Historias de chat: Descubriendo vicios

Una mujer casada descubre en un chat lo que desea, y mas.

Eva andaba perdida en las conversaciones del chat, en el que habitualmente se dejaba horas perdidas. Su amiga y vecina Elena, la había introducido en aquel mundo hacia unos meses, después de que su vida cambiara con la marcha de sus hijos a la universidad, lejos de su control. Aquello lejos de ser una tranquilidad la dejo vacía, su marido desaparecía como siempre casi todo el día en su trabajo y a ella se le caía la casa encima.

  • Chica, entra y veras, hay gente muy maja, y de vez en cuando hacen quedadas, conoces gente, es divertido – le dijo Elena entre risas

Y sin casi darse cuenta se encontró dentro de aquel mundo, que le descubrió nuevas amistades, no era raro el día que Elena y ella quedaran con algunas del chat para tomar un café, contarse cotilleos y pasar un rato agradable.

Todas eran casadas y ninguna se había aventurado a nada más que pasar el rato charlando, pero no era raro oírlas parlotear de tal o cual que se había liado con fulanito, con las evidentes risas y comentarios subidos de tono.

Normalmente le sala era moderada por varias personas que se encargaban de tirar a quienes entraban armando bulla o buscando sexo descaradamente, ya que la sala era de amistad, pero más de una vez se le había abierto algún privado subido de tono que, más de una vez, aunque solo por curiosidad maliciosa le hubiera gustado seguir la corriente, pero siempre lo cerraba.

Aquella mañana no tardo en entrar en la sala ya que no tenía mucho que hacer en casa, y ningún moderador estaba activo, pero aun así no había mucho movimiento en la sala, y nadie conocido con quien charlar cuando se le abrió un privado.

  • CerdoCabron ha iniciado la conversación

  • Hola Eva45, que tal – apareció escrito. Normalmente aquellos nicks eran expulsados de la sala, ya que la sala no permitía nombres de ese tipo, pero Eva sin saber porque contesto

  • hola, menudo Nick

  • sí, el tuyo es más normalito, te llamas Eva y tienes 45 años, ¿no? O al menos eso quieres decir

  • si bueno, es mi nombre y mi edad, no tengo necesidad de mentir – dijo pareciendo orgullosa

  • ciertamente, yo tampoco miento, soy cerdo y cabrón, y lo pongo en el Nick, cuando mientes después no puedes quedar en real, solo es una careta, es como si tú te llamadas lidia y tuvieras 26, es lo mismo.

  • eso es cierto, aunque el tuyo es más... directo, y que edad tienes

  • ¿eso te importa?

  • bueno era por saber más – dije empezando a sentirse nerviosa

  • no cambiara nada que te dijera que tengo 20 o 60, lo que me interesa que se sepa ya lo pone el Nick. Dime ¿eres casada?

  • eso no te interesa – dijo mirando el botón de cierre pero sin decidirse a pulsarlo

  • mira, la mayoría de mujeres solo me cierran los privados, de las que no, la mayoría me insultan por mi Nick y cierran, y tu mantienes la conversación abierta, ahora me dirás que no te intereso.

  • es por ser cortes, nada mas

  • y una mierda, seguro que eres una casada mal follada que solo pensando en tener un buen rabo entre las piernas se pone calentorra

  • como te atreves – le respondió

  • ya te lo dije, soy cerdo y cabrón, y no me escondo, si no te gusta cierra la conversación y si no la cierras, responde ¿eres casada?

Eva noto como sus bragas se humedecían, como hacia muchísimo tiempo no le pasaba, estaba excitada y no entendía muy bien lo que pasaba, el lenguaje y la autoridad con la que le hablaba la estaba poniendo a cien, y después de un rato que le pareció interminable escribió

  • sí, soy casada – y a renglón seguido su mano se introdujo bajo su falda comprobando su excitación y la humedad que invadía completamente su entrepierna

  • y mal follada supongo

  • no, mi marido cumple, aunque no es como antes

  • cuantas veces te folla a la semana

  • normalmente el finde – escribió sonrojándose de cómo se estaba abriendo a aquel desconocido

  • jajajaja, vaya mierda

Un mensaje empezó a parpadear en la ventana, indicándole que le habían mandado un archivo, y leyendo de nuevo el chat supo de qué se trataba

  • compara esa herramienta con la de tu maridito, y dime si no te la calzarías todos los días

Eva abrió con nerviosismo el archivo, una foto, en la que se vería un cuerpo fibroso y delgado del que emergía un tremendo pene, que se veía desproporcionado.

