Historia de Ady (13)

cliente que me había pedido la revista, decidió comprarla y le indiqué que pasara por caja. En cuanto estuve a solas con el primer cliente, le dije...

CAPITULO XIII

El cliente que me había pedido la revista, decidió comprarla y le indiqué que pasara por caja. En cuanto estuve a solas con el primer cliente, le dije :

  • Si me dice que tipo de revistas desea, yo misma se las pasaré a la dirección que me indique mañana o pasado, hacia las 3 de la tarde.

  • Sí. Eso sería estupendo. ¿Tendré algún sobrecargo por este tipo de servicio?.

  • No lo sé, pero por ser Ud. mi primer cliente, yo correré con los gastos. Si me lo permite.

  • Me encantará. Tanto, mañana como pasado, la estaré esperando a la hora citada. La prometo comprarle al menos tres revistas.

  • Muy bien. No faltaré, déjeme su tarjeta o anóteme la dirección.

Me entregó un trozo de papel con la dirección a la que debía acudir. Y después se marchó sin llevarse nada. En cuanto hubo desaparecido, me acerqué a Dana y la conté todo. Ella me dijo :

  • Lo que hagas en tu tiempo libre es asunto tuyo. ¿Cómo piensas pagar los gastos?. ¿Se lo comunico a tu marido?.

  • ¿No hay otro medio?.

  • Sí. Pero me parece un poco fuerte, siendo este tu primer día.

  • No importa. Dígamelo.

  • Se trata de mi jefe. Pierre, me obliga a recuperar cada $ de fianza con dos azotes en su presencia. Y si te llevas del orden de 20 revistas, que suponen unos 5 $ de fianza cada una, éso representarán unos 100 $. Por cada revista que no devuelvas te caerán 10 azotes + el valor de la revista x 2. ¿Tú decides?.

  • Seré más prudente en la próxima. Por el momento prefiero pagar con mi cuerpo ante el jefe.

  • Bien, en ese caso dirás a tu marido que mañana no irás a comer.

  • De acuerdo, se lo diré. ¿Hay alguna forma de coger créditos para poderlos cambiar mas adelante?.

  • Pues sí. Y me alegra que me hagas esta pregunta. Sólo una de tus compañeras me ha hecho semejante pregunta. Estoy buscando a una persona y tú serías la ideal para una pequeña orgía. El problema es que sería de madrugada, el próximo Viernes. Sé que tú no estás disponible desde el Viernes hasta el Lunes. Tú verás. Te anticipo mucho látigo y muchos penes calientes y vibrantes.

  • Me encantaría, pero no creo que pueda ser este Viernes. ¿Hay otras formas de obtener créditos?.

  • Sí. Ofrecerte voluntariamente para probar los aparatos que demanden los clientes. Tú te llevarías los créditos y la dependienta correspondiente, el sobresueldo. Por mi parte te ofrezco otra posibilidad. Por cada minuto que pases conmigo haciéndome el amor o acariciándome te ofrezco 5 $., pero te indico que mi hora predilecta son las 4 de la tarde.

  • ¿Puedo apuntarme a las dos últimas formas?.

  • Claro que sí, pero con la última deberás ser autorizada por tu marido. No quiero problemas.

  • De acuerdo, se lo diré esta misma noche.

Tuve que distanciarme de ella, pues un nuevo cliente acababa de entrar y aproximarse a mi mostrador.

Le atendí con suma celeridad y me dijo :

  • Estoy buscando una fusta. Debe ser trenzada y de color púrpura.

La descubrí en el último estante. Moví la escalera y subí los peldaños mientras el cliente admiraba mis desnudas nalgas. Cogí la caja que la contenía y bajé de nuevo hasta estar frente a él. La cogió en sus manos y me preguntó dónde podría probar su elasticidad.

Le dije que podía sacarla de la caja y comprobarla él mismo. Sin embargo, una vez la tuvo en su mano, me dijo :

  • La verdad, parece buena. Pero no estoy convencido. Tu cuerpo sería un lugar para probarla. ¿Me dejas?.

  • Lo siento. Soy, simplemente una dependienta. Para esos asuntos, deberá hablar con la jefa.

  • Hablaré con ella.

Se separó de mi mostrador y se acercó hasta Dana. Pude verles de reojo. Él gesticulaba hacia mí y Dana le sonreía. Después de unos segundos se aproximaron los dos. Y Dana, dijo :

  • Este cliente te ha pedido un servicio simple y tú te has comportado un poco desagradable. ¿Admitirás ahora su petición?.

  • Sí jefa. Haré cuanto me indique.

  • Pues pasa inmediatamente al reservado y quítate el vestido. El cliente y yo iremos en cuanto haya elegido el material a probar.

