Historia de Rocky en un tren

Rocky vive una apasionante historia en un tren en un viaje de Madrid a Alicante.

Las historias de Rocky: se lo monta en un tren

Soy un tipo de 48 años fuerte, en forma, buen deportista, moreno. Me llaman Rocky porque hice mis pinitos en el boxeo. Si alguien se me desmanda suelto la derecha.

He dado vueltas a casi todas las esquinas de la vida y todavía la vida me reserva sorpresas. "Rocky, siempre se aprende algo, a cualquier edad, y sobre todo de las derrotas", me decía un antiguo entrenador en el tiempo que me dio por acudir al gimnasio. ¡Pum, pum! Izquierda, izquierda, dobla con la derecha. ¡Pum, pum! Muy duro. Y más si la derecha te la meten a ti. Soy un perdedor, vale, se me nota. Me enrollo como las persianas, y yo lo que quería es hablar de sexo, porque me han pasado siempre cosas extrañas con las mujeres. Las mujeres, ay las mujeres, esas me han marcado más que los golpes.

Os contaré lo que me sucedió una vez en un tren, en el paleolítico superior –vale, vale, pero todavía le podría hacer un favor a cualquiera, no os paséis-. Lo cogí en la estación de Atocha –yo vivo en Madrid, si os sirve para algo- y viajaba a Alicante –iba a pelear con alguien, un tal Kid Daniels, he peleado poco, ¿no os creais que soy un zumbado?-.

Era verano. Yo llevaba un vaquero y un niqui que me marcaba los músculos –sigo siendo fuerte-. Entre en el departamento, en el que me tocaba. Me senté lado de una señora de unos cuarenta y cinco años. Enfrente iba una chica joven, de unos veinte años. Salimos a las 11 de noche. En cuanto empezó el traqueteo del tren, la chica dijo que estaba muy cansada, que iba a intentar dormir y se tumbó a lo largo del asiento dándonos la espalda. La mujer me sonrió y me dijo: "Todos intentaremos dormir".

Ella se estiró un poco y se acurrucó mirando a la ventanilla con el culo un poco en pompa, que quedó rozando mi muslo. Entonces me fijé un poco más en ella. Tenía un buen culito. Me gustaba. Noté su roce en mi pierna y pensé: "Se la clavaría sin reparo". Vale, vale, me van mucho las tías. Así que pensando y pensando me fui poniendo cachondo. Mi polla se me puso kilométrica, dura como una piedra. Y el culito tan apetecible, tan a mano. Fui acurrucándome en la misma postura que la mujer, de forma que mi polla se puso apuntando a su culito. Muy bien. Así que se la arrime, primero muy suavemente, despacito.

Y ella, como dormida. Después fui apretando un poquito más. Y ella como dormida. Ya se la restregue por el culito. Y ella allí, como dormida. Yo empecé a acariciarla el culo también con mis manos. La metí el dedito. Y ella no decía nada. Así que le fui levantando la falda, le bajé las bragas. Con mis manos le acariciaba su chochito mientras mi polla pedía paso en su culito. Ella seguía como dormida.

Entonces me fije en la chica de enfrente. Se había dado la vuelta y nos miraba. Yo la miré y me crucé con sus ojos. Se fijaba en como mi polla entraba en el culito de aquella mujer. Entonces la vi meterse la mano entre la falda y empezar a tocarse. Yo seguí a lo mío. Ella se tocaba y se tocaba. En un momento determinado se abrió de piernas: estaba sin bragas enfrente de mí y con sus labios decía:

"Ven, ven, méteme toda esa polla que tienes". Y lo hice. Fue una noche espectacular, apasionante, llena de morbo. No hubo palabras. La mujer siguió haciéndose la dormida mientras yo me lo montaba con la chica. Disfruté como un loco. ¿La pelea? Vale, un desastre. El tal Kid Daniels me las hizo pasar canutas. Todavía tengo una cicatriz en la ceja del combate. Pero seguro que él no había follado cómo yo la noche antes.

Contadme lo qué os ha parecido. Rocky es un tipo divertido y se sabe muchas historias. Contesta a todo el mundo, chicas especialmente. Así es Rocky: un trozo de pan con un gancho de cuidado y otras virtudes que os contaré si os apetece.

Luis233@ozu.es