Historia de Corinne (4)
Por fin terminó el castigo. Cloe, colgaba de sus brazos y ya no palpitaba con tanta intensidad. Me dio mucha pena, cuando la separaron de mí...
Por fin terminó el castigo. Cloe, colgaba de sus brazos y ya no palpitaba con tanta intensidad. Me dio mucha pena, cuando la separaron de mí.
Svelda la reanimó a tortazos y la conminó a vestirse. Cuando la pequeña Cloe, estuvo vestida, se sentó cerca de su tía Sonia. Y la cena continuó.
Las camareras, como por arte de magia aparecieron en el salón y sirvieron los postres. Cloe, me lanzó una tierna sonrisa y se dedicó a su postre con verdadera fruición.
Cuando hubo terminado la cena, todos se levantaron de la mesa y pasaron a la biblioteca. Tan solo permanecieron conmigo, Melba y Cloe. tras pedir permiso a la Marquesa.
Melba se acercó a mi oído y me susurró, que estaba deseando ensayar una serie de suplicios conmigo. Agregó, que quería excesivamente a su sobrina y que por tanto me dejaba un par de minutos a solas con ella.
La vi como se separaba de nosotras. Cloe se acercó a mí y me dio las gracias por haberla dado mi calor. La dije, que la quería y que me hubiera gustado tenerla abrazada.
Rápidamente, Melba nos separó y me dejaron sola en aquel salón, mientras las camareras recogían la mesa.
Apagaron la luces y me sentí presa de un angustioso miedo. Así por espacio de 10 minutos. Y de nuevo las luces se encendieron.
La Marquesa estaba aproximándose a mí. Pero antes de llegar a mi lado, apareció Melba, con su gorra y la fusta en la mano.
Venía tan aprisa, que llegó al tiempo que la Marquesa. Entonces, ésta la dijo ....
*** Suéltala y llévala hasta mi cuarto.
*** A la orden. Hail !.
La Marquesa salió del salón y Melba, comenzó a rozarme con la fusta los costados. Me hacía sentir fatal. Y más desde lo que me había comentado, momentos antes.
Por fin me desató y me hizo poner el vestido. Luego me ató las manos a la espalda y caminamos hacia la puerta del salón.
Salimos al corredor, pero no encontramos a nadie en el camino. Y por fin llegamos ante el dormitorio de la Gran Señora.
Melba, aporreó con los nudillos y una voz nos autorizó a entrar.
Entré, seguida de ella. Avancé unos 20 pasos y de pronto me quedé como helada. Un miedo atroz se apoderó de mis sentidos. Allí estaba la Marquesa, vestida como sus hijas. Una luz roja cubría todo el ambiente. Era para que las marcas no distrajeran, lo que era una verdadera sesión de sadismo. Esto lo sabía de cuando era fotógrafa.
Pero no era la luz, lo que me había alterado de tal forma. Era la Marquesa y sus aparatos especialmente sádicos, para la tortura.
Melba me empujó y tuve que caminar hacia ella. Cuando estuve lo suficientemente cerca de ella, pude contemplar su atavío. Antes diré, que poseía un cuerpo admirable. Tan joven como el de Melba, por lo menos en apariencia. Además, no llevaba botas, sino sandalias. Y en vez del pantaloncito tenía puesta una minifalda tan corta como la mía. Llevaba un corpiño de cuero negro, cubierto de medallas. El pelo lo tenía recogido bajo la amplia gorra de General SS. Tenía los guantes puestos y portaba una fusta de color blanco luminiscente y un látigo de 5 colas, hecho con el cabello de sus hijas.
Ella, me cogió del collar y me hizo poner de rodillas. A continuación, me desabrochó el vestido y quedé desnuda ante ellas dos.
Enseguida me indicaron que me levantara y me colocara de bruces sobre una mesa de mármol. Me ataron seguidamente las manos al collar, a fin de que todo mi cuerpo quedara apoyado sobre la frialdad de la piedra. Y engancharon mis tobillos a una barra de plomo, con lo que mis piernas quedaron muy separadas e imposibilitadas para el movimiento, debido al peso que debían soportar.
