Historias de Choferes (2)

Historias extranas de sexo, de choferes de una remisería de Buenos Aires.

Los que a continuación voy a relatar son acontecimientos que llegaron a mí en forma indirecta, en el curso de los años 99 y 2001 en donde yo trabajé como remisero de una empresa de la capital federal, relatos que se hicieron en los momentos en que los chóferes, se encontraban de descanso o simplemente no había trabajo.

Los recordé y recopilé, en cierta medida, hace poco le di alguna forma literaria

Son irrefutables, al menos ellos así lo afirmaban, pero de no serlo forman parte de la literatura urbana de Buenos Aires.

El momento en que Adela, conoció el amor por parte de Minguito.

Adela era la única mujer que trabajó en la remisería, hasta que conoció a Minguito, ella atendía regularmente un servicio a la mañana de escolares hasta las nueve, que los dejaba en la escuela; después a las doce los volvía a llevar a sus hogares a esos mismos alumnos, y mas tarde (liberada de ellos) llevaba al personal de Aguas Argentina, hasta que terminaba su jornada a las ocho de la noche. Tenía un furgón bien acondicionado a las reglas de la municipalidad y no era trucho.

No es que fuera linda. No era fea. Tampoco podría decir que nos tenía especialmente "caliente" a todos nosotros, es mas podía ser indiferente en un trabajo tan machista como el nuestro, pero estábamos cansado de escuchar hablar de las bondades de su marido, en ese tono casi coloquial que tienen las esposas, "que la quería, que la acompañaba a pasear en los francos, que era buen cocinero", etc.

Por confidencias con la jefa de la mesa, después reveladas decía que su marido, era muy armado y que en una sola noche la había echo, terminar siete veces.

Ello enardeció el amor propio de Minguito, quien en verdad era todo un personaje, capaz de evadir a la policía con sus palabras al no tener tal o cual papel en regla, además fue el único que se levantó y llevó a la cama (comprobado por nosotros) a una mujer policía, que ello en Buenos Aires fue único

Jamás oí hablar de ello a nadie más en las remiserias, de esas mujeres de la ley, porque esas mismas mujeres, son incorruptibles.

Una mañana en que estaba Minguito y yo, Adela esta leyendo una revista, esperando las doce del mediodía, Minguito al terminar una conversación intrascendente me dijo:

Gustavo, como esa pendeja no iba a gritar de desesperación cuando se la clave de un solo toque en concha, eran 23 centímetros que le entran apenas lubricada, y guiñándome un ojo encendió, su Malboro.

Adela casi tembló de emoción apenas contenida, dejó la revista y empezó a rebuscar, nada, en su cartera, estaba nerviosa.

Y así loco le dije la rompiste toda, era casada, le dije para aumentar el morbo, Adela ya nos escuchaba disimuladamente.

¡SI dijo! el Minguito, pera la malcojida, se desesperaba y acabó tres veces, antes que la llenara, le salía leche por la concha, Gustavo era hermosa verla, pero yo me vestí y me fui, a la remisería, ya casi entraba el dorima (marido al revés) y era un tipo jodido.

Adela, lo miró cuando el loco que sabía que había ganado unos puntos, fue al baño y en verdad (era todo joda era todo mentira lo contado para hacer entrar a Adela), se paró mostró un poderoso armamento.

Era verdad lo que dijo de su miembro, yo lo vi riéndome. Adela (me di, vueltas y mirando por el vidrio) lo seguía mirando obnubilada a la pija de Mingo.

Durantes los días siguiente esta mujer no habló mas del marido, pero se le pegó a Mingo de tal manera que yo sabía que en algún momento sería presa de la curiosidad, en la cama del fondo de la remiseía.

Fue para el nueve de julio, fecha patria en que estuvimos de guardia el Mingo, Laura la jefa de mesa, Marcelo Adela y yo.

Adela solo medio turno porque tenía que llevar a los escolares a la jura de la bandera, a la plaza de Mayo.

