Historia de una pandemia (I)
Después de su divorcio, Alfredo y sus hijos se quedan solos a las puertas de una pandemia; esta historia va de cómo Paula afronta el confinamiento lo mejor que puede con la ayuda de su hermano mientras su padre se recupera en hospital
La familia de Paula era católica practicante, aunque a su madre, hija de un militar de alto rango y acostumbrada a la disciplina castrense, no le tembló la mano cuando firmó su divorcio para poder irse libremente con su profesor de yoga. Esto no gustó nada al militar y a su señora, pero cuánto menos a su ex-marido Alfredo, un importante abogado de Madrid, que se quedó a cargo sus dos hijos, Tomás, el mayor e hijo de un matrimonio anterior, y Paula.
Tomás estudiaba derecho en una de las universidades privadas de la capital, y lo compaginaba con prácticas en el buffet de su padre; Paula estudiaba en una institución privada sólo para chicas, con firmes valores cristianos pero sin llegar a ser un colegio de monjas. Además, hacía extraescolares como idiomas y ballet y. en ocasiones, música. Su tono de voz agudo y que fuera tan redicha la hacía ser un poco insoportable, y era por eso que tenía pocas amigas.
Para Alfredo éste era su segundo matrimonio fallido, y para una persona con sus valores era una mancha en su expediente; cínicamente, para él no contaba toda la gente a la que había dejado en bancarrota o echado de sus viviendas de toda la vida siendo abogado para grandes firmas. Para sus hijos era un padre poco cariñoso y algo duro, pero lo compensaba haciendo que nunca les faltara nada. Toda la familia iba a misa de domingo en una parroquia cercana, y el día más duro de la vida de Alfredo fue el primer domingo en que, tras firmar el divorcio, tuvo que acudir sólo con sus hijos. Las miradas y cuchicheos de la gente lo acabó de derrumbar.
A la vuelta a casa, Tomás se disculpó y salió como solía hacer; aquel 8 de marzo había quedado con algunos amigos para acercarse a la manifestación por el día de la mujer trabajadora que habría en Madrid y luego ir a tomar unas tapas. Alfredo se encerró en su despacho y se pasó allí el resto del día; Paula aprovechó para practicar algunos pasos de ballet hasta la hora de la comida, cuando Luisa le avisó de que ya estaba preparada, y por la tarde estuvo leyendo y jugando con la tablet un rato. A las 8 en punto Luisa le avisó de que le dejaba la cena en la cocina, y después de cenar y de ver la tele sola un rato a las 10 ya estaba durmiendo. Luisa, antes de irse, le llevó la cena a Alfredo al despacho pero éste ni respondió ni le abrió la puerta.
A la mañana siguiente, Paula estaba preparada cuando el autobús escolar la pasó a recoger; papá ya se había ido a la oficina y Tomás acababa de salir hacia la Universidad. El ambiente en el colegio estaba un poco caldeado por eso del nuevo virus que venía de China, y los profesores hablaban de mandar a todas las alumnas a casa. A media mañana llegó la confirmación y su tutora las reunió a todas y les indicó que a la salida tenían recoger todas sus cosas y llevárselas a casa, y que iban a dar las clases por internet; preguntó si todas tenían ordenador o tablet, a lo que las niñas rieron con superioridad, y les explicó claramente cómo iba a ser el procedimiento. A cada niña le dió un pequeño dossier donde explicaba cómo conectarse para hacer las clases online, además de una carta para los padres o tutores. Paula la guardó en su mochila, un poco asustada de todo lo que estaba pasando. Algo parecido le pasó a Tomás, aunque sin tanta parafernalia: en la universidad iban un paso por delante de la secundaria.
Cuando por la noche llegó Alfredo a casa, ya sabía perfectamente lo que estaba pasando aunque leyó en diagonal la carta de la profesora de Paula, donde pedía que las familias complementaran la educación católica de sus hijos durante estos duros e inciertos días. Alfredo conocía a la profesora de Paula, y con su exmujer habían comentado muchas veces que no era la persona más indicada para ser la tutora de una clase de alumnas en plena pubertad por los antecedentes que todo el mundo conocía. Cerró el sobre e intentó tranquilizar a sus hijos, sobre todo a Paula, viéndola como una niña asustadiza y vulnerable se la sentó en su regazo y la abrazó, acariciando su espalda.
Tomás y Paula no salieron a la calle en los días siguientes; Luisa siguió viniendo cada día de esa semana hasta que el sábado fue decretado el estado de alarma en todo el país. Antes de irse, Luisa habló con Alfredo, que la tranquilizó y la instó a que se quedara en su casa, asegurándole que seguiría cobrando su sueldo. Luisa lloró y dió besos y abrazos antes de irse. Se quedaban los tres solos y encerrados en casa.
