Historia de un Hombre Malo (1)

Arturo, hombre maduro y un pervertido sexual, chantajea a Alicia su vecina, con dar a conocer su oscuro pasado. Alicia es abusada hasta el límite de sus fuerzas, pero llegará el momento de su venganza.

HISTORIA DE UN HOMBRE MALO

Me llamo Arturo, siempre he pensado que soy una mala persona, un hombre obsesionado con el sexo y un pervertido. He dilapidado gran parte de mi patrimonio por este motivo.

A pesar de mis 55 años y de mi precaria salud, mi sexo tenia vida y salud independientes. Me resultaba curioso observar como en situaciones de salud precaria (fiebre, agotamiento, etc.), mi sexo respondía de forma enérgica y viril ante el más mínimo estímulo.

Aquella tarde mirando por la ventana de mi cuarto, vinieron a mi mente recuerdos de mis pasadas y pervertidas experiencias sexuales. Concretamente estos recuerdos se remontaban 10 años atrás.

Mary era una madame de la ciudad de Alicante donde yo vivía en aquellos años. Mary vivía con un chulo llamado Mario, que se encargaba de adiestrar a las chicas nuevas, y de castigar a las no tan nuevas si se lo merecían Por aquel entonces me apetencia sexual eran las jovencitas o colegialas, que ya tuvieran formas de mujer pero cuando más jóvenes mejor.

Un día madame Mary me llamó y me dijo:

  • Mary: Don Arturo tengo dos niñas nuevas de 15 años, son colegialas así que si está interesado en ellas tendría que venir de 15:30 a 17:30 que es el horario en el que se supone que están en el instituto.

  • Don Arturo: Mary estoy muy interesado, pero dime ¿que experiencia tienen?

  • Mary: Verá Don Arturo a una le llamamos Sandra y según me ha comentado Mario folla muy bien, pero la chupa regular, pero su culito sigue virgen.

Sandra es de origen colombiano, es morenita, con buenas tetas y algo regordeta.

A la otra la llamamos Alicia; bueno el nombre se lo puso Mario ya que me dijo que se sentía en el país de las maravillas cuando le chupaba la verga, no solo encajó toda su polla de 26 centímetros dentro de su boquita., sino que tragó toda su leche con deleite. Pero su sexo y su culito siguen virgen y ella quiere seguir así de momento.

Alicia es rubia, tiene ojos azules, su piel es muy blanca y tiene unas cuantas pecas en la cara; tiene una bonita figura y sus pechos son medianos aunque todavía no han terminado de formarse.

  • Don Arturo: Resérveme a Alicia, estaré allí a las 15:30.

Recuerdo que aquel día llegué puntual a casa de madame Mary, le pagué lo acostumbrado por sus servicios y además el importe estipulado para utilizar la habitación de los espejos.

En la habitación de los espejos por supuesto había muchos espejos, pero además algunos espejos eran una ventana a otra habitación (como en las salas de interrogatorios de algunas comisarías), y desde allí grababan la sesión de sexo. Por supuesto que las chicas no sabían nada de esto.

El rato que pasé con Alicia fue inolvidable. Observé que le daba vergüenza mostrase desnuda delante de mí. Yo había exigido que me la chupara estando completamente desnuda.

Alicia metió toda mi verga de solo 21 centímetros pero más gruesa que la mayoría. Me corrí dos veces; en la primera tragó todo mi esperma como si de un alimento deseado se tratara. En la segunda corrida saqué el miembro de su boquita y me corrí en su carita pecosa y juvenil; ella recogió mi leche de su cara con una mano y se lo llevó a al boca para tragarlo, mientras con la otra acariciaba su sexo hasta correrse.

Aquel día salí de casa de madame Mary satisfecho y con la película de vídeo en mis manos, sabiendo que la visión de esa película me daría muchos ratos de placer. Años después hice dos copias en DVD.

Unos días después me enteré de que la policía había detenido a madame Mary por prostituir a menores. Pensé que afortunadamente madame Mary solo tenía un número de teléfono móvil mío y que era de un teléfono de tarjeta, no sabía nada más de mí.

Ahora vivo en otra ciudad, hecho polvo en lo que a salud se refiere. Pero como he dicho antes mi sexo tiene vida propia y salud propia.

Vivo en la planta baja de un edificio de tres alturas y el segundo piso está vacío. Bueno al menos hasta ahora ya que parece que están llegando nuevos inquilinos. Yo sigo aquí, asomado a la ventana observando ahora a los nuevos inquilinos. Parece un matrimonio joven.

