Historia de Juan (I)

Juan cambia de ciudad y de trabajo, en su nuevo destino tiene que hacer nuevos amigos y relaciones y éstas resultan de lo más variado y excitante.

Historia de Juan (I)

La verdad es que yo pensaba que ese año no había tenido suerte, trabajaba en una consultoría de Zaragoza y en julio de 2002 mis jefes me trasladaron a Madrid a abrir un nuevo despacho y sin vacaciones en agosto. Para mi fue una crisis en todos los aspectos pues mi vida en Zaragoza era muy cómoda.

Me llamo Juan y a mis 26 años había terminado hacía tiempo la carrera de económicas, había hecho un master y llevaba dos años trabajando en la empresa, en Zaragoza tenía un pequeño apartamento donde llevaba a mis ligues y tenía dinero para todos mis vicios. Los fines de semana eran de locura pues a partir de las cuatro de la mañana ponía copas en un bar de unos amigos, al bar venían las pibas más guapas y los tíos más cachas. De hecho yo iba al gimnasio a diario, con mis 1,85 cms de alto, mis 80 Kgs de peso, unos pectorales tipo Tarzán, y unos abdominales marcados con los oblicuos en absoluto desarrollo, me ponía unos vaqueros y una camiseta blanca que dejaba ver mis biceps y adivinar mi torso, mi colonia "egoiste" mi pelo moreno corto y engominado y mis ojos negros penetrantes y me hacía el dueño de la noche.

Por mi apartamento pasaba cada fin de semana una piba distinta que gritaba y se corría de placer en el mismo momento en que me desnudaba y ponía mis manos sobre ella, además con los colegas teníamos nuestros jueguecitos. Estos jueguecitos consistían en que organizábamos peleas en el almacén del bar, eran peleas privadas, uno contra uno sin público, podía ser a un combate o al que primero ganara tres combates. El combate era de lucha libre, prohibidos puñetazos, tipo grecorromana, perdía el que tocaba el suelo con ambos homoplatos, si era a un combate el ganador tenía derecho a que el perdedor le hiciera una paja, si era a tres combates el ganador tenía derecho a que el perdedor se la mamara, yo peleé varias veces y me tocaba de todo.

Pues bien, como comprenderás la marcha a Madrid fue un palo. Tenía que trabajar a lo bestia y en la oficina no había nadie más que yo y una secretaria. Me tocó vivir con unos familiares pues hasta septiembre no podía alquilar un apartamento a mi gusto pues no había nadie y casi todo estaba cerrado. La verdad es que, al menos, la secretaria estaba muy buena, 21 añitos rubia ojos azules, buenas tetas, culo firme y respingón y una boca por la que cabía mi polla de 17 centímetros. Ligarme a Ana, la secretaria, no fue tan fácil como preveía, la sometí durante una semana a acoso de miradas por la mañana y a permanentes galanterías todo el día, ella estaba casi al caer y cayó el día que nos dejaron en un despacho una mesa sin montar, yo me quité el traje, me quedé en boxer, hacía un calor espantoso, y la monté, Ana pasó por la puerta entreabierta y vio mi torso mojado por el sudor pero no entró.

Como pude me cubrí con la camisa y los pantalones y entré en el baño a darme una ducha, mientras me duchaba Ana entró en la ducha nos besamos y acariciamos, yo le comí los pezones uno a uno, me deslicé entre sus piernas y le comí el clítoris mientras ella gemía. Al salir Ana me llevó a la mesa nueva, me tumbó desnudo sobre ella y sacó un bote de mermelada de fresa que untó sobre mi torso y, en especial, sobre la punta de mi capullo, me chupó todo el cuerpo mordisqueando mis pezones y culminó engullendo mi polla en una monumental mamada en la que acabé corriéndome en su suave y tersa boquita.

Ante tanta mezcla de mermelada, semen, sudor, fuimos a ducharnos pero a la salida de la ducha cogí de improvisto a Ana la hice apoyarse en el lavabo mientras comenzaba a follarla por detrás metiendo por su coño mis 17 centímetros de erección mientras me veía en el espejo cabalgar y moverse al unísono mis pectorales. Concluida la monumental follada, Ana y yo ligamos un fuerte pacto sexual de uso diario.