  • antes de que lo preguntes son 25 cm y como ves mis huevos son enormes, así que tengo lefa para dar y regalar

La mano de Eva se apretó contra sus bragas para calmar el tremendo desazón que la invadía y moviendo bruscamente sus dedos no tardo en sentir como su cuerpo descargaba todo su deseo en un orgasmo ahogado y solitario.

  • dime, ¿Con cuántos tíos has follado en tu vida?

  • solo con mi marido – dijo reponiéndose del tremendo placer que la había dejado bloqueada

  • mándame una foto, no hace falta que se te vea la cara, pero si en paños menores mejor

  • no tengo

  • ¿bikini?

  • pues venga, ostias, que tengo ganas de hacerme una idea de cómo eres

Eva rebusco en la carpeta de fotos buscando las fotos de la piscina del verano anterior y encontró una donde estaba entera con un biquini negro bastante normalito y tapando con un cuadro blanco la cara la envió.

Estaba nerviosa y sus dedos de movían lentamente sobre su hinchado clítoris que la martirizaba con oleadas de placer que no podía controlar, y la espera no ayudaba a tranquilizarla.

  • menudas tetazas te gastas, y con ese cuerpazo el maricón de tu marido debería tener unos cuernos de campeonato por tonto. A una zorra como tú hay que darle todos los días, dime, ¿tienes afeitado el coño?

  • no

  • pues aféitatelo

  • mi marido se dará cuenta

  • y a mí que cojones me cuentas, mira perra, aquí tienes mi teléfono, **, te afeitas el coño y con un pintalabios te pintas en el pubis SOY TU PUTA, y te haces una foto y me la mandas. Si no quieres, pues no lo hagas, me apunto tu Nick para no volverte a decir nada, adiós.

  • CerdoCabron ha salido

Eva se encontró masturbándose como una loca mientras miraba la pantalla, estallando en un poderoso orgasmo que la dejo despatarrada y sin fuerzas. Notaba como sus bragas estaban completamente inundadas de flujo y su sexo no dejaba de palpitar.

Cuando se recuperó, apunto el numero pensando en si haría lo que aquel degenerado le proponía, si llegaría a cruza el límite.

Fernando cerro la conexión y se deleitó con la foto de Eva45 a todo pantalla, tenía unas buenas tetas y sus caderas hacían adivinar un hermoso trasero y las piernas largas y esbeltas le pusieron muy cachondo, pero no era de los que se la cascaban, así que se dirigió a casa de una vecina, y mientras recordaba la conversación, aquella cincuentona del tercero le mamo la polla y no tardo en follarsela en la cama de su marido escuchando sus berridos de placer.

Casi una hora después, con la madura desmadejada, después de haber sido usada por todos sus agujeros y cubierta con su corrida, se limpió la polla con las bragas rotas de su puntual amante , y se fue vistiendo mientras se dirigía a la puerta.

Entrado en su casa escucho el sonido del mensaje de su móvil, y con una sonrisa contemplo una foto, que no por conocida, no le produjera siempre una gran satisfacción.

  • te voy a dar por todos lados zorra – pensó mientras guardaba en la agenda el número de envió con el nombre Eva45 y la añadía al grupo zorras A, las más entregadas,  si no era así ya la cambiaría de grupo.

Eva se quitó como pudo aquel cartel, con una larga ducha y mucho jabón pero al final lo consiguió, lo que no quitaba que ahora su sexo estaba completamente depilado, y eso no lo podía cambiar. Ni tampoco el envió que había hecho, y aun así, con los remordimientos a flor de piel no pudo más que tumbarse en la cama y masturbarse de nuevo, sintiendo como su mano se deslizaba por su vulva con total suavidad, y no tardo en volver al estado de embriaguez que la mantuvo así un rato, hasta que el teléfono la saco de su paraíso.

