Historia de Mariola (4: La cinta de video)

Tras haberse insinuado a su hermano y haber sido rechazada por él, Mariola encuentra una cinta de video con la que le hará cambiar de opinión.

Cuarta parte: La cinta de video.


Saludos de nuevo y un beso a todos los que hayan ido siguiendo hasta ahora mi historia. Siento haberles dejado colgados la última vez que les escribí en semejante situación, y siento haber tardado tanto en escribirles de nuevo. Pero finalmente aquí estoy de nuevo.

Como ya les conté, había reunido el valor suficiente para insinuarme a mi hermano, y de hecho me había visto desnuda, pero para mi desgracia él no solo me rechazó sino que amenazó con pedirle a mis padres que me sacaran de su casa, donde temporalmente estaba pasando unos días,... y quizás, algo contarles algo más con respecto al motivo de esa petición, aunque no creía que se atreviese a tanto, porque yo sabía que le había gustado lo que había visto y se había excitado con ello.

A la mañana siguiente Pedro se marchó a su trabajo algo más temprano que de costumbre y yo al colegio, por lo que no coincidimos por la mañana, y no tuve tiempo de hablarle ni de averiguar si había cambiado de opinión.

Si ha habido algún día en que no presté atención a las clases fue ese. No podía concentrarme y parar de pensar en que hacer, de hecho mis profesores lo notaron, y me llamaron la atención varias veces, y Sandra, mi mejor y prácticamente única amiga también lo notó. Así que durante el recreo, y cuando estábamos solas me dijo que estaba rara y me preguntó qué me pasaba.

Sandra y yo nos conocíamos desde niñas, y como ya he dicho era mi única amiga y la única persona a la que podaría plantearme contárselo, así que me decidí y se lo conté tras su insistencia.

  • ¡Joder tía! ¡Que fuerte! Yo no se lo que hubiera hecho si me hubiese rechazado así.

Yo sabía que a Sandra le gustaba mi hermano, pero no creo ni que él se diera cuenta de su existencia, o de que la considerara una mocosa que a veces venía a casa a ver a su hermana.

  • Yo tampoco se que hacer.
  • ¿Oye, y le gustó?
  • Creo que sí... porque luego le vi meneársela a escondidas,
  • ¡Ojala hubiese estado yo allí para verlo también!
  • O para que él te viera a ti ¿verdad? -pregunté socarronamente.
  • Bueno... -se puso roja como un tomate- a mi nunca me ha visto desnuda ni tocado ningún chico... y tu hermano Pedro está tan bueno...

El recreo acabó y el resto de la mañana fue aún peor, porque Sandra tampoco había sabido darme ninguna solución. Cunado llegué a casa me acordé de que era martes, y que ese día mi hermano no venía a casa a comer, porque se quedaba a trabajar esa tarde y llegaba a casa prácticamente de noche. Así que me preparé algo y comí sin ganas. Después de comer, me tumbé en el sofá a ver un rato la tele, pero como no ponían nada interesante decidí poner una película en el destartalado aparato de video de mi hermano.

Tras rebuscar un rato en la estantería entre las cintas encontré una película que no estaba mal, porque la mayoría eran películas sangrientas y de terror, o rollos insoportables de los que le gustaban a mi hermano, por no hablar de partidos de fútbol grabados de la tele (el año anterior habías sido los mundiales de fútbol en España, y creo que Pedro había grabado casi todos los que se habían emitido por televisión.

Metí la cinta, le di al botón de play y me derrumbé sobre el sofá, pero lo único que se veía en la tele era el granulado de nieve como cuando no tienes la antena conectada, así que contrariada me volvía a levantar y saqué la cinta. Entonces me fijé en que la cinta no era una película original, con su etiqueta, sino una cinta BASF para grabar, y con una pegatina que únicamente ponía "María, Nº 3" y una fecha de hacía bastantes meses, al final del verano anterior. Eso me causó bastante curiosidad, porque por aquella época era cuando Pedro había comenzado a salir con María, poco después de que Sara, su anterior novia, lo dejase plantado. Aunque, la verdad, supuse que sería alguna grabación casera de una fiesta de cumpleaños o algo así (aunque que yo supiera Pedro no tenía cámara de video, así que se la habría grabado algún amigo). También me fije en que la cinta no estaba rebobinada hasta el principio, y por eso no se veía nada en la tele. Presa de la curiosidad volvía a meter la cinta y la rebobiné mordiéndome las uñas de impaciencia. Mal hábito que tenía por entonces y que aún conservo.

