Historia de Mariola (7: Fin de semana con mi herm)
Por fin llegó el ansiado fin de semana. Mariola sin colegio y la novia de su hermano tenía que estudiar para los finales, así que podrían estar a solas dos días completos...
Séptima Parte: Un fin de semana con mi hermano
Después de desvirgarme, mi hermano Pedro había dicho que teníamos todo el fin de semana para "repetirlo", y la verdad es que no faltó a su promesa, porque tan sólo era viernes, y el fin de semana resultó lago y delicioso.
El sábado, por la mañana temprano, Pedro salió a la calle sin hacer ruido, y cuando me desperté él no estaba, así que me duché, y cunado estaba secándome y decidiendo que me iba a poner se me ocurrió una idea: estaría todo el fin de semana en bolas, ¡me moría de excitación sólo de pensarlo! Así que dicho y hecho, me sequé y me dispuse a esperarlo como Dios me trajo al mundo.
Al poco entró con un paquete de churros recién hechos, calentitos, como a mí me gustaban... Cuando me vio dijo:
- Pero ¿todavía no te has vestido?
- No, ya ves ¿Es que no te gusta?
- ¿Gustarme? Creo que me estoy empalmando sólo de verte...
- Bueno -dije tras un beso húmedo y prolongado- pues vete acostumbrando, porque pienso pasarme el fin de semana así...
Y efectivamente, desayunamos los churros que él había traído, yo desnuda... y él sin parar de mirarme. Y después volvimos a follar... Esta vez fue diferente, mucho más placentero y de forma más lenta y delicada, mientras yo iba aprendiendo y poniendo en práctica mis habilidades recién adquiridas.
No falté a mi promesa de ir desnuda por la casa... al menos tanto como pude, porque a media mañana llamaron a la puerta y cuando mi hermano miró por la mirilla me hizo una seña para que me escondiera, porque era el repartidor del butano: el pequeño piso de mi hermano era bastante antiguo, y no tenía instalación de gas ciudad, así que usaba bombonas de butano, y precisamente hoy le trajeron una nueva. Corrí desnuda al dormitorio mientras Pedro abría la puerta casi sin darme tiempo a reaccionar, por lo que creo que le alegré la mañana al repartidor: no estoy segura pero apostaría que le dio tiempo a verme fugazmente de espaldas mientras me encerraba en el dormitorio...
Después de comer, y tras hacer unas cuantas bromas sobre la cara que se le había quedado al repartidor, empezamos a retozar otra vez: me "atacó por detrás" mientras me lavaba los dientes en el cuarto de baño, desnuda de pie frente al espejo que había sobre el lavabo. Cuando me inclinaba para escupir, sentí como sus manos atrapaban mis tetas y empezaba a restregar su endurecido paquete contra mis nalgas. Si apenas darme tiempo a enjuagare la boca me di la vuelta, y él puso las manos sobre mis hombros, empujándome hacia abajo, para que me pusiera de rodillas... Le saqué la polla de los calzoncillos y empecé la faena, metiéndomela en la boca. Cuando la tuvo completamente dura, me obligó a que me levantara, y aponer la pierna derecha sobre le lavabo, dejándome completamente abierta y expuesta. Creí que me la iba a meter directamente, pero él nunca paraba de sorprenderme: en su lugar, empezó a restregar la palma por mi coño, cada vez más rápido, metiéndome los dedos de vez en cuando. La postura era muy incómoda para mí, porque el lavabo estaba muy alto, me dolía el muslo y tenía que abrazarme a mi hermano para no perder el equilibrio. Pero porto dejó de importarme... su mano seguía restregándose por mi rajita cada vez más y más deprisa... y yo estaba cada vez más húmeda, notando cómo le mojaba la mano.
- Ah ah ah -jadeaba- si sigues así... me... me voy a correr...
- Bueno ¿y que hay de malo en ello? -dijo irónicamente.
Al poco tiempo sentí como empezaba el orgasmo a apoderarse de mi, me puse tensa y de agarré a él, besándole apasionadamente, pero Pedro, lejos de parar, aumentó el ritmo, mientras yo me corría de una forma bestial... mojándole la mano y el antebrazo completamente con mis jugos....
