Historia de un Error
Llevaba un año viviendo con Mónica. Compartíamos un pequeño apartamento en el centro, y la verdad es que nos compenetrábamos muy bien en todo.
Llevaba un año viviendo con Mónica. Compartíamos un pequeño apartamento en el centro, y la verdad es que nos compenetrábamos muy bien en todo.
Nos habíamos conocido en el curro. Los dos trabajábamos de teleoperadores, aunque en distintas plataformas, y nos habíamos conocido en el comedor un día que ella quería un café de la maquina, no tenía suelto, y yo me ofrecí galantemente a sacarle un café.
Desde ese día comenzamos a hablar, y pronto nos intercambiamos los móviles y los correos electrónicos y así como no quiere la cosa empezamos a salir.
Mónica no era muy alta, pero tenía un cuerpo muy bien proporcionado, y aunque era delgada tenía muy buen culo, y unas preciosas tetitas que a mi me volvían loco. Sin embargo eso era una cosa que tan solo sabía yo, ya que a Mónica le gustaba llevar ropa clásica que disimulaba sus curvas.
Aunque mi novia no era ninguna mojigata, y menos en cuestiones sexuales, siempre había sido una niña buena que nunca había dado ningún problema a sus padres. Nunca había fumado porros, ni había llegado borracha a casa, ni les había robado dinero a escondidas vamos todo lo contrario que yo, que hasta pocos meses antes de conocerla había sido un bala perdida.
La verdad es que tras irme a vivir con Mónica perdí todo el contacto con mis antiguos amigos, y había comenzado a relacionarme con el círculo de amistades de mi novia, jóvenes tan centrados como ella, y lo único que quedaba del mi yo rebelde era mi piercing en la lengua y cada vez me lo ponía menos.
La verdad es que todo iba bien hasta que me llamó un amigo al que hacía más de un año al que no veía, un cabra loca llamado Ricardo, o Ricky como le llamábamos los colegas, con él que me había corrido las mayores juergas de mi vida.
A Ricky le habían echado sus padres de casa y estaba sin curro, y me pidió casi rogando poder quedarse unos días en mi casa hasta que le saliese alguna cosa, o sus padres decidieran perdonarlo. Yo le dije que aunque tenía una habitación libre tenía que consultarlo con mi novia, y que ya le llamaría.
La verdad es que aunque para mi era un marrón pedirle a mi novia el favor, no podía olvidar como me había acogido en su cuarto una semana que tuve una muy gorda con mis padres en cierto modo, creo que sentía que se lo debía.
Esa noche decidí ponerme el piercing en la lengua
Ooohhh David - Jadeó mi novia mientras le comía su coñito Hoy estás siendo un niño muy malooooo
Justo en ese momento mi piercing entro en contacto con su clítoris, y Mónica empezó a gemir en voz alta mientras se comenzaba a correr
Fóllame cabrón, fóllame - Gritaba mi novia Fóllameeeeeee
No me hice esperar, le metí mi polla de golpe, y comencé un mete-saca a lo bestia. Mónica alternaba gemidos y grititos de placer. En medio de la vorágine sexual la miré sus preciosos ojos verdes que me devolvieron una mirada de deseo y lujuria
Tras casi una hora de sexo, sudor y placer, nos tumbamos abrazados en la cama y nos pusimos a darnos besitos tiernos.
¡Daaavid! Dijo de repente mi novia con voz tierna.
¿Si, cariño? Pregunté yo.
El sexo ha estado muy bien ya lo sabes - Divagó Mónica, como si buscase las palabras Pero
¿Pero? Pregunte extrañado, aunque ya me imaginaba por donde iban los tiros.
Pues que últimamente solo te pones el piercing cuando quieres pedirme algo Me dijo mi novia con mirada pícara.
Sin embargo la mirada se tornó de enfado cuando le conté todo el asunto de dejar que se quedase mi amigo unos días en casa.
¿Pero tú estás loco? Me preguntó Mónica retóricamente Meter a un extraño en casa en estos tiempos es una estupidez
No es un extraño, amor mío Repliqué Es un buen amigo en un mal momento y y solo serán unos días
Tres días Dijo seriamente mi novia Tres días como máximo No me hace ninguna gracia que uno de tus viejos compañeros de correrías vuelva a tu vida
Eres un sol Le dije mientras le plantaba un sonoro beso en sus labios Eres la mejor novia del mundo.
Ojala pudiese volver atrás y volver a vivir esa noche, porque sin saberlo acababa de cometer el peor error de toda mi vida.