Cuando regresó, a las trece, Laura sabedora de la cosa, se había ido a comer, yo había salido de viaje y Marcelo, cuando le vio le dijo: Quédate media hora, hasta que venga Laura.

Te dejo la mesa, atendedme los teléfonos, que si salen viajes dales demoras,

No se podía negar porque estaba de guardia a lo que se sentó en la mesa de los teléfonos, y así estaba sin hacer nada hasta que llegó Mingo.

Hay allí, nos contó Mingo, esta es la mía, se dijo

Y saliendo de lo común de loas conversaciones el empezó un dialogo en que cada vez terminaba en sexo.

Ella al final le dijo mirándole disimuladamente la pija.

Negro, es verdad que "la tenes de 23 centímetros"

Si le dijo, Mingo pero seco, sin darle importancia

Ella movía las piernas debajo de la mesa,

Y te la aguanta tu mujer, le dijo

Muchas veces, solo le meto la puntita, mintiendo el Mingo y cuando ella se calienta toda.

¡Toda exclamó Adela! Negro, la podes matar a la pobre.

Si ella lo dice, que es una barbaridad pero que se la banca, que mujer no le gusta una así...

Adela estaba roja caliente, se notaba pero no daba ese empujón necesario, hasta que el Mingo le dijo:

"La queres ver", solo te la muestro, pero como amigos.

Mira lo decís en serio negro y solo como amigos.

¿Y donde? le dijo Adela,

En la piecita de los chóferes al fondo, total

Laura no está, ¿quien se va a enterar?, con este día de mierda, llovía y hacia frió.

Adela se enfervorizó y le dijo:

Cerrá la puerta, Migo hace como si no hubiese nadie, y pone "salimos a comer" Vamos, pero solo la miro, solo eso.

Cerró Minguito, ella le esperó y junto fueron a la piecita del fondo. Conocía el poder " hipnótico " de mi pija, había visto esa mirada en otras mujeres antes, así que seguí avanzando dijo Mingo.

Bajé lentamente el cierre de mi jeen y, como pude, conseguí sacarlo entero, esto les permitió a ambos conocerse.

Puedo jurar que ella se babeó. La veía intentando desviar su atención hacia otra cosa pero no pudo, respiraba con dificultad y sus mejillas revelaban una temperatura distinta a la habitual, al final la tomo tímidamente con las manos, pasamos unos segundo que parecían de extremo calor y al final le dije:

Me debes algo, Adela vos tocaste y a mí me quedaron las ganas de tocarte tus tetas.

Sonreía, así que metí la mano por su escote, esquivé el corpiño y me apoderé directamente de un pezón Acaparé su tetas con la mano y comprobé su volumen.

Parece que tenés con qué competir mis tetas y tu pija negro, le dijo Adela.

Hice saltar sus tetas fuera del sostén y me dediqué a chuparlas alternativamente, mientras ella pasaba su mano por mi erección constante y explosiva.

No acabé, ella no paraba de jadear y gemir. Ajusté mi pierna entre las suyas presionando su concha, apretando fuerte para sentir el calor. Comencé a admirar su entrega, estaba ida, como sin voluntad propia, solamente respondía a impulsos extremos que le llegaban desde sus tetas como electricidad pura. Ella parecía brillar y ahora tenía una mirada entre pícara y lasciva que no pude descifrar. Le arranque de un solo empujón su tanga ella se sorprendió, negro escuché decirle mientras la apoyaba en la cama con mis piernas la abría en forma de horqueta y se la puerte.

Si lo hacemos, despacio no me lo hagas como a tu mujer, despacio que eso es grande. Ella ya no se negaba solo lo decía como: "Un poco, de a poco, Negro no te entusiasmes", que es mentira lo que escuchaste mi marido es normal, la tiene chica.

El Mingo, la escuchó riéndose y presionando por su concha empezó ahora a hundirle el tronco, ella suspiraba se movía, de costado, le agarraba la cabeza, pero no gritaba sabia que podía haber gente afuera,

Negro me matas, seguí así de despacio, notas como se me abre los pliegues de mi concha, le decía dulcemente.

