Historia de Q I

Una mujer casada encuentra lo que ¿quizás buscaba?

Soy una mujer casada y con dos hijos, me eduqué en una familia muy conservadora y, por supuesto, en un colegio religioso, por lo que cuando conocí al que luego sería y sigue siendo mi marido, mi experiencia en lo referente a sexo era prácticamente nula. Cuando nos casamos solo habíamos tenido sexo "manual", mis prejuicios me impedían llegar mas lejos pero, aún así, nuestra noche de bodas fue gratificante. Mi marido poco a poco fue abriendo mi mente y enseñándome a disfrutar del sexo, pronto vi que era una mujer ardiente y que la imaginación de mi pareja iba a asegurarme unas mas que buenas relaciones sexuales.

Después de esta introducción os contaré algo que ocurrió y que me llevó a otra dimensión del sexo.

Levaba un año y medio de casada y había tenido una hija, cuando un compañero de mi marido al que ya conocía y por el que nunca sentí una atracción especial, se metió en mi vida y, sin darme cuenta, empecé a fijarme en el de un modo, que me turbó en principio, me excitó después y me hizo saber lo que es el SEXO, finalmente.

Todo se inició un día en el que yo salía de casa con mi hija, de pronto vi a mi marido y a dos amigos que me miraban, uno de ellos era el protagonista de mi historia, le llamaremos "Q". La verdad es que me había recuperado bien de mi parto y con 25 años se está de muy buen ver, pero los tres me miraban de un modo digamos que "morboso", pero "Q" me estaba desnudando con la mirada y las mujeres sabemos cuando decimos eso, sentía que me estaba "viendo" el coño y los pechos, creo que me ruboricé, mis sentimientos eran contradictorios pero noté un cosquilleo especial en la entrepierna, me despedí con un beso de ellos y "Q" al besar mi mejilla me dijo al oído – No pude evitarlo- y sonrió burlonamente. Seguí mi paseo sin dejar de pensar en lo ocurrido y, sobre todo, en la sonrisa de "Q".

Al regresar le pregunté a mi marido que si no había visto como me miraban sus amigos, el me contestó que era normal porque iba espectacular y que el también me había mirado con deseo. Esa noche me lo demostró, no hicimos el amor, "follamos" como si no lo hubiéramos hecho en la vida, al final, cuando nos separamos, vi la sonrisa de "Q" y me pregunté si el había sido el desencadenante de este polvo salvaje.

A partir de ese día cada vez que veía a "Q", me miraba con esa sonrisa yo desviaba mi mirada, pero volvía a mirarlo y allí me encontraba de nuevo esa misma sonrisa."Q" iba añadiendo detalles al proceso de mi seducción, porque eso era lo que estaba haciendo y yo no podía y, creo, no quería resistirme, ponía su mano descuidadamente en mis caderas, roces en los pechos, besos de saludo que cada vez se acercaban mas a la comisura de mis labios, y sobre todo, esa seguridad que parecía tener de que yo sería suya.

Ya eran muchas las veces en las que cuando estaba en la cama con mi marido, pensaba que en realidad era "Q" el que me follaba, pero algo me decía que todo de lo que conocía del sexo no era nada comparado con lo que "Q" podría e iba (ya estaba segura) a ofrecerme. Se estaba apoderando de mí, de mi sexo, de mis pensamientos y, la verdad… me gustaba.

Gracias mi intervención, cada vez salíamos mas con "Q" y su pareja y cuando estábamos juntos mi excitación era palpable, al menos para mí, estaba incomoda pero contenta y pendiente de sus "jueguecitos" conmigo. Lo tenía dentro de mi cerebro y me dominaba, quería poseerme sin tocarme y lo estaba consiguiendo pensaba continuamente en él y el sexo era parte primordial de mi vida. Las sesiones de sexo con mi esposo eran cada vez mas frecuentes y satisfactorias cada día, lo que este no sabía es que era "Q" el que me manejaba y me hacía comportarme en la cama como nunca lo había hecho, al final, cuando derrengados después del polvo descansábamos en la cama, yo solo pensaba en como sería el primero con "Q", palabras que nunca había utilizado y solo oído en películas "porno", se me venían a la mente cuando me imaginaba esa primera vez, frases como "eres mi semental", "móntame", "dómame", "inúndame con tu semen", era una parte del repertorio de una mujer entregada a su futuro macho.