Para los que vivieron el confinamiento en un piso o un apartamento, hubo momentos en los que tenían que reinventarse o el aburrimiento hubiera podido con ellos. De ahí lo de hacer pan o bizcochos, leer o ver cantidad de series. Para los que viven en una casa unifamiliar con dos pisos y un pequeño jardín la cosa fue algo diferente. Y en el caso de Paula y su familia aún más. Alfredo empezó también a trabajar desde casa, mientras Paula asumió las tareas más de limpieza y Tomás se encargó de la cocina. Nunca comieron más bocadillos ni la casa estuvo más sucia, pero la convivencia de los tres, en un par de semanas, se relajó y se volvió más familiar de lo que jamás había sido. Paula dejó de ser la niña insoportable y pasó a ser una chica tranquila y callada, más introvertida. Tomás pasó de ser el típico listo que todo lo sabe, a ser un hombre joven pero cauto. Y Alfredo se sentía muy orgulloso de los dos, de cómo afrontaban esta situación y de cómo se comportaban. Todo era más fluido, más natural en casa, y mientras Alfredo trabajaba, sus hijos estudiaban y seguían con su vida, pero siempre dentro de casa.
Durante los primeros días de abril, Alfredo tuvo que ir varias veces a la oficina; intentaba no coincidir con ningún otro compañero, pero no siempre lo conseguía. Hubo un día que incluso se tomó un café con una de las pasantes que tenían, que se preocupó por cómo se encontraba después del divorcio y por sus hijos. Estuvieron al menos una hora hablando mientras ella, muy coqueta, flirteaba con él. Volvieron a su despacho, y cerró la llave después de que ella se sentara sobre su mesa. Se acercó a ella y sonrió, y cuando ella se inclinó para besarlo éĺ la cogió del brazo, le dió media vuelta y la echó sobre la mesa, boca abajo mientras separaba sus piernas y le sujetaba la cabeza contra la fría madera. Ella se quejó pero entró en su juego, él le levantó la falda hasta la cintura y sin soltar su cabeza, cogió las tijeras y le cortó las bragas, exponiendo su culo desnudo y su coño mojado, hinchado. Forzó dos dedos en su mojado agujero y empezó a follarla con brusquedad. Ella se mojaba más y gemía mientras su coño se adaptaba a sus dedos "Esto es lo que buscas, zorra" afirmó, sacándose la polla y frotándola contra sus labios; ella gimió, confirmando sus palabras, y él siguió frotando la cabeza de su polla entre sus labios, mojándolos más, y empujó suavemente hasta que la cabeza quedó aprisionada entre sus músculos "qué tal, zorra? quieres más?" preguntó, mientras mojaba su dedo gordo en sus jugos y lo hundía en su culo, notando como cedía como si fuera mantequilla, y empezaba a follarlo "dime zorra... es esto lo que buscas?" volvió a preguntar, azotando su culo sonoramente. Ella dejo de gemir para dar un gritito y le miró "no quiero que me azote" le respondió, a lo que él respondió con otro azote "no... no me azote!" su voz se volvió un gemido, de manera que siguió azotándola, sintiendo como su piel enrojecía "pare pare... no..." gemía, sin poderse controlar ni decidirse. La cabeza de su polla era lo único hundido en su coño mientras en su culo estaba empujando el segundo dedo y viendo que cedía con facilidad "zorra, este culo no es virgen..." dijo, retirando sus dedos de su culo y echando atrás sus caderas. Le liberó la cabeza y se metió la polla en el pantalón de nuevo, dejándola muy caliente, con el culo rojo de los azotes y totalmente confusa "pero Alfredo..." tartamudeó sin saber qué había pasado, mientras se incorporaba y se bajaba la falda. Cuando ella se giró, él se había recompuesto totalmente y parecía el mismo abogado serio de siempre "Srta López, le agradecería que no volviera por este despacho si no es por trabajo. Además, en esta firma no queremos trabajadores con una moral laxa" y se incorporó hacia adelante, susurrante "los pecadores sodomitas son la peor basura", y volvió a hablar en tono normal "y ahora recompóngase y acabe lo que tenga que hacer, que ya son horas de volver a casa" dijo, mirando el reloj y arreglando su mesa "por favor, cierre al salir" fue lo último que le dijo. Sintiéndose vejada y aún confusa, recogió sus bragas rotas y salió por la puerta. Alfredo continuó trabajando durante una media hora más y recogió, con ganas de volver a casa y ver a sus hijos.
Casi una semana después de la visita de la pasante López a su despacho, Alfredo empezó a encontrarse mal; todos los síntomas apuntaban a que se había infectado y él mismo prohibió a sus hijos que se acercaran a su cuarto hasta no estar seguro de que no tenía nada, de manera que Paula, cuyo dormitorio estaba casi tocando al de su padre se cambió al cuarto de invitados, al lado del de su hermano. Una vez que la PCR dió positivo, Paula se pasaba los días muy triste, en los rincones y a oscuras. Buscaba cada vez más a su hermano y se dormía muchas veces en su cama mientras él estudiaba o trabajaba; durante casi el mes que Alfredo tardó en recuperarse, pocas veces se fue Paula a su cama, en especial las semanas que pasó en el hospital, donde tenían los nervios a flor de piel.
