Historia de una boda

Jorge es un primo lejano de mi marido que estuvo un verano en casa de los mis suegros porqué sus padres tuvieron problemas y se tuvieron que marchar, en aquel tiempo tenía pocos años y cómo siempre estaba muy triste y añorado, la mayoría de los días los pasaba con nosotros, lo reencontramos.

He decidido escribir esto para que algún día, dentro de muchos años, pueda recordar con detalles lo que pasó aquella tarde, posiblemente la mejor de mi vida. No quiero que esto lo lea nadie, lo escribo solo para mí.

Nunca había engañado a mi marido ni lo volveré a hacerlo, se que si se enterase lo pasaría mal porqué no lo entendería pero si pudiera entrar en mi mente la cosa sería distinto.

Todos pensábamos que Pedro no se casaría nunca, es el hermano menor de mi marido Juan y a sus 40 años ha vivido todo lo que se puede vivir pero Carla lo cazó y en un año ya están a punto de pasar por el altar.

Aquella boda me hacía mucha ilusión, siempre he querido mucho a mi cuñado, algunas veces he sido su amiga y otras me ha hecho del hermano que nunca tuve o de buen amigo cuando fue necesario, además Carla es una mujer encantadora.

Un mes antes ya tenía el vestido comprado y los días anteriores Juan me decía que estaba más nerviosa que la novia.

Llegamos un poco antes a la iglesia, había que saludar a todos los parientes que hacía mucho que no veíamos, nuestros hijos se encontraron con los primos y desaparecieron.

Al que casi no recordaba era a Jorge, es un primo lejano de mi marido que estuvo un verano en casa de los mis suegros porqué sus padres tuvieron problemas y se tuvieron que marchar, en aquel tiempo tenía 10 años y cómo siempre estaba muy triste y añorado, la mayoría de los días los pasaba con nosotros.

Cuando me vio me di cuenta que me guardaba mucho cariño pero aquel niño ya tenía 25 años y se había convertido en un  hombre muy guapo, me dio dos besos y me cogía de aquella manera que solo se hace con quien sientes algo especial.

Durante la ceremonia Jorge estuvo a mi lado, como si no tuviera más familia, me encantó que conservara aquel recuerdo tan bueno de mí.

Cuando salimos y aprovechando uno de los pocos ratos que no lo tenía a mí lado, Juan me dijo riendo:

  • Creo que Jorge se te quiere ligar
  • No me importaría, es muy guapo, le respondí en el mismo tono, vigílanos.

Antes del banquete y mientras esperábamos a los novios en el jardín del hotel me contó su vida, lo que había estudiado y lo que había pasado estos años, no se puede decir que haya tenido una juventud fácil pero su optimismo y manera de ver las cosas hacía que nada te pareciera una tragedia, mientras, mi marido saludaba a los unos y los otros, total que nos dejó mucho rato solos.

En el restaurante no nos vimos, cada uno estaba en su mesa, cuando pusieron música salí a bailar con mi marido pero a este no le gusta nada y a la que pudo aprovechó para dejarlo y volvimos a la mesa, ni un minuto después ya tenía a Jorge a mi lado y me pedía bailar, mi marido sabe que me gusta y estaba encantado de que hubiese encontrado alguien con que hacerlo.

Bailamos cogidos de la cintura aquellas baladas, poco a poco se iba acercando, no le di ninguna importancia y le dejé acabando teniendo la cabeza recostada en su hombro, entonces es cuando me dijo al oído:

  • Sabes, estás más guapa de lo que te recordaba
  • Gracias, dije sinceramente por aquel piropo, pero entonces tenías 10 años, dudo que te acuerdes.
  • Ya lo creo que me acuerdo.

Me dejó un poco turbada aquella afirmación tan tajante y no acababa de entender el significado pero no le di más importancia, cuando cesó la música y me dirigía a la mesa me propuso salir al jardín, accedí, ya estaba oscuro, la temperatura era muy agradable, paseamos hablado hasta que en un sitio donde no nos podía ver nadie me cogió la mano, me sobresalté ante este intento pero me la cogió tan fuerte que no podía deshacerme, para no armar un escándalo sin sentido, total se trataba de un primo, decidí que no pasaba nada y continuamos el paseo.

