Historia de Angélica (1)
Una joven, recién salida de un convento, se enfrenta a un mundo desconocido para ella. (Basada en Justine de Sade). Pero como podrán comprobar quienes la lean, una simple mortal en manos del más aterrador destino.
Historia de Angélica
Nuestra protagonista se llama Angélica. Es rubia, de ojos azules y bellas formas. Su estatura es 1,65 m. y su piel es sensualmente pálida.
Acababa de salir del convento de "Las hermanas de la Humildad", contando a la sazón 17 años. En el convento había sido educada bajo la mas férrea disciplina.
Había ingresado en el convento a la edad de 8 años, cuando sus padres habían perecido y sus parientes mas próximos se habían desentendido de ella.
La vida en el convento fue muy dura al principio, pero poco a poco, fue educada en la humildad y el amor al prójimo.
Hasta el momento presente, no había conocido varón. Además su aislamiento del mundo exterior la presentaba, ahora, enormes problemas a la hora de tomar una decisión.
El mundo exterior era distinto de lo que la habían enseñado, pero se sentía dispuesta a intentarlo todo.
Una de las hermanas tutoras la dejó en una apartada villa, lejos del convento. La indicó el primer camino a seguir y se despidió de ella algo apesadumbrada y llorosa.
Angélica, pensó que lo primero era encontrar una pensión. Tenía poco dinero y sus ropas eran pobres, aunque bien cuidadas.
Ya buscaría trabajo a la mañana siguiente. Esa noche debía pasarla ausente del mundo, una vez más.
Encontró cobijo en una posada, en la que sus ahorros la permitirían permanecer unas dos semanas, teniendo cubierta la manutención. Parecía un plazo de tiempo más que razonable para encontrar una colocación.
Durante el recorrido por la pequeña ciudad había conseguido descubrir varias colocaciones.
A la mañana siguiente, se levantó temprano y tras almorzar y asearse, salió al exterior a enfrentarse con el mundo.
Llegó ante una mansión en la que solicitaban jovencitas para el servicio. La oferta era mas que generosa por lo que había podido averiguar.
Pulsó el timbre de la puerta de servicio y a los pocos segundos un ama de llaves abrió la puerta y la hizo pasar. La ofreció vituallas y un asiento en donde esperar hasta que apareciera el señor. Se trataba de un Barón con altos cargos en el país.
Cuando el Barón apareció, Angélica se puso en pie y saludó con una inclinación de cabeza. El Barón sonrió y la indicó que se sentara, haciendo él otro tanto.
Indagó que era lo que la traía hasta su casa y Angélica tras relatarle su crítica situación, le espetó la necesidad de encontrar una colocación y toda ayuda y orientación posible.
El Barón le respondió, que en efecto estaba necesitado de servicio, pero no era para esta casa, sino para otra mansión que tenía en otras tierras.
Angélica le expuso que realmente no pertenecía a esta ciudad, por lo que le daba igual en donde tuviera que servir, siempre y cuando fuera bien acogida y debidamente pagada por sus tareas.
El Barón asintió complacido y la citó para la mañana siguiente en las afueras de la ciudad. Debería llevar todas sus pertenencias consigo, ya que quedaría alojada en aquella morada durante todo el tiempo de prestación de sus servicios.
A la mañana siguiente, se dirigió al punto de cita convenido y allí encontró al Barón que ya aguardaba, junto a un carruaje.
El Barón, cortésmente, la ayudó a subir, mientras un lacayo colocaba su equipaje. Cuando estuvo arriba el Barón, tras cerrar la puerta, se sentó frente a ella y la dijo :
- Señorita, antes de comenzar sus servicios, he de explicarla sus condiciones. Igualmente he de informarle de sus derechos y obligaciones durante su estancia. Se dará cuenta de que ha sido una decisión, si me lo permite, un tanto apresurada y despreocupada. ¡No hay mayor problema!. Paso a explicarle todos los pormenores de su misión.
