Historia de una puta amateur - 3
Nuevas maneras de negociar. Tercer capitulo de la serie. La protagonista comprueba como su aprendizaje le vale para algo mas que el placer propio.
A los pocos días en el trabajo recibí un correo del subdirector para que pasase por su despacho. Subí a la planta noble (donde esta la dirección). Entré en el despacho de D. Anselmo, el subdirector, que me comunicó que habían decidido que me hiciese cargo de un nuevo proyecto de la empresa. Eso suponía casi un ascenso y aunque yo merecía esa dirección del proyecto, los antecedentes de D. Anselmo, segun decían, era que pusiese a un hombre para eso.
Salí feliz de su despacho y me crucé con D. Severiano, que me saludo:
Que tal, señorita, esta usted bien?
Claro, D. Severiano, perfectamente, y usted?
Fenomenal, señorita, fenomenal. Se la ve muy contenta -me dijo.
Si, me acaba de comunicar D. Anselmo que voy a llevar el nuevo proyecto.
Ya lo sé -respondió-, creo que usted es la persona mejor preparada para eso.
Es cosa suya? -me temía lo peor.
Claro, señorita. D. Anselmo para estas cosas es muy tradicional y he tenido que convencerle de sus aptitudes.
¿De que había tenido que convencerle? ¿El puesto era un pago a la mamada? Me sentí en ese momento fatal. Yo siempre había criticado la actitud de las que trepaban acostándose con el jefe y yo acababa de hacerlo. Y lo peor, Carlos lo sabía y era cosa suya.
Me fui corriendo a mi sitio, por disimular, y por correo le pregunté a Carlos sobre el asunto. Su respuesta fue muy fría. Me recordó lo que me dijo sobre el poder que podía tener mi coño y que me debía alegrar, que había conseguido un puesto que en esa empresa era muy difícil que yo, como mujer, lograse.
Fingí un problema de salud y me fui a casa a llorar. Todo esto significaba que me había prostituido. Pero lo cierto es que en ningún momento pensé en renunciar al puesto y en cualquier caso, recordé que me había sentído bien agradando a D.Severiano y es más, lo había hecho sin esperar nada a cambio. En cuanto a Carlos, no le perdonaba que me hubiera hecho eso. Fui consciente de que me había utilizado y en ningún momento había correspondido realmente el amor que le profesaba.
Por la tarde ya me sentía bastante mejor y para celebrar el ascenso me fui a comprar ropa nueva. Me sorprendí a mi misma tratando de gustarme a mí, y no al cabrón de Carlos. Busqué ropa más provocativa y sexy y lo mismo, en ningún momento pensaba en qué le podría gustar a él.
Aunque no os lo creáis, me sentí muy liberada ya que volvía a ser yo misma y no la marioneta de quien había decidido que me prostituyese. A partir de ahora tenía claro que si lo hacía sería por mi misma.
Mas tarde Carlos llamó a casa y no le abrí. No volvió a ponerse en contacto conmigo y yo, por supuesto, ni lo intenté.
Una semana más tarde, me enteré de que a Carlos lo habían nombrado subdirector en otra sucursal y ya no volvería a trabajar en nuestras oficinas, lo que supuso un pequeño alivio.
Hablé sin tapujos con D.Severiano para saber qué había negociado Carlos con él para que yo tuviese sexo y me confirmó lo que sospechaba: Él quería un ascenso a puestos de dirección en una sucursal y a cambio le proporcionaba a D.Severiano una noche conmigo.
Mi nombramiento no lo había pedido Carlos, sino que había sido cosa de D.Severiano que se intereso por mí y vió que mi curriculum encajaba perfectamente. Por lo que hablamos, fue Carlos el que embaucó a D.Severiano y lo pude comprobar en que después nunca D.Severiano me pidió tener sexo y se comportó de un modo totalmente profesional, e incluso a veces, casi paternal.
El proyecto nuevo del que era responsable empezaba a complicarse por múltiples factores achacables a retrasos en la empresa cliente. Lo malo de todo esto es que me iban a complicar a mí las cosas y de no salir todo de forma satisfactoria, D. Anselmo, el subdirector machista, podría tomar venganza y pedir que me fuera denegado el ascenso.
Por parte del cliente el responsable era un ingeniero de unos 30 años, de muy buen físico.
Como a veces había pensado que estaría divertido acostarse con él decidí que posiblemente fuera más provechosa una noche con él que pasarla haciendo presentaciones en Powerpoint que exculpasen la responsabilidad de mi empresa. El problema era que estaba casado e igual era complicado seducirlo, pero me puse manos a la obra.
