Historia de una infidelidad.
Infiel de pensamiento y de obra, el deseo por unos pechos grandes y las ganas de penetrarle el culo a su amante pueden más que su felíz vida. Marina y Mario se entregan al placer olvidándose del mundo que les rodea. (He juntado varios relatos cortos con la idea de darles un poco de continuidad).
He tenido que salir a mitad del ensayo, estaba ansioso, no me la puedo quitar de la cabeza, las notas no me salen, miro la partitura y no veo música por ningún sitio, solo el reflejo de su imagen, de su sonrisa, de su pelo corto, el director me ha mirado serio, he oscilado mi cabeza en actitud de negación y resoplando varias veces, no me encuentro bien, espero que lo entienda.
Cojo mi coche, no se que me pasa, hacía tiempo que no tenía este estado de nervios, mucho tiempo, la voy a ver mañana, después de tanto tiempo, de tantas conversaciones, de tantas cartas, mañana la voy a ver, un coche me pita, ni siquiera he encendido las luces, tranquilo, todo saldrá bien.
Llego a mi casa y saludo a mi mujer, -hemos terminado el ensayo pronto-, le digo antes de que me pregunte sin mucho ánimo, le doy un estufido al perro y me asomo a la habitación de mi hija, está terminando los deberes, -hola papi, ¡que pronto en casa!-, me dice, la doy un beso y la abrazo, pero ni con eso consigo quitármela de la cabeza, estoy agobiado pero la excitación y el ansía de volver a verla me supera, -sigue con los deberes, ahora después te los repaso-.
Pasan las horas, intento dormir, escucho la respiración de mi mujer, la miro y pienso “no te lo mereces pero es solo sexo, solo eso, solo una vez, lo necesito”, sigo dando vueltas pero no consigo dormir, me levanto y me voy al salón, sigo pensando en ella, en la última conversación que tuvimos por el chat, en la cámara web y en como nos masturbamos uno delante del otro, mi miembro empieza a crecer, lo agarro fuerte con la mano, lo siento duro, lo acaricio por encima del pantalón, tengo ganas de masturbarme, a ver si así me logro relajar.
No se escucha nada, a duras penas mi mano sobre mi pene pajeándolo lentamente, estoy alerta por si alguien viene, pienso en sus pechos, grandes, hermosos, blandos pero esbeltos, me imagino mi miembro entre ellos, es algo que haré mañana, quiero sentirlos, me gustaría correrme sobre ellos, soltar todo mi semen y que caiga sobre su garganta, sobre su cara, casi sin percatarme empiezo a correrme mientras musito su nombre, casi imperceptible, Marina, Marina, Marina. Voy al baño, me limpio como puedo, estoy más relajado, bastante más, son las cinco de la de la mañana, cojo el móvil y envío un whatsupp, Marina, lo envío y lo borro.
El sofocante calor no la deja dormir, cientos de vueltas sobre la cama vacía, pensamientos estériles martillean su cabeza, mira el reloj de la mesita, 5:15 de la mañana, el avión sale a las 8:30, va bien de tiempo.
Marina se levanta titubeante, como recién pisada tierra después de una movida y larga travesía marítima, su cuerpo se balancea por el largo pasillo intentando encontrar la estabilidad física consciente de que la emocional se encuentra a mil millas de allí. Entra en su coqueto baño, puntillas adornando las malvas paredes, una toalla verde sobre el cesto lleno de la ropa sucia, y enfrente suya un pie de ducha cerrado por opacas cristaleras que la invitan a entrar.
Enciende el agua caliente, a pesar de ser verano, odia el agua fría con la misma fuerza con la que ama la tibia calidez del agua sobre su cuerpo, se desnuda lentamente, observándose en el espejo que preside aquel cuarto, despeinada, somnolienta pero aún así, sumamente bella, se gusta, ella siempre se gusta, su dedo índice marca la frontera entre sus grandes y moldeados senos, baja hasta encontrar el ombligo, siempre le ha excitado que la besen allí, lo saluda con frugalidad y sigue su camino hacía su casi depilado sexo solo adornado por una liviana fila de rizado bello, lo acaricia y se estremece, sus pezones se endurecen, grandes, oscuros, duros, son los prolegómenos de una dulce e inminente masturbación que la sacará de aquella ansiedad en el que se encuentra, el sonido de un whastupp intensifica el ritmo de su corazón, lo abre, solo una palabra, sencilla y directa y en ese momento necesaria, “Marina”.