Cuando empezó la cinta mi curiosidad todavía aumentó más, porque en lugar de una aburrida fiesta de cumpleaños o de una excursión al campo lo único que se veía era el dormitorio de mi hermano y sólo se oían los ecos y ruidos normales de una casa, el tráfico en la calle y demás ruidos sordos y apagados. Durante un rato no pasó nada, así que le di al avance rápido y de repente María entro andando muy rápido en el cuarto, muy cómicamente, como en las películas antiguas de cine mudo. Volví a ponerlo a velocidad normal, pero María lo único que hizo fue tumbarse boca abajo cruzada en la cama, con los codos apoyados sobre la colcha y las rodillas dobladas, levantando las piernas mientras hojeaba una revista. Pacientemente esperé bastante tiempo pero la tonta de María no hacía nada más que balancear las piernas y pasar páginas de una revista de cotilleos.

De repente María habló. - ¡Pedrooo! - se oía muy mal, pero ella estaba gritando llamando a mi hermano que supuse que estaba fuera de la habitación, porque no oí bien lo que decía. - Vas a venir o no -volvió a decir, y nuevamente no entendí la respuesta de mi hermano. - Venga hombre ¿te queda mucho?

Mi hermano apareció por la izquierda de la imagen, por donde debía estar la puerta del dormitorio, sin camiseta y descalzo, vistiendo sólo unos vaqueros y con un cenicero en la mano y un cigarrillo en la boca

  • ¡Que impaciente eres! anda toma -y le pasó a su novia el cigarrillo tras haberle dado una calada.

María lo cogió, le dio a su vez una calada y empezó a toser. Entonces me fijé en algo que me llamó la atención, y es que el cigarrillo no parecía normal... de hecho me recordó a mi abuelo, que había muerto hacía un par de años, y que nunca compraba paquetes de tabaco, sino que se liaba él mismo los cigarrillos usando una petaquita de cuero donde guardaba picadura de tabaco, y un librito con un papel muy fino. Pero a Pedro nunca le había visto liarse cigarrillos... debía ser un coñazo, con lo fácil que era sacarlos del paquete y simplemente encenderlos.

  • Oye, ¿cuanto le has puesto? ¿no está muy fuerte? -preguntó María cuando acabó de toser.
  • No tontita, lo que pasa es que todavía no estas acostumbrada.

Pedro se sentó en la cama al lado de ella, y sin previo aviso le dio un cachete en el culo

  • ¡Eh! protestó María.
  • Ay mi niña, que tose con los canutos- ¿a que se refería? ¿que coño era un canuto?
  • Si pero están muy buenos
  • ¿Te gustan verdad? -y le volvió a dar otro cachete- como a las niñas malas.

María se revolvió un poco pero no protestó.

  • ¿Has sido una niña mala verdad? -otro cachete.
  • Ya sabes que si -el sonido era horrible, apenas podía entender lo que decían.
  • Anda ven aquí - y la cogió por las piernas arrastrándola hasta que la colocó cruzada sobre sus rodillas, como cuando mamá me pegaba azotes de pequeña a mi, o seguía haciéndolo con mi hermana Anita.

Y para mi sorpresa eso fue justamente lo que hizo Pedro... le levantó la falda y le dio otro cachete. Cuando el culo de María quedó en pompas puede ver que la muy hortera tenía puestas unas braguitas blancas de algodón estampadas... Por Dios, pensé, que cursi, pero si eso ya no me lo pongo ni yo... aunque me había costado más de una discusión con mi madre, mi ropa interior ya dejaba de parecerse a la de Anita. Y en cualquier caso, aunque María era menor que mi hermano, si le hacía caso a la fecha de la cinta, cuando se grabó ella ya debía tener 16 años.

