Historia en Argentina
Apasionante encuentro, altamente erótico, en la ciudad de Rosario. Donde mi mujer y yo conocimos a Ricardo y sus amigas.
Yo había estado en Argentina y por lo mucho que me gusto, Mónica insistió que la llevara. Preparamos el viaje en diciembre, con el fin de alejarnos del frio de la península, nuestra primera parada fue Buenos Aires donde estuvimos un par de días. Después alquilamos un coche y nos dispusimos a visitar el país, tras varias paradas, visitamos la ciudad de Rosario a orillas del rio Paraná donde se iba a desarrollar esta historia.
Llegamos a mediodía comimos, descansamos un rato y decidimos salir a pasear por las calles de la ciudad. Los planos y las explicaciones que nos dieron para llegar la zona comercial de la ciudad fueron un tanto confusos y nos encontramos un tanto perdidos. Preguntamos a un joven que paseaba por las inmediaciones, como llegar a la calle Córdoba, el chico muy amable nos acompaño. Durante el paseo hasta la calle peatonal, no dejaba de mirar las tetas mi mujer, que vestía con una camiseta de tirantes banca, con un amplio escote, pudiéndose diferenciar la forma de su sujetador destacando bajo la ropa, y el comienzo del canalillo que indicaba el gran volumen de sus pechos.
¿Has visto como te mira las tetas? Le dije a Monica.
Deja al chico, que nos está sacando de un buen apuro.
Mira hacia otra lado muchacho, no has dejado de mirarle las tetas todo durante todo el camino ¿Te gustan?
Si, dijo el chico un tanto sonrojado. Son muy grandes.
¿Cómo te llamas?
Ricardo
Ricardo, ella te las enseña si nos hace de guía por la ciudad.
Monica le envió una sonrisa de aceptación y el chico mostro su acuerdo. Estuvimos recorriendo entera la ciudad paseamos por la peatonal Córdoba, peatonal San Martín, hasta el Monumento a la Bandera, al final de la tarde.
Estábamos cansados y Ricardo nos llevo a cenar a un restaurante llamado El Rich
La cena fue muy agradable donde degustamos la más increíble comida argentina, bebimos un par de botellas de vino entre los tres y tomamos un excelente postre el chaja o algo así.
Bueno, creo que toca pagarle a este chico.
En el restaurante no había mucha gente, apenas dos mesas mas estaban ocupadas y nosotros nos encontrábamos junto a un rincón. Mónica se levanto y se dirigió al aseo para volver con el sujetador en la mano, sus tetas esta vez colgaban libres, marcando sus pezones en la camiseta. Se sentó y dijo
¿Estás listo?
Desde luego. Dijo relamiéndose esperando ver tan maravillosos ejemplares.
Ella se levanto la camiseta y mostro sus hermosos melones, Ricardo miraba con atención, ensimismado mojándose los labios, su boca entreabierta como el que no se cree lo que está viendo, tras unos segundos Monica se cubrió.
¿Ya está? Solo eso. Vaya forma de pagar tenéis los gallegos.
No querrás que este toda la noche en toples. Dije yo
¿quieres tocármelas?
Claro
Te dejo, si lo haces sin que nadie se de cuenta.
Ricardo, se quedo pensando unos segundos y se metió bajo la mesa. El mantel era largo y no permitía verlo en esa posición. De pronto Monica noto como unas manos invadían sus grandes ubres bajo de la camiseta, ella se reclino para facilitar su manejo. Las manos del joven disfrutaban de las carnes colgantes de ella, sus pezones eran pellizcados, los pechos agarrados, esas masas de carne recibían todo tipo de toqueteos, de alguien que nunca había tenido entre sus manos algo así. Primero las recorría suavemente, despacio, deleitándose en cada centímetro, las masajeaba sin prisas, con lentitud desplazaba sus manos por todo el contorno, redondas suaves.
No pasaba el tiempo para él, podría estar horas con semejante ocupación. Jugueteaba separándolas, subiendo las manos por el contorno frio de sus pechos las volvía a juntar, resbalaba después sus dedos hasta los pezones, que acariciaba en círculo. Su mayor deseo era chuparlas, pero la posición en la que estaba se lo impedía.
Venga sal de ahí. Vale ya.
Espera.
El seguía tocandolas pero esta vez con una sola mano con la otra se agarraba su polla masturbándose. Ricardo no quería parar, estaba realmente emocionado teniendo ese maravilloso ejemplar en su mano izquierda, tan suave y blanda.
Ya está bien.
