Historia de una colegiala

Ella se sorprendió de lo que podía aprender después de clases y con tres mucho mayores que ella.

Historia de una colegiala

Repaso esta historia y no puedo creer que haya sucedido. Martha dormía plácidamente al lado de su cuero. Percy le llevaba 2 años y les iba de maravilla. Entré como siempre, jalando la soga que abre la puerta principal, un truco que sólo los viejos amigo conocíamos.

Estaban calatitos los dos. Ella tenía los pechos duritos, el culo parado y el cuerpo doradito. Percy pelo en pecho, pinguita en posición de descanso. Era notorio que se habían echado un polvo y estaban bien dormidos ella con la cabeza sobre el pecho de su varoncito, él recostado de espaldas sobre el colchón que a su vez estaba tendido en el piso. El apuro que la arrechura le impuso a la relación hizo que no previeran la compra de una cama, así que, el vivir juntos para ellos significaba: coger, comer y dormir; salvo las horas de juerga y el trabajo de él que los mantenía.

Además de ellos, estaba Fabián habitando la casa. Compartían el alquiler y los gastos de comida. A veces una que otra amiga ocupaba el cuarto que quedaba al fondo de la vivienda y aportaba con lo que correspondía a la causa.

Yo no quería interrumpir, tiraba con Fabián a la salida del colegio y me encantaba hacerlo pero nunca nos habíamos cruzado, así que no tuve precaución porque no existían motivos para hacerlo. Por lo menos hasta esa tarde.

Fabián me dio el alcance en la salita, muerto de risa me contó que él también se encontró con los encuerados y les tomó unas fotitos para el recuerdo: "Ja, ja, ja… ni te imaginas lo que voy a hacer con estas fotitos" "¿Tú crees que me bajen el alquiler?"… y cositas así.

Yo no quería interrupciones, si bien es cierto el cuadro era motivador, a mi me jalaba a esa casa el aparatazo de Fabián y los ricos orgasmos que sentía. Mi cuerito tenía ojitos celestes, cabello rizado negro, piel coloradita por el sol y unos brazos fuertes con los que me apretaba hasta que mi calzoncito se caía nomás de lo mojadita que me dejaba cuando lo hacía. Se caía mi calzoncito por debajo de mi faldita plizada de colegialita cacherita.

Lo conocí en un paseo de amigas del cole a la playa. Él se acercó cuando unos pesados nos molestaban con su juego de pelota y nos salpicaban arena hasta en los ojos. Fabiancito se quedó haciendo conversación y aunque me llevaba 10 añitos se portó como chico bueno enseñándome algunas cositas hasta bien entrada la polla, quise decir, la noche.

El día D, lo empuje al cuarto dejando a mis amigo calatos con la puerta de su cuarto abierta como la habían dejado ellos y nos pusimos a tirar. Boté mi uniforme al piso, chupe y chupe pollita hasta que se me hincharon las amígdalas. Subí sobre mi precioso corcel hasta que vi estrellitas en el techo. Luego, colocándome en cuatro y parando mi culito, le mostré mi concha indicándole el camino a seguir por su cabezona polla. Con lo caliente y mismo borracho tratando de abrir puerta, mi flaco no encontraba mi orificio, así que para evitar confusiones y seguir gozándolo, estiré mi mano derecha por entre mis piernas y poniéndome a jugar con su pajarazo lo coloqué justito donde más me gusta, sus bolitas empezaron a golpearme al ritmo del tiroteo una y otra vez –sabía que eso me excitaba- y a tanta insistencia y succión de mi cosita me llenó de leche caliente todita por dentro y eso también me excita así que otro orgasmo más.

Luego del jaleo, descansamos un rato y al Fabi se le ocurrió una travesura –¡¿que tal si los vamos a asustar a ese par?!- me dijo, así que obediente lo seguí: Calatos todavía y con las sábanas puestas fuimos al cuarto de Marthita y compañía: ¡¡Buuuuuuuu!!! Corriendo alrededor de ellos y con una bolsa inflada para los efectos sonoros ¡PAAAFFF!!!!. La Martha saltó al techo y sus tetas rebotaron como las pelotas de Percy el súbito despertar: Carajo que tienes!! Me gritó Percy y como estaba medio dormido y yo con la sábana encima empezó a perseguirme para darme mi merecido. A su vez Fabi trataba de tranquilizar a Martha que se puso un poco llorosa y se acercó para abrazarla.