Entonces Ella, se aproximó a mí y me acarició la espalda con la fusta, hasta que yo empecé a removerme. Antes de proseguir, despidió a Melba.
Cuando la puerta se cerró, empezó el tormento para mí.
Sentí el silbido de la fusta y de pronto una quemazón invadió todo mi ser. Mis nalgas eran las receptoras de aquel castigo. Me acordé de Cloe y evité el gritar. Sin embargo, a medida que los azotes iban cayendo, sobre mi cuerpo, se me hacía mas difícil el poder reprimir los gritos, no así el temblor de mi cuerpo, mis palpitaciones y mis resoplidos.
El látigo caía una y otra vez, tanto sobre las nalgas como en los muslos. Me sentía a punto de estallar, cuando los azotes cesaron.
Ella, me desató e hizo que me levantara. Yo me sentía demasiado nerviosa y dolorida, como para prestarle plena atención, pero intenté por todos los medios, que no tuviera que repetírmelo, con un nuevo castigo.
Cuando estuve en pie, ella se aproximó a mí y me dijo .....
*** Ha llegado el momento de que sufras lo que te prometí. Pero antes, servirás de acompañamiento a mis hijas y sus esposos. En cuanto a mi nieta Cloe, la atormentaré junto a tí. Pero antes, la haré confesar delante de tí. Claro que tu estarás con la boca tapada. Eso será en la madrugada. Ahora, vamos a visitar a mi hija Sonia y August. Creo que les encantará tu compañía.
Salimos del cuarto y nos dirigimos a una habitación que estaba situada al otro lado del corredor.
Llegamos hasta la habitación mas alejada de la de ella. La abrió y me hizo entrar. Después, cerró y me abandonó a mi destino.
Me sentí rara. Y al cabo de unos minutos, como no oía nada, me asomé y no vi a nadie. Me sentí desesperar. Me situé en un rincón de la habitación y me acurruqué en un rincón que quedaba oculto, de la entrada de la habitación.
Enseguida, oí como la puerta se abría y oí las voces de más de dos personas. Me entró mucho mas miedo del normal y comencé a temblar.
Las luces se encendieron y entonces pude ver por el espejo a una de las parejas y la jovencita de 16 años.
Se quedaron los tres en el cuarto contiguo al del dormitorio, pero pude saber lo que pasaba gracias al espejo y además, ellos pronunciaron sus nombres, al hablar él.
*** Rápido. Desnudaos y tú Stara, tráeme la fusta para azotar a tu tía. Por favor Sonia , desnúdate y ponte a cuatro patas.
*** Como ordenes, August. Procura hacerme cosas nuevas.
August se desnudó y vino hacia mí, pero no me vio. Me quedé muy quieta y mantuve la respiración. Enseguida salió y se dirigió al otro cuarto. Y al mirar, pude ver, como los tres estaban desnudos.
Stara, le dio el látigo y se puso a cuatro patas como su tía. A mí me entró una acuciante necesidad de ver que es lo que las hacía. Por tanto, me levanté de mi escondite y me acerqué al cuarto. Ninguno de los tres me vio, ya que me daban la espalda.
August levantó la fusta y la descargó sobre las nalgas de Stara. Esta, gimió y se quedó con el culo apuntando mas alto, a fin de recibir mas azotes de su tío. Pero éste, lanzó el siguiente azote para Sonia.
Esta, protestó, porque su azote había sido mas suave y necesitaba estar caliente. August la regaló su deseo y la azotó con verdadero frenesí, aparte de lanzarla varias patadas en la boca del estómago y en el vientre.
Pero entonces Stara, se levantó y pidió que su tío las diera una paliza, antes de seguir con los azotes. August se resignó y cogió a su sobrina y la asestó bofetadas y manotazos en el vientre y los pechos, con tal intensidad, que la pequeña cayó aparentemente sin sentido al suelo. Pero rápidamente se levantó y se acercó a su tía a la que dio varias patadas, mientras August la golpeaba.
Por fin, parecieron estar contentas y se quedaron expectantes a que la fusta las abrasara la piel.