Pasaba el tiempo y la situación se mantenía, estaba un poco decepcionada e incluso penseque a lo "peor" todo era una fantasía mía, pero un día que habíamos quedado para cenar cuatro parejas, nos encontramos "Q" y yo en la calle, me invitó a un café y nos sentamos en una terraza, yo estaba temblando y él, con su eterna sonrisa, me miraba fijamente los pechos que se movían desacompasados, Sabía que se iba a dar otro paso es día y, además, sería decisivo. Nos mirábamos sin hablar, de pronto me dijo:

  • Estás casi a punto.

¿De que? – le contesté.

El sonrió, me dibujó los labios con su dedo índice, diciendo:

Estás muy caliente.

Yo me ruboricé y bajé la cabeza. Preguntó:

¿Cómo estás?

Sin mirarle y con un hilo de voz, dije:

Caliente

Mírame a los ojos y dímelo en voz alta

Le miré y contesté.

Estoy muy caliente,

¿Ves?, estás casi a punto, pero aún te falta algún tiempo.

A continuación me pidió que me vistiera esa noche con un vestido corto y abierto por delante, y cogiéndome los labios con dos de sus dedos, sentenció:

Esta noche quiero verte el coño.

Volví a bajar la cabeza y contesté, - Así lo haré –

Pagó y me acompañó a casa, no hablamos nada pero él me rozó el pecho y el culo con toques sutiles que, a mí, me ponían a mil. Al dejarme en el portal me besó levemente en los labios y con un dedo, me señaló el surco del coño por encima del vestido; algo se abrió en mi interior, mi vientre se licuó, parecía que me había orinado, pero no, era el orgasmo mas grande que había sentido en mi vida. El camino hasta el ascensor y mi piso fue un calvario con mis flujos bajando por mis piernas y los espasmos de mi vientre y mi coño, por fortuna no me crucé con nadie, llegué a casa y no había nadie, probablemente mi marido estaba con la niña en el parque. Me duché y cambié de ropa, al salir del baño llegaba mi familia, mi marido me preguntó que donde había estado y le contesté que de compras, que me había encontrado a "Q" y habíamos tomado un café.

Aquella noche, arreglándome para la cena, me acordé de la "orden" (en realidad no la había olvidado en toda la tarde) y elegí un vestido blanco y cortito, bastante transparente y abotonado por delante, así como unas mínimas braguitas blancas. Mi marido entró en el dormitorio cuando yo estaba desnuda y poniéndome crema, no me dejó seguir, me empujo a la cama y me echó un polvo de campeonato, me corrí con un grito que seguro que oyó la "canguro" de la niña. Al terminar y mientras me duchaba, me pregunte que si había disfrutado tanto con mi marido, ¿Hasta donde me iba a llevar "Q"? Seguro que al cielo… o al infierno, pero sabía que no me arrepentiría.

La cena fue normal, buen restaurante, buenos amigos y buen rollo. Yo estaba pendiente de "Q" pero el parecía que no me veía, hablaba con unos y otros y, de vez en cuando, me miraba con su particular sonrisa, seguía jugando conmigo y convencido de que yo estaba en sus manos, era suya para lo que quisiera. Después de la cena, fuimos a un Púb. a tomar una copa, antes de llegar a la mesa que nos asignaron, sentí que alguien recorría con un dedo el borde de mis braguitas y me decía al oído, - Siéntate frente a mí -, por supuesto era "Q" y entendí que quería una sesión de exhibicionismo, siempre he sido muy púdica, pero sabía que le iba a enseñar lo que quisiera y este pensamiento hizo que mis bragas se mojaran. Cuando iba a sentarme, vi que me miraba, sus ojos me pedían la primera parte del Show, y vaya si se la di, me senté mostrándole a el y, probablemente a alguno mas, una visión total de mis muslos y bragas. Durante el tiempo que estuvimos allí, cada vez que quería verme, miraba fijamente hacia mi pubis y yo, sin dudas, hacia una maniobra para que el me viera. A estas alturas, mis braguitas eran un trapo chorreando y mi coño parecía tener vida propia, ¿qué me pasaba?, estaba casada con un hombre al que quería y quiero, tenía una hija sana y preciosa, mi vida matrimonial era excelente, incluido el sexo, y un hombre, que no me había dicho hasta esa tarde nada explícito, con palabras de doble sentido, gestos y sonrisas se había apoderado de mi, haría conmigo lo que quisiera, cuando quisiera y donde quisiera, yo sabía que me volvería loca de placer y me llevaría a limites nunca imaginados por mi.

