, mirándola con cara de gilipollas, Lorena rompió en risas. Me dijo que me tranquilizara, que su madre y ella (al igual que Marga) hablaban con franqueza de chicos con ella. Para aumento de mi pasmo al parecer Mercedes la había dado las felicitaciones a Lorena por su elección porque "desde luego no iba a ir escasa, dado lo que apreció que tenía entre mis piernas". Nueva desencaja de de mandíbula y más risas de Lorena. Me costó un rato reponerme y unirme a sus carcajadas al reírse de mí. Lo cierto es que envidiaba en parte esta franqueza entre ellas tres y que en mi casa no existía ni de coña.

Estuvimos hablando sobre la experiencia. Durante la conversación ambos nos enteramos de varias cosas que no sabíamos del otro. Por ejemplo, ella flipó cuando se enteró que había sido la primera mamada que recibía en mi vida. No es que ninguno de los dos seamos muy mayores pero ya contábamos con la suficiente edad como para disponer de experiencias, algo que ya supuse en el caso de Lore por cómo se había desenvuelto conmigo. Yo la conté que me había enrollado con unas cinco chicas y que sólo había salido en serio con una durante el verano pasado. Nuestras experiencias (mía y de la otra chica) se limitaron a meternos unos calentones de cuidado metiéndonos mano y acabando en pajas que nos hacíamos mutuamente. De sexo oral nada de nada. Se ponía enferma cuando se lo insinuaba. Ni ella a mí ni yo a ella. Y de sexo completo ya ni hablábamos.

Lore flipó con la tía, sobre todo cuando se enteró que era 2 años mayor que yo. Por su parte me contó que sí había tenido relaciones completas con tres chicos y que nunca había llevado la cuenta de los rolletes que había tenido por ahí (aunque sí me confesó que fueron muchos). Por lo que comprobé, Lore tenía ya muchos kilómetros en comparación conmigo, que era prácticamente un kilómetro cero (poniendo símil automovilístico). Me quedó muy claro quién sería el que enseñaría a quién (ella a mí, obviamente). No me importaba y casi me gustaba la idea puesto que eso me dejaría a mí el "margen" de maniobra de poder ir poco a poco. No quería ir tampoco demasiado deprisa con ella, aunque la conversacioncita había vuelto a poner mi falo como un garrote, cosa que no pasó desapercibida a Lore (e incluso llego a pensar que lo estaba buscando).

Se acercó melosa a mí y, agarrándomela, inició una lenta caricia que me estaba poniendo a mil. Me buscó con sus labios y nos fundimos en un beso que se fue acelerando en función subía mi excitación. Me estaba empezando a dar un subidón tremendo cuando ella, de pronto, me soltó y se separó de mí. Ante mi perpleja cara me dijo que me iba a tener "pinocho" durante todo el día y que, por la noche, cuando estuviéramos solos en algún sitio tranquilo, me iba a follar hasta dejarme seco, que saber que era virgen la había puesto como una moto y que iba a hacer que cogiera experiencia a marchas forzadas.

¡¡¡Que susto me llevé, Dios mío!!! Me lo soltó de golpe, sin árnica y a lo bestia... más bruta que un saco de martillos era la niña cuando se ponía. Me miraba con una cara de vicio increíble, como miraría un lobo al conejo que está a punto de comerse. Juro por Dios que hasta me acojoné un poquito. Esta chica llevaba un tiempo dejándome como si fuera un auténtico pardillo. Todo mi aplomo habitual, mi desparpajo, mi chulería,... desaparecía cuando estaba con ella. Ahora me doy cuenta que, en realidad, lo que me pasaba es que me estaba enamorando de ella poco a poco pero a marchas forzadas.

Nos juntamos con la pandilla. Marga y Juanma nos miraban con socarronería y Cris con una sonrisa en los labios. O este par de cabrones se lo habían contado o se estaba oliendo la tostada. Menos mal que sé como es y que respetaría lo que hiciéramos. Si "confesábamos" se haría la sorprendida y si lo "ocultáramos" sería una tumba. Vaya tardecita que me dieron entre Juanma, Marga y Lorena (esta última no paraba de meterme mano cada vez que podía). Me estaba ya pillando un dolor de huevos que me resultaba doloroso. Además, el pantalón que llevaba era un vaquero con las perneras recortadas (en aquella época se llevaban) y la tela, pese que era amplio, me apretaba la polla continuamente (o mejor dicho, mientras continuase mi falo tieso). Se me hizo la tarde eterna por todo esto.

Cuando al fin llegó la noche, Marga y Lorena nos pidieron a Juanma y a mí que las acompañáramos a casa. Su madre no estaba porque había ido al centro a hacer varios recados y aprovecharía para ver a unas amigas y vendría tarde. Fingimos ambos que íbamos a regañadientes (para disimular antes el grupo) y cogimos camino hacia una pizzería que quedaba a medio camino de su casa donde compraríamos la cena.

