Historia de un Hombre Malo (2)

Arturo, sigue chantajeando y abusando de Alicia su joven vecina. Pero por fin llega la revancha de ésta.

HISTORIA DE UN HOMBR MALO - 2

Alicia acudía cada día de lunes a viernes a la hora indicada. Iba como un reo a cumplir su condena. Le follé el culo todos los días (durante casi dos meses), independientemente de que me corriera en él o en su vagina , o en su boca. Era curioso ver como a pesar de que ya habían pasado varias semanas desde que estrené su culo, siempre le producía dolor que le diera por el culo.

Sabía que ya me quedaba poco tiempo, ya que en unos días Alicia pariría y yo cumpliendo mi palabra le daría la película de vídeo y el DVD que todavía conservaba de sus travesuras juveniles. Así que le dije:

  • Alicia, no voy a esperar a que nazca tu bebe para darte la película (Ella me miró con un gesto entre incrédula y esperanzada). Verás, mañana te follará un amigo mío, se llama Nigel; a mí solo me darás una mamada de despedida cuando acabes con él.

Ella contestó:

  • ¿Y me dará la película?... ¿sin engaños?

A lo que yo conteste:

  • Sin engaños. Lo primero que haré mañana cuando cruces la puerta será darte la película; pero luego tendrás que follar con ganas con mi amigo Nigel.

Nigel era un sudafricano de 22 años, de dos metros de altura negro como el tizón con el que coincidía todos los en la cafetería. Se dedicaba a la venta ambulante y siempre se estaba quejando de que desde que estaba en España no follaba y que era una pena desperdiciar una polla como la suya.

Un día en el que invité a Nigel a más cervezas de las que estaba acostumbrado, fuimos a los servicios de la cafetería y me enseñó su verga. Era la polla más negra y enorme que yo había visto nunca; muy gruesa y larga.

Yo sabiendo de antemano que Alicia no se negaría ya había quedado con Nigel. No obstante le advertí que la chica que se iba a follar estaba preñada y que tuviera cuidado cuando la follara vaginalmente.

Nigel quedó un poco decepcionado cuando le dijo esto, pero se animó mucho cuando le dije que la chica chupaba las vergas de maravilla, y que le podría dar por el culo a fondo cuanto quisiera.

Alicia llego esa mañana a la misma hora de siempre, llevaba unas bolsas con algunas cosas que había comprado. Yo le di la película de video y el DVD, que ella cogió enseguida y guardó en una de las bolsas, y le dije:

  • Bueno Alicia, yo he cumplido, ahora te toca a ti.

Acompañé a Alicia hasta mi dormitorio donde Niguel esperaba impaciente. Nigel esperaba de pie, solo llevaba puesto un pantalón corto de deporte.

Alicia mostró algo de sorpresa al ver que mi amigo era negro. Yo me desvestí y me senté cómodamente en un sillón del dormitorio. Nigel se aproximó a Alicia que estaba de pie junto a la cama y comenzó a quitarle la ropa lentamente.

Niguel dejó a Alicia solo con las bragas, le acariciaba los pechos muy suavemente, la espalda, el cuello. Me sorprendió ver a Alicia excitada (yo quería que la humillara y la hiciera sufrir, soy una mala persona, un perverso).

Cuando Nigel le quitó la bragas a Alicia su coño estaba empapado en jugos. Fue entonces cuando el negrazo llevo su mano al clítoris de Alicia y comenzó a masturbarla. Ella bajó el pantalón corto de deporte del negro y lo dejó a la altura de las rodillas. Alicia observo el enorme pene de Nigel cuyo glande todavía rozaba la cinturilla del pantalón. Alicia dijo:

  • ¡ Dios mío ¡ ¿No me iras a follar con eso? ... estoy embarazada.

Nigel le dijo:

  • No te preocupes, tu te pondrás encima de mi y te meterás solo la cantidad de polla que tú quieras. Pero quieres que estés tranquila.

Dicho esto, Nigel se hecho boca arriba en la cama. Alicia se recostó a su lado, acarició el pecho de Nigel y enseguida comenzó a chupar verga.

A mí me fastidiaba un poco que Alicia lo estuviera pasando bien. Claro que Nigel estaba siendo amable y cariñoso. Yo disfrutaba viendo a Alicia llorando, dolorida y humillada. Pero como no había dado instrucciones a Niguel sobre como debía tratar a Alicia no quise interrumpir.

La enorme verga del negro no cabía toda en la boca de Alicia. A los cinco minutos de la mamada Nigel le dijo a Alicia que no aguantaba que se iba a correr que si no le gustaba la leche que retirara la boca.

Alicia sacó brevemente la polla de su boca, dio un beso en los huevos del negro y le dijo que era un chico encantador. Volvió enseguida a chupar con deleite la enorme verga del negro.

A mí tanto romanticismo me estaba poniendo enfermo.

Por los gemidos de placer de Niguel intuí que se estaba corriendo. Además su corrida debía ser muy abundante; ya que podía ver la nuez de la garganta de Alicia como subía y bajaba tragando el líquido elemento, y entre la comisura de los labios resbalaban unas gotas de semen.

Yo pensé que era lógico que Niguel se hubiera corrido tan pronto ya que según el hacía meses que no follaba. Por otra parte era mejor así, ya que ahora su erección duraría más tiempo cuando le follara el culo.

Alicia siguió chupando la enorme verga que enseguida estuvo erecta de nuevo. Entonces Nigel hizo que Alicia se pusiera encima de él sentándose sobre su miembro. Ella dirigió el enorme glande hacía sus abiertos y húmedos labios vaginales. Comenzando un mete y saca en su sexo con aquella enorme verga.

