Historia de Eva- 5

Sigue el relato del emputecimiento de mi esposa, ahora en un pub de intercambio. Es muy recomendable leer los relatos anteriores)

No le contesté. Cuando miré a Eva aún temblaba en el suelo, en los últimos espasmos del orgasmo. La sostuve de la barbilla, obligándole a mirarme a los ojos y la besé en los labios. Sentí su alentó cálido.

-      No me has esperado.

-      No…no pude… - la interrumpí con otro beso. La levanté y la llevé a nuestra habitación. Me acosté abrazándola, dejando que el dorso de una de mis manos le acariciara suavemente el costado. Su piel reaccionó de inmediato erizándose.

Me animé aún más cuando se le escapó un suspiro, y lleve una de las manos a su vientre, recorriéndolo en círculos descendentes.me recosté contra ella, para que sintiera mi dureza y con la otra mano empecé a acariciarle el pezón izquierdo con dos dedos.

-      Mmmmm…no seas malo.

-      No quieres que sea malo, putita? –le sonreí mientras mi mano descendía ahora por dentro de su tanga- te han puesto muy caliente esos cerdos, verdad?

-      Si mmmmmm –gimió de nuevo al sentir mis dedos hurgándole en los labios vaginales- Es muy morboso.

Le mordisqueé la oreja, y sentí en mi cuerpo su escalofrío. Se acomodó para facilitarme el acceso y engolfé mis dedos en su clítoris, amasándolo lentamente.

-      Qué gusto¡¡ mmmmm –se arqueó al sentir que entraban en su cueva, que ya estaba muy mojada

-       Querías que te follaran, verdad? –moví un dedo dentro de ella, acariciándole la vagina en círculos mientras entraba y salía, muy lentamente.

-      Siiimmmmmmm -confesó entre gemidos cada vez más fuertes.

-      ¿Querías que te metieran esos rabos, zorrita? –le metí los dos dedos hasta los nudillos de golpe y ella levantó la pelvis, para facilitarme la penetración.

-      Sí mmm…pero…te lo prometí…ahhmmmmmm –contestó ente jadeos.

Levanté su pierna y acerqué mi polla para masturbarla con ella. Eva cerró los ojos, entreabrió los labios y le introduje los dedos mojados de sus fluidos. Sacó la lengua para lamerlos y los mamó cuando se los metí en la boca.

-      ¿Qué es lo que querías, putita?, quiero oírtelo decir –le introduje el capullo, dejándolo quieto, intentando detener mi eyaculación, aunque notaba que la polla me palpitaba

-      Quería que… me penetraran…..ahhhhhhhhhhhhhhh –se la clavé entonces de un golpe. Noté las contracciones de su vagina, oprimiéndola y me quedé de nuevo quieto, dentro de ella.

-      Los dos?

-      Síiiiii….ahhmmmmmmm…. los…. dos… ahhmmmmmmmmm… sigue….mmmmmmmmmmm

Se la saqué casi entera, dejando solo la punta frotándola mientras le estiraba los pezones. Le mordisqueé la oreja, el cuello, la nuca, recreándome en su deseo.

-      ¿Querías que te empalaran?

-       Síiii aahhmmmmmm no pares…ahmmm… sigue….sigue…mássssssss

Y la bombeé hasta los huevos, la clavé como poseído, una y otra vez, dejando que me polla recorriera su vagina resbaladiza, encharcada. Enterrándosela por completo. No aguanté mucho, apenas dos minutos de bombeo, aunque corrimos al mismo tiempo, y sentí como mi leche la inundaba. Me quedé dentro, sintiendo sus espasmos, bebiendo sus jadeos.

Pero fui consciente de que el suyo había sido un orgasmo menor, nada comparable a la electricidad que le recorría el cuerpo cuando la habían sometido los dos cerdos. Me miró, como con pena, pero puso la cabeza en mi hombro y se quedó rendida.

Noté cuando se despertaba por el cambio de respiración. Eran casi las seis de la tarde y le recordé nuestra cita, con un nudo en el estómago, con la vana esperanza de que se negara a ir.

-      Mi amor, si vamos van  a querer follarme –me contestó mirándome a los ojos.

-      Y tú quieres?

-      Ya sabes que no me puedo resistir, pero…, haré lo que tú me digas.

Fuimos, claro que fuimos. Y mientras se vestía sentí que se estaba preparando para ellos, con su tanguita minúsculo, su falda abierta en el lateral, su blusa de seda, de botones, sin sujetador. Y lo sentí aún más cuando se dio la vuelta para que la admirara, y cuando vi sus ojos, brillantes de excitación.

Había poco tráfico y llegamos con 15 minutos de antelación. Cuando nos acostumbramos a la penumbra vimos a los dos chulos al fondo de la barra. Nos miraban muy ufanos, Juan con esa sonrisa de prepotencia que me resultaba tan desagradable.

-      Hola parejita, qué pronto habéis llegado¡¡¡ -exclamó, y luego se dirigió sólo a mi esposa- se ve que estabas muy impaciente.