Inicialmente deberá pasar un periodo de prueba, ya que no tenemos constancia de su capacidad para este tipo de actividades. Del mismo modo, sí una vez superado tal periodo estamos conformes con Ud. se lo haremos saber y firmaremos un contrato atemporal. En el supuesto de que debiéramos prescindir de sus servicios, será acompañada a la localidad mas próxima y será instalada en una pensión, con un mes pagado de renta y 10 sueldos extras de salario.
Durante el periodo de prueba recibirá un sueldo mensual.
¿ Está conforme con estas apreciaciones ?
¡Lo estoy! y además le quedo muy agradecida por su cortesía.
Entonces, firme estos papeles. He de desearla todo tipo de venturas.
Angélica firmó aquellos papeles, que representaban para ella un comienzo gratificante de su vida en la sociedad. Lejos estaba aún, de comprender los reveses y mal entendidos que le iba a deparar su destino.
Durante el recorrido, hicieron una parada para reponer fuerzas.
Ya al atardecer, el Barón me indicó que continuaríamos el viaje y que llegaríamos bien entrada la noche. Asentí y tras asearme lo mejor posible, subí al carruaje en donde ya me aguardaba mi bienhechor.
Le ofrecí mil excusas por mi tardanza, a las que él restó importancia. Y continuamos la marcha.
Cuando la noche estaba bien entrada, el carruaje se metió por un bosquecillo, obligado en su recorrido para alcanzar la mansión.
El Barón la explicó que en los últimos tiempos se habían sucedido asaltos en aquella zona y que aunque no creía que tuviéramos contratiempos, la dijo que si algo pasaba le siguiera la corriente en todo y procurara guardar la calma.
Angélica, se sintió algo angustiada, pero a medida que iban atravesando el bosque se fue sosegando.
El bosque estaba a punto de ser traspasado, cuando unas voces hicieron detener bruscamente el carruaje.
Un asaltante, cubierta la cara con un pañuelo, abrió la portezuela y les conminó a apearse, apuntando su arma contra ellos.
La primera en descender fue Angélica, ayudada por el Barón. Pero antes de que tuviera los dos pies en tierra, el bandido la asió del cabello y la lanzó contra el suelo por el que rodó, mientras unos gritos escapaban de su garganta.
No pudo saber que es lo que sucedía, ya que uno de aquellos malvados colocó una de sus botas sobre su espalda, aprisionando su pecho y cara contra el suelo. Tan sólo podía escuchar algunas voces inconexas.
Uno de los bandidos, cogió sus dos muñecas y se las ató a la espalda, mientras otro le ponía una venda en los ojos y la rasgaba el vestido con un cuchillo y otro la descalzaba.
Se sintió perdida sin remedio. Un miedo atroz se apoderó de todo su ser, máxime cuando la pusieron en pie y sintió como sus ropas resbalaban por su piel, hasta sentir el frescor de la noche en toda su desnudez.
La hicieron caminar, sin que fuera capaz de saber en que dirección. Después de una agitada caminata, en la que no habían faltado las obscenidades y mucho menos, algún que otro manotazo contra su desnudez, comenzó a oír algunas voces que se acercaban hacia ella.
Desconocía, lo que habría podido ser del Barón y del cochero, pero en ese instante tan sólo pensaba en su angustiosa situación.
Fue conducida hasta el centro de una pequeña explanada en la que se reunía toda la banda, incluido el Barón que dictaba órdenes escritas a aquellos bandidos, a fin de que su voz no fuera detectada.
Cuando el Barón, estuvo atado como había ordenado, la quitaron la venda de los ojos, mientras ellos seguían ocultos con pañuelos.
Entonces, Angélica pudo ver como aquellos bárbaros daban una soberana paliza a su protector. Este, lanzaba exclamaciones sordas de dolor, mientras se retorcía en sus ataduras.
Dos de los bandidos, la desataron las manos y se las volvieron a unir adelante. Luego unieron un largo cabo que portaba uno de ellos, subido en un caballo. Y comenzó su suplicio. Fue arrastrada por toda la explanada y recibiendo patadas y todo tipo de golpes cuando pasaba cerca de uno de ellos.
Cuando el arrastre terminó, quedó tendida en el suelo. Su respiración era entrecortada y se podían ver rastros de la crueldad en todo su cuerpo.