La obedecí de inmediato y una vez en el reservado, me despojé del top y la faldita. Tuve que aguardar unos cinco minutos. Dana entró con el cliente y pude observar que portaban mas de 6 fustas distintas. Pensé que si las probaba todas conmigo, era porque pensaba comprarlas. Eso me supondrían 60 azotes. Una hora de tormento. Justo el tiempo que me quedaba para salir y llegar a casa. Para colmo, esta noche sería movida ya que Pierre estaría en la reunión de Alex.

Me olvidé de todo y dejé que aquel caprichoso cliente, primero me manoseara y después me atara a una pilastra. A una indicación de Dana separé mis piernas y aguardé el primer azote.

Antes de que estuviera preparada sentí las delicias del primer latigazo.

No me dio tiempo a reaccionar, cuando el segundo azote caía sobre mis nalgas. Me sentí feliz y estimulada de las sensaciones que se experimentaban cada vez que el látigo me cruzaba las nalgas. Sabía que en breves minutos, estaría padeciendo el verdadero tormento, ya que el dolor y las sensaciones acumuladas serían excesivos.

Y en efecto, así fue. Cuando llevaba 40 latigazos entre las nalgas y los muslos, me sentía como una posesa. Gritaba y me contorsionaba de dolor, mientras Dana y el Cliente reían y conversaban sin reparar en mí. Yo era solamente una mercancía, o un objeto, según los casos.

Cuando me hubo asestado los 60 latigazos, se fue con Dana y quedé sola en aquel reservado especial. Todavía tenía fuerzas para mantenerme en pie, aunque mis piernas temblaban por el extremo dolor.

Habían pasado mas de 10 minutos de la hora de cierre. Todas mis compañeras habían pasado por el reservado en donde permanecía atada. Alguna hasta me había pasado sus manos por mis recientes marcas. Se despojaron de sus ropas de trabajo ante mí y después de vestirse se fueron.

Entonces entró Dana y me dijo :

  • Te llevo a tu casa en cuanto te haya quitado estas marcas.

Se aprestó a aplicarme la pomada y después pasé a la ducha. Diez minutos después salíamos las dos juntas.

Llegué a casa sobre las 11 de la noche. Alex, me recibió y después de desnudarme del todo, me dijo :

  • Tu ama Valeria, ha venido a cenar. Has llegado un poco tarde y está un poco disgustada.

  • Me ha entretenido un cliente y no he podido llegar antes. Además estaba sin coche.

  • Está bien. ¿Deseas vestirte o permanecer desnuda ante ella?.

  • ¿Qué me aconsejas?.

  • Desnuda, estarás más presentable. Eres su esclava. ¿Te ato las manos?.

  • Sí, lo prefiero.

Entramos los dos en el salón. Pude ver a Valeria, pero también estaban los amigos de Alex, incluido Pierre, que la agredían sin que ella diera a basto para defenderse. Rápidamente me interpuse entre ella y los hombres que la magreaban.

Cuando todo se hubo calmado un poco, me arrodillé a su lado y dejé que el que tenía a mi izquierda incordiara mis pechos con su tenedor, sin que Alex interviniera.

Después de unos minutos en los que todos me contemplaban, Alex dijo :

  • Bueno, ya está bien. Desataré a mi esposa y cenaremos mas o menos tranquilos. Después podréis abusar de ella como os parezca. Pero además tenemos una guapa invitada y hemos de atenderla.

Fui desatada y me senté entre Pierre y Valeria. La cena transcurrió muy tranquila y cuando terminamos los postres, Valeria anunció que se marchaba.

La acompañé hasta el hall y una vez la hube puesto el abrigo, me dio un beso y me dijo :

  • Ady. Me ha encantado verte. Tengo que decirte una cosa. Hasta el Sábado por la noche, no podré recibirte. No obstante, llámame cuando salgas del trabajo todos los días que puedas. Por cierto, ¿Te siguen maltratando estos amigos de tu marido?.

  • Sí. Me están esperando.

  • Me voy. No les hagas esperar. Tienes un cuerpo ideal para el tormento.

Me dejaron un poco confusa sus palabras, ya que no sabía a lo que se había querido referir.

En cuanto se fue, volví sobre mis pasos hasta el salón. Nada mas entrar uno de ellos dijo :

  • Te voy a sodomizar con el mango del látigo. ¡Ponte a cuatro patas!.

Le obedecí inmediatamente y abrí mucho mis muslos para que el mango del látigo se apropiara de mi conducto anal. Aquel bestia, me metió todo lo que pudo del mango y masturbó durante un par de minutos, metiendo y sacando aquel odioso mango por mi culo.

