Historia sin nombre... #MiHistoriaContigo I
Después de "Una Inusual Historia de Amor" les traigo este relato, donde el amor de 2 peculiares chicas, trasciende a otro plano, pero quizá, las dudas, los miedos y una noche de copas, lo confundan y compliquen todo...
HOLA DE NUEVO LECTORAS/ES, ESPERO ESTE RELATO LES GUSTE, COMO SIEMPRE ESPERO SUS COMENTARIOS, SIN IMPORTANTE SPARA MI, PARA VER SI LO CONTINUO O AQUÍ LO DEJO, GRACIAS. NO SE OLVIDEN DE VALORAR LA HISTORIA Y DISFRUTENLO. :)
Capítulo 1
La hora gris, la hora en que no es día , ni es de noche, la hora en que los amantes pueden amarse, en la que los más profundos sentimientos salen a la luz.
Esa es hora en la que me encuentro llegando a casa, pero no llego sola, llego acompañada de una mujer a la que no puedo dejar de besar, sus labios tan suaves y delicados, me obligan a no separarme de ellos. Como puedo logro abrir la puerta, apenas se cierra la tomo por la cintura y la apoyo con un movimiento algo violento sobre la pared, la miro fijamente esperando una reacción de ella, una especie de aprobación para poder seguir, ella me toma con ambas manos da cara y me da un beso apasionado, sintiendo su deseo, aumentando mi desesperación por ella, al jalar mi labio y darle un fuerte y placentero mordisco.
Me aferro a su cuello y la tomo por la cintura, su aroma lo reconozco desde hace mucho tiempo, pero es la primera vez que puedo embriagarme de el a placer. Cambiamos de posición es ella quien ahora tiene el control, toca mi cuerpo por encima de la ropa, me besa exactamente como en mis sueños, con la diferencia que está vez es real, tal real como la húmedad de mi entrepierna, lento y suave, pero a la vez apasionado con su toque lujurioso.
Mis manos no pueden resistirse más y bajan a su trasero, me aproveché de él, lo toqué con ansias y desesperación, con este movimiento logré acercar su cuerpo al mío, mi pierna derecha una invasora entre las suyas, un juego de manos que logra donde quien domina es el deseo, mis manos tocan sus senos por debajo de su blusa, aún insuficiente para mi.
Quería más, la conduje a mi habitación, mientras que en el camino nos deshacíamos de la ropa, al llegar a la cama sólo con nuestra ropa interior, caí sobre ella, aún sin poder dejar de besarla, sus manos tímidas acariciaban mis nalgas, haciéndolas suyas a su antojo. Nuestras respiraciones eran cada vez más aceleradas, me senté sobre ella y la miré fijamente mientras quitaba mi sostén, al quedar mis senos a su vista, ella se levanto a mi altura, tímidamente con su delicada mano tomó mi seno izquierdo, mientras su boca se ocupaba del derecho, fue electrizante ese primer contacto por tanto tiempo añorado, me erizo la piel por completo, mi ya desbordada húmedad que sólo pude soltar un fuerte y prolongado gemido mientras mis manos tomaban fuerte su cabeza y arqueaba mi espalda.
Intenté no perderme con estas sensaciones y recuperé el control de la situación una vez que me deshice de su sostén. De nuevo la recosté y la besé delicadamente, con miedo de romper ese hermoso encanto, nuestras piernas se encontraban entrelazadas y nuestras caderas empezaban un tímido vaivén, lentamente bajé mi mano para ir más a fondo, pero sólo lograba rozar el resorte de ese hermoso cachetero naranja (su color favorito), era mucho mi pasión y estaba por perder la cordura, pero esa pequeña parte de conciencia que aún quedaba en mi, lograba frenarme, ella, después de ver que no hacía más, me ayudó y condujo mi mano más abajo. Ahí comprobé que en esa habitación, yo no era la única húmeda.
No paramos de besarnos y acariciarnos, nuestro cuerpos sentían necesidad uno del otro, mi mano tocaba soberbiamente sus labios, mis dedos la recorrían de arriba abajo parando en su clítoris, notaba su respiración agitada, y la forma desesperada e incluso algo torpe sus caricias. Moría de ganar por bajar y tener su clítoris, chuparlo, morderlo, besarlo, pero tenía ella que pedírmelo. Escuchaba sus gemidos en mi oreja, acompañada de una mordida en el lóbulo, sus manos recorriendo mi espalda, bajando por mi trasero, besándome, nuestras lenguas tratando de abarcar el mayor territorio. Me mordió y sosteniendo mi cara entre sus manos me dijo agitadamente: “Amor por favor, no me hagas esto, no me tengas así”-sonreí-. Era lo que necesitaba, sin darle tiempo a que siguiera hablando, baje empecé a sentir su embriagante olor de mujer, entre besos fugaces me fui abriendo paso en sus labios, mi lengua subía y bajaba, se introducía y se movía en todas direcciones agitadamente. Las manos de mi amante, estaban depositadas en mi cabeza jugando con mi cabello, pero se aferraron a mi violentamente, cuando mis entre mis labios tomé de rehén a su clítoris que a mi antojo mordía, besaba y succionaba. Escuchaba las palabras que entre gemidos me decía, palabras que desde hace mucho yo deseaba escuchar, su cadera como poseída subía y bajaba, mi boca carecía de control y sólo quería más de ella, pronto tendría su primer orgasmo conmigo y quería que por siempre lo recordará, así que mientras seguía mi labor con su clítoris, mi mano traviesa, metió primero un dedo que la tomó por sorpresa, estaba increíblemente excitada, metí otro e incrementé la velocidad, hasta que sus espasmos y gemidos se convirtieron en escandalosos gritos y fuertes sacudidas, todo lo que salía de ella, era bienvenido para m boca, hasta la última gota…
Subí entre besos, pero no sabía si quería que la besara después de eso en la boca, así que me contuve y la besé en la mejilla, no sabía qué decir, ni siquiera tenía idea de si algo tenía que decir, de nuevo mis temores salían a flote, ella tan inteligente como siempre, supo entenderme, con un movimiento brusco quedo arriba de mi, sin temor y con una seguridad arrolladora, me besó y me besó sabiéndose dueña de mis labios, de mi mente, de mi cuerpo, de mi alma y de mi corazón.
Yo seguía excitada, así que aprovechando mi posición, con ciertas dificultades, logré que se sentará sobre mi entrelazando nuestras piernas, al fin vagina con vagina se unían en pequeños vaivenes no muy claros de lo que querían, yo no sabía que besar, si sus labios, su cuello, sus perfectos pechos, estaba perdida por ella y por su cuerpo, por el deseo que ella provocaba en mi, ese vaivén poco a poco fue encontrando camino, su clítoris y el mío sumergidos en una bella danza de placer, se abrazaba a mi espalda como si deseara fundirse conmigo, no aguantaría más, refugié mi cara entre su cuello y sujete mis manos entre sus caderas y sus nalgas, mis suspiros se convirtieron en gemidos que intentaba ocultar entre pequeños besos y uno que otro mordisco, cada vez mis movimientos eran más frenéticos, cada vez me acercaba más a ese orgasmo tan deseado, llegó y llegó de una manera tan deliciosa que no pude pronunciar palabra alguna.
Poco a poco entre besos, abrazadas, una frente a la otra nos fuimos quedando dormidas.
Sí, la hora gris estaba terminando y unos rayos de sol comenzaban a salir, llegué a casa acompañada.
No, no es una desconocida, es Sofía; mi mejor amiga…
CONTINUARÁ?...........