Para mantenerme en forma y poder satisfacer a Ana me apunté a un Gimnasio con piscina pues el mucho calor de Madrid no se podía mitigar de otra manera. Cada día, después de tratar con clientes, despachar con los operarios que montaban los despachos, y montar a Ana y ser montado por ella en cada nuevo despacho, me iba sobre las siete al Gimnasio.

El Gimnasio estaba bien, no había casi gente habida cuenta la época del año, normalmente hacía pesas y luego iba a nadar, una tarde, estando en los vestuarios duchándome después del baño tuve el mayor descubrimiento de ese verano, mi vista se fijó en un tío absolutamente cachas, de mi misma estatura, pelo largo (media melena), anchas espaldas, culo firme, piernas torneadas, biceps bien desarrollados, y unos pectorales y abdominales de puro vicio y deseo, el tío estaba cañón, bien musculado sin excesos. Lo vi cuando él estaba de espaldas y me quedé obnuvilado, cuando se volvió sus ojos verdes se fijaron en mi asombro y sonrió de manera pícara mientras me miraba fijamente. Yo, que hasta la fecha no había tenido ninguna experiencia homosexual más allá de las peleas antes comentadas, me ruboricé y aparté la vista, me seguí duchando y salí casi mareado de la ducha, me sequé e intenté contener a duras penas debajo de mi slip una enorme erección de mi pene que hasta lubricaba y lo mojaba.

Salí de los vestuarios antes de que saliera mi "visión" y me tomé algo en cafetería para calmarme pues no sabía muy bien qué me pasaba dado que sí que había estado con tíos. La imagen de esa espalda, ese torso, esa cara, esa enorme verga, que en erección sería de unos 19-20 cms, esa cintura estrecha y esos brazos perfectamente musculados, marearon mi mente. Mientras tomaba un cortado y trataba de poner en orden mis ideas escuché que alguien me decía: "Puedo sentarme" alcé la vista y ví que era él, rápidamente me sobrepuse a la natural conmoción y le dije simplemente "Sí". El vestía unos pantalones chandal blancos y unas bambas sin calcetines, llevaba puesta una sudadera azul que no le llegaba a la cintura y dejaba libre la visión de su ombligo, de sus abdominales oblicuos y del elástico de su calzón: "Calvin Klein".

El se sentó y me dijo: "Te llevo viendo por aquí hace poco y hoy, por lo que me he dado cuenta, me has visto tú a mi" y se sonrió, "Así es" le dije "la verdad es que te he visto bastante bien ¿llevas mucho tiempo por aquí?" él me contó que era de Oviedo, que se llamaba Alberto, que estaba destinado este mes en Madrid por su empresa, que en Septiembre se iba a Buenos Aires, y que aquí vivía con unos familiares, que estaba muy colgado y que le vendría bien un amigo en el Gimnasio pues se aburría un poco. Con gran y disimulado regocijo le dije que podríamos quedar cuando quisiera.

Seguimos hablando fuera del Gimnasio y dado que nuestros domicilios caían cerca, fuimos dando un paseo hasta ellos. Al llegar a la puerta de mi casa y al ir a despedírseme dijo "Tu casa tiene escalera de incendios" "Claro que sí" le dije extrañado, "Estupendo" murmuró y añadió: "Me gustaría verla, me dedico a este tipo de sistemas de seguridad", entramos, yo le conduje hacia allí, abrí la puerta y él, sin previo aviso, me empujó dentro y cerró la puerta, acto seguido me cogió con su mano derecha los huevos y con la izquierda metió su mano entre mi camiseta y mis pantalones del chandal cogiéndome el culo y acercándome hacia él, cuando me quise enterar su lengua se hallaba dentro de mi boca y mis pantalones y calzones a la altura de mis rodillas, rápidamente él se agachó y se metió mi verga en su boca. La mamada que me hizo fue de escándalo, yo estaba apoyado en la pared gimiendo de placer y llevando mi mano a mis pezones acariciando mi torso, él en cuclillas comiéndome la polla hasta el preciso instante en que no pude más y reventé en su boca.