Espera, ya me corro. Dijo suspirando. ¿quieres quedarte con esto?
Ni se te ocurra.
Ricardo salpico sobre las tetas de Monica. Yo me reía al presenciar la escena. Monica se había ofrecido a ser sobada y Ricardo se las ingenio para conseguir su objetivo.
Pero que guarro eres.
Tienes unas tetas realmente ricas. ¿Cuándo puedo volver a tocarlas?
Para eso tendrás que portarte bien.
¿Conocer alguna playa buena?
Claro.
Mañana nos vemos para ir a la playa, ¿te apuntas? Así podrás verla en bikini.
Claro, mañana estaré aquí.
Como era de esperar al día siguiente Ricardo los esperaba en la puerta del hotel para acompañarlos a la playa del balneario. El chico se presento con dos amigas.
Lucia y Vanesa, la primera una morenaza de ojos negros con un esplendido culo y unas tetitas preciosas y la otra de pelo castaño claro, unos precios ojos verdes, un pedazo de culo, con aspecto de duro y unas tetas grandes. Eran jóvenes, según me confirmaron después 21 añitos. Yo estaba alucinando con la pareja de amigas que había traído Ricardo.
Una vez allí, Monica se quito la camiseta y mostro un bikini de color rosa, de esos que llevan aros, para sujetar bien las tetas, pues su tamaño era considerable. No era muy excitante pero el tamaño de lo que albergaba bajo el, valía la pena. Las otras chicas estaban mucho mejor que mi mujer, unos cuerpazos esplendidos y mas con los escuetos bikinis que lucian
¿Vamos a bañarnos dijo Monica?
Yo me quedo respondí, prefería estar amistosamente con la jovencitas.
Yo voy contigo dijo Ricardo.
Ojo con lo que haces, chaval.
Ellos se metieron en el agua y nadaron un poco. Se detuvieron y comenzaron a charlar.
Me pusiste muy cachonda ayer, te sobro limpiarte en mis tetas.
Lo siento, pero tus tetas me vuelven loco y no pude evitarlo
En cuanto llegamos al hotel, mi marido y yo nos pusimos a follar, pero yo me acordaba de cómo tú me tocabas las tetas.
Déjame que te las toque otra vez.
¿Es que no tuviste suficiente ayer?
Me quede con ganas de chupártelas
Bueno, pero con prudencia.
El agua les llegaba a la altura de la cintura, Monica se adentro unos metros más de forma que le llegara justo por debajo de los pechos, se saco el bikini y los dejo colgando, a Ricardo le recordaron a los de Lucia Salazar . Nuestro protagonista se lanzo de cabeza a chuparlas, lo que había estado desenado desde que las vio.
Mientras su lengua lamia la izquierda, su mano magreaba la otra, después cambiaba siguiendo el mismo procedimiento, ahora era la derecha la que recibía la saliva de su boca y la izquierda era apretada con agresividad. Su lengua recorría el pezón que había pasado a estar en punta
Ella le cogió la polla y le masturbo, al notarlo sus lametones eran más intensos, su verga estaba dura como un tronco de madera. El se centraba en lamer, lamer, resaltando el pezón entre sus dedos, frotando con las manos el gran volumen de los melones, en ocasiones asistido por sus dos manos. No le importaba las otras partes del cuerpo de ella, solo deseaba su pechos, ella le llamaba la atención sobre su coño abierto por la excitación pero el volvía a lo que realmente le importaba, comer, comer tetas.
Era el complemento ideal, recibir una paja mientras disfrutaba de esos maravillosos pechos tersos, suaves, caídos pero sobre todo grandes, muy grandes, había soñado en tener unos así entre sus manos tantas veces que tenía muy claro que quería hacer con ellos, había visto cosas como esas como los de las modelos de internet su preferida, Lucias Salazar debía tenerlas así, por un momento, cerró los ojos, y se imagino que era a ella a quien se las comía. Inevitablemente ese pensamiento acelero su eyaculación. Pero no por ello dejo de juguetear con ellas hasta que mi mujer le aparto la cabeza. Se cubrió con el bikini. Sus pezones estaban rojos de tantos mordiscos, Ricardo se subió el bañador y volvieron a reunirse con los otros.
Al salir de la playa decidimos ir a comer juntos, Ricardo nos llevo a un pequeño restaurante cercano.
Después fuimos a nuestro hotel a tomar café, nos sentamos todos y Mónica subió a la habitación a cambiarse de ropa. Durante ese tiempo Ricardo permaneció muy nervioso, mirando constantemente hacia la puerta esperando que volviera a aparecer, yo estaba prendado de las dos chicas, que charlaban y reían conmigo hablando de muchos temas.
