Historia de una Escalera. 3ºB
Me quedé petrificado, no podía creer lo que estaba escuchando. MI MADRE DESEABA QUE LA PREÑARA. En unos breves segundos sus manos estaban colocadas sobre la bragueta de mi pantalón, dispuestas a sacar mi verga.
Mi hijo se despide cada noche diciendo lo qué va a hacer al día siguiente, en la semana o en el futuro, mis respuestas son ambiguas o irónicas… “si”, “ojalá”, “puede ser”, “seguro”, “eso espero”, “no te creo”. Cuando creo que no se atreverá con algo o me promete algo, tiro de manera irónica mi respuesta hincando en su ego para lograr que cumpla lo prometido… Así fue qué tuvo su primera novia, todos los días la nombraba y decía que le hablaría, pero no se animaba. Una noche seguía con lo mismo “Nadia esto”, “Nadia aquello” y antes de irse me dijo… – “mañana le hablo”.
Con ánimo de molestar… –“No te creo”, “no te animas”, “sí, sí, seguro”, al día siguiente tenía novia.
A veces prometía flores o dulces y mi ironía me conseguía muchas veces esos regalos, otras no. Ya con novia y más experiencia, sumado a preguntas indiscretas que le hacía sobre su relación con Nadia, dieron como resultado calentar mi imaginación. De repente esas conversaciones se fueron yendo a lo sexual, con indirectas y provocaciones.
Había una tensión sexual entre ambos todo el tiempo. Arrimones. Toqueteos “casuales”. Siempre he dicho que una polla es una polla, no importa cuál te toque, pero la polla que me tocó es el de mi hijo. Y él se daba cuenta que si quería, me podría tener…los efluvios de mis feromonas lo alertaban de “hembra en celo”.
Una noche como otras, pero con más carga sexual susurró casi… – Creo que entre los dos está pasando algo, y uno de estos días tendrá que ocurrir, mamá.
Por lo general no contestaba, pero ese día sin haber escuchado bien… – Sí, seguro. Eso espero.
Un segundo entendí, e instantáneamente entendí me tape la boca, le expliqué que estaba nerviosa, “lo único que falta es que llegue mañana del instituto y me folle”, “¿sabrá follar?”, “sinceramente no me vendría mal follar con alguien, pero no con él”, “cómo la tendrá” eran mis pensamientos.
Al día siguiente me desperté con culo mojado, entonces pasé la mano por la cama hasta mi vagina. Estaba nadando en mis flujos. El día lo pasé fatal, con el miedo y la excitación de no saber qué pasará. Todas las noches, me duchaba antes de dormir, pero ese día no quería que pensará que me preparaba para él, así que me duché por la tarde. Su rutina era de mañana al trabajo y de noche al colegio. Desde muy chico él fue mi soporte y el hombre de la casa. Mi rutina era como la de cualquier ama de casa. Cuándo se acercaba la hora de su llegada me encontraba nerviosa, muy nerviosa, tenía miedo y dudas. Rezaba “por favor Dios qué no me viole”.
Pero también pensaba “como será ser follada por mi propio hijo” y mi imaginación volaba “como se sentirá cuando me penetre”, “no seas puta Bibiana, es tu hijo”. De repente, frente al espejo me vi jodiendo con él… fuerte y varonil y temblando como una hoja acabé, me mojé hasta los pies.
– La puta madre, me tengo que duchar.
Reflexionando bajo la ducha me tranquilice “no me va a follar, soy su madre”, tranquila con mi nueva convicción me lo imaginé en la ducha conmigo, me acariciaba haciéndome la sexy “como podría gustarle mi cuerpo, acariciaba mis curvas hacia abajo y subía las manos entre mis nalgas o agarraba mis pezones levantando las tetas… soy u
na madre bastante puta y cachonda no se puede controlar. Vi me reflejo en el espejo frente a la ducha…
1’69 de altura no estaba nada mal para una mujer, sin embargo tengo los pies pequeños con una talla 36. Mis piernas son firmes y algo largas con una cadera elevada, eso les gusta a muchos hombre… también tengo mucha carne y bien definidas ¡Un cuerpo macizo! El pubis lampiño, nunca he tenido casi vello, la vagina rosada y apretada como un estuche tipo hamburguesa. Suelo hacer muchas sentadillas todos los días, así que imaginen, mi vientre es plano pero con estrías por el embarazo, parí de manera natural por eso no tengo cicatrices de cesárea. Mi espalda es pequeña y mis tetas son grandes y caídas, nunca fui muy amiga de los sujetadores, por eso la gravedad les dio forma de gota. Soy rubia de piel es como la leche, las areolas son grandes y rosadas, los pezones casi ni sobresalen. Después viene mi cara, a mí no me gusta mucho, porque siento que mi nariz es larga…, de frente me siento agradable, pero no me siento así de perfil, no me siento fea sin embargo tampoco soy una belleza.