Sí definitivamente los nuevos inquilinos son un matrimonio joven, él de complexión atlética, empeñado en cargar el solo con todo el equipaje.

Ella, por lo que distingo desde aquí parece que está preñada, probablemente de unos 7 meses; a pesar de ello debe tener buena figura.

Ahora parece que se va a girar y podré verle la cara..., si veamos su cara es...,

¡Dios mío es Alicia!.

No me costó identificar a Alicia había visto la cinta de vídeo infinidad de veces e incluso tenía una copia en DVD. Volver a ver aquel rostro después de diez años provocó en mí a pesar de lo delicado de mi salud, una fuerte erección.

Mi mente perversa y mi viciosa adicción al sexo no podían dejar pasar por alto una oportunidad como esta. Debía sacar provecho de aquella inverosímil casualidad que el destino me brindaba.

Después de siete u ocho días, observé las pautas de conducta de mis nuevos vecinos; él se iba a trabajar todos los días a las ocho de la mañana y solía volver sobre las seis de la tarde.

Ella salía a las nueve de la mañana. Compraba el pan y algunas otras cosas y normalmente ya no salía de casa hasta que llegaba su marido.

Yo no me dejé ver en estos días por ninguno de los dos; cosa que no me resultó difícil, ya que trabajo desde casa y debido a lo precario de mi salud últimamente incluso encargo semanalmente la compra del supermercado.

Aquella mañana decidí esperar a que Alicia volviera de comprar. Eran sobre las nueve y media cuando la oí que entraba en la escalera. Abrí la puerta y le dije:

  • Hola, Alicia. ¿cómo estás?

Al oír mi voz Alicia paró en seco. Giró su cara para verme muy lentamente...como con miedo. Cuando vio mi cara noté el enrojecimiento de su rostro y enseguida un ligero temblor en sus manos. Ella contestó:

  • Sé equivoca, yo no me llamo Alicia y no le conozco a usted de nada.

Yo le entregué una copia en DVD de la película y le dije:

-Bueno me habré equivocado, mira esta película y si lo crees oportuno hablamos.

Transcurridos diez minutos Alicia llamo a mi puerta (sin duda no terminó de ver la película que dura 80 minutos). Estaba sofocada, su cara parecía un semáforo en rojo. La hice pasar de inmediato. Ella me dijo:

  • Verá usted Don Arturo..., yo era muy joven y me dejé influenciar por malas compañías. No he vuelto a hacer nada como aquello y no quiero volver hacerlo nunca más.

Yo le contesté:

  • Mira Alicia cariño, si no quieres que le dé otra copia de la película a tu marido vendrás aquí todas las mañanas después de comprar, me chuparas la verga las veces que me apetezca te follaré por donde me dé la gana cuando se me antoje, y después cuando nazca tu bebé te daré la cinta de vídeo y la otra copia que tengo en DVD como regalo. Te doy mi palabra.

Alicia mirando al suelo y entre sollozos me suplicó que no le diera la película a su marido que haría todo lo que yo quisiera. Me dijo que su marido era muy puritano y que la había desvirgado solo después de casarse, y que si veía la película la abandonaría a ella y al bebé que esperaba.

Yo le aseguré que la película no llegaría a manos de su marido si ella cumplía. Le dije que empezara a cumplir ya, que se arrodillara, que me desabrochara la bragueta, sacara mi polla y la chupara hasta que llenara su boca con mi leche; que debía tragarla toda y que luego siguiera chupando y lamiendo hasta que quedara limpia de restos.

Alicia iba a arrodillarse cumpliendo mis deseos cuando le ordené:

  • Quiero que te desnudes antes puta.

Ella con manos temblorosas desabrochó el vestido de premamá que se deslizó hasta el suelo. Se bajó las bragas mostrando su sexo completamente depilado. Luego me dio la espalda para quitarse el sujetador, para a continuación volverse lentamente para mostrar unos hermosos y turgentes pechos.

Era maravilloso ver a aquella joven de 25 años y futura mamá con los pechos más abultados de lo habitual debido a su embarazo de 7 meses.

La melenita rubia de Alicia se balanceaba al compás de la mamada que estaba haciéndole a mi polla. En un momento dado eyaculé en su boca con una abundancia de esperma que no recordaba en años. Ella aprovechó el momento para introducir toda mi verga en su boca y garganta.

Estaba seguro de que mi glande atravesaba la campanilla de su garganta mientras solté toda mi leche. Luego continuó lamiendo todos los resquicios de aquel miembro que le había proporcionado alimento.