Pasó lo normal. Compramos una pizza grande para los cuatro, nos fuimos a casa de ellas, nos las comimos viendo una peli que dejamos a medias. Todos la habíamos visto ya y tampoco es que fuera nada del otro mundo (además era española y a mí, como que el cine español, como que no me va nada). Lorena me pidió que la acompañara un momento a su habitación. Aprovechando mi estatura la podría alcanzar unas cajas del altillo de su armario a las que no llegaba. Cogí una pequeña escalera de la cocina y me encaminé a su cuarto. Cuando llegué me la encontré cambiada de ropa. Se había quitado toda la ropa que llevaba y se había puesto una camiseta de hombre (al parecer de su padre) que la llegaba algo por encima de las rodillas. Me dijo que se lo ponía en casa para estar cómoda por lo que no le di mayor importancia. Acerqué la escalera al altillo y me subí para coger lo que me dijera.

¡Pero qué cortito puedo llegar a veces a ser...! Según estaba arriba se puso frente a mí, soltó el botón del pantalón y antes que pudiera evitarlo se metió mi polla en la boca, haciendo un mete saca que en 2 segundos tumbó cualquier remilgo por mi parte. ¡¡¡Dios, como mamaba la niña!!! Parecía una aspiradora. Se notaba que lo había hecho muchas veces. Estuve a punto de matarme en un par de ocasiones al fallarme brevemente las piernas.

Fui un auténtico machote y la chupada duró... 2 minutos. Con el calentón de todo el día la bastaron esos dos minutos para conseguir exprimir mi polla, volviendo a tragar toda mi leche con sonoros ruidos para que me diera perfecta cuenta. De nuevo me encontré con la vista de mi polla medio enterrada en su boca, sus ojos clavados en los míos y una medio sonrisa en sus labios. Volvió a pasar lo de la noche anterior. Mi miembro no perdió vigor (sólo un pelín de dureza que Lore se encargó de remediar.

Me bajó de la escalera, juntando sus labios con los míos y empezamos a intercambiar saliva. Su boca sabía a mi reciente corrida. Siempre pensé que me daría asco a pesar que me excitaba cantidad el imaginarme besar unos labios con restos de mi leche en mis prácticas onanistas (para los de la Logse de ahora, tras mi pajas) pero al ser los labios de Lore no me importó en lo más mínimo e incluso colaboré muy activamente en el morreo lo que ayudó a que me calentara de nuevo. Lore me tumbó en la cama y se sentó otra vez encima de mí.

Pensaba que repetiría lo de ayer pero al notar el contacto de su entrepierna, un cosquilleo recorrió mi polla. Era el contacto de los pelos de su coñito sobre mi desnuda polla. Se colocó de tal manera que mi pene resbalaba por encima de su hendidura, haciéndose una paja con él. Poco a poco notaba como la humedad de la zona aumentaba hasta extremos increíbles. Era capaz de sentir incluso pequeños regueros de su flujo que caían por los laterales de mi congestionada polla, manchando mi propio vello púbico.

Lorena. Cada vez se la notaba más congestionada. Supuse que debía estar al borde de su propia corrida. Empecé a aumentar el ritmo del rozamiento sobre su sexo con golpes enérgicos de mi cadera, aumentando la longitud del movimiento. Su cara se tornó en un rictus forzado, constreñido, delatando el momento en que su orgasmo hizo acto de presencia. Cuando más alto estaba ella suspirando, en un mal movimiento que hizo con su cadera provocó que mi polla se introdujera por completo en su interior lo que potenció aún más su orgasmo, luchando denodadamente por no gritarlo a los cuatro vientos.

Por mi parte, al sentir por primera vez mi pene en el interior de una chica, siendo ésta además Lorena, hizo que una chispa animal saltara en mi cerebro. Me olvidé de todo. No era capaz de pensar o sentir nada que no fuera la sensación de humedad, calidez y estrechez de esa vulva sobre mi miembro. Saltó el piloto automático haciendo que mis caderas iniciaran un movimiento de embestida sin considerar que ella estaba en pleno orgasmo. Lore no fue capaz de soportar la súper sensibilidad que sentía en su clítoris por ser atormentado en su momento más álgido. Una especie de rugido animal salió de su garganta cuando no pudo soportarlo más, enterrando su cabeza en mi cuello, cesando todo movimiento voluntario de su cuerpo siendo el involuntario el que se adueñó de ella. Noté varios espasmos recorriendo su cuerpo y contracciones sobre mi polla que seguía barrenándola inmisericorde. Esas contracciones aumentaron mi excitación lo que supuso un aumento exponencial de la velocidad de mi pelvis que acercó mi orgasmo.

Cuando me corrí en su interior no era consciente de la locura que podía ser eso. Lo único que sentía era un placer sexual inmenso, una felicidad extrema por haber hecho en mi vida por primera vez el amor (nunca he considerado que follase, entiéndase la diferencia) con una chica a la que quería. Los golpes secos, el rugido que solté al notar cómo la vida se me iba en cada descarga de mi semen dio claramente a entender a Lore lo que me ocurría y, no sé si debido a ello, desencadenó otro orgasmo brutal en ella. De pronto noté como si se meara encima de mí por la cantidad de flujo que expulsó de su interior, bañándome mi propia entrepierna de sus caldos. Su cara se quedó fija, con los ojos en blanco y un pequeño hilo de baba caía por la comisura de su boca. Estaba catatónica por las sensaciones que tenía.

Cuando terminé de vaciarme en su interior empecé a ser consciente del estado de Lorena. Tomándola en mis brazos la sujeté y con todo el cuidado del mundo la tumbé en la cama mientras cogía un pañuelo de mi bolsillo y lo empapaba en un vaso de agua que había en su mesilla. Se lo pasé por la cara, limpiándola el sudor, buscando refrescarla mientras la besaba suavemente y la preguntaba continuamente si se encontraba bien.

