Historia de como Isabel y yo follamos en el tren

En un viaje en tren a Madrid coincido con Isabel, una prima de mi mujer 20 años mayor que yo. Pasaremos la noche follando como pocas veces lo hemos hecho

Tenía que viajar a la capital por temas de trabajo. Por lo general eran visitas rápidas de un sólo día pero en esta ocasión tenía cierta incertidumbre sobre si tendrían que hacer noche o no. Un viaje abierto en avión me costaba una pasta por lo que decidí viajar en tren, no era la primera vez que lo hacía si encontraba una buena oferta: viaje nocturno con butaca en primera clase, casi como dormir en casa.

Me presenté en el andén 15’ antes de la salida del tren, en un viaje entre semana parecía que no habría mucha gente. Mientras esperaba me encontré a Isabel, ella era prima de mi mujer. La verdad es que, fundamentalmente, lo que me dio fue pereza: tener que entablar una conversación, de no poder escuchar la música que llevaba, de tener que parecer más simpático de lo que soy…En fin pensé en mi mala suerte y en que cada uno iría en su sitio.

Isabel tendrá unos 20 años más que yo, calculo que rondará los 60. Casada con tres hijas que serán de mi edad más o menos. Físicamente no es un pibón; es de complexión menuda, fina, no muy alta, morena con el pelo rizado no muy largo. A pesar de su edad no ha cogido peso y mantiene la línea, su pecho no es muy grande y su culo tampoco destacaría en un casting. Yo nunca me había fijado en ella como mujer deseable, la verdad. Lo que sí es verdad es que siempre era muy estilosa en el vestir: sobria y elegante. Esta vez llevaba un traje de chaqueta y falda por la rodilla, maquillada con discreción. Estaba guapa

El caso es que nos saludamos con dos besos, lo típico de hola que tal. Me dijo que iba a visitar a su hija y a pasar unos días con su nieto recién nacido hacía unos meses. Yo no tenía mucho trato con ella, lo típico de bodas, bautizos y comuniones familiares. Aunque era prima de mi mujer había mucha diferencia de años y sus hijas era bastante poco sociales. Su marido era un tipo bastante arisco, había trabajado toda la vida de director de un colegio de estos que se especializan en sacar adelante a niños ricos con problemas de comportamiento, con él la relación era aún más distante: ultraconservador, prejuicioso, serio… lo tiene todo el buen hombre.

Pasamos sin pena ni gloria en el anden aquellos 10-15 minutos hasta que llegó el tren. Me ofrecí a subir su maleta y me dijo que iría al restaurante a cenar. Yo no suelo cenar cuando viajo en tren para dormir más ligero pero lo cierto es que tenía mucha horas por delante y me pareció comprometido decirle que no, así que quedamos en vernos.

El vagón restaurante estaba bien, había mesas para cuatro y para dos, nos sentamos y pedimos una cena ligera a base de ensalada y pescado. Pedimos una botella de vino para beber.

La cena nos fue fue animando. Yo sabía que Isabel era una mujer culta, que le gustaba ir al cine y al teatro y la buena lectura. En su juventud había estudiado Filosofía y Letras , ejerció unos años de profesora pero al casarse su marido “le impuso” quedarse en casa, todo esto me lo comentó mi mujer. Pero la verdad es que además de cultura también tenía un buen sentido del humor, una sonrisa fácil y era buena contadora de historias. Me agradó la velada y se notaba que a ella también, que estaba cómoda.

Terminada la cena, y ya un poco tarde de más, con el restaurante ya cerrando, nos dispusimos a ir cada uno a su plaza. Me preguntó por mi acomodación y le comenté que viajaba en una butaca , ella me dijo que tenía un compartimento de coche cama de dos plazas sólo para ella, que no le gustaba compartir un espacio tan íntimo con desconocidos pero que me invita a ser su huésped ya que una cama estaba pagada y libre. Ya era tarde, tenía que dormir y sería mejor opción, así que acepté.

Recogí mi maleta y allí que me fui con ella. Por primera vez sentí cosquilleos y cierta excitación, no tanto sexual como emocional, no sabía muy bien dónde me estaba metiendo.