  • ¿Qué te parece si vamos hasta la playa?

Delante del hotel había una cala preciosa, y más con la luna que la iluminaba pero le dije:

  • No, que si mi marido me busca no me encontrará, le dije.
  • Vamos a decírselo.

Podía ser agradable, pensé, así que le dije que me esperara y entré en el comedor, mi marido estaba en la mesa charlando con parientes, me acerqué y le dije que me iba a la playa con Jorge y me dijo riendo al oído.

  • Ya te dije que se te quería ligar.
  • También te he dicho que no me importaría, está muy bueno.
  • Cuidado que no me entere, dijo en el mismo tono
  • Ósea, que te puedo poner los cuernos si no te enteras.
  • Vale!, pero solo con Jorge, eh! y que no te deje embarazada.

Me fui a por Jorge, esta vez fui yo quien le cogió de la mano y cruzamos el camino hacia la cala, me saqué los zapatos y nos acercamos al agua, paseábamos por la orilla y cuando menos lo esperaba me dijo:

  • Sabes, me alegro de verte tan guapa, no sabes lo que me turbaste en aquel año
  • Pero si eras solo un niño
  • Un niño que empieza a despertar ciertos sentidos y tú eras la única mujer joven que tenía cerca.
  • Vaya, no tenía ni idea
  • Tus pechos me turbaban especialmente y para colmo me abrazabas y me los ponías en la cara.
  • Jajaja, lo siento, no lo hacía para turbarte.
  • Sigues teniéndolos muy bonitos, creo que en todas las chicas con las que salgo busco que sus tetas sean como las tuyas, temas de infancia….
  • Pero si nunca las vistes…
  • Pero me las imaginé…
  • Ya lo supongo….
  • Además, las tuve muchas veces en la cara….

Vaya con el chico y su sinceridad, lo malo es que me gustaba y me ponía un poco calentita, continuamos andando hasta unas rocas, estábamos completamente solos y lejos de poder ser vistos, me dijo:

  • Este mar invita a bañarse, ¿te apetece?
  • Si, mucho, pero no podemos, no levamos nada, ni bañador, ni toallas…
  • ¿Esto te preocupa?

Se desabrochó el pantalón y se lo bajó, después se sacó la corbata y la camisa y con unos calzoncillos negros se arrojó al agua, desde dentro me dijo:

  • Está perfecta, no sabes lo que te pierdes
  • Ya lo supongo
  • ¿Por qué no entras?, en bragas y sujetador es como si llevaras bikini.
  • Me da un no sé qué!, imagínate que alguien nos viera
  • Aquí es imposible.

Tenía toda la razón y me moría de ganas de hacer aquella locura, con una sonrisa en la boca empecé a desabrochar de arriba abajo los botones de mi vestido rojo, me había puesto un sujetador del mismo color con flores blancas bordadas que realzaban mis tetas, cuando lo dejé al descubierto me miraba fijamente, al continuar desabrochando botones apareció el tanga del mismo color y estampado, dejé en una roca el vestido y me lancé al agua nadando hasta donde estaba Jorge, este empezó a lanzarme agua como un crio y yo le respondía haciendo lo mismo y en un determinado momento se me tiró encima entre risas y gritos, noté su paquete clavado en mi espalda y pude imaginarme que estaba empalmado, para evitar males mayores decidí apartarme y me dispuse a salir del agua, él corriendo se me acercó y me cogió de la mano y así salimos.