Es que, mamá: te estoy rompiendo toda le respondía el negro, siempre tan dulce.

Pero esto es increíble como se dilata, me sentís como me estas haciendo toda tuya, hay negro me matas si mi marido tuviera algo así, repica tan dulcemente: sos un semental negro, ya adoro tu pija.

Cuando llegó al fondo ella misma se tocó, y notó una cosa grande en su vagina, que estaba inmóvil.

Estoy empalada, me atravesaste toda y tomándole la cara al Mingo lo empezaba a besar desesperadamente, lo que a el Mingo le excito de sobremanera, empezándose a mover alocadamente, y allí Adela ya ella no se pudo contenerse, era multiorgásmica los orgasmos se le sucedían de a minutos y al final.

Un grito aterrador salio de su garganta.

Recibió la leche de Mingo.

Epilogo

Adela al otro día ya no vino, acusó que se le rompió la unida, y dejó de venir para siempre, el Mingo misteriosamente siempre desaparecía de una a tres, en que retornaba, algo cansado, yo me fui, de esa agencia de la calle Medrano, al mes de los sucesos, me salio un trabajo mejor, algo mas lejos de allí

Al tiempo me señalaron que Adela se había separado, y vivía sola.

Mingo, jamás la vendió, a Adela (que fue noticia por más de un mes en las agencias de la zona), solo que esa tarde asombrado acudimos: Laura, Marcelo y yo a la explosión de Adela en la cama.

Pero ella jamás lo supo.

De cómo Mario, embaraza a su madre

Aun yo con mis años, nunca he vivido una situación tan estremecedora como el que como la ocurrida en una remisería de Av. Díaz Vélez.

Era sin duda la historia de Mario R. un joven baja cultura, buen cuerpo y nada prolijo en su ropa, de 28 y de un futuro ya incierto, su historia fue lo que me sobresalto para siempre, aun después de años de ella, me confieso que sigo horrorizado.

Mario después de rondar por varios trabajos apareció una mañana de invierno, en la puerta de la remisería, el dueño Juan sintió algo de compasión en realidad de la poca que tenía, y lo tomó a prueba sin prestar mucha atención a su documentación. Mario vivía en la ciudad oculta, (una villa de precarias viviendas de madera o latas muy cerca de Matadero) que de saberlo Juan lo echaría para siempre pero por descuido de Mario lo descubrí, no me importaba y lo callé, ello le gustó y se hizo ocasional compañero de ruta. Era ingenuo, y apurado en sus respuestas, pero franco y no mentiroso así que le dije como manejar su residencia, ante Juan sin que Juan lo sáciese con preguntas terminándolo descubriendo y con el tiempo entramos en ratos libres en confidencias. Me dijo así que tenía una madre de 43 años y que su padre un chaqueño borracho, se fue al segundo mes de embarazo, y ella desde ese día, lo mantuvo siete meses en el vientre y por casi dieciocho años más. Un día a su madre en una madrugada la atacaron muy cerca de la avenida del Trabajo, y al no poderla violar le rompieron un brazo, y lastimando para siempre su pierna entonces fue allí que el decidió que ella no trabajase mas y fue el "hombre de la casa"

Ello lo aceptó, Gustavo me dijo Mario sin dudarlo jamás.

Su historia

Lo que me contó fue a retazos, de a poco en casi dos meses de una confidencia de dos hombres, el confiaba que no saldría de mis labios así lo fue, y de a poco me contó su historia completa:

Nunca me sentí seguro con las mujeres, Gustavo sabia que no era lindo ni culto, las de la villa jamás me gustaron, las trataba como amigas pero no para casarme con ellas, así que mi mamá (la llamaremos Petrona, por decir algo) era mi mejor amiga, las que oía mis confesiones, la que me ayudaba con mis cosas, bah ella era mi pierna, pero era mi mamá. Al tiempo, nos mudamos a una casilla más hacia la vía, estaba mejor construida de ladrillos pero a cambio de la nuestra pero la nueva solo tenia una habitación que lindara con la cocina y un pieza de lavadero y ducha en invierno, teníamos luz enganchada (robada de la red) y un calefón eléctrico y una cocina a gas, pero de garrafa de quince kilos