El compartimento era bastante estrecho, tenía a un lado las dos literas y al otro un pequeño armario y un lavabo. Me acomodé en la litera de arriba y nos sentamos en la litera de abajo

-Muchas gracias Isabel pero me gustaría pagarte la mitad del viaje – le dije casi por cortesía

  • No hace falta, ya me has pagado con tu compañía. Este viaje se me suele hacer eterno y esta vez me está pasando volando

  • Te lo agradezco porque mañana tengo un día complicado y estaré más descansado. Por cierto, voy un momento al baño a cambiarme para dormir.

La verdad es que no traía pijama, como pensaba dormir en la butaca sólo tenía un chandal cómodo que era mejor que los pantalones chinos que traía puestos.

-No te preocupes, cambiate aquí. Yo me daré la vuelta y luego te la darás tu. El baño es bastante incómodo.

-Vale, me cambio en un minuto y te aviso.

Efectivamente, no me llevó nada cambiarme:

-Listo, cuando quieras ponto tu cómoda.

-Pues si te parece ahora mismo.

Yo me di la vuelta mirando hacia la ventana, ella tardó un poco más. A estas altura yo ya estaba con la polla no en una erección pero si morcillona. Me estaba poniendo cachondo, cachondo.

La casualidad quiso que justo entrásemos en un túnel y la ventana en lugar de transparentar reflejó a aquella mujer. Estaba de espaldas, completamente desnuda cuando se giró para coger la ropa de la cama. Pude ver el reflejo de su espalda y su culo, y al girarse dejó ver el pecho desnudo y su mata de pelo púbico. Aquello hizo que mi polla ya se terminase de endurecer. Aquellos segundos se me hicieron infinitos contemplado a la mujer de espaldas, se puso un pantalón de pijama y una camiseta. Ya sabía antes de darme la vuelta que no tenía ropa interior.

Yo estaba allí, de pié con una indisimulable erección, sin saber muy bien que hacer.

Ella me dijo que ya estaba pero yo permanecí inmobil:

-¿No te mueves o que?

Yo me di la vuelta como pude, con algún chascarrillo para distraer su atención pero noté perfectamente como su vista se posaba en mi tienda de campaña. Quise ver que pasaba por su cabeza pero sólo noté que se ponía roja como un tomate. Yo a esas alturas lo que estaba era negro de tensión Tenía que resolver aquello:

-Lo siento Isabel, no quería hacerte pasar este mal rato pero sabes que a los hombres las hormonas nos juegan estas malas pasadas. No te preocupes, recojo mis cosas y me voy a mi asiento.

-No, por favor, no te sientas mal. Madre mía que sofocó-, acertó a decir. ¿es es por mi? No me lo puedo creer.

-Aunque no te lo creas, eras una mujer atractiva pero es que además, con el buen rato que me has hecho pasar me has gustado por partida doble pero yo no quiero incomodarte -a estas alturas ya sólo quería follarla toda la noche-

Ella ni me miraba a la cara:

-¿Puedo verla?

-Oh, Dios, claro. Me bajé los pantalones y salió mi polla como pidiendo aire. Estaba maś grande y más gorda de lo normal, igual que yo estaba más excitado de lo normal. Las mujes maduras me pierden. me pareció ver venas hinchadas como nunca había visto.

Isabel se echó las manos a la cara:

-Yo nunca he estado con otro hombre que mi marido, creo que nunca le ví el pene erecto como te lo estoy viendo ahora y hace mucho tiempo que no tenemos relaciones. Siempre le he sido fiel pero esto creo que es demasiado

Alargó su mano y me cogió la polla por el tronco, la otra mano seguía en su cara. Empezó a pajearme despacio pero me estaba dando muchísimo placer. Tanto que tuve que agarrarme a la litera de arriba y apoyarme con la otra mano en la pared

-Me encanta lo que me haces Isabel, que gusto

Ella seguía roja como un tomate, cuando me recuperé del impacto, con una mano le acaricié la mejilla y empecé a bajar. Gilipollas de mi, aún tenía cierto miedo a su reacción. Bajé mi mano por su cuello, ella giró la cabeza como una gata en celo y seguí por su hombro hasta su pecho. Me cabía entero en la mano y se lo empecé a magrear , ella ya soltó algún genido y bajo la mano que tapaba su boca de asombro para cogerme los huevos y masajearlos.