En ningún momento observé el menor atisbo de satisfacción en Alicia, que se sentía avergonzada y humillada. Este hecho me produjo todavía más placer.

A una orden mía Alicia recogió sus ropas y se vistió a una velocidad pasmosa. Ya se iba cuando le dije.

  • Mañana te daré por el culo cariño, quiero que lo traigas limpio y lubricado. No quiero hacerme daño.

Alicia se revolvió y me contestó:

  • Don Arturo, por favor, nunca me han follado el culo. Estoy segura de que usted no es una mala persona. Por favor, por lo que más quiera..., eso no.

A lo que yo le respondí:

Te equivocas corazón, no soy una buena persona, y mañana te daré por el culo hasta que me canse. A lo que añadí: "pero si cumplo siempre con mi palabra, si cumples con lo acordado cuando nazca tu bebé te daré la película."

Al día siguiente le abrí la puerta de mi casa a la misma hora que el día anterior. Yo ya estaba desnudo. La hice pasar hasta mi dormitorio. Sin decirle nada comencé a quitarle la ropa. Estábamos los dos de pie, ella me daba la espalda. Yo la rodeé con mis brazos y le acaricié con brusquedad los pechos.

Debía tener los pechos sensibles debido a su embarazo, por lo que al notar la brusquedad de mis caricias sollozo de dolor en varias ocasiones.

No me importó hacerle algo de daño ya que me excitaba pensar que cuando estuviera por la noche en la cama con su marido y le dolieran los pechos se acordaría de mí.

Cuando ya le había dado un contundente masaje en los pechos me tumbé en la cama y le dije que se pusiera encima de mí formando un 69. Comencé a lamer con suavidad su clítoris. Mientras Alicia comenzaba una habilidosa mamada en mi verga.

El sexo de Alicia rezumaba jugos. Jugos que yo extendí con mi lengua hasta la estrecha entrada de su culito. Aquel culo era el más ajustadito que había visto nunca (y había visto muchos).

Las dos redondeadas nalgas de Alicia se juntaban en apenas una estrecha comisura que constituía su ano. Después de mucha lubricación de de algún que otro respingo de dolor por parte de Alicia conseguí meter un dedo a través de su ajustado esfínter.

Más tarde conseguí meter los dos dedos dentro de su culo. Alicia se agitaba por el dolor y note como aceleraba su mamada. La muy puta quería que me corriese en su boca para que desistiera de follarme su culo.

Le di una fuerte palmada en cada una de sus nalgas, le saque el miembro de su boca y la hice que se pusiera a cuatro patas. Me coloque detrás y acerqué mi glande hasta sus labios vaginales que debido a su estado tenían un bonito color lila. Acomodé allí mi glande unos segundos, y de súbito de un solo envite empujé toda mi polla hasta el fondo.

Alicia se quejo diciendo:

  • Por favor Don Arturo, tenga cuidado..., estoy embarazada.

Yo le dije:

-Ya lo sé puta. ¿Acaso crees que no te oigo algunas noches cuando follas con tu marido?

Oí unos gemidos de placer de Alicia que se estaba corriendo descontroladamente. Busque su mirada pero ella avergonzada la rechazaba. Mientras tanto yo metía y removía un dedo en su ano.

Acerque mi glande lubricado por sus jugos a la entrada de su ano. Lo coloqué con la inclinación adecuada y con decisión lo empujé hacia dentro venciendo la resistencia de su esfínter.

Alicia gritó desencajada. Sus puños estaban fuertemente apretados, sus ojos fuertemente cerrados. Su respiración era agitada y entrecortada y por su mejillas se precipitaban las lágrimas.

Yo por mi parte notaba las palpitaciones de su esfínter como su fuera una goma a punto de romperse que abrazaba fuertemente glande.

Pensé que tenía que continuar con la labor que había comenzado. Así que le dije a Alicia:

-No te preocupes cariño, ya veo que te hace mucho daño. Continuaremos otro día.

A lo que Alicia respondío:

  • Por favor Don Arturo, sáquela despacito.

Yo le conteste:

  • Desde luego cariño.

Fue entonces, cuando parecía que iba a retirar mi glande de su ano, cuando por sorpresa empujé con todas mis fuerzas toda mi verga dentro de su recto; sujetándola fuertemente por las caderas. Alicia gritó:

  • ¡AAUUAAGG! , ¡cabrón!, ¡AAUUYYYGG?

