Historia de mi vida, Capítulo 1

“Algunas personas están destinadas a enamorarse una de otra, Pero no están destinadas a estar juntas”

Eran las 12 AM y yo me encontraba en el puente que estaba cerca de su casa. Donde siempre nos veíamos. Me encontraba nerviosa, ansiosa y a la vez feliz. Quería proponerle huir lejos de todo. Irnos a Paris, donde ella siempre deseaba ir. Al verla con un gorro blanco en su cabeza mientras una bufanda negra abrazaba su cuello y era protegida por una gabardina negra y caminaba en sus botas altas mientras se frotaba suavemente el rostro con sus guantes blancos, simplemente me enamoraba más de ella. Era perfecta, podía tener a cualquiera pero me escogió a mí.

Era invierno y estaba nevando, exactamente era el 3 de diciembre, corrí a ella y ella corrió a mí y nos abrazábamos quedando exactamente a la mitad del puente, sentía el calor de sus brazos meterse bajo mi chaqueta y sus mejillas calientes tocar mi cuello, no pude evitar sacar un par de lágrimas… La extrañaba, quería huir con ella, irnos lejos donde pudiéramos ser felices. A donde ella quisiera ir yo la seguiría. No me importaba que me desconocieran como hija y me desheredaran, conseguiría trabajo, eso estaba seguro.

  • Te extrañe… - Dijo ella susurrando dolida mientras yo le daba besos efusivos en su frente, en su cabello.

  • Yo también, te extrañe muchísimo – La levante haciendo que sus pies dejaran de tocar el suelo y suavemente la baje – Vamos… - Dije en voz baja entrelazando mi mano con la de ella.

Caminamos mientras nuestros alientos salían en un color blanco ondulante, caminamos por varias calles mientras la atraía hacia mí y ella me abrazaba, entramos al mismo callejón y ahí estaba la cafetería que era el único testigo de nuestro amor prohibido. Ambas amábamos el capuchino de vainilla. Hicimos nuestro pedido y nos sentamos en esa mesa donde teníamos grabado nuestras iniciales con la fecha y la hora exacta que nos habíamos conocido, algo cursi lo sé…

  • Te ves hermosa – Dije mirando sus preciosos ojos verdes y ella se sonrojo enseguida. Me encantaba ver como sus mejillas se tornaban rojas y bajaba su mirada nerviosa.

  • Gracias – Dijo levantando la mirada – Tú no te quedas atrás… tú estás preciosa – Dijo sonriente pasándome a mí el nerviosismo mientras sentía mis mejillas arder.

Ella era la razón de mi sonrisa de idiota y me encantaba que lo fuera.

  • Sé que nos vimos hace dos días pero… - Callé unos segundos tratando de buscar las palabras correctas – Cuando paso un día sin hablar contigo, ese día simplemente… No es bueno – Entrelace mi mano con la de ella y me miro conmovida mientras llevaba su otra mano a su boca, tratando de no llorar.

  • Tú nunca sales de mi mente, incluso cuando tengo millones de cosas por las que preocuparme… - Se acercó y sentí su aliento golpear contra el mío y me acerque haciendo que nuestros labios se tocaran suavemente, me deleitaba de sabor de sus labios, era un sabor frambuesa. Siempre me gusto ese labial. Nos separamos para recuperar el aliento – Te amo… - Susurró soltando una lagrima que logre limpiar antes de que llegara a sus labios – Y odio no poder estar contigo – Se acercó más a mí y se recostó en mi pecho mientras yo me dedicaba a acariciar su cabello castaño rojizo, era largo y era un poco ondulado.

  • Jenna… - Susurré obteniendo su atención – Tengo una idea… Que te parece sí, ¿Escapamos juntas? – Dije seria y ella me miro sorprendida – Podemos huir a un lugar lejano… Podemos ir a París.

  • Pero, tendría que pensarlo... Mi familia, mi padre, tu padre… Tu familia, ¿No te preocupa?