  • Hola cariño cómo va la mañana – dijo alegre su marido desde el otro lado de la línea

  • buff, aburrida como siempre – dijo mintiendo miserablemente

  • que hoy no tenías café con tus amigas

  • no, hoy no hemos quedado

  • bueno, era para decirte que no iré a comer, tenemos reunión y el jefe nos invita, igual llego tarde porque luego tenemos lio.

  • y sobre qué hora volverás

  • no creo que más de las 10

  • Vale, te esperare para cenar

  • vale cariño, un beso – y colgó mientras ella aprisionaba su sexo deseando calmar el calor que la quemaba por dentro.

Y mientras se debatía entre la vergüenza y la mentira de la conversación con su marido escucho sonar el móvil, y de un salto y desnuda fue al comedor donde tenía el bolso

  • si – respondió nerviosa

  • ¿así que eres mi puta?

A Eva no le salían las palabras

  • mira zorra de mierda, o me contestas, o no te vuelvo a llamar

  • si – dijo intentando tranquilizarse

  • si ¿Qué?

-sí, soy tu puta

  • bien, ¿Cómo tienes el día? Me gustaría conocer mi mercancía

Eva sabía cómo la estaba tratando y aun así contesto rápidamente

  • hasta las diez de la noche no viene mi marido

  • bueno entonces anota esta dirección, es el bar ***, estaré en la terraza, tu vístete con un jersey de lana y una falda por las rodillas, pero que no sea ajustada, si pueden ser de color oscuro y unos zapatitos monos, sin medias, ¿tienes?

  • tengo una falda negra un jersey gris de lana

  • pues venga, a qué hora podrás estar allí

  • en una hora

  • no tardes – y colgó

Fernando se dio una ducha y con tranquilidad se dirigió al punto de encuentro, sentándose tranquilamente a tomarse una cerveza y contemplar el paisaje, el cual solo eran las féminas que despreocupadamente cruzaban el lugar

No habían pasado ni 45 minutos, cuando vio aparcar un coche cerca y de él descendió una mujer madura, con falda negra, y jersey de lana gris y negro, con un bolso que movía con nerviosismo, si el cuerpo le había gustado el juego completo era excitante, estaba buena la cabrona.

Eva se acercó a la terraza mirando como asustada, por el camino había caído que él no se había descrito así que ella era la que tenía que mostrarse, miraba entre las mesas ocupadas, y no tardo en ver como un joven levantaba la mano llamando su atención, y el pánico se apodero de ella, rondaría los veinte, dios como se podía haber metido en aquello.

Sus pies lentamente se dirigieron hacia el mientras él se levantaba

  • hola – dijo nerviosa

  • Ahora dame un morreo de campeonato – le dijo y sin más su boca se juntó con la suya mientas noto como una mano le sobaba el culo descaradamente, y su lengua cedió a la suya durante unos segundos, después él se separo

  • venga siéntate

Eva aun con la impresión en su cuerpo del espectáculo  que había dado, y que no había pasado desapercibido, intento calmarse y se sentó de espaldas a todos poniéndose enfrente de Fernando

  • dime, ¿cómo tenías que venir vestida?

  • llevo falda negra y jersey como te dije

  • ¿y la mierda de bragas que he notado en tu culo?

  • no me dijiste

  • y seguro que te has puesto también sujetador, ¿a qué si?

  • si – dijo Eva bajando la mirada

  • puta estúpida, falda, jersey y zapatos, creo que fui muy claro. Quítatelos

  • voy a – pero no pudo terminar la frase

  • aquí, ya

Eva no sabía dónde meterse, podía irse, era un lugar público y lo sabía, pero su cuerpo se rebelaba, notaba la humedad en el interior de sus muslos y su sexo era un volcán. Así que una de sus manos poco a poco se introdujo bajo si falda e intentando no llamar la atención estiro del elástico de su ropa interior que poco a poco fue cediendo, después el otro lado con la misma operación, hasta cuatro veces repitió la maniobra hasta que sus bragas descansaron en sus rodillas. Después un movimiento rápido las hizo descansar en un visto y no visto en el interior de su bolso.