Siguieron fumando un rato, pasándose alternativamente el cigarrillo, y pedro de vez en cuando daba un cachete a su novia, hasta que en un momento dado le bajó las bragas y le dejó el culo al aire... Lo tenía un poco enrojecido, pero para mi sorpresa, en lugar de seguir azotándola, empezó a besarle las nalgas, y al poco rato metió la mano entre sus muslos. María se revolvió un poco con cada de gusto, como un gato al que están acariciando.

  • ¡Umm!... sigue...
  • Te gusta ¿verdad?
  • Ya sabes que si
  • ¿Me dejarás hoy?
  • ¿Dejarte? Pedro ya sabes que no quiero... lo hemos hablado muchas veces.
  • ¡Venga! María no seas estrecha... me estás matando a pajas.
  • Y a mamadas ¿no? o te quejarás de las mamadas que te hago.

María se incorporó y empezaron a besarse mientras pedro le sobaba las tetas por encima de la camisa, y María a su vez empezaba a pasar la mano por encima del bulto que empezaba a crecer en su pantalón y que yo también conocía. Pedro empezó a desabrocharle los botones de la camisa, hasta que estuvo completamente abierta, pero no se la sacó a su novia. De hecho tampoco le quitó el sujetador, sino que tiró de él hacia abajo hasta dejar al descubierto las dos tetazas de su novia ¡que grandes las tenía la cabrona!

Luego hizo algo que me sorprendió: empezó a chupárselas, primero una u lego otra, dándole lametones en los pezones, como si fuera un bebé mamando de su mamá, y a medida que se iba "animando" incluso mordisquitos. María tenía unas tetas enormes -pensé envidiosa- aunque las mías no estaban mal (de un tiempo a esta parte había empezado a alegrarme de ello, porque hasta el momento me acomplejaban un poco. Además me fijé en que tenía un lunar bastante grande en una de ellas, en la derecha, cerca del canalillo. Me pareció muy sexy.

  • ¡Ay! cuidado bruto -protestó María. Tenía unos pezones muy oscuros, como las rodeados de un circulo bastante grande y también oscuro que le coronaba cada pecho, y además los pezones le había crecido bastante, poniéndosele de punta, como dos pequeños cuernecitos.

Eso me empezó a poner a cien, y casi inconscientemente empecé a tocarme con la mano derecha por encima de mis bragas, mientras con la izquierda sobaba mis propias tetas. ¡Lastima que no pudiera llegar bien a lamérmelas! como le estaba haciendo mi hermano a María ¿que se sentiría? Mi hermano seguía chupándoselas, apartando de vez en cuando la cadena de oro que maría llevaba puesta, con un colgante bastante grande y feo para mi gusto, que descasaba entre los dos montículos de carne.

María desabrochó la bragueta de mi hermano, metió la mano y le sacó su polla. Yo me baje las bragas para poder tocarme mejor, y las dejé tiradas en el suelo distraídamente. En la tele María empezaba a subir la mano arriba y abajo, mientras la polla de mi hermano iba poniéndose cada vez más dura y grande.

  • Oye
  • ¿Que?
  • En serio ¿cuanto le has puesto al canuto?
  • ¿Porque?
  • Creo que se me va la cabeza un poco.
  • Claro tonta, eso es porque estas colocada.
  • No... esta vez es distinto, digo más de lo normal.

Mi hermano no contestó, sino que empezó a besarla, pero de una forma que yo nunca había visto. Yo sabía que existían los besos con lengua, aunque no sabía muy bien en que consistían, no obstante,  en lugar de meterle la lengua en la boca, mi hermano le aprisionaba el labio de arriba con el suyo, lo estiraba, como si lo estuviera mordiendo. Mi mano seguía trasteando en mi entrepierna, frotando arriba y abajo abriéndose camino por entre los pelillos, Como siempre, noté que empezaba a humedecerme mucho en seguida.

