Historia de una transformación (2)
Como me inicie y consegui mi deseo de ser una mujer.
Empecé a estudiar en la universidad la carrera de diseño, me relacionaba con todos mis compañeros normalmente pero en mi cabeza recordaba una y otra vez mi última salida como Natalie, la despedida de mi amigo Luis en el portal de casa de mis padres, nuestro emplazamiento para volver a disfrutar el uno del otro. Me extrañaba que mi amigo Luis, no me hubiera llamado para volver a vernos y poder así seguir siendo Natalie en casa de mi amigo, y poder contarle el encuentro con mi madre, me entere que a los dos días tuvo que irse al pueblo de sus padres por un problema familiar. Todo esto pasaba por mi cabeza casi todos los días, recordando esos maravillosos recuerdos.
Empecé a pensar la manera de independizarme para poder realizar mis sueños, pero mi intención principal era terminar mi carrera para poder en un futuro trabajar en lo que me gustaba y posteriormente desarrollar mis tendencias sexuales con seguridad.
Los veranos los pasaba en casa de mi abuela ya que siempre me quedaba alguna asignatura para el mes de septiembre y mis padres no me dejaban solo en casa bajo ningún concepto.
El segundo verano, intente poder controlar mi verano lo más posible, para ello conseguí unas llaves de casa de mis padres para poder volver a realizar mis deseos tranquilamente. La chica que trabajaba en casa de mis padres era el ultimo año que estaría con nosotros pues se casaría el otoño siguiente, tenia que aprovechar ese vestuario que tan bien me sentaba.
La segunda semana en casa de mi abuela, invente una salida con mis amigos de acampada. La chica de mis padres se encontraba con ellos de vacaciones, por lo que la casa se encontraba totalmente sola.
Unos amigos me dejaron todo lo necesario para un fin de semana de acampada y el viernes por la mañana salía de casa de mi abuela presuntamente para pasar el fin de semana en la sierra.
La semana anterior había comprado varios productos de belleza que sabía no tenía en casa de mis padres.
Eran las doce de la mañana cuando entraba en la casa para pasar un fin de semana como Natalie.
Lo primero que hice fue preparar un baño para empezar a relajarme antes de comenzar a trasformarme en la chica que siempre había querido ser. La depilación de todo mi cuerpo, fue el primer trabajo en el que esmeré. Las piernas y las axilas tenían algo de pelo ya que llevaba mas de año y medio sin depilarme, lo mismo que la zona de mi pene. Poco a poco fui pasando la maquinilla sobre las zonas a depilar extendiendo después una crema suavizante en la zona. La bañera estaba preparada para acogerme con el agua bastante caliente, al salir me aplique después de pasar un buen rato en la bañera, una crema hidratante perfumada. Delante del espejo descargue algo la zona de las cejas para no tener que utilizar tanto emplaste en cubrirlas.
Utilizaba una maquinilla para depilar como era lógico, de las que usan las chicas y también la utilizaba para afeitarme la poca barba que tenía, que se había ablandado por el baño y los paños de agua mucho más caliente que me aplicaba antes de pasarla por mi cara. Al finalizar me aplique una crema hidratante de día en cara y cuello. Había conseguido una cara totalmente suave sin un solo pelo que aceptaría perfectamente el maquillaje que sobre ella iba a aplicar.
Lo primero que hice, fue recoger el pelo hacía detrás sujetándomelo con una goma en una pequeña coleta, una cinta definió mi cara para iniciar el maquillaje sobre ella.
Busque las prendas que antes había utilizado en mis anteriores trasformaciones, había bastante ropa interior nueva, escogí la que mejor me sentaba y más me gustaba. Los tangas eran siempre las primeras prendas que me colocaba e iniciaban mis primeras sensaciones femeninas antes de trasformarme en la mujer que llevaba dentro.
Estaba muy excitado y necesite masturbarme para poder colocar mi pene escondido en el tanga.