Sus tetas eran más bien pequeños, me extrañaría que le hubiese dado de mamar a sus hijas, aunque ni se lo pregunté ni me importa para el caso. A mi las tetas me gustan todas, pequeñas, grandes, tiesas, caídas… todas me hacen perder el sentido. Y estas no eran menos. Una de estas tetas la podía abarcar con mi mano, notar en mi palma como el pezón se endureze, notar como se deforma por la presión de mis dedos…

Yo seguía agarrado a la litera, con una mano en su teta, una mano que siguió bajando hasta tocar la piel de su abdomen y entonces empezar a subir por dentro de la camiseta.. Me entretuve en su pezón, que ya estaba durito. Sus pezones eran como sus tetas, no eran grandes pero eran oscuros. Se habían endurecido mucho, estaba realmente empitonada. Cada vez ella estaba más caliente, resoplaba, gemía y me pajeaba con los ojos cerrados. Yo a esas altura sólo pensaba en como sería follar a esa mujer

Bajé la mano hasta su entrepierna y la acaricié por encima del pantalón, noté la humedad y la inflamación de su sexo, mis dedos se movían ya por su raja. Metí mi mano por dentro del pantalón, ella aumento el ritmo de su paja y yo llegué a introducir un dedo en su humedad.

-No estoy nada arreglada ahí abajo- me dijo

Su chocho ya estaba muy mojado. Por lo general a mi me gusta que se exciten con mis dedos, notar como aumenta la excitación a cada caricia pero cuando una mujer está tan receptiva como lo suelen estar las maduras insatisfechas, es muy difícil conseguir esto salvo que vayas a saco, y si vas a saco lo más fácil es que te rechacen. Tiene que haber siempre algo que les llame la atención, como ver una erección provocada por ellas, y estoy seguro de que ya en ese momento se humedeció. Como es de suponer su chocho estaba totalmente lleno de pelo. Los que hemos vivido en los 90 estamos acostumbrados, además de que a mi nunca me ha importado.

No aguantaba más. Mi pantalón se había bajado con el movimiento y estaba por los tobillos, me lo quité como puede y aproveché para bajárselo a ella también por los tobillo, me pegué a ella y nos besamos por primera vez.

Nuestras bocas se juntaron, noté su inexperiencia con la lengua pero enseguida aprendió:

-Si me besas así, me acabaré enamorando – me dijo exagerando un poco.

Me agarré la polla y se la metí en la entrepierna rozando su entrepierna, notaba la calidez de su entrada y ella notaba la erección de su clítoris. Dio un respingo y me agarró por las cintura acompañando un tórrido entra-sale sobre su sexo aún sin ser penetrado. Esta práctica sexual creo que tiene un nombre aunque ahora no tengo ni idea de cual es.

Yo ahora ya tenía mis dos manos en sus tetas y alternaba besos con chupadas y lamidas en cualquiera de los pezones que estaban duros como piedras.

Noté que su respiración se aceleraba y se entrecortaba, me mordió el labio mientras ahogaba su gemido. me pareció que me hizo sangre. La habitación se impregnó del olor a mujer, a puro sexo. Tuvo un orgasmo largo e intenso. Tuve que sostenerla por la cintura porque le fallaron las piernas y he de reconocer que nunca en mi vida tuve la impresión de provocar algo así en mis amantes con sólo tocamientos y roces.

Se sentó en la litera de abajo, con el pantalón y las bragas por el tobillo, yo seguía de pié, con la polla durísima y mojada por sus flujos blanquecinos, me acerqué y le agarré la cabeza con las dos manos y restregué mi polla por toda su cara, ella cerró los ojos y se dejó hacer con una media sonrisa en la boca. Creo que ni se le pasó por la cabeza hacerme una mamada.