Allí empezó todo, creo Gustavo pues aun era una mujer bonita aun joven y yo hervía en mi sangre las cosas se fueron dando normalmente. Al principio al irnos a acostar a eso de las diez de la noche, cuando terminaba Tinelli, (programa cómico popular visto por muchos argentinos) nos gustaba a los dos, entonces ella me decía podes entrar y yo la veía en la cama, cubierta con los paños que hacían de frazadas, muchas veces sobretodos y otras cosas pesadas hacían de cobertores del frió, eran en inviernos de noches heladas, pues nos daba el viento frió de los descampados de la Pirelli. Yo me desnudaba en la oscuridad, y siempre tuve la impresión de que ella me miraba, pero lo asumí como cosas de pelotudo, nomás y mía. Luego yo le comentaba lo que iba a hacer al otro día y ella me decía adiós. Una tarde cuando llegue a la casa, le había comprado un par de zapatillas de frisa calientes, ella me lo agradeció de tal manera que nos quedamos, los dos abrazados, y ello hizo que mi pene involuntariamente se pegara a ella a la altura de su vagina, me miro y yo, creí que me regañaría pero al contrario cerró sus ojos y nos mantuvimos así, un buen rato, luego a un tiempo ella me pasó la mano por la cara y yo bese su mano, y ella me dio un beso, casi rozándome la boca, fue una escena de Fellini, me dijo todo pasaba lento y yo cada vez la abrazaba mas fuerte, luego sin decir palabra apoyé mis manos en su cintura apretándola contra la mesada de la cocina y ella, sin decir nada apretó aun mas su sexo en mi miembro mordiéndose los labios acercándose sus tetas a mi camisa, no puede mas y toqué sus senos, ella al principio se resistió pero motivada por algo superior, se dejo hacerlo.

Habían pasado los minutos apretándonos mutuamente, la cocina estaba oscura, y la villa en silencio, ella ya apoyaba su boca en mis labios y yo la bese. Me dio un beso y recostó la cabeza en mis hombros y sentí sus contracciones, acababa mi madre en mi cuerpo aun cubierto de ropa, pero sus espasmos fueron violentos. Después de ello, no paso mas nada. En la cena que la hizo al ratito, no hablamos de ello, solo nos limitamos a reír con la tele y Tinelli. Pasaron así dos días y esa costumbre empezó a surgir de vuelta. Ahora mi objetivo se centro en mi madre, al llegar de mis labores lo primero que hacia era saludarla a ella (le gustaba mucho que yo la abrazara como aquel día) lo que aproveche para acercarme a su lado y refregarme por su cuerpo apoyando mi pené erectado por sus muslos y luego por su trasero, mi intención era quedarme pegado a su trasero, pero temía a que ella un día se resistiera, entonces empecé a usar un slip ajustado para ocultar el bulto del pene, aunque ella se deba cuenta y me seguía el juego sin decir nada, cuando no lo hacia ella me reclamaba por que dejaba de hacerle sus cariños y yo por supuesto corría a dárselo, a veces con el problema de que mi pene estaba muy notorio por la excitación que me provocaba su llamado, así que trataba de hacerlo no tan cargado a su cuerpo pero ella se las arreglaba para voltearse y quedar enculada a mi pene o se movía lentamente hacia mi pene como tratando de encajárselo entre sus nalgas las cuales las podía sentir firmes y cálidas, nos quedábamos así un buen rato mientras ella realizaba sus quehaceres. Luego me decía anda báñate y cenamos, cariño. Fue que un día casi por descuido mío deje la puerta abierta, ella aun dudo si sabia de ello, apareció en la pieza y me vio desnudo. Nos miramos sin decirnos nada pero un rato, ella rompió todo al retirarse. Cierto día observe que sus medias estaban rotas por lo que le dije que yo le regalaría unas nuevas, al día siguiente llegue con las medias le compre unas muy caras, suaves de color más oscuro al que ella usaba habitualmente, al verlas se alegro y me dijo que se las pondría de inmediato al decir esto yo me di la vuelta para salir de la habitación pero mi madre me dijo quédate quiero que veas tu regalo puesto te lo mereces te lo has ganado, gire de inmediato para no perderme nada, pude observar como se sacaba sus medias sentada en su cama con mucha lentitud, y de las puso muy latamente acariciando sus piernas al subirlas, quedo con su falda arriba y me dijo lo suave que eran y me invito a tocarlas las que acaricie desde los tobillos hasta su entrepierna la cual estaba muy húmeda estuve acariciándola por largo rato, estaba con sus ojos cerrados por lo que aproveche de llevar su mano a mi pene al cual ella acaricio suavemente como esperando que pasara y me dijo que desde que comencé a encularla con mis abrazos ella se empezó a calentar de sobre manera y mas aun empezó a sentir que tenia un verdadero hombre a su lado. Mario reaccionó como hombre tomo a Petrona de la mano, ella sumisa obedeció y la paró frente a su cama, era aun de día y una tenue luz se filtraba de una ventana. Sin decirle nada le empezó a sacar el pulóver, luego de a poco desbrochó su camisa, fue entonces que la miró a la cara, ella miraba el techo con los ojos cerrado, esperó un instante y le saco el corpiño elástico, ella ahí se apretó aun mas a Mario y el la beso, con pasión entreabriendo su boca con la lengua para luego recorrer con ella todo el paladar y tragarse su saliva. Ella estaba poseída, caliente, deseosa de que ocurriera lo que sabia, de lleno lo que ocurriría.