En cuanto comencé a jadear de placer, retiró el mango y entonces Pierre, se acercó a mí y dijo en voz alta :

  • Queridos amigos. Creo que es el momento de comenzar la partida. Con tu permiso Alex, he ideado la postura ideal para tu esposa, siempre que a tí te parezca bien.

  • Comencemos la partida. Y la postura que hayas elegido para mi esposa tendrá mi beneplácito.

Fui colocada sobre una tarima, algo elevada, circular y móvil, cintrada por la mesa de juego, de la que ascendía una barra de 40 cm. de altura y que estaba cruzada por otra de 70 cm. formando una "T". Mis piernas fueron separadas y anclados mis tobillos en dos grilletes camuflados en la tarima. La barra de la "T" que quedaba un poco por debajo de mis rodillas. Me hicieron doblar el cuerpo y mis muñecas fueron ancladas por mi espalda a una cadena que colgaba de una argolla móvil fijada en el techo.

Cuando quedé sujeta, comprobé que les ofrecía los pechos, las caderas, espalda, nalgas, costados y muslos. Pero, sobre todo mis partes íntimas muy expuestas. La postura era bastante incómoda, pero me apetecía probar las distintas fases de la noche y sus depravados métodos.

Alex, aplaudió la decisión de su amigo y así quedé a merced de ellos durante la partida. Cada uno tenía ante sí, un látigo o una fusta que podía estrellar sobre mi cuerpo cuantas veces quisiera y además con la premisa de que cuantas más veces estrellaran sus látigos en mi cuerpo, mejor.

Como la tarima giraba lentamente sobre la base, podía ver sus caras y hasta sus gestos. Pierre, decidió que era mejor taparme los ojos, para evitar que me mareara. Y la verdad lo agradecí.

Antes de comenzar la partida, Alex anunció :

  • El jueves, cambiaremos la partida de cartas por una de dardos. Mi esposa será el blanco con espoletas especiales que he mandado fabricar. Ahora, comencemos la partida.

Me encantaba ser azotada sin saber cuando, ni de donde iban a proceder los latigazos. No sabía si era azotada por uno o por más. Me sentía en la gloria, cada vez que una tralla cruzaba mi cuerpo.

La partida duró cerca de tres horas, aunque hubo descansos cada hora en los que no fui azotada. Al terminar, me sentía un poco débil y muy dolorida.

Cuando Alex y yo nos quedamos solos, le dije :

  • Cariño. Hoy he metido la pata y mañana debo quedarme durante todo el día en la tienda. Y quizás algún día más. ¿Consientes en ello?.

  • No te preocupes. Puedes quedarte los días que haga falta. Sabes que yo no suelo aparecer a comer. Pero tienes que comunicármelo a mí o al ama de llaves. Ahora, antes de irnos a la cama. ¿Tienes alguna necesidad especial?.

  • Me encantaría que me poseyeras, aunque si a tí te apetece puedes torturarme un poco.

  • No. Esta noche, sólo me la chuparás hasta que me derrame en tu boca. ¿Te ha gustado la postura en la que has estado durante la partida?.

  • Me ha gustado al principio. Luego se hace terriblemente cansada. Por cierto, deseo tu permiso para una fiesta el Viernes por la noche. Me lo ha propuesto Dana y como Valeria, me ha dicho que no me recibiría hasta el Sábado por la noche, pues te lo pregunto.

  • Si te lo ha propuesto esa mujerzuela, será una orgía. Pero si te apetece ir o crees que eso te va a servir para una mejor consideración, adelante. Aprovecharé para irme de pesca el fin de semana. Ahora mi pene es de tu competencia. Dormirás con los restos de mi esperma y las marcas de los látigos.

Me pareció algo sucio, pero abrí mis labios y los acerqué al palpitante pene de Alex.

Me encantaba sentirlo en la boca. Me acarició las marcas de los azotes y vibré de sensaciones.

Cuando aquel mastodonte vomitó su lechada en mi boca, tuve la suficiente habilidad para tragarlo todo sin derramar gota alguna. Después de unos minutos limpiando aquel precioso pene, que se ponía flácido a toda velocidad, nos quedamos dormidos.

Al despertar, me encontré sola. Sobre la mesita había una nota de Alex, en la que me decía :

  • "No he podido aguardar en casa a que te despertaras. Dana te curará las marcas, en cuanto le digas que vas a la fiesta con ella. Desayuna y llévate el coche. ¡Ah! y machácala con la lengua su clítoris".

Deduje, que Alex sabía por y para qué me quedaba aquel día y también posiblemente los siguientes.

Me duché y desayuné. Luego cogí el coche y me dirigí a la tienda.