Su corazón se acelera por momentos, su ansiedad desaparece al instante y con su mano comprueba como su sexo se ha humedecido considerablemente. Su mirada retorna al espejo que ya comienza a empañarse por el vaho del agua que sigue cayendo sin retorno, se fija en su sonrisa, pícara y lujuriosa, aprieta fuertemente sus labios vaginales, gruesos, arrugados, desiguales, un estremecimiento recorre todo su cuerpo y tras unos segundos se dirige a la ducha.
El agua baña cuidadosamente todo su cuerpo, abre la boca para sentir el calor del agua, y vuelve de nuevo la imagen del whatsupp recibido, “Marina”, y su mente vuela hacia una nube de vapor mientras su mano juega incansable con su ya mojado coño, tanto por fuera como por dentro.
Busca su punto de placer y lo acaricia, las gotas de agua siguen cayendo sobre su rostro, sobre sus pechos, formando minúsculas cataratas que salen de sus erectos pezones, sus movimientos lentos se van acompasando con movimientos circulares de su cadera, necesita follarse así misma, necesita desahogarse, necesita liberarse, acelera el ritmo, sus manos, sus caderas, quiere más, descuelga el brazo de la ducha y abriendo su sexo, dirige el chorro al hinchado clítoris que le pide más fuerza, su cuerpo vuelve a estremecerse, con la lengua se relame la boca, acerca y aleja el tibio chorro sobre su sexo, cuanto mas lo acerca más se estremece, cuanto más lo aleja mas lo necesita, “quiero follarte, quiero follarte” susurra entre gemido y gemido mientras sus piernas tiemblan, y el chorro de tibia agua le guía a una inminente corrida, su coño chorrea por dentro y por fuera, casi no puede mantenerse en pie y una fuerte sacudida la alcanza de pleno, sus gemidos se hacen gritos, sus piernas se tuercen, apoya una mano en la pared para no desfallecer mientras el chorro de agua la termina de saciar, se está corriendo como nunca, una corrida intensa, larga, maravillosa y en ese momento un palabra sale de su boca, casi muda, casi imperceptible, entrecortada y maravillosa, “Mario”.
Resopla un instante mientras recupera la compostura, su corazón sigue palpitando, ha sido una paja maravillosa, se encuentra alegre, felíz, la excitación ya menor le sigue recorriendo, sus pezones siguen duros, sus piernas siguen temblorosas y su sexo, rugoso, grueso y mojado aun palpita y mientras terminaba su ducha piensa en lo que ha hecho, casi sintiéndose culpable casi sintiéndose liberada, y en lo que va a hacer.
“Que toalla más fea”, se dice al verla de nuevo, verde, para matarme, vaya desentone, se seca, recupera su móvil y con una sonrisa en su rostro que no puede evitar, escribe “Mario” pero no lo envía, no son horas.
Iba dirección al hotel, me había jurado que jamás me volvería a pasar, la última vez aunque no salió mal, ni hubo nada que lamentar, me dejo un estado de ansiedad y frustración que aún perturbaba mi tranquilidad, y en un acto de real responsabilidad compartida, había decidido con gran firmeza no volver a cometer el mismo error.
Me lo había jurado y perjurado, había cortado cualquier camino que me llevase a una situación análoga, moderaba mis comentarios, cortaba cualquier amago de juego indecoroso, incluso negaba la máxima con rotundidad a fin de no verme en la tesitura de decir que no, pero heme ahí, de nuevo, postrado ante la diosa Pasión, sumiso y abocado a una nueva aventura de infidelidad que me llevaría a descubrir un mundo que aun ya siendo por mi conocido despertaría sentidos totalmente olvidados.
Ella era una bocanada de aire fresco, una alma gemela me decía, parecida a mi en casi toda mi forma de ser, pero a la vez distinta en actitudes, gustos incluso en la visión general de lo que es una vida. Habíamos quedado por fin después de varias semanas de amenas y excitantes conversaciones, alguna que otra foto intercambiada había despertado sobremanera las ganas de llevar esas fantasías a un sitio real, donde se viera si éramos capaces de hacer todo y cuanto habíamos soñado despiertos, una habitación de hotel a las cinco de la tarde, una hora que nos daría toda la tarde para poder disfrutar de ese encuentro tan ansiado por ambos.
Me embriagaba una intranquilidad poco común, tenía miedo a que fuese un fracaso, a que pudiese defraudar sus expectativas, incluso que ella fuese la que no colmase las mías, intranquilidad que desapareció nada mas entrar en la habitación con una puntualidad inglesa, su pelo corto, sus ojos marrones, sus pechos sugerentes, y su sonrisa pícara que no dejó lugar a dudas de que iba a ser una tarde muy especial.
