Historia de Q 6

Una mujer casada encuentra lo que ¿quizás buscaba?

No se cuanto tiempo estuve con la cabeza apoyada, pero al incorporarme, vi que "Q" estaba llamando al timbre, volvió y se sentó, me miró y parecía que esperaba algo de mí. Recordé sus palabras, "comienza a exhibirte", e inmediatamente saqué las piernas de debajo de la mesa y las puse a un lado de la silla subiéndome el vestido casi hasta medio muslo, a continuación bajé un poco las mangas por los brazos para ampliar el escote, miré a "Q" y esperé la entrada de mi "público". Al poco rato entraron los dos, el maître y el camarero, el primero de ellos, al ver los platos casi llenos, preguntó si había algo que no nos hubiera gustado, que nos lo cambiaba por lo que quisiéramos… "Q" lo interrumpió diciéndole que todo estaba perfecto pero que no teníamos mucho apetito y le pidió Moet Chandón helado y trufas de chocolate, aquel asintió, se dirigió al camarero ordenándole que retirara el servicio y salió. El joven camarero, por su parte, no paraba de lanzar miradas furtivas a mi escote, miré hacia abajo y me di cuenta de que estaba enseñando casi la mitad de los pechos, por muy poco no se me veían los pezones.

Cuando se acercó para retirar mi cubierto, me incliné y dejé a escasos centímetros de sus ojos mis senos desnudos, vi como le temblaban las manos y retrasaba todo lo posible la retirada del servicio, por fin, cuando vio que entraba su superior, cargó todo y se marchó. El maître me comunicó que tenía una llamada telefónica y me pidió que lo acompañara, me condujo a las sala principal del restaurante y me señaló un teléfono, me senté y lo cogí, era mi marido, me preguntó que por que no estaba en la habitación y le comenté que habíamos organizado una cena y estábamos en los postres, me dijo que era una pena que no tuviéramos sexo telefónico esa noche, le contesté que tuviera paciencia. Mientras conversábamos, observé que el maître pasaba frecuentemente por delante de mí, observé que tenia las piernas un poco separadas y, al parecer, me veía parte de los muslos, al ver que se acercaba de nuevo, crucé exageradamente las piernas, dejándole ver nítidamente las bragas, frenó el paso y se quedó inmóvil, yo continuaba hablando con mi marido y, esporádicamente, cruzaba y descruzaba las piernas, el hombre seguía sin moverse y yo simulaba que no me daba cuenta.

Me despedí de mi pareja y al colgar el teléfono tiré un cenicero al suelo, acudió solícito a recogerlo, al agacharse, abrí las piernas, se quedó como paralizado, tenía los ojos fijos en mi entrepierna y, estaba viendo en primer plano mis bragas chorreantes y el surco que los labios vaginales abrían en ellas, le dejé que disfrutara y después me levanté le di las gracias y me volví al reservado. "Q" hablaba con el camarero cuando entré, tenía una botella de Champán en la mano y le quitaba las grapas, ambos me miraron, pregunté donde estaba el servicio más cercano y el camarero me lo indicó, volví a salir y me dirigí a aquel. Entré era muy coqueto y estaba solitario, cerré la puerta y me levanté el vestido hasta la cintura vi mis bragas mojadísimas que no solo marcaban mi sexo, sino que transparentaban todo mi vello púbico, una gran mancha negra se dejaba ver en mi pubis, sonreí al pensar en la impresión que se habría llevado el maître.

Me las quité, oriné, cerré los ojos y reviví la escena, yo con las piernas abiertas y el mirando y, posiblemente, hasta oliendo mi coño, ¿qué hubiera pasado si hubiera acercado su boca? ¿me habría resistido?, lo imaginé bajándome las bragas y lamiéndome el coño, me veía a mí abierta de piernas y mordiéndome los labios mientras él iba conquistando mis partes mas intimas, sentía sus manos en mis pechos, en mi culo y su maldita boca arrancándome grititos de placer… y no resistí la tentación de tocarme, nunca había sido aficionada a la masturbación pero no era yo, era el maître el que mandaba, me ordenó acariciarme el clítoris y a pasar un dedo por la hendidura, después hizo que me machacara el coño, movía los dedos con rudeza, me pellizcaba los labios externos, metía los dedos por la vagina… gemía con fuerza e incrementaba mis caricias, pronto me vacié, abrí los ojos y vi que estaba sentada en la taza con las piernas abiertas al máximo y escurriendo flujos, las bragas en el suelo y mi cara ardiendo, miré sobresaltada a mi alrededor, había sido todo tan real que no me hubiera extrañado encontrarme allí al maître. Me sequé la zona púbica y las piernas, me refresqué, me retoqué el maquillaje y me dirigí de nuevo al encuentro de "Q", llevaba mis braguitas apretadas en una mano.