Alicia no se atrevía a meter más que la mitad de aquel enorme pene en su sexo. Nigel acariciaba con suavidad los pezones de Alicia y no la forzó en ningún momento para que introdujera más verga en su vagina. Ella se corrió como nunca había visto correrse a una mujer.

El cuerpo, los ojos, los labios y el gesto de Alicia, eran el más vivo reflejo del placer. Pero Nigel no la dejó que se recreara en su placer. Sacó su verga de la vagina de la mujer. La colocó a cuatro patas. Acercando los pulgares de ambas manos al ano de Alicia separó con fuerza sus nalgas y colocó su glande en posición.

La enorme verga comenzó a entrar en el culito de Alicia con fuerza pero lentamente. Alicia respiraba profundamente mientras sentía como aquel enorme pedazo de carne endurecida la iba partiendo en dos.

El negrazo todavía no había comenzado ningún movimiento, solo se había limitado a ir introduciendo verga por aquel estrecho y caliente orificio. Únicamente quedaban ya ocho o nueve centímetros para que aquel enorme falo se cobijara por completo en el intestino de Alicia. Fue en ese punto cuando Nigel notó como si su polla hubiera hecho tope; además Alicia soltó en ese momento un grito de dolor extremo.

La cara de Alicia expresaba en un solo gesto dolor, sorpresa y mucho miedo. En ese momento, Nigel de un solo golpe alojó todo su miembro dentro del culo de Alicia.

A la joven preñada le salían las lágrimas con cada bestial embestida del negro. En su cara se juntaban mocos, lágrimas y sudor. Sus gritos ya no eran más que un casi mudo gemido de profundo dolor. Todo su cuerpo se cubrió de abundante sudor; a pesar de el ambiente en la habitación era más bien fresco.

Nigel se tomó su tiempo, trabajo el culo de Alicia durante más de cuarenta minutos. Luego, estrujando los pechos de la joven entre sus manos se corrió.

Esperó unos momentos y luego fue retirando su larga verga del culo de Alicia; quien al sentir como salía toda por fin, dio un pequeño suspiro de alivio, quedando rendida en la cama, semidormida con los ojos entreabiertos y tumbada sobre su enorme vientre de preñada.

Nigel miró la hora de su reloj, se vistió y se marcho apresuradamente.

Me quedé contemplando a Alicia. Estaba destrozada. Pero no por ello era menos bella. Sus cabellos rubios, sus ojos azules encharcados todavía en lágrimas, su cara juvenil salpicada por algunas pecas, sus proporcionados pechos, la redondez de sus nalgas, sus largas y estilizadas piernas. Decididamente su voluminoso vientre consecuencia del embarazo no le restaba un ápice de belleza.

Alicia intentó levantarse, los brazos le temblaban, sin duda en ese estado de agotamiento el volumen de su vientre era un inconveniente. Me miró con odio y me dijo:

  • Don Arturo: Solo me queda la mamada que he de hacerle como despedida, es usted un mal bicho y no me agradan sus humillaciones. Le odiaré siempre.

Yo le conteste:

  • No soy tan malo mujer..., verás..., para que estés más cómoda no voy ha hacer que te arrodilles delante de mí para hacerme la mamada. Siéntate en la en un borde de la cama y yo me quedaré de pie.

De pronto solo recuerdo que me empecé a encontrar mal, francamente mal. Me mareé y caí al suelo. Un fuerte pinchazo atravesaba mi cuerpo de una punta a otra, y la cabeza parecía que me iba a estallar.

Hace tres meses que estoy en esta habitación de hospital, realmente todavía no sé lo que me ha pasado. Me pareció oír a un médico de decía algo de un ataque de apoplejía y no se que más.

La cuestión es que mi cuerpo está paralizado, no puedo hablar, tampoco puedo mover los brazos o escribir. Solo puedo abrir y cerrar un ojo, con el que afortunadamente puedo ver.

Mis días son terriblemente monótonos y a veces preferiría morir. Solo algunos recuerdos de mi vida anterior hacen que mi pene se plante erecto y desafiante en algunas ocasiones; lo que resulta muy frustrante pues no consigo ningún alivio, ya que ni siquiera puedo masturbarme.

Aquella noche, creía que estaba soñando; aquella voz me resultaba familiar..., y me decia:

  • Don Arturo...Don Arturo.

Por fin abrí el ojo y pude ver a Alicia, que me decía.

  • Hola Don Arturo, ya ve que pequeño es el mundo. Estoy trabajando aquí de enfermera en su planta, tengo el turno de noche. Seguro que sus días son muy aburridos. Pero no se preocupe..., yo haré que sus noches sean más entretenidas. Para empezar hoy le pondré una lavativa con un aditivo especial que le revolverá las tripas de dolor,... pero le espera más..., mucho más.

Cuando oí decir esto a Alicia, me mostró un enorme cilindro terminado en forma de cono con punta redondeada. Alicia me dijo:

  • Lo ha adivinado Don Arturo..., todo este aparato se lo meteré por el culo. Pero no se preocupe..., de momento solo tengo un contrato de seis meses, y tenga por seguro que se lo meteré a fondo todas las noches. Solo al final..., si me apetece le haré una mamada de premio.

De pronto comencé a sudar. Sentía angustia y frío. Alicia me había colocado un almohadón en los riñones y me había abierto las piernas. Me puso una lavativa y en unos segundos me revolvía de dolor (si hubiera podido moverme). Después se acercó a mí con el enorme cilindro que iba a meter en mi culo.

Sentí miedo, más miedo del que había sentido nunca.

FIN FINE THE END