De pronto oí una voz, era "Q".

¿Donde estabas? Las últimas veces que te he mirado no me has enseñado tus lindas braguitas blancas.

Perdona, le contesté, estaba pensando en cosas y no me di cuenta. (¡ Por Dios, le estaba pidiendo perdón a un hombre por no haberle enseñado las bragas todas las veces que quería!).

Me di cuenta que estábamos solos, "Q" me dijo que las mujeres estaban en el servicio y los hombres pagando. Me miró fijamente y supe lo que quería, miré a mi alrededor y no vi a nadie, me levanté devolviéndole la mirada y, lentamente me desabotoné la falda hasta la cintura, baje mis bragas hasta las rodillas y abrí las piernas, creo que vio el brillo de mi coño.

-Dámelas- dijo.

Me quedé un poco cortada pero reaccioné de inmediato dejándolas caer al suelo, las recogí y se las entregué, se acercó y con un dedo acarició mi coño desde la parte inferior hasta el clítoris, fue un solo toque, pero me proporcionó su segundo orgasmo del día, me vacié, tuve que sentarme, mi vientre estaba desbocado, "Q" me abotonó el vestido y, al poco, llegaron los otros tres hombres, mi marido preguntó si me encontraba bien, "Q" contestó que me había mareado un poco y viendo que todos me miraban las piernas mojadas, añadió que se me había caído una copa encima. Yo miraba como si estuviera viendo una película, alucinaba al ver que "Q" mantenía mis bragas apretadas con una mano, nuevas contracciones en mi vientre y una ola de flujo bajando por mis piernas, me hicieron pensar - y desear - las situaciones a las que, sin duda, me iba a llevar "Q".

Tras decir que me encontraba bien, salimos del local y nos despedimos, "Q" al besarme, cubrió mi coño con la palma de una de sus manos, me miró, sonrió y me dijo – Te queda muy poco -.

En casa, mi marido, supongo que pensando en mi "mareo", no intentó nada, pero mis planes eran otros, mi calentura iba en aumento, veía a "Q" acariciándome el coño con el dedo, me veía a mi con las bragas por las rodillas y las piernas abiertas delante de él, me imaginaba a "Q" follándome sin darme cuartel y entonces decidí tomar la iniciativa, cosa que nunca hago. Me convertí en una puta, le comí la polla a mi marido, lo pajeé, le metí dedos en el culo, lo monté y me lo follé, el me miraba asombrado e intentó tomar la iniciativa, no lo dejé, me mantuve encima de el y marqué el ritmo, pero era el que yo pensaba que a mi me impondría "Q", intenté hacerle lo que creía que "Q" me haría a mi y, así, estallamos en un gran orgasmo. Caí encima de el jadeando, satisfecha y convencida de que "Q" me llevaría mas lejos aún. Mi marido me dijo que había que repetir salidas como la de esa noche y que los "mareos" me sentaban estupendamente, sonreí y pensé – No lo sabes tu bien - .

Los días pasaban y mi excitación crecía por segundos, "Q" era el centro de mi vida, ansiaba verlo, sentir su mirada y su sonrisa y, si había suerte, sentir como me tocaba alguna parte de mi cuerpo, quería que me hiciera suya de diez mil formas, pero sabía que era el quien marcaba el "tempo" y que elegiría el mejor momento. Un día llegó mi marido y me dijo que el sábado siguiente cenábamos en casa de "Q", era su cumpleaños. Un estremecimiento en mi vientre me hizo sentir que la hora estaba muy cerca, ¿qué me haría ese día?, ansiaba sus ordenes, sus caricias, soñaba con su polla dentro de mi, quería ser sometida hasta el límite y mas allá si era posible, ¿me decepcionaría?, sabía que no y que, como así fue, iba a vivir la experiencia de mi vida.

