Historia de amor de una hija x su padre (parte 10)
De cómo finalmente pude concretar y unir las dos facetas de mi vida el amor por mi padre y mi amor lésbico
Mis amores gracias y muchas gracias por tanto cariño en sus emails, me han emocionado mucho y he decidido enviar casi de inmediato la continuación de mi relato, de esta tan bella etapa para las mujeres que es el embarazo, y cómo las cosas fueron desarrollando entre los dos amores de mi vida mi padre/esposo y María mi obstetra, ojalá Janiss pueda leer esto, he leído todos tus relatos y me siento tan identificada y compenetrada contigo y tus experiencias un enorme beso.
Una noche de sábado, preparamos una comida deliciosa, y compramos aguardiente, y María se puso un vestidito sin brasier, y yo pues como siempre, por orden de mi marido era mi obligación andar desnuda por la casa. Comimos de lo lindo, y entonces ella le comenzó a brindar aguardiente y los dos tomaban juntos, yo no podía tomar alcohol ya andaba por el séptimo mes de embarazo, pero reprimiendo mis celos observaba como la condenada María le meneaba el culo a mi marido y le enseñaba las tetas, pero yo había prometido controlar los celos, aunque después de unos minutos la escena también comenzó a excitarme y hacer que mis flujos se comiencen a segregar, no tanto por lo que ella hacía a mi padre sino por lo sexy que es María, unas tetas 36D y un culazo de diosa.
Como cualquier macho normal, el efecto del alcohol y las provocaciones de María lo hicieron ir cediendo y ya descaradamente le agarraba las nalgas y se las apretaba mientras yo lavaba los platos y limpiaba la cocina, trataba de no mirar pero era inevitable, María me había hecho jurar que yo no me iba a acercar hasta que ella no me llame, les juro queridos míos que la entrepierna me quemaba ante esa escena, ya los celos habían cedido ante la arrechera de perra que siempre me ha dominado y me ha hecho caer en terribles tentaciones llenas de lujuria y placer.
Ella usaba un vestido de falda ancha sin calzón ni brasier, que le dejaba fácil acceso a las manos de mi macho para dedearle el coño y el culo, ella le bailaba al son de una cumbia, y él como todo un semental permanecía sentado mientras ella lo iba seduciendo, de pronto el dejó salir su fuerza y bestialidad de macho y le rompió el vestido y le dejó desnuda e indefensa ante él, ella quedó sometida y como no someterse a ese hombre con esa verga monumental, no hay mujer que en su sano juicio no sucumba a un falo de esa naturaleza y a la potencia de ese hombre que a sus 45 años estaba en todo el esplendor de su magnificencia sexual, era un dios del sexo que me tenía poseída y ahora comenzaría a poseer a mi amante lesbiana.
Entonces no fue ella quien me llamo, sino mi padre/marido y yo me acerqué sumisa y humilde a su llamado, y me ordenó que le quité la ropa, mientras ella estaba sentada en el piso desnuda y desposeída, luego me confesó María que cuando ideó este plan ella pensaba que iba ser capaz de poder mantener el control de la situación, pero no pudo cayó rendida, esclavizada y poseída por él, sin siquiera haberla penetrado todavía. Yo como su fiel amante, esposa y sirvienta obedecí al instante y lo desnudé, y ahí estuvo él, esplendoroso, bello, poderoso, y perfecto al frente nuestro. Y ahí estaba esa verga y esos dos testículos llenos de la semilla, que puso adentro mío al bebe que llevaba.
Era un espectáculo, observarla a ella como hipnotizada ante esa majestuosa verga, yo le había hablado y descrito su magnificencia, pero es algo muy diferente ver que contar, y ella estaba inmóvil y anonadada por el tamaño de esa bella verga. Pobre yo la comprendía tan bien, como no sucumbir ante esa maravilla, por eso aun no entiendo porque mi madre lo dejó. Pero qué bueno que lo haya dejado, si ella no se hubiera ido él no hubiera sido mío por todos eso años (siento mucho por divagar en mis reflexiones personales).
Yo sabía bien que no podía hacer más, tenía que esperar que él me toque o que él me permita tocarlo para poder disfrutar de su néctar, para poder mamar esa verga, más poder mamar sus bolas, para poder mamarle el culo a mi marido. Pero también estaba ella, y en ese momento él estaba concentrado en ella, y una vez más sentí celos. Sin embargo, al verla ahí tirada e indefensa, regresaron a mi ese sentimiento de excitación, ella estaba con la boca abierta y un fino hilo de saliva se escaba por su comisura. La erección de mi padre era potente, los veinte centímetros estaban extendidos al máximo, el glande estaba rojo y me daba la impresión que estaba más grueso que de costumbre, pero quizás era solo la excitación del momento que me hacía verlo de esa manera.