Poco a poco se fue recuperando, centrando la mirada como podía en su habitación y en mí, que la miraba con preocupación. Subió (parece que con esfuerzo) los brazos y  me tomó del cuello para que me acercase a ella, besándome lentamente en la boca mientras su respiración y latidos volvían a un ritmo normal.

  • ¿Qué... qué me ha pasado? -me preguntó.

  • Pues que me has dado un susto de muerte. No sé seguro lo que te ha pasado pero parecía que te hubiese dado un síncope.

Me miró perpleja. Tardó todavía unos minutos en centrarse y examinar lo ocurrido. Cuando lo entendió todo tuvo a bien hacerme partícipe, algo que agradecí porque no sabía nada de nada de lo que la había pasado.

  • Estaba corriéndome cuando he notado que te metías en mi interior. Eso me ha gustado tanto que ha hecho que me corriera aún más fuerte. ¡Ha sido la hostia!

  • Lo siento, pero cuando se te ha metido dentro no he sido capaz de parar.

  • No lo sientas. Me ha vuelto loca. Notaba como si tu polla me llenara justo a mi medida. Te notaba cada centímetro dentro y ha hecho que notara zonas en mi interior que no sabía ni que existían.

  • Pero me he corrido dentro de ti -casi chillé. Estaba empezando a ponerme histérico por la preocupación.

  • ¿Y? ¿No te entiendo? -Lore usaba un tono conmigo tranquilizador. Se notaba mayor experiencia en estas lides que la mía.

  • ¡Pues que te puedes quedar embarazada, coño!

  • ¡Aaaahh! O sea que es eso. No te preocupes amor. Tomo la píldora desde hace años o sea que no hay peligro.

¡Joder! ¡¡Y me lo soltaba así la tía!! Aquí estoy yo, espídico perdido, acojonado por si hubiésemos metido la pata y me suelta tan tranquila que no pasa nada. Tardé un rato aún en poder encajarlo.

  • ¡Jo! Me lo podías haber dicho antes. Estoy que me caigo todavía del susto.

  • David, si no te lo he dicho antes es porque no ha surgido. ¿Qué querías que te dijera? Cariño, que te digo para cuando follemos que te puedes correr dentro de mí, que tomo la píldora desde hace tres años y no me voy a quedar preñada.

Lo que te digo. Más bruta que el hacha de un aizcolari vasco. No si... cuando se pone en ese plan sale la camionera que lleva dentro. Pero esto tuvo el efecto de darme cuenta que llevaba razón, y por el tono que usó acabé por reírme.

  • Joder Lore, que basta eres a veces, hija. Jajajajaja.

  • Jajajajaja, con lo tontorronote que te pone a ti eso, jajajajaja.

Nos dio un ataque de risa tal que hasta su hermana llamó a la puerta para saber qué coño pasaba con tantos ruidos, tantos gritos y tantas risas. Esto no hizo más que conseguir que la risa aumentara de volumen. Marga, por detrás de la puerta nos llamó gilipollas, dio un golpe en ella y oímos como se marchaba cabreada lo que no ayudó en nada a calmar las risas.

Un rato después salíamos de la habitación de Lorena vestidos y abrazados. Al llegar al salón, tanto Lore como yo nos dimos cuenta que, a pesar de parecer recogido, había algunas cosas 'raras' en la sala. ¿Cómo podía decirlo? Voy a enumerar lo que yo vi.

1) Los cojines del sofá estaban demasiado colocados teniendo en cuenta que habíamos estado los cuatro cenando allí.

2) Juanma y Marga estaban sentados en los extremos del sofá de tres plazas cuando lo normal (si estaban hablando juntos) hubiera sido que estuviesen uno al lado del otro u ocupando plazas cercanas uno en cada uno de los sofás de la sala.

3) Tanto Marga como Juanma estaban 'demasiado' bien peinados para ser casi las doce de la noche. Su apariencia era demasiado perfecta.

4) Se trataban con una indiferencia como demasiado forzada. Je. O sea que demasiado modositos.

5) Y finalmente. El ambiente está cargado. Algo menos que lo cargado que había quedado la habitación de Lorena pero en ese plan.

Vamos a ver. Ya he dicho antes que 'era' (ya no) virgen pero no eunuco... y tampoco imbécil profundo. Tanto Lore como yo sabíamos que estos dos habían estado algo más que hablando. Hasta dónde habrían llegado no lo sabíamos, pero que se habían enrollado al menos... ¡¡¡eso iba a Misa!!! Era demasiado tentador como para dejarlo pasar. Me iba a vengar de todos los comentarios, pullitas, etc. que estos dos nos habían estado dedicando cada vez que podían.

Empecé a reírme y ya estaba cogiendo aire para hablar cuando noté que Lore me apretaba la mano. Al mirarla me dedicó una sonrisa y con un minúsculo gesto de cabeza me indicó que mejor que no dijera nada. No sé si quería dejarlo para otro momento, si quería antes hablar con Marga o qué es lo que tenía en mente. Ahora sé que el hacerla caso fue un buen criterio que tomé. Disimulé la risa y solté:

  • Venga Juanma. Vámonos que ya te has aburrido bastante por mi culpa. -Me di cuenta que, al hacer Juanma ademán de replicarme, Marga le dedicó otra seña tan sutil como la de Lore a Juanma (sólo que yo sí me di perfecta cuenta de ella).