Pedro, sin dejar de morrear a María le quitó el sujetador y la camisa mientras ella, también sin separar los labios seguía arriba y abajo con su mano. María -a diferencia de  mi -que era rubita y muy blanca- era muy morena, y tenía el pelo negro, aunque también cortito como yo. Me fijé en que estaba muy morena, pero tenía dos triángulos blancos, una en cada teta, y el culo también blanco: las marcas del biquini, claro: recordé que la cinta tenía fecha de casi hacía un año, a finales del verano anterior. Yo sabía que María se iba un mes a la playa con sus padres todos los años... ¡así estaba tan morena! y claro, en aquella época eso de hacer topless en la playa no era muy normal, y de todas formas, aunque lo fuera... conociendo al padre y a la madre de María y lo carcas que era... Recuerdo que se mi hizo un poco raro verla tan morena y con esas manchas blancas en sus zonas más íntimas, porque aunque yo también tomaba el sol cuando iba a la playa o a la piscina, era muy blanca, y nunca me llegaba realmente a poner morena.

  • Déjame que te la chupe
  • ¿Y algo más no?
  • Nooo -y empezó a reírse como una niña tonta, como si estuviera alelada.

Pero el caso es que se arrodillo en el suelo entre sus piernas, tiró de los pantalones, y se la metió en la boca mientras yo aceleraba el ritmo de mi mano. ¡Ummm! que gusto.

Ella seguía moviendo la cabeza rítmicamente arriba y abajo mientras mi hermano empezaba a jadear un poco. en un momento dado, agarró su polla fuerte por abajo, y sin sacársela siguió chupando la cabeza.

  • Espera... espera.
  • ¿Que? -cuando se la sacó de la boca hizo un ruido como el plop cuado descorchas una botella.
  • Que me voy a correr si en seguida si sigues así.
  • Bueno... esa es la idea ¿no? -volvió a reír como si estuviera atontada- luego tu empiezas conmigo.

María no dejaba de mover arriba y abajo la mano más lentamente ahora, y me di cuenta de que la polla de pedro estaba completamente ensalivada, y había hilillos  de baba en los pelos de sus huevos, como el que María tenía en la comisura de su boca.

  • No. se me ocurre otra idea mejor -dijo él-. Anda vamos...

y se levantó mientras ayudaba a María a ponerse de rodillas sobre la cama, en pompas, y el se ponía detrás de ella, pero no le quitó la falda, así que tuvo que volver a subírsela, y quedó echa un pequeño lío a la altura de sus caderas. En esa posición, a María le colgaban las tetas casi hasta rozar la colcha, y también el colgante al final de la cadena.

Pedro estaba bastante cómico andando con su polla tiesa apuntando hacia adelante y balanceándose a derecha e izquierda, pero finalmente se arrodilló detrás de ella y metió la lengua entre sus piernas. La lamía de abajo arriba, moviendo la cabeza y dando grandes lametones mientras se apoyaba en sus nalgas, con una mano en cada una de ellas.

  • Ummm... Sí,... sigue, si -María no tardó en gemir de gusto.

Ella arqueaba su espalda, de modo que sus tetas descansaban completamente sobre la colcha, mientras que mi hermano apretaba con las manos sus nalgas, abriéndole más la raja que había entre ellas, como si quisiera llegar hasta muy dentro del cuerpo de su novia. Yo estaba que casi no aguantaba más, así que tuve que dejar de tocarme un momento, pero lo que estaba viendo me estaba calentando tanto que al poco rato empecé a meter del dedo corazón de la mano derecha en mi rajita, sintiendo un escalofrío de gusto Mi fijé -con un poco de asco- en que los lametones de pedro llegaban tan arriba que casi le debía de estar lamiendo el culo, y mis sospechas se confirmaron cuando vi como Pedro enrollaba la lengua y se centraba en su agujero.

  • ¿Eh? ¿que haces? -dijo con un suspiro
  • ¿No te gusta? -paro un instante para poder hablar.
  • Eres un guarro pero... -Ella dijo algo más, pero el sonido de la cinta era tan malo que no lo oí.