- Aaaah... que bueno hermanito -dije todavía jadeando.
- Sí... te has corrido a gusto ¿verdad francesita? -dijo acercando su mano mojada a mi cara, y dándomela a oler...
Desprendía un aroma muy fuerte, y empezó a meterme los dedos en la boca, por lo que pude sentir mi propio sabor... era curioso. Pensé: "así es como debo saberle yo a él".
- Y ahora de voy a follar....
Dejó la frase en el aire, como una amenaza, y me dio la vuelta, obligándome a arquearme sobre el lavabo, y me la metió salvajemente, iniciando un mete y saca furioso, muy rápido. Me empujaba con tanta fuerza que tenía que usar las dos manos apoyadas sobre el lavabo para no golpear mi cabeza con el espejo. Al poco me corrí por segunda vez, aunque no fue tan intenso, auque él siguió empujando furiosamente. Casi en seguida sentí como su respiración se hacía más jadeante, y comenzó a gruñir, supuse que se iba a correr, así que -como no se había puesto condón porque todo había sido muy rápido- creí que me iba a dar la vuelta, y que querría correrse en mi cara... o incluso en mi boca, y no estaba segura de querer dejarle que lo hiciera, después de la jugarreta que me había hecho el día anterior obligándome a tragarme su leche sin avisarme siquiera. Pero no hizo falta que me decidiera a dejarle hacerlo... apenas si tuvo tiempo de sacármela y mientras la restregaba sobre el canalillo que formaban mis nalgas comenzó a soltar chorretones de semen sobre mi culo y mi espalda, dejando completamente pringada...
- ¡Mira lo que has hecho! -protesté en broma- ahora tendré que ducharme otra vez.
Él acalló mis protestas dándome la vuelta y metiéndome la lengua en la boca... Después nos duchamos juntos... Era la primera vez que me duchaba en compañía de un chico... pero no sería la última.
Cuando estuvimos secos, y descansando en el sofá, ambos desnudos, y Pedro con la cabeza apoyada en mi regazo mientras yo acariciaba su pelo, el dijo:
- Mariola...
- ¿Si?
- Supongo que sabes que de esto no se puede enterar nadie ¿verdad?
- ¡Claro tonto! ¿Crees que se lo iba a contar a papá y mamá para que les diera un infarto? Claro que a lo mejor a tu novia María si que merecía la pena... para ver la cara que se le quedaba.
- No lo digas ni en broma... con lo celosa que es me cortaría los huevos y me los serviría en el desayuno.
- Ja ja.
- No en serio... no se lo puedes decir a nadie...
- Pues... -y dejé la frase sin acabar.
- ¿Que?
- Que creo que eso ya no a va poder ser
- ¿Como? -dijo levantándose bruscamente- ¿no se lo habrás contando a nadie? ¿verdad?
- Bueno...
- ¡Mariola!
- Es que verás, Sandra es mi mejor amiga... y nos lo contamos todo...
- Joder tía... ¿tu eres tonta? ¿Pero que te pasa?
- Tranquilo hermanito... ella es de confianza... además, si está que se muere por tus huesos... Piensa que estás muy bueno, y creo que me tiene envidia.
- si pero...
- No, confía en mi... no seas tonto, ella no dirá nada.
- ¿Estás segura? es que...
- claro tonto... además -bromeé- a lo mejor la podemos invitar un día a una de nuestras sesiones... je je.
Pedro pareció tranquilizarse un poco con mi broma... tanto que se quedó pensativo un rato y dijo.
- Pues a lo mejor no estaría mal -se rió bromeando- creo que lo pasaría bien... y tu también ja ja.
- Ya listo, y sobre todo tu ¿verdad?
Comenzamos a reinos los dos, pero yo empecé a darle vueltas al asunto: me parecía que mi hermano no lo había dicho tan en broma como pretendía, y que a lo mejor le apetecía la idea más de lo que se atrevía a confesar... y a mi comenzó a excitarme el imaginar esa situación. Claro que yo tampoco sabía como reaccionaría Sandra a la hora de la verdad, porque una cosa son las palabras, y otra pasar a la "acción"...