  • Venga, vale. Vámonos. Chicas -dijo mientras se giraba a Marga- Nos vemos mañana por la mañana, ¿vale? La pandilla se va a juntar para concretar quienes vendrán a las piscinas naturales de Cercedilla el jueves. Vendréis, ¿verdad?

Su pregunta era más una súplica a Marga que una pregunta para las dos. Me hizo gracia ver que estos dos tenían todas las pintas de seguir los pasos de Lore y míos. La miré a Lorena que tampoco pudo reprimir una socarrona risita. Con todo el descaro del mundo, Lore y yo nos dimos un morreo de despedida que no figura en los escritos. Cuando nos separamos nos faltaba hasta el aire en los pulmones. Juanma me cogió antes que pudiera acercarme de nuevo a Lore y prácticamente me arrastró a la calle, mientras se despedía a voces de las chicas que se tronchaban claramente de la reacción de Juanma.

De camino a casa no dije nada. Esperaba que Juanma se lanzara a contarme qué había pasado. Se le veía con ganas de hacerlo pero debió prometerle algo a Marga porque, finalmente, no abrió ni la boca en todo el trayecto.

...

Durante las semanas posteriores entre Lorena y yo se afianzó mucho la relación. Ambos estábamos muy a gusto con el otro. Tanto que dejamos de fingir indiferencia y todo el grupo se pudo dar perfecta cuenta que estábamos juntos. En un primer momento surgieron las bromas y las envidias en algunos chicos (y alguna chica) porque Lore y yo fuéramos pareja. Ni a unos ni a otros les hicimos el menor caso. Cuando decían cualquier cosa, buena o mala, les tapábamos la boca con tremendos morreos, restregones, o lo que fuera haciendo patente nuestra más total y absoluta indiferencia ante los comentarios. Poco a poco se fueron acostumbrando y a dejarnos en paz. Todos menos Paz (valga la redundancia). Siempre me había parecido que yo la interesaba pero nunca hizo ninguna aproximación a mí y como yo, hasta antes de estar con Lorena, pensaba lo que pensaba... no tuvo oportunidad de ir a por mí. Algo que parecía que la escocía. Se notaba que no la gustaba nada ver a Lorena conmigo.

Nunca he sido amigo de enfrentamientos. Aunque en gran medida Paz me daba igual, hablé con Lorena para convencerla de ir menos con la pandilla e ir más nosotros a nuestra bola. Para sorpresa propia no puso impedimentos a mi idea. Es más, me propuesto decírselo a Juanma, Marga, Dani y Cris por si querían unirse. Cuando lo hablamos con ellos se unieron a nuestro grupo aunque Dani nos dijo que acababa de empezar a salir con un chico que conocía del instituto, por lo que habría días en los que ella no vendría. Esos días tampoco estaría Cris porque la gustaba un amigo del chico de Dani, con lo que se iría con ellos. Eso nos dejaba a los cuatro solos la mayoría de los días.

Así fue como nos fuimos separando paulatinamente del grupo. Además, Lore estaba ya muy cerca de cumplir los 18 y ya no la apetecía tanto ir de pandilla de barrio, máxime cuando me dijo (para mi regocijo) que la apetecía más estar con el chico que la había robado el corazón... Si digo que no me inflé como un pavo mentiría como un bellaco. Además, como al año siguiente empezaba la universidad, su tiempo disminuiría y prefería estar conmigo. Por otra parte, tanto Marga, Juanma como yo mismo cursaríamos C.O.U. el siguiente año y necesitábamos buenas notas si queríamos entrar en la ingeniería que queríamos los tres.

Antes de llegar el fin del verano, Lore y yo decidimos hacer una pequeña escapada romántica de fin de semana.  El fin de semana mi familia iría al pueblo y a mí me costó sangre. sudor, lágrimas y toneladas de suerte que mi madre aceptara que no fuera con el resto de la familia. Lorena pidió permiso a su madre para poder irnos el fin de semana a un camping de un pueblo de la sierra. No puso impedimentos puesto que la habíamos demostrado que podía confiar en nosotros. El mismo viernes llamamos al camping para confirmar que había sitio y nos cogimos el cercanías para El Escorial. Como era finales de agosto se ve que la gente estaba apurando los días de playa y en el camping estaban sobre todo los que tienen plaza todo el año. Estaba ocupado la mitad del mismo aproximadamente.

Cuando llegamos nos dispusimos a montar nuestra flamante tienda de campaña. Eso sí que era montar una tienda, cuando te tenías que liar a montar la canadiense, y no las tiendas que compras ahora en el Decathlon que las tiras al aire y se abren ellas solas. Todos los que la recordéis sabéis a qué me refiero. Tras dejarla montada a la sombra de un frondoso abeto nos pusimos los bañadores y nos fuimos a las piscinas. A pesar de no ser un camping pequeño, al haber 3 piscinas estábamos lo suficientemente solos (es un decir) como para poder estar a nuestra bola. Jugamos a hacernos aguadillas, nos besábamos, buceábamos,... hasta que nos hartamos. Cogimos nuestras cosas y nos fuimos a "nuestra casa". Extendimos juntas las esterillas poniendo las toallas encimas y nos tumbamos uno frente al otro, mirándonos a los ojos.