Nos besamos sin apenas hablar, sin perder tiempo, probó mi lengua introduciéndosela en su pequeña boca, comiéndosela, mordiéndola, saboreándola, yo mientras tanto la cogía por sus caderas, acariciándola, buscando su piel con delicadeza pero sin premuras, ella hizo lo propio y empezó a quitarme la camisa, -se me estaba haciendo eterno-, le dije, su boca jugaba con mi cuello y mis manos habían logrado quitarle su top azul y buscaban el botón del sostén para dejar libres sus blandos y grandes pechos que pronto iban a ser devorados por mi, -no veas lo que he soñado con ellos, lo loco que me vuelven lo que los deseo-, mientras mi labios los besaban, los chupaban, los succionaban. –dios, me estás volviendo loca-, exclamo, - me tienes mojada entera.-. Su cuerpo se erizaba, y mis manos, mis manos no sabían donde ponerse porque quería abarcarla entera.
Se sentó en la cama, y empezó a desabrocharme el pantalón, -si tu has soñado con mis pechos, yo he soñado con esto-, me dijo mientras yo la miraba y me mordía el labio inferior y pensaba en todo lo que íbamos a hacer, -no veas las veces que me la he imaginado.-, mientras seguía con su sonrisa pícara que se volvió exclamación cuando vio mi miembro erguido ante ella, fuerte y morado, que no dudó en agarrar con sus delicadas manos y empezar a masturbar mientras casi decía, - bufff, que grande que es, me encanta, está dura y gorda, dios, que grande!-, hasta que inclinó su cabeza y con la lengua mojó la punta de mi glande, lubricándolo para posteriormente empezar a engullirlo, lentamente, saboreándolo y disfrutándolo como una niña con un chupa-chups.
Mis manos acariciaban su corto pelo, mientras empezaba a mover a mis caderas follándole esa boca tan sumamente sugerente. Yo no paraba de resoplar.- bufff, me estás volviendo loco y como sigas así me voy a correr ya-, entonces ella paró y tras mirarme se recostó sobre la cama, esperando a que fuese yo el que utilizase mi boca para proporcionarle placer, y así lo hice, tras quitarle la falda y el tanga gris que ya se veía mojado, descubrí un sexo prácticamente depilado adornado con un esbozo de pelo, abierto y húmedo, una raja sonrosada que pronto comencé a explorar, abriéndola y disfrutándola, de arriba abajo, de abajo a arriba, entreteniéndome en su hinchado clítoris, mis chupeteos se hacían cada vez mas sonorosa, -ahggggg sigue así, sigue chupando cabrón, sigue, me estás matando.- decía, mientras sus jadeos invadían toda la habitación, y sus movimientos se hacían cada vez mas intensos.
Mis dedos pidieron el relevo a mi boca y empecé a follarla con ellos, primero uno, luego dos y al final tres, mientras poco a poco fui subiendo para buscar su ombligo, quería comérselo, sabía lo que le excitaba que se lo tocasen, - fóllame-, me decía, -sigue así, mas adentro, no pares.-, mis dedos iban cambiando constantemente de ritmo, rápido, lento, lento, rápido, mi boca jugaba con su ombligo y mi polla se frotaba con su muslo, ansioso de penetrarla.
Con un ligero movimiento me dio la vuelta y se puso encima mío, ante mí tenía a una belleza con grandes pechos a punto de clavarse en mi miembro, y así lo hizo, -la quiero dentro, la necesito dentro-, y con su mano fue acoplándola poco a poco hasta colocarla en la entrada de su sexo y dejarse caer con suma facilidad. Estaba clavada entera, mis manos acariciaban sus pechos, buscaban su boca para que chupase mis dedos mientras ella me follaba sin para, -ahhhhh, sigue así, no pares-, le decía yo. Ella estaba concentrada y empezó a acelerar el ritmo, sentí que se iba a correr porque sus movimientos eran cada vez mas bruscos, yo la cogía de las caderas y empecé a empujar hasta que empezó a gritar, .-ahgggggggggg, me coooorroooooo. Ahhhhhhh, ahhhhhhhhhh, me estoy corrieeeennndooo!!!, y sentí como se contorsionaba sobre mí y se dejaba caer hasta quedarse inmóvil con mi polla, a punto de reventar, dentro de ella.