Me costo bastante tiempo encontrar el corsé que tenía mi madre, al ajustármelo mi cintura tomo el tamaño deseado. Tenía algo de grasa en el pecho y caderas, por lo que el corsé subió algo mi pequeño pecho. Las nuevas prótesis que había comprado eran algo más grandes que las que había utilizado anteriormente, al introducirlas en el sujetador y estirar de mi pecho hacía arriba, la sensación era como si este, sobresaliera del sujetador creando una pequeña hendidura entre ambos.
Con estas sensaciones me coloque una bata y lentamente saque las uñas postizas que había comprado. Comencé la manicura para poder ajustar posteriormente en cada dedo la uña que había seleccionado. Con una lima las di forma procurando que no existiera ninguna que raspara ni se enganchara en la ropa que iba a utilizar, de la misma manera lime las uñas de los pies, dándolas forma y preparándolas para recibir el primer esmalte que las definirían femeninamente.
Una vez acabada la manicura, aplique dos manos de esmalte en cada uña, esperando entre una y otra aplicación a que se secaran. Mis pies que no eran nada grandes, quedaron preciosos con el esmalte y comprobé como destacaban con los zapatos de tiras que había comprado con un tacón de diez centímetros que me hacían altísima.
Empecé a peinar la peluca desenredando y cardándola, para posteriormente colocarla en el soporte de la misma. Comprobé también cuanta gente había en el bloque de viviendas, para que no existiera ningún problema en mi nueva salida.
Prepare algo de comida y me puse después de recoger a ver la tele tranquilamente en casa. Las prendas que llevaba en ese momento se habían ajustado perfectamente a mi cuerpo y parecía que formaban parte del mismo.
A eso de las seis de la tarde, estaba nerviosa y tenía ya muchas ganas de empezar a arreglarme, saque la ropa y puse encima de la cama el pantalón y la blusa que iba a utilizar. Como no llevaría medias necesitaba algo que sujetara las hombreras que siempre había utilizado para aumentar las caderas. Una faja pantalón muy fina que encontré en el armario de mi madre me ayudo a ello y aproveche también a rellenar algo más mi trasero.
Las formas de mi cuerpo eran ya totalmente las de una chica, solo faltaba comenzar a maquillarme. Llevaba año y medio sin haberlo hecho, pero no se me había olvidado nada.
La forma de las cejas, fue la primera operación que realice, después de chocarme las lentillas, poco a poco fui achicándolas y dándolas forma. El maquillaje se extendió sobre mi cara y cuello, disimulando los pequeños defectos de la piel, los polvos trasparentes se fueron aplicando sobre toda la cara, retirando el exceso con una pequeña esponja humedecida. La sensación de terciopelo de mi cara la hacía totalmente femenina.
Las sombras de los ojos comenzaron a agrandarlos y definirlos, perfilándolos en su contorno, con un pincel difumine ese contorno hacía el exterior del ojo. El maquillaje definía la cara de la chica en que me estaba transformando, pero que existía desde siempre en mi interior. La mascara de las pestañas se encargo de alargarlas y curvarlas. Recordaba perfectamente cada zona de mi cara y de como podía sacar el mejor partido y los ojos eran una de ellas.
Busque entre las joyas de mi madre un collar, unas sortijas unas pulseras y un reloj que fui colocándome después de esparcirme una crema de manos. Al ver mis manos veía las de una chica, con unos dedos delgados acabados en unas preciosas uñas arregladas y pintadas, las sortijas daban elegancia y vestían esas manos.
Eran ya las nueve de la noche, aun no había anochecido pero me daba lo mismo, quería lo antes posible salir a la calle, sentir el aire de la noche en mi cuerpo y rostro femenino. Caminar por las calles mirando los escaparates deteniéndome frente a ellos, sentir la mirada de los hombres clavándose en mi cuerpo.
Me prepare una pequeña cena, pues quería estar la mayor parte del tiempo en la calle como la chica que era en ese momento, disfrutando de mi misma. Una vez finalizada la cena, me lave la boca y puse unas gotas en los ojos para evitar su enrojecimiento durante la noche.
Con el lápiz perfile los labios agrandándolos para rellenarlos posteriormente con la barra de labios, descargue el sobrante de la barra de labios, para volver a rellenarlos moviendo un labio sobre el otro para extender perfectamente el color por los mismos.
