Historia de amor de una hija y su padre (4 parte)
Una historia ficticia de amor filial, que toma un giro inesperado
Hola, mis preciosos lectores, primero que nada un poco apenada por los pocos comentarios en la tercera parte de mi historia de amor, pero también contenta porque muchos amigos me han escrito a mi correo electrónico. Muchas gracias por sus lindas palabras.
Bueno la vez anterior, me había quedado en la llegada de la obstetra a nuestra casa que inicialmente me había causado un inmenso susto, pero luego de la explicación de mi macho me tranquilice. Ella era una obstetra particular que mi padre había conseguido, y quien accedió a un precio relativamente en atenderme para poder buscar el método anticonceptivo más adecuado a nuestra circunstancia.
Pues bien resulta ser, que la obstetra cuyo nombre es María le dijo a mi padre que tenía que examinarme a solas, a lo cual mi macho accedió y fuimos a nuestra habitación y me pidió que me desnudara totalmente, lo que hice con un poco de vergüenza porque nunca me había desnudado delante de nadie más excepto mi macho, en el centro de salud las obstetras solo me pedían que me baje el interior y que abra las piernas.
Sin embargo, al ser ella una profesional y al estar en mi casa pues accedí. Entonces, María se paró detrás de mí y comenzó a acariciar y a palpar mis senos, yo le pregunté que por qué lo hacía, nunca me hicieron algo así en el centro de salud, a lo que ella me supo explicar que esa era un examen para revisar la presencia de tumores, por mi ignorancia lo acepté (años después supe que esa prueba es para mujeres mayores de 30 años). No sé si fue por mi condición de sensibilidad o por la manera en que me tocaba, pero la verdad es que mi peluda vagina se comenzó a humedecer, me estaba excitando a pesar de haberme masturbado al mediodía.
Luego de haberle dedicado cerca de 5 minutos a este minucioso examen de mis senos, María, me pidió que me recueste en la cama y me pidió que abriera las piernas como se hace en el sillón obstétrico en los centros de salud. María, fue al baño se lavó las manos y se puso desinfectante para manos, y sin guantes me comenzó a examinar la vagina, y me dijo eres muy velluda como buena chola, y se sorprendió que mi vellosidad llegue hasta mi agujero anal.
Al examinarme, lo primero que notó la gran cantidad de flujos que habían sido secretados por mi vagina en respuesta a su estimulación a mis sensibles y masivos senos, y me preguntó niña pero qué te paso, a lo que yo solo atiné a decir que había sentido muy rico su examinación a mis senos, ella muy hábilmente recogió con un dedo mis flujos vaginales, y pudo observar cómo eran espesos y de un tono blanquecino semitransparentes.
Y de un momento a otro hizo algo que me dejó congelada se metió los dedos empapados con mis flujos a la boca, y me dijo mi amor sabes a manjar de dioses, yo no sabía ni cómo reaccionar. Luego me dijo te voy a hacer un examen muy profundo para determinar el mejor método anticonceptivo, y resulta que el examen consistía en hacerme el sexo oral más fabuloso de mi vida, esa habilidad que solo tiene una mujer para hacer volar a otra mujer, tan fuerte fue mi orgasmo que mis flujos salían a chorros. María me dijo esta noche nos quedaremos solas, vístete que iremos a hablar con tu padre.
Cuando salimos eran alrededor de las 4 pm, y María le dijo a mi padre que tenía que salir nuevamente al pueblo a comprar una inyección que era el anticoncpetivo adecuado para mi circunstancia. Pero resultaba ser, que la última lancha que salía del recinto más cercano a donde yo vivía salía las 5 pm y no regresaba hasta el siguiente día a las 8 pm. Por lo que María, le dijo que ella se quedaría acompañándome hasta el siguiente día. ¿Cómo mi macho hubiera podido imaginar las intenciones de esta maravillosa obstetra? Y en realidad, a lo largo de 16 años nunca lo supo, el único que siempre estuvo y ha estado consciente de esta secreta realidad es mi amado hijo.
Y así fue que me quede sola con María. Ella era una mujer descomunal, yo en esa época al no haber tenido relaciones ni haber parido, aún no había terminado de desarrollar todo mi potencial, aunque mis senos desde esos días eran masivos y tenía unas señoras nalgas, aun me faltaba agarrar carnes y caderas.
En todo caso María es exuberante, mide 1.68 pesa 140 libras, cabello negro hasta la cintura, ojos café oscuros, piel canela senos 34D unas caderas descomunales con unas nalgas más grandes que las mías y unas piernas gruesas maravillosas, la describo en presente porque no ha cambiado mucho desde ese entonces a la actualidad, cuando la conocí ella tenía 25 años y nuestra relación se sigue manteniendo, como ven soy una mujer bastante fiel. Lo fui a mi macho y lo soy con mi amante lesbiana.