La dejaron unos minutos en el suelo, a fin de que se repusiera. Tiempo que aprovecharon para seguir con el Barón, al que volvieron a golpear, hasta que pareció perder el sentido.
Entonces volvieron sus pasos sobre ella y la izaron como a una pluma. La llevaron hasta un par de árboles en donde la ataron por las muñecas.
Angélica, pudo ver como uno de ellos se armaba con un látigo y se acercaba frontalmente.
No hubo aviso previo. El látigo surcó su desnudez, cogiéndola la parte baja de los pechos y enroscándose en sus costados.
Lanzó un terrible alarido, que tan sólo sirvió para acrecentar más los golpes contra su cuerpo.
Después de unos 30 latigazos, fue desatada y conducida hasta una especie de mesa montada con troncos de árbol.
Y sin más, allí fue violada por toda la banda, hasta que perdió el sentido.
Los bandidos aprovecharon aquel momento, para conducirla hasta un árbol cercano al del Barón y dejarla atada de una manera excesivamente insolente. De rodillas, de espaldas al tronco, con las piernas a ambos lados y atados su pies juntos, mientras sus brazos elevados, estaban unidos por las muñecas también al otro lado del tronco. Su cabeza inerte y sus cabellos desgreñados, acompañados por las marcas sanguinolentas del látigo, daba una imagen de terrible desolación.
El Barón aguardó a que ella despertara y fuera consciente de la situación.
Cuando lo hizo quedó horrorizada al ver en la situación en que los habían dejado. Pudo contemplar como el Barón hacía intentos desesperados por zafarse de sus ligaduras. Y como cada cierto tiempo se desplomaba de cansancio. Pero al cabo de una par de horas, lo consiguió y cayó al suelo como muerto.
Angélica imploró con todas sus fuerzas el que el Barón consiguiera salir de su letargo y pudiera liberarla. Y al parecer sus preces debieron ser oídas, ya que minutos después, observó que hacía un ligero movimiento de cabeza y la miraba con los ojos turbios.
Se arrastró por el suelo, sin perderse detalle de lo que contemplaba. Los chicos habían hecho un buen trabajo. La muchacha rebosaba hermosura por cada poro de su piel y además era mas que grato la contemplación de las huellas de la ferocidad en su desnudez jadeante.
Tardó cerca de 5 minutos en arrastrase hasta donde ella se encontraba y cuando se irguió para poder liberarla las manos se desplomó de nuevo, cayendo su cabeza contra uno de los pechos y quedando en esta postura por espacio de otros cinco minutos. Tiempo que aprovechó para sentir de cerca los latidos de su corazón.
Y transcurrido el tiempo que se había marcado, en un supremo esfuerzo, consiguió desatarla las manos, para volver a caer de una forma mas violenta sobre la desnudez de aquella hembra.
Angélica se sintió llena de conmiseración y acurrucó la cabeza de aquel hombre contra sus senos, acariciando cada una de las partes que tenía mas a mano. Pero seguía estando amarrada al árbol y era incapaz de llegar con sus manos a desatar sus tobillos.
De nuevo el Barón consiguió recobrar el sentido y pudo llegar hasta las ataduras y liberarlas al fin. Y esta vez no se desvaneció. Volvió a arrastrarse, hasta quedar junto a ella.
Angélica se encargó de acomodarle en su cuerpo, a fin de que pudiera descansar y recuperarse.
Cuando el Barón hubo recobrado algo de fuerzas, consiguió sentarse junto a ella y ofrecerla su camisola, hecha jirones para que se cubriera.
Angélica le dio las gracias y tras reposar una media hora, decidieron regresar en dirección al carruaje, para ver que encontraban que les pudiera servir.
Anduvieron dando tumbos, pero por fin reconocieron el carruaje y para sorpresa de ellos, también estaban los caballos. Entonces el Barón se acercó a Angélica y la dijo :
- Creo que va a ser difícil el poder capturar a esos pillos. Sí se hubieran llevado los caballos, la justicia y mis hombres les hubieran podido seguir la pista. En esta situación tan sólo me resta la denuncia, pero ya no corre prisa alguna. Ahora pensemos en recuperar algunas ropas decentes e intentar comer algo.