El, las dirigió gran cantidad de azotes, hasta dejarlas exhaustas en el suelo.
Luego, se dio la vuelta y salió del cuarto, pero yo, ya me había escondido en el sitio anterior. El, se quedó de pies ante mí. Si hubiera mirado hacia abajo, me habría visto, pero no lo hizo y pude seguir disfrutando de la tranquilidad.
Se tumbó entonces en la cama y las llamó. Sonia, fue la primera en aparecer y Stara la seguía a corta distancia.
Sonia se puso sobre el pene de él, mirándole. Y Stara se sentó sobre la boca de él, a fin de que la chupara el coño. Las dos mujeres, de esta manera estaban frente a frente para poder besarse y acariciarse los pechos.
Todos resoplaban, cuando Stara al girar la cabeza, hacia donde yo estaba me vio. Pero siguió disfrutando de las caricias múltiples de sus tíos. Cuando todos explotaron, me delató diciendo ....
*** Queridos tíos. Hemos tenido a bordo, todo el rato, a una asquerosa y apestosa polizonte judía.
Les vi, como se alarmaban y todos se separaban. Rápidamente, August se acercó hasta donde yo estaba y cogiéndome por los pelos, me arrastró hasta el cuarto que habían ocupado para sus perversiones.
Y a la vez, llegaron Sonia y Stara. Pero August, ya me estaba golpeando con sus manos y preguntándome, que había visto y oído. Stara, se vistió mientras August, me situaba en el centro de la habitación y ataba mis pulseras a las dos cadenas que descendían del techo.
Sonia iba a vestirse, cuando sonó la puerta. Era Ella. Al ver a Stara, la preguntó .....
*** Stara. Que haces en el cuarto de tus tíos ?.
*** Nada abuela. Oí ruidos y entré. Y entonces vi como esta zorra quería escapar del cuarto. La perseguían los tíos, pero pude ver como esta asquerosa hembra la pegaba a mi tía.
*** Sonia. Es eso cierto ?.
*** Si madre.
*** Está bien. Stara, vuelve a tu habitación. Observo que todavía no la habéis marcado. Bueno, en otro momento será. Ahora deseo que la cedáis a Svelda y su esposo. No tardéis.
Se fue y me quedé a solas con ellos. Entonces August, me dijo ....
*** Si tan solo haces referencia a lo último que has visto, te juro que te arrancaré la piel lentamente. Y mientras padeces te iré purgando con sal.
De todas maneras, al amanecer ya tendré el permiso de mi Señora para masacrarte. Y recuerda. Ni un solo comentario de esto. Entendido ?.
*** Sí.
Me soltaron de mala gana y me acompañaron al cuarto de Svelda.
Me hicieron entrar sin llamar. Y cerraron la puerta, dejándome a solas en una habitación que no conocía. No oía ruido alguno. Por lo que decidí asomar la cabeza y ver si había alguien.
Avancé lentamente por la moqueta y llegué hasta el dormitorio. Pero no había nadie. Seguí avanzando hasta el otro cuarto y arrimé mi oído a la pared. Me pareció oír un gemido, pero no estaba segura. Atisbé por la cerradura y entonces vi un espectáculo dantesco. La pequeña Cloe, estaba atada en aspa sobre una gran mesa. Y además tenía una mordaza en la boca.
Stara y su hermana Clonia, estaban azotando a la mas joven, mientras Svelda y su marido hacían el amor de forma sodomita.
Me daba miedo llamar a la puerta. Además, como podía saber yo, si había alguien o no, en la casa ?.
Me volví de nuevo a la puerta y casi grité, si había alguien. Pasado un tiempo prudencial, volví a insistir. Pero como nadie se asomaba, me aproximé de nuevo ante la puerta y miré de nuevo por la cerradura. Ahora todos estaban desnudos menos Stara. Mientras los contemplaba, oí como la puerta se abría. Me dirigí con velocidad hasta el dormitorio principal y me encerré en el armario, desde allí pude ver como Ella, se dirigía hasta el cuarto en el que se llevaba a cabo la perversión mas ignominiosa y habría la puerta.