Al abrir la puerta, mi "macho"- cada vez que lo veía era el calificativo que se me venia a la mente -, se dirigió hacia mí con dos copas de Moet Chandón en la mano, me dio una y levantó la suya, brindó por segunda vez,

Porque esta noche sea especial para ti – dijo.

Bebimos un trago y me besó profundamente en la boca, bajó su mano acariciándome pecho, vientre, pubis… la metió bajo mi vestido y buscó el coño, yo abrí mis piernas para él. Cuando lo notó desnudo me miró con sorpresa, yo le sonreí y le alargué mi mano y le mostré las bragas, el las tomó y me llevó de vuelta a la mesa. Bebimos y comimos trufas mientras yo, orgullosa, le contaba como me había exhibido ante el maître, le dije lo caliente que estaba, como había perdido mi antiguo pudor y disfrutaba mostrándome ante extraños, le di las gracias por hacer que estuviera permanentemente mojada y le rogué que, si ello era posible, me sometiera aún más. "Q" me miraba y escuchaba, cuando concluí solo dijo:

Tendrás más –

El maître entró con otra botella de Moet Chandón y una bandeja de fruta, era una invitación del Parador, recordé la escena del servicio y me sonrojé, vi que me miraba y aparté la mirada, volví a mirarlo y tenía la vista fija en mi entrepierna, decidí que le iba a enseñar la versión anterior pero al desnudo. El estaba descorchando la botella y, de vez en cuando, miraba hacia mí, volví a sacar las piernas de la mesa y las coloqué para que la viera, noté como tragaba saliva, sonó un taponazo que lo sobresaltó, vino hacia mí y me llenó la copa después lo hizo con la de "Q", bebí un sorbo y le pedí que la rellenara, cuando estuvo delante de mí dejé caer la servilleta y, mirando a "Q" inicié una conversación intrascendente, vi como el maître rellenaba mi copa pero parecía no atreverse a agacharse, decidí ayudarle y abrí bruscamente las piernas hasta donde pude, inmediatamente dejó la botella en la mesa y se agachó, "Q" y yo continuábamos hablando y nos sonreímos, yo me imaginaba la cara del hombre al ver mi coño desnudo, no se cuanto tiempo estuvo allí pero al menos treinta segundos; tenía la secreta esperanza de que me tocara, lo deseaba y lo esperaba, de pronto se levantó con la servilleta en la mano, estaba congestionado, balbuceó una disculpa y se marchó.

"Q" me cogió de la mano y me dijo:

Eres mala –

¿Yooo? – pregunté con cara de inocente.

Si, has puesto al pobre al borde del infarto –

Es lo que tu querías – le contesté.

Cierto, pero deberías darle algún premio – repuso.

Me prometí que desde el día en que me dijiste que nos veríamos aquí y hasta que saliéramos, mi cuerpo solo sería tuyo –

Por un momento me vi tendida en el capó del taxi con la boca de "A" dejándome exhausta y creo que me ruboricé por mentirle. "Q" pareció no darse cuenta y solo preguntó:

¿Estás segura de poderlo cumplir? –

Sentí un cosquilleo en el vientre, lo miré pero tuve que apartar la mirada y no le contesté. "Q" llamó al timbre y rápidamente acudió al maître, le dijo que preparase la cuenta y la trajese en treinta minutos, teníamos que hablar y no queríamos ser molestados, sentí un pellizco en el estómago, ¡me iba a follar allí! y, al menos, el maître sabría que lo estábamos haciendo, este le contestó que sin problemas, todo el personal se había retirado y el esperaría, a continuación salió.

"Q" se levantó, se acercó a una pared y comenzó a desnudarse, yo, sentada notaba como mi pecho subía y bajaba convulsivamente. Cuando se quitó la última prenda volvió su vista hacia mí, le miré y bajé la vista a su polla, la tenía erecta. Me levanté y me quité el vestido, lo dejé caer al suelo y me acerqué a él, solo tenía puestos los zapatos.

Apóyate en la pared – ordenó

Me puse de espaldas a él con los brazos en alto y abrí las piernas, se acercó y comenzó a besar mis muslos y culo, una de sus manos acariciaba el coño. Yo quería ya su polla dentro de mí, notaba mi sexo húmedo y receptivo y se lo pedí en voz baja:

Follame –

El no me hizo caso, la otra mano se unió a la fiesta e intentó invadir mi ano, me sentía manoseada por todos lados y empecé a gemir desesperadamente, le supliqué varias veces que me la metiera pero él seguía su ritmo, cuando ya me había resignado y ni se lo pedía, sentí como me atravesaba el coño, ahogué un grito y comencé a jadear entrecortadamente, le rogué que me diera mas fuerte e incrementó la fuerza de sus penetraciones, yo ardía y movía desesperadamente las caderas para sentirlo más, de pronto la sacó y quedé sorprendida, me dio la vuelta e hizo que me agachara sobre un arcón con el culo levantado, ayudándose con sus piernas abrió las mías y me volvió a penetrar con fuerza, grité y levanté la cabeza, él me cogió de los hombros y me mantuvo erguida, me follaba con rabia, mi coño era un río, de repente me metió un dedo en el ano, grité de nuevo y abrí los ojos, me estaba triturando y yo creía que no aguantaba más, entonces vi que alguien nos miraba, mis ojos se encontraron con los del maître que, desde una pequeña ventana, nos espiaba. Nos quedamos mirándonos fijamente, yo tenía la boca abierta, jadeaba sin control, mis pechos subían y bajaban al ritmo impuesto por "Q" y no podía apartar la mirada de él, notaba un extraño movimiento en su cabeza y me percaté de que se estaba masturbando, - Por mí – pensé, vi que su cara se contraía, se estaba corriendo y ese fue el momento que mi cuerpo eligió para explotar, un orgasmo increíble me atravesó y me desplomé sobre el arcón, en unos segundos sentí como el caliente liquido de "Q" me llenaba. Estuve unos minutos recuperándome y después me incorporé, miré hacia la ventana y ya no había nadie, la experiencia de ser observada mientras me follaban me impactó y… me encantó. "Q" se me acercó y me besó en los labios, después dijo - Vistámonos - . Notaba como el semen junto a mis jugos, bajaban por mis piernas, no intenté limpiarlo, simplemente me puse el vestido y me senté, observé a "Q" mientras se vestía y, mentalmente, le agradecí la mirada que me dirigió aquel día.

Pasados unos minutos, llamaron a la puerta, era el maître, "Q" le dijo que pasara y entró, me miró tímidamente y yo le sonreí, noté como se tranquilizaba, quizás había pensado que yo le iba a contar a "Q" su "espionaje". Firmó la nota y nos fuimos.

Subimos al ascensor y nos besamos y acariciamos, al llegar a nuestra planta "Q" miró de izquierda a derecha, al no ver a nadie me quitó el vestido y cogiéndome en brazos me llevó a la habitación, abrió y se dirigió directamente al baño metiéndome directamente en la ducha, se desnudó y entró conmigo, estuvimos un rato enjabonándonos y jugando, después nos secamos y, desnudos, nos fuimos a la cama, "Q" antes de acostarse cogió unas pequeñísimas braguitas verde claro y me las puso. Nos quedamos en silencio, yo pensaba en las últimas horas porque, efectivamente, habían pasado poco más de 24 horas desde que llegué al Parador, miré a "Q" que tenía la mirada perdida en el techo. Un estremecimiento me sacudió el cuerpo, ¿cómo se había apoderado de mí? ¿en que me estaba convirtiendo?, no sabía responderme, pero en un solo día me dio mas placer que en el resto de mi vida, además, me estaba mostrando como era yo en realidad. "Q" se incorporó, retiró la sabana de mi cuerpo y me miró:

¿Estás lista para todo? – preguntó.

Noté como mis pezones se endurecían y mi pecho se agitaba, me iba desvirgar el culo, estaba convencida y me daba miedo pero, al mismo tiempo, quería ser más suya, quería darle lo que no le había dado a nadie,

Para lo que tú quieras – respondí.