En ese momento mi hermano hizo un gesto que me desconcertó: lamió prolongadamente el dedo corazón de su mano, ¡Y lo metió en el culo de María!

  • Ouch... No... para.... eso no.
  • Calla -la sujetó.
  • He dicho que no... Quita- se intentó revolver.

Sin embargo, la mano de Pedro empujaba cada vez más el dado hacia dentro, hasta que decidió parar, y comenzó a retroceder también muy lentamente, pero no lo llego a sacar del todo, sino que inició de nuevo un lento avance hacia adentro. Pedro seguía apretando la espalda de María hacia abajo, sujetándola para que no se moviera, pero ya no hacía falta... ella empezó a moverse acompasadamente hacia adelante y hacia atrás, restregando sus tetas y su mejilla en la colcha.

Lamentablemente no podía sentir como alguien me lamía mi agujerito, ni siquiera mi coñito,... pero lo que estaba viendo si podía intentar hacerlo yo: lamí el mismo dedo que había visto lamer a mi hermano y muy lentamente me lo introduje por mi agujerito de atrás. Al principio me dolió un poco, pero pensé que era como cagar cuando estabas estreñida: sólo cuestión de respirar y dilatar un poco, pero sin apretar hacia afuera. La verdad es que no puedo decir que me gustase... era raro. Además ya no podía seguir tocándome el coño y las tetas a la vez... necesitaba más manos... necesitaba a mi hermano. Así que decidí sacarme el dedo del culo y concentrarme en lo que sabía hacer bien... mi coño que a estas alturas estaba muy mojado, y mis pezones erectos.

Sin embargo, a María parecía que si le gustaba, y me fijé que Pedro introducía ya además su dedo índice.

  • ¿Te gusta, so...? -No pude oír el resto, porque empezaba a hablar en susurros.
  • si pero no... no metas más.
  • Bueno, pues.... -nuevamente no pude entender-... por delante.
  • No... ya te he dicho que no -María se estremeció porque pedro seguía bombeando con sus dedos dentro de ella.
  • ¿Que ... -susurraba y no se le oía- a cambio? ¿Eh?

María calló sólo gemía. entonces pedro se reclinó sobre ella hasta poner la boca en su oreja (pues tenía la cabeza girada hacia un lado- y le dijo algo, que no oí.

Sea lo que fuera pareció despertar a María.

  • Ni de coña ¿tu estás loco?
  • Vamos...
  • Ni hablar...
  • Venga mujer -Pedro con la otra mano empezó a acariciar su coñito, mientras seguía con los dedos metidos en el agujerito de su Novia.
  • Pero... -parecía que estaba funcionando, porque ya no había tanta convicción en su voz- me dolerá.
  • No mujer ¿acaso te duele ahora?
  • Es que...
  • Déjame a mi.

Y entonces sacó sus dedos del culo, y temporalmente se apartó de María. Salió de imagen un segundo y apareció con un bote... como de aceite hidratante o algo así. Supuse que lo habría cogido del baño. Echo una gotita en sus dedos y otra entre las nalgas de María, y volvió a introducirlos, pero esta vez los dos a un tiempo.

  • ¡Uy! está muy frío.
  • ¡Chist! ¡Calla! -y empezó a sobarle el coño a su novia como yo estaba haciendo con el mío, pero tan rápido que ella gemía, con los ojos cerrados, unas veces levantando la espalda y con las tetas colgando oscilando como campanas adelante y atrás, y otras arqueándose de forma que enterraba las tetas en la colcha y apoyaba su mejilla en la cama, mordiéndose el labio inferior.

Cuando María estaba a punto de correrse -y yo también porque mi mano no había parado ni un momento- Pedro paró un instante, sacó sus dedos, volvió a coger el bote de aceite y dejó que un chorrito cayera sobre su polla. Con la mano, mientras se pajeaba, fue extendiendo todo el aceite, y cuando lo consideró bien untado, apuntó la punta de su polla entre las nalgas de María, guiándola con el dedo índice de la mano derecha y comenzó a apretar.