Durante esas semanas, Tomás dejaba que su hermana estuviera pegada a él todo el día, pero él también necesitaba sus momentos de intimidad. Tomás siempre había sido un tío con mucha suerte con las chicas, y su ritmo sexual había pasado de cien a cero en pocos días, pero no tenía tampoco corazón para rechazar a su hermana cuando venía buscando consuelo. Así que empezó a masturbarse cuando Paula se dormía; en sus momentos más calientes, le bajaba los pantalones o le levantaba la falda y apartaba sus braguitas para observar ese coñito virgen, cubierto por una pelusa rubia. Algunas veces la rozaba y notaba la humedad y calidez entre sus labios haciendo que un dedo suyo quedara entre ellos; otras veces si la posición de Paula lo permitía, su interés se centraba en su ano rosadito. Al igual que su conejito, lo había acariciando, pero nunca lo había llegado a penetrar. Paula nunca se despertaba, su respiración era plácida y eso hizo que él se envalentonara una de esas noches. Durante la cena, preparó a su hermana y dió un relajante que hizo que se quedara dormida casi antes de acabar la cena; él la llevo a su cama, le subió la falda del vestido que llevaba hasta la cintura, enrollándolo para que no se bajara, y le quitó las braguitas. Tomás estaba muy caliente, pero sabía que su hermana era más pequeña y que no podía desvirgarla, así que esa primera vez se contentó pasarle la polla por los labios, abrirlos y follarlos suavemente, usando el hueco entre sus piernas. Su coñito se humedeció, consciente de sus juegos, lo que ayudó que su polla se deslizara bien entre sus piernas mientras los labios de Paula se abrían alrededor y su pequeño clítoris se hinchara levemente. Finalmente Tomás se corrió sobre su monte de Venus, mientras las piernas de Paula estaban abiertas y se veían los labios abiertos e hinchados, y mojados, mostrando sus paredes internas. La limpió y la volvió a vestir, y se metió en la cama con ella, abrazándola.
Por la mañana Paula notó algo raro entre sus piernas, pero tampoco le dió mucha importancia; eso sí, aún sabiendo que era pecado, durante la ducha se frotó y se dió más agua en sus partes que de costumbre. Durante el resto del día, estuvo muy cariñosa con su hermano, pero preocupado porque Alfredo seguía en el hospital. Al menos habían hablado con él y sabían que estaba bien cuidado. Esa noche cuando Tomás preparó la cena, le dió directamente el relajante en pastilla; cuando Paula preguntó mientras la tomaba le contó una historia sobre que esa pastilla ayudaba a las defensas que ella creyó sin rechistar. Veinte minutos más tarde, volvía a estar dormida como un tronco. Tomás repitió la operación, pero sabiendo que no podía desvirgarla la puso boca abajo directamente, con la almohada bajo su monte de Venus, para que su culito quedara en alto. Le separó las piernas y observó como sus labios se abrían para él y los acarició. Abrió un cajón y cogió un bote que abrió y se echó un poco de gel en la palma de la mano; lo refregó para calentarlo y después con sus dedos untó bien el culito de Paula y lo que sobró lo esparció en sus labios. Jugueteó con ellos lentamente viendo como se hinchaban un poquito mientras se humedecían, y se sacó la polla. Se empezó a masturbar mientras metía un dedo entre los labios, notando su calor interno, su humedad y, en cuanto localizó el agujero de su vagina, la presión que ejercía sobre su dedo; él mismo gimió sólo de pensar en el placer que sería meterla ahí. Respetando su virginidad, metió un segundo dedo y la folló con suavidad, sintiendo como su vagina palpitaba alrededor de sus dedos. Tuvo que hacer un esfuerzo impresionante para sacar sus dedos de ahí y centrarse en su culito, untado de lubricante. Jugueteó con su dedo índice y apretó suavemente, haciendo que su dedo se deslizara hasta la primera falange. El culo glotón se lo había tragado fácilmente, y notaba como el anillo de su ano se tensaba alrededor de su dedo. Empujó un poco más y esa tensión se deslizaba por su dedo, y se volvía cada vez más intensa. Volvió a coger su polla y a masturbarse lentamente, disfrutando con el culo de su medio hermana, cuando se dió cuenta de que los labios de su coñito se seguían hinchando y mojando mientras él dedeaba su culito; esto le animó con un segundo dedo, que se deslizó en el apretado agujero con dificultad, y que le hizo casi abortar en dos momentos en los que Paula se quejó y se revolvió suavemente. Temblando, nervioso y excitado consiguió forzar el segundo dedo dentro del culito virgen justo cuando los labios de Paula brillaban cubiertos de sus propios jugos. No pudo evitar agacharse y lamer esos labios y saborear los dulces juguitos, deslizando su lengua entre los labios y dejando que un pequeño borbotón de sus jugos inundara su boca. Un gemido de Paula dormida le obligó a sacar su boca de los labios, y se centró en masturbarse mientras dedeaba su culo. Justo antes de correrse, sacó los dedos y apuntó la cabeza de su polla a su culo, manteniendolo el agujero abierto el tiempo suficiente para que su chorro de leche la llenara en parte. Después de un orgasmo muy intenso, limpió bien a Paula y la recompuso, dejando la leche dentro de su culito.
La siguiente mañana, Paula se sentía rara de nuevo y fue al baño. Lo primero que notó fueron su braguitas mojadas, y un dolorcito raro al querer hacer caca. Pero cuando se limpió, dió cuenta de que había una cremita blanca tanto en su culito como en el WC y se asustó, y despertó a Tomás, con mucho miedo.