El subió por mi cuerpo con la boca llena de esperma y con cara de vicio me quitó la camiseta y quedé totalmente desnudo, él se fue desnudando quitándose la sudadera y después el chandal, quedándose sólo con el calzón que no podía contener su enorme polla y me dijo: "Ahora tú", se tumbó de espaldas al suelo yo me agaché y me metí sus 19 cms (había calculado bien) de verga dura en la boca y comencé a mamársela hasta los huevos, Alberto no paraba de gemir y decir "Sí Juan sí, me gusta" "Ya sabía yo que tú ibas a ser de los míos cabrón, ah… ah…". Llegó un punto en que su verga reventó en mi boca, yo no retiré la boca y con el esperma recogido se lo fui desparramando por su pecho.

Terminada nuestra presentación cada cual se fue a su casa si bien quedamos en llamarnos. Al día siguiente me llamó por la mañana y me propuso ir el fin de semana a la Sierra donde había alquilado una habitación en un Hotel. Yo quedé encantado y me vino a buscar con su coche. El Hotel era genial, a la entrada del mismo descubrí el motivo de mi turbación frente a Alberto, había estado con muchos tíos pero no había pasado de las pajas y las mamadas y ahora estaba deseando follarme a Alberto desde que lo ví.

Subimos a la habitación, entramos en ella, Alberto había cogido habitación con Jacuzzi y cama de matrimonio y me dijo: "La cosas hay que hacerlas bien, y para tu iniciación todo tiene que estar previsto" ¿Cómo "para mi iniciación"? le pregunté, me dijo "Es evidente que hasta la fecha no te has acostado con tíos, lo sé desde que nos tocamos, y voy a ser tu Cicerone" dicho esto procedió a desnudarme poco a poco , me quitó la camisa mientras me mordisqueaba los pezones y me lamía el cuello, me sentó en la cama, me quitó los zapatos y calcetines, me quitó el cinturón, me tumbó en la cama y me quitó los pantalones, me quedé con un slip azul claro tumbado en la cama, acto seguido procedió a subir lentamente por mis piernas y a mordisquearme el paquete sin quitarme el slip, luego con los dientes me lo quitó, mi polla saltó erecta como por un resorte, él quedó en pie, se quitó la camisa y se acarició el torso a mi vista, luego se bajó los pantalones y el boxer y se acercó a mi, puso su pecho en el mío y metió su lengua en mi boca, dimos varias vueltas en la cama besándonos hasta que me puso a cuatro patas y me dijo "Abrete bien de piernas" yo me abrí, el me lubricó con saliva el ano, se puso un preservativo y comenzó a penetrar, al principio fue doloroso pero aguanté como un machote, la primera vez no se corrió del todo, cuando consideró oportuno salió , se quitó el preservativo y culminamos la sesión con un 69. Nos duchamos y salimos a pasear.

En la siesta culminamos, él me folló y yo comencé a disfrutar, luego me enseñó a follar tíos, estuvimos encerrados de cuatro de la tarde a diez de la noche y acto seguido nos dormimos del puro cansancio. Al día siguiente continuamos nuestro particular entrenamiento, salimos a correr, nos bañamos en un pantano, nos tumbamos en la hierba, yo le acaricié el pecho, le metí mano por su bañador, se lo bajé, se lo quité y comencé a mamársela lentamente haciéndole gemir y poner los ojos en blanco, tras la mamada, me coloqué entre sus piernas, se las levanté y me doctoré "cum laude" con la super follada que le hice.

Por la tarde volvimos a Madrid, al día siguiente Ana y yo "inauguramos" el ofice, la tarde de ese día me vi con Alberto en el Gimnasio y me dijo que marchaba a Buenos Aires al día siguiente, como despedida fuimos a cenar.