  • ¡Ahhhh!... ¡No!... para... para por favor duele....
  • ¡Chist! calla... aguanta un poco, es solo un momento -y seguía introduciendo su verga en el pequeño culito de 16 años de María
  • No por favor, quema...
  • Clama -llevó una mano a su coño, a la parte de arriba, justo donde yo tenía el botoncito que tanto placer me daba al cuando la estrujaba, y empezó a masajear con la punta de los dedos.
  • ¡Ay!... -María tenía los ojos cerrados, pero se le había saltado las lágrimas y una corría hacia la colcha, que estrujaba con las manos.
  • Ya está. Ya está toda dentro.
  • Por favor, no la muevas... no sigas.
  • pero cariño, si la dejo quieta te hará más daño, tengo que sacarla. -y empezó a retroceder.
  • ¡Ah!... ¡joder quema!... No... nO dejes de tocarme el coño. -empezó a suspirar-
  • ¿Mejor?
  • Sí, si... peor no pares con la mano por favor.

Pedro empezó a dar embestidas... adelante... atrás  una y otra vez, sin llegar nunca a sacar la polla, y cada vez más rápido, mientras no paraba de estrujarle a María su botoncito.

  • Ah... Ah... sigue cabrón... sigue... estoy cachonda.
  • ¿Te gusta verdad?
  • No pares... no pares que gusto...
  • Ya sabía yo que te iba a gustar.... Espera, vamos a ponernos de otra forma.

Temporalmente Pedro se separó de María -recuerdo que pensé que era como si desenchufara un clavija- Y se sentó boca arriba en la cama, dejando su polla tiesa hacia arriba como un mástil, pues la agarró con su mano derecha por la base cerca de los huevos.

  • Súbete encima ¡Vamos!
  • ¿Cómo?
  • Si. vamos como si te fueras a sentar encima....
  • Pero... -no obstante, se subió  a la cama. con los pies a ambos lados de las caderas de mi hermano, y empezó a bajar hasta ponerse en cuclillas, mientras mi hermano guiaba la punta de su polla hacia su culo...

Entonces como quedaban de frente a la cámara pude ver realmente que se la estaba metiendo por el culo... Joder, que fuerte... sólo había entrado la puntita, y el coño de maría estaba enrojecido e hinchado, ofreciéndome en esa postura una vista completa por primera vez. Y para mi sorpresa noté que no tenía ni un pelo... Era como el de un bebé...  Bueno ¿como podía ser? en la cinta ella tenía dieciséis años, y yo ahora con trece, tenía una mata velluda. Estaba distraída comparando mi coño con el de la novia de mi hermano (y pensando que salía perdiendo, al igual que con sus tetas) cuando de repente Pedro soltó la polla, que tenía agarrada con su mano derecha, y puso ambas manos sobre las caderas de María, como si quisiera sujetarla, como si pensase que se iba a caer. Pero en lugar de eso, tiró hacia abajo de su novia mientras que levantaba sus propias caderas, clavándose por completo en ella.

  • ¡Aaaaah!....-y paró de gritar en seco, porque se derrumbó hacia adelante y tuvo que apoyar las manos nuevamente en la cama

  • Joder María, tu agujero es como un horno... está muy caliente y apretado...

  • Cabrón... Duele.... Mucho
  • Espera... te voy a consolar- Y acto seguido comenzó a tocar el coño de María mientras daba embestidas rítmicas hacia arriba. Con una mano separaba la rejita y con los dedos de la otra se introducía en su sonrosada carne, parando de vez en cuando para apretar con dos dedos a ambos lados de su botoncito.