"Tomás, despierta, mira, tengo que enseñarte una cosa" y lo arrastró al WC para que viera la cremita blanca
"No sé qué es eso, seguro que es de hacer... hmmm caca?" se ponía rojo, poniendo un poco cara de asco para disimular lo orgulloso que estaba de la cantidad de leche que había dejado en su culo.
Paula asintió enérgica y se bajó las braguitas que él le había quitado hacía unas horas, se dió media vuelta y se echó adelante abriendo sus cachetes y enseñándole el pequeño agujerito. Tomás reconoció su leche todavía dentro y sonrió unos segundos, intentando llevar su juego más lejos .
"Uy, aquí no hay luz, vamos a mi cuarto, Paula, y allí ponemos la luz del escritorio". Ella aceptó, se quitó las braguitas, y le siguió hasta el cuarto con su camisón. "Bien Paula, a ver, ponte sobre la cama, como si fueras un perrito y separa las piernas" Ella obedeció sin rechistar, apoyando la cabeza en la cama y abriendo sus nalgas, sin darse cuenta de cómo se exponía a su hermano; anudó su camisón a la altura de su tripa, para que no se bajara mientras Tomás la examinaba.
"¿Qué tengo?" pregunta un poco angustiada.
Tomás miró un poco, ayudándola a separar los cachetes
- "Hmmm a ver, dime si esto te duele" dijo, viendo el rosado agujero cerrándose con fuerza. Sin usar lubricante, chupó su dedo gordo y lo apretó contra el pequeño agujero
Paula se quejó mientras el gordito intentó abrirla
"Para para para!" y se echó hacia adelante
"¿Te duele?"
"Sí un poco"
Él le agarra los dos cachetes y los abre otra vez, magreándolos con fuerza
"Voy a hacer una cosa, y si te duele pues seguramente tendremos que ingresarte" la asusta, hablando con voz seria "pero tienes que decirme si duele de verdad;si ver que molesta aguanta un poquito pero si te duele a rabiar me lo dices. ¿Te parece?" Paula asiente sin levantar la cara de la cama "Para que la prueba salga bien tienes que estar tranquila, sobre todo relájate que es muy importante, Paula"; ella asiente y se acomoda un poco. Él aprovecha y coge el lubricante de nuevo y se echa en la mano un poco, para calentarlo "Primero te voy a acariciar, Paula, no pasa nada" dice, untándole el lubricante alrededor de la zona anal y empujando suavemente la punta de su dedo índice mientras lo mueve en círculos "Cómo va, estás bien?" Paula asiente y arquea su espalda de manera que sus caderas quedan más altas "Bien, pues entonces, voy a empujar un poquito" dice Tomás mientras su dedo se desliza dentro de ella con facilidad. Ella asiente de nuevo, notando como su ano se abre sin dolor pero con unas ganas enormes de ir al baño otra vez "Relájate Paula" le pide y ella asiente, sin saber muy bien cómo hacerlo "No te duele verdad?" pregunta Tomás, maravillado de lo lejos que está yendo, pero sin saber hasta dónde llegará
"No..." su voz suena como un gemido suave, se tapa la cabeza con la almohada
"Bien Paula... sólo lo voy a mover, no hago nada más" indica Tomás, empezando a dedear su culito y a moverlo en círculos "Aguanta las ganas y relájate, parece que esto va bien"
Ella mira hacia atrás un momento y asiente; su mente vuela y se acuerda de que todavía no han llamado a papá y se muerde el labio. Si la tienen que llevar al hospital lo mismo puede compartir habitación con él y así puede ver cómo está papá siempre que quiera. Cierra los ojos cuando nota una leve presión pero sigue sin dolerle
"Tomás... ahora me aprieta"
"¿Pero te duele?"
"No duele "
"Ok, perfecto, no hay problema"
Paula sonríe de nuevo sin darse cuenta de que Tomás ha forzado un segundo dedo y que poco a poco su ano se va dilantado alrededor de sus dedos corazón e índice. Tampoco se da cuenta de que los labios de su conejito se están hinchando y mojando, abriéndose con el juego de su hermano. Su mente salta de nuevo a papá, y a las ganas que tiene de que vuelva a casa
- Tomás, cuando papá vuelva a casa podemos dormir los tres en su cama...
Tomás no dice nada, no le apetece nada que su padre esté por medio, y como pequeña venganza fuerza un tercer dedo
- Paula, aguanta, es sólo un poco de presión, pero lo esas haciendo súper bien
Mientras ella asiente, echa lubricante extra sobre sus dedos y moja el dedo anular, asegurándose de que queda bien cubierto antes de detener los dedos dentro de su culo y empezar a forzar el tercero. Paula se revuelve un poco y se queja, pero aguanta hasta que el tercer dedo está totalmente dentro de ella; él nota como el pequeño agujerito se estira alrededor de sus dedos, y disfruta comprobando que podía entrar ahí y ella podría contenerlo sin mucho problema. Aguanta un rato, notando como la presión casi extrema se va relajando suavemente. Mueve los dedos dentro de ella abriéndolos y girándolos y la escucha gimotear
"Te duele mucho?"