Esa noche, para mi desgracia, se presentó María, la novia de mi hermano. Dijo que aunque tenía mucho que estudiar quería "ver como estaba" Pedro. Creo que en el fondo sospechaba algo de mí, por supuesto no lo que realmente nos traíamos entre manos, pero por alguna conversación que les había oído a escondidas en las que criticaba lo ligerita de ropa que iba yo siempre creo que estaba un poco "mosca". El caso es que casi me pilla en pelotas, pues yo seguía desnuda por la casa y cuando llamaron a la puerta y Pedro fue a abrir sin saber quien era yo me escondí en el único dormitorio que había: el de mi hermano. Lo cual era un problema como pronto me di cuenta, porque si le daba por entrar iba a tener muy difícil explicarle porqué estaba desnuda en le dormitorio de su novio, y yo no podía salir porque ellos estaban en el salón. Me entró un poco de pánico, pero también me excitó mucho la situación. Ellos seguían hablando en el salón y yo no sabía muy bien que hacer, pero tenía que hacer algo rápido si no quería que me pillara. Oí como María le preguntaba por mi, y cómo mi hermano le respondía con vago "por ahí anda" como si hubiera muchos sitios para "andar por ahí" en un piso tan pequeño... de un momento a otro María querría entrar en el dormitorio y me iba a pillar, y el tonto de Pedro parecía no caer en el cuenta y no intentaba sacarla del piso y llevársela a la calle... o a lo mejor lo estaba haciendo a propósito el muy cabrón. Decidí hacer algo, y rebusqué en el armario de mi hermano apresuradamente hasta que encontré una de sus camisetas, una de color claro con el emblema de su antiguo club de fútbol del instituto, y me la puse apresuradamente. Como me estaba grande, me cubría hasta los muslos, lo cual me venía bien para ocultar mi coñito a su vista.
Salí del dormitorio vestida sólo con la camiseta y saludé a María simulando que estaba en cantada de verla:
- Hola María... ¡Que sorpresa!
- Eh... Hola Mariola... -se quedó boquiabierta al verme de esa guisa, porque creo que la camiseta se me transparentaba un poco.
- María ha venido a verme -dijo Pedro fuera de lugar.
- ¿No vas un poco "fresca tu, niña? -me reprochó María.
- Si,... bueno, es que hace calor ya sabes... ¿Te vas a quedar a cenar con nosotros? -pregunte simulando cordialidad.
- Pues... sí -dijo mirándome de arriba abajo la muy puta- pero a cenar nada más, porque luego quiero aprovechar un rato y seguir estudiando.
Mi gozo en un pozo... la tonta de María me había estropeado la velada... pero decidí sacarle partido a la situción, y calentar a Pedro todo lo que pudiese en presencia de su novia... me divertía y excitaba el jueguecito... Así que decidí no cambiarme, y quedarme toda la noche así vestida: sólo con la camiseta de mi hermano.
Preparamos entre los tres una cena ligera en la cocina: pasta y una ensalada. Yo "ayudaba" trasteando por la cocina, y rozándome con mi hermano cada vez que podía, que ponía los ojos como paltos, porque la verdad es que la camiseta dejaba mucho a la imaginación...
Comimos los tres hablando de trivialidades para disimular, pero era evidente que tanto María como Pedro no me quitaban la vista de encima: cuando estaba sentada a la mesa, en frente de Pedro, mis muslos estaban casi cubiertos por la camiseta, que era muy grande, pero al ser tan holgada, aunque no tenía escote, si me inclinaba un poco hacia adelante supongo que dejaba ver mis tetas casi hasta los pezones. Pedro echaba miraditas furtivas intentando que su novia no lo advirtiese... y ella sin atreverse a decirme nada también me miraba con expresión severa. Mientras hablábamos, porque yo prácticamente estaba juguetenado con la comida, estiré la pierna por debajo de la mesa, sin que María se diera cuenta, hasta que mi pie descalzo alcanzó la entrepierna de mi hermano. Pedro dio un respingo, pero continuó hablando para disimular y que María no se diera cuenta, mientras yo acariciaba el bulto que iba creciendo en sus pantalones.