Al rato apareció Mónica, se había duchado y vestía muy sencilla con una camiseta ancha de esas que dejan un hombro al descubierto, unos vaqueros y un calzado deportivo, como complementos unos grandes pendientes de aros y un collar de bolas.
Ricardo se levanto y le acerco una silla. Ellos se tomaban un café mientras las chicas y yo entre risas no hacemos más que beber gin tonics.
Ricardo le contaba cosas de Argentina, de su ciudad y Monica le preguntaba detalles.
¿y cómo son las chicas en Argentina? Dijo Monica
Nos gustan las pijas grandes. Dijo una de ellas
Si, para metérnosla en la boca y chuparlas. Dijo la otra.
Eso está muy bien, no hay como una buena polla para ser feliz.
Una de las chicas fue corriendo al aseo, después de tantos gin tonics, estaba claro lo que iba a hacer. Cuando volvió tenía la cara blanca síntoma de haber vomitado. Se acerco a su amiga y le susurro algo en el oído.
Nosotras nos vamos, Vanesa no se encuentra bien.
¿Por qué no las acompañas? Me dijo Monica
Si, será mejor. Pediré un taxi.
Las chicas y yo nos fuimos. Salimos de la cafetería del hotel riendo y bromeando, yo aproveche el momento para llevar mi mano al culo de Lucia que parecía contenta con mi atrevimiento. Subimos al taxi yo me senté entre las dos y ella le indico la dirección. Vanesa estaba medio dormida, con la minifalda subida dejando ver sus braguitas, las cual no pude dejar de mirar, tenía unas bonitas piernas. Lucia se me echo encima y me beso, primero me extrañe pero continúe con el juego, ella desplazo su mano sobre mi paquete que ya estaba erecto, bajo besándome los pezones hasta mi rabo que sin dudar se metió en la boca.
Vaya pija tiene el gallego. Decía mientras subía y bajaba la cabeza.
Yo no pude aguantarme y dirija mi mano al coño de Vanesa, lo tenía un tanto húmedo, aunque mi posición era un tanto incomoda conseguí juguetear con él hasta introducirle un dedo, ella reacciono apretándome la mano y gimiendo. Con la otra mano toque una de sus pechos por encima de la ropa, los tenía bien duros y de buen tamaño, ella se agrando el cuello de camiseta para sacarlos fuera, se desabrocho el sujetador y pude acariciar sus rojos pezones.
Lucia era un autentica chupadora de pollas, estaba haciendo que me corriera y admitía que mi semen entrara en su boca.
Mientras todo esto pasaba Ricardo y Monica continuaban en la cafetería del hotel.
¿Iremos esta noche a la discoteca?
Claro, conozco una cerca de aquí.
Entonces, si me permites voy a descansar. Nos vemos luego
Espera, te acompaño.
No hace falta, se donde esta mi habitación.
Necesito que me prestes tu cámara.
De acuerdo
Subieron al ascensor y al cerrarse la puerta, Ricardo se abalanzo sobre ella, comenzó a besarla sin que ella pusiera resistencia, se dejo hacer. La besaba mientras sus manos nerviosas se deslizaban por encima de su blusa sobando sus pechos, centrando sus tocamientos en el derecho. Ella se saco la camiseta dejándole ver su sujetador que rápidamente fue desabrochado, de nuevo sus melones estaban al aire. El se saco la polla.
Cométela, zorra.
Ricardo tenía un buen rabo, bien duro y jugosos por los líquidos que le brotaban desde que vio a Monica. Todavía dentro del ascensor, con Monica arrodillada y con sus tetazas moviéndose libres al descubierto, Ricardo fijo la cabeza de ella con sus manos y con movimientos de cadera le metía y sacaba la pija de la boca. La polla que estaba bien dura, casi la hacía atragantarse pero no podía escapar, la forma de sujetarle la cabeza, había convertido su boca en una vagina.
El ascensor se paro, al abrirse la puerta, aparecieron un par chicos esperando el ascensor, y boquiabiertos contemplaron la escena con Monica arrodillada lamiendo la verga de Ricardo.
Monica se altero, se levanto y salió corriendo hacia la habitación, dejando a Ricardo con la verga tiesa delante de los chicos. La habitación se encontraba a mitad del pasillo y Monica la alcanzo pronto, dando un espectáculo visual de sus enormes pechos botando durante todo el recorrido hasta encajar la tarjeta en la puerta y abrirla.