  • No, tu eres mi familia ahora… - Susurré sosteniéndole las manos – Tuyo y yo no tenemos ningún interés por la política, tu adoras la Literatura y yo la Fotografía, no te preocupes por el dinero o en donde viviremos, puedo sacar un poco de dinero antes de que mi padre cancelé las tarjetas… Vamos, por favor… huyamos de toda esta mierda donde lo único que nos impide estar juntas son nuestros padres, alejémonos de ellos – Dije decidida.

  • De acuerdo… - Sonrió abrazándome – Pero huyamos en cuatro días… Aunque sea para lograr sacar un poco de ropa y dinero, el dinero lo necesito sacar con cautela para que no sospechen… – Dijo aun manteniendo el abrazo – Te amo…


Me desperté con un enorme dolor de cabeza, sentía que mi cabeza explotaría en cualquier momento. Con dificultad me levante y me dirigí al baño en donde me lave el rostro y abrí el espejo en donde guardaba todos los medicamentos y agarre dos aspirinas. Salí del baño y agarre el vaso de agua que tenía en la mesa que estaba a un lado de mi cama y me tome las pastillas, y miré la hora del despertador que estaba en la misma mesa “3:21”, volví a acostarme y con dificultad logre dormirme de nuevo.


Llegue a la hora acordada con una pequeña mochila en donde traía solamente un cambio de ropa y dinero necesario para irnos. Espere por varios minutos que se fueron convirtiendo en una hora y ella no llegaba. Me estaba angustiando hasta que la vi llegar, pero no traía nada con ella, ni un bolso, ni una maleta. Venía con la mirada abajo, no pude evitar sonreír de alivio al ver que ella estaba bien, así que me acerque a paso rápido dejando caer en el camino mi maleta hasta que llegue a ella y la abrace.

  • Me tenías preocupada… - Susurré durante el abrazo, me separe y ella aún tenía la mirada abajo - ¿Nos vamos? Aún podemos alcanzar un tren.

  • Lo siento – Dijo sin mirarme – No iré…

  • P-Pero… - Tartamudeé sorprendida llevando mis manos a sus mejillas para levantarle el rostro – Tú estabas segura de irte conmigo… De huir juntas ¿Lo recuerdas? – Susurré sintiendo mi mirada borrosa. Las lágrimas se estaban adueñando de mis ojos.

  • Perdóname – Dijo en tono despreocupado – Pero ahora estoy feliz con alguien aquí y… Anoche lo presente a mi familia.

  • ¿”Lo”? – Repetí triste.

  • Sí, es un chico y de verdad me hace feliz, lo conocí hace tres meses en una junta de campaña de mi padre y nos comenzamos a conocer mejor… - Dijo incomoda.

  • ¿Tres meses? – Ella asintió con media sonrisa. Sin duda era feliz con él – Wow… Felicidades – Dije con voz apagada mirando nuestros zapatos mientras metía mis manos a los bolsillos de mis Jeans – Dijiste que nunca me harías daño – Dije sin mirarla.

  • Y nunca lo hice… - Envolvió sus brazos alrededor de su cuerpo.

  • Lo estás haciendo ahora y no te das cuenta – Dije en voz baja y me movía lentamente de atrás hacia adelante sobre mis talones.

  • Perdóname, por favor… - Se acercó y me abrazo, yo solo pude aprovechar el ultimo abrazo, sin duda era el adiós. Con lágrimas en los ojos la abrace lo más fuerte posible, era la última vez que nuestros cuerpos se tocarían.

  • No quiero perderte – Suspire sintiendo la primera lagrima caer – Pero tampoco quiero obligarte a que estés a mi lado… - Cerré los ojos tratando de memorizar todo de ella, su olor, su voz, su tacto, su mirada, sus palabras, todo… – Esté o no esté contigo, siempre te quiero ver feliz, es lo único que me importa… tu felicidad – Susurré a su oído y me despegue de ella – Te deseo lo mejor – Susurré acercándome de nuevo a ella y le di un beso en su frente y con todo el dolor que se oprimía en mi pecho me volteé y camine alejándome de ella pero no pude evitar voltearme para mirarla por última vez – Solo… Solo prométeme que no olvidarás nuestros recuerdos, nuestras experiencias… Solo prométeme que no me olvidarás, no me borres de tu vida.