Comenzó a acariciarme, sus manos recorrían lentamente todo mi cuerpo que, pronto, empezó a responder, cerré los ojos y gemí, sentía como mis bragas empezaban a humedecerse y, mecánicamente, abrí las piernas, le ofrecía mi zona mas íntima para que la utilizara como quisiera, me hizo girar en la cama y quedé tendida sobre mi vientre, inició un masaje por los hombros y siguió por la espalda, yo emitía pequeños gemidos, llegó al culo y lo manoseó con fuerza, mi coño mandaba señales de rendición. Puso una mano en mi sexo por encima de las bragas, introdujo dos dedos en mi vagina y restregó las bragas por mi abierta hendidura, cuando pensó que era suficiente, me las quitó. Separó mis glúteos y pasó un dedo por mi orificio trasero, me sobresalté, imaginaba lo que venía a continuación y sentí miedo, nadie me había penetrado por detrás solo el vibrador de "Q" había tenido acceso a mi culo y temía ese momento. Empecé a notar como el masaje crecía en intensidad y que un líquido, el mismo de la noche anterior, se extendía por el culo y las ingles provocándome la misma sensación de calor que la primera vez, su olor dulzón me excitaba. Dos dedos abrieron mí pequeño agujero y un chorro de líquido entró en él, a continuación, venciendo la resistencia de mi esfínter, sentí como me penetraban, se movieron dentro de mí, barrenándolo y dilatándolo, mis entrañas ardían y el líquido conseguía que no tuviera apenas molestias. Un tercer dedo se unió a los otros y sentí como me abría más y más, yo me quejaba quedamente y "Q" seguía horadándome. Las sábanas, mojadas, me recordaban que de mi vientre no cesaba de producir flujo, estaba entregada a sus dedos, cunado los sacó, sin pausa, comenzó a lamerme el ano, yo lo levantaba, buscando mas contacto cuando, súbitamente, me metió la lengua en él, me quedé quieta mientras un extraño calor me subía por el vientre y me quemaba el pecho, era una sensación diferente a todas las que había experimentado, su lengua, como una pequeña polla, se paseaba por mi interior haciéndome ver las estrellas. Apreté el coño contra las sábanas y mordí la almohada, me ahogaba y le pedía con voz trémula que me tomara ya, "Q" se incorporó y apoyó la polla contra mi ano, intenté relajarme cuando intentó introducir el glande, mi esfínter no cedía, me tranquilizaba con besos y palabras al oído, de pronto, empujó fuerte y sentí como me abría y entraba parte de su polla, grité y lloré, era como una espada al rojo y le rogué que la sacara, él continuó besándome, se quedó inmóvil y el dolor empezó a decrecer, una de sus manos buscó mi sexo y comenzó a acariciarlo, al mismo tiempo, noté como su polla se movía lentamente en mi interior, el fuego que sentía se acrecentó e, instintivamente, levanté las caderas y me clavé en él, no pude evitar el aullido que salió de mi garganta. Nos quedamos quietos durante unos minutos y, sin ponernos de acuerdo, empezamos a movernos lentamente, "Q" incrementó paulatinamente el ritmo, no podría expresar las sensaciones que me recorrían, pero si me sentía suya, no quería una parte de su cuerpo dentro de mí, lo quería a él entero, le pertenecía en cuerpo y alma y solo deseaba que me ordenara para obedecerle, podía disponer de mí como quisiera, era mi dueño. "Q" no paraba de machacarme el culo y yo, poco a poco, iba entregándome, ya no levantaba las caderas para salir al paso de su polla, me había sometido, hundida en la cama solo esperaba que mi "macho" llenara por primera vez mis entrañas con su semen, por fin, noté como su polla se hinchaba dentro de mí, me traspasó con un golpe seco mientras emitía un apagado rugido y sentí como sus calientes descargas invadían mi, hasta ahora, virgen culo, un lamento salió de mi garganta mientras un profundo orgasmo me sacudía de pies a cabeza, "Q" se derrumbó sobre mí respirando pesadamente, así estuvimos un rato hasta que se salió de mí y se tendió en la cama.

Era lo mismo – preguntó.

Supe que se refería al vibrador, me incorporé y busqué su polla, la besé y le dije:

Esta es mi dueña, la que me vuelve loca –

Me la metí en la boca y la chupé como si fuera el mas dulce de los manjares, así estuvimos bastante tiempo. "Q" me dio un azote en el culo y me dijo:

Vamos a tomar algo –

Cogidos de la mano nos fuimos al salón, "Q" tomó otra botella de Moet Chandón llenó las dos copas y me ofreció una, alzó la suya, me miró y nuevamente brindó,

Por ti, por haber sacado esa hembra caliente que eres, por haber dado un nuevo paso y porque disfrutes el siguiente, tanto o más que este.

Yo levanté la mía, le sostuve la mirada y con voz cargada de deseo, brindé a mi vez:

Por ti, por haberme mostrado como soy, por haberme hecho subir al cielo y porque los nuevos pasos que me hagas dar me confirmen que te pertenezco, que mi cuerpo está a tu servicio y que desea todo el placer que seas capaz de darle.

Tomamos unos sorbos y salimos, desnudos como estábamos, a la terraza. "Q" se sentó en una silla y yo lo hice en su regazo, me estaba acostumbrando a esto, me gustaba sentir el contacto de su fláccida polla con mi culo y notar como poco a poco iba cobrando vida. Puse mi cara en su pecho y mordí sus "tetillas", dio un respingo y me acarició el vientre, se puso a jugar con mi vello púbico y me daba pequeños tirones de él, pensé que éramos como niños, pero rápidamente lo borré de mi mente, lo que hacíamos desde el día anterior no era cosa de niños, éramos dos adultos dominados por el sexo. Me di cuenta que "Q" me miraba de esa forma que me derretía, estaba pensando en el siguiente paso y me lo iba a enseñar en poco tiempo, mi dolorido cuerpo empezó a temblar ¿qué me esperaría ahora?, mi curiosidad se disparó, quería saber que vendría a continuación, comencé a desear que me lo dijera ya, ansiaba oír su voz anunciándome la próxima prueba, "Q", como siempre, dominaba el "tempo" , esperaba tenerme al borde de la desesperación. Cerré los ojos y esperé que él decidiera.

(CONTINUARA)