No tardamos mucho en empezar a besarnos y a acariciarnos. Lore llevaba un bikini pequeño de los que se anudaban en las caderas (la parte de abajo) y sólo a la espalda la parte de arriba. Yo por mi parte llevaba mi bañador en slip (en aquella época no se llevaban aún los bañadores tipo bermuda). Con esa ropa, menos mal que estábamos lo suficientemente retirados de nuestros vecinos para que no se pudiera apreciar el bulto que marcaba mi paquete ni los pechos de Lore al sacarlos de las copas de su bikini para acariciarlos. Poco a poco nos poníamos más cardíacos hasta que dejamos de aguantar la excitación. Nos metimos en la tienda de campaña, nos quitamos los bañadores y nos tumbamos sobre los sacos.

Al verla completamente desnuda me llamó la atención su entrepierna. Ésta se encontraba sin un solo pelo. Parecería la rajita de una niña si su hendidura no se encontrara abierta como una flor, con un tono rosado que me atraía como miel a las moscas y totalmente cubierto de su flujo íntimo delator de su excitación. Lore me confesó que se lo había hecho así porque una prima mayor la dijo una vez que a su novio le ponía muy cachondo que no tuviera pelos y que, además, ella lo hacía porque a él le daba asco comerle el chichi si no estaba sin pelos. Se acordó de esa conversación con su prima y decidió darme una sorpresa, la cual no puedo decir que no me agradó de forma supina. Aunque me mosqueó un poco esa referencia a que le hiciera ascos el novio al comerse el coño de su prima...

Hasta ese momento aún no había degustado directamente su intimidad. Muchas veces había lamido mis dedos después de hacerla un dedito pero todavía tenía pendiente saborear su néctar directamente de la fuente. Y era una cosa que no me importaba, que su pubis estuviera totalmente depilado o con su matita de pelo arregladita habitual. En cualquier caso era el chochete de mi Lore y a mí me volvía loco en todas sus presentaciones. Pero decidí usar esa pequeña duda que ella tenía y hacerla rabiar un poco...

  • Hombreee, es que un chocho peludo... como que sí da un poco de asco, ¿verdad?

  • ¿Sí? ¿Eso te parece, en serio?

  • Clarooo. Es más, aún así como que da un poquito de repelús, ¿no? Porque claro, si tú te acercas -dije esto bajando la cabeza hacia su entrepierna- como que todo el flujo que tienes se nota más porque se enreda... Y como ya huele mucho habitualmente...

  • ¿Quéee? -me grito Lorena mostrando claramente que se estaba empezando a enfadar- ¿Estás diciendo que me huele el arggggmmmm...

En este punto fue cuando, de repente y sin avisar, acoplé toda la superficie de mi boca de la que fui capaz en el centro de su almejita, moviendo la cabeza ligeramente hacia los lados para que mis labios rozasen su intimidad. Saqué la lengua de mi boca y me dediqué a moverla como un gusano en todas direcciones para provocarla el mayor placer posible ya que, al ser mi primera comida de coño, no sabía aún en qué lugares exactos "juguetear con ella".

No soy capaz de describir el sabor de su coñito. Un poco dulce. Un poco amargo. Un poco fuerte. Pero muy intenso, muy apetecible, terriblemente excitante. Ese día me volví adicto a ese sabor que no volvería dejar escapar en mi vida (es más, si cuando hacemos el amor no la como el coño un poquito no termino de ponerme a tono).

Guiándome por la intensidad de sus gemidos, por los conocimientos teóricos de los que disponía del cuerpo femenino y sobre todo, por sus rápidos movimientos que hacía cuando mi lengua tocaba algún sitio extremadamente sensible, fui aprendiendo en dónde tocar para hacer subir su excitación o darla un descanso. Aunque intenté que la comida durara, se ve que Lorena estaba en plena montaña rusa de sensaciones. Pero una montaña con más subidas que bajadas. Cuando noté cómo se tensaban sus piernas, se ponía rígida y aguantó la respiración fue cuando me di cuenta que se estaba corriendo por primera vez con mi boca en su intimidad. Tal y como hacía cuando la masturbaba, no cambié de ritmo en lo que duró su orgasmo. Cuando por fin se relajó, recordé la vez en la que hicimos por primera vez el amor y me propuse hacer algo parecido con ella.

Amplié la zona de lengüetazos llegando desde su inflamado clítoris (como para decir ya que no sé dónde lo tiene... se la pone como un botón rojo del tamaño de un garbanzo cocido) bajando por sus labios hasta terminar en las rugosidades de su ano. Me alegró comprobar que no rechazaba esa caricia. Ella intentó pararme la cabeza, consiguiendo. Pero, para su desgracia, lo hizo sobre su botoncito que atrapé completamente entre mis labios. Para que no me pudiera apartar apliqué una pequeña succión sobre él de tal manera que casi era una mamada de polla pero en su clítoris. A la par introduje dos dedos (el índice y el anular) en su hambriento agujero, simulando la follada con los mismos. Al estar sobre ella, la mano la puse mirando hacia arriba lo que me llevó a descubrir una pequeña zona dentro de su vagina en la que se apreciaba una rugosidad especial. Me llamó la atención y, por curiosidad, comencé a frotarla con mis dedos en su interior.