  • Lo prometo – Dijo con la mirada abajo – Antes que te vayas tengo algo que decirte… - Levanto la mirada encontrándome con su mirada verde, sus preciosos ojos cristalinos.

  • Dime – Dije por inercia.

  • Amé pasar el tiempo junto a ti… - Dijo limpiándose las lágrimas – Adiós Jayde – Me volteé y seguí alejándome, agarre mi maleta y me fui a mi casa.

Era un camino largo y en todo el recorrido hasta mi casa lloré, lloré en silencio, las lágrimas salían pero no tenía voz. Solo me dedique a mirar el suelo y las lágrimas tocarlo cuando caían desde la punta de mi nariz y mi mentón. No dejaba de llorar porque sabía que, pase lo que pase, nada volvería a ser como antes. Al estar cerca de mi casa me llego un mensaje, saque el teléfono y era un número bloqueado, lo abrí y no pude evitar dejarme caer al suelo y llorar aún más fuerte y en silencio…

“Algunas personas están destinadas a enamorarse una de otra,

Pero no están destinadas a estar juntas”

  • Supongo que si la amo, debo dejarla ir… – Me dije a mi misma mientras me levantaba y escalaba el muro para entrar por un costado sin que los de seguridad me vieran. Cuando logre entrar al jardín, rodeé la casa y escalé por el enrejado hasta llegar al tercer piso en donde estaba el pequeño balcón que sobresalía de mi habitación y al entrar saque todo de la maleta y lo coloque en su lugar, si no lo hacia mi padre sospecharía. Cuando por fin termine salí al balcón en donde lloré hasta quedarme dormida sin importarme el frio que había. No me importaba.

  • ¡Maldito dolor de cabeza! – Susurré mirando la hora 3:52 AM. Había pasado media hora y las pastillas no me ayudaban…

Entré de nuevo al baño en donde me tome otras dos pastillas, camine hasta la misma mesa que estaba a un lado de mi cama y abrí el cajón sacando la cajetilla de cigarrillos, agarre el encendedor y me fui al balcón que había en mi habitación en donde me dedique a fumar hasta cansarme. No me importaba estar en unos shorts cortos y con una camiseta desmangada a casi mitad de noviembre en donde el clima es bastante frio.

¿Por qué era una historia de amor prohibido? Su padre y el mío eran enemigos, eran contrincantes… Ambos se postulaban para ser senadores. Nos conocimos en un concierto de Coldplay y no habíamos llegado a la mitad del concierto y ya nos encontrábamos besándonos entre tanta gente que decidimos irnos de ahí. Después del concierto nos veíamos a escondidas en las noches y en algunas ya casi amaneciendo pero eran únicas, compartir mi tiempo con ella fue lo mejor que me había pasado… Nos amábamos con locura aunque fuéramos solamente adolescentes.

¿Qué es el amor? Bueno… El amor no es algo que queramos sentir, es algo que sentimos sin querer.

El amor puede llegar a doler porque hay veces que no se puede entender, es inexplicable. Es tan duro pensar que uno comete errores y duele más entender porque uno hace las cosas que duele y hacen sufrir. El amor es hermoso a pesar de que duela tanto, a pesar de que pasa el tiempo uno ama más a su pareja, porque el amor es único y no se compara con nada. Le da aliento al corazón. Pero no es lo mismo cuando las cosas cambian de manera inexplicable, duele más ver el amor de otro modo.