Me gustaba, por eso fue inevitable terminar masturbada bajo el agua chorreando de caliente mis flujos por las piernas “Eres una puta Bibiana, mastúrbate con otro, ay dios, no puedo ser tan puta, es mi hijo”. No tenía toallas, pero tranquila, no había escuchado la puerta, salí del baño.
Cuando paso por la puerta de su dormitorio, me quedé de piedra, mi hijo sentado en la cama desnudo, frotándose la verga y yo en el umbral desnuda y húmeda de la ducha. La imagen me sacó lo fresca que estuve un rato antes, el calor de mi coño se extendió por toda mi piel.
Y yo estaba frente a él desnuda, salí caminando de puntitas y así me encontraba, con las piernas cruzadas. No sé por qué hice las cosas lentamente, di un paso para marcharme y él se levantó, di otro y su polla dio como un latigazo, día otro paso y avanzó hacia mí.
Yo me quedé estática, “para” me espetó agarrándome la muñeca, empecé a temblar y a mojarme. Puso mis manos en sus hombros para sujetarme de algo… él se dio cuenta lo que me pasó. Suavemente acarició mi brazo, bajó por la espalda acercándome a él, tuve cosquillas y mis pezones otra vez se endurecieron, siguió bajando por mi culo hasta que no pudo bajar más.
Me diú una palmada en la parte más baja de mi cadera, como si fuese una yegua a la que indicar que levante la pierna. Para mí nada de lo que estaba pasando era real, por eso lo dejaba hacer, a ver dónde me lleva este sueño. Con una mano sostenía mi muslo, su verga rozaba mis labios con el glande hinchado y salía por atrás entre mis nalgas. Con cada roce le lubricaba la verga con mis jugos, la otra mano agarraba fuertemente mi culo.
Cruzando las miradas me acercó de las caderas, yo tenía los brazos en sus hombros, lo estaba despeinado. Cuando me besó le metí la lengua con desesperación, me pegué a él frotándonos los cuerpos mojados… por mi reciente ducha y su sudor. Nos metimos manos por todo el cuerpo. De un momento a otro me encontraba, besando a mi hijo, comiéndola la boca con lujuria, desnuda, colgada de su cuello. Él teniéndome del culo buscaba como penetrarme. Bajé velozmente mi mano y lo guié, me metí la cabeza y volví a subir la mano, mientras mi vagina se comía la carne de mi hijo… yo temblaba como una hoja, tenía los ojos en blanco.
Me deposito en la cómoda con el espejo. Yo estaba abierta con la espalda en la pared y él con la tranca en lo profundo de mi ser, una de mis piernas podía apoyarla en el mueble, pero a la otra la tenía con mi mano por detrás de la rodilla. Nadie hablaba o se movía.
– Sí no quieres es tu oportunidad de pararlo.
– Creo que lo siento bien “duro”. Sé que no quiero pararlo ¿Tú qué quieres, hijo?
– Yo mamá,
en repuesta empujó con su verga hacia adentro. – Quiero, ahora hacia afuera. Hacerte, adentro. Mía, afuera. Solo mía , la volvió a meter y ahí la dejó.
Sin decir una palabra apoyé las manos en el mueble y sin sacármelo busqué la posición más cómoda, quedamos frente a frente, nos dimos un beso, agarró mis piernas desde detrás de las rodillas y me empezó a follar como a una ramera poligonera.