Con estos jueguecitos pasmos la cena, y después María convenció a Pedro para que fueran al dormitorio, aunque este accedió de mala gana, poniéndole excusas y recordándole lo mucho que tenía que estudiar y demás. Pero el caso es que se encerraron un rato en el dormitorio mientras yo me quedaba en el sofá viendo la tele y deseando a la vez que temiendo que a María no se le ocurriera intentar pasar la noche allí, aunque no lo cría, dado como se las gastaba su padre. Como tenía la tele bajita, oí jadeos al otro lado de la puerta cerrada, pero dado el poco tiempo que estuvieron, no creo que hicieran "gran cosa": probablemente María le había hecho una paja o una mamada a mi hermano y poco más.
Por fin decidió irse... menos mal, alegando que tenía que aprovechar esa noche porque el lunes tenía el final... aunque lamentando el que no pudieran salir... al fin y al cabo era sábado por la noche.
Pedro no sólo bajó a despedirla al portal, sino que decidió acercarla a su casa en el coche, así que yo me quedé esperando impaciente. Cuando oí como giraba la llave en la puerta una media hora después me quité la camiseta que todavía llevaba puesta y me decidí a "darle un buen recibimiento" a mi hermano. Me lancé a sus brazos desnuda y comencé a besarle.
- No... Mariola... deja...
- Pero ¿por qué?
- Porque casi nos pillan...
- Bueno pero ahora no está... tu novia quiero decir.
- si, pero a demás estoy muy cansado...
- Uy... ¡Pobrecito! que te ha hecho -dije mientras llevaba mi mano a su bragueta.
- No Mariola... no tengo fuerzas
- Venga...-dije haciendo unos pucheritos.
- Mariola... me vais a matar entre las dos... Yo no soy una vaca a la que podáis ordeñar tantas veces...
Me hizo gracia la analogía, y nos reímos un rato los dos... peor el caso es que esa noche no hicimos nada... para decepción mía... Nos limitamos a dormir desnudos juntos en su cama como la noche anterior... aunque eso si, yo me hice una buena paja. No se si pedro lo notó o no, si estaba dormido o despierto, pero el caso es que no dijo nada, y al final me quedé dormida a su lado.
El domingo nos levantamos tarde, y después de desayunar Pedro me dijo:
- Vístete -era algo literal en mi caso- vamos a salir.
- ¿A donde?
- Por ahí... vamos a pasear un poco.
Ni corta ni perezosa me dispuse a ponerme las braguitas, pero entonces él me detuvo:
- No,... no te pongas ropa interior... y ponte falda.
Me excitó la idea, así que cogí una faldita corta, la más corta que tenía y la camisa blanca de mi uniforme escolar, de la que me dejé un par de botones sin abrochar, proporcionándome un generoso escote. Por supuesto tampoco me puse el sujetador.
Estuvimos paseando un buen rato por el parque: un hermano mayor sacando a su hermanita de paseo... pero los demás viandantes poco sospechaban de verdad lo que nos traíamos entre manos
- ¿Tienes hambre? -me preguntó cerca del mediodía.
- Sí -y la verdad es que estaba hambrienta.
- Vamos a sentarnos en esa terraza,... y a tomar algo.
Nos sentamos en una de las mesas que una cafetería tenía colocadas en la acera, en una tranquila placita. Cuando me senté levanté la falda como había hecho la primera vez que me senté sobre el regazo de Pedro unos días antes. Tanto la mesa como la silla eran de metal, así que cuando me senté sin bragas sentí un escalofrío... la silla estaba muy fría, y mi Pedro se rió del respingo que pegué.
Cuando vino el camarero, Pedro pidió una cerveza para él, y un refresco para mí
- No... yo también quiero cerveza. -exigí.
- Pero...
- Venga... porfa...
El camarero, mientras esperaba a que mi hermano se decidiera, no quitaba ojo de mi escote, que dejaba ver el nacimiento de mis tetas... y adivinar el resto. finalmente conseguí que mi hermano accediera, así que también pidió una cerveza para mí, y algo de comer como aperitivo.
- Bueno -sentenció cunado el camarero se hubo marchado- si tienes edad para follar, supongo que tienes edad para tomar alcohol... pero solo porque es cerveza.