"Un poco sólo..." miente un poco, notando su culito como si estuviera a punto de romperse
"Ya... no te preocupes, en esta parte de la prueba es normal que duela un poco"
Tomás continua abriendo y cerrando los dedos dentro de ella y girándolos, y aprovecha para echar más lubricante. Sin que Paula lo vea, se saca la polla muy dura y empieza a masturbarse; Paula sigue mirando hacia delante y no se da cuenta de lo que su hermano hace detrás suyo
Paula, esto va bien, pero para asegurarnos, creo que debemos hacer algo más
¿Me va a doler?
Paula se queda quieta, inmóvil, al saber que no ha acabado aún
Bueno, te va a doler un poco... voy a intentar que no sea mucho, pero tienes que confiar en mí
¿Seguro que es necesaria?
Yo creo que sí, chiquitina...
"Vale, dale..." le anima en tono triste
Tomás sonríe cuando ella da su consentimiento, y con sus dedos aún dentro echa lubricante sobre su polla y lo extiende
Prepárate, vale? Va a dolerte un poco, como si te quemara un poco el culete, pero está bien
Vale... sí
Paula vuelve a cubrirse la cabeza con la almohada; en ese momento saca sus dedos y toma la cabeza de su polla y la lleva al estrecho agujerito, aún abierto que se cierra lentamente; empuja suavemente y la cabeza se desliza dentro. Paula no dice nada ni se queja, y Tomás empuja un poco más; el culo de Paula es muy estrecho y aunque sus dedos lo hayan abierto un poco se cierra a su alrededor y parece que está succionándolo hacia adentro
Muy bien Paula... te duele?
No, aún no
Perfecto, sigue así, en esta misma postura
Vale, sí
Obedientemente, Paula mantiene la almohada sobre su cabeza de manera que no puede mirar atrás y Tomás empuja su polla más profundamente, alcanzando ya la zona que sus dedos no han dilatado. Le acaricia la espalda y se inclina un poco para susurrarle
- "Paula, ahora es cuando te va a doler un poco" mira hacia abajo y no entiende como la niña, con más de una cuarta parte de su polla en el culo, aún no se ha quejado "verás, voy a empujar con fuerza, y tienes que aguantar el dolor. Si lo aguantas, al final de la prueba vas a tener una sorpresa, vale?"
Desde debajo de la almohada se oye un 'vale' amortiguado y Tomás sonríe; pone sus manos en las caderas de Paula y la atrae hacia sí con deseo y con toda la fuerza de la que es capaz, a la vez que mueve sus caderas hacia adelante, empalando el culo de su hermana en una sola estocada. El grito de Paula se oye en toda la casa mientras su polla palpita como nunca antes; el recto se estrecha alrededor de su polla intensamente, como si fuera una segunda piel para su miembro; sus caderas se mueven hacia atrás y hacia adelante de nuevo, empalándola profundamente otra vez; ella sigue gritando y agitándose, y la intenta calmar
- shhhh shhhh ya está Paula... ya está....
Su ano está dilatado en parte por la fuerza que hace sobre de su polla, mientras en su vientre aparece el bulto que deja una polla tan grande en un culo tan pequeño. Paula empieza a lloriquear del dolor, pero aguantando 'la prueba' que están haciendo
- bien... bien... estamos casi acabando...
Intentando mantener el control, piensa que es momento de darle a Paula algo y con una mano le acaricia la espalda y la baja por su muslo desnudo, desviándose a su conejito; eso hace que salten las alertas de la niña
"Qué ... qué haces Tomás???" gimotea, lloriqueando, notando como los dedos de su hermano le acarician un punto que ella nunca había tocado antes y que la hace sentir un nuevo e intenso placer que empieza a llenar su cuerpo, casi haciéndola olvidar 'la prueba' de su hermano "Tomás... no... no, eso no... es pecado..." continua lloriqueando y gimiendo, temblando "Tomás para por favor, no podemos que es pecado... vamos a ir al infierno..."
"Paula... es por tu bien... tranquila, esto no es malo"
"Tomás, tu mano... mi conejito..." Notando su culito ardiendo y la mano de su hermano acariciándola, Paula se aferra a la idea de su hermano no debería estar haciendo eso y se revuelve, a pesar del placer que le hace descubrir "Tomás, esto está mal..."
Los dedos de Tomás se centran en su pequeño clítoris, frotándolo con destreza
- "Relájate Paula... relájate..." susurra Tomás a su oído mientras pasa su brazo libre por la cintura de la niña y la levanta en volandas, empalándola de nuevo en su polla, profundamente, dejando que la gravedad la haga deslizarse durante largos segundos.