Tome de su soporte la peluca, ajustándola sobre mi cabeza para empezar a peinarla dándole forma y el volumen. Después de cardar un poco la zona central y peinarla rocié con un poco de laca para mantener el peinado. Los pendientes largos de clic colgaron de los lóbulos de mis orejas.
Introduje en el bolso con la barra de labios, maquillaje en polvo, mascara de pestañas, perfume, documentación, dinero, un paquete de pañuelos y otro de toallitas húmedas, cada vez ponía mas cosas en el bolso, en eso me estaba pareciendo cada vez mas a una mujer, pero eran cosas que siempre utilizaba.
Colgué la bata que llevaba puesta desde las primeras horas de la mañana y empecé a vestirme ajustándome los pantalones para después colocarme la blusa que había elegido que se amoldo perfectamente a mi cuerpo, el escote de pico dejaba ver el pecho.
Saque del bolso el perfume y lo aplique en el cuello, pecho y muñecas. Los zapatos de tacón me levantaron diez centímetros del suelo, note como los glúteos se apretaban y mi culito se levantaba un poco más.
La sensación era extraordinaria, me encontraba maravillosa y con muchas ganas de gustar, al mirarme en el espejo note como aumentaba mi excitación hasta limites que nunca había conocido. Intente relajarme, pero me fue imposible bajar mi excitación, por lo que tuve que bajarme los pantalones y la faja que llevaba puesta, para que mi pene en su máxima excitación saliera del pequeño tanga. Fueron necesarios muy pocos toques para que expulsara con fuerza un gran chorro de semen, coloque la mano para recibirlo notando su calor y olor, despacio me lo acerque a la boca pasando la lengua sobre él y saboreándolo. Recordé inmediatamente el día en que a mi amigo Luis, le hice feliz introduciendo su pene en mi boca hasta que lo derramo y su sabor semen dentro de la misma.
Volví a ponerme el pene hacía detrás después de limpiármelo, para ajustarme el tanga, la pequeña faja con los rellenos y el pantalón. Con mucho cuidado me limpie la boca cuidando el maquillaje para volver a rellenar los labios con el color de la barra de labios delante del espejo. Mi imagen me gustaba y estaba segura que también gustaría a cualquier hombre por lo que por precaución, volví a abrir mi bolso e introduje en él un par de preservativos y un elixir bucal por si realizaba algún francés.
Saque del armario una chaqueta corta con la que acabe de vestirme, estaba totalmente preparada física y mentalmente para salir a la calle como una chica.
Abrí la puerta de la casa para bajar lentamente las escaleras, los tacones resonaban según descendía cada peldaño. Los pies se habían acostumbrado y amoldado a los zapatos, destacaban con las uñas perfectamente pintadas y arregladas.
Al salir del portal, la calle me parecía distinta con un olor que se mezclaba con el perfume que había utilizado, mis hombros se desplazaron instintivamente hacia detrás, comencé a andar lentamente, eran las diez de la noche y empezaba a anochecer. La calle se encontraba bastante concurrida y rápidamente me encontré integrada en la multitud.
Caminaba mirando a todo el mundo, notando como casi todos los hombres me miraban, volviéndose algunos después de sobrepasarme. Alguno me dedico bonitas palabras que me gustaron.
Tome un taxi para ir al centro de Madrid, durante el trayecto converse con naturalidad con el taxista, al llegar a mi destino, descendí del taxi para seguir paseando mirando escaparates. Varios chicos se acercaron con intención de ligar, ninguno me gusto para ello, estaba decidida a ligar con alguno, necesitaba sacar de mi interior, la feminidad que tanto tiempo había tenido guardada y que por fin podía exteriorizar.
Recordé que en la zona de la Castellana junto a Maria de Molina, los automovilistas buscaban a los travestís y transexuales que allí se encontraban. Sin pensarlo dos veces, volví a tomar otro taxi para dirigirme a esa zona, al dar la dirección el taxista me dijo que allí solo había travestís y transexuales. Sus palabras confirmaron que mi imagen era realmente la de una chica. Para ver su expresión le dije que yo también lo era, al oírlo, volvió la cabeza con extrañeza en el semáforo en que nos encontrábamos parados y me dijo "no me lo puedo creer", la misma frase que mi amigo había pronunciado el día que me conoció.