  • Ves como no ha sido una buena idea, ahora estoy mojada, le dije
  • En poco rato estaremos secos, hace calor, sentémonos aquí

Se sentó en una roca que casi era un enorme sillón, incluso podía reposar la espalda, abrió las piernas para que me sentara entre ellas, me giré, supongo que era la primera vez que me veía el culo ya que la tira del tanga tapaba exactamente nada, me senté procurando no acercarme mucho para evitar que mi espalda tocara su paquete, Jorge me abrazó cogiéndome por el vientre e hizo que me recostara sobre su pecho, lo cierto es que me sentía muy bien y con su agradable conversación cada vez más, incluso me abandoné mirando las estrellas que me enseñaba y dejándome de abrazar y pasando la mano por el vientre me dijo:

  • Tienes un vientre muy liso
  • Si, dije, dos embarazos no lo han estropeado
  • Y que piel tan fina tienes, dijo acariciando mis brazos

En aquel ambiente me gustaba mucho lo que me hacía, sus manos eran tan cariñosas y la noche tan agradable que me abandoné, luego la puso en los muslos alabando también lo firmes que eran, pero su mano subió mucho, tanto que tocó la goma del tanga cerca del triángulo y mientras lo hacía me daba besos en las mejillas, me estaba abandonando demasiado, sus mano de puso en el cuello y fueron bajando hasta la parte alta de las tetas y muy despacio, como esperando mi reacción, fueron bajando hasta abarcar totalmente los pechos, me los cogía por encima del sujetador, repentinamente desperté del aletargo que me encontraba y se las aparté diciéndole:

  • Mira Jorge, estoy muy bien pero creo que eso está yendo demasiado lejos.
  • Lo siento, no quería hacerte sentir mal
  • No, si no me has hecho sentir mal, todo lo contrario, lo que pasa es que no quiero que haya malos entendidos, sabes?
  • Lo comprendo

Y volví a abandonarme sobre su pecho mientras él me acariciaba el vientre, poco a poco consiguió que mi culo se retrasara hasta que noté claramente su polla en mi espalda y fui consciente de que aparte de estar muy bien también me sentía muy caliente, hacía tanto tiempo que un hombre desconocido no me trataba así que me dejaba llevar.

  • Se hace tarde, dije, mi marido estará preguntándose donde estoy
  • No lo creo, seguro que charla con los parientes y ni se da cuenta que no estás.

Lo más seguro es que tuviera razón y dejé que siguiera acariciándome el vientre y de vez en cuando besándome las mejillas mientras me hablaba de las estrellas

  • Me dejas que te saqué el sujetador?, se está clavando en mi pecho, además seguro que te sentirás más cómoda
  • No, por favor, le dije, no estaría bien
  • Las cosas están bien o mal según las veamos nosotros, no hay nadie más.

Tenía razón, además, con el paisaje, el sonido del agua y las caricias de Jorge me apetecía liberarme de la prenda pero no era conveniente después de lo que me había dicho de mis tetas y que ya me las tocara con el sujetador puesto.

  • Si quieres me desnudo yo también, me dijo
  • No, de ninguna manera.

Seguimos hablando, no insistió, se me ocurrió invertir la posición y se lo dije, le gustó, así sería yo quien le podría acariciar y hacerle sentir tan bien como lo hacía con migo, nos levantamos y me puse con las piernas abiertas, al acercarse clavó la mirada en la entrepierna, no creo que pudiera ver mucho ya que había poca luz, se sentó y le abracé, ahora era yo quien le daba besos y le acariciaba el vientre y pecho, era fácil ver que le encantaba, en aquella posición su espalda rozaba el sujetador que por su forma y bordados no eran especialmente suaves, en el estado de bienestar que me encontraba liberé mi mente y pensé que seguro que se sentiría mejor si su espalda tocaba mi piel y no la ropa así que decidí hacer lo posible para que estuviera cómodo, me tiré un poco hacia delante para poder desabrocharlos y me lo saqué, él se dio cuenta de todo y me lo agradeció diciendo:

  • El contacto es maravilloso, piel con piel, que placer.

Ya había pensado que al levantarme tenía fácil taparme las tetas con la mano y ponerme el sujetador dándole la espalda, seguimos hablando y disfrutando de aquello, mi mano nunca llegó a bajar lo suficiente para llegar a los calzoncillos, me dijo:

  • Te importa si me saco los calzoncillos, quisiera sentirme cómodo y están muy mojados

Ciertamente me moría de ganas de verlo desnudo pero no se lo podía decir, simplemente le dije que si quería podía hacerlo, se incorporó y se los bajó, vi su culo blanco que resaltaba con la poca luz.