Después de la cena lo llevé a que viera mi despacho, estaba todo montado, acababan de montar la Sala de Juntas. Cuando llegué a la Sala de Juntas le pedí que me ayudara a llevar la mesa a un lado y despejar la Sala de sillas, entonces le propuse un juego de despedida.

Le ofrecí una pelea a ganador de tres combates, el ganador decidía el premio. Alberto aceptó rápido, se desnudó y quedó con un boxer blanco, y me desnudé y quedé con un slip rojo. Nos miramos, yo veía delante de mía a un toro, fuerte, con un pecho amplio, brazos musculosos, cuello firme, cintura estrecha y una polla tiesa que lubricaba y hacía un círculo en el boxer, el me miraba con deseo de victoria como me dijo: "Para follarte pequeño saltamontes, te voy a dar la lección definitiva".

Comenzamos a pelear, nos tomamos de los antebrazos y tensamos nuestros torsos, Alberto me puso la zancadilla pero yo aguanté la fuerza de su pierna queriendo tumbar mi cuerpo, nuestros cuerpos se aproximaron, nuestros pulsos se aceleraron, Alberto me tomó por el cuello, y aumentó la fuerza de su pierna para lograr mi caída, yo, perro viejo en estas lides, comprobé que Alberto estaba invirtiendo demasiada fuerza en el primer combate así que cedía ligeramente y caí al suelo, Alberto puso mi espalda contra el suelo y se proclamó vencedor, "Vas a durar poco" me dijo "Te voy a follar hasta que me digas basta"

En la segunda pelea Alberto se lanzó contra mi cintura, me cogió la cintura flexionado las piernas y trató de elevarme, yo resistí pero Alberto me elevó del suelo y me tumbó, en el suelo opuse resistencia pero Alberto consiguió llevar mi espalda al suelo, "Estás hecho una nena pequeño saltamontes".

Al comienzo de la tercera comprobé que Alberto estaba más cansado que yo, así que comencé a emplearme a fondo, Alberto intentó repetir el exitoso procedimiento de la segunda pero yo le bloqueé, conseguí coger el del cuello y colocarme detrás de él, Alberto estaba en mala situación pero resistía con mayor fuerza de la que yo empleaba hasta que cedió y lo derribé. "Parece que el maestro va a tener alguna dificultad" le dije. El resultado era 2 a 1.

Así llegamos a la cuarta, la victoria era al que llegara a tres, en esta cogía a Alberto realmente cansado, no me resultó difícil cogerle por los antebrazos, hacerle una zancadilla y que cayera al suelo, comprobé, no obstante, que Alberto estaba comenzando a utilizar mi misma táctica y que se empleaba menos fuerte, si bien quizá demasiado tarde. En este punto ya nadie dijo nada. 2 a 2.

En la quinta y decisiva Alberto estaba casi sin resuello, yo también estaba cansado pero ataqué el primero y me equivoqué, Alberto me paró el ataque a sus piernas, fui decidido a derribarle, driblándome, quedé en el suelo y Alberto se avalanzó sobre mi intentando darme la vuelta, estuvimos forcejeando mucho tiempo hasta que me zafé de Alberto y nos levantamos , en el forcejeo Alberto se cansó más que yo así que sin dar lugar a más le ataqué directamente le cogí de los antebrazos ello me intentó bloquear pero vencía su fuerza y con mi brazo derecho rodeé su cuello mientras con mi pierna derecha forzaba su estabilidad hasta que se derrumbó totalmente en el suelo.3 a 2, le vencí.