Mi imagen, la forma de hablar y de moverme no indicaba que fuera un travestí como los conocía el taxista. Al llegar al destino, le pregunte el importe y me contesto que no me cobraba esta vez por mi sinceridad, me entrego una tarjeta diciéndome que cuando le necesitara por la noche, le llamara.
En la calle había dos travestís de una complexión bastante grande que al verme se dirigieron hacía mi diciéndome que esa era su zona y que las chicas tenían otra zona en la Castellana. Otra vez me habían confundido con una chica, mi personalidad femenina se confirmaba a pasos agigantados.
Me acerque a ellas y les dije que yo también era un travestí, que acababa de llegar a Madrid y quería saber donde podría ganarme algo de dinero.
Me enseñaron la forma de trabajar, cuando tenía que solicitar el dinero y que cosas eran las mas solicitadas por los clientes e inmediatamente casi a la vez reclamaron esa zona como su territorio como suya.
Durante nuestra conversación, pasaron varios coches que no pararon, dos de ellos volvieron a pasar mientras seguíamos hablando. Cuando me despedía de ellas, uno de los coches que había pasado dos veces se paro, rápidamente se acercaron para ver si deseaba el conductor sus servicios.
Me retiraba cuando una de ellas me llamo diciendo que era a mí a quien quería. Me acerque al coche y le pregunte que deseaba, era un hombre joven de unos treinta y pocos años bastante guapo. Solo me pregunto si quería tomar una copa con él, sin pensarlo me monte en el coche.
Nos presentamos y empezamos una conversación bastante intrascendente que poco a poco fue haciéndose mas profunda.
Aparco el coche junto a un Púb muy elegante, el aparcacoches me abrió la puerta dándome las buenas noches. Me gustaba mi nueva personalidad cada vez más. Seguíamos hablando de nuestras cosas, preguntándome desde cuando era travestí aunque admitió que era una de las pocas a la que no se le notaba y que por eso me había invitado a tomar una copa para conocerme mejor, ya que pasaba perfectamente como una chica.
Sentía necesidad de la compañía de una de nosotras de vez en cuando, solamente había realizado algún acto sexual con alguna de nosotras esporádicamente, porque solo quería poder hablar con alguien que le escuchara y poder hacerlo también él. Era algo raro su razonamiento, pero luego descubrí que a él también le hubiera gustado ser una mujer, pero que le faltó la decisión suficiente en su juventud.
Empecé a contarle mi vida, como poco a poco había llegado a ser la chica que era en ese momento, pero que me gustaría serlo realmente, aunque tuviera la disconformidad de mis padres, para ello estaba acabando mis estudios para poder ser totalmente independiente trabajando en la profesión que había decidido aprender.
Me dio una tarjeta suya para poder consultarle todo lo que quisiera sobre mi trasformación, ya que era medico y podría ayudarme en lo que quisiera. Era necesario que me dirigiera a un psicólogo y contarle todo lo que pensaba y sentía, para iniciar con un medico, un tratamiento hormonal. Me pregunto la edad y al decirle que diecinueve, comento que se podrían conseguir excelentes resultados si empezaba de inmediato con el tratamiento hormonal.
Saco de su bolsillo un papel y me escribió el nombre de tres medicinas que debería tomar desde este momento, la primera para contrarrestar las hormonas masculinas que empezaba a producir y poder así recibir con la mejor receptividad las femeninas que empezaría a tomar. El resultado de estas hormonas se empezaría a notar aproximadamente a los dieciocho meses, pero con la primera de las medicinas, el cuerpo se empezaría a acostumbrar a no producir hormonas masculinas y aceptaría las hormonas femeninas que lo cambiarían completamente.
Me dio también, la dirección de una psicóloga para que fuera a consultarla con el plan que me había preparado.
No sabía como agradecerle todos sus consejos, me acerque un poco mas apoyando mi cabeza sobre su hombro, me correspondió acariciando mi cara con su mano, volviendo la cabeza momento que aproveche para besarle suavemente junto a la boca.