María iba siguiendo el ritmo, ya recuperada, sentada de rodillas sobre la polla de mi hermano, y yo veía como sus tetas subían y abajaban, mientras el colgante al final de la cadena las golpeaba en cada embestida de Pedro. Pronto comenzó a gritar, al tiempo que yo empezaba a sentir un escalofrío que me recorría la espalda desde el culo hacia arriba, como si me abrieran en canal, prolongando mi rajita y separándome en dos mitades. Me mordí el labio y me hice daño... aún así grité, creo que bastante alto, y en el momento final empecé a levantar mi culo del sofá elevando mi cochito rítmicamente, mientras apretaba fuerte mi mano intrusa entre los muslos. Aaah Jooder,... que gusto... casi siempre que me había masturbado había tenido unas ganas imperiosas como de mear, y había dejado húmedas mis braguitas o las sábanas de mi cama. Pero esta vez creo que me meé de verdad. porque sentí chorrear mi mano y mis muslos. Cuando pasó el terremoto, dando sus últimas sacudidas en forma de escalofríos y convulsiones que elevaban mis caderas sobre el sofá me di cuenta que debían habar pasado unos minutos.

En la pantalla María estaba tumbada boca abajo sobre la cama, mientras mi hermano estaba de pie a un lado, acariciándose la polla.

  • Cabrón... Me has roto el culo.
  • Pero te has corrido a gusto ¿eh?
  • Sí, pero no voy a poder sentarme en una semana.
  • Pues yo no me he corrido...
  • Pues jódete... so bruto.
  • Venga María... no puedes dejarme así... Déjame hacerlo en tus tetas.
  • No debería... tengo dolorido todo... Si no llega a ser por lo que has puesto en el canuto... ¿cuanto pusiste?
  • Lo normal, ya te lo dije...
  • La próxima vez te meteré yo el dedo en el culo a ti... a ver si te gusta.

Mientras hablaban, María se volteó, quedando completamente boca arriba, mientras Pedro se arrodilló sobre ella, con sus piernas a la altura del pecho, como si se sentara sobre su ombligo.

Ahora que estaba más relajada puede volver a fijarme en los detalles... Pedro puso la polla entre las dos montañas de carne de sus novia, mientras que esta las juntaba entre sí, aprisiónenla, porque aprestaba sus pechos por los lados. Entonces mi hermano empezó a moverse hacia delante y hacia atrás, sobre la barriga de María, de forma que sus tetas apretadas restregaban la polla. Como estaban de lado con respecto a al cámara yo veía asomar la punta de la polla de mi hermano por arriba, cerca del cuello de maría. ¡Vaya! -pensé- ¡Se la está meneando con las tetas! ¡Que idea! Pero pronto caí en la cuenta de que para poder hacer eso había que tener unas tetas como las de María. Por ejemplo, las mías, aunque grandes, no creo que dieran para tanto... su polla se saldría. María había cogido la almohada y la había puesto tras su cabeza, por lo que con el cuello doblado, en cada embestida la polla casi le llegaba a los labios... y los acercó lo justo para poder darle como besitos en la punta. Puso morritos, y la puntita de la polla los alcanzaba a cada embestida.

Mi hermano jadeaba cada vez más, a medida que incrementaba el ritmo, hasta que empezó a gruñir y vi como de la punta salía un chorretón blanco que alcanzaba a María en la barbilla y le manchaba un labio. Siguió propinando cinco o seis embestidas más, y en cada una de ellas salía un chorro de líquido blanco, aunque no tan grande como el anterior. Cuando acabó me fije en el hueco que había justo bajo la garganta de María, por encima de los pechos... se había formado un charquito blanco...

  • ¡Puaj! a ver si apuntas....  me has manchado la boca -y se restregó el dorso de la mano sobre el labio inferior manchado.

Yo seguía recostada en el sofá, aunque ya completamente relajada, y mientras veía como en la pantalla mi hermano comenzaba a vestirse, caí en la cuenta... el sonido de la cámara era tan malo porque no debía de estar demasiado cerca de la cama... además, el encuadre era un poco raro... ¡Pero claro! como podía haber sido tan tonta, al cámara debía estar en la estantería que Pedro tenía en su dormitorio. Me levanté del sofá dejando las bragas por el suelo, la cinta pasando y una enorme mancha húmeda en el cojín del asiente... ¡Vaya! que desastre... me tocará limpiarlo. No me costó mucho dar con la cámara. Era un armatoste (en aquella época no había cámaras de video pequeñotas, como las de ahora, que se pudiesen llevar en una mano) pero estaba bien disimulada en enorme estantería, entre montañas de libros, carpetas con apuntes, figuritas... De hecho estaba muy al fondo y tenía una pila de libros encima. Entonces caí en la cuenta del segundo detalle importante: la cámara (que yo no sabía como había podido comprar mi hermano ni de donde la habría podido sacar, porque como ya dije entonces no eran un objeto muy corriente) llevaba meses escondida ahí. O sea, María no sabía que la estaba grabando,... y seguía sin saberlo.