Angélica se limitó a asentir y esperó a que él, la dijera algo.
El Barón consiguió reunir un vestido que pudiera ponerse ella y el se vistió con algunos ropajes encontrados en diversos lugares. Angélica subió al carruaje y allí se vistió y avisó del hecho a su salvador.
Este, subió al asiento del cochero y arreó a los caballos. Iniciando el final del viaje.
El carruaje entró a toda velocidad por las puerta de aquella fortaleza. Tan sólo dos criados se acercaron hasta su señor. El Barón bajó y abrió la portezuela del carruaje haciendo descender a la joven.
La acompañó personalmente hasta sus aposentos, mientras ordenaba a uno de sus criados que avisara a los gendarmes.
Estos tardaron una media hora en acudir. Les expuso los hechos y les presentó a su nueva sirvienta, a la que los agresores habían maltratado brutalmente.
Los gendarmes quisieron conocer la extensión de las perversiones, según explicaron, para intentar compararlas con las de otras denuncias y ver si podían conseguir alguna pista.
Angélica se sintió ruborizada cuando el Barón la pidió que enseñara todas las señales a los gendarmes. Esto significaba el que debería desnudarse ante todos aquellos varones. Pero su ingenuidad terminó por acceder a tal pretensión.
La estuvieron observando durante mas de una hora, midiendo las marcas y el sentido de las mismas. Por fin, la pidieron excusas y la ofrecieron su ropa para que se vistiese. Entonces uno de los gendarmes, el que parecía ser el jefe la dijo :
Señorita. Creemos saber quienes pudieran ser los asaltantes, pero he de manifestarla, que de ser así y al no conocer todo el conjunto de la banda, Ud. quedaría en un serio peligro si procedemos a la detención. Salvo, si Ud. accede a cambiarse de nombre, de este modo la podríamos dar por víctima de la agresión y se comunicaría a todas las gendarmerías próximas.
Gracias Señor. Si Ud. y el Señor Barón opinan que es lo mejor, lo aceptaré encantada.
El Barón se acercó a ella y tras abrazarla la convenció de que era lo mejor. Cuando Angélica pareció quedar algo mas sosegada, el gendarme jefe la dijo :
- Bien señorita. A partir de este instante, es una huérfana recogida por el Señor Barón y al que se debe en cuerpo y alma. Pasará a tomar el nombre de Aline. Todo lo demás le será explicado por el Señor Barón.
Cuando los gendarmes se hubieron retirado, el Barón volvió al lado de la ahora Aline. y la dijo :
- Aline, querida. Te he nombrado así a fin de que te vayas acostumbrando a tu nuevo nombre. Si alguna vez lo olvidas y utilizaras el tuyo propio, podría ser la perdición para tí. Ahora sígueme, a fin de que pueda curar esas heridas y después te podrás bañar en mis aposentos. Has de comprender, que por el momento no podrás recibir incentivo económico alguno, para evitar sospechas. Realmente pasarás como mi dama de compañía, mejor incluso como una hija adoptiva. De este modo no habrá lugar para las maledicencias. Otra cosa, puedes llamarme por mi nombre. Me llamo André.
Aline se dejó preceder por André, su padre adoptivo. La llevó hasta su aposento en donde la pidió el que se desnudara completamente. Aline, no sintió el más mínimo reparo en hacerlo, aunque sí sintió que un rubor se apoderaba de todo su ser.
Se fue desprendiendo de todas sus ropas, ante la mirada impasible de André. Se sentía un tanto azorada, pero nada debía de temer de su salvador y ahora protector.
Cuando estuvo completamente desnuda, André se acercó a ella y la condujo hasta un extremo de la habitación en donde la indicó el que elevara sus brazos a fin de poder amarrarla, ya que el bálsamo que iba a aplicarla, la produciría escozores y era necesario que nada rozase su piel mientras hacía efecto.
