Historia de una madre maravillosa (Capítulo 2)

De cómo mi madre celebró su viudedad y puso fin a la desgraciada vida que le dio mi padre.

II

Una tarde, días antes de que mi padre falleciera, el médico le dijo que estaba ya en fase terminal y que tenía los días contados, que probablemente no viviría dos días más.

Esa fue la mejor de las noticias que le podían dar, así que lo primero que hizo fue llamar a mi tío Salvador:

  • Sí!
  • Hola cariño, tengo una buena noticia que darte. -

Le dijo en tono emocionado. * Inés!, qué alegría escucharte. Que pasa amor?. -

Dijo él intrigado. * Me acaban de decir que tu hermano está a punto de palmarla. * Que dices! * Lo que oyes, que pronto seré libre y ya me podrás tener cuando quieras. * Joder, eso suena bien. * Sí estoy muy feliz, por eso necesito que vengas cuanto antes, estoy ansiosa de tenerte a mi lado. * Pero no me jodas Inés, ahora no puedo ir. Mi mujer está sola en la tienda y tengo que ayudarle. * A la mierda tu mujer joder. Te estoy diciendo que ahora te necesito, ahora soy yo tu mujer y mi coño arde de ganas de tener tu polla dentro. -

Respondió mi madre notablemente enfadada. * Si cariño tranquilízate, entiendelo iré en cuanto pueda, yo también tengo ganas de follarte, pero tendrás que esperar. * Bueno, como quieras, pero ven lo antes posible mi amor, te necesito ahora más que nunca. * No te preocupes, pronto nos veremos.

Cuando terminó la conversación mi madre se había quedado aún más nerviosa y excitada, así que decidió salir a desahogarse, a empezar a celebrar la buena noticia.

Serían sobre las tres y media de la tarde cuando tomó un taxi en la misma puerta del hospital y se fue a un parque a las afueras de la ciudad, allí estuvo paseando un rato hasta que un tipo se le acercó

  • Hola guapa, necesitas compañía.

  • Pues sí, estoy sola. -

Contestó ella con descaro.

  • Bien pues... podíamos dar un paseo. Conozco un sitio ahí delante donde podemos estar tranquilos.

  • Estupendo me apetece mucho.

  • Se dirigieron por una calle poco transitada y se desviaron por un camino que se internaba por entre los árboles.

Él la tomó por la cintura y comenzaron a andar.

  • Eres nueva por aquí no.

  • Bueno digamos que hasta hora he venido poco.

  • Ya, y buscas compañía para un rato, no es así.

  • Exactamente eso es lo que busco.

He tenido suerte. Pensó el tipo.

  • Estás muy buena sabes, cual es tu tarifa?

  • Gratis. Hoy estoy de saldo cariño. Estoy celebrando que la vida me sonríe.

  • Pues que bien, hoy gratis. Cuando se lo cuente a mis colegas no lo van a creer.

Tras caminar un poco llegaron a un edificio en ruinas y se pusieron manos a la obra sin muchos preliminares.

  • Quieres ver la mercancía.

-Dijo ella en tono lascivo al tiempo que se alzaba la falda y mostraba los muslos. Naturalmente no llevaba bragas.

El tío no se pudo contener y comenzó a meterle mano por la entrepierna hasta acariciar con los dedos su coño.

Mi madre abrió bien las piernas para permitirle manipular libremente, al mismo tiempo que el tipo buscaba su boca. Sus lenguas comenzaron a rozarse bien ensalivadas, hasta que sus bocas se juntaron como reacción al instante en que él le metió dos dedos en el coño. El movimiento intenso de sus dedos dentro de su vagina provocó tal secreción de flujo que pronto le empapó la mano. Aquel tío le masturbaba el coño de tal manera que consiguió que mi madre se correrse como una perra haciéndole temblar las rodillas y gritar de gusto.