Mi mujer bajó los ojos, sin contestar, y declinó sentarse en el taburete que le ofrecían. Mientras servían las copas eché un vistazo al local. Estábamos en una barra larga, separada del resto del local por unas tupidas cortinas. Había solo tres parejas más en la barra y una decena de tipos solos, que se comían a mi nena con los ojos.

-      Lo mejor está detrás de las cortinas –me dijo Carlos al notar mi curiosidad- Hay una pista de baile muy oscurita y unas habitaciones muy entretenidas…

-      Pero, ¿esto qué es?, ¿nos habéis hecho venir a un puticlub?

Soltaron una carcajada y nos explicaron que el bar era un pub de swinger, que allí iban parejas en los que al marido le excitaba ver como disfrutaba su mujer con otros.

-      Pensábamos que ya lo sabíais ¡¡¡¡

Miré a Eva, que hizo un gesto de aceptación, y noté como los nervios se me concentraban en el estómago. Sorprendentemente los dos adoptaron una postura de lo más caballerosa, sin intentar ningún acercamiento a Eva, a quien vi en actitud expectante.

Me quedé aún más sorprendido cuando Juan hizo un gesto a una camarera y le pidió que nos enseñara el local. Nos esperaron en la barra mientras la empleada nos dirigió a la pista de baile. Estaba realmente oscura, pero al abrir la cortinilla pude vislumbrar a dos parejas bailando y al fondo, en una esquina, a una mujer aprisionada entre dos tíos. Besaba al que tenía de frente mientras el de detrás la bombeaba con firmeza.

Nos acompañaron sus gemidos hasta que entramos en una habitación amueblada con un columpio y una cama enorme vacía. En las siguientes encontramos parejas, tríos y hasta una orgía, pero lo que más me impactó, haciendo que se me levantara nada más entrar, fue la última, donde un tipo se pajeaba mirando a una mujer semidesnuda a la que manoseaban tres sombras desde atrás, separados por unos barrotes mientras se veían otras siluetas, evidentemente de hombres que esperaban su turno.

Ella le miraba fijamente mientras jadeaba chupando dos dedos que entraban y salían de su boca de forma acompasada. Una manaza se escondía debajo de la blusa, amasándole las tetas con desespero, mientras otra se había colado desde la barriga en su braguita, y la dedeaba con violencia. Confieso que no tuve que cerrar los ojos para imaginar que era Eva la que era masturbada en ese local.

Mi esposa miró también la escena con los ojos muy abiertos, y tragó ostensiblemente saliva. Cuando regresamos se le notaban unos coloretes en las mejillas. Carlos y Juan nos recibieron con una sonrisa

-      Os ha gustado el sitio?

-      es muy…peculiar –contestó Eva

Carlos la atrajo entonces, la dio la vuelta y la acomodó entre sus piernas abiertas. Mi nena me miró muy seria, con su culito pegado al vientre de él, que empezó  a moverse punteándola, mientras la sujetaba de la cintura.

-      Lo sientes, bonita? – le preguntó, reteniéndola cuando intentó apartarse

Dos maduros que estaban enfrente pararon su conversación para mirarla.

-      No , Carlos…déjame…por favor… aquí no –intentó protestar, con esa voz de niña que le salía cuando se excitaba.

No le hizo caso, y vi como su mano izquierda descendía por el muslo, abriendo la falda para rozar su piel, erizada. Puso una manita sobre la suya, para detenerle, pero los dedazos le aprisionaron la carne de la pierna, avanzando inexorablemente.

-      Dile a tu maridito qué sientes en tu culo, putita.

-      …. Nommmm…, para…, por favor….

Carlos introdujo toda su manaza dentro de la falda, y la abrió para que viéramos cómo la sobaba sobre el tanga. Por los movimientos de su otra mano, ahora escondida, adiviné que estaba liberando su palo del encierro.

-      Díselo, perra –le ordenó, en tono seco.

Eva mantenía su mano inerte sobre la de él, que se movía de forma brusca. Cerró los ojos en un gemido profundo antes de obedecerle.

-      Su polla…, está…, muy…, dura…,mmmmmmmm.

Juan se acercó entonces, cogió la otra manita de mi niña y se la puso directamente en la entrepierna, donde el pantalón parecía a punto de reventar.

-      ¿Y ésta?, ¿también está muy dura, zorrita?

Eva abrió de nuevo los ojos, tenía una mirada turbia, de entrega. Carlos se había acoplado de tal manera que su palo se deslizaba entre las piernas de mi mujer, dejando que asomara el cabezón por delante. Apartó el tanga y le deslizó la punta por los labios, abriéndolos. Mi niña estaba como ida, con su manita pegada al pollón de Juan, que asomaba ya por la bragueta, jadeando cada vez más fuerte.

Pero no se lo quería dejar tan fácil a esos cerdos. Cogí la mano a Eva y la aparté de ellos, con una sonrisa tensa en los labios.

-      Vamos a bailar, mi vida?