Él la tomó del cabello muy delicadamente y la puso de pie, ella era más bajita que yo, tenía las tetas más caídas, pero él la miraba detenidamente cada detalle cada milímetro de su cuerpo, ella tenía su piel erizada. Yo estaba a tan solo un metro mirando en silencio ese preámbulo, y mi coño quemaba, mis pezones estaban erectos. Él tomó su barbilla y la acercó a su boca, y la besó, era un beso muy húmedo con lengua y saliva, los pezones de María se rozaban con la piel de mi padre y se ponían muy duros, y como lo hacía mi padre antes de la tormenta sexual, la besaba muy suave y tiernamente, de esos que besos que te enamoran y te hacen incapaz de decir que no cualquier deseo sexual de tu macho, así la besaba mi marido a María.
La tomó de la mano y la llevo a la sala, luego de haber dado unos cinco pasos me miró y con la mirada me ordenó que los siga y que me quede de pie observando, el se sentó en el sofá y la hizo agachar en contra de la mesa, le abrió las nalgas y su peludo ojo anal quedó a la merced de mi marido, y finalmente luego de una breve espera su lengua se dedicó a hurgar ese selvático agujero anal, tan o mas peludo que el mío, mi padre lamía insistentemente mientras apretaba sus nalgas. Él tenía el cuidado de no bajar demasiado su lengua para no tocar la vagina y solo dedicarse a mamarle el culo, a ella le temblaban las piernas y gemía muy delicadamente como una niña que recién aprende a masturbarse, y ella me miraba suplicante para que me acerque a besarla y acariciarla, me suplicaba ternura mientras el penetraba su ano con su lengua, pero yo no había recibido su orden y no podía acercarme aún, pero mi corazón latía con mucha fuerza, mirando los ojos de María una intensa combinación entre suplica y ternura, mi jugos vaginales ya se chorreaban por mis piernas y ni siquiera me había empezado a tocar. Amé la escena, pensé que los celos no me iban a dejar vivir este momento, pero al mirarlos comprendí que ellos dos eran mi vida, el amor de mi macho y su poder de partirme el culo con su dura verga y ella mi amante mujer, la que me abrió al mundo del lesbianismo y que me permitió encontrar consuelo luego de que enviudé. Sentí un inmenso amor por ellos dos, que me hizo desbordar una excitación nunca antes sentida.
Él hizo que ella suba una pierna sobre la mesa, y se metió debajo de ella para chupar su vagina desde abajo, mientras metía su nariz en el ano de María, y ella seguía mirando y suplicando con su mirada, hasta que finalmente mi papá me ordenó acercarme. Y ella solo me abrazó y recostó su cara sobre mis senos, mientras el seguía lamiendo su clítoris y dedeando su ano, yo acariciaba su cabello y casi sin notarlo y de forma instintiva ella comenzó a chupar mis pezones, como un bebé (yo estaba tan ansiosa de tener a mi bebe alimentándose de mis pezones).
Me sorprendió que mi macho haya tomado con naturalidad le intimidad que teníamos con María, pero él simplemente lo permitió (aunque de carácter fuerte y dominante, siempre fue un buen hombre con sus mujeres), una vez que le arrancó un orgasmo anal a María, se puso de pie frente a nosotras con su verga en su máxima capacidad de erección, potente y maravillosa y ya secretando líquido preseminal, ese líquido salado, viscoso y transparente que es el preludio de chorros y más chorros de semen, ya le goteaba desde su uretra, María y yo estábamos hipnotizadas ante esa imagen, en definitiva mi padre era la representación de esos dioses de la fertilidad en la mitología indígena latinoamericana, quienes eran representados con un falo bastante desproporcionado.
La verdad es que yo no sabía muy bien cómo actuar, era la primera vez que tenía que compartir su verga con alguien, pero creo que mi condición de completa sumisión hizo que me agache a chupar sus testículos, dejándole a María que disfrute por completo el falo de mi marido. Mientras yo distribuía mi tiempo en chupar sus testículos y lamer el ano de mi padre, eso era realmente sublime dos mujeres hincadas ante un macho majestuoso, entregadas a darle placer una mamando su verga y otra mamando sus bolas y su ano, si eso no es amor por favor alguien explíqueme, entonces qué es el amor puro y total.
Después de unos 10 minutos de esta operación, él no pudo soportar más y eyaculó en la boca, cara, cabello y tetas de María, la pobre apenas si pudo tragar un poco, él cayó rendido ante la magnitud de este orgasmo, y esa fue la bendita oportunidad en la que pude acercarme a mi esposa (y sigue siendo mi esposa hasta el día de hoy), y me dediqué a besarla, un beso profundo y con lengua, donde jugábamos con el semen de mi padre, yo lamía su cara para limpiarla del semen y de inmediato procedía a besarla para que ella pudiera tragar este líquido que me preñó, lamía también sus tetas que estaban llenas de semen y de inmediato la besaba para que ella pudiera tragar y saborear esa maravilla, ese elixir de vida.