Y así fue como nos quedamos solas, primero me pidió que deseaba bañarse y pues bajé al río a buscar agua y le preparé el baño, ella me pidió que la acompañé, y como yo soy de naturaleza sumisa quise comenzar a bañarla a ella, y ella me dijo: “no amor, permíteme a mi” y ella con la mágica delicadeza que solo una mujer puede tener, humedeció mi piel y luego comenzó a enjabonar cada milímetro de mi piel, mis hombros, mi espalda, mis senos hasta que se pusieron duros mis pezones, luego mis nalgas y la muy bandida aprovechando la lubricación del jabón me logró meter un dedo en el ano, lo sentí delicioso. Luego bajo por mis piernas hasta mis pies donde se dedicó, a lavar dedo a dedo y luego subió hasta mi vagina donde se detuvo por un par de minutos. Al terminar de enjuagarme me ordenó que vaya a la cama y que la espere sin secarme, y como siempre obedecí.
Cuando ella llego, hizo que colocará mi cabeza en sus piernas y me dio sus senos como si yo fuera un bebe y comenzó a acariciar mi vagina, nunca había saboreado los senos de una mujer, esa sensación me transportó a la gloria, sus pezones eran inmensos de color café bien oscuros, eran más largos que los míos, ella me acariciaba la cabeza mientras yo chupaba sus senos, yo estaba que me chorreaba toda. Luego me tomo suavemente del cabello y me llevo a sus labios para besarnos, fue un beso tan suave, delicado y tierno que me llevo a las nubes mientras mi vagina se iba en chorros, luego ella también se prendió a chupar mis senos y para ese momento yo ya andaba gimiendo como desesperada, luego me recostó en la cama y comenzó a lamerme todo el cuerpo, hizo que me ponga en cuatro patas y procedió a lamerme el ano (yo no entendía por qué mi ano causaba tanta fascinación),
Siguió lamiendo mi ano con insistencia, y me dijo que me debo ir preparando porque en algún momento mi padre iba a requerir penetrarme por el ano y lo que producía era constantes ondas de electricidad por todo mi cuerpo y más y más chorros de mi vagina (es como una llave), no paró hasta que tuve un orgasmo cardíaco y le chorree toda la cara y el cabello.
Quede exhausta y temblando de la potencia del orgasmo, pero no me dio mucho respiro, me dijo que me tocaba aprender a hacerle el sexo oral a ella, se abrió de piernas y descubrí una hermosa vagina mucho más peluda que la mía al natural, y con unos labios muy gruesos y maravillosos que ya estaban secretando humedad, no en las mismas cantidades que yo. Ella muy pacientemente me indico dónde quedaba su clítoris, y me pidió que lo lama muy suavemente pero rápido y con insistencia, y a eso me dedique por diez minutos hasta que ella desencadeno un poderoso orgasmo en el que se retorcía toda pero no secreto la cantidad de fluido que yo secreté en mi orgasmo.
Luego, así desnudas como estábamos nos fuimos a cocinar, y ella seguía volviéndome loca estimulando mi vagina mientras yo cocinaba, y yo me iba en chorros de flujo que se esparcían por mis piernas, y ella luego se encargó de lamer y dejarme limpia.
Luego de comer nos acostamos rendidas de tanto sexo, hasta las 5 am que me despertó al sentir que me chupaba los senos, mis secreciones reaccionaron en seguida, ella se puso encima de mí haciendo un delicioso 69 y pude ver nuevamente esos maravillosos y gruesos labios vaginales, a continuación mi voluptuoso obstetra se acomodó de tal forma que terminamos haciendo una tijera con nuestras piernas frotando de manera gloriosa nuestras vaginas hasta que nuevamente yo tuve un orgasmo que la chorreo a toda ella y toda la sabana y el colchón.
Arreglamos todo y limpiamos, preparamos el desayuno y para las ocho de la mañana en que llegó mi amado macho, ya estaba todo listo. Por fin trajo la dichosa inyección. María me puso la inyección, dando la instrucción que ella vendría cada mes a inyectarme (pero ella fue tan hábil que siempre venía contra la tarde y enviaba a mi macho a comprar la inyección de manera tal que pasábamos la noche entera solas y juntas, y mi padre nunca sospecho).
Nos indicó que después de 4 o 5 días, finalmente podríamos tener nuestra primera relación sexual completa, sin preservativo y eyaculando en su totalidad en el interior de mi vagina, yo tenía una sonrisa de oreja a oreja al saber que al fin mi macho y yo, íbamos a consumar nuestro matrimonio.
Pero mis amores, esa será la quinta entrega de este relato maravilloso, síganme escribiendo al correo electrónico y dejándome comentarios, me hacen muy feliz.