No cuesta nada y, produce amor y sufrimiento. Enriquece a quien lo tiene o recibe. No dura hasta lo que uno quiere que dure, pero su recuerdo es eterno. Nadie es demasiado rico si no lo conoce y nadie es demasiado pobre para no conocerlo. No se puede comprar, ni prestar, ni robar pues es algo con un valor que no se puede calcular. Y si alguna vez te tropiezas con alguien que no lo ha conocido no sabe que es ser feliz. Porque nadie tiene tanta necesidad del como el que no quiere conocerlo o darse a conocer. Sin el amor uno no conoce las grandezas de la vida y ni mucho menos lo que conlleva romper con las barreras y defender el amor contra todo o contra quien sea. Un sentimiento que llega al fondo del corazón. Pero cuando nos hiere nos cuesta reponernos de él. Nadie tiene dominio del amor, pero el amor domina todas las cosas.

Yo aun en realidad no sé si la amaba de verdad, tal vez si, tal vez no, no lo sé, pero me he puesto a pensar que una historia de amor quizás, solo quizás…No se trate del final feliz, quizás el amor se trate de la historia, de la historia vivida con la otra persona… Debemos, me incluyo, a aprender a no aferrarnos al pasado, a no aferrarnos a los recuerdos tristes. Debemos aprender a cometer muchos errores y convertirlos en experiencias de aprendizaje. Aprendí a que nada sale como lo planeamos, así que no pienses tanto y deja que la vida de sorprenda.

A veces me he puesto a pensar en lo más profundo de mi ser: ¿Aun ‘amo’ a Jenna? Quizás ya no la ‘amo’… Quizás amo los recuerdos que viví con ella. ¿La odio? No la odio. Prometí nunca odiar lo que alguna vez me hizo feliz.

Muchos se preguntarán ¿Qué paso con Jenna? Bueno, seré sincera… Lo último que supe de Jenna fue que se comprometió y se mudó de la ciudad. La última vez que nos vimos fue ese día en el que pensábamos huir… Pero semanas después, bueno, creo que casi tres meses después me llego una carta de ella mientras estaba tomando un capuchino en el mismo sitio donde solíamos ir.

“Las cosas cambian, el tiempo pasa, conocemos gente nueva, gente que nos cambia y nos hace mirar hacia el futuro.

Pero llega un momento en el que recuerdas todos los momentos vividos, cuando jugábamos, nos reíamos de cosas

sin sentido. Cuando pudimos ser felices, quizás no por siempre pero tuvimos la oportunidad. Recuerdo todos los sobrenombres

que me ponías y las bromas que me hacías. Recuerdo cuando por un momento, solo por un momento teníamos

el mundo en nuestras manos pero eso ya no está. Escribí esta carta con un propósito, no es para que

regresemos, es para decirte que tú fuiste, eres y serás alguien importante que entro a mi vida.

alguien que por algún motivo, genero un cambio en mi… Gracias por todos los momentos que

compartimos juntas, jamás podré olvidarte.

Si te he herido, si te he molestado, si no he sabido decir una palabra, si fallé en decirla, si hice daño a tu corazón,

si incumplí tu esperanza, si dudé, si no alcancé uno de tus sentimientos, si no fui fiel a tu alegría, ni no

supe ahuyentar tu tristeza, si te decepcioné te pido perdón. te quiero. Jenna.”

Al terminar de leerla me sentí feliz, no pude evitar sonreír. Guarde la carta pero ahora no sé dónde está, dudo que la haya traído aquí conmigo… Oh por cierto, ya no vivo en Londres, ahora vivo en Ámsterdam. Llevo cinco años viviendo aquí, tengo mi propio estudio de fotografía y hasta ahora me va muy bien. Vivo con Kim… Mi mejor amiga de la infancia, ella estaba enterada de mi amor prohibido y me apoyo en todo momento. A veces llego a odiar vivir en el mismo apartamento con ella. No puedo dormir porque se la pasa haciéndome bromas y la muy desgraciada las graba y cada vez que vamos a visitar a la familia lleva consigo las grabaciones, espero que no las haya subido a YouTube porque ahí sí, la saco del departamento enseguida.