Mario, le dijo Petrona su madre, ésto es pecado, muy tenuemente,

Ésto ni este bien ni me parece mal, le dijo Mario a lo que ahí respondió: somos madre e hijo.

Mario estaba seducido, la respuesta que Petrona escuchó fue oír como su hijo se bajaba su pantalón y tiraba la camisa al suelo.

Hijo, me amas como te amo.

Fue la respuesta entrecortada, un si de Mario y ahí ella se acostó en la cama, quitándose la bombacha, dejándola sobre el piso de tierra, y sintió el peso de su hijo sobre ella, que ya estaba descontrolada, ella le cerró las piernas en la espalda cuando él sin muchos preámbulos le metió su pija. A, partir de ese día ella le esperaba en la cocina, hablaban y terminaban en la pieza practicando el amor en todas sus variantes, despreocupados hacían el amor sin mas que las horas de felicidad que a ella le daba Mario cuando no trabajaba, pasándose el día en la cama con ella, luego ella arreglaba la casa y le reparaba su ropa, así fueron amantes durante un año y medio, hasta que un día ella quedó embarazada. Lo hablaron de traer a ese hijo al mundo, pero la ignorancia de ambos y el despecho de esa vida hicieron que él le dijese, un domingo de marzo,

"anda con la Josefina ya lo hable le dije que saliente con un tipo y te quedaste, toma estos ciento cincuenta pesos".

¿Estas enojado, Mario? le dijo al cambiarse de ropa para ir con la matrona que hacia abortos.

Por ello, lo de la villa es que no lo podemos tener Mario: mas adelante si cuando salgamos de aquí quizás si.

Mario la escuchó con lágrimas en los ojos diciéndole Anda Petrona, anda te dije ya lo resolví así.

Epilogo

Dicen que le dio un paro, o se fue en sangre, lo real es que la trajeron casi muerta al hospital Duran, pero a las dos horas de entrada murió, también dicen que al hacerlo pronunció su nombre. Mario se enteró cuando volvía de jugar a la pelota y tomar más de tres cervezas de un picado de domingo en la villa...

Mario, te amo no te enojes que me voy para siempre, eso dicen los médicos que aun no sabían quien era Mario.

.

Gustavo Gabriel Camisasca

Almagro- Ciudad de Buenos Aires

Argentina

2/1/06