Pude oír, como solicitaba a Stara. La sacó del cuarto, pero antes de irse, les preguntó que si yo había aparecido y claro, contestaron que no.
Gruñó algo entre dientes y salió del cuarto con Stara, cogida del pelo. Y antes de cerrar la puerta de los aposentos de Svelda, la oí que la iba a machacar a palos por haberla mentido anteriormente. Cerró la puerta y yo me quedé sin saber lo que hacer.
Iba a salir del armario, cuando Svelda apareció en la habitación. Encendió las luces y se dirigió hacia mí. Abrió mi puerta, pero se volvió al tiempo que cogía una bata y cerró el armario otra vez.
En cuanto salió hacia el baño, abrí la puerta y salí a toda prisa de la habitación. Me asomé de nuevo al cuarto. Solo estaba Cloe, con la mordaza en la boca y colgando de los tobillos y con las manos atadas a la espalda.
Sabía a lo que me exponía, pero aún así, entré en el cuarto y la descolgué, luego la desaté y la quité la mordaza. Estaba como abotargada. La cogí en brazos y la saqué de la habitación.
No sabía a donde dirigirme. Opté por tomar las escaleras y subir al piso superior. Allí encontré un cuarto en el que no había mas que ropa de cama. La tumbé en el suelo y la besé hasta que despertó.
Cuando me vio, se echó en mis brazos y me besó. Luego lloramos juntas, hasta que un ruido en el pasillo, nos hizo ponernos en guardia.
Escuchamos atentamente. Y por las palabras y el tono empleado en las mismas deduje, que me estaban buscando. Entonces ella me dijo, que me entregara, antes de que me encontraran, y que les pidiera perdón de rodillas.
Que me iban a torturar era evidente y además con saña. Pero si no me entregaba, en cuanto me descubrieran, sería machacada lenta y cruelmente.
Yo no sabía que hacer. Y ante las palabras de Cloe, la pregunté si había alguna forma de escapar de allí.
Ella me dijo, que conocía una salida, pero que no me la diría, porque sería un acto de traición.
La rogué y la supliqué, pero la pequeña no daba muestras de agrado hacia mi propuesta y ruegos. Por fin, dijo que me ayudaría y salimos al pasillo. Me hizo arrodillar en el rellano. Pensé que nos podían ver y me arrodillé. Cloe, se puso tras de mí y me abrazó tiernamente, poco a poco fui echando mis brazos hacia atrás, hasta que en un descuido por mi parte, ella engarzó los ganchos de mis manos a mis pies.
Me sentí morir de desesperanza y temor. La miré y ella me dijo que era la mejor manera y que lo sentía.
Entonces la dije ...
*** Date cuenta, de que nos han estado buscando y no hemos dado señales. Cuando te interroguen, vas a decir que te he raptado ?.
*** No les diré nada.
*** Pero te someterán a algún tipo de tortura, o te azotarán.
*** Eso me da igual. Me gusta que me peguen. Sobre todo mi abuela. Ella es colosal. Si quieres la pido que nos atormente juntas. Si la digo, que las dos queríamos escapar, nos zurrará de lo lindo. Y además intervendrá toda la familia.
*** No. Escucha Cloe. No deseo que seas maltratada por mi culpa. Déjame libre y volvamos de nuevo al cuarto. Te explicaré toda la historia.
*** Ahora, no deseo escuchar historias.
*** Abuelaaa ! Estoy aquí arriba, he capturado a la judía.
Enseguida oí los pasos agolpados por la escalera. La primera en llegar fue Ella. Se plantó ante nosotras y nos zarandeó de los pelos. Luego me desenganchó los tobillos y pidió al resto de la familia que llevaran a la pequeña Cloe al cuarto de los tormentos y que la dejaran atada y la dejaran abandonada.
Me cogió del collar y me hizo descender la escalera. Yo seguía con las manos atadas a la espalda. Llegamos a la planta baja y me hizo entrar en la habitación en la que estaba Cloe y Stara. Las dos estaban desnudas y atadas en postes contiguos. A mí me hizo tumbar en el suelo y tras engarzar mis tobillos hizo bajar una cadena y me la enganchó en las tobilleras. Luego, lentamente me fue izando hasta quedar colgada de los pies y delante de mis jóvenes compañeras de suplicio.