  • bien, ahora el sujetador, en eso las mujeres sois unas artistas

Por suerte el cierre trasero se deshizo al primer intento y el resto fue una tarea fácil

  • dime, como tienes el coño, chorreando, ¿no?

  • si, dijo avergonzada

  • jajajaja, mírame a los ojos cuando me hables, sabes, eres preciosa y me extraña que el cornudo de tu marido no te de lo que necesitas

  • no le llames así

  • le llamare como me salga de los huevos, ven vamos a dar un paseo

Fernando se levantó y ella le siguió

  • cógeme de la cintura

Eva pasó la mano por la cintura y el paso la suya por encima de su cuello, no tardaron en meterse por una especie de callejón adentrándose cada vez más en él, la mano de Fernando no tardo entonces en asir con fuerza el pecho que tenía más cerca.

  • en la foto ya eran apetecibles, pero, al tacto están para comérselas

Y sin más la empujo a una especie de esquina maloliente, y volvió a besarla, pero esta vez sus manos no fueron tan discretas, mientras una, amasaba sus pechos con fiereza la otra se perdía bajo su falda clavando sus uñas en su culo

  • que buena estas cabrona, date la vuelta

Eva se puso contra la pared

  • a ver saca un poco más el culo, un poco más, un poco más, ahí, y ahora separa las piernas un poco, perfecto

Eva noto como levantaba su falda, oyó el sonido inconfundible de bajar la cremallera de una bragueta y al poco noto como la entrada de su sexo era invadida por una polla diferente a la de su marido.

  • dime, tu marido hasta donde llega, hasta aquí – y con un empujón sintió como aquel trozo de carne se introducía sin remedio en su interior  - o hasta aquí, bueno, por aquí no ha pasado gran cosa, estas muy estrecha cabrona – otro empujón y ya se sentía llena – y solo llevas la mitad, ¿la quieres toda?

Ella intentaba respirar, jadeaba intentando que su cuerpo se adecuara a aquel invasor, pero las manos de aquel hombre se aferraron a su cintura y de un empujón noto que el cuerpo de aquel hombre ya tocaba sus nalgas. Se sentía totalmente llena y el gemido de placer que exclamo solo certifico que le gustaba aquella sensación.

  • así que tu maridito ya tiene cuernos – dijo comenzando a bombear pausadamente mientras los gemidos de Eva ya eran descontrolados

  • buff, no puede ser me corro, dios

  • lo ves, eres una perra necesitada de buenas pollas, y no la del marica de tu marido

Eva se estremeció  y no se cayó al suelo porque Fernando la asía por la cintura, pero de pronto el mástil que la destrozaba desapareció

  • no sigue, fóllame – exclamo girándose hacia él, pero lo único que recibió fue una bofetada que la dejo parada

  • como te atreves, eres mi puta y te usare como me plazca, o ya lo has olvidado

Eva intentaba recuperarse del golpe, nadie la había abofeteado y la cara le ardía pero, no había atisbo de rebelión en ella, solo la excitación la invadía.

  • desnúdate

  • pero – no terminó su frase y otra bofetada en el lado opuesto le cayó, haciendo que su jersey pasara por encima de su cabeza

  • dámelo, ahora la falda – y desabrochando la pequeña cremallera la hizo caer a sus pies y sin que tocara el suelo se la tendió

  • bien, ahora ponte la ropa interior – cosa que hizo sin dilación

  • qué asco, estas horrible, y mira que hay ropa interior sexy, pero la mierda que llevabas es de nota, ahora como castigo por ponértela vas a mearte encima, como una guarra

Eva se quería morir, no podía ser verdad lo que le pedía, pero allí estaba, en ropa interior delante de aquel cerdo, y excitada como nunca lo había estado

  • pero los zapatos

  • no me gusta repetir las cosas – dijo desafiante

Eva se concentró, su educación le decía que aquello no estaba bien, pero su deseo luchaba por salir y daño su deseo cuando el dorado liquido comenzó a llena primero el interior de sus bragas y después a discurrir irremediablemente por su entrepierna hasta sus zapatos, acompañado todo ello con gemidos sordos de placer.