Ese día no supe que había encontrado el punto G de Lorena (eso lo supe con el paso de los años). Sólo supe que aquellos manejos, más la succión a la que sometí al clítoris de Lore desembocó en "el primer gran orgasmo" que los que la he provocado a ella. Rugió como aquella vez en su cuarto, se arqueó de una forma que creía que se me partía por la mitad y, al terminar de exhalar el aire de sus pulmones pareció olvidarse de volver a tomarlo, cosa que por fin hizo cuando tuvo un pequeño bajón de sensaciones. Estuve así, sin cambiar de ritmo (como era mi costumbre), rozando la zona y sorbiendo su botoncito cuando esta escena se volvió a repetir de forma inmediata. Dos veces más se tensó y se relajó hasta que finalmente, dando un ronco grito expulsó una gran cantidad de flujos. Ahora sí que me di cuenta que no era que se meara sino que soltaba flujo de la misma forma que yo me corría (con los años, a esto se le ha llamado eyaculación femenina pero yo la desconocía en aquellos años).

Lorena cayó sin sentido sobre el saco de dormir. Me di cuenta cuando me levanté de su vulva con ánimo de preguntarla que qué tal cuando la vi con la cara desencajada, los ojos con mirada perdida, semi cerrados, y un hilo de baba cayendo por la comisura de la boca. En un primer momento me asusté (y mucho) pero al ver que seguía respirando cada vez menos agitadamente y recordando la experiencia de su casa, sólo la eché un poco de agua sobre la cara mientras la abanicaba con un tebeo que tenía por allí.

Como la otra vez la costó unos minutos recuperarse totalmente de la experiencia. Al ir a sentarse hizo un mohín y se tocó el coño con cara extraña.

  • ¡Que fuerte! Me has dejado el chichi inservible. No siento casi ni que me estoy tocando, sólo que lo tengo irritado y me escuece un poco.

  • Desde luego, caña le he dado al pobre. Un poco más y se me duerme la boca... Menos mal que me daba asco lo mal que olía.

Se lo dije con una sonrisa de burla, mostrándola claramente que había sido una treta para pillarla desprevenida.

  • Pues hijo. Espero que todo lo mío te siga dando el mismo asco. ¡¡¡Si sólo han pasado 20 minutos y me has dejado para el arrastre!!!

  • Vaya. ¿Y yo que hago ahora? -la dije poniendo cara de lástima.

  • ¡Pobrecito! Te vas a quedar a medias porque a mí no me la metes por el conejo ni de coña.

  • ¡Jo! -la puse cara de enfadado, cara que cambió en 2 segundos con una risa socarrona y me empezaba a reír, algo que terminé por contagiarla.

Nos tumbamos en los sacos para dejarla descansar un rato. Ella se tumbó dándome la espalda por lo que yo me abracé a ella haciendo la postura de una cuchara. La acariciaba la cara, sus pechos con especial dedicación a los pezoncitos, su vientre, su pancita y, de vez en cuando, su coñito para ver si se recuperaba. Pero todas las veces que lo intenté sentía el pequeño respingo que daba al seguir la zona muy sensible aún. Comentábamos lo vivido, sus sensaciones, qué la había gustado... Me reconoció que cuando la chupé el culo la sensación, aunque rara, la había excitado mucho, que sintió mucho placer cuando lo hice. ¿Ves? Eso sí que me sorprendió bastante. Había oído algo de sexo anal, sobre todo por los maricones (en aquella época todavía no se hablaba de gays) y poco por algunas revistas de la época que pasaban todavía de puntillas sobre el tema y sin grandes profundidades en el mismo.

  • ¿Quieres que te acaricie un poco el culo a ver si te gusta?

  • Vale. Pero sólo caricias, por favor. Me da un poco de miedo.

Llevé mi mano en dirección a su culete, tomando una de sus cachas en mi mano, acariciando toda la superficie de su piel que pude. Lore se puso boca abajo, dejándome su glorioso trasero a mi disposición. Ya que la había gustado, volví a meter la cabeza entre sus nalgas, haciendo circulitos con mi lengua sobre su ano. La caricia debió de gustarle visto el enorme suspiro que Lore exhaló. Sus nalgas, que al principio estaban duras y apretadas (imagino que por los nervios) se fueron relajando, aumentando el espacio que tenía para hacer mis caricias consiguiendo que éstas fuesen más profundas cada vez. Después de un rato ya conseguía meter la punta de la lengua en su culo, moviéndola como si fuera una culebrilla. Como Lore estaba limpia no noté ningún olor ni sabor "extraño" por lo que me fui "engolfando" cada vez más. Lorena suspiraba abiertamente y yo tenía a mi pequeño amigo más tieso que el mástil de la bandera. Empecé a masturbarme frotándome con sus pies que eran lo que más cerca estaban de mi polla. Lore se percató del tremendo calentón que llevaba y vino en mi rescate.

  • David, ¿quieres hacerte una pajita en mi culete?

  • ¿Qué? ¿Cómo?

  • Ponte encima de mi culo métemela por el canalillo e imitas que me haces el amor.