Podía ver, a pesar de que mis lágrimas se agolpaban en mis ojos, a las dos jovencitas atadas de forma cruel. Sabía que a las dos las gustaba sufrir los castigos de su abuela.
A pesar de todo, sentía como la sangre se agolpaba en mi cabeza. Y esperaba todo lo peor para mí.
Antes de que pudiera pensar en mas problemas, derivados de mi mala fortuna, la puerta del cuarto se abrió y entró Melba.
Nos contempló con descaro y se acercó a Ella. Entonces, la dijo ....
*** Señora. Si queremos que esta puta judía, sea castigada como se merece, antes, deberemos castigar a estas dos idiotas, a fin de que nos dejen la sesión tranquila y sin distracciones.
*** Me parece muy oportuno el comentario. Desde este momento, te nombro como mi sucesora. Y mientras tanto te asciendo al rango de General SS.
Nos ignoraban, mientras Ella la condecoraba. Melba, seguía vistiendo igual que la primera vez que la vi. Es decir, llevaba la chaqueta de cuero abierta del todo, por lo que se la seguían viendo los pechos, cada vez que se movía.
Entonces, oí la voz de la pequeña Cloe ....
*** Tía Melba. Ahora que tienes tanto poder como la abuela, puedes torturarme personalmente. E incluso puedes ordenar a mi madre que me azote. Igualmente, puedes encargarte de mi hermana. Ella te lo agradecerá aunque no te lo merezcas.
*** Cállate estúpida. Te azotaré si me da la gana. Y en cuanto a tu hermana es cuestión de tu abuela.
*** La estúpida eres tú. No me das miedo. Y además creo, que no tienes agallas para torturarme. Todavía me consideras una cría.
*** Desde hace pocos momentos, poseo la suficiente autoridad, como para hacer azotar a vuestra madre, por vosotras mismas. Ahora cállate.
*** Bertha. Con tu permiso, voy a reunir a toda la familia. Nos veremos en el patio.
Melba, salió de la sala y nos quedamos a solas con Bertha. Que era el nombre de Ella. Nos dimos cuenta de que se había dejado comer el terreno. Y además, por lo menos yo, creía que Melba sería capaz de hasta hacer detener a Bertha.
Fuimos desatadas las 3 y Bertha nos ordenó que saliéramos del cuarto y bajáramos las escaleras hasta el patio interior, que siempre estaba muy iluminado.
Cuando llegamos, ya nos esperaba el resto de la familia. Y Svelda dio un paso hacia adelante, como para interponerse entre sus hijas y la nueva directora.
Pero Melba, hizo chasquear la fusta y la ordenó que volviera a su sitio. De esta forma, comprendimos el inmenso poder que poseía la persona mas malvada de la familia.
Melba, como para darse importancia, pero por otra parte conocedora de los vicios de su familia, expuso .....
*** A continuación paso a exponeros las nuevas jerarquías y nombramientos de la familia, por parejas ....:
August Sonia ... August. Comandante SS.
Sonia. Auxiliar de Orgías.
Alex Katia ..... Alex. Capitán SS.
Katia. Auxiliar de Sótanos.
Paul Svelda..... Paul. Capitán Gestapo.
Svelda. Auxiliar de Orgías y Sótanos.
A continuación, me referiré a las hembras de esta familia.
Bertha. Gran Marquesa de Sade. Comandante en Jefe General.
Clonia. Auxiliar de Sótanos.
Stara. Auxiliar Masoquista al servicio de Orgías.
Cloe. Ayudante Masoquista al servicio de Orgías y Sótanos.
Y ya tan solo queda esta repugnante hembra, a la que considero como al ser mas detestable y con menos derecho a la paz. Por tanto, la declaro como perra judía, a la que hay que castigar y atormentar.
Las vestimentas consistirán en los trajes correspondientes a cada rango. A excepción de las auxiliares, que vestirán con un chaleco de piel negro y de sisas y escotes pronunciados.
