Historia de Pamela 2
Continuación de la historia de Pamela, en la que sigue fantaseando y algo más.
Historia de Pamela II
Pamela corre rápidamente hasta zambullirse entre las olas mientras piensa en la pequeña mancha de su bikini celeste y espera que nadie la haya visto. Al lanzarse de cabeza al agua se siente aliviada inmediatamente, aliviada por escapar a las posibles miradas indiscretas, aliviada por paliar su calentura, y aliviada también porque piensa que con el ejercicio físico concentrará su mente en la natación y así dejará de pensar en el desconocido que la observaba.
Nada unos metros mar adentro hasta hallarse en aguas un poco más tranquilas, sin nadie alrededor. Después sigue nadando en paralelo a la orilla, sin alejarse demasiado. Pero no puede apartar de su cabeza la imagen del hombre con el que minutos antes fantaseaba, el mismo al que había mostrado sus pechos orgullosa. Nada más rápido, furiosa por no poder dominar sus pensamientos, sus deseos Nada hasta llegar a un pequeño refugio entre rocas, donde a modo de piscina natural un pequeño anillo rocoso alberga una porción acuosa. Pamela se detiene allí jadeando, se agarra a las piedras exhausta por el esfuerzo y al contrario de lo que pretendía, más excitada.
Cuando recupera el aliento, mira a su alrededor y se siente segura, allí nadie puede verla, nadie sabe dónde está. Se sienta en una de las piedras al nivel de las aguas y se deja llevar. Cierra los ojos y vuelve a pensar en el desconocido, acaricia sus pechos pellizcando suavemente sus pezones mientras imagina que es él quien lo hace, con la otra mano acaricia su coño por encima del bikini. Su excitación va en aumento, y ya sin reparos desliza la única prenda que lleva por sus muslos, hasta los tobillos, dejando su sexo al aire y permitiendo que sus dedos lo recorran libremente, siguiendo la línea de su raja con sus yemas, abriendo ligeramente sus labios para recorrerlos por el interior, llega al clítoris y lo encuentra hinchado y duro lo acaricia suavemente con las puntas de sus dedos, muy despacio, apenas rozándolo. Es tal su excitación que el más leve roce la hace estremecer, haciendo que sienta un placer desconocido para ella hasta ese momento, no es la primera vez que se masturba ni mucho menos, pero sí la primera que lo hace al aire libre, y aunque a salvo de las miradas indiscretas, no está exenta de que alguien la sorprenda en su escondite. No piensa que eso pueda suceder, sólo se deja llevar por la excitación, acariciando su sexo cada vez más fuerte, sintiendo cada vez un placer más intenso, que al mismo tiempo la excita más.
Sus dedos presionan ya el crecido clítorix, dejando atrás las caricias livianas, moviendo los dedos más rápido cada instante. Con su mano izquierda amasa sus tetas, pellizcándose los pezones, tira levemente de cada uno de ellos haciéndolo estirar hasta que casi le duele, para después soltarlo y volver a acariciarlo con cuidado.
Está absorta, fuera de este mundo, tan concentrada en su masturbación que una veintena de submarinos disparando sus torpedos no la regresarían a la realidad.
Por eso no se da cuenta de que alguien la observa desde muy cerca, hasta que siente una mano recorrer su pierna. De repente se queda paralizada, se le hiela la sangre, y su corazón se frena en seco, abre los ojos para comprobar estupefacta que la mano que la ha traído tan bruscamente a la realidad, no es otra que la del extraño objeto de sus fantasías.
Durante un segundo eterno no sabe o no puede reaccionar, está inmóvil como si se hubiera trasmutado en el mismo material sobre el que está recostada. Pasado el shock, un pensamiento tranquilizador le cruza la cabeza: tal vez algún extraño lance del destino le brinda la oportunidad de hacer realidad sus fantasías. De golpe se siente como si le hubiese tocado la lotería, ¿qué probabilidades hay de que alguien desee algo con muchas ganas, y ese algo ocurra en el mismo momento, sin más? En ese mismo momento decide que va a aprovechar la oportunidad.
El desconocido la mira con la misma enigmática sonrisa que tenía en la playa. Ella posa su mano sobre la de él guiándola muslo arriba hasta su cadera al tiempo que él se acerca para besarla. Sin mediar palabra, sus labios se unen entrelazando sus lenguas, la del uno el la boca del otro, al tiempo que él libera sus manos para que recorran libremente y a su antojo el cuerpo de ella. Parándose primero en sus pechos, los aprieta imprimiéndoles un movimiento circular, a la vez que con los pulgares acaricia los pezones frotándolos y presionándolos.