Alicia intentó durante un par de minutos liberarse de la enorme verga que la estaba empalando por el culo. Mi pene gozaba en esos momentos de una erección pétrea. Yo tenía a Alicia muy fuertemente sujeta y a pesar de sus intentos por liberarse mi polla permaneció en todo momento metida hasta los testículos dentro de su culo.

Los ojos de Alicia que hasta entonces habían permanecido fuertemente cerrados, estaban completamente abiertos, sin el más mínimo parpadeo, como si quisieran escapar de sus órbitas. Se ahogaba con su propia respiración, no consiguiendo el aire necesario para recuperarse. Intento liberarse gateando por la cama, pero yo no se lo permití.

Finalmente Alicia invadida por el dolor quedó agotada en sus inútiles intentos por liberar mi verga de su recto. Se dejó vencer, quedando su cuerpo en mis manos completamente desmadejado, como su fuera una muñeca de trapo.

Yo me encontraba mejor que nunca, y mi verga en una perfecta erección. Sentía que tardaría mucho en correrme. Sin piedad comencé el movimiento de mete y saca lento pero constante y acompasado. A cada envite mío le seguía un gemido de dolor de Alicia. Entonces le dije:

  • Quiero que te masturbes corazón..., solo dejaré de follarte el culo cuando sienta que te corres.

Ella contestó entre sollozos:

  • Don Arturo tiene usted razón, usted es una mala persona. Estoy destrozada, por favor..., ¡ya basta!...por...favor.

Yo le conteste:

  • Si quieres que acabe ya puedes empezar a masturbarte puta.

Le di una fuerte palmada en la nalga y continué dándole marcha a su culo lenta pero inexorablemente.

Alicia, que con su cabeza entre las almohadas ahogaba sus gritos de dolor, consiguió alcanzar con su mano temblorosa el clítoris y comenzó a masturbarse.

No se cuanto tiempo pasó. Pero si noté a Alicia como ausente. Al parecer había decidido concentrarse en su masturbación para que todo acabara lo antes posible. No obstante cada empujón de mi verga al interior de su culo iba acompañado del correspondiente respingo de dolor.

Cuando pude ver que los dedos de Alicia entraban y salían de su sexo completamente mojados en jugos aceleré de forma frenética mis movimientos.

Los gritos de dolor de Alicia que hasta entonces eran intermitentes y coincidían con la entrada de mi verga en su culo; se convirtieron ahora en grito continuado que solamente volvió a ser intermitente como un hipo cuando se corrió de forma convulsa y salvaje.

A mi no se que me pasaba pero mi polla no quería correrse.

Alicia, me suplicó, me insultó y por último me volvió a suplicar ya sin fuerzas; cuando de pronto sentí que iba a tener la madre de todas la eyaculaciones y empuje mi pene hasta el fondo para que vomitara allí su contenido.

Mi esperma saliendo a gran presión al menos en la primeras convulsiones de mi eyaculación, inundó a fuertes ráfagas el intestino Alicia.

Alicia estaba como adormecida y su cuerpo bañado en sudor por fuera y lleno de mi esperma por dentro. Giró la cabeza y dirigió una mirada de odio eterno hacia mí.

Yo, como respuesta a su mirada de odio, saqué de un solo tirón mi verga ya flácida pero todavía enorme de su culo provocándole un latigazo de dolor.

Separé las nalgas de Alicia y pude observar como su esfínter mediante convulsos espasmos musculares intentaba inútilmente cerrarse para recuperar su estado inicial.

Me separé de Alicia y fui a darme una ducha. Volví a la habitación vistiendo un albornoz y unas chanclas. Alicia estaba todavía en la cama tal y como la había dejado; es decir boca abajo y con el culo en pompa. De su ano brotaba un pequeño manantial de un líquido transparente y semi-blanquecino.

Di una palmada de apremio en una de las nalgas de Alicia y le dije:

  • Bueno cariño, no tengo todo el día. Recoge tus cosas y vete ya. Mañana será otro día. Dúchate en tu casa, tengo que salir y llego tarde.

Ella se puso el sujetador, el vestido y los zapatos, pero..., no encontraba sus bragas, así que desistió de seguir buscando y se marchó caminado muy despacio, el dolor de su culo era soportable pero continuado, y a caminar notaba como pinchazos los pinchazos por la dilatación forzada de su esfínter.

Don Arturo había escondido las bragas de Alicia, le excitaba pensar que cuando llegara a su casa en el piso de arriba gran parte de su esperma ya habría escapado de su estrecho culito y resbalaría por sus preciosas piernas.

FIN DE LA PRIMERA PARTE