  • Seguro que sin bragas estarás más cómoda, me dijo, también deben estar húmedas.

Ciertamente lo estaban pero no creo que solo fuera por haberme bañado, sin pensármelo mucho me bajé el tanga, Jorge se giró, rápidamente me tapé las tetas con un brazo y el coño con la mano pero él no lo hizo con la polla, me la encontré delante, estaba morcillona, me gustaba lo que veía, mirando cómo me tapaba se puso a reír y me dijo:

  • Vaya, te da vergüenza?
  • No estoy acostumbrada a estar desnuda con un hombre que no sea mi marido
  • No te preocupes, no miraré

Y volvió a la posición que estaba, la parte baja de su espalda rozaban los pelos del coño pero hicimos como que no pasaba nada, me sentía muy bien y estuvimos así un buen rato, yo le acariciaba el pecho y los brezos mientras le besaba y me contaba cosas, algunas veces cuando bajaba por su vientre me pareció rozar ligeramente la polla que podía ver su punta cuando pasaba la cabeza por el lado del cuello, apuntaba las estrellas.

Me propuso volver a la posición anterior, ya tenía ganas de volver a recibir sus caricias pero me daba miedo por la facilidad que tenía de llegar a ciertas partes pero acepté, muy elegantemente apartó la mirada, sin taparme y confiando en él me levanté, se puso en su sitio con las piernas abiertas, al sentarme vi claramente que aquella polla era un escándalo y que reposaría en mi espalda por lo que le dije:

  • Eso (señalando la polla) no nos dará problemas?
  • No creo, ven, siéntate

Me senté, el contacto de la polla fue instantáneo, antes de que me recostara me acarició la espalda y los hombros, también lo hacía por los costados llegando al nacimiento de las tetas lo que no hacía nada más que aumentar mi calentura, me recosté, paso los brazos y me acariciaba el vientre, sin dejar de hablarme sus manos recorrían la piel y poco a poco se iban acercando a las tetas hasta que al final una la rozó, no dije nada, lo que le dio confianza para subirlas y bajarlas siendo este el tope con el que tropezaba sin ninguna queja por mi parte, pero había más, cuando bajaba su límite eran los pelos del coño, aquello me deshacía de deseo, cuando una de las manos de dedicó a mis muslos estaba ya muy entregada, dejé que fuera subiendo llegando a rozar también los pelitos del coño y cuando sus manos quisieron acariciar la parte interna de los muslos abrí un poco las piernas para que lo hiciera llegando a pasarla a pocos milímetros del coño.

  • Sabes, me muero de ganas de tocarte los pechos

Me armé de valor y le dije

  • Hazlo, por favor, yo también me muero de ganas de que lo hagas.

En aquel momento una mano subió lentamente por el vientre hasta abarcar una teta, me gustaba y mucho, suavemente se deslizó hacia la otra, ya era consciente que aquello no tenía marcha atrás y me abandoné totalmente, lo vio y las caricias pasaron a ser sexuales, me cogía el pezón con suavidad, tiraba un poco, como si alguien le hubiese explicado lo que me gusta, la mano que tenía en el muslo también subió y llegó al coño que la recibió caliente, húmedo y con deseo, lancé el primer gemido de muchos que vendrían, sabía cómo hacer disfrutar a una mujer, sus deditos jugaban con el clítoris, lo apretaba con la fuerza justa, puse la mano en la espalda en busca de la polla y la encontré, mientras me daba placer procuraba que también lo recibiera pero ya necesitaba algo más, me giré y le dije:

  • Fóllame por favor, nunca lo he necesitado tanto

Me bajé para que pudiera salir, Jorge me hizo sentar de nuevo con las piernas abiertas, se acercó apuntando la polla al coño, cuando contactó sentí casi un orgasmo, despacito se deslizó dentro de mi cueva, le dije:

  • Por favor, no te corras dentro, no uso anticonceptivos y puedes dejarme embarazada
  • No te preocupes,.