Me enorgullecí al sentir que se incorporaba de un salto, como si estuviera esperando que yo la sacara del atolladero. Se aferró a mi mano, y sentí que me miraba con cariño. Los dos acosadores se quedaron con en la barra, mirándose contrariados. Y no mejoró su humor que los dos mirones se les adelantaran y se apresuraran a colocarse en la cortina que hacía las veces de puerta.

Temblaba cuando la abracé y noté su respiración agitada.

-      Te han excitado?

-      - Ufff…, mucho…, Carlos me decía que me iba a clavar hasta reventarme –confesó- se ve que tiene mucha experiencia…, es muy hábil.

-      Más que Juan?

-      Son…distintos, pero Juan tiene un morbo irresistible.

-      Y.., y yo? –pregunté de nuevo, con el corazón encogido.

-      TÚ?, -se sobresaltó- no tienes nada que ver con ellos!!!..., a ti te amo. Con ellos sólo es un juego.

Fue tan rotunda que en ese momento desapareció la comezón del estómago. La besé en los labios y me dejé llevar por la música con los ojos cerrados, disfrutando del momento. No duró mucho.

-      Me están…, tocando –me avisó mi mujer, con la voz entrecortada. Vi entonces la sombra de un hombre, que se pegaba cada vez más. Era uno de los mirones. El otro se quedó en la cortinilla, esperando su oportunidad.

-      Estás segura? – pregunté sin pensar.

-      Me soba…, el culo…, -respondió, con la respiración agitada. Nos habíamos quedado en la misma posición, balanceándonos con la música, y debió interpretar nuestra quietud como síntoma de aceptación, porque se acercó aún más, moviendo el  brazo con disimulo. Eva se abrazó más a mí, pero no hizo nada para detenerle.

-      Tiene la mano…, muy…, grande…, me levanta la faldita…, ¿qué hago? –me susurró al oído con esa voz finita que me enardecía. No le contesté, pero la mantuve en la misma posición, expuesta a las caricias del desconocido, que se animaba por momentos.

Sentí una mano entre los dos, haciéndose hueco, buscando los pechos de mi nena, que empezó a echarse hacia atrás, dejándose llevar por el desconocido. Consiguió mantener sin embargo su boca pegada a mi oreja.

-      ¿Qué te hace, mi amor? – le pregunté consumido por el morbo al sentir sus gemidos.

-      Se…la…ha..sacado…, me la frota en las nalgas – balbuceó.

A esas alturas ya tenía una mano dentro de su escote, amasándole las tetas con premura, y sentí el roce de la otra al deslizarse por el vientre de mi esposa. Le costó dos segundos desabrochar el botón de la faldita para tener mejor acceso. Eva volvió entonces la cara

-      Déjeme…, cer… mmmmmm -el tipo la interrumpió con un morreo inesperado.

Mi niña agitaba las manitas como buscando donde aferrarse para escapar, pero la lengua se había hecho con su boca y su manaza estaba ya trabajándole el clítoris con violencia. La apartó aún más de mí, dejándome como un espectador más y sacó una de sus tetas por encima del escote. Vi cómo le aprisionaba el pezón con los dedos, estirándolo.

Sacó entonces la lengua de la boca de Eva para lamerle los labios, y mi nena asomó la suya, acompañándole. La separó por completo de mis brazos para llevarla a un rincón y me quedé atónito al ver cómo la obligaba a inclinarse para meterle la polla de un puntazo certero.

-      Toma, puta, tomaaaaa –habló por primera vez en un grito de triunfo, acompañado por los jadeos de mi esposa, que cabeceaba.

Al tercer caderazo tuvo mi esposa el que supe que solo era el primer orgasmo de la noche, acompañado por los bramidos del tipo, que la bombeaba cada vez con más fuerza.

-      Córrete zorra ahhh, córrete

-      Sí..ahhhhmmmmmm siiiiiiii….fóllameeeeeee ahhhhhhhh

Y la folló, con una dureza que no había visto nunca, su rabo entraba y salía de la vagina de mi niña a velocidad de vértigo, y con cada golpe se escuchaba el plasss de los huevos en las nalgas, acompañado de un nuevo suspiro de Eva. La mantuvo durante lo que me pareció un tiempo eterno, perforándola a gran velocidad, para luego recrearse, entrando y saliendo de mi esposa a un ritmo lento.

Le arrancó un segundo orgasmo, y un tercero, jugando con ella como si fuese una muñeca de goma. Vi como mi niña se sometía cada vez más, dejándose caer presa del agotamiento y de las convulsiones en todo el cuerpo.  Entonces se la sacó y se la puso ante la cara

-      Chupa, guarra –le espetó pasándole el glande por los labios. Y mi niña mamó, se metió ese pedazo de carne en la boca como si no hubiera comido en semanas y aún se corrió de nuevo cuando sintió los lechazos en su cara.

Yo también me había corrido, no sé en qué momento me saqué mi pollita y dejé caer mi semen al suelo.

-      Esta putita tiene el mejor coñito que me he comido en semanas –se ufanó el tipo mientras se cubría, dejando a mi esposa en el suelo, temblando entre gemidos. (Continuará)