Además... -corrí hacia el video y saque la cinta- efectivamente, "María. Número 3" ponía en su etiqueta. O sea, que había más,... al menos dos más pero puede que muchas. Y empecé a buscar, revolviendo todas las cintas pero nada. Así que volvía al dormitorio, pero tampoco encontré nada... claro que había varios cajones cerrados con llave. Todo este ir y venir debió llevarme bastante tiempo, porque entonces oí la cerradura en la puerta del piso, el tintinear de las llaves... Me entró pánico... corrí hacia el salón, le di la vuelta al cojín del sofá para que no se viera la mancha que no había tenido tiempo de limpiar, volvía a coger la cinta y entonces se abrió la puerta, Yo me volteé, escondiendo la cinta de video a mi espalda y encarando a mi hermano.

  • Hola.
  • Hola... -dijo él, mientras desviaba la vista hacia la alfombra.
  • ¿Que tal el día? -joooder, las bragas, estaba mirando mis braguitas blancas tiradas en el suelo. No me había dado tiempo a recogerlas.

Comencé enrojecer como un tomate. Y para desviar su atención no se me ocurrió otra cosa que preguntar:

  • ¿Has hablado con Papá?
  • Sí -¡horror! ¡que le habría dicho!
  • ¿Y que le has dicho?
  • Que mañana mismo tienes que irte.

Eso me cabreó un poco, y entonces sin pensar, dije lo primero que se me ocurrió.

  • No, no me voy a ninguna parte
  • Ya lo hemos hablado. Mariola...
  • Porque si no... -le interrumpí.
  • ¿Que? ¿me vas a amenazar?

Y entonces quité las manos de mi espalda y le mostré la cinta

  • Le contaré a María que la grabas sin que ella lo sepa -esto era un tiro a ciegas. A lo mejor se pajeaban los dos en el sofá viéndose.
  • De... ¿De donde has sacado eso? -se puso pálido. Bingo! había acertado, María no sabía nada- Te he dicho que no andes en mis cosas -y empezó a mirar el llavero por si le faltaba alguna llave.
  • Lo has dejado por ahí tonto... y lo he visto... todo.
  • ¿Y algo más por lo que veo? -dijo echándole un vistazo a las bragas que seguían tiradas sobre la alfombra.
  • Bueno yo... -me puse roja como un tomate-.
  • Está bien ¿Que quieres? A cambio de mantener tu boquita cerrada delante de María.
  • Quedarme... que vuelvas a hablar con papá y le convenzas para quedarme. Hagamos el trato.
  • ¿Y?
  • Bueno, y que me enseñes...
  • ¿Enseñarte? ¿El que?
  • Todo...
  • ¿Todo? -y comenzó a reírse, lo que le quitó tensión a la situación- Ja Ja Ja.
  • Bueno... cosas, ya sabes, cosas que yo nunca he hecho y tu haces con María.
  • Mariola, Mariola -dijo mientras se acercaba, y recogía mis bragas del suelo- eres una niña muy puta.
  • ¡Eh! -eso me molestó- ¡no me insultes!
  • Créeme, no te lo he dicho como un insulto -y entonces, antes de guardarse las bragas en el bolsillo se las llevó a la nariz e inspiró profundamente- Pero si prefieres otra palabra: te has vuelto una calientapollas.

Esa palabra si que me gustó más. Calientapollas. sonaba contundente, y sucia. Era la primera vez que la había oído, pero creedme, desde entonces no ha sido la última vez que me la han dirigido...

Besitos y hasta la próxima.