Normalmente el bálsamo para hacer desaparecer las marcas de látigo, no escocía y además actuaba en pocos minutos. Pero André, había agregado una fórmula especial, de tal modo que las sensaciones que sentían las receptoras, podían llegar a ser peores que las del propio tormento. André la explicó :
- Aline. Normalmente estos bálsamos son de acción inmediata y además no escuecen. Pero esta situación tuya es distinta a las normales. Han pasado ya muchas horas desde el encuentro con los bandidos y las heridas se han podido infectar. Así que es necesario el empleo de éste. Si necesitas gritar puedes hacerlo, por ese motivo he atado tus manos.
André la aplicó el bálsamo lenta y caprichosamente. Se recreaba, viéndola agitarse en sus ataduras. En las zonas mas sensibilizadas por el látigo, aplicaba mas presión con sus manos con el fin de verla debatirse de angustia y desasosiego.
Pudo escuchar sus lamentos y jadeos, casi continuos. Permaneció cerca en todo momento, pero no osó tocarla.
Al cabo de una media hora, los escozores habían cesado y de igual modo las marcas, pero Aline se encontraba en un estado indescriptible. Grandes surcos de sudor resbalaban por su total desnudez.
Entonces André la desató y la hizo caminar hasta la enorme bañera, que había preparado minutos antes. La indicó el que se introdujera en ella.
La lavó a conciencia, restregando la áspera esponja en los lugares en los que sabía que la producirían mayores sensaciones. Pero agregó su calidez y don de palabra a cada acto, por lo que la pobre Aline, cayó en la trampa y se dejó hacer agradecida.
Cuando el agua comenzaba a enfriarse, André la tendió una mano para que saliera del agua. Aline, la aceptó y se encontró de nuevo desnuda y chorreante ante él, pero ya no sentía vergüenza de su desnudez ante él.
La secó con verdadero amor y pasión y hasta tal punto llegó su comedia, que ella se sintió cálidamente agradecida.
Salieron de nuevo al dormitorio y él la indicó que debían descansar un poco antes de prepararse para asistir a la cena.
André que se había bañado antes que ella, se despojó de sus ropas y la invitó a meterse en las sábanas junto a él.
Aline se sintió algo preocupada, pero a la vez gratificada y emocional. Se metió en la cama junto a él, sin importarla que la mano de él descansara sobre su vientre, a escasos cm. de su pecho, que había quedado al descubierto.
Se quedó profundamente dormida, momento que aprovechó André para destaparla del todo y observar mas a sus anchas aquella conquista tan fácil y a la vez tan estimulante.
Después de un buen rato la volvió a tapar y se acurrucó a su lado, pero haciendo que los brazos de ella lo abrazaran estrechamente.
Dejó que despertara y el simuló hacerlo a continuación. Pudo observar el estupor de ella y como se ruborizaba totalmente, al tiempo que separaba uno de sus brazos de él, mientras el otro permanecía aprisionado por su cuello. Momento que aprovechó él, para susurrarla :
- Aline. No imaginaba ésto de tí, pero me agrada y me alegro por ello. He de confesarte, que sentí algo profundo desde el primer momento en que te vi. Ahora creo que es la hora de que te enseñe algunas formas de comportamiento, para poder superar todas las pruebas de esta casa. Levántate y sígueme.
André se dirigió hacia un gran armario y lo abrió de par en par. A la vista de Aline, aparecieron a un lado todo tipo de maravillosos vestidos y al otro una colección de látigos, cueros y cadenas.
Se quedó algo extrañada pero no le dijo nada, tan sólo se limitó a que él le fuera enseñando el vestuario, mientras le daba la primera regla de educación social :
- Aline, todos estos vestidos te valdrán perfectamente. Quizá, te preguntes, que hay de la ropa interior. Pues bien, quitaré ese problema de tu mente. Entre la clase alta, ese tipo de prendas no es utilizada. Es más, se considera insultante una mujer con ropa interior. Y yo deseo que desde el comienzo seas tratada como una verdadera dama. Mañana empezarás a recibir clases particulares de compostura y bien estar. Ahora creo que es llegado el momento de que te pongas este precioso vestido azul, con el cual harás muy grata la velada a cuantos te podamos contemplar.
Lo primero que hizo fue el asearse y maquillarse, según las indicaciones de André. Luego, procedió a colocarse el vestido.
