Historia de mi esposa II

Mi esposa ahora me pone los cuernos con su jefe

Recomiendo leer la primera parte de esta historia para su mejor comprensión.

Había pasado aproximadamente mes y medio desde que recibí el primer vídeo de Ali, en ese intervalo recibí otros dos, en los cuales mi esposa era bañada en semen por su jefe Alfredo y su compañero de correrías Juan Carlos.

No podía creer lo que veía en esos vídeos, mi dulce esposa Ali, mi recatada mujercita, follaba como una posesa con esos dos cerdos. Mientras tanto mis reacciones frente a esos videos cabiaron de forma sorprendente, al principio indignado luego posteriormente excitado contemplando extasiado como dos verdaderos machos follaban a mi esposa de todas las maneras posibles provocándola orgasmo tras orgasmo, pero lo que más caliente me ponía eran los comentarios que Alfredo y Carlos hacían en relación con mi persona.

Me trataban de cornudo, cabrón, pajillero y demás lindeces que lejos de ofenderme me excitaban y hacían que mis masturbaciones cada vez fuesen más frecuentes.

Un jueves me armé de valor y fuí a hablar con el jefe de Ali, Alfredo. Aprovechando que mi esposa estaba de compras, llamé a la empresa de ambulancias donde trabaja mi esposa, cogió el teléfono Alfredo y colgué inmediatamente, estaban en su oficina. Me encaminé hacia allí con la intención de poner fin a esta situación. Entré en la oficina de Alfredo y dando un fuerte portazo cerré la puerta. El jefe de mi esposa estabá allí, y apenas levantando la vista hacia mí me dijo:

-Hola cornudo pichafloja, esperaba tu visita. Se que llamaste y colgaste ya que tengo tu teléfono grabado en la memoria del mío.

-Sabrás el motivo de mi visita, tu y tu compinche teneis que dejar de follaros a Ali, o sino.

-Sino que cornudito, ¿vas a hacerme algo?, dijo Alfredo levantando la voz. Sabes mierda voy a subir a internet los videos de tu esposa y en unos minutos todo el mundo verá lo puta que es tu mujercita, y la gente sabrá lo que eres, un mierda de cornudo.

-No te atreverás hijo de puta, dije yo.

-¿que no?, lo primero que tengo que decirte es que tu insulto me ha ofendido, a partir de ahora te dirigirás a mi como Don Alfredo, ¿entendido?.

-Pero yo ....., acerté a contestar.

-Nada de peros cornudo, dijo Alfredo.

-Si Alfredo, digo Don Alfredo.

-Así está mucho mejor cornudo. dijo Alfredo.

No podía creerlo, aquel viejo asqueroso al que fui con la intención de partirle la cara, me estaba humillando y lejos de reaccionar me estaba excitando con sus humillaciones. En ese momento Alfredo giró la pantalla de su ordenador, y poniéndola delante mío me dijo:

-¿Te gusta lo que ves cerdo?. En la pantalla apareció mi esposa tragando la verga de Juan Carlos, mientras que Alfredo, Don Alfredo, penetraba muy duro y profundamente a mi esposa a cuatro patas. Los jadeos y gemidos de placer de Ali eran ostensibles. ¿Te excita cornudito?.

Mi polla empezó a endurecerse por momentos. ¿Te gusta?.

-Si, acerté a contestar.

-Si, que exclamo Alfredo.

-Si, Don Alfredo, me excita ver como Ud. y Juan Carlos se follan a mi esposa.

-Lo sabia desde el primer momento en que te ví, eres un picha floja que no sabe dar gusto a su mujercita, por eso ella necesita de verdaderos machos que le den el gusto y placer que su maridito no sabe proporcionarle, dijo Don Alfredo. Vamos a hacer una cosa cabrón, quiero que te bajes los pantalones, solo los pantalones, y pajeate con el boxer puesto viendo como dos verdaderos machos se follan a tu mujercita.

-No contesté.

-Bajatelos inmediatamente dijo Alfredo elevando el tono de voz de forma autoritaria, quiero ver como te corres y manchas tu slip.

Me bajé los pantalones, Don Alfredo percatándose de mi erección me dijo: estás empalmado cornudito, menéatela.