  • ya – dijo Eva cuando termino

  • bueno, arrodíllate – dijo, mientras lo hacía apunto su pene hacia ella – ahora te voy a mear para que nunca se te olvide que ponerte esa ropa interior es una guarrada, ah, y mejor ni te muevas, no querría estropearte el peinado.

Eva cerró los ojos y al poco noto como un chorro potente y cálido se estrellaba contra sus pechos sus hombros y su vientre, después paro.

  • quieta

Y al poco noto como era su espalda y culo los que eran regados ahora con un poco menos de fuerza.

  • joder que meada, y ahora abre la boca y límpiamela bien, y no lo diré dos veces, recuerda

Eva a su pesar abrió los labios notando como aquel monstruo, ahora flácido se introducía en su boca, llenándola de un sabor desagradable, pero con dedicación la sorbió y lamio, hasta dejarla limpia

  • joder perra, como voy a disfrutar de esa boca, venga levántate, buff, que mal hueles, venga quítate esa mierda y sécate con esto – le dijo dándole la vuelta al jersey de lana al revés.

Eva se deshizo de su mojada topa interior apartándola a un lado del callejón y seco como pudo su cuerpo.

  • muy bien, ahora póntelo

Eva le miro con cara de súplica, pero sabía que no tenía más ropa así que húmedo y mal oliente le dio la vuelta, y se lo enfundo sintiendo en su piel el frescor de la lana mojada.

  • y ahora la faldita – dijo tendiéndosela con una sonrisa maliciosa – venga guarra que solo hemos hecho que empezar, además querías que te follara, ¿no? Pues rapidito

Eva se recompuso como pudo y sin más hecho a andar junto a Fernando

  • ahora vamos a tu casa, que quiero follarte en tu cama

  • ¿mi casa?

  • has dicho que tenías libre hasta las 10, ¿no?

  • sí, pero es que no se si debería

  • venga, no te hagas la estrecha ahora – dijo casi llegando al coche

Eva no dijo nada más abriendo su vehículo y entrando mientras Fernando hacía lo propio por la puerta de al lado. Al cerrar la puerta noto el verdadero hedor que despedía, y fue a abrir la ventanilla.

  • no, la ventanilla subidita, que quiero que no se escape nada

Mientras Eva conducía Fernando la sobaba con total descaro

  • joder que guarra eres, y mira como tienes pos pezones – decía mientras los pellizcaba – te los voy a comer enteros y te voy a dejar marcada para una semana, zorra.

Eva no podía controlarse y en un semáforo, con la mano de aquel joven hurgando en su raja se corrió sin poder controlarse

  • huy, te corres como una mojigata –dijo mientras apretaba el clítoris sin ningún tipo de mimo arrancando un grito de la pobre Eva – así mucho mejor

Eva se armó de valor y le hablo en tono de suplica

  • te puedo pedir un favor

  • dime

  • te puedo dejar por aquí y vienes andando mientras entro en el garaje, no me gustaría que te vieran

  • me parece bien, pero cuando llegue te quiero ver igual que ahora

Eva le dio la dirección, y dejando el coche en el garaje, nerviosa se dirigió a su casa

Fernando salió del coche y encendió un cigarro, con una sonrisa en la boca, sabiendo que su presa estaba atada y bien atada, y tranquilamente lo consumió dando tiempo a que su nuevo juguete llegara a su nido.

Eva no tardo en escuchar el timbre y abriendo le dijo que era el tercer piso, y nerviosa escucho como el ascensor se habría en su rellano apresurándose a abrir la puerta y dejar entrar a aquel hombre, para intentar que nadie se percatara de ello.

  • enséñame la casa

Eva fue por orden nombrándole las habitaciones, le enseño el salón, la cocina, los dormitorios de sus hijos, y finalmente el de matrimonio

  • vaya, así que aquí es donde el mierda de tu marido te pringa con su lechita

Eva afirmo con la cabeza, mientras Fernando se acercó a la cama y agarrando el cubre y la sabana lo abrió un poco

  • tu marido te folla bajo las sabanas y a oscuras, pero yo follo de otra forma, ya lo veras ¿no me ofreces un whisky?