El vestido era realmente una maravilla. Al ser muy entallado, se ajustaba perfectamente a su busto, dejando al descubierto un amplísimo escote que resultaba de lo mas fascinador.
La hizo colocarse un portaligas de color blanco y unas medias del mismo color. El calzado era especialmente agradable y daba un toque de distinción al conjunto.
Cuando estuvieron dispuestos, André la ofreció el brazo y se dirigieron hasta el gran salón.
Había poca gente, tan sólo 3 parejas. Todos los presentes eran jóvenes, pero de bastante mas edad que ella. Se fijó en las mujeres y pudo comprobar que lucían unos espléndidos escotes, al igual que ella.
Fue presentada a todos, como la nueva acompañante de André. Recibió las sonrisas de todos y le resultó muy grata la velada.
Cuando todos los invitados se hubieron marchado, Aline y André subieron de nuevo a la habitación y éste último le indicó el que se quitara sólo el vestido y saliera a la terraza con él.
Aline, asintió. Pero cuando se encontró desnuda, tan sólo con las medias y el calzado se sintió terriblemente violenta. No se atrevía a quitarse el resto, pero la verdad es que estaba demasiado procaz, para que la viera André. Al final se decidió y salió a la terraza.
Vio la expresión de André y sintió una profunda vergüenza. Este, la preguntó, si acaso no había visto un salto de cama.
Aline, se justificó como pudo, pero ya era tarde. André la dijo que se sentara con semejante atuendo, junto a él.
Permanecieron largo rato conversando de mil cosas sin importancia, mientras el brazo de André la rodeaba. En un momento determinado Aline, dijo :
André, estoy empezando a sentir frío, ¿puedo ir a por el salto de cama?.
De ninguna manera querida. Tu has optado por salir así, aguanta el frío y continúa a mi lado.
Cuando André estimó, que Aline estaba lo suficientemente incómoda por los temblores que recorrían su desnudez, se levantó y dijo :
- Aline, es ya la hora de acostarse. ¡Vamos!, levántate de ahí, debes de sentir algo de frío.
Y entró en la habitación, sin mirarla. Sabía de sobra que ella se habría quedado perpleja con sus palabras.
En efecto, Aline entró en la habitación aterida de frío. No dijo nada. Se limitó a quitarse el portaligas y las medias. Pasó al baño y se aseó convenientemente. Cuando regresó a la habitación, André ya estaba dentro de la cama.
Aline, prudentemente se instaló a su lado y aguardó las caricias de André, pero como estas no se producían, optó por subirse la colcha y mantenerse bocarriba, hasta que se quedó dormida.
Fue en aquel momento cuando André, se incorporó de la cama y retiró la colcha que cubría la desnudez de Aline. Se quedó contemplándola largo rato y luego volvió a taparla y salió a la terraza a fumar una pipa.
Cuando despertó a la mañana siguiente, André no estaba a su lado. Se sintió algo preocupada y optó por asomarse a la terraza, pero tampoco estaba allí. Decidió que lo mejor era asearse y estar lista para lo que tuviera que acontecer.
Mientras se enjabonaba en el baño, pensó en lo que le había dicho André, sobre la educación que debería recibir. ¿De que se trataría?. No importaba, ya lo sabría a su debido tiempo.
Terminó de bañarse y tras secarse, se enfundó en un salto de cama de amplio escote y se calzó unas chanclas bajas. Y después de arreglar convenientemente la habitación, salió a la terraza y se sentó a contemplar el maravilloso sol de la mañana.
No habrían transcurrido ni 20 minutos, cuando oyó pasos en la habitación. Se apresuró a entrar y se encontró frente a un hombre extraño y de aspecto siniestro.
Le preguntó quien era y que hacía allí. El hombre, se limitó a sonreir y dejó algunos libros y una pequeña maleta sobre la cómoda. Luego, se acercó a ella y tras contemplarla unos minutos, la dijo :
- Aline, soy su educador. Es posible que tarde en aprender, pero lo conseguirá. Ha empezado Ud. mal, debería haber saludado y luego preguntado. Apuntaré un castigo para después de la clase. Ahora, le ruego que se siente y me escuche atentamente.