Dana, ya me estaba esperando. La saludé y la dije :

  • Tengo en mi cuerpo las marcas de anoche, ¿podría quitármelas antes de abrir?.

  • Por supuesto, pequeña. Pasaremos por la puerta de servicio.

En cuanto me hubo introducido en el reservado, me desnudé y dejé que me atara. Y mientras me aplicaba el bálsamo, la dije :

  • Mi marido, me autoriza a quedarme los días que haga falta. Y además me autoriza para la fiesta del Viernes.

  • Es una pena que me lo hayas dicho tan tarde. Pierre ha decidido que seas atormentada a las 4 de la tarde en su despacho. Quizá lo hubiera arreglado para que me sirvieras como amante. Bueno, ya no tiene remedio. Aguanta un poco estos escozores y en breves minutos estarás en condiciones de visitar a tu primer cliente. Ya he preparado todas las revistas. Por cierto, si te ves en la necesidad de acariciarle el pene o dejarte azotar o follar, hazlo. Y si disfrutas, mejor para tí.

Me agradaba la idea de que Pierre me esperara después del trabajo para someterme a un tormento. Necesitaba sentir los tormentos de Pierre, fuera del ambiente de mi marido. Sabía que sería más perverso que en las reuniones de las noches en mi actual casa.

Por mi cabeza, pasó la idea de regalarle a mi primer cliente las 20 revistas, pero éso significaba para mí unos 500 latigazos. Era un precio demasiado elevado. Me decidí por intentar venderle todas las revistas, aunque ofreciéndole mi cuerpo para lo que él gustara.

En cuanto estuve sin marcas, me vestí y salí a la calle con rumbo al barrio residencial en donde vivía mi cliente.

Aparqué el coche y salí con mi maletín cargado de revistas. Pulsé el timbre de la puerta indicada y me abrió él, en persona. Me hizo pasar y tras quitarme el abrigo, le dije :

  • Ayer, era mi primer día de trabajo y se me olvidó pedirle la fianza correspondiente. ¡No importa!. He traído conmigo las revistas que le puedan interesar y no se preocupe por la fianza, la pagaré yo por esta vez.

  • ¿Te importaría chupármela, mientras las ojeo?.

  • No. No me importa.

  • Mejor. ¡Desnúdate! y chúpamela hasta que me corra en tu boca. Luego decidiré si me quedo alguna. ¿Alguna objeción?.

  • No. Me parece bien.

Me desnudé y mientras él sentado en su sillón se disponía a ojear y leer las revistas, introduje su pene en mi boca y lo masturbé con verdadero placer.

Se corrió en mi boca a los pocos minutos. Después de unas contorsiones de placer, me dijo :

  • Procura ponerme a tono. Voy por la tercera revista y sigo estando interesado. Anímame y chúpamela otra vez. ¿Te gusta, verdad?.

Asentí con la cabeza y lamí aquel baboso pene, entonces flácido. Y de nuevo con la experiencia que había adquirido con otros hombres, conseguí que aquella carne muerta recuperara la vida. El pene volvió a palpitar en mi boca y me sentí dichosa. Cuando escupió su rabia, yo me sentí agradecida y tragué su segundo flujo, cuyo caudal era muy inferior al primero.

Cuando, el cliente se tranquilizó un poco, le dije :

  • Deseo que me compre todas las revistas, pero cuente con mi cuerpo y principalmente con mi boca para convencerlo.

  • De acuerdo. Te compraré todas las revistas, pero a cambio de que cada semana me hagas una visita para ofrecerme nuevas aventuras de este género. Ahora, lámeme de nuevo pero con suavidad durante un buen rato. Tengo entendido que eres fotógrafa. ¿Serías capaz de hacer un reportaje a mis hijas?.

  • ¿Puedo saber qué tipo de reportaje?.

  • Es muy simple. Deseo poner una gran foto con mis dos hijas en bondage y lesbianismo. ¿Es posible?.

  • Es posible, si sus hijas aceptan. Y siempre que sea en este horario.

  • Dalo por hecho. Te pagaré a razón de 100 $ por foto bien conseguida. Pero te pagaría 500 $ por tener una foto tuya en completa sumisión.

  • Lo de sus hijas, lo asumo. Pero en cuanto a mí. Sepa que estoy casada con una persona importante y no puedo someterme a esa clase de exposición. Trabajo en ésto por completar las horas del día y con la autorización de mi esposo.

  • Está bien. Sé que te gusta follar y chuparla. Sé que también te gusta ser azotada. Pues bien, mi casa está abierta a ese tipo de gustos tuyos. Bueno, ahora vístete y vete de esta casa.