No era un sueño como creí al principio, esto era real, había tenido orgasmos durante todo el día y ahora estaba haciendo el amor con un joven que me amaba y lo estaba disfrutando. Entraba y salía de mí a su antojo y yo moviendo el culo para retribuirle un poco de lo que me estaba dando. La visión de mis tetas bamboleándose yendo y viniendo lo volvía loco. Su verga entraba a buen ritmo, no era lento, ni era apresurado.
– Llévame a la cama, ¡Fóllame toda, papi!
Me levantó y me cogió en sus brazos hasta la cama. Una vez ahí y de misionero me dio lo suyo, yo movía mi cintura, cuando se salía lo empujaba adentro con los talones y le daba la teta en la boca. No lo hicimos en muchas posiciones, fue en la cómoda, de misionero y yo sobre él. ¡Me apetecía mucho follármelo!
Cuando le acomodé las almohadas e hice que se acostara… – “¡Devuélvele algo de lo que te dio!”
Se la iba a chupar a mi hijo. Lo hice sin pensarlo mucho, a esas alturas ya no había nada que pensar. Le besé la cabeza contorneándole el filo con la lengua y luego todo el largo de su tronco… se la lamí desde la base hasta la punta, hasta la base otra vez para subir y está vez metérmela todo lo que fuera posible en la boca. Iban y venían mis labios alrededor de su verga con pequeñas estancias en sus cojones, solos chupaba uno a uno succionándoselos a pique de arrancarlos del escroto. Luego subí hasta que me acomodó todo a lo largo sobre él, volvió a besarme.
Bajó por mi cuello hasta mis pequeños pezones, los devoró, me daba chupetones en las tetas y arrancaba gemidos de su madre. Una vez con las piernas a los costados de su cuerpo y con una fuerte succión en el pezón derecho me fui sentando sobre el mástil. Nada más notar su capullo abrirme el coño, despegué la teta de sus labios y me dije “Bibiana, ahora sí, compórtate como una puta”.
Empecé a mover suave y lento el culo hacia arriba, succionando cada vez que subía. Él nunca había estado con una mujer tan abundante, sus manos iban de mis pechos, a las nalgas, al vientre, ahí descubrió mi clítoris… cuanto más lo acariciaba, más puta me ponía. Para ser más sexy puse mis manos detrás de la nuca, levanté mi cabello y vanidosa de mi cuerpo saqué orgullosamente mi tetamen mientras me movía hacia adelante y atrás. Sabía que no resistiría mucho con lo que le estaba haciendo, aceleré el ritmo haciendo círculos y nos corrimos juntos…el más que yo sinceramente.
Me llenó de leche el útero. Nada más percibir el latido de su polla, la empalé mi vientre y dejé que soltara su lefa en mi fondo vaginal, al mismo tiempo me corrí, me electrificó el cuerpo sentir después de tanto tiempo a un macho eyacular dentro de mí, sin más remedio lo empapé. Cada vez que su polla latía dentro de mí, se la succionaba y apretaba un poco jugando con mi vagina.
Él volvió a acariciarme el clítoris, me iba a dar otro orgasmo, yo que todavía lo tenía adentro. Empecé a chupársela con la vagina para que se le pusiese bien dura y se corriese otra vez, pero acabé antes que eso sucediera. En el segundo que me corrí, lo saqué de dentro de mí y regué con mis jugos, su verga, pecho y cara. Él se llevó parte a su boca y después lo compartió conmigo.
Una vez pasada la calentura quedé confundida, fue lo mejor que me había pasado, pero era mi hijo. En la ducha solo pensaba… “Eres una puta Bibiana y eres su madre, su puta madre”, entre llantos apagados siento su cuerpo tras el mío.
– Roberto, mamá quiere estar sola.
– No vine para estar con mi madre, vine para estar con Bibiana, mi puta.
Al escuchar eso me di la vuelta sexy y le sonreí. Somos pareja desde ese día, pensamos mudarnos una gran ciudad donde pasemos desapercibidos para comenzar como pareja.
Mi madre tiene un gran instinto maternal. Estarán de acuerdo que una cosa es quedar preñada y otra muy diferente desear y procurar a los hijos en todos los aspectos, o sea ser madre. Bueno, pues ella es una de esas mujeres que solo ven un niño y ya quieren cargarlo, besarlo y abrazarlo. Ya se imaginarán como fue mi niñez, no pasaba un segundo sin que tuviera a mi madre encima. Fui muy consentido por ella, me daba todas las cosas que yo le pedía sin necesidad de hacer berrinche.