Luego yo la abrí de piernas y comencé a hacerle el sexo oral, concentrada en su clítoris y mordisqueando muy suavemente sus labios vaginales, para luego comenzar a dedearla y masajear su punto G, no se cuanto tiempo estuve dedicada a esa labor, pero de un momento a otro sentí las dos manos poderosas de mi papá que me dieron dos buenas nalgadas que me hicieron gritar más por la sorpresa que por el dolor, y sin alzar la cabeza para mirar me predispuse a que me reviente el agujero anal y que me abra hasta el intestino grueso, y sin ninguna compasión me introdujo sus 20 centímetros de verga hasta al fondo y de una sola embestida, volví a gritar y me apreté contra la vagina de María, hasta que mi esfínter anal se flexibilizó y pudo soportar el ritmo de las embestidas de mi papá, luego de unos 2 o 3 minutos el dolor se transformó en un placer brutal, tuve 3 orgasmos (el último con squirt) hasta que finalmente mi macho me lleno el recto de semen, y mi querida y amada María se dispuso con su boquita de ángel pegada a mi ano, a beber todo el semen que salía de mi culo y luego de eso también nos besamos profundamente para que yo pueda saborear ese néctar maravilloso, una vez más les pregunto mis queridos lectores, si esto no es el amor más puro que pueda haber, que alguien me diga qué es el amor.
Pero aún faltaba que María reciba el semen de mi padre, ya él se había corrido dos veces, pero yo tenía fe que mi semental no iba a fallar, tenía suficiente semen todavía en sus testículos para su nueva mujer, solo hacia falta motivarlo de forma adecuada, y yo tenía el secreto. La magia estaba en su próstata, una lengüetada anal correcta y un masaje prostático adecuado lograría que María sea amada y violada como corresponde, y pues me dedique a aquella misión mientras ella se encargaba de darle un besos profundo y húmedo con mucha lengua y saliva.
Él estaba acostado de lado y de frente a María, yo me coloqué detrás de él y le abrí las nalgas para que quede expuesto su ano y procedí a mandar lengua mientras acariciaba los testículos (como rogando por esos espermatozoides para María), luego de unos 5 o 10 minutos lamiendo ese ano peludo, ya estaba listo para introducir mis dedos, debo aclarar que mis dedos son bien finos y para producir el efecto deseado tenía que introducir dos de mis deditos, y pues así fue hasta que encontré su próstata maravillosa y la comencé a masajear delicadamente, con cariño, amor y suavidad, hicieron falta solo 5 minutos y mi amado esposo estaba listo, la puso en cuatro a María (así le gustaba culear a mi papá, tener a la hembra en cuatro, como los toros montan a las vacas), ella ya estaba hecha aguas por esa poderosa verga.
Yo de igual manera estaba muerta por tener algo dentro mío, y tuve que ir a buscar esa maravilla que nunca me ha fallado hasta el día de hoy, mi amado pepino. Me tiré en el otro sofá con las piernas abiertas y me comencé a masturbar con uno de mis tantos pepinos, mientras mi marido/padre la reventaba a María, yo más arrecha que nunca en mis casi siete meses de embarazo, tuve dos orgasmos el segundo con squirt luego del cual como me pasa siempre me quedé desmayada, no pude cómo papá le acabó a María. Pero luego María me supo contar que la eyaculó adentro. Y ¿qué creen? María estaba ovulando en esos días, pero eso ya es otra historia para más adelante.
Cuando retomé conciencia, ellos se habían quedado dormidos, ella en medio de las piernas de papá con su verga en la mano, me imagino que como toda buena hembra estaba limpiando el miembro luego del sexo…
Cariñitos, lo que les puedo decir es que luego de eso María se convirtió en mi pareja lesbiana y hasta el día sigue siendo parte de mi vida y con ella hemos compartido muchas otras cosas lésbicas e incluso otras formas de relaciones incestuosas, que es posible que les cuente en otro momento, como digo siempre depende de ustedes del amor que le den a estos relatos que comparto con ustedes, en realidad esta es una forma de desahogar un poco mi realidad, viviendo en esta zona rural alejada en ocasiones muy sola, ya que María trabaja en el pueblo y solo puede venir los fines de semana o a veces cada quince días, y aquí solo pasamos mi hijo y yo 😉…
Espero sus mensajes, sus emails, su cariño eso me hace sentir muy bien, ya que no me juzgan, y ojalá Janiss puedas leer esto…