Me situé tal y como me dijo. Al empezar a moverme las sensaciones eran indescriptibles. La humedad de la zona debida a mi saliva y al resto de sus flujos hacía que mi polla resbalara con total libertad. Deslizaba el cipote por su culo con una suavidad que me emocionaba. Descubrí que si ponía mi dedo gordo sobre la circunferencia del glande aumentaba la presión y gozaba más al meterse más dentro de su hendidura. Con el aunmento de las sensaciones subió (lógicamente) mi excitación y la velocidad de mi movimiento. Lore también gemía al sentir el roce de mi polla deslizar sobre su rugoso anillo. El placer mutuo nos estaba volviendo locos.

  • Lore. No aguanto más. Voy a metértela y hacerte el amor.

  • Vale mi amor. Métela despacio.

Bajé la punta de mi polla y cuando sentí su abertura empujé suavemente en su interior. Rápidamente noté otro de sus respingos y automáticamente pensé que tenía que tener todavía el coño súper sensible. Me quedé quieto un poco a ver si se la pasaba. Al poco rato ella dio un pequeño empujón para que mi polla se hundiera un poco más en ella. Luego dio otro. Iba dando pequeños caderazos para que mi amigo se metiera en su interior. Pero yo notaba que algo no terminaba de ir bien. La notaba un poco seca por dentro. Temía que estuviese forzándose por mí, para que yo disfrutara ahora de ella ya que antes no lo hice. Sin embargo opté por no decirla nada. Era ella la que lo hacía y sabía que a ella la gustaba que yo también disfrutara de ella. Siguió así durante unos 3 minutos hasta que sentí cómo mis huevos chocaban en su piel. Estaba totalmente en su interior.

  • Aaahh, es increíble -comentó empezando a mover el culo para follarse con mi polla.

  • Ufff, que apretadita te siento, Lore amor.

  • Normal. Es la primera v... ¡Aug! Por favor David, ten cuidado. Déjame que yo sea la que se mueva.

  • Vale cariño. Uhmmm. ¡Qué gusto! ¿Qué me decías cielo?

  • Que es normal que me sientas tan apretada. Es la primera que me meten por detrás.

  • Qui... ¿quieres decir qué...?

  • ¿No te habías dado cuenta antes que me estás dando por el culo?

Treinta segundos. Ése es el tiempo que pasó entre que miré hacia abajo, separé las nalguitas de Lore y vi que, efectivamente, mi polla no estaba en su coño sino en su culo. Esto fue en los 15 primeros segundos. En los diez restantes se me encogieron las pelotas y los últimos cinco me vacié en los intestinos de Lorena. Ella, al notar el calor de mi corrida dentro de ella, aumentó la velocidad de la follada. El morbo de la situación más la lubricación adicional de mi esperma en sus entrañas propició que mi excitación no decayera. Seguimos el coito cada vez más desbocados. Yo estaba en la gloria. No es que su coño fuera grande y no sintiera presión cuando hacíamos el amor. No es nada de eso. Es más, cuando se corría varias veces acababa con el chochito apretadito ya que la musculatura se la cerraba cuando sentía demasiada "cosa" como dice ella.

Pero la presión que ejercía su culo es diferente. En cada entrada y salida notaba como si su esfínter me exprimiera para sacarme todo el jugo, una sensación distinta a la producida por la musculatura de su sexo. Seguíamos en el mismo plan pero yo veía que mi subida era inminente, mientras que a Lore la veía estancada. La gustaba, sí, pero no lo suficiente para volver a correrse. Se me ocurrió una cosa para ayudarla. Metí la mano derecha por debajo de su cintura, tumbándome poco a poco sobre ella. En un momento su coñito estaba en mi mano. Empecé a frotar furiosamente su clítoris que aún estaba sensible pero que ya permitía manejos sobre él. Lore se terminó ya de descontrolar. Daba tremendos golpes de cadera para que mi polla la barrenara el culo más fuerte y que mi mano tuviera más libertad de acción sobre su coño.

Cuando noté la proximidad de su orgasmo, metí de golpe tres dedos en el interior de su coño mientras seguía excitando su botón con el dedo gordo, rasgándolo con la uña y mi polla comenzaba a escupir lo poco que debía quedar en mis reservas seminales. Los dos gritamos a pleno pulmón nuestro gozo en lo que duró ese última corrida simultánea. Cuando ambos caímos exhaustos (Lore sobre el saco y yo sobre ella) con respiraciones agitadas y los cuerpos perlados de sudor nos entró la risa tonta. Lo que aún no entiendo es cómo, con el alboroto que montamos, no vino la Guardia Civil pensando que estaban matando a alguien.

Nos reíamos sin vernos las caras pero a sabiendas que los dos nos encontrábamos saciados, satisfechos, a gusto y entregados al otro. Con la poca fuerza que me quedaba me bajé de ella y me tumbé a su lado, mirándola. Me quedé prendado de su carita. Era un "Todo" lo que era capaz de ver allí. Su cara reflejaba la satisfacción física por el encuentro, su cansancio, su entrega,... y su amor por mí. Lore lucía una sonrisa beatífica... Beatíficamente destructora. Si alguna vez tuve alguna duda por estar con ella, en ese justo momento desapareció. Este fue el día en que decidí que, una persona capaz de entregarse como Lore, tenía que ser mi compañera para toda la vida... Y ciertamente lo conseguí.

...