Cuando salíamos a la calle procuraba que no se me acercaran mucho otras señoras en una actitud un tanto celosa. Por las noches dormíamos en la misma cama, bueno, por lo menos desde los 5 años, que fue cuando mi padre nos abandonó. Supongo que esa fue una de las razones para que me procurara tanto celo, su rol de madre se convirtió en su vida entera.
Durante toda mi niñez y adolescencia no recuerdo que haya salido con algún hombre, quizás a comer con alguna amiga pero jamás a desahogar sus deseos. Algo puedo asegurar, no fue por falta de propuestas. A sus 38 años no tiene nada que pedirle a una chica de mi edad, de hecho cualquier mujer al verla se ha de morir de envidia. Es de estatura media, con una de esas figuras que recuerdan a las pin ups de los años 40’s. Tetona, de caderas anchas, culo respingón redondo, piernas carnosas pero bien definidas, su piel clara con un ligero bronceado, su rostro enmarcado por una abundante melena negra tiene pocas arrugas.
Si no fuera por ese no sé qué del que gozan las maduritas le podrían calcular diez años menos. Como ven no habría razón para que no volviera a rehacer su vida pero prefirió dedicarse únicamente a mí.
Cuando entré a la adolescencia poco a poco fui separándome de ella, dejé de dormir en su cuarto, prefería quedarme en el apartamento que acompañarla a hacer sus cosas, ya no me gustaba que estuviera sobre mí llenándome de besos y abrazos. Ella buscaba la manera de estar cerca de mí, pero yo la rechazaba, al punto que me encerraba en mi habitación la mayor parte del día. Estaba en esa etapa de rebeldía en la que buscamos separarnos totalmente de todo eso que nos hace sentir niños. Ni siquiera sus abrazos, que ponían mi rostro tan cerca de sus tetazas lograban despertar un interés en mí. ¿Acaso un hijo se excita con los abrazos de su madre?
Esto originó que buscará otros desahogos para su instinto maternal. Llegó a cuidar a los hijos de los vecinos con tal de estar rodeada de niños, mayor razón para que yo me encerrara en mi habitación. Ya con mi humor un poco más estable al cumplir casi la mayoría de edad fui dejando que mi mamá se volviera a acercar a mí. Claro que ahora es mi primer curso en la universidad el que me mantiene encerrado en mi habitación. Entre tareas y las clases no puedo pasar mucho tiempo con ella.
Algunas veces mientras hacía mis trabajos en el ordenador llegaba y comenzaba a masajearme los hombros para liberar un poco de tensión o venía cada media hora a preguntarme como estaba y si se me ofrecía algo…me traía siempre algo para merendar.
Sin embargo parece que esto no fue suficiente para ella. Mi madre necesitaba de un bebé que se gestara en lo profundo de su útero, que utilizara su hermoso cuerpo como refugio, que mamara la abundante leche de sus grandes pechos, en fin, que le devolviera a su rol de madre. Es ahí es donde comenzó todo.
Después de un largo curso en la universidad salí de vacaciones de verano. No podía esperar a tumbarme todos los días en la cama y esperar a que mi servicial madre me hiciera sentir mejor que en un hotel de lujo. Los primeros días fueron de relajación total para mí como lo había previsto. Mi madre me procuraba de todas las comodidades, prácticamente solo tenía que dejar el ordenador para ir al baño. Si quería un refrigerio en menos de 2 minutos ya estaba ella en la entrada de mi cuarto sosteniendo un plato. Siempre enfundada en una blusa ligera que deja ver sus pezones cuando no lleva sujetador, en sus pequeños shorts de vaqueros recortados por ella o leggins marcando su trasero enseñando pierna, ambos tipos se embarran en su tremenda cadera dejando al descubierto sus carnosos muslos.
¿Qué si no había notado su exquisito cuerpo desde antes? Claro, casi desde siempre, solo bastaba compararla con las amargas y descuidadas mamás de mis amigos para darme cuenta de lo especial que era y sigue siendo. Pero uno no anda usándola de inspiración para darse un buen pajote por esa razón ¿o sí?
