Historias de familia (3): Rubén

Rubén relata a su padre su vida sexual en la adolesecencia

HISTORIAS DE FAMILIA

3.- Rubén

Padre e hijo quedaron en silencio mirándose el uno al otro, había cierta tensión en el ambiente; pero ninguno de los dos hubiera sabido explicar la causa. José Angel empezó de nuevo a hablar.

-       Parece que sea el único con cosas que explicar, nunca nos dijiste nada de tu tendencia sexual, ¿no nos tenías confianza o es que has despertado más tarde?

-       No, en absoluto, desde que tenía 13 años supe cómo era y me acepté así, no me comí el tarro con paranoias, ni me busqué una tapadera; simplemente era discreto.

-       Con nosotros también, por lo que veo; nunca me imagine nada.

-       ¿No sería por que estabas tan ocupado en ocultar tu doble vida, que no veías nada de lo que pasaba a tú alrededor?

-       Seguramente tienes razón; pero tú simplemente podías habernos dicho “soy gay”

-       ¿Y hubiera mejorado algo? ¿Cómo hubiera reaccionado mamá?

-       Creo que bien; pero no estoy en su piel

-       ¿Y tú? ¿Hubiera cambiado tu vida?

-       Tampoco lo sé. No sé si tras tu explicación hubiera sido capaz de confesarlo todo. Probablemente no.

-       Ves. Simplemente hice lo mismo que tú y además mi pareja compartía mis gustos. Algo que tú no puedes decir.

-       ¿Tú pareja?

-       Sí, Toño. ¿Te acuerdas de él?

-       Claro que me acuerdo las veces que había venido a casa a estudia contigo.

-       Sí y no sólo a estudiar.

Con la pubertad Toño y yo empezamos a hablar de sexo y un día, en medio de una calentura, nos masturbamos mutuamente. Lo que empezó como una paja entre amiguetes, acabo acompañada de un morreo épico y de una declaración de …No sé si llamarle amor; pero se parecía mucho a lo que otros compañeros explicaban que sentían por alguna chica (a la que nunca habían tocado, por cierto).

Las pajas se convirtieron en mamadas, descubrimos los placeres que ocultaban todos los rincones de nuestros cuerpos, vimos como nuestras pollas crecían juntas y aprendimos el uno del placer que dábamos al otro. Con 14 años, ya conocía el sabor del semen y lo placentero que resulta una lengua en tu culo; pero también lo agradable y reconfortante que es tener a alguien a quien abrazarte después de una corrida o simplemente sentir el calor y la suavidad de un cuerpo desnudo junto a ti, de alguien que sabes que te quiere.

Toño me pidió que lo penetrara y lo hicimos. En nuestra bisoñez, las primeras veces le dolió; pero insistió en seguir. Finalmente, aprendimos los dos; yo a dar y el ha recibir. No me atreví a dejarme penetrar; aunque sus mamadas mientras me metía un par de dedos presagiaban algo genial. No había más que verlo como se corría mientras follábamos sin apenas tocarse la polla.

La familia de Toño se trasladó de ciudad y seguimos en contacto algún tiempo. Nos hacíamos paja por webcam y nos mandábamos fotos guarras por e-mail diciéndonos cuando nos deseábamos; pero a la larga perdimos el contacto. El tiene ahora otra pareja y yo me dedico a ligar todo lo que puedo (para muestra lo de anoche).

En mi último campamento de verano, yo era el mayor y no había nadie más de mi edad, todos eran más jóvenes que yo y me aburría bastante. El hijo del Director también estaba en el campamento y un día se me acercó y me dijo “Ven conmigo que te enseñaré algo que seguro que te interesa. Deja a esos niñatos”

Le seguí, me llevó a un chamizo que cerró cuando entramos. Miré alrededor y sólo había trastos viejos, no entendía que podía haber allí de interesante, cuando de bajó los pantalones dejando al descubierto la polla ya morcillona.

- ¿A que esto te interesa? - me preguntó.

- ¿Por qué dices eso? – le respondí guardando las distancias

- Lo llevas en la cara, chico y además seguro que tú también tienes algo que me interesa.

Se me acercó, me besó en el cuello y agarró mí paquete. La polla se me puso dura al instante

-       Ves como tenemos intereses comunes – Musito al oído

Se la mamé y luego él a mí. No la tenía muy grande, el glande si era grueso y se lo chupe y lamí hasta que acabó corriéndose en mi boca sin tardar demasiado. Me abrazó por detrás e hizo que me corriera con una paja mientras nos besábamos. Aquello había sido un encuentro de corridas rápidas, los dos llevábamos días de abstinencia y aquello fue un desahogo; pero los siguientes encuentros fueron mucho mejores. Todas las tardes el par de horas que tenía libres antes de la cena las pasábamos juntos. Tenía una boca tragona y era capaz de meterse mi polla entera hasta el fondo; yo prefería lamerle el glande, sentir como se estremecía cuando mi lengua recorría su frenillo, recoger las gotas de fluido seminal y finalmente no parar hasta que se corría en mi cara.

Una tarde todo fue diferente, acabamos enzarzados en un 69 y extrañamente sentí su lengua lamiendo mi escroto, deslizándose por el perineo y llegando hasta la entrada del ano, mientras no dejaba de masturbarme. No era una sensación muy intensa; pero si tremendamente placentera que anticipaba una tarde larga antes del clímax final. Cuando su lengua rozó mi ano, ronroneé como un gatito y Quique, que así se llamaba el chico, me dijo: “Te gusta, verdad”. No llegué a responderle, pues sus dedos entrando en mí me arrancaron un gemido de placer. “¡Que culito más estrecho!”, exclamó, “Voy a follarte”, continuó diciendo. No pude decirle que no, me excité tanto con sólo pensarlo, que le deje hacer.

Me sorprendió a mi mismo con qué facilidad consiguió metérmela, mis temores desparecieron y mi polla se levantó como un mástil, mientras me follaba a buen ritmo. Sentía su verga en mi interior provocándome sensaciones hasta el momento desconocidas. Quique era un gran amante y mientras me follaba, no paraba de besarme y mordisquearme mis zonas erógenas más sensibles. Resistí sin masturbarme todo lo que pude, sentía mi polla empapada de fluido seminal y finalmente me corrí mientras me besaba y él también descargaba en mi interior.

Desde aquel día no me ha importado que papel jugar en una relación sexual, se trata de dejarse llevar por la pasión del momento; aunque, si me tuviera que definir en el argot del ambiente, sería versátil con preferencias de activo, pero me encanta jugar con el semen.

-       Parece que estés describiendo tus gustos en una página de contactos. Sólo te falta dar tus medidas. – Comentó jocoso su padre

-       19 x 3 reales – añadió Rubén y ambos estallaron en una gran carcajada.

(Continuará)