Tomamos resuello, y elegí, puse a Alberto apoyado a la mesa de juntas, le abrí las piernas, me puse un preservativo, le puse a Alberto su corbata sobre su cuerpo totalmente desnudo y yo me puse la mía y comencé a follarle lentamente mientras con mi mano derecha le hacía una paja a la misma cadencia, Alberto gemía "Cabrón, eres un perro, cuando vuelva de Buenos Aires te voy a matar a polvos", yo gemía "Sí , sí, eso será si puedes, tu discípulo ha aprendido mucho en el arte del folleteo, espero que aprendas algo más de lucha para dosificar tus fuerzas". La verdad es que la visión de su espalda, la excitación de sus palabras y las mías, la follada que le estaba metiendo y el contacto con esa maravillosa verga de 19 cms, hicieron que me corriera antes que él, esto no obstante, no renuncié a mi privilegio de ganador y le permití que me follara, así que Alberto me puso sobre la mesa de Juntas, abrió mis piernas y comenzó a follarme, su corbata se movía rítmicamente y dejaba ver y entrever su bello torso y su musculado abdomen, yo seguía provocándole: "Alberto has peleado como una niña, espero que en Buenos Aires te vuelvan un hombre" Alberto se tomaba a bien la broma y me decía "Eres un cabrón yo te he enseñado todo y tú te lo guardas para, ah…ah… ah… " y no dijo más, sacó su polla, se quitó el preservativo y se corrió en mi abdomen. La corbatas se mancharon, el suelo se manchó, y nosotros nos caímos uno encima de otro, nos besamos, nos vestimos y nos despedimos cálidamente hasta su vuelta de Buenos Aires..

Tras la marcha de Alberto a Argentina me quedé sin compañero de batallas y comenzó el mes de Septiembre.

En Septiembre el despacho estaba montado, se contrató al personal, vinieron los jefes y yo quedé reducido a mis funciones de asesor comercial. En el despacho ya no se podía entrar pues a todas horas había gente y su "uso" se restringió.

Pese a lo anterior la buena noticia es que me alquilé un apartamento, un ático de una habitación salón, cocina y amplio baño, todo exterior y con terraza no visible pues estaba en el tejado. El apartamento lo "inauguré" con Ana pues el día en que me dieron las llaves, metí la cama, esa noche llevé champán, y halado de frambuesa. Ana vino toda sexy con un top que dejaba adivinar sus lindas tetas que bailaban sin ser controladas por un sujetador, tras cena romántica, nos besamos y acariciamos lentamente hasta que la temperatura fue subiendo y Ana me quitó la camisa, rugió al ver mis pectorales, me quitó el cinturón y me arrancó los pantalones, mi polla saltó con fuerza pues, para la ocasión, no me había puesto slip, Ana se abalanzó sobre ella y se la empezó a comer lentamente, notaba su lengua, sus labios, su humedad sobre mi polla y mis huevos, cuando tenía la polla a punto de reventar paré la mamada con suavidad. Acto seguido comencé a desnudarla, le comí los pezones uno a uno, y tomando sus nalgas con ambas manos acerqué su sexo al mío, nos acostamos y la penetré suavemente "ah…ah..oh.." gimió, yo comencé a follarla, ella se revolvía y me cambió de postura situándose encima de mi así me montó cual caballo hasta que ella llegó al orgasmo.

Salí de ella y con la polla en erección la puse a cuatro patas y se la metí por su lindo coñito mientras ponía mis manos sobre sus hombros y la follaba con tal lujuria que mis cojones se bamboleaban dándole en su trasero, así seguí hasta que noté que me venía impetuosa una enorme y placentera corrida. Nos tumbamos al lado y para enfriar nuestra lujuria nos dimos al helado y al champán y todo culminó comiendo helado sobre nuestros cuerpos y chupando el champan que asimismo derramamos encima de nuestros torsos, con un último polvo en el que gritamos a placer.

Ana era mi vicio permanente, y Alberto mi deseo más profundo con el que me comunicaba por mail, Alberto seguía advirtiéndome que me entrenara porque a la vuelta me debía una paliza.

Los días pasaban tranquilos, un sábado de septiembre en que no pude quedar con Ana andaba un tanto aburrido y bajé al Sex Shop de la esquina a buscar algún vídeo o DVD, entré me dirigí al encargado y me registré, el encargado estaba bueno, llevaba una camiseta de esas de agujeritos que trasparentaba su torso musculado y su terso y firme abdomen, de cara era bello, bello, moreno, pelo corto, con un piercing en la barbilla en forma de punta, me quedé gratamente impresionado. Pasé a buscar un vídeo de Ryan Idol o de Chad Knight que son mis actores preferidos, mientras estaba buscando noté una presencia a mi lado que exudaba sexo a raudales, me di ligeramente la vuelta y vi a un joven de unos 23 años, 1.70 ms, moreno, pelo corto, con perilla, gafas oscuras, collar, una camiseta blanca sin mangas, pantalones de chandal blancos, y zapatillas sin calcetines, debía tener una gruesa y larga polla dado que se le marcaba en el pantalón.