En cuanto a las de rango masoquista, vestirán según las necesidades, pero en la mayor parte de los casos, llevarán sus pechos al descubierto. Además, aparecerán en las Orgías con al menos 5 latigazos, sobre sus espaldas.
Y ahora, citaré los castigos ....
Sonia. Recibirás 50 azotes en este patio de manos de Clonia.
Stara. Recibirás 35 azotes en tu habitación de manos de tu padre.
Cloe. Recibirás 100 azotes en la cámara de los horrores de manos de tu abuela.
La perra judía, pasará a habilitar la cámara de los tormentos y será castigada con más de 600 azotes, en los diferentes aparatos. Así mismo será torturada totalmente en 3 aparatos. Además, asistirá a las orgías que mañana dan comienzo.
Ahora bajaremos Alex, August, Paul y Yo con esta miserable, a la que haremos sufrir hasta la saciedad.
Katia y Svelda, bajarán cuando yo lo ordene.
Me vi en el suplicio, sin tener nada que ver. Si acaso, el no mostrarme ante mis torturadores. Por otra parte me lo tenía merecido. Nunca debí de confiar en la pequeña Cloe.
Bajé seguida de todo el grupo. Las escaleras parecían interminables. Y por fin llegamos hasta el sótano elegido.
Melba, abrió la puerta y me encontré en un escenario escalofriante, ya que allí se encontraban los aparatos mas modernos para el suplicio.
Habían muchos mas aparatos que en la casa de Sir Arthur. Y de un rápido vistazo, descubrí el falo sujeto por una mínima plataforma, que la soportaba un eje que se anclaba en el suelo. Y alrededor de dicho poste, había varios anclajes disimulados en el suelo, formando varios triángulos concéntricos.
Seguro que estaba destinado a mí. Pero antes, me hicieron ir hacia un poste de metro de altura. A él me ataron las pulseras y me obligaron a separar las piernas.
Cuando ya estaba lista para los primeros azotes, Melba puso una música lenta y angustiosa. Luego apagó las luces y varios focos de color rojo me iluminaron totalmente.
Alex, Paul y August levantaron las fustas y me las fueron descargando una tras otra al ritmo de la música, mientras Melba se acercaba a mí por delante y me hacía caricias con sus manos en la cara o me cogía del pelo.
Me retuve todo lo que pude para no soltar ni un solo quejido. Pero era angustioso el verme tan mancillada a base de golpes. Todos me eran dirigidos a las nalgas.
Aguanté estoicamente el castigo. Y por fin los azotes cesaron y las luces se encendieron. Y Melba personalmente me desató y me hizo dirigirme hasta el aparato del falo. Entonces vi como Alex lo engrasaba para mí.
Al llegar ante él, un sudor frío me invadió. Observé como una vez engrasado, el poste descendía hasta medio metro del suelo.
Melba, me dio un empujón fuerte y nervioso en dirección al aparato.
Me moví con un miedo atroz. Las manos de August y Paul se apoderaron de mis brazos y me hicieron caminar con mayor rapidez hasta que mis nalgas estuvieron en la vertical del falo. Entonces me obligaron a abrir las piernas.
Mientras me tenían sujeta por los brazos, Melba colocó sus manos sobre mis hombros y me obligó a que fuera descendiendo mis nalgas hasta llegar a tocar el falo. Alex me cogió entonces las caderas y me hizo sentarme violentamente sobre el falo.
Este se introdujo con frenesí en mi interior. Y me produjo tal dolor a pesar de estar engrasado, que un grito salió de mi garganta.
Alex me separó las nalgas a fin de que el falo se incrustara en mi conducto anal, mientras Melba seguía haciendo fuerza sobre mí. Me sentía morir de desesperación y dolor. Además la postura era de tal incomodidad que no sabía si podría resistirlo.
Alex me cogió de los tobillos y elevó mis piernas a fin de que sentir el dolor del falo en el ano. Me sentí morir de dolor y miedo. Grité varias veces, pero tan solo escuché sus risas y burlas hacia mí.