Cuando Percy me atrapó unos pasos más allá, me sacó la sábana y enfurecido me cargo calatita hasta una silla. Comprendan que ellos eran contemporáneos de Fabián, así que creyeron que la chiquillada era idea mía. Lo que pasó en la silla fue que él se sentó, me puso boca abajo sobre sus rodillas y empezó a darme de golpes en el trasero ¡PAFF! Una, dos y a la tercera con mi culito rojo empezó a gustarle… y a mi también. Al oir mi propio gemido tuve curiosidad de verle la cara al Fabi pero este zonzo estaba tranquilizando a Martha con un beso con lengua que su pinguita ya se empezaba a parar y yo cerrando los ojos recibí sin hacerme problemas los excitantes golpecitos – porque ya se ponían cachondos- que me propinaba Percy.

Siéntate me dijo, miré alrededor y sólo estaba el colchón de la pareja y la silla donde él con su pene erecto y carnoso me esperaba. ¿Dónde? Le pregunté No sé tu verás me dijo. Para entonces la Martha estaba estampada contra la pared y con la pinga de mi cuero frotándole la entre pierna. ¡Bueno! Le dije Pero un ratito nomás. Espera me dijo, mejor la mojas un poco. ¿Y cómo? Pregunté ¡Cómo sino supiera! Pensé. Percy colocó sus manos en mi cabeza acarició mi lindo pelito y de un solo movimiento me empujó hacia su boca y de allí al pene. ¡Chupa! Me ordenó. No sabía que le daba por lo violento, pero como era de jueguito sólo para que gocemos más con carita de yo no fui empecé a lamerlo poco a poco pero él insistió: Chupa te dije! Emboqué el aparato caliente en mi boca y él empujó más mi cabeza haciendo que su pene entre todo y me quede con sus bolas de barba. Una lagrimita me salió por la atorada… Miro de reojo y allí estaba Percy ahora encima de la fulana con las piernas de ella sobre sus hombros fortachones y la loca gimiendo. Increíblemente no me dieron celos ni nada sino más bien el verlos juntos me calentó más. Era un peldaño más en la escalera de lo prohibido, me ruborice, me sentí sucia, cochina y me gustó más tirar allí con Percy a quien nunca había mirado con mañosería y al lado de una pareja que también disfrutaba de su polvo y que igual que nosotros se excitaba al vernos.

Yo seguía con las rodillas en el piso, él en la silla con las piernas ligeramente abiertas y con los ojos apretados frotándoselos con una mano como si tuviera una legaña que sacarse, como si fuera doloroso pegaba gemiditos y agarrando mi cabeza para empujarla hacia él con la otra mano. Yo tocaba sus bolitas ligeramente intercalando el movimiento de mis deditos temblorosos. Quería leche pero la orden había sido clara "Siéntate pero primero lo mojas…" Entonces saque su falo de mi boca, inicié un recorrido de sus muslos a besos con lengua y subí poco a poco para lamerle el cuello y detrás de las orejas resoplando un poquito. Umm! Que bien lo haces, me dijo. Mis manos estaban sobre sus muslos, mi culo paradito y el resto de mi cuerpo inclinado hacia su anatomía. Luego me senté dándole la cara con las piernas por detrás de la silla y cabalgué como si estuviera en un potro salvaje. Me faltaba el sombrerito y las botas

La Martha empezó a frotarse la pinga de mi querido Fabi en el pecho y acertó la cojuda porque ese tipo de cosas lo volvían loquito. No hubo excepción a la regla y mi flaco empezó a derramar un mar de leche sobre Marthita y ver esa escena nos excitó tanto a Percy y a mí que él la dio allí dentro de mi cosita chupadora, conmigo encima cabalgando a 100% por hora.

Ummmm! Uf! Ahhh! OOoohhh! Era un concierto de vocales. Ahora pienso ¿Los vecinos se habrán alarmado?¿Pensaron que mataban a alguien? … Lo cierto es que el Percy me cargó otra vez y me tumbó en el colchón cerca de la "Martha lechosa" (Yo también tenía leche pero aún estaba al fondo) y de una forma muy natural nos reímos juntas y nos dimos un abrazo cariñosísimo y a descansar los cuatro: Mi flaco Fabi con su pinga relajada tras el poto de mi amiga y mi nuevo amante detrás de mí emulando al colega.

Esto es todo por hoy, espero les guste y emitan su Po…, digo, Voto!

Gatacaliente