Me situé un poco atrás fingiendo mirar películas mientras le observaba, él miraba películas gay lo cual me dio pie a pensar en un plan, pero, sin más ni más se fue escaleras abajo hacia las cabinas de vídeo. Yo decidí seguirle si bien era algo absurdo dado que se habría metido en una cabina y no lo vería pero el inconsciente es peligroso así que le seguí.

Bajé, entré en la zona de cabinas y me lo tropecé, me estaba esperando, "¿Me buscabas?" "Sí", "Pues aquí me tienes" percibí su intenso perfume "Brumel", su acento cheli y que estaba empalmado, el empalme me llevó a pensar que podía haber plan pero él me dijo "¿Qué quieres?" yo le dije "Nada" "¿Cómo que nada? Admite que me mirabas y que deseas follar conmigo" "Lo admito si te parece mejor", se generó una situación un poco tensa, yo le dije "¿Qué pasa? ¿No te lanzas?" el chaval se lanzó , se acercó a mi, nos besamos, sentí su lengua y sabor a tabaco negro, su lengua rugosa me daba enorme placer, su perilla rascaba mis labios y sus manos se dirigieron directamente a mi culo, las mías se metieron por su pantalón y palparon el suyo, oímos un ruido en la escalera y nos metimos en una de las cabinas.

Allí, él echó una monedas y puso una película cualquiera, yo me senté, él se desnudó, el chaval no estaba mal, buenos pectorales, con un piercing en uno de los pezones, un tatuaje en la espalda, unos abdominales perfectos y marcados y una polla de unos 16 cm (tengo obsesión con la medida) pero francamente gruesa y que ya lubricaba, yo me desnudé y mi polla saltó eniesta, me puse un preservativo y el chaval clavó su culo en mi polla y comenzó a bailar sobre ella impulsándose con la fuerza de sus brazos marcando enormes biceps y triceps, él gemía: "Uh…Ufff, ah… ah.." y yo disfrutaba como un enano hasta que incrementó su movimiento y el semen vino a mi capullo con una rapidez de vértigo "oh…oh…me corrooo", me corrí y cambiamos la posición, él se subió al asiento y puso su pollón (era muy gruesa) a la altura de mi boca, comencé a comérmela mientras él me increpaba: "Me gusta que me la coma un pijo", "Come cabroncete nunca has sentido un hombre como yo" puede verse que el niño era gilipollas así que le di su merecido, con la boca fui lentificando la mamada de modo que experimentara tremendo placer, el chaval no se corrió rápido, de tanto placer se balanceó y tuvo que sentarse pues no se tenía en pie, mi técnica consistía en centrar la mamada en el capullo y en el momento que sentía que se corría dedicarme a jugueterar con la lengua y los labios sin tan siquiera mover la piel de su polla, el chaval comenzó a no hablar y sólo a gemir hasta que lo rematé y se corrió.

De todo el placer y liberación de endorfinas se quedó traspuesto, yo me vestí y salí, el local estaba desierto y el guapo recepcionista cerraba, le dije "Creo que tienes a alguien en una cabina", bajó abrió y descubrió a nuestro héroe en pelotas y le ordenó vestirse y largarse, entre tanto, yo contemplaba la escena de aturdimiento y estupor desde una cabina, cuando se fue salí y el recepcionista me dijo: "Te habrás divertido" "Sí, el chaval lo hacía bien pero era un imbécil" "Eso es verdad lo conozco de alguna que otra vez", y nos despedimos hasta otra que espero sea pronto y cálida.