El brazo de Tomás sujeta el cuerpo de Paula por la cintura mientras la otra mano continua masturbando el centro del placer de su hermana, notando como los primeros espasmos recorren su cuerpo; pronto los gritos de dolor dejan paso a más y más gemidos, y su conejito empieza a chorrear sus dulces y densos jugos que empapan sus muslos y bajan hasta su culito, ahora empalado. La polla de Tomás palpita con fuerza dentro de ella y mientras la masturba baja su cabeza y besa su cuello
"Paula, no sabes lo bien... que sienta estar dentro de tí" gime, ronco como un animal
"Tomás... Tomás, esto está mal... somos hermanos" gime, angustiada pero muy caliente, sintiéndose de esa manera por primera vez y sin saber cómo gestionar estos nuevos sentimientos "Somos hermanos y no estamos casados..." gime, apoyando la cabeza sobre el pecho de su hermano "Por favor Tomás..." gruñe y lloriquea
"Paula..." besa su cuello otra vez, mordiéndola suavemente para excitarla más; se detiene dentro de ella, reduciendo sus movimientos a un leve balanceo dentro de ella, sintiendo cómo su vientre se estrecha alrededor suyo mientras no deja de juguetear con su hinchado clítoris, evitando que piense con claridad "Paula, dime, con quién dice la Biblia que se casaron los hijos de Adán y Eva?" Él, que conoce la respuesta, espera unos segundos mientras disfruta derrumbando las creencias de su hermana "se casaron entre ellos, hermanos con hermanos, ya lo sabes..." hace una pausa y besa su espalda, y le susurra "Igual que nos casaremos tú y yo" Paula gruñe de nuevo, algo dentro de su cabeza se hace más claro, como si se colara entre una multitud para aparecer en primera fila "¿Quieres casarte conmigo, Paula?" le pregunta, llegando al límite de su propio orgasmo; Paula asiente, empalada y caliente, al borde también de su primer orgasmo, sin poder hablar o pensar en lo que está haciendo, sólo gemir y gruñir como un pequeño animal en celo "Pues ya es oficial, Paula... sólo basta con quererlo... eres mi mujer y yo tu hombre y tu dueño" atina a gemir Tomás, que la deja a cuatro patas sobre la cama sin salir de su culo y la masturba intensamente hasta se que corre de manera animal dos veces seguidas; Paula grita y aulla sin control, temblando y con espasmos brutales durante lo que parecen dos eternidades en un momento. Su cuerpo se tensa y se arquea dos veces, su respiración se agita tanto que no puede respirar y su corazón parece que se le va a escapar por la boca. Durante su segundo orgamo, sus brazos y sus piernas no aguantan el peso de su cuerpo y cae sobre la cama, con la mano de Tomás aún acariciando su clítoris para alargar ese segundo orgasmo. Es entonces cuando él aprovecha para liberar su pequeño botón y le separa bien los cachetes para observar su culito cerrándose de nuevo, pero no lo deja: coge su polla apoyando la cabeza en agujerito aún abierto, y suavemente se desliza dentro de ella otra vez hasta el fondo. Con cuidado se tumba sobre ella y le muerde el cuello mientras ella aún está gimiendo y recuperando el aliento; pasa las manos por debajo de las axilas de Paula para agarrarla del nacimiento de los brazos y la empala con fuerza haciéndola gritar otra vez, notando como penetra sus intestinos
"Aguanta..." susurra mientras la empala una y otra vez, gimiendo en su oído mientras ella grita aguantando sus embestidas. Tomás cambia de posición: arqueando la espalda y gritando, se apoya en las manos y empieza a follarla con fuerza, duramente, concentrado en su propio placer y sin preocuparse por el culo recién desvirgado de su hermana pequeña hasta que grita de nuevo, palpitando dentro de ella, inundándola con su leche mientras ella lloriquea y deja que la llene.
Tomás se deja caer sobre ella, todavía profundamente hundido en su cuerpo, mientras recupera la respiración; ella todavía tiembla bajo su peso con las últimas olas de su último orgasmo
"Tomás... entonces ¿estamos... casados?" gime pasados un par de minutos, mientras le pregunta por lo que ha pasado "pero no voy a tener un bebé, ¿verdad?" se sonroja al pensarlo y se muerde el labio inferior "se lo tenemos que decir a papá..."
"No, Paula, no... se lo diremos a papá cuando estemos preparados..." Él respira con dificultad todavía, pero le acaba de subir su camisón y le ayuda a sacárselo por la cabeza. Sin salir de ella, le besa la espalda tiernamente y mordisquea el cuello; ella gime "¿Te ha gustado?" a lo que ella asiente tímida y él sonríe "Te va a gustar ser mía, ya lo verás" sonríe y le muerde juguetón. Ella se ríe con una risa musical y él le besa la mejilla "Ven, vamos, voy a ducharte como cuando eras pequeña" le dice con cariño mientras se levanta "ahora cuidado, tienes leche en el culo; en cuanto salga de tí, apriétalo para que no salga" sonríe, divertido "como mi mujer tienes que aguantar el culito lleno, lo podrás hacer?"
"Sí... creo que sí..." dice seria
"Venga, probemos" dice sacando su polla de su culo; en seguida ella fuerza su ano a cerrarse, pero él puede ver en su interior durante unos segundos y se maravilla del contraste del rojo de su recto con el blanco de su leche "muy bien, ahora levántate con cuidado y vamos a la ducha", y con cuidado la ayuda a levantarse
"Porfi, pásame mi camisón" le pide suavemente
"No Paula, sin camisón a partir de hoy... no eres una niña" dice, amagando una sonrisa
"Pero yo..."