Me senté a su lado y la besé. Ella aceptó y correspondió a mis besos con pasión. La acaricié en sus pechos pero también en la espalda, piernas,.. en todo el cuerpo. La recosté en la litera y me puse a su lado para besarla: el cuello, los hombros, los pechos -ella empezaba a entonarse se nuevo – el abdomen y llegué a su pubis.

Su coño olía sobre todo a pasión y deseo pero después de todo el día olía también a sudor y a pis. Era un olor nada sofisticado, un olor primitivo, a hembra en celo. Yo creo que cualquier hombre que tenga la oportunidad de comerse un coño que no acaba de salir de la ducha debe hacerlo porque al menos para mi, no hay nada comparable. Los coños limpitos también estás ricos pero les falta algo que tienen los que ya han pasado todo el día y que tal vez se haya excitado varias veces acumulando solera y sin duda, tienen un sabor diferente a cualquier otra cosa.

Mientras lamía y chupaba, con la mano le ayudé a terminar de quitarse la ropa que le quedaba puesta y abrí más sus pienas para dejar a la vista su sexo en todo su esplendor. El sexo oral siempre se me ha dado bien y no estaba siendo una excepción, yo estaba totalmente borracho de sus jugos y ella no paraba de decir el gusto que le estaba dando

-Dios mío, nunca me habían hecho esto, sigueeeeeeeee

Me moría de ganas de que se volviese a correr y de que lo hiciera en mi boca pero a mi ya me dolían también los huevos de la calentura que tenía. Paré y le pusé mi polla en su boca otra vez y ahora sí lo entendió: me empezó a mamar con cierta timidez haciéndome que le follara la boca con cuidado para que se la fuese tragando más y más poco a poco. Me agarró la polla y me pajeaba mientras empezaba a mover la cabeza. Cuando ví que se soltaba , aunque su impericia demostraba su falta de experiencia, volví a tumbarme e hicimos un 69 de lado. Rápidamente vi que tenía que acelerar porque yo me correría en medio minuto y quería poder hacerlo juntos así que me apliqué bien a su ya gran clítoris y efectivamente su orgasmo no tardó en ellar: mi polla en su boca ahogaba sus gemidos cuando noté que yo también terminaba, mi semen debió salir con fuerza directamente a su garganta. Lamenté no avisar pero era todo demasiado rápido. De todas formas, ella no paró y siguió mamando ya como una profesional, ella me dejó seco y los dos nos bebimos lo más íntimo.

A tenor de mi calentura debí soltar una buena cantidad de lefa pero ella no liberó los líquidos que había bebido en otras mujes, de todas formas, su coño estaba bien húmero y mojado por mis babas

Ya mas relajados sacó la polla de su boca:

-Dios mio Adbab, no me pudo creer esto que hemos hecho. Nunca antes había hecho esto ni me habían chupado a mi. Es increíble, nunca había sentido nada igual

Aún estábamos en la postura del 69, ella tenía la polla agarrada a pocos centímetros de su cara y la acariciaba, se la restregaba por la cara y le daba besos:

-Me encenta tu sexo, me encanta su olor y me encanta su sabor. Me encanta todo – me decía.

-Ha sido fantástico – le dije, - aunque no te creas que el sexo es siempre así -le dije riéndome - y le di también un beso en la entrada de la vagina, en sus labios hinchados y mojados por flujos y saliba.

La verdad es que no sabría decir cuanto tiempo había pasado, el caso es que estábamos bastante relajados y tranquilos, mi polla empezaba a ponerse flácida, así me recoloqué tumbado a su lado y empezamos a besarnos, pequeños besos algunos en los labios pero también en el resto de la cara. Más que pasió ahora había cariño.

Ella sabía a semen y yo tenía la cara empapada de sus flujos. No es raro que si es la primera vez que los saborean les cause rechado pero a ella se ve que le gustó: me agarró la cara y me la lamió, limpiándola entera. Me pasó su lengua por cualquier centímetro en el que había algo de sabor. Nunca me lo habían hecho y me puso a mil otra vez.