A Pedro le divertían las miradas que me dirigían los viandantes... las mujeres medio escandalizadas por mi aspecto, pero los hombres se quedaban embobados mirándome las piernas que mi corta falda apenas podían ocultar. Menos mal que no estábamos ni en le barrio de mis padres ni el que vivía mi hermano... hubiera sido muy incómodo si algún amigo de la familia me hubiese visto así vestida y le hubiera ido con el cuento a mis padres. Cuando el camarero volvió con la bandeja y se inclinó para soltar las cosas en la mesa, echo una mirada larga a mi escote, casi sin disimular... la verdad es que debía ofrecer una "buena vista".
- Ja Ja Ja -se rió Pedro- creo que nuestro amigo el camarero se ha quedado con ganas de ver mas...
- ¿A que si? -dije burlona, mientras pegaba mis codos al cuerpo para realzar mi busto, y lo movía insinuante.
Pedro, siguiendo la broma, cogió el pan de la misa, hizo una bolita con él y me lo tiró, pero no me acertó: porque me golpeó sobre el hombro.
- Na na na na, has fallado -canturreé mientras seguía moviendo mis pechos de la manera más insinuante que podía.
El hizo unas cuantas bolitas más de pan, y finalmente conseguí colar una en mi escote, que acabó depositada entre mis tetas.
- ¡Premio! -dije.
- Bueno... ahora tengo que "recoger" mi premio.
Y tras mirar alrededor para asegurarse de que nadie nos veía se inclinó y metió su mano en mi escote para recoger la bolita de miga de pan... claro que de paso aprovechó para meterme mano y sobarme un poco las tetas...
Seguimos bromeando mientras comíamos, y al cabo de un rato pedro dijo:
- Enséñame el coñito.
- ¿Aquí?
- sí
- Pero... nos va a ver...
- No, venga, enséñamelo.
Yo arrastré un poco la silla para separarla de la mesa, y que no obstaculizara la visión a mi hermano, abrí las piernas, y subí un poco mi falda... fugazmente.
- Vamos... -protestó- pero si no me ha dado tiempo de ver nada.
Así que lo volvía hacer, esta vez más lentamente... y así unas cuantas veces más. supongo que nadie podía vérmelo, a no ser que estuviera en el ángulo adecuado, es decir el que ocupaba mi hermano. Pero en una ocasión, un niño pequeño, de unos siete u ocho años que estaba jugando con sus amigos en la plaza a las canicas y que se agachó a recoger una se quedó fijamente mirando... como hipnotizado. Cuando me di cuenta vi que tenía los ojos abiertos como platos, y que se había quedado inmóvil ante la perspectiva que se le ofrecía entre mis piernas.
- ¡Que vergüenza! -dije mientras enrojecía como un tomate y cerraba rápidamente las piernas- me ha visto...
- ¿Y que? ¿qué va a hacer? ¿contárselo a su mamá? Ja Ja Ja.
- Vámonos... por favor.
Mi hermano accedió, y volvimos al parque. entonces se le ocurrió la idea de alquilar un bote de remos, y dar una vuelta por el lago... como hacía mi padre con nosotros de pequeños. Cuando nos alejamos lo suficiente de la orilla, Pedro dejó los remos, y vino a sentarse a mi lado... Me pasó su brazo por el hombro, como a veces yo había visto que hacían las parejas de novios en una situación parecida. Su manó quedó a ala altura de mi pecho, por lo que la metió por mi escote, y comenzó a acariciarme el pezón. Yo me excité casi instantáneamente, supongo que más por el morbo de la situación de que me lo estuviera haciendo en público, aunque no había otras barcas alrededor que pudieran vernos...
Su mano libre" se abrió paso por debajo de mi falda, y comenzó a acariciarme el coñito, cosa que era fácil, ya que no tenía bragas... Poco a poco empecé a humedecerme, mientras el metía uno o dos de sus dedos, y seguía con el masaje. De vez en cuando Pedro miraba alrededor pasa asegurarse de que no había mirones, mientras yo empezaba a jadear, e iba perdiendo el control... Yo suspiraba y gemía, y cuando finalmente me corrí con la palma de su mano frotándome, creo que solté un gritito.
- Ahora te toca a ti -dije melosa mientras ponía la mano en el bulto de su entrepierna.
- No... espera -dijo él apartándomela- quiero que me la mames.
- ¿Aquí? ¡estas loco! ¡podrían vernos!