Para la siguiente reunión de seguimiento del proyecto fui sola por parte de mi empresa y para ello, sin salir de lo formal, me vesti lo más sexy que pude. Me puse una falda de tubo muy ajustada que marcaba perfectamente mi trasero, unos zapatos de tacón altísimo y una camisa que ajustaba mucho mi pecho. Naturalmente de la camisa desabroche un par de botones de modo que se viese el canal entre mis tetas. Me peiné, maquíllé y perfumé lo más provocativa que pude. Además en la reunión tuve suerte de que sólo acudiese el.
Durante la reunión traté de distender la conversación y llevarla a un terreno menos serio. Como era ya tarde le propuse seguir hablando mientras cenábamos y él, sin dudarlo, aceptó. Hizo una llamada a casa excusándose y alegando complicaciones en el trabajo.
Buen comienzo, pensé.
Había reservado una habitación en un hotel y el restaurante que elegí para cenar era el del propio hotel. En el restaurante, en vez de sentarme opuesta a él en la mesa lo hice a su lado, diciendo que era por ver unos documentos. Cuando se los mostré me acerqué más a él, rozando las piernas. Se le veía algo más nervioso y pensé que ya estaba en el bote.
Guardé los documentos pero seguí pierna con pierna. Hice que la conversación siguiese por temás más personales hablando de aficiones, con las que él, no sé si por querer empatizar conmigo o qué, sintonizaba perfectamente. Del deporte pasamos a los coches, de ahí a la música y de ahí a los gustos a la hora de salir por la noche. Llegar a decirle que últimamente no había tenido éxito con los hombres sólo fue un paso.
Pues no lo entiendo -dijo él.
Yo tampoco, por que ¿tú me ves mal?
No -dijo ya nerviosisimo-, estás muy bien.
Gracias -respondí poniendo cara de niña buena-, la verdad es que tú también estas muy bien.
Si? -preguntó con la cara roja como un tomate.
Claro, nunca te lo han dicho? Me extraña mucho.
Puessss, no -estaba cada vez más cortado-, bueno, no desde hace mucho.
Para aumentar su ansiedad decidí dar un giro a la conversación
Uff! Mejor dejar esto que me conozco -dije-. Será por el vino, perdona.
Que te conoces? y qué es lo que pasa? -él ya pedía guerra animado por las varias copas de vino que llevábamos.
Que qué pasa? pues que una no es de piedra y si seguimos así me veo subiéndote a mi habitación a repasar los datos de proveedores.
El pobre ingeniero ya babeaba pensando en la posibilidad de llevarme a la cama, así que siguio insistiendo:
Bueno, mujer, tampoco pasaría nada. Además, no vamos a estar aquí viendo cosas del proyecto ya que los del restaurante querrán cerrar, no?
No, al contrario -respondí- pero no sé, que pensarías de mí?.
Nada malo, tranquila.
Acerqué mi cara a la suya y puse mi mano sobre su pierna. Con cara de inocente le pregunté:
Y que propones que hagamos? Por que me conozco y sé que si subimos a mi habitación no me voy a poder contener.
Tienes aquí tu habitación, me has dicho, ¿no? Si quieres subimos a ver lo que nos queda.
Nos levantamos e hice una seña al camarero para que cargasen la cuenta a mi habitación y fuimos para arriba. En el ascensor me abrazó la cintura y yo me lancé a su boca. Besaba bien el ingenierito, ya veríamos como se portaba.
Nada más entrar en la habitación le puse la mano en el paquete, que tenía muy buena pinta.
- Joder, que bueno estás -le dije- y con las ganas que tengo...
El llevó sus manos a mi culo y se movía como queriendo restregar su paquete contra mi mano. Así andando fuimos hacía la cama y lo tiré para que se sentase sobre ella. Tal y como había aprendido, comencé a desnudarme y el se iba excitando. Cuando bajé mi falda y descubrió que tenía medias y portaligas, emitió un aullido.
Quién se va a comer todo esto? -dije.
Yo, yo, yo -gritaba impaciente.
Así como estaba me acerqué a él y lo empujé para tumbarlo. Comencé por desabrochar su pantalón y bajárselo, al tiempo que lo hacía con el boxer que llevaba. Su polla, sin ser lo más grande que había probado, estaba bastante bien servida, así que habría que disfrutarla. Me agaché y cogiéndola, tras meneársela un poco, comencé a pasar la lengua por su glande. Él suspiraba y yo seguía lamiendo ya a todo lo largo. Inocentemente pregunté:
Lo estoy haciendo bien?
Sí, sí, muy bien, sigue -respondía él muy excitado.