  • si claro – dijo Eva dirigiéndose al salón

Fernando se sentó en el sofá del salón y no tardo en ver llegar a Eva con un vaso con hielo

  • dame el hielo, y me lo pones solo

Eva sirvió una generosa ración y se lo entrego

  • bébetelo, de un trago

  • pero, yo no bebo

  • que te lo bebas ostias – le grito, y ella se llevó el vaso a la boca y poco a poco se lo bebió, sintiendo ganas de vomitar al principio, después algo que le quemaba por dentro y finalmente le comenzó un pequeño mareo.

  • venga tráeme otro – y espero tranquilamente a que volviera con el vaso, que esta vez sí lo cogió y bebió un trago

  • quítate esa ropa guarra

Observo como su falda se descolgaba a sus pies y el jersey le siguió al suelo y se descalzo

  • ven túmbate boca abajo sobre mis piernas

Fernando no tardo, sentado como estaba en el centro del sofá, en tener a Eva sobre el con el culo a su total disposición

  • menudo culo – dijo dando una palmada que produjo el inmediato quejido de Eva – calla zorra o te iré dando más fuerte – y siguió con su castigo repartiendo por sus nalgas las cachetadas con diferente grado de fuerza lo que pillaba desprevenida a la desvalida Eva.

El color rojo comenzó a invadir su piel, pero no por ello dejaban de caerle nalgadas, aunque su actitud se limitaba a algún que otro quejido aislado. De pronto noto algo frio sobre su castigada piel, aliviándole algo el sufrimiento

  • esto te gusta, eh zorra – oyendo los gemidos que emitía cuando el hielo frio rozaba su piel caliente y sensible.

Pero Fernando tenía otras ideas, y poco a poco llevo el hielo de grandes dimensiones y en forma de medio huevo hacia el trasero de Eva jugando con su ano y elevando el tono del gemido de su pobre muñeca.

  • ¿tu cornudo nunca te ha follado el culo? – dijo mientras presionaba el hielo contra su ano

  • no, dios no – dijo entrecortadamente Eva, que notaba la presión, y como su ano se abría al frio intruso – buff, no, no sigas, por favor, no, ah – pero el escurridizo hielo no tardo en superar la primera barrera y lo notaba enterrarse en su interior forzado por el dedo de aquel hombre hasta conseguir que se introdujera completamente y no pudo mas que emitir un quejido de aprobación.

Aquello animo a Fernando, que uno a uno, y con tremenda parsimonia le enterró los 5 restantes con cada vez menos resistencia

  • cuando te folle el culo, te lo voy a dejar como un bebedero de patos, cerda, sin abrirlo ya cede, así que cuando te meta la polla vas a flipar – y descargo otra tanda de nalgadas mientras dos dedos de su otra mano de introducían sin previo aviso dentro del coño totalmente inundado de Eva.

Y mientras la insultaba y movía los dedos en su interior, Eva se volvió a correr, vencía al placer que la tenía a merced de su recién conocido.

  • venga zorra, que yo también quiero correrme, vete y date una ducha que hueles a cerda y aprieta el culito no se te vaya a salir el regalito.

Eva se levantó como pudo, notando el frio en su interior y una terrible sensación de humedad en su ano, lo cual le hacía sentir que necesitaba evacuar,  y lo hizo justo cuando llego a la taza, sin poder evitarlo.

Eva se aseo completamente, ducha, secador de pelo, y al terminar seguía igual de excitada, y cuando salió vio a aquel hombre bajo las sabanas que ella y su marido compartían, fumando y bebiendo tranquilamente.

  • que lenta eres zorra, venga, metete en la cama y cierra la luz y la puerta, ¿tú a qué lado duermes?

  • en aquel - dijo señalando el lado derecho de la cama. Al apagar la luz y cerrar la puerta la habitación quedo solo iluminada por una lámpara que iluminaba el cabecero de la cama, ni si quiera entraba luz por la ventana que estaba bajada completamente. Sin casi levantar las sabanas se introdujo al lado de él.

  • ¿Cómo soléis follar? Normalmente

  • le gusta hacerlo de lado, yo me pongo mirando hacia la ventana y el se pone detrás de mi

  • jajajaja – dijo apagando la luz y quedándose a oscuras – venga cariño que hoy tengo ganas de follar con mi esposa – dijo suavemente

Eva se giró, y enseguida noto el cuerpo de aquel hombre pegado a ella, paso una mano por debajo de su cuello agarrándole un pecho con firmeza.