Tenía tantas ganas de agarrarse a una polla que, apartando la mano de su entrepierna, se arrodillo a los pies del fulano, le desabrocho los pantalones y liberó un pedazo rabo formidable. Mi madre lo acarició suavemente, entusiasmada por su dureza y largura. Luego comenzó a lamer suavemente el glande, mojado y aromatizado por restos de orina,  y enseguida se aplicó a mamarsela con gula, engullendo aquél pedazo de carne todo lo que su garganta era capaz de alojar.

Pero el tío tenía ganas de follar. Excitado por la mamada que le estaba haciendo mi madre, la puso de pie y se la llevó hasta el porche de la ruinosa casa, la tumbó de espaldas sobre una vieja mesa de madera y comenzó a follarsela desesperadamente en la postura del misionero. Mi madre recibía con sumo placer los golpes de cadera de aquel afortunado putero, sintiendo como su vagina se llenaba con el sexo de aquel desconocido. Gimiendo, le animaba a seguir pues el tamaño de la polla hacía que la fricción fuera intensa. Pronto la fue embargando un placer tan rico que un orgasmo maravilloso le hizo estallar el coño de gusto.

  • ¡

Asiiiii…., sigue. Dame fuerte, fuerte. Rompeme el coño hijo de puta. Si si siiii!

Llegó a correrse un par de veces más antes de que el tío decidiera cambiar de postura.

Pese a que la tarde estaba fresca, aquel putero sudaba como un cerdo, así que decidió tumbarse sobre la mesa para que ella hiciera su trabajo de puta. Mi madre fue rápida, pues sintió un gran vacío en el vientre cuando le sacó la polla del chocho, así que rápidamente se colocó a horcajadas sobre él, y metiéndose la polla en el coño guiándola con la mano, hizo el resto del trabajo cabalgando con frenesí. Mi madre entró en calor al poco rato y la recompensa por el esfuerzo no se hizo esperar. Nuevas sacudidas de placer hicieron temblar su cuerpo haciéndola gemir de gusto.

De pronto el tipo la obligó parar. Sentía que pronto explotaría y quería seguir un poco más.

  • Para puta, aún no me quiero correr. Baja y date la vuelta zorra.

-Le ordenó de forma expeditiva.

Mi madre obedeció rápido y se colocó con el culo en pompa. Él le separó las nalgas y vió como se le ofrecía aquel ano, rosadito y relajado, y no se anduvo por las ramas. Puso el glande sobre el agujero y apretó con fuerza. La enculó con facilidad. Mi madre gritó y gimió de forma lastimera, pero le gustó que aquel hombre le diera por el culo sin avisar, dominando la situación.

  • ¡

Haaag si, por el culo, si. Fóllame, fóllameeee!

-Gritó.

El tío estaba encendido. Bramaba mientras la enculaba con fuerza, pero no pudo aguantar mucho más. Le sacó la polla apresuradamente y la hizo arrodillar, le metió la polla en la boca y se corrió entre gruñidos como un campeón. Mi madre recibió todo el semen que aquel hombre le regaló y lo tragó saboreando su espesa y salada textura. Siguió chupándosela hasta dejarla bien escurrida y luego se incorporó.

  • Has estado bien cariño.

  • Dijo mi madre con ánimo de agradar.

  • Tú tampoco has estado mal. Eres buena, hija de puta.

  • Respondió él creyendo que era una prostituta callejera, y rieron juntos.

Mientras se vestían el hombre quiso invitarla a tomar algo, cosa que mi madre aceptó gustosa, pues le apetecía distraerse en espera de que mi tío Salvador viniera.

Al principio visitaron un par de bares donde se tomaron sendos gin tonic, luego el hombre se marchó, no sin antes asegurarse de que volverían a verse.

Ya era tarde. La acercó en su coche hasta una zona de copas y tras despedirse, mi madre anduvo durante un rato hasta que sobre las siete de la tarde se metió en un pub.

Continuará...