Comenzé a masturbarme apretando mi polla por encima del boxer, ver como mi esposa era follada repetidamente por esos dos degenerados hizo que me corriese casi inmediatamente, manchando mi ropa interior.

Don Alfredo riéndose con grandes carcajadas me dijo: vete a casa todo sucio cabrón, no quiero que te duches. Como sabes esta noche tu mujercita tiene guardia y aunque Juan Carlos no estará pienso follarme a Ali, ven un cuarto de hora antes de que entre tu esposa a trabajar y te esconderé para que puedas ver como la monto.

Totalmente humillado me subí los pantalones y salí de la oficina de Don Alfredo, mientras sus carcajadas resonaban en mis oidos,

El resto del dia transcurrió muy despacio, las palabras de Don Alfredo se repetían en mi mente y mi excitación crecía por momentos.

Me inventé una excusa y salí de mi casa una hora antes de que mi esposa empezase su turno de trabajo, me dirigí a la empresa de ambulancias y entré en el despacho de Alfredo, bueno de Don Alfredo.

-Hola cornudo de mierda, ¿vienes a ver como me follo a tu linda mujercita?. Pensé que tendrías un poco de dignidad y no vendrias pero ya veo como eres.

-Si Alfredo, perdón Don Alfredo, contesté.

Salimos de su oficina y nos dirigimos a una habitación más grande, pude ver el sofá donde Alfredo y Juan Carlos tantas veces se habían follado a Alicia.

Alfredo me dijo: escóndete en ese armario maridito, tendrás que esperar un rato.

Me introduje en él y esperé. No se cuanto tiempo transcurrió, finalmente oí unas voces y Don Alfredo y Alicia, mi Alicia, entraron en la habitación. Mi esposa estaba preciosa, jersey hasta el cuello, falda hasta media rodilla, medias negras y botas altas.

-Ven aquí putita, no está Juan Carlos pero no te vas a quedar sin tu ración diaria de verga.

-Esto no puede continuar Alfredo, soy una mujer casada y no quiero hacer daño a mi marido, dijo Ali.

Alfredo se rió con sonoras carcajadas y abrazó a mi esposa, sus manazas agarraron con fuerza el trasero de mi esposa y dijo: ¿tu marido?, quien ¿el cornudo de tu esposo?, y cogiendo con brusquedad la cabeza de mi esposa le estampó un beso.

Mi polla empezó a dar señales de vida, mi excitación hizo que tuviese una formidable erección e inconscientemente comenzé a masturbarme.

Alicia intentó zafarse de las manazas de aquel patán, pero Don Alfredo dió la vuelta a mi esposa, pasó sus brazos por debajo de las axilas y empezó a magrear las tetas de Alí. Sus manos se introdujeron por debajo del sueter de mi mujercita y pude contemplar como acariciaba los pechos de mi esposa.

Ali se intentaba resistir pero sus defensas acabaron cediendo ante la fuerza y caricias del macho de su jefe. Una mano de Don Alfredo bajó por las piernas de mi esposa y subiendo su falda se introdujo en el tanga de mi mujer para comezar a pajearla.

-Estás totalmente empapada zorrita, dijo Don Alfredo.

-Si cabrón me pones a mil, dijo mi esposa mientras jadeaba como una perra,

Una de las manos de Alicia se dirigió al bulto de su jefe y bajando la cremallera de su pantalón introdujo su mano dentro del slip de Don Alfredo.

-Que dura, gorda y babeante la tienes, dijo Ali.

-Es toda para ti putita, quiero que te la comas ahora mismo dijo Don Alfredo.

Poniéndose de rodillas mi esposa bajo los pantalones y el boxer de su jefe. Una enorme verga apareció. Ali bajo el glande de ese pollón y empezó a besar su punta llena de líquido precoital, acariciando con sus manos los testículos de Don Alfredo. Acto seguido se la introdujo hasta el fondo de su garganta.

Don Alfredo puso sus manos en la cabeza de mi esposa y comenzó a follar la boca de mi mujer con deseperación. En ese momento el tipejo miró hacia el armario donde estaba yo escondido y con su mano me hizo el signo de los cuernos de forma triunfal.