  • ¿así?

  • sí. Dijo nerviosa con el casi saliéndose del pecho

  • es que estas de vicio, esposa mía, ¿notas cómo me has puesto?

Eva sentía la tremenda erección pegada a su culo y mientras su mano libre le acariciaba suavemente el lateral de su cuerpo notaba sus besos en el cuello y en la espalda. Comenzó a gemir con cada roce y más aún cuando noto que la cabeza de aquel monstruo buscaba encajarse en su sexo, cosa que no tardó en hacer.

  • cariño, estas chorreando – dijo mientras empujo con fuerza arrancando un fuerte gemido de la garganta de Eva

  • así me gusta, que grites, zorra – dijo sacándola lentamente y cuando casi estaba toda fura, volvió a incrustarla con ganas – joder qué coño más bueno tienes.

Los movimientos eran acompañados por gemidos incontenibles que intento ahogar en la almohada.

  • de eso nada nena, quiero oírte disfrutar como la perra que eres – dijo y sin más le hinco los dientes por primera vez en la espalda – voy a marcarte como mi yegua – y siguió mordisqueando mientras no cesaba en su machacón movimiento.

Pero no contento con ello su mano le hizo levantar la pierna pasándola por encima de él y sus dedos invadieron su clítoris tremendamente sensible.

  • joder que bueno, ¿te toca así el maricón de tu marido?

  • no, dios, me corro, que me haces

  • follar como toca, como debería hacer ese cornudo que se acuesta todas las noches contigo – dijo mientras Eva se perdía en un violento orgasmo.  Pero aquel pene seguía martirizándola, cada vez más rápido, y no tardo en sentir como su cuerpo se estremecía una y otra vez hasta llevarla a un estado de semiinconsciencia donde su poseedor hacía con ella lo que quería. Y así era porque Fernando si no le aprisionaba el clítoris, jugaba con sus pezones pellizcándolos salvajemente o eran sus uñas y sus dientes los que marcaban su piel.

  • ahora vas a ver lo que es una buena corrida – y Eva noto como aquel trozo de carne se hinchaba aún más si cabe, y Fernando, en un punto de no retorno comenzó a gruñir mientras notaba como su herramienta se vaciaba en lo más profundo de su presa, hasta seis gruesos chorros de semen  regaló en la matriz de su nueva compañera.

Eva sentía como su invasor no decrecía y continuaba un martirizador movimiento que no ayudaba a rebajar su calentura, y a la vez sentía como parte del semen comenzaba a esparcirse por sus muslos y sus nalgas.

  • ¿has visto como tengo la polla de dura? Es que me has puesto burro, cabrona, ¿a tu maridito se le queda así cuando se corre?

  • no, a él enseguida se le encoje – dijo entre suspiros Eva

  • porque es un maricón de mierda que no sabe follar – dijo mientras jugueteaba con el ano, embadurnándolo con el semen que salía del interior.

  • no, por ahí no – suplico Eva

  • con el culo tan tragón que tienes, cuando te la meta vas a flipar –dijo sin importarle lo que le pedía, y sacándola lentamente de su coño la enfilo a su trasero, empujando con firmeza

  • es muy grande, oh, por favor, ah – suplicaba Eva

Pero la tremenda lubricación de jugos y semen no ayudo a su negativa y la cabeza supero la entrada entre gemidos guturales y respiración dificultosa.

  • ves como entra perra, joder que culo más estrechito – con lentos movimientos fue enterrando su herramienta y bombeando cada vez más rápido. Eva sentía arder su culo y a la vez un terrible placer, no entendía como podía excitarse de aquella forma desconocida para ella.

Y mientras era empalada sin compasión, su cuerpo volvió a rebelarse contra su cordura, y volvió a estremecerse con un profundo orgasmo, mientras su cuerpo seguía siento martirizado sin descanso. Sus pechos eran asidos con fuerza como apoyo mientras notaba como su espalda era devorada sin ningún tipo de miramiento.