-Me toca-, le dije, y ahora dándole la vuelta yo a ella me dispuse a penetrarla así, no decía nada, solo se dejaba hacer, con su culo levantado y yo de rodillas detrás fui introduciéndosela lentamente por su sexo, que estaba encharcado por los jugos de su corrida, mientras mis manos la tenía bien cogida por las caderas, entró rápidamente, perfectamente acompasados nos abandonamos a un sin fin de jadeos y fuertes embestidas que ella recibía con sumo gusto, -que gusto, por dios, que ganas tenía de ti, eres increíble-., le decía, ella no paraba de resoplar, y me fijé que una de sus manos jugaba con su clítoris y decidí que una de las mías jugase con su ano, y con el dedo pulgar de mi mano derecha empecé a hacer leves círculos en él, -¡¡¡¡aggggg!!!, exclamó, -lleva cuidado, hace mucho que no lo hago por ahí y es como si estuviera, ahhhhh, virgen, ahhh, cabrón, me estás matando!, decía, yo fui empujándolo e introduciéndolo en su culo que poco a poco se iba dilatando y al mismo tiempo proporcionándole a ella un maravilloso placer, ¡ahhhh, despacio, despacio, ahhh, que gusto, me gusta, despacio!!!!.
Volví a parar, ella se quedó quieta, inmóvil, y solo soltó un despacio por favor cuando sintió que mi encendida verga se intentaba introducir en ese pequeño orificio que si bien había tragado con facilidad mi dedo, iba a recibir con dificultad y de nuevo después de mucho tiempo vez un invitado de tan inusitado grosor, y así fue como poco a poco, con lentitud pero seguridad le fui rompiendo su culo, hasta que la tuve totalmente empalada, -ahhhhh, cabrón, me estás follando el culo, me lo estás follando, me gusta, no pares, sigue, fóllamelo-, me decía, -siii, te estoy dando por el culo, te lo quiero follar, quiero que sea mío-., y dejándole a ella que fuese la que se moviese a partir de ese momento y que buscase la mejor posición para que esa ardiente sensación entre placer y dolor dejase paso a una nueva sensación de goce infinito.
Mis manos seguían apoyadas en sus caderas, yo ya me movía a su mismo ritmo, veía excitado como mi sexo aparecía y desaparecía en ese magnifico trasero, sus ahhhhh se juntaban con mis ohhhh, y veía como ella disfrutaba con esos movimientos y como poco a poco nuestros vaivenes se aceleraban anunciando la llegada de una corrida inminente, -voy a correrme, Marina, voy a correrme-, le decía casi aguantando el chorro que estaba a punto de salirme, -¿dónde quieres que me corra?, dime, ¿dónde?-, le dije, .-donde tu quieras, córrete mi amor donde tu quieras, dame toda tu leche, toda tu lefa, dámela toda!, ¡córrete dentro!, y en ese momento nació un orgasmo conjunto como nunca antes había experimentado, su primer espasmo fue acompañado por un primer chorro de mi caliente semen que inundó todo su vientre, -ahhhhhhh, me estoy corriendo, dioooooos, te estoy llenando!, mientras chorros y chorros de leche llenaban sus entrañas, ella seguía gimiendo y disfrutando de su orgasmo, sus leves gritos se iba haciendo menos ruidosos, mientras yo iba vaciándome y llenándole su culo de toda mi esencia, empujándola fuertemente para terminar reventado encima de ella, saciado y plenamente satisfecho.
Saqué mi polla de tan precioso culo, los restos de semen salieron por su ano, me recosté a su lado, ella me miró y puso su mano en su dolorida zona re-estrenada, palpándolo con sumo cuidado para apaciguar un poco el escozor que tan novedosa sensación le había producido, .-me lo has destrozado, pero me ha encantado, ha sido genial.- me comentó mientras con algún leve suspiro movía su cabeza de un lado para otro, repitiéndose .-madre mía, que locura mas fantástica.- yo observándola me sentí alegre, feliz, despreocupado y sumamente complacido, me había vuelto a pasar, y me alegraba por ello porque era cierto que sentí que era un alma gemela, sin conocernos a penas de nada y sabiéndolo todo, y lo mejor es que poco después, tras descansar, hablar sobre el sexo de las mariposas y reír un rato, volvimos a disfrutarnos en la ducha, sintiéndonos mas cerca, con mucha mas calma y extrema delicadeza.
Y no me da tiempo a más, que no se como será leerlo, pero escribirlo sienta mu mal y ya me contará usted que se siente.