La peana era tan pequeña que prácticamente estaba sujeta por mi ano.
De nuevo me dejó los pies en el suelo, pero me separaron las piernas excesivamente, a fin de que experimentara nuevos dolores. Luego me engarzaron unas finísimas cadenillas a las tobilleras.
Melba, se situó frente a mí y me volvió a acariciar el cabello y mis lágrimas, que en aquellos momentos eran intensas. A un gesto suyo, August y Paul me elevaron los brazos y Alex engarzó mis pulseras a otras cadenillas.
Fueron tensando las cadenillas hasta que mis brazos quedaron firmes, sin que me hubiera levantado de mi trono.
Y entonces comenzó al ascensión. Mientras el poste se elevaba, mis brazos seguían quedando tensos. Cuando estuve a una altura en la que mis pies colgaban y mi dolor había aumentado en dos puntos, comenzó el tensado de las cadenas que me sujetarían al suelo, pero me di cuenta, de que los amarres estabas detrás del eje de mi cuerpo.
En un momento, quedé tensada de las piernas. Increíblemente abiertas y hacia atrás, con lo que mi dolor aumentó bastante más.
Enseguida corrigieron la tensión de las cadenas que aguantaban mis brazos y las tensaron pero algo hacia atrás, a fin de que les dejara mi cuerpo arqueado para sus sucios fines.
No gritaba y había dejado de llorar, pero sentía una sensación de dolor tal, que hubiera preferido que me enviaran al otro barrio.
Pero mi sino era el sufrir. Esperé con toda la calma que me fue posible reunir.
Melba, me circundó con la fusta en la mano y restregándomela por diversas partes del cuerpo. La veía como sonreía maliciosamente y al llegar a la altura de mi vientre se detuvo. Alzó la fusta hasta mis pezones y restregó las bolitas espinosas en los mismos.
Cuando comencé a resoplar, soltó una fuerte carcajada y me agarró la vagina con su mano enguantada. Intenté revolverme, pero solo podía mover mi cabeza y si acaso, tensar los músculos ligeramente.
Melba, se separó de mí y al poco las luces se apagaron para dar paso a unos focos de luces verdes. Una música vibrante, comenzó a inundar el sótano. De repente, una luz blanca intermitente y de alta intensidad surgió del techo e iluminó alguna parte de mi cuerpo. Casi en el acto, recibí 3 descargas de fusta en mis caderas.
Me quedé tan impresionada, que no solté ni siquiera un murmullo. Pero, ya otros chorros de luz, apuntaban de nuevo a una parte de mí. Y acto seguido, 3 nuevos azotes me recorrieron de nuevo las caderas. Sentí una sensación amarga. Pero lo que mas nerviosa me ponía, era el ver a los tres hombres como bailaban a mi alrededor, hasta que se encendía el flash.
Los azotes seguían infligiendo mis partes mas carnosas. Me sentía desesperar por momentos.
Melba se aproximaba de vez en cuando y me azotaba los pechos con su fusta. Pero lo peor era el suplicio de los 3 látigos al unísono, cada vez que la luz blanca aparecía sobre mí.
De repente cesó la música y las luces se encendieron. Melba se plantó ante mí y oí como ordenaba a los hombres, que me azotaran con toda clase de látigos.
Se decidieron por azotarme los muslos y las nalgas. Así, mientras uno me azotaba las nalgas, cada uno de los otros me azotaría un muslo.
Se apropiaron de látigos de 6 cueros terminados en un nudo retorcido y de lo mas basto. Y se acercaron a mí, ocupando cada uno su posición.
En breve comenzó de nuevo el calvario para mí. Los golpes caían acompasados y fuertes, pero no había respiro por su parte.
Me sentía abrasada por los cueros. Y aunque me seguía controlando para no gritar, se me hacía tan cruel y doloroso, que no sabía hasta donde sería capaz de soportar.
Después de una serie de 20 azotes por torturador, cesaron los azotes. Enseguida se dispusieron a una nueva serie de tormentos con los cueros.