"Pero nada, levántate y enséñame tu cuerpo desnudo. Y aprieta el culito, no queremos que se escape la leche"
"¿Cuando has echado leche? ¿es leche del desayuno? He pasado la prueba, Tomás?"
Las preguntas pillan por sorpresa a Tomás, que echa la cabeza hacia atrás. No se podía creer que su hermana fuera tan inocente.
- "No, no es la leche del desayuno, es mi leche como hombre" sonríe mientras la fuerza a levantarse "ahora enséñame lo que es mío..."
Paula obedece y con dificultad, sintiendo que sus piernas aún tiemblan, se pone en pie. Está desnuda. Se siente aún más desnuda mientras aprieta sus cachetes. Despacio, gira frente a su hermano y muestra su frontal totalmente desnudo mientras se sonroja profundamente. Su hermano la mira encantado y sonríe, descubriendo de nuevo su cuerpo desnudo; su coñito tiene más de vello de lo que recordaba, o tal vez no es tan rubio, una pequeña mata alrededor de su hinchada y abierta rajita. Su clítoris estaba inflamado y se había escapado de su capuchón, y sus labios estaban tan hinchados que mostraban el rojo vivo de la carne interna. Después de examinar su coñito, los ojos de Tomás ascienden a los pequeños pechos de su hermana; las dos pequeñas pero tiernas tazitas estaban coronados con unos pezones hinchados y rosados que eran maravillosos y que no pudo resistir
- "Acércate un poco" pidió Tomás, y ella obedeció; sus manos la acercaron más, hasta que sus pechos quedaron a su altura y abrió la boca para cubrir uno; ella se asustó un poco cuando vió como se tragaba su tetita, pero no pudo evitar gemir al sentir cómo la succionaba y jugueteaba con su pezón; echó la cabeza atrás para gemir de nuevo y sus piernas temblaron. Ella gimió su nombre dos veces más antes de que él moviera su boca al otro pecho, saboreándolo de la misma manera y causando el mismo efecto en ella. Después le sonrió y su boca bajó desde su pecho hasta su coñito que se había mojado de nuevo "Paula... te has mojado otra vez?" le preguntó divertido para su vergüenza más absoluta; le puso totalmente roja y a punto de llorar "no pasa nada, ahora eres mía" le dijo él, lamiendo su conejito, recogiendo sus jugos y saboreándola otra vez "y a mí me gusta que te mojes... mmmm sabes que eres muy dulce, Paula? tu sabor... es una pasada" Ella sonríe, sin saber qué decir a eso y se muerde el labio "Siéntate aquí" le pide, palmeando sus muslos desnudos, notando que su polla volvía a estar dura "Ahora que eres mía podemos hacer lo que queramos" le dice mientras ella se acomoda sobre sus piernas, sentada desnuda a horcajadas; ella le mira tímidamente mientras él la abraza y vuelve a centrarse en sus pequeñas tetitas, haciendo que ella se entregue a él abrazándolo
Despacito y casi sin darse cuenta, Tomás abre las piernas bajo ella de manera que su polla vuelve a buscarla, pero esta vez apunta a su coñito. Paula le mira, sabe qué significa y se asusta un poco
- "No pasa nada Paula" la tranquiliza, cogiendo su polla y pasándola por su rajita, jugueteando con la humedad de su coñito arriba y abajo "no... pasa... nada" dice empujando la cabeza gordota entre sus labios y sintiendo como su coñito se abre y le aprisiona "mmmmmm Paula, de verdad..." gime y arquea su espalda "no sabes con qué ganas te tomaría aquí y ahora..." la mira a los ojos y empuja un poquito más; ella gime de placer y se muerde el labio, sin dejar de mirarle a los ojos "pero creo... que esto lo voy a reservar" gime, aunque empuja un poco más hasta que siente que llega hasta su himen dentro de su coñito; baja su mano y acaricia su clítoris, jugando con él y observa su reacción, cómo se va excitando "No te balancees, Paula" le dice seriamente "Si balanceas tus caderas, te vas a desvirgar y no queremos que eso pase, verdad?" Ella escucha atentamente y nota como se excita más mientras le escuchando; asiente, notando cómo palpita en ella "Bien Paula, quiero que estés muy quieta y si no lo puedes aguantar quiero te que eches atrás, sí?" sonríe, hablando despacio y con voz autoritaria, asegurándose de que ella le entiende "recuerda, no muevas tus caderas o perderás tu virginidad y nadie te querrá nunca"
Esa amenaza resuena en su cabeza y asustada asiente; nota como sus dedos acarician el botoncito que es el centro de todo el hormigueo que siente en su tripa; arquea la espalda y echa la cabeza hacia atrás, pero no se da cuenta y avanza sus caderas y su himen se tensa; ella siente la presión y echa un poquito atrás, pero el dedo de Tomás se queda donde estaba, no se mueve con ella "Si lo quieres sentir tienes que llegar a mi dedo" le dice divertido, jugando con su excitación. Se desliza hacia adelante hasta que vuelve a sentir sus caricias en el clítoris y su polla haciendo presión dentro; no puede evitar gemir notando como se moja más y más. Tomás la mira entretenido, disfrutando de su entrega, y abre la boca para volver a comerse una de sus tetitas y hacerla gritar de placer; su cuerpo tiembla y aunque ella intenta controlarse, cada vez le cuesta más, y finalmente puede el miedo a perder su vriginidad y se desliza hacia atrás. Su polla continua entre sus labios pero lejos de su himen, y su dedo ya no acaricia su clítoris
"Estás segura?"