Los chicos miraron a Ricardo y le dijeron,
Vaya lolas tiene esa. ¿Vas a cogérselas?
Es lo primero que voy a hacer.
Qué suerte.
Se va a enterar la gallega.
Ricardo, entro en la habitación y vio a Monica desnuda sobre la cama, los vellos de su entrepierna estaban húmedos por la excitación, sus muslos gordos abiertos esperando a que su amante la llenara.
Follame. Dijo ella.
Quiero que te la comas mientras te cojo las lolas
Se sentó sobre ella metió su polla entre las tetas. Su verga, dura como el hierro, hacia el recorrido como un ferrocarril entre dos grandes montañas para acabar entrando en un túnel.
Follame. Repitió ella.
Te vas a acordar de esto toda tu vida.
Le levanto los rollizos muslos apoyando los pies de ella sobre sus hombros, palpo su vulva y la penetro con la fuerza de su viril miembro. Con fuertes movimientos la envestía con gran intensidad, los gemidos de ella se convirtieron en gritos que unidos a los de él se oían desde el pasillo.
Fue en ese momento cuando entre yo y vi la imagen de mi mujer siendo penetrada. Ricardo se asusto y paro.
Sigue, dijo ella mientras lo agarraba para que no se separara de su ardiente cuerpo.
Me lo imaginaba, me he dado cuenta la atención que le prestabas durante todo el día.
Calla, mascullo ella entre gemidos
¿Podre al menos apuntarme a la fiesta?
No, déjalo a él solo.
¡Joder! Si que te ha dado fuerte. ¿Podre al menos quedarme a ver como se follan a mi mujer?
Haz lo que quieras pero deja que me folle. Que gusto.
Me senté en el sillón de la habitación y como un buen cornudo consentidor, me quede mirando como el argentino la envestía con rabia y autoridad, tratando de buscar el fondo de su vagina, abriendo las piernas de ella, en su intento de follarla cada vez con más intensidad.
No sé si fue porque las dos golfas amigas de Ricardo me habían dejado cachondo, o al contemplar la escena, o más bien una mezcla de ambas. Me saque la polla y comencé a masturbarme mientras contemplaba cómo Ricardo disfrutaba mientras pasando sus manos entre los carnosos muslos y sus enormes tetas que no dejaban de moverse desparramadas de un lado a otro y que el atrapaba haciéndolas suyas.
Déjame a mí arriba, dijo Monica altamente excitada.
El se tumbo boca arriba, su miembro parecía el mástil de una bandera, donde fue a montarse el gordo trasero de ella, rápidamente se lleno su húmedo coño. Y Monica comenzó a moverse adelante y atrás notando la dureza de la verga hasta estremecerse. Ahora era ella quien controlaba la situación. Sus pechos comenzaban a balancearse delante de los ojos atónitos de Ricardo.
Agárrame las tetas.
Las manos del chico fueron a agarrarlas, pero no daban abasto a sostenerlas, le rebosaban, por lo que se limitaba a apretar el pezón.
Así, así,
Ella se estaba corriendo.
Date la vuelta, vamos a ver tu colita.
Métemela por detrás, rómpeme.
Eres una puta. Dije yo sin soltar mi aparato de entre mis manos
Como coge tu mujer, amigo.
Ya verás como maneja el culo.
La hizo ponerse de rodillas y le llevo las manos hasta el cabezal de la cama. Dejo su precioso y redondo culo frente a su verga, que se introdujo con mucho facilidad. Alcanzo de nuevos sus tetas con las dos manos y volvió a follarla sin soltarlas. El sonido de la pelvis de él con el molloso culo de ella hacía que yo aumentara la velocidad de mi mano y para eyacular sobre mi vientre
Vaya colita de puta tienes. Que redondita.
Mónica era ahora un saco, manoseado y penetrado por el chico, se limitaba a abrir su culo y recibir las insistentes envestidas de sus caderas; los golpes contras sus nalgas eran cada vez más fuertes, Ricardo buscaba correrse y no lo iba a hacer fuera. Ella estaba extenuada y admitía todo lo que él le hiciera. Ahora era Ricardo quien eyaculaba dentro del coño de mi mujer. Su gemido final fue un grito que acompaño con un fuerte apretón de sus gordas tetas.
Monica me llamo nos acostamos los tres en la cama con ella en medio y nos quedamos dormidos. Pasadas unas horas nos despertamos solos Ricardo y yo, nos miramos extrañados hasta que yo hable
¿Qué hacemos?
¿Vamos a buscar a Vanesa y Lucia?
Vamos.