Ella a su vez alarga sus manos recorriendo la espalda de su inesperado amante hasta colarse por debajo de su bañador, agarrando su culo y pegándolo a su cuerpo.
Cuando sus bocas se separan se quedan fijamente mirándose frente a frente.
-Me has seguido
-Es evidente ¿no?
-¿Por qué lo has hecho?
-Para estar contigo, ¿acaso no querías que lo hiciera?
-Creo que nunca he deseado algo con más ganas.
-¿Y tu marido?
-No te preocupes por él, no va a venir a buscarme aquí.
Mientras pronuncia esta última frase desliza su mano derecha hacia la parte delantera del bañador de él, topándose con su polla semierecta. La rodea con su mano con cierto nerviosismo, se pregunta si sabrá cómo tratar un miembro así, al fin y al cabo sólo ha tocado la de su marido, y esta parece mayor. Al mismo tiempo que piensa todo esto, él le termina de retirar el bikini de entre los pies, y se quita su bañador mostrándole ahora él a ella orgulloso su polla. Ella se la queda mirando como hipnotizada, observando cómo crece entre sus manos ese formidable trozo de carne con vida propia. Comienza a deslizar su mano recorriendo la longitud de aquella polla cada vez más dura y grande. Lentamente se inclina sobre el cuerpo de él acercando su boca a ese miembro que sostiene entre las manos, saca la lengua para lamer la punta ligeramente, dejando un fino hilo de saliva que une lengua y glande y que finalmente se rompe al regresar la lengua al interior de su boca. Vuelve a sacar la lengua y a lamer de nuevo, esta vez dibuja círculos alrededor del glande, para después bajar recorriendo toda la polla hasta los huevos, los lame, los chupa, mete uno en su boca, lo expulsa, luego el otro.
El hombre sólo cierra los ojos y se deja hacer está seguro de que esta mujer le dará un placer nunca antes conocido.
Ella vuelve a recorrer el tronco de su polla con la punta de la lengua en sentido ascendente, hasta la cabeza. Cuando llega arriba abre la boca y la engulle cerrando los labios alrededor justo por debajo del glande, y con éste dentro de la boca deja jugar a su lengua con él. Después poco a poco sigue tragando cada vez un poco más adentro, hasta que toca con su garganta. Luego succionando fuerte retrocede hasta casi sacarla de su boca, para volver a tragarla toda.
No es que sea experta en mamarla, sólo se lo ha hecho a su marido una docena de veces en todos los años que llevan de matrimonio, pero últimamente se ha vuelto una gran consumidora de pornografía, sobre todo en internet, y durante los largos días que suele pasar sola en su casa, y ha tenido oportunidad de aprender de mano de profesionales.
El la toma por la cabeza, empujando su miembro dentro de la boca de ella.
-¡Chupa fuerte, chupa fuerte!
Ella obediente succiona con fuerza apretando los labios alrededor de su miembro, mientras acompaña el movimiento de su boca ayudándose con la mano.
Entonces él la detiene y le ayuda a ponerse de pie, indicándole que se coloque de espaldas a él inclinada sobre las rocas, ella comprende de inmediato y se pone con las piernas ligeramente abiertas levantando su culo todo lo que puede ofreciéndole desde atrás su sexo.
-¡Métemela! ¡Vamos fóllame!- Le manda Pamela mientras abre sus empinadas nalgas con sus manos, haciendo que se abran a la vez su coño y su ano.
El dirige su verga hasta la hendidura entre sus labios vaginales buscando el orificio de entrada a su vagina. Fácilmente, sin esfuerzo alguno la penetra hasta el fondo. Pamela deja escapar un gemido que más bien se pudiera calificar de aullido, al sentir todo ese tremendo pedazo de polla dentro.
El hombre la sujeta por las caderas, embistiéndola con fuerza, clavando en su interior cada vez toda su verga, cada vez más fuerte y más hondo, acelerando poco a poco el ritmo. Ella se mueve al ritmo que marcan las embestidas, sus pechos se balancean suspendidos, chocando contra las rocas. Sus gemidos cada vez mas fuertes son más bien gritos de placer.
El se excita más con los gritos aumentando la fuerza y la velocidad hasta estallar en un monumental orgasmo eyaculando chorros de esperma que llenan el interior de Pamela, y que después rebosan al exterior resbalando por el interior de sus muslos mezclados con los flujos de su vagina.
Ella se queda unos segundos inmóvil, recuperándose, con las piernas temblorosas aún por el orgasmo que acaba de experimentar. Después, cuando recobra el aliento, se vuelve hacia el hombre y vuelve a chuparle la polla limpiándole los restos de semen y flujos mientras mirándole a los ojos esboza una media sonrisa.
Continuará.