No se por qué, pero aquella tarde fui a la cafetería en la que estuvimos el día de la cena con las otras parejas, probablemente quería rememorar aquella jornada en la que me había hecho sentir mis tres primeros orgasmos con el, la verdad es que ni se me pasó por la imaginación que "Q" estuviera allí, pero lo primero que hice fue mirar hacia la mesa de la terraza en la que nos sentamos y allí estaba el con esa sonrisa que me derretía, se levantó, me cogió del brazo y me besó en la mejilla, me sentí mal porque yo si busqué su boca. Me llevó dentro, a una mesa al fondo del local, me miró y empezó a acariciar mis labios, inmediatamente se empezaron a mojar mis bragas, llegó el camarero e hice intento de apartar la boca de sus dedos pero el no me lo permitió, pidió dos cafés y dio comienzo a uno de los momentos mas calientes de los múltiples que me iba a dar. ¿Se puede correr alguien solo hablando?, yo os aseguro que si.

"Q" ¿Cómo estás?

Yo Estoy muy caliente.

"Q" Estás preparada ¿lo sabes?.

Yo Si.

"Q" ¿Para que?

Yo Para que me hagas tuya.

"Q" ¿Hasta donde?

Yo Hasta donde quieras.

"Q" Y tú ¿quieres?

Yo Lo quiero, lo anhelo y lo necesito. Ya soy tuya.

"Q" No, aún no.

Yo Solo falta la consumación. (No podía creer lo que estaba diciendo).

"Q" ¿Cuándo quieres que sea?

Yo Tu ordenas donde, cuando y como. Se que lo tienes todo pensado.

"Q" ¿Sabes que después de esto ya no hay marcha atrás?. Harás lo que

quiera y cuando quiera.

  • Yo Lo sé y no solo no daré marcha atrás sino que se que me harás dar

muchos pasos adelante.

  • "Q" Ni te imaginas lo que te daré, vivirás para el sexo.

En es momento me corrí, fue un orgasmo profundo y largo y casi lloré de placer, cuando me recuperé le contesté:

  • Yo Se que nunca olvidaré lo que voy a recibir de ti y nunca me arrepentiré.

  • "Q" Dame tus bragas.

Fui a levantarme para ir al servicio, pero "Q" me detuvo:

  • "Q" Quítatelas aquí.

No se como lo hice pero conseguí quitármelas y se las di, "Q" las cogió, las olió y me dijo - Si, estás muy caliente.

Pidió la cuenta y mientras la traían volvió a hablar: - Quiero que tu regalo de esta noche sean las bragas que lleves, quiero que sean de estreno para mi, estas y las anteriores eran usadas. Asentí y cuando me levante de la silla me levante el vestido hasta la cintura y le enseñe el coño. El pareció sorprenderse pero me sonrió y me volvió a acariciar la boca. Una sensación de orgullo me llenó.

Cuando me acompañaba a casa lo hice parar en una tienda de lencería de la que soy muy buena cliente, hubo un momento en que estuve tentada de pedirle que me acompañara a elegir su regalo, pero pensé que esas situaciones vendrían en su momento. Me besó levemente en los labios, me rozó un pecho y se fue.

Cuando llegué a casa y vi a mi marido tuve una rara sensación y, por un momento, pensé en terminar con esta situación, pero lo deseché rápidamente, quería vivirla y disfrutarla. Tuve un pequeño fallo, no guardé la bolsa de la lencería y mi marido me preguntó que había comprado, le dije que un sujetador normal y, por fortuna, no insistió, lo que compré era para "Q" y el nunca lo iba a ver. Al igual que el día de la cena de parejas, tuvimos sexo y, por primera vez, mi marido me ató con medias a la cama y me folló, creo que quiso devolverme mi "violación" de días antes, disfrute de lo lindo y cuando nos corrimos y me soltó, me abracé a el y lo besé con pasión. En un rincón de mi cabeza una voz me decía ¿imaginas lo que te hará "Q"?.

Aquella noche me vestí para follar, sabía que no había llegado el momento, pero quería que me deseara y estaba segura que habría algo mas que exhibición y toquecitos. Me puse un vestido rojo con un buen escote y una falda amplia, quería estar accesible y algo me decía que "Q" me esperaba así. Debajo solo llevaba mi regalo, un tanga con un triangulito detrás y otro delante que, seguro, ni taparían lo que en cuanto viera a "Q", serían mis hinchados labios vaginales, el tanga se anudaba a las caderas con dos cintitas. Después del polvo vespertino, mi marido quiso repetir, no se lo permití, esa noche era, en exclusividad, para "Q".

Continuará