Ahora tocaba el turno a mis costados y a la espalda. Me creí morir de angustia, ante la severidad de los golpes que me esperaban. Pero que podía hacer para evitar semejante infierno. Por tanto aguanté en silencio mis temores y aguardé a que ellos quisieran comenzar el castigo anteriormente nombrado.
Antes de que empezaran, me miré los muslos, ahora, totalmente violáceos debido a las marcas de los látigos y me sentí angustiada.
Antes de que pudiera prepararme, comenzó la lluvia de azotes. Y me vi impotente para guardar la serenidad que había mostrado hasta entonces.
Comencé a resoplar con fuerza. El dolor era tan insoportable, que ya no podía contener por mas tiempo mis jadeos y contorsiones, aunque estas últimas, eran poco menos que simples vibraciones de mi cuerpo, debido al gran tensado de mi cuerpo.
A los pocos azotes, comencé a lanzar pequeños gemidos, que se fueron convirtiendo en tímidos gritos y lamentos. A pesar de los mismos, ellos siguieron golpeando con frenesí mi cuerpo sin tener en cuenta mis lamentos y sufrimientos.
Sentía como mi piel se iba desgarrando poco a poco. Y los golpes caían cada vez con mayor intensidad sobre mi desnudo e indefenso cuerpo.
A los pocos minutos, y entre mis grandes gritos, cesaron los azotes a mis costados y la espalda.
Melba acababa de aparecer. Me sentí mas hundida que bajo la presión de los azotes. Era una hembra tan cruel y despiadada, que la temía más que al mayor de los castigos.
Entonces, se acercó a mí y me comentó ......
*** Sucia judía. Estás maravillosa con estas marcas. Pero te faltan las mas importantes. Es decir, tu vientre en el que va incluida tu vagina, así como, tus axilas y hombros. Y por supuesto tus pechos. Pero de estas partes me encargaré yo personalmente.
Me dejó tan asustada, que ni siquiera pensé en el significado real y mucho menos cuando despidió a los hombres, quedándonos a solas ella y yo.
*** Empezaré por tus hombros y axilas. Luego me lanzaré con tu vientre y tus asquerosos pechos. Después te bajaré de tu cómodo asiento y te azotaré la vagina y el ano. Todos los castigos los recibirás con la fusta espinosa.
Me quedé perpleja y muy asustada. Tanto lo estaba ya, que me sentí desvanecer.
Y me debí desvanecer, ya que no recuerdo nada de lo que pasó. Aunque si tengo que decir, que todas las partes de mi cuerpo estaban surcadas por largas tiras violáceas.
Además me sentí algo mas libre en mis movimientos. Y para cuando fui capaz de reaccionar, me di cuenta de que estaba tumbada sobre una cama en algún lugar.
Sentí como alguien abría una puerta a mi espalda. Y antes de que pudiera reconocer de quien se trataba, me colocaron una venda en los ojos y me pusieron bocabajo. Luego me ataron las manos a la espalda y de nuevo fui puesta bocarriba.
Enseguida me hicieron levantar y caminar hasta un aposento desconocido para mí. Una vez en él, me ataron en aspa y me aplicaron algo en todo el cuerpo. Después de lo cual, sentí como me dejaban y abandonaban la estancia.
No habrían transcurrido mas allá de unos minutos, cuando de nuevo oí pasos detrás mío. Alguien me quitó la venda de los ojos y me desató. Era Bertha. Me hizo sentar en la cama y me explicó ........
*** Esta noche hay una fiesta de camaradas. Es muy importante que estés despejada y fuerte. Ahora descansa un par de horas. Y después vendrán a buscarte para la fiesta.
Me dejó sola y cerró la puerta. Me dormí enseguida.
Me despertó el ruido de la puerta al abrirse. Era Melba a quien tenía ante mí. Me quitó el edredón que me cubría y me ordenó que me levantara de la cama y la siguiera. Me percaté de que no llevaba la fusta consigo, lo cual me tranquilizó.
Bajamos hasta el gran salón. Allí Bertha me indicó que me pusiera el vestido. La obedecí rápidamente y las seguí hasta la mesa en donde se servía la cena.