  • Como me gustaría que nos viese el marica de tu esposo, me encantaría que viese como estoy follando a la putita de su esposa. ¿quien te da más gusto, yo o ese hijo puta que tienes por esposo?, dijo Don Alfredo.

-Tú cabrón, solo tú. La pollita de mi marido no me da el placer que me da la tuya, la de mi esposo casi ni la siento dijo Alicia.

En ese instante me corrí como un cerdo por segunda vez en ese día, lejos de estar indignado me sentía en la gloria viendo en directo como mi mujer, mi querida esposa, me hacía más cornudo aún si cabe.

Don Alfredo desnudó a mi esposa y tumbándola en el sofá, ordeno a Ali:

-Abre bien tus piernas quiero ver como te masturbas para mi.

Ali introdujo un par de dedos en su humedo coño y comenzó a pajearse. Don Alfredo se quitó el resto de su ropa y ordenó a mi mujer que se tumbase en el sofá.

Mi esposa se tumbó completamente desnuda, y Don Alfredo empezó a acariciar con sus enormes manazas el cuerpo de mi esposa, su pelo, su cara, sus tetas, sus muslos. Dos de sus dedos se introdujeron en el coño de Ali mientras su otra mano acariciaba el culo de mi mujer, para introducir finalmente un par de dedos en el ano de mi esposa. Transcurrido un rato, Ali tuvo un orgasmo bestial.

Dentro del armario tuve de nuevo la imperiosa necesidad de masturbarme y otra vez comencé a acariciar mi polla.

Don Alfredo se sentó en el sofá y cogiendo en volandas a Ali la obligó a sentarse encima de él. Su verga ensartó el coño de mi esposa y comenzó una penetración, un mete saca, brutal. Las tetas de mi mujer botaban acompasadamente al ritmo de la follada que le estaba dando su macho. Los gemidos y aullidos de placer de Don Alfredo y Ali se escuchaban en toda la empresa, mientras que mi condición de cornudo apaleado crecía por momentos.

Transcurrido un buen rato, y tras los insultos y humillaciones que Don Alfredo y mi propia esposa me dedicaron, Ali tuvo un nuevo orgasmo y Don Alfredo incrementando el ritmo se su follada se corrió dentro del coño de mi esposa. Al descabalgar a mi mujer pude contemplar como hilos de leche salían del coño de mi mujer y me corri nuevamente como un cerdo.

-Vete a ducharte zorrita dijo Don Alfredo a mi esposa, sentándose nuevamente en el sofá. Que pena que el marica de tu esposo no esté aquí para ver que follada te he pegado, dijo mientras se reía a carcajadas. De todas maneras esto no ha acabdo aquí, luego volveré a follarte y darte toda la leche que tengo para ti putita, quiero petar tu culito de zorra que yo he devirgado.

Mi esposa abandonó la habitación y al poco rato se oyó el ruido de la ducha. Salí del armario y Don Alfredo dijo:

-¿Has visto el zorrón que tienes por esposa cornudo maricón?.

No contesté, y cuando pensaba que no podía sentirme más humillado y vejado, Don Alfredo me ordenó: arrodillate delante mío y limpia la verga que acaba de follarse a tu esposa.

Ni siquiera protesté, me arrodillé y comenzé a lamer y limpiar la verga que tanto placer había proporcionado a Ali y porque no decirlo a mi también. Sorpresivamente, Don Alfredo agarrando mi cabeza hizo que me tragase su verga hasta el fondo, tuve grandes arcadas, no podía respirar, finalmente soltó mi cabeza y me obligó a comer su pedazo de carne y testículos hasta que grandes borbotones de semen inundaron mi garganta y mancharon mi cara, mi pelo y mi ropa.

Vete a casa cornudo de mierda y pajeate como un mono, esta noche volveré a follarme a tu mujercita las veces que quiera y grabaré más vídeos a tu salud. La próxima vez me follaré a tu linda mujercita en vuestra cama de matrimonio, y ese día estarás tu delante de tu esposa.

Salí de la habitación mientras resonaban las carcajadas de Alfredo, quise decir el macho Don Alfredo y volví a mi casa.

Espero sus comentarios.

ferrosillo737@gmail.com