Voy a enseñarle dos materias necesarias para su vida social. La primera es como debe comportarse y la segunda como estar bien con sus invitados. No son fáciles, pero creo que lo conseguiremos. Ahora, la expondré las penas a que se verá sometida por cada falta, error u omisión que cometa. De nada la valdrá el que vaya con el cuento al Señor Barón. Aparte, de que es mi forma de ser, él está de acuerdo con mis métodos.
Y ahora, los castigos. ¡Bueno!, creo que será mejor no nombrar los castigos por el momento, confío en que no tenga que soportar muchos.
No la dio ni siquiera tiempo a contestar. Lo primero que la indicó fue el que se desnudara totalmente y se colocara de rodillas con los brazos en cruz.
Aline, le obedeció con una gran vergüenza en todo su interior.
El Maestro, la contempló durante unos cinco minutos para al fin exclamar :
- Aline, la anoto un segundo castigo, por no estar apropiadamente aseada.
Aline protestó y le contó su actuación de hacía unos minutos. El Maestro, anotó un tercer castigo por hablar sin permiso, pero por deferencia, le explicó que debía estar totalmente depilada, salvo la zona púbica.
Quedó algo angustiada, pero se resignó y bajó la mirada, mientras sentía un pequeño dolor en los brazos. No se atrevió a decir nada más, por temor a ser reprendida.
Antes de que pudiera darse cuenta, el Maestro dijo :
- Querida, ha terminado la clase por hoy. Es llegado el momento de cumplir los castigos, ¿será tan amable de traerme la cartera?
Aline, tardó algo en reaccionar, pero enseguida asintió y se acercó hasta la cartera que estaba a pocos metros de él. La cogió y se la entregó.
Entonces él, la vendó los ojos y la ató las manos a la espalda y con una presión de sus manos la hizo caminar. Salieron de la habitación y se introdujeron en otra que había al final del largo corredor.
Cuando estuvieron dentro, el Maestro saludó a dos varones que había en aquella cámara de tormento. Aline, temblaba de miedo. No sabía quienes habría en aquella estancia, además sentía un calor bastante desmesurado para la hora del día. Varias manos hurgaron en sus ataduras y sintió como tensaban sus brazos, atando sus muñecas.
Entonces el Maestro se acercó al oído de Aline y la susurró :
- Querida, por ser este el primer día, le rebajaré cada castigo a tan sólo 25 azotes, que recibirá ahora mismo y en presencia de mi autoridad.
Y dichas estas palabras, los dos varones, ya armados de látigos los izaron y los fueron descargando, uno por delante y el otro por detrás, hasta completar la primera serie de 25 azotes.
Nadie se preocupó por los dolores, gritos y lamentos de Aline, como tampoco sintió el mas mínimo pudor el Maestro en anunciar, que comenzara la siguiente ronda.
Los varones, habían pasado a los vergajos finos. Y procedieron sin más a atropellar el cuerpo de aquella joven.
Aline se sentía casi sin fuerzas y ya colgaba de sus ataduras, cuando se dio por concluido el segundo castigo.
Todo su cuerpo presentaba huellas de una alta violencia, pero el Maestro levantando la voz, dijo :
- Que estos últimos 25 azotes, sean dados con todo el rigor posible. Adelante.
Los dos varones, se armaron de una finísima fusta cada uno y sin mas espera, se lanzaron a flagelar el cuerpo de Aline.
Esta, saltó con frenéticos gritos, cuando la fusta la alcanzó en las nalgas y en los costados. Eran al parecer las zonas marcadas para este instrumento. Aline no llegó a perder el sentido, pero quedó colgada de las muñecas cuando terminó el castigo.
Los dos varones la descolgaron de las ataduras y volvieron a unírselas a la espalda. A base de manotazos en el vientre y en los pechos, consiguieron que se mantuviera sobre sus pies.
Luego, el Maestro la dijo que caminara. Aline obedeció en silencio, pero todo su ser se estremecía y convulsionaba de dolor.
Cuando llegaron a la habitación, el Maestro la desató y la quitó la venda de los ojos. Tan sólo se limitó a decirla :
- Mañana vendré a la misma hora, quiero que esté depilada como debe ser. Adiós.