Mucho tiempo ha pasado ya desde aquellos días. Y pocas cosas han cambiado. Hemos pasado por todas las fases. Rollete, pareja, novios formales y casados. Hemos tenido dos niñas que han sacado el carácter de su madre, para lo bueno y para lo malo. Belén y Beatriz son igual de cariñosas que si madre, igual de inquietas, igual de curiosas e igual de experimentadoras. Ahora que se están acercando a la edad que teníamos su madre y yo en los tiempos de este relato... ¡pánico me da lo que hagan! Aunque nunca hemos sido con ellas sobreprotectores y siempre las hemos contado (a su debido tiempo) las cosas de la vida, veo que se mueren de ganas de experimentar. Su madre me ha confirmado que, pese a los escarceos que han tenido ambas, aún no han dado el paso definitivo. No es que tenga pensamientos retrógrados de "que mis niñas lleguen vírgenes al matrimonio"... Lo que me da palo es el imaginar cómo trataré a los chicos que me traigan. Pero bueno. Confío en el buen criterio de las tres y tampoco me obsesiono. Por cierto, se me ha pasado decir que las niñas son gemelas, como dos gotas de agua. A veces se divierten confundiéndome (la única persona que puede diferenciarlas es Lore, por eso del amor de madre). Miedo me da cuando leo otros relatos de esta página con las aventuras de hermanas gemelas, pero.. En fin, que eso no será problema mío. Me reiré si lo puedo ver desde la tribuna, jajajajaja.

Con respecto a nosotros dos. Sexualmente hablando, Lore se destapó como multiorgásmica y fanática del sexo anal. Durante nuestra vida juntos hemos hecho casi todas las locura habidas y por haber. Hemos hecho sexo en cines, teatros, museos, centros comerciales, párquines, playas, ... cualquier escenario que pudiera dar morbo lo hemos probado al menos una vez. En algunas nos pillaron pero, afortunadamente, no nos pasó nada. Incluso en una ocasión hicimos un intercambio de parejas. Pero, a pesar de conocer perfectamente al otro matrimonio, los cuatro decidimos que con la experiencia nos valía. Con nadie más nos hemos acostado ni Lore ni yo. Y siempre nos hemos mantenido fieles el uno al otro.

Por cierto, el otro matrimonio no fueron otros que Juanma y Marga. ¿Quién lo iba a imaginar? El caso es que mi mejor amigo, casi mi hermano se acabó por enrollar con la hermana de mi mujer. Los cuatro somos tales para cuales, tanto cada uno por separado como dos a dos. Marga, por lo que la contó su hermana, también se hizo asidua al sexo anal (cosa que Juanma siempre se encarga de agradecerme). Los cuatro hemos ido juntos siempre desde aquel verano. Nuestras vidas han permanecido ligadas desde entonces. Juanma y Marga tienen sólo un hijo, Enrique. Marga tuvo problemas en el parto y no ha podido volver a quedarse en estado pese a todos los intentos realizados. Por cierto, me mosquea Enrique porque en algunas ocasiones le he pillado mirando a mis niñas de modo que no me ha parecido demasiado fraternal. Pero como dije antes, confío en mis chicas.

Por cierto, hace poco asistimos a un último matrimonio más. Aprovechando que los gays y lesbianas se pueden casar, Cris y Dani lo hicieron. Cuando nos separamos todos del grupo, ellas tonteaban con unos chicos con los que acabaron saliendo. El caso es que también tuvieron unos largos noviazgos que al final terminaron fatal. Se fueron a vivir las dos juntas y de ahí surgió una relación entre ellas puesto que se declararon ambas bisexuales. Al final estaban tan cómodas ellas dos solas que decidieron permanecer así y se hicieron pareja fija. Cris tuvo una niña y Dani un chico por la mediación de un banco de esperma y actualmente viven los cuatro en Barcelona, ciudad a la que fueron para hacerse los tratamientos de fertilidad y fecundación y dónde al final fijaron su residencia. Cada vez que podemos nos acercamos los siete a verlos ya que mantenemos todavía una gran amistad con ellas y con sus niños.

Lore se convirtió en una catedrática de matemáticas (materia que siempre la gustó) mientras que Marga, Juanma y yo nos hicimos ingenieros superiores en informática. Estuvimos trabajando durante unos años por separado hasta que los tres apostamos por introducirnos en un nuevo lenguaje que prometía. El Java. Ahora tenemos una empresa que diseña páginas web, hace programaciones para todo tipo de aparatos tecnológicos,... No es que seamos una empresa grande pero tenemos buen nombre en nuestro segmento de mercado y nos va bastante bien. Aunque hemos notado (como todos) la crisis actual no nos ha golpeado demasiado fuerte y seguimos manteniendo a nuestro equipo sin tener que echar a nadie. Todos tomamos medidas en su momento y nos apretamos los cinturones,... nosotros y nuestros empleados, lo que ahora nos permite (salvo hecatombes extrañas) mirar tranquilamente al futuro.

En fin. Que esta ha sido una historia normal de personas normales que no destacan demasiado en nada... Sólo en que somos felices. Tremendamente felices.

Definitivamente, me gusta la normalidad. ¿A vosotros no?

PD: Saludos a Shadow del cual me he tomado la libertad de tomar ciertas frases y estilos narrativos.

Un saludo a todos los lectores a los que sólo busco entretener. Espero que lo disfrutéis