-Sabes una cosa, - le dije – aún no hemos hecho el amor

-Me muero de ganas de que me penetres y sentirte dentro de mi pero ahora no puedo, necesito descansar..soy una vieja -

-Eres toda una mujer y fantástica, por cierto

Cerró los ojos y se quedó medio adormilada. El traqueteo del tren y nuestro estado de relax favorecían nuestro estado de placentero letargo. Así estuvimos un rato, medio dormidos, con su cabeza apoyada en mi pecho y nuestras piernas cruzadas.

Yo me desperté, abrí los ojos como si hubieran pasado 10 horas, ella estaba despierta mirándome:

-Que hora es? Le pregunté.-

-Deben de ser sobre las 6, aún nos quedan 3 horas para llegar. Y se sonrió

-Volvimos a besarnos y poco a poco también nos fuimos encendiendo.

-Ahora estábamos tumbados, la cogí por la cintura y la puse a ella encima con mi polla otra vez frotando sus labios que iban ganando en humedad. Le cogía las tetas con la mano al tiempo que se las chupaba. Notaba que a ella aquello le encantaba

Arrimé mi polla, ya totalmente dura, a la entrada de su coño. Yo estaba incorporado y podía ver su cara de gusto, sus mejillas coloradas por el calor de la situación. Agarré la polla por la base y empecé a apretar, ella me acariciaba el torso y se mordía el labio. Entró sin esfuerzo, aunque su coño estaba estrecho por la falta de uso estaba muy húmeda receptiva. Yo tampoco tengo una superpolla, para que decir lo contrario, hace mil años que no me la mido y no sabría decir cuanto mide pero es suficiente sin pasarse. Dentro de ella, me acerque a su cara y la besé. Aun sin empezar a moverme, le dije:

-Isabel me encanta, me vas a matar de placer.

Ella me besó con pasión y yo empecé a mover la cadera, primero despacio, muy despacio, y poco a poco fui aumentando la cadencia, ella arqueaba la espalda, gemía y me besaba al tiempo que quería gritar. Sus piernas me apretaban con fuerza hacia ella.

Ella lo estaba gozando, con cada golpe apretaba en la zona de su clítoris y así no tardo mucho en correrse. Se puso la almohada en la cara y gritó de placer… se retorcía y apretaba sus piernas, no me quedó más remedio que parar un momento porque le haría daño en caso de seguir. Me recoloqué mejor y con mi mando le tapé la boca y seguí bombeando ahora con más fuerza, con la otra le pellizcaba los pezones. Le gustaba la caña. Nos tumbamos y se puso ella arriba y yo me quedaba con las manos libres para sus tetas o incluso empezar a rondar su ano. Ella no protestaba así que presioné hasta que casi la penetré con un dedo:

  • Adnan, me encanta esto que me estás haciendo…

Me pareció que estaba despertando una bestia…

-Aguanta, le dije.

Me levanté y la puse a cuatro patas dispuesto a penetrarla. La idea de follarle el culo me tentaba pero la verdad es que quería correrme dentro de su coño como fuera. Para estas alturas ya estaba que me subía por las paredes de nuevo: empecé a penetrarla con fuerza, al menos mucha más que la puesta en práctica hasta el momento. Ella lejos de amedrentarse recibía con gemidos mis embestidas, cada vez más intensas, más profundas y más fuertes-

-Me voy a correr – le dije

-Yo también – me respondió

Mientras la follaba a lo grande me apoyé sobre su espalda y con la mano froté su clítoris y los dos empezamos a convulsionar. Mi esperma empezó a brotar de mi polla y lo notaba en mis inglés. Aún en medio de la corrida seguí dándole duro alargando nuestros orgasmos lo más posible hasta que los dos caímos agotados en la posición que estábamos.

Seguí un rato dentro de ella, nuestras manos se entrelazaron y nuestras bocas se juntaron.

Cuando ya noté que empezaba a bajar la erección la saqué. Para mi sorpresa ella dijo que había que darle las gracias y aún le dio unos lengüetazos de despedida, chupando los restos de mi propio semen mezclados con el sabor a mujer.

-Isabel, estás aprendiendo muy rápido

-Espero seguir aprendiendo contigo muchas cosas me dijo.

Y ya estaba pensando en lo siguiente…

muchas gracias por leer el relato. Acepto vuestros comentarios y sugerencias aquí o en adanmenot@gmail.com