¿Aún no he dicho nada de mi verdad? Bueno, ¿Por dónde comienzo? Físicamente soy alta, creo que llego a medir casi 1.80, tez blanca sin llegar a parecer muerto, ojos extraños, muy extraños diría yo, no he llegado a conocer a alguien con la misma “enfermedad”, yo sufro de Heterocromía. El ojo izquierdo es de un color café muy claro casi dorado mientras que el derecho es de un color azul celeste con pequeños toques grises… ¡Lo sé! ¡RARO! Bueno sigamos, nariz delgada y respingada, labios delgados y rojos, cuerpo delgado y muy bien ejercitado.

Adoro los chocolates y los cigarros, odio las faldas y los vestidos pero ¡Hey! Soy femenina. Soy extrovertida en las fiestas pero si una persona quiere saber más de mí, conocerme más a fondo, pues me consideraría introvertida. Muchos dicen que soy bipolar pero no lo soy, es solo que tienen la mala costumbre de ponerme de mal humor cuando estoy súper feliz. Soy de carácter fuerte pero también soy sensible y muy amable, puedo llegar a ser muy alocada y tengo cierto sentido del humor negro por así decirlo.

Termine mi sexto cigarrillo y entré de nuevo a cambiarme. Me coloque unos pants holgados, una camiseta blanca y unos tenis deportivos. Agarre mi iPod, las llaves del apartamento y mi sudadera. Caminé al jardín trasero del edificio de donde vivo y comencé hacer abdominales, flexiones de brazos y sentadillas. Luego de un rato así, comencé a trotar hasta el parque que estaba a unas cuadras de ahí.

Al llegar ahí acelere el trote convirtiéndolo en un maratón de quince vueltas sin detenerme pero al terminar mi última vuelta una pequeña niña se cruza en mi camino y quise detenerme pero al intentarlo resbaló y caigo encima de las hojas amarillentas y amarronadas que estaban reunidas al borde de la calle. No me quiero imaginar como habré quedado, con el trasero inclinado y de mi cintura para arriba adentro de la montaña de hojas. Sí, ríanse…

  • ¡Aly! – Gritó una voz femenina en lo que trataba de salirme de aquellas hojas húmedas. Logre salir y vi a una hermosa chica, cabello largo y un tanto lacio de un color negro, tez blanca, ojos cafés claros que se escondían detrás de esos lentes de lectura porque vi que llevaba un libro en su mano, delgada y no era tan alta, tal vez unos diez centímetros menos, creo que medía 1.67, si tal vez. Vestía unos Jeans poco ajustados, una blusa blanca y un suéter de botones de franjas negras, unos converse clásicos. Creo que no disimule mientras la miraba porque salí de mis pensamientos en cuanto sentí mi mejilla arder y en un milisegundo deje de sentirla, era como si tuviera anestesia la mitad del rostro pero ¡Carajo! Regreso el dolor y era algo que jamás había experimentado.

  • Pero, ¿Qué sucede contigo? – Dije mientras acariciaba suave y lentamente mi mejilla, dios, estaba muy sensible mi mejilla.

  • ¿Por qué hiciste eso? – Pregunto una voz mimada, era la niña de cinco años – Ella no me hizo nada – Me defendió.

  • ¿No ves que te empujo? Te mojaste los pantalones, Aly… - Dijo con voz suave mirando a la niña, luego me miro de una forma amenazante – Fue tu culpa… - Siseó molesta.

  • Pero yo no hice nada, no la toque – Levante las manos en forma de rendición, algo que no hacia pero no quería otra bofetada – Yo me resbalé… - Dije molesta.

  • Sia, es verdad, ella no me empujo, yo del susto me caí – Hizo un gesto de lo siento con sus ojitos que hicieron que mi interior se estrujara y suspire en voz baja “Ow”.

La chica volteo a verme con sorpresa y arrepentimiento, asustada y desesperada.

  • En serio, lo siento, de verdad, no fue mi intención, déjame compensártelo – Decía rápido pero entendí, creo – Me llamo Anastasia, pero me dicen Sia – Sonrió y yo creo morí en vida.

  • Mucho gusto, Sia… - Suspire estrechando mi mano con la de ella – Me llamo Jayde pero me dicen… Bueno, me dicen Jayde – Eso le causo risa a ella y a la niña.