Historia de Agustin y Lina 7

Una historia de...¿infidelidades? ¿Puede una infidelidad ser compartida? ¿Quien traiciona realmente a quien?

Fran.

Fran paseó su mirada por el “circulo”, que es como los habituales llamaban al local liberal.

Sus ojos escrutaban en busca de oportunidades, de gente excepcional con talentos ocultos. Buscando algún signo de diferenciación con el resto de concurrentes. Allí aplicaba la misma lógica que en los negocios.

Él era un gran emprendedor, como se dice ahora. Desde muy joven, supo explotar sus mejores cualidades: Inteligencia, capacidad para descubrir el talento en los demás y una visión extraordinaria de las oportunidades de negocio.

Supo ver el primer gran negocio, relacionado con la recalificación urbanística, con solo 20 años. Solo necesitaba dinero para una inversión inicial, pero eso no fue problema ya que su familia era adinerada. El padre siempre confió en él, y pronto pudo volar solo e incluso superar todo el patrimonio familiar. No se conformó con explotar el primer éxito. Buscó gente competente, con talento para gestionar el negocio y se lanzó a buscar nuevas oportunidades. Este esquema repetido varias veces, unido a un momento excepcional y a ciertas dosis de suerte, le llevó a lo más alto.

Con el sexo era igual. Buscaba algo nuevo y diferente. Algo nuevo, que supusiera un reto. Ni la belleza ni la sofisticación lo eran. Se había follado ya a mujeres realmente bellas (algunas de ellas modelos cotizadas), así como a mujeres de alto estatus social. Pero eso solo, por sí mismo, ya no le llamaba la atención, una vez satisfecha su curiosidad. Quería nuevas experiencias. Y como en los negocios, no podías esperar que vinieran a tu despacho, tenías que salir tú a buscarlos a calle.

Por eso estaban allí esa noche. Aunque el sitio comenzaba a aburrirle, nunca se sabía que es lo que podría encontrarse en este local.

De todas formas esa no parecía ser su noche. Solo habituales, sin mucho que aportarle, con los que ya procuraba mantener las distancias. Los ya conocidos, sabían que rechazaba con educación pero con mucha firmeza a quienes se acercaban. Caty, su mujer, era una espléndida morena, de atributos generosos y con mucha clase. Pero su estilo era diferente. Él no se dejaba abordar. El cazaba.

Por eso también habían ido a primera hora. Antes que llegara el grueso de gente. Para tomar posiciones dominantes sobre el terreno, ocupar un lugar privilegiado para observar y para ser los primeros en detectar oportunidades. Fran nunca se relajaba.

Y también por eso fueron los primeros en advertir a esa parejita nueva, discretos pero elegantes, con aspecto de sentirse un poco fuera de lugar. Los ojos inquisidores de Fran, analizaron todo. Como iban vestidos, cada movimiento, cada gesto…

La chica era mona y tenía un buen cuerpo.  Pero había algo más…

Algo creyó reconocer en su mirada, en sus gestos. No era vulgar, ni estaba cachonda, ni parecía una arribista en buscando relacionarse con gente importante, ni tampoco una chica bien buscando emociones fuertes. Era distinta. Algo ardía en su interior. Una desazón, un impulso, un deseo no satisfecho aun. Quizás ni siquiera ella sabía todavía que es lo que quería. Pero algo en sus ojos, en su forma de moverse y relacionarse con su pareja, le decía que esperaba sentirse deseada y protagonista. Que quería saciar su sed.

Su forma de enseñar las piernas, con medias a medio muslo y lencería, combinada con un vestido corto y sobrio, le sorprendió gratamente. Excitante y original, sin perder la compostura.

¿Sería la novedad que estaba buscando? Solo había una forma de comprobarlo.

- Vamos , dijo a Caty. Y cogiendo su copa, caminó hacia ellos muy lentamente.