Fue la primera vez que me acordé de él, pero muy fugazmente, no me importaba nada que no fuera Jorge y el placer que me daba, su polla se movía en mi interior mientras seguía acariciándome y obtuve el primer orgasmo y el desencadenamiento de muchos más consecutivos.

Era consciente de que Jorge no podría aguantar mucho más, hice que se saliera con pesar pero también se merecía un orgasmo, lo puse sentado y me arrodillé entre las piernas para tragarme la polla y no sé si por todo lo acumulado, porque lo hacía bien o quizás las dos cosas, en pocos minutos se corrió en mi boca.

Era tarde pero no quiso que nos fuéramos rápido, quiso que me volviera a sentar entre sus piernas y me contaba lo bien que se lo había pasado mientras me acariciaba por todo el cuerpo, solo había una cosa que me pueda aumentar el placer de aquellos orgasmos y es que al acabar un hombre me cogiera, acariciara y hablara de aquella manera.

Nos vestimos, antes de ponerme el tanga me dijo:

  • Me lo das?
  • No puedo ir sin bragas, que dirá mi marido cuando me vea?
  • Por favor.

Se lo di, lo cogió como al que le dan algo que desea mucho, nos vestimos y agarrados por la cintura andamos despacio hacia el hotel, creo que ninguno de los dos deseaba que se acabara aquel rato mágico.

Al entrar en el restaurante mi marido estaba hablando con alguien, me acerqué para que me viera y me dijo al oído:

  • Te veo radiante, como te ha ido con Jorge
  • Muy bien, es un chico magnífico
  • Ha intentado ligar?
  • Si claro, le dije seria.
  • Y lo ha conseguido?
  • Me ha pegado el mejor polvo de mi vida y como agradecimiento le ha dado mis bragas.
  • Me alegro, dijo sin creerse nada de nada.

Nos fuimos a casa y al sacarme el vestido vio que no llevaba bragas, se quedó sorprendido y le dije:

  • Ya te lo he explicado.

No pidió más explicaciones, supongo que pensó que me las había sacado en el lavabo, nos metimos en la cama, quiso follarme, no le dejé alegando que estaba cansada pero realmente no quería que se me fuera el buen sabor que Jorge había dejado en mi cuerpo. Ahora tengo un conjunto de ropa interior incompleto pero no me importa, algunas veces me pongo el sujetador sin bragas para recordar aquella noche.

NOTA DE JUAN:

Hola cariño, el día que decidas leer este escrito encontraras esta nota que te estoy escribiendo al pié de la hoja.

Tienes que ser más cuidada, la dejaste en el cajón abierta.

Aquella tarde me enteré de todo por qué os vi, fui a buscarte en la playa y te encontré en bragas y sujetador abrazada a Jorge, lo que pasaba estaba muy claro pero más lo que pasaría, cuando mi primo apuntó la polla a tu coño y después de meditarlo decidí irme y dejar que cumplieras tu deseo, si lo hice fue porque te quiero mucho y sabía que aquello no sería una mancha en nuestro amor si no el cumplir un deseo de una noche, que mejor muestra de amor que dejarte hacer lo que deseas profundamente?

Te quiero.

ANA:

Supongo que si dejé el escrito en el cajón era consciente o inconscientemente para que la encontraras y no hubiese secretos entre nosotros, me alegra mucho que sepas que ha pasado pero más que lo hayas entendido, nunca he vuelto a hacer nada de eso y no creo que lo vuelva a hacer, solo te pido que de vez en cuando me dejes pensar en Jorge y ponerme el sujetador rojo sin bragas, te amo.

JUAN:

Cariño, te quiero tal como eres, con tus pensamientos y deseos incluidos, lo único que te pido es el amor que me tienes, para todo lo demás eres libre de hacer lo que quieras.

ANA

Te quiero más que nunca y a nadie.