Historia de mi fetiche por las botas katiuskas

Me volví fetichista porque llevaba botas de agua de pequeña, pero también me gusta ensuciarlas.

Año 1999, recuerdo que estaba en la escuela primaria, yo era una niña de nueve o diez años, en esta epoca, cada dia que llovia, me ponia unas botas de agua de color azul clarito que tenía, me gustaba este color porque era bastante llamativo, aunque un poco apagado.

Cuando jugaba con mis compañeros en el recreo siempre procuraba llevar mis botas de agua, ya que habia al lado de donde jugabamos un pequeño lodazal en el que a veces caia el balon y se llenaba de barro, en estas circunstancias yo iba la primera a por el por norma general, con tan mala suerte que un dia hice esto mismo y fui a pisar en un socavón oculto por el barro y este casi inundaba mis botas de agua, tenia dificultad para salir, pero un compañero; Mario, que tambien llevaba botas de agua, vino a ayudarme a salir, luego me dijo que fueramos a limpiar nuestras botas a un charco un poco profundo que habia en la parte de atras del patio, me encantaba observar el brillo de nuestras botas tras limpiarlas con el agua (aunque duraria poco) en ese momento creo que me enamoré de Mario.

Pasaron diez años y mi relación con Mario fue mejorando con el tiempo, hasta que nos hicimos novios. Yo seguia llevando botas katiuskas, pero el no, durante un cumpleaños le regalé unas de color rojo granate, se las probó y creo que se avergonzaba de llevarlas, pero le convencí para irnos a dar un paseo durante un dia lluvioso a un bosque que está cerca de mi casa para que las estrenara.

El bosque tenia partes que eran un lodazal, andando por una zona donde el barro nos llegaba hasta la mitad de las katiuskas recordé el momento en que me enamoré de Mario, siempre tuve una fijación por todo lo relacionado con las botas de agua y la goma, creo que esto es lo que llaman un fetiche. Mientras estabamos en el lodazal, y sin mediar palabra le agarré el brazo, le besé y le desabroché el botón del pantalón para empezar a acariciar su polla, centrandome especialmente en su tronco un rato, y luego en el glande, para terminar me puse en cuclillas en el barro para hacerle una mamada, aunque según lo hice, Mario parecía preocuparse porque yo pudiera llenar mis leggings de barro, le dije que cuando yo calzo unas botas de agua soy capaz de llevar a cabo guarradas impensables, en menos de un minuto ya se estaba corriendo en mi boca, fue todo muy placentero, pero me recordó que habiamos venido a pasear.

Seguimos caminando y llegamos a una zona llana embarrada con una especie de bancos de piedra donde podiamos sentarnos, nos sentamos en ellos y hablamos de lo que habiamos hecho, acabé confensando a Mario que me encantaban las botas katiuskas, por la libertad que representan, creo que al final no lo entendió, pero le acabé, de alguna forma, poniendole cachondo, yo no tardé demasiado en mojar mi vagina, me baje los leggings, y me empecé a masturbar mientras Mario me metia un dedo por el coño, se puso un condon y me folló allí mismo, ambos gritamos extasiados de placer al llegar al orgasmo. Al terminar le pedí su condon usado y limpiamos nuestras botas en un charco antes de salir del bosque, para, posteriormente, ensuciar mis katiuskas con su semen, ojala alguien lo viera antes de que llegaramos a casa, soy una autentica cerda, mi pareja tendra que aceptar este hecho.