Me la metí en la boca y apretando los labios le hice un repaso con la lengua. Comencé a moverme arriba y abajo succionando de vez en cuando y controlando que no se corriese ya que debería estar muy necesitado y parecía dispararse a la mínima. Después de un buen rato de mamada me levanté para, frente a él y con movimientos muy eróticos, quitarme todo lo que llevaba y quedarme completamente desnuda.
Él estaba extasíado con lo que veía y solo atinaba a decir "joder" de vez en cuando. Así tumbado como estaba, me puse de rodillas a horcajadas sobre él y me tumbé para besarle el cuello. El aprovechó para manosearme las tetas. Desde luego tenía muy poca experiencia o si algún día la tuvo la tenía olvidada ya que en absoluto me excitaba su masaje. Menos mal que su polla seguía tiesa y esa sí que me iba a complacer. Con mi mano sujeté su polla y así como estaba besándole me eché un poco hacía atrás clavándomela en el coño que ya tenía bastante mojadito. Al notar él la penetración aulló de nuevo. Yo me incorporé y en principio muy despacio, empecé a cabalgar sobre él.
Dios mío, que pedazo de polla tienes, cómo me gusta!! -decia yo tratando de animarle.
Si, muévete! muévete -respondía.
Al igual que cuando se la estaba mamando, tuve que controlar bastante haciendo las paradas necesarias para que no se corriese porque a la mínima se disparaba y además quería que probase mi culo, ya que estaba segura que eso nunca lo habría hecho y me lo ganaría.
No fue mucho el rato que lo cabalgué porque vi que se me iba, así que decidí salir y con una mano le cogía su polla, con la otra yo misma me iba dilatando mi ano y mientras le preguntaba si quería follarme el culo. Estaba asombrado. Nunca lo había hecho pero era una de sus fantasías. Yo aproveché:
Bueno, pues que bien, tú cumples tus fantasías. Cómo me alegro, pero eso sí, me debes una, eh?.
Claro, lo que tú quieras - el ya no atendía a razones.
Cuando me vi a mí misma dilatada me levanté y de la mesilla cogí un bote para lubricarme un poco el ano y algo le eché a él en su polla. Me puse como un perrito y le dije:
- Vamos, no tengas miedo y a por tu fantasía.
Él se colocó tras de mí y sin pensárselo dos veces me enfiló su polla. Del primer empujón entró el capullo entero. La verdad es que debido a su tamaño y a lo brusco de la penetración me molestó bastante, pero me habían formado para callar, incluso para gemír de placer si era necesario.
- Ufff... ahora despacito, que quiero sentírla poco a poco -le dije.
Siguió metiendo despacio pero por la excitación que tenía a veces daba empujones un poco más fuertes. Yo aguanté como pude para tragarme ese sable que sí, que me estaba partiendo. Cuando metió ya una buena ración de polla le dije que se moviese atrás y adelante lentamente. Él, muy obediente, así lo hacía, con lo que controlaba a la vez que no se excitase demasiado.
Cuando ya la molestia bajó empecé yo a moverme pidiendo guerra. Él en ese momento se volvió loco y cada vez que con mi esfinter apretaba su polla daba gritos de placer.
Con tal excitación que tenía pasó lo que tenía que pasar, que más rápido de lo que yo hubiera querido inundó mi ano de semen y se quedó quieto sobre mí.
Estaba agotado o lo parecía. Como pude me zafé de él para limpiarme y que no saliese de mi ano los restos de su corrida. Había que seguir guardando la imagen de diosa del sexo y eso no quedaba bien.
Después de limpiarme él estaba tumbado sobre la cama como desfallecido. Me senté a su lado y le acaricié el pelo.
Lo has pasado bien? Qué tal tu fantasía? Tan bueno como lo habías imaginado?
Joder, mucho mejor!
Me alegro. Ya sabes que como ya hay confianza lo podemos repetir.
El pobre vió la hora y dió un salto para vestirse corriendo ya que tendría que llegar a casa no demasiado tarde para evitar sospechas de su mujer. Yo, como me quede sin orgasmo, tuve que sacar de la maleta un consolador que había comprado no hacía mucho y saciarme.
Sobra decir que esa noche no hablamos ya del proyecto y las dificultades que había de pronto desaparecieron y todo fue como la seda. Y si surgía algo, no había más que hacer una visita con el ingeniero a un hotel y todo quedaba solucionado.
Al finalizar el proyecto y como agradecimiento por haberme dado la oportunidad, a D.Severiano también le invité a pasar por otra habitación de un hotel. El hombre no se creía su suerte y esta vez sí que pude probar su polla en mi vagina... Que gran hombre D. Severiano!!