"sí..." gime Paula mirándolo con pinta de estar perdida sin saber muy bien qué hacía o qué estaba pasando
Él sonríe y la vuelve a atraer hacia sí pero manteniendo su polla lejos de su conejito "muy bien..." dice mientras vuelve a separar sus cachetes "aguanta Paula..." y su polla encuentra la entrada de su culo de nuevo "que no se caida ni una gota..." le susurra mientras levanta sus culete y lo acomoda en la punta de su polla empujándola en su agujerito. A ella le pilla desprevenida cuando él le da un beso en los labios y Tomás tira del labio inferior de Paula, jugando y chupándolo; la excita tanto que gime necesitada y es ese el momento justo en el que vuelve a empalar su culo; ella no lo esperaba y grita y arquea su espalda pero a él no le cuesta tomar de nuevo su culo y hundirse en él sin derramar una gota; la vuelve a levantar en volandas para hundirse totalmente en ella, pero esta vez viendo su cara y el dolor que su polla le causa; le llena la carita de besos y la lleva hasta la cama, tumbándola sin salir de ella y acomodándola lo mejor que puede. La mira a los ojos y la besa, mientras entra y sale de ella lentamente. Ella lo nota moverse dentro de su culito, pero aguanta, se empieza a acostumbra. Le mira y gime y él le da otro beso
"No pasa nada... esto está bien... a tí te gusta y a mí me gusta..." le besa de nuevo y baja hasta sus pechos, haciéndola gemir "así... disfrútalo..." y baja su mano para acariciar su clítoris "Ves? está todo bien..." le dice cuando ella empieza a gemir de placer "Ahora eres mía y vas a hacer todo lo que yo te pida, verdad que sí?"
"Sí..." gime, mirándolo con los ojos vidriosos
"Muy bien... ahora dímelo tú..."
"Soy... tuya..." gime "y te voy a obedecer en todo..." gime más alto, su cuerpo empieza a temblar de placer
"Así, bien..." besa sus tetitas otras vez mientras empieza a follar su culo con más fuerza "Como mi mujer además de obedecerme siempre, ya sabes qué más tienes que hacer y cuáles son tus tareas y tu puesto... en la vida" sigue hablándole en un tono más o menos monótono, y mientras continua follándole el culo mantiene a Paula con las piernas abiertas y la almohada debajo; ella deja de prestar atención y asiente a todo lo que él le dice, comprometiéndose a ser prácticamente la esclava de su hermano a condición de que él respetaría su virginidad. De repente, y estando muy cerca de tener su tercer orgasmo, Tomás retira su mano de su rajita y empieza a follarla con más fuerza, casi rabia, de una manera profunda y dolorosa que la hace gritar una y otra vez "no hay nadie, grita lo que quieras..." le sugiere su hermano, con desdén, mientras él se corre de nuevo en su culo, llenándolo de leche una vez más "Tienes el mejor culo del mundo, Paula" gime, aún recuperando la respiración mientras ella lloriquea, y besa sus lágrimas "no me llores, te quiero más que a nada" Paula sonríe "porque ahora que eres mía..." dice, y ella asiente dócilmente. Aún con la respiración agitada y muy caliente, mueve su mano a su clítoris, probando a acariciarse ella misma, pero Tomás le coge la mano y la retira suavemente "Paula, no puedes hacer eso, sigue siendo pecado y no quiero que mi mujer vaya al infierno" le dice con un tono de voz suave pero afilado; ella se asusta y retira la mano, asintiendo "Sí Tomás..." dejando ver lo caliente que se ha quedado. "Quieres más?" pregunta Tomás, con una idea perversa en la cabeza, sonriendo suavemente
"Sí... sí..." responde casi suplicando, sintiendo como su polla en su culito se nota cada vez menos apretada; Tomás asiente y cierra los ojos y, haciendo fuerza, Paula siente como en su culo fluye su leche de nuevo "Es tu leche otra vez?" gime
"No, no... esta vez... no" y la sujeta con fuerza para que no se mueva "Bien así, aguanta... ya casi estoy..." su voz es relajada y cuando acaba sonríe otra vez "bien... ahora... saldré de tu culo y quiero que lo cierres. Recuerda, que no se escape ni una gota" y le acaricia levantándose y saliendo de ella; ella fuerza rápidamente su culito pero no puede evitar que se escape un chorrito caliente que cae al suelo
"Lo siento Tomás, lo limpio..." dice incorporándose
"No pasa nada, levántate con cuidado, luego lo limpiarás" Paula obedece y se incorpora lentamente notando la barriga un poco pesada; Tomás se da cuenta de que su barriga se ha hinchado seguramente por mear dentro de ella y hace una nota mental antes de llevársela a la ducha.