Historias de cajón

Lo que era una fiesta con amigos, terminó por desatar la calentura que provocan en mí las mujeres.

Hace exactamente un año yo era relativamente nueva en la ciudad, así que poco salía de fiesta, además tenía novio y pasaba la mayor parte del tiempo con él. Tenía una buena compañera en el trabajo (muy atractiva por cierto, Mariana) que me invitó a celebrar su cumpleaños. La idea era ir con unas cuantas personas a una finca, a lo que yo acepté puesto que quería divertirme.

Cuando se llegó el día, yo empaqué unos cuantos trajes de baño y me fui, aún con la negativa de mi novio, yo iba decidida a pasarlo bien. Mi compañera iba muy linda, con un buso que le marcaba sus redondos pechos. Al verla me pareció atractiva, pero no le presté mayor atención y fuimos al encuentro de los demás. Nos recogieron dos amigos de ella y llegamos a una casa finca a las afueras de la ciudad.

Al llegar, pude notar que la mayoría de invitadas eran mujeres y habría unos tres o cuatro hombres. Me presenté con ellos y a lo que llegamos, la fiesta empezó. Las chicas eran todas súper guapas y alocadas y pues yo, no era la excepción. Bebimos mucho esa noche, a lo que también le agregamos más locura con un poco de droga. Yo estaba mezclando licor y bebía todo lo que se me atravesaba porque quería despejarme de la mala relación que estaba llevando con mi novio, lo cual se me iba olvidando fácilmente con el pasar de la noche.

Amaneció y nosotros aún estábamos en la piscina, pero el calor de la noche se hacía sentir con las caricias que se iban despertando debajo del agua y los besos no se hicieron esperar. Todos entramos en un clímax riquísimo. Yo estaba en una de las esquinas de la piscina con uno de los hombres y una chica. Él me tocaba delicioso en medio de mis piernas y ella me estaba comiendo a besos el cuello y los labios. Para mí era la mezcla perfecta, me encantan las mujeres pero me encanta mucho más terminar con un hombre. En eso, se acerca mi amiga Mariana y me planta un beso. La locura de ese desenfreno me tenía desbordada, quería que me hicieran suya, que me comieran enterita en esa piscina entre los tres... pero luego veo frente a mí a una mujer demasiado hermosa. En mi calentura me obsesioné un poco con ella.

Carolina era esbelta; tenía unos hermosos senos operados, un trasero divino que se le marcaba perfectamente en su salida de baño, yo solo veía su boca metida entre mis piernas, empecé a desearla tanto que las otras dos chicas perdieron su interés en mi, pero Jhon no. Él seguía con sus dedos dentro de mi sexo alentándome a ir por ella diciéndome que nos la comiéramos entre los dos, que qué rico vernos comiéndonos el coño a besos y me metía más duro sus dedos y besaba mi oreja, me decía cosas tan calientes que no pude más y le dije a Carolina que se acercara, que quería hacerla mía. Caro al verme tan excitada se asustó un poco, pero yo seguía diciéndole que estaba muy rica y que quería estar entre sus piernas.

Esto evidentemente estaba pasando frente a la mirada de todos lo que estábamos allí, Jhon me estaba llenando de besos en medio de todos y me tenía tan arrecha que sabía que yo no dudaría en ser una perra caliente delante de todos. Caro se vio un poco incómoda, a lo que yo dejé de insistir y me entregué al orgasmo que me regalaban esos dedos. Después de semejante sensación y la ebriedad que tenía, me fui a dormir.

Al despertar nuevamente, ya estaba de noche y era Caro quien estaba en la piscina un poco juguetona. Yo tenía una resaca monumental, así que fui por un poco de agua. Cuando ella me vio, decidió invitarme a entrar al agua nuevamente. Sinceramente yo me sentía un poco avergonzada por lo que había pasado en la mañana, así que le pedí una disculpa, a lo que ella dijo que no me preocupara. Todos jugaban con ella en la piscina y la tocaban sin parar (los hombres que habían en la finca) las otras chicas estaban dormidas en su mayoría. Yo sentía un poco de celos por esas manos jueguetonas que se estaban dando ese banquete, pero me mantuve en mi lugar.

Jhon se volvió a acercar a mí y me dijo que le ayudara a llevar a Caro a la habitación porque ya estaba muy mal. Lo ayudé a sacarla de la piscina y me fui con ellos a la habitación. La dejamos en la cama muy dormida y nosotros nos dejamos llevar nuevamente por la calentura. Jhon metió su mano entre mi tanga y notó que estaba hecha un mar, decía que le encantaba lo mucho que me mojaba, que lo tenía loco y sacó su pene mientras me ponía contra la pared. Me metió su pene con fuerza y me hizo sentir como la perra que me encanta ser, me daba cada vez más duro, mientras me sometía del cuello. Que rica lujuria me invade al recordarlo.

Caro seguía dormida y al verla allí tan indefensa mientras me cogían, me subió la sangre a la cabeza. Quería tocarla, quería saborearla y mientras Jhon me acomodaba en la cama para darme en cuatro, empecé a tocar los senos de Carolina. Jhon al ver esto, se excitó mucho más y me lo metía como un loco, eso si, sin dejar de pedirme que la tocara. Metí mi mano en su vagina y estaba mojada y caliente, por un momento dudé que estuviera dormida, pero no me importó si quería hacerse, yo sólo bajé su tanga de baño y empecé a besar y chupar ese rico coño. Jhon me pedía más, así que empecé a meter poco a poco mis dedos mientras veía como su cuerpo se estremecía. Los metía y sacaba suavemente, pero le pedía a Jhon que me diera verga como nunca, volví a lamer todos sus jugos y su culo, ese culo que me había prendido tanto horas antes. Jhon y yo nos ahogamos en un orgasmo lleno de espasmos. Le pusimos nuevamente la tanga a Carolina y nos fuimos a dormir.

Al otro día decía que le dolía el cuerpo y que no sabía lo que había pasado. Aún no sé si realmente no se acuerda o sólo quiso hacerse la desentendida, pero que rico sabía Carolina.