El placer le nublaba el conocimiento, pero era sacada de el con algún pellizco o mordisco, que la devolvía a la realidad, estaba disfrutando como nunca en su cama de matrimonio con un desconocido.

Había perdido totalmente la noción del tiempo, pero seguía disfrutando de aquella tremenda follada, cuando Fernando sintió que su polla explotaba, y acelerando el ritmo comenzó a correrse dentro de ella.

  • me corro, puta, toma leche, joder – dijo apretándose fuertemente contra el culo de la desvalida Eva.

Ella sintió el calor en su interior, como se derramaba dentro de ella, y exhalo un último y desgarrador gemido quedando sumida en un tremendo cansancio, y notando como esta vez sí,  la tranca que la había saciado, perdía algo de su dureza.

  • joder, me has dejado seco – dijo mientras se pegaba más aún si cabe a Eva – y ahora el ultimo regalito , uf, joder que gusto – exclamo y Eva sintió como algo caliente se vertía en su interior, no podía ser, se estaba meando en su culo.

  • ya, joder, ahora aprieta el culo si no quieres que se te salga – y de un movimiento saco su polla del interior.

Eva se sentía morir. Apretó sus nalgas pero sintió como algo corría por ellas y casi al instante se levantó, y oyendo las risas del hombre mientras intentaba llegar al baño sin provocar un estropicio.

Aun con su terrible empeño un reguero húmedo salpico su recorrido hasta que pudo sentarse en la taza y como un torrente salió su maloliente lavativa, dejándola por fin en un estado de terrible tranquilidad, tras el duro trago al que la había sometido.

  • tienes la habitación hecha una pocilga, y aquí huele peor todavía, cerdita, así que termina tu trabajo que tienes que arreglar todo esto si no quieres que el cornudo se dé cuenta de lo guarra que eres, venga límpiamela a fondo.

El tremendo rabo de aquel hombre ahora en reposo, más grande que el de su marido en erección, colgaba a centímetros de su boca, pringoso y sucio, su mente se negaba a aquel último acto humillante, pero su mano lo agarro temblorosa y con alguna arcada que otra lo introdujo golosamente en su boca que no tardo en sentir ese sabor tan fuerte.

  • pero que guarra eres, joder como la chupas, hoy ya estoy seco, pero la próxima vez vas a tragar leche en cantidad.

Eva se esmeró como pudo, hasta que fue el quien le retiro la polla de la boca y se metió en la ducha mientras ella seguía sentada en la taza.

  • bueno – dijo mientras se secaba con sus toallas – ya te llamare, eres una cerda en toda regla, vas a disfrutar conmigo – y desapareció por la puerta no tardando en oír como se cerraba la puerta de la casa.

Eva notaba como aun chorreaban sus dos agujeros, pero sacando fuerzas de la flaqueza, junto las piernas y se metió en la ducha por segunda vez esa tarde para asearse concienzudamente.

Eran las 8 cuando salió por la puerta del cuarto de baño, la habitación olía mal así que después de abrir toda la casa con una fregona limpio el suelo. La cama era otro cantar, un húmedo manchurrón invadía su lado, así que tuvo que quitar todas las sabanas, menos mal que tenía un cubrecama antihumedad, y no había llegado a manchar el colchón.

Mientras la lavadora hacia su trabajo, y la casa se ventilaba, frente al espejo pudo verse, ver los arañazos, su espalda mordida, su culo enrojecido, y aun así su sexo palpitaba recordando lo vivido. Y le entristeció pensar que los escasos escarceos de sexo con su marido ya no serían ni eso, solo un mero trámite conyugal.

Cuando dos horas después su marido entro por la puerta la descubrió en  bata y pijama, medio adormilada en el sillón.

  • hola cariño, vaya día, pareces cansada – dijo al verla

  • sí, me lie a limpiar y estoy que me caigo, te he hecho un par de sándwiches, ¿no te importa?

  • no, claro, y la beso tiernamente.

Ya de madrugada despertó súbitamente, alejándose de extraños sueños, su marido respiraba profundamente a su lado mientras ella, no pudo más que comprobar que su sexo pedía más, y se lo dio silenciosamente.