- Por eso no lo vamos a hacer aquí, vamos a otro sitio.
Así que Pedro volvió a coger los remos y se dirigió a la orilla. Cerca de la caseta de alquiler de botes había un pequeño edificio, en el que estaban los servicios.
- Entra en los de señoras, y asegúrate de que no hay nadie -me ordenó.
Cuando lo hube comprobado, le avisé, y el entró también. Había tres compartimentos pequeños con un retrete cada uno, y los dos nos metimos en uno de ellos cerrando la puerta con el pestillo. La verdad es que no estaban demasiado limpios, pero para lo que íbamos a hacer nos valía... ¡que remedio!
Pedro se quedó de pie, con la espalda apoyada en la puerta cerrada, mientras yo también de pie a su lado, se desabroché la bragueta y le saqué la polla. Comencé a hacerle una paja allí mismo, por lo que, aunque la erección le había bajado mientras remaba de vuelta, no tardó en volver a ponérsele dura. Alternativamente iba cambiando de mano, porque la verdad es que me cansaba cuando llevaba un rato "dándole".
- Siéntate sobre la taza -me ordenó.
Yo bajé la tapa y obedecí, quedando frente a él, y continuando con la paja, aunque esta vez más cómoda, pues estaba sentada. Mi hermano me desabrochó un par de botones más de la camisa, y me sacó los pechos, de forma que pudiera verlos mientras le estaba pajeando. Yo soltaba risitas por lo bajo, para no llamar la atención, pero me excitaba mucho la situación, mientras el respiraba cada vez más hondo, y soltaba algún suspiro de vez en cuando. Continué haciéndole la paja con una mano, mientras con la otra le acariciaba los huevos, y él de vez en cuando se inclinaba para tocarme las tetas.
- chúpamela -dijo, casi suplicante.
Y yo obedecí, metiéndomela en la boca y sustituyendo mi mano por la lengua. Llevábamos un rato así, yo sentada sobre la taza, con las tetas fueras y su polla en mi boca, cuando oímos ruidos y conversación de un par de mujeres que entraban en el servicio... Me quedé helada, sin saber que hacer. pedro se inclinó sobre mi odio y susurró "Sigue... no pares ahora" Así que seguí haciéndole la mamada, mientras oíamos al otro lado de la puerta el agua del lavabo corres y a la cháchara de las dos mujeres. Mi hermano suspiraba cada vez más, y yo temía que nos oyeran, pero seguí a lo mío. Cuando sentí que se ponía rígido, y que su polla se enervaba, supuse que se iba a correr, y no me apetecía tragármelo en absoluto, así que me la sequé de la boca justo a tiempo... pero aún así su primer chorro de leche se estampó en mi cara, sobre mi nariz y mi barbilla. Pensé "oh joder, me va poner perdida, y si me mancha la ropa va a ser un corte mientras llegamos a casa". Así que con la mano, le agarré la polla, y mientras continuaba meneándosela, la dirigí hacia mi lado derecho. Pedro continuó corriéndose abundantemente, soltando un gruñido apagado. Creo que las mujeres debieron escuchar algo, pues de pronto dejó de oírse su conversación... Los chorretones de leche alcanzaron los azulejos de la pared, dejando una mancha viscosa que se empezó a deslizar hacia abajo, formando un pequeño reguero, y yo solté una risita apagada.
Mi hermano suspiró, y continuó jadeando un poco hasta que la respiración se le fue normalizando un poco. Esperamos hasta asegurarnos de que las dos mujeres se habían ido, y él cogió su pañuelo, y delicadamente limpió los restos de leche de mi cara. Finalmente, nos volvimos a "colocar" la ropa, y salimos de los servicios, dejando una "bonita" mancha en la pared, y nos dirigimos a casa, donde al llegar pude volver a "ponerme cómoda".
Me quedaba esa tarde de domingo y la noche de aquél maravilloso fin de semana... y pensaba aprovecharla a tope... iba a tener muchas cosas que contarle a mi amiga Sandra el lunes de vuelta en el cole. Claro que empezaba a darle vueltas a la idea -medio sugerida en broma- de hacer que mi confidente participara más en nuestros "jueguecitos".
Besitos. -