Nota para los lectores,
no porque tu madre este como para ponerla a cuatro patas como a una perra, va ser tu sueño dorado follártela, o al menos a mi no me sucedió así. Me acostumbré a su belleza, para mí era lo más normal verla enseñar su cuerpo mientras realizaba sus ejercicios de fitness o yoga. SI QUIERES VER COMO TERMINA ESTA HISTORIA, VISITA MI WEB RELACIONADO EN MI PERFIL O EN https://sesionesorgasmicas.blogspot.com/
Tiene que suceder algo para que esa barrera que no te permite ver a tu madre como mujer quede reducida a cenizas. Entre tanto ir y venir a mi habitación para satisfacer mis peticiones mi madre se fue quedando más tiempo junto a mí en mi ordenador. Primero fueron pequeños momentos, después lapsos de tiempo un poco más prolongados hasta que terminó trayendo una silla para estar junto a mí. Al principio me desesperaba un poco tenerla a un lado viendo todo lo que hacía, intente convencerla de formas sutiles pero no funcionó. Terminé asimilando que estuviera a lado de mí, gracias a sus relajantes masajes.
Ahí nos tenían a ambos hasta altas horas de la noche, viendo películas o series online frente al monitor. Durante la tarde nos dedicábamos a reír viendo las fotografías que mis contactos suben a las redes sociales. Todo iba normal hasta que una tarde mientras nos entreteníamos como era habitual vimos una foto que iba a cambiar ese verano y nuestras vidas para siempre. En el monitor se dibujó la foto de mi prima Raquel amamantando a su bebé que había nacido apenas unos meses atrás. Mi madre se sobresaltó y se llevó las manos a la boca.
– No puede ser, ¿enserio ya es mamá?
– Si, el niño nació hace unos pocos meses, ¿Acaso no te lo habían dicho?
– Ya sabes que no tengo mucho contacto con la familia. Pero que estaba pensando esa chica, es demasiado joven para tener un bebé
.
– Bueno mamá, ya no es una niña. Recuerda que tenemos la misma edad y tú también te quedaste preñada a los 18.
– En los hombres es diferente, maduráis más tarde que las mujeres… Pero si tu todavía eres un niño ¿Te sientes capaz de ser padre?
– Jaja pues algún colega en la universidad ya es padre.
Mi madre se quedó pensando un momento, sus ojos se clavaron en la foto mientras se humedecían un poco.
– Puede ser, lo mismo tienes razón, tú ya no eres un niño aunque me duela aceptarlo. Me encantaba creer que aun me necesitabas pero cada vez eres menos dependiente.
– Tranquila mamá, no me voy a ir de la casa mañana dejándote sola. Aparte me ves capaz de hacer algo decente en la cocina para comer… siempre te ando molestando con mis peticiones
.
– Para mí no es molestia cariño, de hecho me encantaría poder hacer más por ti, a veces me veo que ya no soy tan necesaria. De hecho, envidio a tu prima porque ahora va ser el centro de la vida de un ser y ese ser será al centro de su vida. Mírame ahora, tú eres el centro de mi vida pero yo ya dejé de ser el tuyo… Es lo duro de veros crecer.
– Siempre te voy a amar mamá.
– Lo sé hijo pero es diferente la necesidad al amor. Alguien que te necesita para todo reafirma el por qué de tu vida. Tú, por ejemplo, encontrarás a una mujer que te lleve tus refrigerios, te dé masajes y hasta hará más. ¿Ves como soy reemplazable para ti?
– Tu nunca será reemplazada en mi corazón y en mis necesidades vitales…
– En serio, no lo creo… en cambio un niño pequeño siempre te necesita. Una puta puede cumplir los deseos de todo hombre, hasta los tuyos, pero solo una madre puede brindarle protección a su bebé.
Me sorprendió lo que mi madre decía, ella estaba abriéndose y dejando salir sus inseguridades como mujer. Era obvia su necesidad de valorizarse a través de la dependencia de otros hacia ella. Me surgieron muchas dudas y se me ocurrieron demasiadas cosas que decirle, entre ellas recomendarle un psicólogo (en ese momento me parecía que sufría de un problema… quizás sí pero que excitantes se volvieron todas sus inseguridades)
Creo que hice la mejor pregunta de mi vida o por lo menos la que nos llevaría a un destino más interesante.