El trabajo era un poco rollo, muy serio, salvo mi lío creciente y apasionado con Ana y ciertas escapadas. Ese invierno me tocó ir a un pueblo de la sierra a hacer una gestión, me pusieron coche con chofer.

Cuando vino a buscarme el chófer me encontré con un joven de unos 30 años, alto (1,85 cm), pelo corto, torax amplio, cintura estrecha, culo firme y respingón, y largas y musculadas piernas. Vestía un impecable traje azul marino que le caía de miedo pero me cautivó su voz firme y aterciopelada.

Fuimos hablando en el viaje sobre nuestras parejas femeninas, él sostenía y yo asentía que las tías eran más complicadas con un gusto sexual más lento y alambicado y que los hombres éramos directos. El tenía pareja femenina estable desde hacía 10 años y afirmaba que no tenían monotonía pues habían decidido de mutuo acuerdo hacer tríos de vez en cuando.

Si el trío era con una mujer la elegía su pareja, si era con un hombre lo elegía él. Su procedimiento de elección no era muy complicado, se metía en la web y veía fotos, contactaba y quedaba en un hotel, allí procedía a un examen físico consistente en que se la mamara, en follar y ser follado y en que le hiciera una lenta y sabrosa paja. Si era de su gusto quedaba con él para el trío.

Sus historias me ponían cachondo, me imaginaba al semental que tenía delante montando a su pareja mientras se la mamaba al boy, y la polla se me salía del slip.

Llegamos al pueblo, mis gestiones se alargaron y comenzó a nevar, nos quedamos incomunicados, busqué un Hotel y sólo tenían una habitación con cama de matrimonio, le propuse al chófer aceptarla y dijo que sí. En ese momento fue a llamar a su pareja y me di una ducha con la puerta entreabierta.

Cuando él subió me dijo "Le he comentado la situación a mi pareja y me ha dicho que haga el favor de no follarme al cliente", yo me reí, él entró en el baño cuando yo salía y se quedó parado mirando mi torso, brazos, y el bulto que salía debajo de la toalla y dijo "Pensándolo bien creo que no le voy a hacer caso" "Creo que harás bien" vino hacia mi, yo le arranqué la camisa, él me bajó la toalla, fuimos hasta la cama, lo tiré en ella y le quité los pantalones, le cogí la polla y se la comencé a chupar, él se revolvió y formó conmigo un 69, yo sentí sus labios en mi capullo y un estremecimieto feroz, mis sienes estaban a punto de reventar, mi polla se expandió al máximos, hubo un momento que dejé de chuparle la suya, recobré la noción pese al gusto de su lengua llegando a mis Huevos y el placer de sus suaves labios moviendo la piel de mi cipote y me apliqué con la misma intensidad a su sexo.

Antes de corrernos dejamos al postura y nos empezamos a besar, yo sentí el sabor de mi líquido seminal y el suyo en mi boca, su larga lengua y su rostro en el que apuntaba una dura barba que sería liquidada en el afeitado de la mañana siguiente, su cuerpo olía a suave sudor mezclado con un perfume seco que no pude adivinar, él me tiró a la cama y cogió mi polla con su mano haciéndome una paja, cuando la tuvo tiesa me puso un preservativo y se montó encima mirándome, yo veía cómo subía y bajaba y cómo sus pectorales se estremecían de enorme placer en cada penetración, yo gemía como un loco "Ah..ah.. ah… Rafa (era su nombre) qué bueno cabrón, vaya polvo", así seguimos hasta que cambiamos, deshicimos la postura y fuimos al baño, él se apoyó en el lavabo y yo lo follé por detrás quería experimentar el placer de ver su cara y la mía en el espejo, en esta pose me iba a correr y queriendo que acabáramos juntos le cogí la polla y lo masturbé a la vez que lo follaba y así hasta que se oyó por duplicado:"Ah…ah…. Sí, sí, me viene, me corro, ya, ya, yaaaa.." y recogí su esperma en notable carga en mi mano.

Fuimos a dormir, al día siguiente nos levantamos juntos, nos duchamos juntos y nos fuimos a Madrid quedando en vernos ¿para un trió? Quizá.