Me encontraba muy a gusto con este hombre que en poco tiempo había comprendido mi problema y me había dado una posible solución al mismo.
No debía intentar hacer ningún acto sexual con él, si no me lo pedía y tenía toda pinta de no querer solicitarlo, de todas formas intente con mi mano derecha acceder a la bragueta de su pantalón. Con delicadeza me confeso que no era necesario que le hiciera ninguna cosa para recibir su dinero.
A las tres de la madrugada salíamos del Púb, amarrados como dos enamorados, el guarda coches me abrió la puerta para que entrara en el coche. Me resulto bastante complicado, ya que era un poco mas bajo que los coches normales, apoye mi trasero en el asiento e introduje las dos piernas en el interior.
Al poner el coche en marcha me pregunto cuanto me tenía que pagar, le dije que nada que había conseguido que me encontrara como una verdadera mujer a su lado.
Pregunto dónde me llevaba y le respondí que al mismo sitio que me había encontrado, quería despedirme de las dos compañeras que acababa de conocer.
Antes de bajar del coche, me puso en la mano unos billetes y me dijo que eran para comprarme las primeras medicinas de mi tratamiento. Le bese en la mejilla y baje del coche, las dos compañeras, no estaban en la zona. Empecé a pasear por la acera pensando lo que me había sucedido, cual sería mi respuesta. Me quedaba menos de un año para acabar mi carrera y ya tenia varios sitios para poder empezar a trabajar, por lo que no tenía problema para poder independizarme y realizar mi sueño de ser una mujer.
Varios coches pasaban lentamente pero ninguno parecía tener intención de pararse. Estaba decidida a realizar por lo menos un francés a alguno de los hombres que por allí pasaban.
Escogí de los que pararon, al que más me gustaba y mejor facha tenía, cuando paso por tercera vez despacio con su coche me acerque y le pregunte que es lo que quería. Las tarifas que me habían comunicado las dos compañeras al principio de la noche me parecieron muy bajas, así que aumente el precio en un cincuenta por ciento, me dijo que era muy caro.
Le mire y pregunte si no era capaz de gastarse esa miseria con una chica tan guapa como yo, me miro de nuevo y acepto.
Monte en el coche y le pedí el importe del servicio, nos acercamos a una zona muy tranquila en la que me habían dicho podía aparcarse el coche. Con cuidado para no estropearme el esmalte de las uñas, le baje la cremallera del pantalón, desabroche el botón y le pedí se bajara el pantalón y el calzoncillo. Tenía un pene normal, no excesivamente gordo con el prepucio cubriendo su glande. Lo retire hacía abajo, quedando un hermoso glande muy suave que poco a poco fui introduciendo en mi boca. El tamaño aumento de nuevo y empezó a latir con fuerza. Entraba y salía de mi boca aumentando la velocidad hasta que derramo su semen dentro de mi boca, en un pañuelo de papel escupí el contenido de mi boca, para a continuación enjuagarme la boca con un elixir bucal. Acabe de limpiarle el pene con una toallita húmeda, pidiéndole me volviera a dejar donde me había encontrado. A continuación saque del bolso la barra de labios, extendí el color sobre los mismos y me arregle un poco el pelo
Al llegar una de las dos compañeras que había saludado a primeras horas de la noche estaba paseando por la acera. Me acerque a ella para preguntarla como había ido la noche, solo había tenido dos clientes por lo que su recaudación había sido ridícula, casi no podría pagarse el taxi de vuelta a casa. Sin embargo con solo dos clientes yo, había conseguido cuatro veces mas.
Me despedí de ella y llame a un taxi que pasaba en ese momento. De camino a casa pasaban por mi cabeza todos los sucesos del día, calculando el dinero que podría sacar para mi tratamiento si todos los días obtenía ese importe.
Al bajar del taxi lo hice frente a la tienda de repuestos, al verme el chico que siempre me seguía, salió a mi encuentro. No pude evitarle y no me quedo mas remedio que decirle como me llamaba, después de unos minutos de charla entre en portal muy cansada.