– Estoy tratando de comprender lo que dices pero algo no me termina de quedar claro. Al parecer tienes muchas ganas de tener un bebé, entonces ¿por qué no te han preñado?
Mi madre posó las manos sobre sus desnudos muslos, suspiró y comenzó a contestar.
– Lo hice por ti hijo.
– ¿Por mi? Sabes que yo nunca he sido celoso como hijo. No me hubiera molestado un hermanito o que te volvieras a casar.
– No me entendiste, déjame explicarte. Tú eres el mayor tesoro de mi vida, si tuviera otro hijo ambos serían mis mayores tesoros. Pero habría un problema, vosotros no estarían totalmente vinculados, serían solamente medios hermanos. No quise tener hijos de uno y otro hombre como cualquier ramera callejera. Nuestra familia debe ser cerrada en cuanto al vínculo que nos une. Muchas veces he hablado con tu padre para que tengamos otro hijo juntos, le he dicho que no tendrá que hacerse cargo de él pero se niega a acceder, hasta se atrevió a decirme que buscará a un psicólogo.
– Eso explica por qué siendo tan guapa nunca volviste a juntarte con alguien.
– Pude volver a hacerlo, pero para mí ya no tiene sentido. Tu padre me demostró como una puta puede hacer reemplazable a cualquier mujer, el único amor abnegado es el de un hijo pequeño.
– Vaya estúpido en creer que esa guarra con la que se fue puede reemplazarte.
– ¿En serio lo crees?
– Claro, tan solo hay que verte y recibir tus atenciones para darse cuenta de que eres la mejor mujer del mundo.
Seguido de estas palabras mi madre se lanzó hacia mí y me abrazo, metiendo mi cara entre sus pechos.
– Gracias cariño, me hace sentir muy bien que sigas viéndome de esa forma.
Ya fuera de sus pechos…
– No hay de que mamá. Ya sabes que aunque pasen los años tú seguirás siendo especial para mí.
– Ni me recuerdes los años, Cada vez estoy más cerca de convertirme en un vieja reseca de útero infértil y perder para siempre mis sueños.
– Deberías de tener el bebé entonces…
– NO… ya te dije que tú y él deben de estar emparentados totalmente.
– Pues si mi padre se sigue negando va ser imposible eso.
Todo quedó en silencio después de estas palabras, mi madre tenía la vista hacia abajo, se mordisqueaba el labio inferior y sus manos se posaban sobre su sexo. Su pose era la típica de alguien que quiere decir algo que le avergüenza bastante. Por fin, con voz temblorosa y en un tono muy bajo rompió el silencio.
– Hay una manera en la que tú le puedes dar sentido a mi vida.
Estaba confundido, no sabía a qué se refería mi madre entonces dije en forma de broma…
– Ni te imagines que volveré a usar pañal y tomar del biberón.
– No, yo necesito un bebé y tú ya te convertiste en todo un hombre. Eso significa que eres capaz de darle un hijo a una mujer, de darle un hijo a tu madre.
Me quedé petrificado, no podía creer lo que estaba escuchando. MI MADRE DESEABA QUE LA PREÑARA. En unos breves segundos sus manos estaban colocadas sobre la bragueta de mi pantalón, dispuestas a sacar mi verga. Su suave mano encontró mi verga flácida pero con unos ligeros movimientos circulares de sus dedos sobre mi glande se puso dura como una estaca.
– Tú acabas de decir que soy la mujer más maravillosa del mundo ¿por qué negarme la felicidad? Si tenemos un hijo este estará aún más vinculado a ti que si fueran hermanos. Serías también su padre. Seríamos una familia perfecta.
– Pero eres mi madre.
– Pues tu polla parece que no me ve así.
Mi verga estaba al cien, pequeñas gotas de líquido seminal escurrían del glande y se impregnaban en sus dedos. Mi madre pasó de su silla a sentarse sobre mis piernas, frente a frente, con sus piernas abiertas alrededor de las mías. SU MANO APRESÓ MI VERGA Y COMENZÓ UN MOVIMIENTO ASCENDENTE Y DESENTENTE SOBRE ELLA.
CONTINÚA...