Y se fue sin más. Aline se echó sobre la cama y lloró desconsoladamente, rodeada de sus grandes dolores.
A los pocos instantes apareció André y la encontró sollozando en la cama. La hizo incorporarse y la abrazó tiernamente.
Cuando ella, comenzó a calmarse un poco, él le dijo :
Me apetece dar un paseo por el campo, ¿quieres venir? o prefieres quedarte a solas. Si lo deseas, puedo encargar a alguien que te atienda.
André, agradezco tu ofrecimiento, pero no tengo fuerzas para caminar. Además el Maestro, me ha dicho que debo ser depilada.
En ese caso, deberás dejarte depilar por nuestros expertos. Además ellos se encargaran de curarte las marcas. Daré las órdenes.
Y se fue sin más.
Pasaba el tiempo y nadie aparecía en mi habitación. Hacía largo rato que me había colocado el salto de cama.
Sin darme cuenta, vi a un hombre joven junto a mí. Me asusté y retrocedí, pero el me cogió de uno de mis brazos y me hizo seguirlo.
Bajamos hasta el sótano, en donde tras abrir una puerta me vi ante otros 2 hombres y una mujer. Esta última, se acercó a mí y me quitó el salto de cama, quedando desnuda ante los presentes.
Sin mas comentarios, dos de los varones se acercaron a mí y me hicieron colocar mis muñecas en una argollas enclavadas en sendas columnas. Y procedieron a aplicarme el bálsamo.
Aquella vez, Aline no sintió los escozores y en menos de 10 minutos estaba indemne. La colocaron en una gran mesa y la dieron a beber un ungüento, lo que provocó el que se desvaneciera.
Y comenzaron una operación superficial, aunque muy dolorosa, de la que Aline no se enteró, consistente en hacer desaparecer el vello para siempre.
Cuando Aline, despertó estaba en su habitación. Se sentía fresca y fuerte. Fue a mirarse ante un espejo y se quedó admirada de la magnífica figura que veía ante sí.
No había rastro de vello y mucho menos de azotes.
Se puso el salto de cama y aguardó feliz a que André regresara.
Aquella noche, André encargó que la cena les fuera servida en la terraza.
Cuando toda la cena estuvo dispuesta, el servicio desapareció y André la pidió que cenara con tan sólo el portaligas, las medias y el calzado.
Aline, aceptó encantada y la cena transcurrió feliz durante largas horas. Comieron y bebieron hasta hartarse. Después André se levantó y cogiéndola por los hombros la condujo hasta la cama.
Comenzó con pequeños roces, a los que Aline contestó con recíprocas caricias, altamente estimulada.
Aline, al haber estado recluida en el convento durante toda su adolescencia, desconocía cuales debían ser las correspondencias en el amor. Se sentía algo recluida y le molestaba sobremanera, los azotes a que la sometía su maestro. Pero realmente, desconocía, sí ésto es lo que normalmente pasaba con las jóvenes como ella.
Por lo tanto Aline, daba libertad a sus instintos, siempre temerosa de que pudieran ser castigados, pero estaba en la idea de que debía aprender de algún modo.
Se dejó hacer de todo, incluidos algunos malos tratos. Aline los achacaba al frenesí del momento y había conseguido ser feliz, a pesar de los dolores que tuvo que soportar.
Simplemente, se enamoró perdidamente de André. Y cláro, éste, se dio cuenta y a partir de aquella noche comenzó a urdir abusos sexuales y corporales, contra su inocente pareja.
Aline, durmió placentera rodeada por los firmes brazos de André. Al despertar, se encontró sola en la habitación.
Se quedó algo apesadumbrada y cuando consiguió volver a la realidad, escuchó dar las campanadas de las 10 de la mañana.
Rápidamente se tiró de la cama y pasó al aseo. Rogó con fervor el que su maestro, no hubiera llegado.
Se metió en el baño y se enjabonó con mucha rapidez, evitando mojarse el cabello para abreviar tiempo.
Pero el destino jugaba en su contra y el Maestro apareció en el baño.